Los Rolling Stones tardaron dos años en acabar
Sticky Fingers, el álbum más emblemático de su carrera, famoso
tanto por sus canciones sombrías y revolucionarias como por
su atrevida portada. Fue el primer trabajo que grabó la banda
bajo su propio sello discográfico y también el primero en
que se les unía Mick Taylor.
Lanzado el 23 de abril de 1971, Sticky Fingers
contiene algunas de las canciones más populares de los Rolling
Stones, incluidas Wild Horses y Brown Sugar. Con temas que
aludían al consumo de drogas, como Sister Morphine, el álbum
que incorporó por primera vez el mítico logo de la lengua
que diseñara John Pasche ha superado la prueba del tiempo
y sigue siendo, sin envejecer ni un ápice, uno de los favoritos
de los amantes del rock. Su portada, clasificada en el puesto
22 de la lista Billboard de las mejores ilustraciones de todos
los tiempos, alcanzó fama mundial por mostrar en primer plano
el ‘paquete’ de un hombre en vaqueros.
El artífice de la portada de Sticky Fingers
no fue otro que Andy Warhol, el genio estadounidense del arte
pop. Sus obras, tan controvertidas como reverenciadas, lo
convierten en uno de los mayores artistas del siglo XX. Según
cuenta la leyenda, Warhol le presentó la idea a Mick Jagger
durante una juerga loca a finales de los 70, antes de que
se publicara el álbum, y obtuvo la aprobación del cantante.
Con 3,5 millones de copias vendidas en todo el mundo, Sticky
Fingers mantiene el título del álbum más vendido de los Rolling
Stones.

La famosa portada de la foto de una entrepierna
con una cremallera real fue ideada por Andy Warhol y no, no
era la de Mick Jagger, sino la del actor de la pandilla de
Warhol, Joe Dallesandro. Una portada que fue censurada en
nuestro país y fue sustituida por unos asquerosos dedos pegajosos
saliendo de una lata. Warhol le tomó fotos a varios hombres
diferentes. También se quitó la canción “Sister Morphine”
para sustituirla por una versión de “Let It Rock” de Chuck
Berry. Cosas que solían ocurrir aquí en España por aquella
época y donde los Stones ya tenían fama de estar entre los
tipos más indeseables y peligrosos por los miembros de la
Iglesia y la censura, espiados como la peor influencia musical
y de imagen para nuestra santa juventud. Se cumplen 53 años
de aquella edición y la copia española (única en el mundo)
alcanza muy buenos precios en subastas y reventas. Si tienes
la suerte de ser dueño de un ejemplar del LP en particular,
felicidades, se sigue revalorizando año a año y te convierte
en inversor meritorio. Larga vida al rock y a sus creadores.
Sticky Fingers —en español: Dedos pegajosos—
es el noveno álbum de estudio de la banda de rock británica
The Rolling Stones, publicado en abril de 1971. Grabado entre
diciembre de 1969 y enero de 1971, fue producido por el estadounidense
Jimmy Miller, en lo que supuso su tercer trabajo consecutivo
con el grupo, y cuenta por primera vez con la participación
íntegra del guitarrista Mick Taylor como miembro de los Stones:
en Let It Bleed, el anterior disco de estudio del grupo, solo
aparecía en algunas canciones. Taylor reemplazó en su puesto
a Brian Jones. También fue el primer disco editado por el
sello discográfico del grupo, Rolling Stones Records. Sticky
Fingers contiene los sonidos clásicos de rock and roll, country,
blues y rhythm and blues que la agrupación inglesa había empleado
en sus trabajos anteriores, pero se diferencia de estos al
incluir letras más oscuras que hacen referencia a la esclavitud,
el sexo interracial y el uso de drogas. La portada fue diseñada
por el conocido líder del movimiento pop art Andy Warhol;
además, se incluye por primera vez el logotipo de los Stones
de la lengua y los labios, realizado por John Pasche. Debutó
en el número 1 de las listas de los álbumes más vendidos de
Billboard y se convirtió posteriormente en una gran éxito
comercial. El disco recibió muy buenas críticas, llegando
a ser considerado por la crítica musical no solo como uno
de los mejores materiales de la banda sino de toda la Música
Contemporánea. En el 2003 la revista estadounidense Rolling
Stone lo colocó en el n.º 63 en su lista de Los 500 mejores
álbumes de todos los tiempos.

The Rolling Stones posando en un anuncio con
las ilustraciones de Sticky Fingers en 1971, de izquierda
a derecha: Charlie Watts, Mick Taylor, Bill Wyman, Keith Richards
y Mick Jagger.
Las sesiones de bodega de grabación del álbum
comenzaron en el invierno de 1970 en Stragroves, la casa de
campo de Jagger situada cerca de Newbury (Berkshire); también
se usó algo de material grabado previamente en los Muscle
Shoals Studios de Alabama en diciembre de 1969. Emplearon
como apoyo el estudio móvil del grupo. Durante estas primeras
sesiones, también se perfilaron algunos temas de su siguiente
álbum, Exile on Main St., como fue el caso de "Tumbling Dice".
La grabación continuaría a lo largo del año en Stargroves
y en los Olympic Studios y finalizaría en los primeros meses
de 1971. El contrato del grupo con Decca Records, su primera
discográfica, finalizó en 1970. Con ello, el grupo esperaba
gozar de una absoluta libertad para elaborar sus trabajos,
tanto en lo que se refería al contenido de las letras como
al diseño de las portadas (por ejemplo, la compañía había
censurado la portada preparada para Beggars Banquet, que consistía
en un retrete con grafitis llenos de insultos). Como el grupo
aún le debía un último sencillo a la discográfica, decidieron
enviar una canción titulada «Cocksucker Blues», con una letra
obscena que la hacía impublicable. En su lugar, la compañía
decidió editar Street Fighting Man, que ya tenía dos años
de antigüedad. No obstante, el vencimiento de este contrato
no libró al grupo de un nuevo sobresalto, que se produjo cuando
descubrieron que descuidadamente habían firmado la cesión
de todo su trabajo de los sesenta al que pronto se iba a convertir
en su exmánager, Allen Klein. Por este motivo, todos sus discos
de este periodo han sido publicados desde entonces por la
compañía fundada por Klein, ABKCO Records. El álbum fue precedido
por la publicación el 16 de abril de 1971 del primer sencillo,
«Brown Sugar», realizada en el nuevo sello del grupo, Rolling
Stones Records. La canción estaba acompañada por «Bitch» en
la cara B, aunque la edición norteamericana también incluía
una versión en directo del tema «Let It Rock», de Chuck Berry.
Dicha versión fue grabada durante una gira que el grupo había
realizado Inglaterra en marzo. El sencillo alcanzó el número
1 en los Estados Unidos y el número 2 en Inglaterra. En los
Estados Unidos también se publicó un segundo sencillo formado
por «Wild Horses» y «Sway». Por su parte, el disco tuvo mucho
éxito, consiguiendo la primera posición a ambos lados del
Atlántico. Coincidiendo con la publicación del disco, el grupo
se mudó de Inglaterra a Francia, con la finalidad de pagar
menos impuestos. Allí trabajarían en la elaboración de su
próximo disco, Exile On Main St., que sería publicado en 1972.

El logotipo de The Rolling Stones, creado por
John Pasche y rediseñado por Craig Braun.
La portada del álbum fue realizada a partir
de un diseño del artista pop art Andy Warhol para el que posó
uno de sus modelos habituales, Joe Dallesandro: unos pantalones
vaqueros con una cremallera de verdad que se abría. Mientras
que la obra de arte fue concebida por Warhol, la fotografía
fue de Billy Name y el diseño fue de Craig Braun. En España,
la portada original fue censurada por el régimen de Franco
y reemplazada con una portada "Can of fingers", diseñada por
John Pasche y Phil Jude, y «Sister Morphine» fue reemplazada
por una versión en vivo de Chuck Berry «Let it Rock». Esta
versión fue lanzada en el álbum de recopilación Rarities 1971-2003
de 2005. En el disco también hizo su aparición el logotipo
de los Stones, la lengua y labios diseñados por Mick Jagger
y el diseñador John Pashe. La inspiración para el diseño procedió
de la diosa hinduista Kali. El crítico Sean Egan ha dicho
del logo "Sin usar el nombre de los Stones, instantáneamente
los evoca, o al menos a Jagger, así como una cierta lascivia
que es propia de los Stones... Rápidamente y merecidamente
se convirtió en el más famoso Logo en la historia de la música
popular ". En 1992, el lanzamiento del álbum en Rusia presentó
un tratamiento similar al de la portada original, pero escrito
en cirílico, los jeans coloreados y mostrando la hebilla del
cinturón con el logo del ejército soviético que muestra un
martillo y una hoz inscritos en una estrella. El modelo parece
ser femenino. En el año 2003, el canal estadounidense VH1
eligió la portada original del álbum como la primera de su
lista de las cincuenta mejores portadas.
Sticky Fingers alcanzó el primer lugar en las
listas británicas en mayo de 1971, permaneciendo allí durante
cuatro semanas antes de regresar al número uno por una semana
más a mediados de junio. En Estados Unidos, el álbum alcanzó
el número uno a los pocos días del lanzamiento, y permaneció
allí durante cuatro semanas. En Alemania fue uno de los dos
álbumes no alemanes que alcanzaron el número uno en 1971.
En una crítica contemporánea para el Los Angeles Times, el
crítico musical Robert Hilburn dijo que aunque Sticky Fingers
es uno de los mejores álbumes de rock del año, es sólo "modesto"
según los estándares de los Stones y tiene éxito en la fuerza
de canciones como «Bitch» y «Dead Flowers», que recuerdan
el estilo previamente desinhibido, furioso de la banda. Jon
Landau, escribiendo en Rolling Stone, sintió que carecía del
espíritu y la espontaneidad de los dos álbumes anteriores
de la banda y, aparte de «Moonlight Mile», está lleno de "intentos
forzados de estilo y control" en los que la banda suena desinteresada,
particularmente en canciones formalmente correctas como «Brown
Sugar». En una revisión positiva, Lynn Van Matre del Chicago
Tribune vio al álbum como a la banda "en su mejor racha" y
escribió que, aunque es "apenas innovador", es lo suficientemente
consistente como para ser uno de los mejores álbumes del año.
Sticky Fingers fue votado como el segundo mejor álbum del
año en la votación anual de The Village Voice de 1971. Lester
Bangs la eligió en el número uno en la encuesta y dijo que
era su álbum más reproducido del año. Robert Christgau, el
creador de la encuesta, clasificó el álbum 17.º en su propia
lista de fin de año.

Mick Jagger y Keith Richards en Nellcóte, Francia,
1971.
En 1994, Sticky Fingers fue clasificado número
diez en All Time Top 1000 Albums de Colin Larkin. Él dijo:
"El rock sucio como este todavía tiene que ser mejorado, y
todavía no hay ningún rival a la vista". En una revisión retrospectiva,
la Q magazine dijo que el álbum fue "Los Stones en su pico
... una fórmula mágica de soul pesado, el blues drogadicto
y rock machista". La revista Record Collector dijo que exhibe
a Jagger y Richards mientras "profundizan aún más en el blues
primitivos que los inspiraron e intensifican sus investigaciones
en otro gran estilo estadounidense, el country". En su crítica
para la revista Goldmine, Dave Thompson escribió que el álbum
sigue siendo superior a "la mayoría del catálogo de The Rolling
Stones". En 1994, Sticky Fingers fue remasterizado y reeditado
por Virgin Records. Esta remasterización fue lanzada inicialmente
en una edición coleccionista en CD, que replicó en miniatura
muchos elementos del empaquetado original del álbum del vinilo,
incluyendo la cremallera. Sticky Fingers fue nuevamente remasterizado
en 2009 por Universal Music Enterprises y en 2011 en una versión
japonesa de SHM-SACD. En 2003, Sticky Fingers fue listado
en el puesto 63 en la lista Los 500 mejores álbumes de todos
los tiempos según Rolling Stone.
«Brown Sugar», fue la canción más exitosa del
álbum. Fue compuesta principalmente por Jagger, durante el
rodaje en Australia de la película Ned Kelly. Su letra era
controvertida y ambigua, admitiendo dos posibles interpretaciones:
que canción y título se refieren a una muchacha de color o
a la heroína (Brown Sugar significa "azúcar morena" en español).
Precisamente las alusiones a las drogas eran constantes en
todo el disco y se produjeron en un momento en el que se agravaron
los problemas de adicción de Keith Richards.

Mick Jagger y Marianne Faithfull en Alemania,
1970.
Esta canción es absolutamente sucia. Tiene uno
de los mejores riffs de guitarra del gran repertorio de riffs
de The Rolling Stones, escrito por Mick Jagger y no por Keith
Richards como era lo usual. “Soy el maestro del riff. El único
que me perdí y que recibió Mick Jagger fue ‘Brown Sugar,’
y ahí me quito el sombrero”, contó Keith en Life. “Ahí me
ganó. Lo arreglé un poco, pero eso era suyo, letra y música”.
Un momento que le aporta mucho a la atmósfera sórdida de la
canción es el solo de saxofón tocado por Bobby Keys, gran
colaborador y amigo de la banda. De hecho fue en una fiesta
de cumpleaños de Keith Richards donde nació el solo, pues
a altas horas de la noche la fiesta se convirtió en una sesión
de improvisación donde tocaron la canción inédita con invitados
tan ilustres como el guitarrista Eric Clapton. George Harrison
también estaba y lo invitaron a tocar, pero se negó. Aquí
fue que Bobby Keys improvisó el solo de saxofón y a la banda
le gustó tanto que decidieron grabarlo, reemplazando el solo
de guitarra original de Mick Taylor. Pero lo que realmente
remata el ambiente de decadencia es la letra, con la cual
Mick Jagger constantemente cruza la línea de lo aceptable.
Esclavitud, racismo, machismo, sexo oral y drogas pesadas;
esta canción lo tiene todo. Quizás si no fuera un reventón
tan bueno sería más fácil ofenderse. Igual, trivializar la
cruel historia de la esclavitud para impulsar una canción
rockera es uno de los niveles más bajos a los que han llegado
los Stones. ¡Y eso que la versión que escuchamos es Mick Jagger
censurándose! El título original de la canción era “Black
Pussy”, por si quedan dudas sobre la cuestionable metáfora
de Jagger. Estas palabras fueron escritas en un estado de
frenesí, según Jim Dickinson, pianista que participó en las
sesiones de Muscle Shoals: "Vi a Mick escribir la letra. Le
tomó unos cuarenta y cinco minutos; fue asqueroso. La escribió
tan rápido como podía mover su mano. Nunca había visto nada
parecido […] y cuando tenía tres páginas llenas, comenzaron
a grabar. ¡Fue increíble!" El mismo Jagger admite que no escribiría
la canción hoy en día, haciéndose un poco el loco en una entrevista
con Jann Wenner: "Dios sabrá de qué hablo en esa canción.
Es una mezcolanza. Todos los temas desagradables de una vez
”. Sin duda es una canción con pocas cualidades redentoras.
Pero como escribió el crítico Jack Hamilton en la revista
Slate, “¿Es ‘Brown Sugar’ una gran canción? Sí. ¿Es ‘Brown
Sugar’ una canción imperdonable? También sí. Pero muchas bandas
han hecho música imperdonable; solo una hizo Sticky Fingers”.

«Sway», al igual que «Moonlight Mile», contaba
al final con arreglos de cuerda de Paul Buckmaster, que trabajaba
habitualmente para Elton John.
Mick Jagger anuncia la cuenta con “one, two,
three, four” y entramos en una reflexión amarga y triste sobre
cómo Jagger y el resto de los Stones se estaban sintiendo
luego de Altamont y la muerte de Brian Jones. La vida de sexo,
drogas y rock & roll tiene sus límites y el narrador de “Sway”
está hastiado. La canción fue grabada principalmente en Stargroves,
la mansión de Jagger, gracias al estudio móvil de The Rolling
Stones, básicamente un camión equipado para servir como control
room de un estudio de grabación. Esta innovación les daba
la posibilidad de grabar en cualquier lugar y a cualquier
hora. Es el debut en la guitarra eléctrica de Jagger, quien
creó la canción en colaboración con Mick Taylor, durante una
ausencia de Keith Richards. A Keith no le gustaba ir a las
sesiones en Stargroves y estaba cada vez más alejado por su
creciente adicción a la heroína. Lo que más se destaca en
la canción son los dos solos de guitarra de Taylor, que muestran
un nivel más en línea con el pulido trabajo de los maestros
británicos del blues Eric Clapton y Peter Green, quienes también
pasaron por la banda anterior de Taylor, John Mayall & the
Bluesbreakers. Agregando al impresionante nivel que demuestra
Taylor en la canción, los dos solos fueron grabados en una
sola toma.

Mick Jagger y Keith Richards durante el "soundcheck",
la prueba de sonido, en Suecia, el 30 de Agosto de 1970.
«Wild Horses» era, por su parte, una emotiva
balada con influencia de la música country. La música no fue
compuesta por Richards, corrió a cargo de Jagger. Esta canción
ha conocido numerosas versiones de otros grupos y artistas
como Dave Matthews, Garbage o los Guns N'Roses. The Flying
Burrito Brothers, grupo dirigido por Gram Parsons (quien había
intimado con Richards), publicó su propia versión del tema
antes de que lo hicieran los Stones.
Keith Richards escribió “Wild Horses” luego
de pasar tiempo con su amigo Gram Parsons, el miembro de The
Byrds que lo había introducido más a fondo en la música country,
especialmente en el sonido de Bakersfield, un subgénero que
rechazaba la sobreproducción asociada con Nashville. La influencia
de Parsons se siente en los arreglos instrumentales y la atmósfera
melancólica. De hecho, Parsons grabó su propia versión de
“Wild Horses” con The Flying Burrito Brothers, aportando aún
más melancolía y peso a la canción. Aunque Richards reconoce
que el coro lo terminaron en el baño de Muscle Shoals justo
antes de grabar, la idea venía del dolor que sentía al tener
que separarse de su hijo recién nacido Marlon para salir de
gira. Jagger luego le dio la vuelta convirtiéndola en una
canción sobre la ruptura de una relación de pareja. “Todo
el mundo siempre dice que fue escrita sobre Marianne [Faithfull],
pero no creo que lo fuera; para ese entonces todo había terminado”,
recordó Jagger en las notas que acompañan el compilado Jump
Back. “Pero definitivamente estaba muy metido en esta pieza
emocionalmente. Esto es muy personal, evocador y triste. Todo
suena muy deprimente ahora, pero fue un momento bastante pesado”.
Marianne Faithfull lo recuerda diferente, y ha dicho que “Wild
horses couldn’t drag me away” fueron las primeras palabras
que ella le dijo a Mick Jagger en el hospital cuando salió
de un coma de seis días causado por una sobredosis de pastillas
en el verano de 1969. Cualquiera que haya sido la génesis
real de la canción, no se puede negar que es uno de los momentos
más emotivos y trascendentales de la banda.

De las diversas fechas de aquella gira existe
material de dudosa legalidad.
La siguiente canción, «Can't You Hear Me Knocking»
mostraba las aptitudes del nuevo guitarrista del grupo, Mick
Taylor. Frente a la versatilidad de su predecesor, Brian Jones,
quien era capaz de tocar un importante número de instrumentos,
Taylor, que había tocado para John Mayall & the Bluesbreakers,
era más destacado como solista y su presencia reforzó el tono
de blues de los trabajos de los Stones de la primera mitad
de los setenta.
Principalmente un muy buen groove introducido
por la guitarra de Keith Richards al cual se unen muy hábilmente
la batería de Charlie Watts y el bajo de Bill Wyman, “Can’t
You Hear Me Knocking” toma un giro inesperado antes de los
3 minutos. Aunque los Stones inicialmente se la imaginaban
como una canción de rock para radio durando entre dos y tres
minutos, al final entran en una improvisación extendida con
un nuevo color para la banda, más hacia el jazz-rock o el
Latin-rock de Santana. Incluye otro solo estelar de Bobby
Keys en el saxofón, quien admitió, “No tenía idea de lo que
iba a tocar. Simplemente me clavé el saxofón en la cara y
comencé a soplar. Fue una primera toma, algo de una sola vez
”. La larga improvisación también es protagonizada por Mick
Taylor, quien toca un solo de guitarra fluido y épico mientras
se oye una voz alentando al fondo, posiblemente de Jagger.
“Ni siquiera sabíamos que todavía estaban grabando”, dijo
Keith Richards en una entrevista con Guitar World. “Pensamos
que habíamos terminado. Estábamos divagando y ellos mantuvieron
la cinta rodando. Fue solo cuando escuchamos la reproducción
que nos dimos cuenta que teníamos dos piezas de música. Está
la canción y está la improvisación”.
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Helsinki.
«You Gotta Move», que cerraba la primera cara
del álbum, era una versión de un tema blues obra de Fred McDowell
y del reverendo Gary Davis.
Esta versión de los Stones de un tradicional
gospel blues popularizado por Mississippi Fred McDowell se
mantiene bastante fiel a la versión del Delta bluesman. La
banda proporciona un acompañamiento minimalista y una inquietante
línea de guitarra tocada por Mick Taylor utilizando un slide,
un pequeño tubo que se desliza entre notas para generar un
llanto emotivo. Hay que recordar que en sus inicios The Rollling
Stones soñaban con ser una banda purista de blues, incluso
tomando su nombre de una canción de Muddy Waters, uno de los
iconos del blues de Chicago. Su profundo conocimiento y amor
por el género es evidente aquí.
Con un título desafortunado, «Bitch» refuerza
la reputación de Mick Jagger de escribir letras misóginas.
El protagonista se encuentra en un estado de abstinencia,
y lo único que lo va a satisfacer es…sí, lo adivinaron, tener
sexo. Según Jagger, cuando utiliza el término “bitch” se esta
refiriendo al amor en sí, no a una mujer. Sin embargo, la
cosificación de las mujeres permea la canción. Pero no todo
es malo. “Bitch” tiene un riff poderoso más cercano al estilo
de hard rock de bandas como Led Zeppelin que sacude hasta
los huesos, en especial cuando entra la sección de vientos
a apoyar a la guitarra y el bajo. Según el ingeniero Andy
Johns, Keith Richards llegó tarde como siempre y Jagger y
Mick Taylor habían comenzado la canción sin él. “No sonaba
muy bien”, recordó Johns. Keith estaba sentado en el piso
sin zapatos, comiendo una taza de cereal y de repente exclamó
que le pasaran una guitarra. “Se la colgó, pateó el tempo
de la canción hacia arriba y simplemente le puso la vibra
que era”.
Mick Jagger y Keith Richards minaron su amor
por el soul sureño de Stax Records y Otis Redding en “I Got
the Blues”, una canción sobre un hombre desesperado recordando
a la mujer que ama, posiblemente inspirada en la ruptura de
Jagger con Marianne Faithfull. La canción cuenta con un invitado
muy especial: Billy Preston, el tecladista estadounidense
quien fue de los pocos músicos en colaborar con The Beatles.
Preston le aportó su talento a canciones de los últimos dos
álbumes de los Fab Four, como “Get Back”, “Don’t Let Me Down”,
y “Something”, y se puede ver en acción con ellos en su última
aparición en vivo, el famoso concierto en la azotea de Apple
Corps. En “I Got The Blues”, Billy Preston contribuye un solo
de órgano que eleva el alma de la canción a otro nivel.

Marianne Faithfull (1966).
La letra de «Sister Morphine» era obra de la
exnovia de Jagger, Marianne Faithfull, y la música era de
los Stones. Ya había sido editada como sencillo por parte
de la primera en 1969, aunque la polémica que provocó su letra
provocó que las ventas fuesen bajas. La canción narra con
intensidad la agonía de un hombre en el hospital, presublimente
a causa de una sobredosis, y sus deseos de conseguir morfina.
«Sister Morphine» fue censurada en España y sustituida por
la versión de «Let It Rock».
Llena de imágenes fantasmagóricas, “Sister Morphine”
retrata la experiencia de una persona agonizando en su cama
de hospital. La canción fue escrita por Mick Jagger, Keith
Richards y Marianne Faithfull, quien por fin logró su crédito
de compositora cuando Sticky Fingers fue reeditado en 1994
tras imponer una demanda. “Marianne tuvo mucho que ver con
'Sister Morphine’”, dijo Keith en su autobiografía. “Conozco
la escritura de Mick, y él vivía con Marianne en ese momento,
y sé por el estilo que había algunas líneas de Marianne allí”.
Mick Jagger lo expresó con desdén en su entrevista con Jann
Wenner: “Ella escribió un par de líneas; aunque siempre dice
que lo escribió todo. Ni siquiera puedo decirte cuáles”. Es
muy probable que Marianne Faithfull haya sido un catalizador
importante de la canción, tomando inspiración de su experiencia
de ser hospitalizada en Sydney tras un intento de suicidio.
Ella lanzó su propia versión en 1969 con una letra ligeramente
diferente y una instrumentación más country que vale la pena
escuchar. La versión de Sticky Fingers fue grabada en marzo
de 1969, con los Stones acompañados por Jack Nitzsche en el
piano y Ry Cooder en la guitarra slide. Estos dos invitados
le aportaron mucho a la atmósfera alucinante de la canción,
en especial la guitarra de Cooder, que junto con la letra
tenebrosa convierten esta balada en una pesadilla increíble.
«Dead Flowers» era otra muestra de un género
muy cultivado por el grupo: el de la parodia de la música
country. Ya en Let It Bleed habían incluido una versión country
de una de sus canciones más populares, «Honky Tonk Women»,
que rebautizaron como «Country Honk». En su siguiente disco,
Exile On Main St. seguirían la línea con «Sweet Virginia».
Menos de diez días después de la tragedia de
Altamont, los Stones entraron a Olympic Sound Studios en Londres
para grabar una auténtica canción de country con Jagger cantando
en un exagerado acento vaquero. Un guiño de humor en una canción
que de resto está llena de melodrama. El protagonista expresa
resentimiento por una ruptura y se hunde cada vez más, mientras
su expareja disfruta de la vida en la alta sociedad. Jagger
y Richards tienen pocas letras tan deprimentes como: I'll
be in my basement room with a needle and a spoon, and another
girl to take my pain away. De no perderse son los coros cantados
en armonía por Keith y Jagger y el juego de guitarras eléctricas.
Keith Richards le responde a la voz de manera más suelta y
desaliñada, mientras que Mick Taylor proporciona líneas compactas
de muy buen gusto que culminan en uno de sus mejores solos
de guitarra del álbum. La muerte impregna la canción, así
como lo había hecho durante ese año en la existencia de The
Rolling Stones. En este caso el protagonista invita a su expareja
a enviarle flores muertas, e incluye un golpe bajo donde sugiere
que ella se va a morir primero que él: I won't forget to put
roses on your grave. El cinismo y la melancolía convierten
a “Dead Flowers”, en una de las primeras canciones de country
gótico.
«Moonlight Mile» ponía el broche final al disco.
La canción fue elaborada a partir de tomas incompletas de
Richards, que Taylor se encargó de desarrollar y transformar,
aunque su labor no se vio reconocida con un crédito de autor.
La guitarra acústica corrió a cargo de Mick Jagger. Además
de los miembros del grupo, el productor Jimmy Miller participó
tocando la percusión en algunas canciones. El disco también
contó con una importante sección de viento a cargo de Bobby
Keys y de Jim Price, que habían estado tocando con Derek and
the Dominos. Keys, cuya colaboración con el grupo había empezado
con Let It Bleed, interpretaba el solo de saxofón en «Brown
Sugar»; su presencia y la de Price también era muy notoria
en «Bitch». En el piano intervinieron artistas habituales
de los Stones como Nicky Hopkins e Ian Stewart.

Cerrando el European Tour con triplete en París.
Una de las canciones más poéticas y contemplativas
del álbum, de todos modos incluye una referencia a la cocaína
en su segunda línea. Esto es Sticky Fingers, después de todo.
Jagger dijo en una entrevista con el Wall Street Journal que
comenzó a escribir la canción mientras estaban de gira en
el verano de 1970: “En ese entonces estaba cada vez más nostálgico
y cansado de la carretera. Estoy seguro de que la idea de
la canción se me ocurrió por primera vez una noche mientras
estábamos en un tren y había salido la luna”. Keith Richards
estuvo completamente ausente de la grabación, la primera vez
que el guitarrista no participaba de ninguna manera en una
canción de The Rolling Stones. Sin embargo, aprobó el resultado
final: “Fue genial escuchar eso porque estaba muy ido al final
del álbum y era como escuchar, escuchar de verdad”, dijo en
las notas que acompañan la reedición de 2015 de Sticky Fingers.
Mick Taylor entrega otra actuación estelar en la guitarra
eléctrica, impresionando al baterista Charlie Watts de manera
singular: “Estuvo absolutamente fantástico en esa sesión.
‘Moonlight Mile’—ahí es cuando recuerdo a Mick Taylor en su
mejor momento”. La canción fue grabada en una sesión nocturna
en Stargroves, que usualmente iban desde las 9 de la noche
hasta las 7 del día siguiente. Según el ingeniero Andy Johns,
Jagger grabó la voz a las “cuatro o cinco de la mañana con
el sol saliendo”. Los arreglos de cuerda y el toque instrumental
delicado evocan una noche solitaria de purificación y contemplación
bajo el brillo de la luna. Un final reflexivo necesario después
del mugre y los excesos de un álbum perfecto de rock & roll.
Sticky Fingers, un álbum de excesos marcado
por la tragedia. La ingenuidad de los sesenta había llegado
a su fin y la banda se apoyó en el country, el blues y en
el virtuosismo de su nuevo guitarrista Mick Taylor para producir
diez canciones crudas y drogadas que se sumergen en la oscuridad.
Antes de empezar a grabar su noveno disco, en junio de 1969
la banda despidió al integrante fundador y genio creativo
Brian Jones por su inconsistencia y adicción a las drogas.
Un mes después fue encontrado muerto en el fondo de la piscina
de su casa, a los 27 años. “Él formó la banda. Él eligió a
los miembros. Él nombró a la banda. Él escogió la música que
tocábamos. Él nos consiguió conciertos...de cualquier cosa
que pusiera en sus manos podía sacar una melodía y convertir
las canciones en algo que no eran cuando comenzaron”, recordó
el bajista Bill Wyman en una entrevista en Daily News. “Fue
muy influyente, muy importante, y luego lo perdió lentamente—muy
inteligente—y simplemente lo desperdició y lo arruinó todo”.
En diciembre de ese mismo año, la banda organizó su respuesta
al festival Woodstock de unos meses antes en el autódromo
de Altamont en California. Alrededor de 300,000 personas asistieron
al concierto gratuito protagonizado por los británicos y algunas
de las bandas más importantes de la California hippie: Santana,
Jefferson Airplane, Crosby, Stills, Nash & Young, y The Grateful
Dead. Pero la paz y el amor de la década de los sesenta ya
se estaban agotando, y el consumo de drogas y el idealismo
irresponsable empezaban a cobrar factura, así como lo habían
hecho en la vida de Brian Jones.

The Rolling Stones se presentan en Altamont
bajo la mirada de los Hells Angels.
Por sugerencia de The Grateful Dead, The Rolling
Stones llegaron a un acuerdo con la tumultuosa pandilla de
motociclistas los Hells Angels: prestarían seguridad al evento
a cambio de cerveza. Que confiaran en una horda de motociclistas
intoxicados y armados con cadenas, cuchillos y tacos de billar
es un símbolo de la ingenuidad de los tiempos que estaban
llegando a su fin. El concierto rápidamente descendió al caos
y la violencia. El vocalista de Jefferson Airplane fue noqueado
por un Hells Angel por intentar intervenir en su comportamiento
violento. Meredith Hunter, un joven afroamericano que sacó
un revólver luego de haber sido golpeado por varios de los
Hells Angels, fue asesinado por un ‘ángel del infierno’ mientras
los Stones miraban desde el escenario. Tres personas más murieron
en accidentes y 850 individuos fueron tratados por sobredosis
de LSD. En el documental Gimme Shelter se puede ver el terror
en la cara de Mick Jagger al darse cuenta del potencial violento
de 300,000 personas borrachas y drogadas. Los Stones habían
perdido el control por completo del evento y tuvieron que
ser evacuados en helicóptero. Así, Altamont marcó el fin del
idealismo de los sesenta, y reforzó para The Rolling Stones
el peso de los excesos y la realidad oscura y violenta de
la sociedad. Antes de su escape temprano de Altamont, los
Stones alcanzaron a estrenar una canción de su próximo álbum.
“Fue la primera vez que tocábamos ‘Brown Sugar’ ante una audiencia
en vivo”, recordó Keith Richards en su autobiografía, Life.
“Un bautismo del infierno, en un confuso estruendo en la noche
californiana”.
Esa canción y dos otras—“You Gotta Move” y “Wild
Horses”—hicieron parte de una sesión temprana para el álbum
en el estudio Muscle Shoals Sound en Alabama unos días antes
del fiasco de Altamont. Fundado por integrantes de The Swampers,
famosos músicos de sesión, el estudio tenía un sonido de batería
inigualable. “Era la crème de la crème, excepto que era solo
una choza en medio de la nada”, recuerda Keith. El pianista
Jim Dickinson vio a Keith Richards y Mick Jagger juntarse
para cantar las voces de las tres canciones sucesivamente:
“Fueron increíbles, las voces crudas. Ambos se pararon juntos
en el micrófono con una botella de bourbon, pasándola de un
lado al otro, y cantaron la parte principal y la armonía de
las tres canciones en un solo micrófono, tan rápido como pudieron
hacerlo la última noche”. El resto del álbum lo completaron
en un periodo relativamente largo, trabajando hasta enero
de 1971. Grabaron también en el estudio Olympic Sound en Londres
y el estudio móvil de The Rolling Stones parqueado afuera
de Stargroves, la mansión de Jagger. Pero la sesión relámpago
de tres días que hicieron en el sur de los Estados Unidos
terminó definiendo el sonido y la atmósfera de todo el álbum.

Andy Warhol fue un artista plástico y actor
estadounidense que desempeñó un papel crucial en el nacimiento
y desarrollo del pop art.
La parte gráfica de Sticky Fingers es tan icónica
como su música, con una portada creada por Andy Warhol y la
primera aparición del logo de la lengua. Mick Jagger abordó
a Warhol en una fiesta en Nueva York en 1969 para preguntarle
si estaría dispuesto a diseñar la portada del próximo álbum
de The Rolling Stones. Poco después, Warhol les mostró una
foto de un modelo en jeans con cremallera, y por dentro, la
entrepierna de un hombre en calzoncillos de algodón. A Mick
Jagger le gustó la idea, pero tuvo una petición especial:
la cremallera debería funcionar. El álbum se lanzó de esta
manera, hasta que las tiendas de discos empezaron a quejarse.
La cremallera estaba rayando y dañando los discos. Para resolver
el problema, a alguien se le ocurrió la idea de enviarlos
con la cremallera mitad abierta, así cualquier daño se concentraba
en el sello del disco y no en la parte que contiene la música.
Sin embargo, las siguientes ediciones eliminaron la cremallera
real de su portada. El diseño fue un trabajo colaborativo
entre Warhol, quien concibió el arte, el fotógrafo Billy Name
y el diseñador Craig Braun. Muchos fanáticos y fanáticas asumieron
que la foto mostraba a Mick Jagger, pero él no posó para Warhol.

Sticky Fingers también fue el estreno del famoso
logo de la lengua. Mick Jagger le encomendó el diseño a John
Pasche, un joven artista gráfico de la Royal College of Art.
“Me presentó esta imagen impresa que había obtenido en una
tienda india de Kali, la diosa hindú del tiempo, el cambio,
el poder y la destrucción”, recordó Pasche en las notas de
la reedición de Sticky Fingers de 2015. “Había conseguido
que la despegaran de la pared. Inmediatamente vi la boca y
la lengua”. Pasche partió de ahí para hacer un diseño donde
quería plasmar la actitud antiautoritaria de la banda, así
como la boca característica de Mick Jagger y “cierta sensualidad
propia de los Stones” como describió el crítico Sean Egan.
Pache luego recordó: “Lo diseñé de tal manera que se pudiera
reproducir fácilmente y con un estilo que pensé que podría
resistir el paso del tiempo”. Luego Craig Braun le hizo algunas
modificaciones, convirtiéndolo en el logotipo eterno que conocemos
hoy en día. “En mi opinión, el logo de la lengua de los Stones
es el logo más icónico, potente y duradero de la historia
del rock & roll”, dijo el artista Shepard Fairey, creador
del afiche Hope de Barack Obama. “Creo que no solo captura
los labios y la lengua característicos de Mick Jagger, sino
también la esencia de la rebelión y la sexualidad que es el
encanto del rock & roll en su máxima expresión”. Y eso es
Sticky Fingers, la máxima expresión de un género, creada por
una banda que estaba en la cima de sus poderes. Fue número
1 en muchos países, incluyendo el Reino Unido y Estados Unidos.
Recibió un codiciado y casi imposible “10/10” de Pitchfork
en una reseña contemporánea, y está de número 63 en la lista
de los 500 Mejores Álbumes de Todos los Tiempos de la revista
Rolling Stone. Es simplemente un álbum crudo, obsceno, lleno
de mugre y drogas y melancolía, y es jodidamente genial.
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