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16 - Diciembre - 2019
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Castrato (del italiano castrato, 'castrado'; castrati en plural) es la denominación que se utiliza para referirse al cantante sometido de niño a una castración para conservar su voz aguda (de soprano, mezzo-soprano o contralto). El término tradicional español (hoy en desuso) referido a estos cantantes era capón. Actualmente se emplea la voz italiana. La castración consistía en la destrucción o ablación del tejido testicular sin que, por lo general, se llegara a cortar el pene. Mediante esta intervención traumática, se conseguía que los niños que ya habían demostrado tener especiales dotes para el canto mantuvieran, de adultos, una tesitura aguda capaz de interpretar voces características de papeles femeninos. De este modo se lograba aunar la aguda voz infantil, considerada tierna y emocional, con las cualidades de un intérprete adulto que un niño difícilmente podía igualar: mayor potencia pulmonar, pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad.

La práctica de la castración de niños cantores existía desde la creación del Imperio romano de Oriente; en Constantinopla hacia el 400 d.C., la emperatriz romana consorte de Oriente Elia Eudoxia tenía un coro cuyo maestro era un eunuco, lo que podría haber dado lugar al establecimiento de la creación y uso de castrati en coros bizantinos. Hacia el siglo IX, los cantores eunucos eran bien conocidos (por lo menos en la Basílica de Santa Sofía), y así permanecieron hasta el saqueo de Constantinopla por las fuerzas occidentales de la Cuarta Cruzada en 1204, a partir de entonces, la práctica de cantores eunucos desapareció. Su destino desde entonces hasta su reaparición en Italia después de trescientos años no está claro. Parece probable que la tradición española de los sopranos falsetistas puede haber ocultado a los castrati. Gran parte de España estaba bajo gobierno musulmán durante la Edad Media, y en la tradición cultural del Cercano Oriente la castración tenía una larga historia. Típicamente, los eunucos eran empleados como "guardias" del harén, pero fueron también valorados como políticos de alto nivel, ya que no podían iniciar una dinastía que pusiera en peligro.

Su reaparición como castrati se sitúa a principios del siglo XVI. La primera aparición de la frase soprano maschio (soprano masculino), que también podría significar falsetista, se produjo en el texto Due Dialoghi della Musica, de Luigi Dentini, un sacerdote oratoriano, publicado en Roma en 1553. El 9 de noviembre de 1555 el cardenal Hipólito II d'Este (famoso por ser el constructor de la Villa d'Este en Tivoli), escribe a Guglielmo Gonzaga, duque de Mantua (1538-1587), que ha oído que estaba interesado en su cantoretti francesi, ofreciéndole enviarle dos, para que pudiera elegir uno para su propio servicio. Este es un término poco común, pero probablemente es lo mismo que castrati.

Hipólito II d'Este (1509-1572).

En torno a 1550, aparecieron los primeros documentos claramente referentes a cantantes castrados en Roma y Ferrara. El hermano del cardenal, Alfonso II d'Este, duque de Ferrara, fue otro inicial entusiasta, interesándose por los castrati en 1556. De hecho, Paulo IV (Papa entre 1555 y 1559) prohibió la presencia de cantantes casados en la Capilla Pontificia, lo que habría propiciado que los falsetistas comenzaran a ser sustituidos por castrati. Parece claro que había castrati en el coro de la Capilla Sixtina en 1558, aunque no con ese nombre: el 27 de abril de ese año, Hernando Bustamante, español de Palencia, fue admitido (los primeros castrati llamados así que entraron en el coro sixtino fueron Pietro Paolo Folignato y Girolamo Rossini, admitidos en 1599). De hecho, la castración con fines musicales se practicaba casi exclusivamente en Italia, aunque pudo originarse en España y se realizaba raramente en los estados más meridionales de Alemania. En 1574 había castrati en la capilla de la corte ducal en Munich, donde el Kapellmeister (director musical) fue el famoso Orlando di Lasso. En 1589, por la bula Cum pro nostri temporali munere, el papa Sixto V reorganizó el coro de la Basílica de San Pedro, específicamente para incluir castrati. Así, los castrati vinieron a suplantar a los niños (cuyas voces se estropeaban después de sólo unos pocos años) y los falsetistas (cuyas voces eran más débiles y menos fiables). Las mujeres fueron prohibidas en el coro por el dictamen paulino mulieres en ecclesiis taceant ('las mujeres deben a guardar silencio en la iglesia', véase Corintios I, capítulo 14, v 34).

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Los castrati tuvieron una gran popularidad y llegaron a cobrar enormes cantidades de dinero por sus actuaciones. Según la leyenda, acrecentada por la película Farinelli (1994) y considerada sin ninguna base científica por la mayoría de las opiniones médicas actuales, gozaban de gran popularidad entre algunas damas de la época, ya que, si mantenían relaciones sexuales con ellos, no corrían el riesgo de quedar embarazadas. Algunas objeciones modernas a la existencia de castrati en Europa podrían centrarse en los medios por los cuales la preparación de los futuros cantantes podrían conducir a una muerte prematura. Para evitar que el niño experimentara el dolor intenso de la castración, a muchos se les administraban dosis letales de opio o de algún otro narcótico, o morían por estrangulamiento, al presionarles la arteria carótida en el cuello con la intención de hacerlos caer inconscientes durante el procedimiento de castración. La formación de los castrati era rigurosa. El régimen de una escuela de canto en Roma (hacia 1700) consistía en una hora de cantar piezas difíciles e incómodas, una hora practicando trinos, una hora en ejercicio adornado passaggi, una hora de ejercicios de canto en presencia de su maestro y delante de un espejo a fin de evitar movimientos innecesarios del cuerpo o muecas faciales, y una hora de estudio literario, todo ello, además, antes del almuerzo. Después de media hora, se dedicaba a la teoría musical, otra a la escritura de contrapunto, una hora copiando lo mismo al dictado, y otra hora de estudio literario. Durante el resto del día, los jóvenes castrati tenían que encontrar tiempo para practicar su juego clave, y para componer música vocal, ya sea sacra o secular dependiendo de su inclinación.

En las décadas de 1720 y 1730, en el apogeo de la moda de estas voces, se ha estimado que más de 4.000 niños fueron castrados cada año al servicio del arte.

Muchos provenían de hogares pobres y fueron castrados por sus padres con la esperanza de que su hijo pudiera tener éxito y sacarles de la pobreza (como en el caso de Senesino). Hay, sin embargo, registros de algunos jóvenes que solicitaron ser operados para preservar su voz (por ejemplo, Caffarelli). Los castrati aunaban en su voz la ternura de un niño y la potencia y fuerza de un adulto. Fueron voces muy codiciadas y aplaudidas. Uno de los más famosos fue Carlo Broschi, Farinelli.

Farinelli, sobrenombre por el que era conocido Carlo Broschi (Andria, 24 de enero de 1705-Bolonia, 16 de septiembre de 1782), fue un cantante castrato italiano, uno de los más famosos del siglo XVIII.

Nació en el seno de una familia de la baja nobleza. Fue castrado, por lo que visto su origen acomodado, en su caso sí debió ser cierta la versión oficial (común en estos casos) de que su castración fue una necesidad médica después de sufrir un accidente con un caballo. Aunque la castración estaba penalizada, las autoridades de la época solían hacer la vista gorda y no perseguían estos delitos. Lo común era que sus familias los llevaran a la operación con el convencimiento de que sus hijos podrían convertirse en grandes cantantes. Muchos de los niños provenían de familias pobres de los áridos campos de Nápoles donde la esperanza de vida no llegaba más allá de los 30 años. Si el niño tenía dotes para el canto, alcanzaría el reconocimiento; en cambio, si las aptitudes vocales no llegaban al límite exigido ante la enorme competencia, se ordenaba sacerdote, por lo que acababa en los coros de las iglesias. Siguiendo la tradición de quienes le precedieron, Farinelli fue enviado a un conservatorio, lugar reservado para el entrenamiento de los castrati. En estos lugares se daba amplio entrenamiento de voz a los niños, lecciones acerca de composición y también les daban la oportunidad de improvisar; de ahí los informes de que Farinelli daba toques personales a las piezas ya compuestas que se le daban para cantar, para la delicia de su público.

Carlo Broschi eligió el seudónimo Farinelli en agradecimiento a los hermanos Farina, mecenas que pagaron muchos años sus estudios y su manutención. Bajo la instrucción de Nicola Porpora, Farinelli adquirió una voz de maravillosa belleza. Se hizo famoso en el sur de Italia como il ragazzo («el muchacho»). Su primera actuación en un lugar público fue en 1720, con la Angelica e Medoro, de Porpora. En 1722 realizó su aparición en Roma, con Eumene, de su maestro, despertó un gran entusiasmo al superar a un popular trompetista alemán, a quien Porpora había compuesto un "obligado" (partitura con una notación musical concreta) para una de las canciones del joven; al sostener y aumentar una nota de prodigiosa longitud, pureza y poder, y en las variaciones y gorjeos que lanzó al aire. En las óperas, regularmente cantaba papeles de mujer, como por ejemplo, Adelaida, en Adelaide, de Porpora.

En 1725, Farinelli se presentó en Viena, y en Venecia el año siguiente,y regresó a Nápoles poco después. Cantó en Milán en 1726, donde Johann Joachim Quantz lo oyó y escribió lo siguiente:

Farinelli tenía una voz de soprano penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada, con un rango en ese momento desde La debajo de Do medio a Re tres octavas por encima de Do medio... Su entonación era pura, su vibración maravillosa, su control de la respiración extraordinario y su garganta muy ágil, por lo que cantó los intervalos más amplios rápidamente y con la mayor de las facilidades y seguridad. Los pasajes de la obra y todo tipo de melismas no representaron dificultades para él. En la invención de ornamentación libre en el adagio fue muy fértil.

Farinelli cantó en Bolonia en 1727. Allí conoció al cantante Antonio Maria Bernacchi (quince años mayor que él), a quien debió mucho de su instrucción. Con un éxito y fama creciente, Farinelli se presentó en casi todas las grandes ciudades de Italia y regresó una tercera vez a Viena en 1731.

Farinelli modificó su estilo, según se dice, bajo el consejo de Carlos VI, desde una mera bravura de la escuela de Porpora a una de patetismo y simplicidad. Visitó Londres en 1734, a tiempo para prestar su poderoso apoyo a la facción que en oposición a Händel había montado una ópera rival con Porpora como compositor y Senesino como cantante principal. Ni siquiera la ayuda de Farinelli pudo hacer que tuviera éxito. Su primera aparición en el teatro Lincoln's Inn Fields fue con Artaserse, de la que gran parte de la música era de su hermano, Riccardo Broschi. Su éxito fue instantáneo. Federico Luis de Gales y la corte lo llenaron de favores y regalos.

Tras pasar tres años en Inglaterra, Farinelli partió para España en 1737, si bien se quedó antes algunos meses en Francia, donde cantó ante Luis XV de Francia. En España, donde sólo tenía planeado quedarse unos meses, terminó viviendo casi 25 años. Su voz, empleada por la reina para curar al Rey Felipe V, el primer Borbón, de su depresión melancólica, le ganó tanta influencia con Felipe V que éste no sólo acabaría dándole poder, sino el nombre oficial de primer ministro. Farinelli era lo suficientemente sabio y modesto para usar ese poder discretamente. Estaba secretamente enamorado de una chica de la nobleza, de la cual no se sabe el nombre completo, solo sus iniciales: S.I.L. Residió en un palacio que mandó construir en Aranjuez, el Palacio de Farinelli. Durante dos décadas, noche tras noche, se le pedía que cantara las mismas canciones al rey. Farinelli fue nombrado director de los coliseos de Coliseo del Buen Retiro, en Madrid, y Aranjuez, y la mayoría de las obras que montó tenían textos de Pietro Metastasio. Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y fue condecorado con la Cruz de Calatrava. Utilizó su poder en la corte para persuadir a Fernando VI que estableciera la ópera italiana. También dirigió el Colegio Real de Santa Bárbara de Niños Músicos, popularmente conocido como «Casa de los Capones» situada en la calle de Leganitos de Madrid, donde también vivía Domenico Scarlatti, músico napolitano instalado en España. Después del ascenso de Carlos III, Farinelli se retiró en 1760 a Bolonia con la fortuna que amasó, y allí pasó el resto de sus días con Pietro Antonio Domenico Bonaventura Trapassi, más conocido como Metastasio (Roma, 3 de enero de 1698 - Viena, 12 de abril de 1782), escritor y poeta italiano, uno de los más importantes libretistas de ópera del siglo XVIII. hasta su fallecimiento, pocos meses después que él. Su patrimonio incluía regalos de la realeza y valiosos instrumentos musicales, como un violín Stradivarius, y un clave, construido por Diego Fernández, que le regaló Bárbara de Braganza, y que él bautizó como Correggio. Según el testamento de Bárbara de Braganza, a la muerte de esta en 1758 Farinelli recibió tres de los mejores claves de la monarca además de toda su biblioteca musical. Farinelli no sólo cantó, sino que también tocó instrumentos musicales con teclado y la viola d'amore. Ocasionalmente compuso, escribió el texto y la música de un adiós a Londres y un aria para Fernando VI, así como sonatas en órganos.

Farinelli es una película biográfica, una coproducción italo-belga-francesa, dirigida por Gérard Corbiau, sobre la vida y la carrera del cantante de ópera italiano Carlo Broschi, conocido como Farinelli, considerado uno de los cantantes castrato más famoso de todos los tiempos. Está protagonizada por Stefano Dionisi, como Farinelli, y la voz de este personaje se obtuvo mediante la mezcla digital de las voces de Ewa Malas-Godlewska, una soprano de origen polaco, y de Derek Lee Ragin, un contratenor estadounidense, con el objetivo de recrear una voz auténtica de castrato.

Aunque la trama de la película está basada en hechos reales, hay numerosos datos que no responden a la realidad histórica. Por ejemplo, se destaca la importancia del hermano de Farinelli en perjuicio de la de Porpora, compositor y maestro de canto italiano, miembro de la escuela napolitana.

Nicola Antonio Porpora.

La película ofrece una explicación inédita de cómo Carlo Broschi llegó a tomar el nombre artístico de Farinelli. Cuenta la desesperación de Carlo por ser un castrato y su incapacidad para tener descendencia. George Friedrich Händel, interpretado por Jeroen Krabbé, está retratado como una especie de villano, tomando como base la competencia entre la música de Händel y la que Farinelli cantaba, como que Händel nunca consiguió que cantase en su teatro. El director musical de la cinta fue el clavecinista francés Christophe Rousset. La grabación musical fue hecha en la sala de conciertos del Arsenal Concert Hall en Metz, con la orquesta Les Talens Lyriques.

Stefano Dionisi como Carlo María Broschi (Farinelli).

Fue lanzada en 1994 y ganó el Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera en 1995. También fue nominada a un Oscar en la misma categoría.

A finales del siglo XIX, el papa León XIII prohibió la castración cuyo objetivo era producir sopranos o contraltos masculinos. Se puso fin así a una práctica que acaso embellecía el bello canto, pero a costa de envilecer la condición humana. Aunque mucho más antigua, la leyenda de Farinelli, quien lo duda, comenzó entonces. En 1994 se realizó una película, Farinelli, Il Castrato, aunque hay errores en algunos detalles sobre su vida. Por ejemplo, se le da al hermano de Farinelli mucha importancia, y se le resta a Porpora, mientras que Händel está representado como un villano. También la película ofrece una explicación diferente de cómo Carlo Broschi llegó a tomar el nombre artístico de Farinelli. Este largometraje, no obstante, no es la primera obra dramática que tiene a Farinelli como su principal protagonista. El compositor Daniel Auber escribió una cantata sobre el castrado con un libreto de Eugène Scribe. Asimismo, Tomás Bretón estrenó en 1902 su ópera "Farinelli" con libreto de Juan Antonio Cavestany.

En 1998 se constituyó en Bolonia el Centro de Estudios Farinelli, con el propósito de recordar la figura del castrato, que vivió y murió en dicha ciudad. El Presidente Honorario del Centro es el Rector del Real Colegio de España en Bolonia, José Guillermo García Valdecasas. Entre las iniciativas organizadas por el Centro de Estudios, se distinguen la restauración de la tumba de Farinelli en el año 2000 y la exhumación y traslado de sus restos a la Cartuja de Bolonia en 2006. El proyecto de exhumación fue promovido por el anticuario florentino Alberto Bruschi. El responsable y coordinador general del proyecto fue Luigi Verdi, Secretario del Centro de Estudios Farinelli. La antropóloga Maria Giovanna Belcastro, de la Universidad de Bolonia, el paleoantropólogo Gino Fornaciari, de la Universidad de Pisa, y el ingeniero David Howard, de la Universidad de York, fueron los científicos responsables del análisis de los restos. La exhumación tuvo lugar el 12 de julio de 2006 y la noticia tuvo una gran repercusión en la prensa mundial.

En el siglo XIX, los cambios en los gustos operísticos y las actitudes sociales significaron el final de los castrati. El último grande fue Giovanni Battista Velluti (1781-1861), quien realizó la última función de ópera escrita para un castrato. El cuzado en Egipto de Giacomo Meyerbeer (Venecia, 1824). Poco después fueron reemplazados como los primeros hombres de la escena operística por un nuevo grupo de tenores, el primero de ellos el francés Gilbert-Louis Duprez. Sus sucesores han incluido cantantes como Enrico Tamberlik, Jean de Reszke, Francesco Tamagno, Enrico Caruso, Giovanni Martinelli, Beniamino Gigli, Jussi Björling, Franco Corelli y Luciano Pavarotti, entre otros. Después de la unificación de Italia en 1861, la castración con fines musicales se hizo ilegal (el nuevo Estado italiano había adoptado un código jurídico francés que prohibía la práctica). En 1878, el Papa León XIII prohibió la contratación de nuevos castrati por parte de la iglesia: sólo en la Capilla Sixtina y en algunas otras basílicas papales de Roma se permitió a los castrati quedarse. Una foto del coro de la Capilla Sixtina tomada en 1898 muestra que para entonces solo quedaban seis (además del Perpetuo Direttore, Domenico Mustafà), y en 1902 una sentencia del Papa León estableció que ningún castrato más sería admitido. El fin oficial de los castrati llegó el día de Santa Cecilia, 22 de noviembre de 1903, cuando el nuevo Papa, Pío X, emitió un motu proprio, titulado Tra le Sollecitudini, en el que establecía el uso de niños en los papeles empleados para los castrati.

El último castrato sixtino fue Alessandro Moreschi, único en realizar grabaciones en solitario. Se retiró en marzo de 1913 y murió en 1922.

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