Castrato (del italiano castrato, 'castrado';
castrati en plural) es la denominación que se utiliza para
referirse al cantante sometido de niño a una castración para
conservar su voz aguda (de soprano, mezzo-soprano o contralto).
El término tradicional español (hoy en desuso) referido a
estos cantantes era capón. Actualmente se emplea la voz italiana.
La castración consistía en la destrucción o ablación del tejido
testicular sin que, por lo general, se llegara a cortar el
pene. Mediante esta intervención traumática, se conseguía
que los niños que ya habían demostrado tener especiales dotes
para el canto mantuvieran, de adultos, una tesitura aguda
capaz de interpretar voces características de papeles femeninos.
De este modo se lograba aunar la aguda voz infantil, considerada
tierna y emocional, con las cualidades de un intérprete adulto
que un niño difícilmente podía igualar: mayor potencia pulmonar,
pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad.
La práctica de la castración de niños cantores
existía desde la creación del Imperio romano de Oriente; en
Constantinopla hacia el 400 d.C., la emperatriz romana consorte
de Oriente Elia Eudoxia tenía un coro cuyo maestro era un
eunuco, lo que podría haber dado lugar al establecimiento
de la creación y uso de castrati en coros bizantinos. Hacia
el siglo IX, los cantores eunucos eran bien conocidos (por
lo menos en la Basílica de Santa Sofía), y así permanecieron
hasta el saqueo de Constantinopla por las fuerzas occidentales
de la Cuarta Cruzada en 1204, a partir de entonces, la práctica
de cantores eunucos desapareció. Su destino desde entonces
hasta su reaparición en Italia después de trescientos años
no está claro. Parece probable que la tradición española de
los sopranos falsetistas puede haber ocultado a los castrati.
Gran parte de España estaba bajo gobierno musulmán durante
la Edad Media, y en la tradición cultural del Cercano Oriente
la castración tenía una larga historia. Típicamente, los eunucos
eran empleados como "guardias" del harén, pero fueron también
valorados como políticos de alto nivel, ya que no podían iniciar
una dinastía que pusiera en peligro.
Su reaparición como castrati se sitúa a principios
del siglo XVI. La primera aparición de la frase soprano maschio
(soprano masculino), que también podría significar falsetista,
se produjo en el texto Due Dialoghi della Musica, de Luigi
Dentini, un sacerdote oratoriano, publicado en Roma en 1553.
El 9 de noviembre de 1555 el cardenal Hipólito II d'Este (famoso
por ser el constructor de la Villa d'Este en Tivoli), escribe
a Guglielmo Gonzaga, duque de Mantua (1538-1587), que ha oído
que estaba interesado en su cantoretti francesi, ofreciéndole
enviarle dos, para que pudiera elegir uno para su propio servicio.
Este es un término poco común, pero probablemente es lo mismo
que castrati.
Hipólito II d'Este (1509-1572).
En torno a 1550, aparecieron los primeros documentos
claramente referentes a cantantes castrados en Roma y Ferrara.
El hermano del cardenal, Alfonso II d'Este, duque de Ferrara,
fue otro inicial entusiasta, interesándose por los castrati
en 1556. De hecho, Paulo IV (Papa entre 1555 y 1559) prohibió
la presencia de cantantes casados en la Capilla Pontificia,
lo que habría propiciado que los falsetistas comenzaran a
ser sustituidos por castrati. Parece claro que había castrati
en el coro de la Capilla Sixtina en 1558, aunque no con ese
nombre: el 27 de abril de ese año, Hernando Bustamante, español
de Palencia, fue admitido (los primeros castrati llamados
así que entraron en el coro sixtino fueron Pietro Paolo Folignato
y Girolamo Rossini, admitidos en 1599). De hecho, la castración
con fines musicales se practicaba casi exclusivamente en Italia,
aunque pudo originarse en España y se realizaba raramente
en los estados más meridionales de Alemania. En 1574 había
castrati en la capilla de la corte ducal en Munich, donde
el Kapellmeister (director musical) fue el famoso Orlando
di Lasso. En 1589, por la bula Cum pro nostri temporali munere,
el papa Sixto V reorganizó el coro de la Basílica de San Pedro,
específicamente para incluir castrati. Así, los castrati vinieron
a suplantar a los niños (cuyas voces se estropeaban después
de sólo unos pocos años) y los falsetistas (cuyas voces eran
más débiles y menos fiables). Las mujeres fueron prohibidas
en el coro por el dictamen paulino mulieres en ecclesiis taceant
('las mujeres deben a guardar silencio en la iglesia', véase
Corintios I, capítulo 14, v 34).
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Los castrati tuvieron una gran popularidad y
llegaron a cobrar enormes cantidades de dinero por sus actuaciones.
Según la leyenda, acrecentada por la película Farinelli (1994)
y considerada sin ninguna base científica por la mayoría de
las opiniones médicas actuales, gozaban de gran popularidad
entre algunas damas de la época, ya que, si mantenían relaciones
sexuales con ellos, no corrían el riesgo de quedar embarazadas.
Algunas objeciones modernas a la existencia de castrati en
Europa podrían centrarse en los medios por los cuales la preparación
de los futuros cantantes podrían conducir a una muerte prematura.
Para evitar que el niño experimentara el dolor intenso de
la castración, a muchos se les administraban dosis letales
de opio o de algún otro narcótico, o morían por estrangulamiento,
al presionarles la arteria carótida en el cuello con la intención
de hacerlos caer inconscientes durante el procedimiento de
castración. La formación de los castrati era rigurosa. El
régimen de una escuela de canto en Roma (hacia 1700) consistía
en una hora de cantar piezas difíciles e incómodas, una hora
practicando trinos, una hora en ejercicio adornado passaggi,
una hora de ejercicios de canto en presencia de su maestro
y delante de un espejo a fin de evitar movimientos innecesarios
del cuerpo o muecas faciales, y una hora de estudio literario,
todo ello, además, antes del almuerzo. Después de media hora,
se dedicaba a la teoría musical, otra a la escritura de contrapunto,
una hora copiando lo mismo al dictado, y otra hora de estudio
literario. Durante el resto del día, los jóvenes castrati
tenían que encontrar tiempo para practicar su juego clave,
y para componer música vocal, ya sea sacra o secular dependiendo
de su inclinación.
En las décadas de 1720 y 1730, en el apogeo
de la moda de estas voces, se ha estimado que más de 4.000
niños fueron castrados cada año al servicio del arte.
Muchos provenían de hogares pobres y fueron
castrados por sus padres con la esperanza de que su hijo pudiera
tener éxito y sacarles de la pobreza (como en el caso de Senesino).
Hay, sin embargo, registros de algunos jóvenes que solicitaron
ser operados para preservar su voz (por ejemplo, Caffarelli).
Los castrati aunaban en su voz la ternura de un niño y la
potencia y fuerza de un adulto. Fueron voces muy codiciadas
y aplaudidas. Uno de los más famosos fue Carlo Broschi, Farinelli.
Farinelli, sobrenombre por el que era conocido
Carlo Broschi (Andria, 24 de enero de 1705-Bolonia, 16 de
septiembre de 1782), fue un cantante castrato italiano, uno
de los más famosos del siglo XVIII.
Nació en el seno de una familia de la baja nobleza.
Fue castrado, por lo que visto su origen acomodado, en su
caso sí debió ser cierta la versión oficial (común en estos
casos) de que su castración fue una necesidad médica después
de sufrir un accidente con un caballo. Aunque la castración
estaba penalizada, las autoridades de la época solían hacer
la vista gorda y no perseguían estos delitos. Lo común era
que sus familias los llevaran a la operación con el convencimiento
de que sus hijos podrían convertirse en grandes cantantes.
Muchos de los niños provenían de familias pobres de los áridos
campos de Nápoles donde la esperanza de vida no llegaba más
allá de los 30 años. Si el niño tenía dotes para el canto,
alcanzaría el reconocimiento; en cambio, si las aptitudes
vocales no llegaban al límite exigido ante la enorme competencia,
se ordenaba sacerdote, por lo que acababa en los coros de
las iglesias. Siguiendo la tradición de quienes le precedieron,
Farinelli fue enviado a un conservatorio, lugar reservado
para el entrenamiento de los castrati. En estos lugares se
daba amplio entrenamiento de voz a los niños, lecciones acerca
de composición y también les daban la oportunidad de improvisar;
de ahí los informes de que Farinelli daba toques personales
a las piezas ya compuestas que se le daban para cantar, para
la delicia de su público.
Carlo Broschi eligió el seudónimo Farinelli
en agradecimiento a los hermanos Farina, mecenas que pagaron
muchos años sus estudios y su manutención. Bajo la instrucción
de Nicola Porpora, Farinelli adquirió una voz de maravillosa
belleza. Se hizo famoso en el sur de Italia como il ragazzo
(«el muchacho»). Su primera actuación en un lugar público
fue en 1720, con la Angelica e Medoro, de Porpora. En 1722
realizó su aparición en Roma, con Eumene, de su maestro, despertó
un gran entusiasmo al superar a un popular trompetista alemán,
a quien Porpora había compuesto un "obligado" (partitura con
una notación musical concreta) para una de las canciones del
joven; al sostener y aumentar una nota de prodigiosa longitud,
pureza y poder, y en las variaciones y gorjeos que lanzó al
aire. En las óperas, regularmente cantaba papeles de mujer,
como por ejemplo, Adelaida, en Adelaide, de Porpora.
En 1725, Farinelli se presentó en Viena, y en
Venecia el año siguiente,y regresó a Nápoles poco después.
Cantó en Milán en 1726, donde Johann Joachim Quantz lo oyó
y escribió lo siguiente:
Farinelli tenía una voz de soprano penetrante, completa,
rica, luminosa y bien modulada, con un rango en ese momento
desde La debajo de Do medio a Re tres octavas por encima
de Do medio... Su entonación era pura, su vibración maravillosa,
su control de la respiración extraordinario y su garganta
muy ágil, por lo que cantó los intervalos más amplios
rápidamente y con la mayor de las facilidades y seguridad.
Los pasajes de la obra y todo tipo de melismas no representaron
dificultades para él. En la invención de ornamentación
libre en el adagio fue muy fértil. |
Farinelli cantó en Bolonia en 1727. Allí conoció
al cantante Antonio Maria Bernacchi (quince años mayor que
él), a quien debió mucho de su instrucción. Con un éxito y
fama creciente, Farinelli se presentó en casi todas las grandes
ciudades de Italia y regresó una tercera vez a Viena en 1731.
Farinelli modificó su estilo, según se dice,
bajo el consejo de Carlos VI, desde una mera bravura de la
escuela de Porpora a una de patetismo y simplicidad. Visitó
Londres en 1734, a tiempo para prestar su poderoso apoyo a
la facción que en oposición a Händel había montado una ópera
rival con Porpora como compositor y Senesino como cantante
principal. Ni siquiera la ayuda de Farinelli pudo hacer que
tuviera éxito. Su primera aparición en el teatro Lincoln's
Inn Fields fue con Artaserse, de la que gran parte de la música
era de su hermano, Riccardo Broschi. Su éxito fue instantáneo.
Federico Luis de Gales y la corte lo llenaron de favores y
regalos.
Tras pasar tres años en Inglaterra, Farinelli
partió para España en 1737, si bien se quedó antes algunos
meses en Francia, donde cantó ante Luis XV de Francia. En
España, donde sólo tenía planeado quedarse unos meses, terminó
viviendo casi 25 años. Su voz, empleada por la reina para
curar al Rey Felipe V, el primer Borbón, de su depresión melancólica,
le ganó tanta influencia con Felipe V que éste no sólo acabaría
dándole poder, sino el nombre oficial de primer ministro.
Farinelli era lo suficientemente sabio y modesto para usar
ese poder discretamente. Estaba secretamente enamorado de
una chica de la nobleza, de la cual no se sabe el nombre completo,
solo sus iniciales: S.I.L. Residió en un palacio que mandó
construir en Aranjuez, el Palacio de Farinelli. Durante dos
décadas, noche tras noche, se le pedía que cantara las mismas
canciones al rey. Farinelli fue nombrado director de los coliseos
de Coliseo del Buen Retiro, en Madrid, y Aranjuez, y la mayoría
de las obras que montó tenían textos de Pietro Metastasio.
Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y fue condecorado
con la Cruz de Calatrava. Utilizó su poder en la corte para
persuadir a Fernando VI que estableciera la ópera italiana.
También dirigió el Colegio Real de Santa Bárbara de Niños
Músicos, popularmente conocido como «Casa de los Capones»
situada en la calle de Leganitos de Madrid, donde también
vivía Domenico Scarlatti, músico napolitano instalado en España.
Después del ascenso de Carlos III, Farinelli se retiró en
1760 a Bolonia con la fortuna que amasó, y allí pasó el resto
de sus días con Pietro Antonio Domenico Bonaventura Trapassi,
más conocido como Metastasio (Roma, 3 de enero de 1698 - Viena,
12 de abril de 1782), escritor y poeta italiano, uno de los
más importantes libretistas de ópera del siglo XVIII. hasta
su fallecimiento, pocos meses después que él. Su patrimonio
incluía regalos de la realeza y valiosos instrumentos musicales,
como un violín Stradivarius, y un clave, construido por Diego
Fernández, que le regaló Bárbara de Braganza, y que él bautizó
como Correggio. Según el testamento de Bárbara de Braganza,
a la muerte de esta en 1758 Farinelli recibió tres de los
mejores claves de la monarca además de toda su biblioteca
musical. Farinelli no sólo cantó, sino que también tocó instrumentos
musicales con teclado y la viola d'amore. Ocasionalmente compuso,
escribió el texto y la música de un adiós a Londres y un aria
para Fernando VI, así como sonatas en órganos.
Farinelli es una película biográfica, una coproducción
italo-belga-francesa, dirigida por Gérard Corbiau, sobre
la vida y la carrera del cantante de ópera italiano
Carlo Broschi, conocido como Farinelli, considerado
uno de los cantantes castrato más famoso de todos los
tiempos. Está protagonizada por Stefano Dionisi, como
Farinelli, y la voz de este personaje se obtuvo mediante
la mezcla digital de las voces de Ewa Malas-Godlewska,
una soprano de origen polaco, y de Derek Lee Ragin,
un contratenor estadounidense, con el objetivo de recrear
una voz auténtica de castrato.
Aunque la trama de la película está basada en hechos
reales, hay numerosos datos que no responden a la realidad
histórica. Por ejemplo, se destaca la importancia del
hermano de Farinelli en perjuicio de la de Porpora,
compositor y maestro de canto italiano, miembro de la
escuela napolitana.
Nicola Antonio Porpora.
La película ofrece una explicación inédita de cómo
Carlo Broschi llegó a tomar el nombre artístico de Farinelli.
Cuenta la desesperación de Carlo por ser un castrato
y su incapacidad para tener descendencia. George Friedrich
Händel, interpretado por Jeroen Krabbé, está retratado
como una especie de villano, tomando como base la competencia
entre la música de Händel y la que Farinelli cantaba,
como que Händel nunca consiguió que cantase en su teatro.
El director musical de la cinta fue el clavecinista
francés Christophe Rousset. La grabación musical fue
hecha en la sala de conciertos del Arsenal Concert Hall
en Metz, con la orquesta Les Talens Lyriques.
Stefano Dionisi como Carlo María Broschi
(Farinelli).
Fue lanzada en 1994 y ganó el Globo de Oro a la Mejor
Película Extranjera en 1995. También fue nominada a
un Oscar en la misma categoría.
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A finales del siglo XIX, el papa León XIII prohibió
la castración cuyo objetivo era producir sopranos o contraltos
masculinos. Se puso fin así a una práctica que acaso embellecía
el bello canto, pero a costa de envilecer la condición humana.
Aunque mucho más antigua, la leyenda de Farinelli, quien lo
duda, comenzó entonces. En 1994 se realizó una película, Farinelli,
Il Castrato, aunque hay errores en algunos detalles sobre
su vida. Por ejemplo, se le da al hermano de Farinelli mucha
importancia, y se le resta a Porpora, mientras que Händel
está representado como un villano. También la película ofrece
una explicación diferente de cómo Carlo Broschi llegó a tomar
el nombre artístico de Farinelli. Este largometraje, no obstante,
no es la primera obra dramática que tiene a Farinelli como
su principal protagonista. El compositor Daniel Auber escribió
una cantata sobre el castrado con un libreto de Eugène Scribe.
Asimismo, Tomás Bretón estrenó en 1902 su ópera "Farinelli"
con libreto de Juan Antonio Cavestany.
En 1998 se constituyó en Bolonia el Centro
de Estudios Farinelli, con el propósito de recordar la figura
del castrato, que vivió y murió en dicha ciudad. El Presidente
Honorario del Centro es el Rector del Real Colegio de España
en Bolonia, José Guillermo García Valdecasas. Entre las iniciativas
organizadas por el Centro de Estudios, se distinguen la restauración
de la tumba de Farinelli en el año 2000 y la exhumación y
traslado de sus restos a la Cartuja de Bolonia en 2006. El
proyecto de exhumación fue promovido por el anticuario florentino
Alberto Bruschi. El responsable y coordinador general del
proyecto fue Luigi Verdi, Secretario del Centro de Estudios
Farinelli. La antropóloga Maria Giovanna Belcastro, de la
Universidad de Bolonia, el paleoantropólogo Gino Fornaciari,
de la Universidad de Pisa, y el ingeniero David Howard, de
la Universidad de York, fueron los científicos responsables
del análisis de los restos. La exhumación tuvo lugar el 12
de julio de 2006 y la noticia tuvo una gran repercusión en
la prensa mundial.
En el siglo XIX, los cambios en los gustos operísticos
y las actitudes sociales significaron el final de los castrati.
El último grande fue Giovanni Battista Velluti (1781-1861),
quien realizó la última función de ópera escrita para un castrato.
El cuzado en Egipto de Giacomo Meyerbeer (Venecia, 1824).
Poco después fueron reemplazados como los primeros hombres
de la escena operística por un nuevo grupo de tenores, el
primero de ellos el francés Gilbert-Louis Duprez. Sus sucesores
han incluido cantantes como Enrico Tamberlik, Jean de Reszke,
Francesco Tamagno, Enrico Caruso, Giovanni Martinelli, Beniamino
Gigli, Jussi Björling, Franco Corelli y Luciano Pavarotti,
entre otros. Después de la unificación de Italia en 1861,
la castración con fines musicales se hizo ilegal (el nuevo
Estado italiano había adoptado un código jurídico francés
que prohibía la práctica). En 1878, el Papa León XIII prohibió
la contratación de nuevos castrati por parte de la iglesia:
sólo en la Capilla Sixtina y en algunas otras basílicas papales
de Roma se permitió a los castrati quedarse. Una foto del
coro de la Capilla Sixtina tomada en 1898 muestra que para
entonces solo quedaban seis (además del Perpetuo Direttore,
Domenico Mustafà), y en 1902 una sentencia del Papa León estableció
que ningún castrato más sería admitido. El fin oficial de
los castrati llegó el día de Santa Cecilia, 22 de noviembre
de 1903, cuando el nuevo Papa, Pío X, emitió un motu proprio,
titulado Tra le Sollecitudini, en el que establecía el uso
de niños en los papeles empleados para los castrati.
El último castrato sixtino fue Alessandro
Moreschi, único en realizar grabaciones en solitario.
Se retiró en marzo de 1913 y murió en 1922.
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