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2 - Diciembre - 2019
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Hace ya dos décadas, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) alertó de que algunos puntos de inflexión desencadenarían una situación catastrófica para el planeta. Si ocurrían determinados eventos, como la pérdida de la capa de hielo de la Antártida Occidental o la desaparición de la selva amazónica, se desataría una cascada de consecuencias irreversibles que, como fichas de dominó que van cayendo, comprometerían en gran medida nuestra civilización y la vida tal y como la conocemos en el planeta. En aquel momento, los científicos pensaron que sólo alcanzaríamos esos puntos de inflexión si el calentamiento global superaba los 5ºC con respecto a los niveles preindustriales. La mala noticia es que se equivocaron.

Timothy Lenton, director del Global Systems Institute de la Universidad de Exeter (Reino Unido), definió en 2008 junto a otros expertos cuáles eran exactamente esos puntos de inflexión y ahora acaba de publicar en la revista Nature una evaluación desalentadora: nueve de ellos podrían cruzarse con un incremento de entre 1 y 2ºC. De hecho, hay datos para pensar que ya se han activado cuando apenas hemos superado ese primer grado.

Un trineo avanza por el hielo derretido en el fiordo de Inglefield. El cambio climático alterará la estructura y funcionamiento de los ecosistemas.

"Hace una década identificamos un conjunto de puntos de inflexión potenciales y ahora vemos evidencias de que más de la mitad de ellos se han activado", asegura Lenton en declaraciones difundidas por su universidad. "La creciente amenaza de cambios rápidos e irreversibles significa que ya no es responsable esperar y ver. La situación es urgente y necesitamos una respuesta de emergencia", añade.

Los nueve puntos que se consideran activos por daño grave, alteración o riesgo inminente de desaparición según este experto y otros autores destacados son: el hielo marino ártico, la capa de hielo de Groenlandia, los bosques boreales, el permafrost (capa de suelo permanentemente congelado en regiones frías), el sistema de corrientes del Atlántico, la selva amazónica, los corales de aguas cálidas, la capa de hielo antártico occidental y partes de la Antártida Oriental.

La deforestación de la selva amazónica en Brasil.

Según los investigadores, es más probable que ocurran estos desastres de lo que se pensaba y, además, las interacciones entre diferentes puntos de inflexión podrían hacer que todos cayeran en cascada, "comprometiendo al mundo a cambios irreversibles a largo plazo", así que hablan incluso de un “punto de inflexión global” que supone una amenaza para la estabilidad y la resistencia del planeta.

Johan Rockström, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y otro de los coautores del artículo, explica que la situación es peor de lo esperado hace años. “A medida que la ciencia avanza, debemos admitir que hemos subestimado los riesgos de desatar cambios irreversibles, el propio planeta amplifica el calentamiento global". En vísperas de la Cumbre del Clima de Madrid (COP25), opinó que existen fuertes evidencias científicas como para “declarar un estado de emergencia planetaria” que haga posible “una acción mundial que acelere el camino hacia un mundo que pueda continuar evolucionando en un planeta estable".

Un voluntario muestra un cangrejo atrapado en el petróleo del vertido que ha afectado una amplia zona costera de Brasil.

Entre los puntos de inflexión, los investigadores destacan el colapso de las capas de hielo de Groenlandia, la Antártida Occidental y parte de la Antártida Oriental, porque sumando su efecto condenarían al mundo a unos 10 metros de incremento irreversible del nivel de los océanos. En este caso, la reducción de las emisiones podría ralentizar el proceso, dando más tiempo a la población humana asentada junto al mar a que se pueda desplazar.

Por otra parte, la destrucción de las selvas tropicales, el permafrost y los bosques boreales son ejemplos de puntos de inflexión de la biosfera que provocan la liberación de gases de efecto invernadero adicionales que amplifican el calentamiento, sobre todo si todos ellos se combinan. Aunque los puntos de inflexión futuros y la interacción entre ellos son difíciles de predecir, los científicos creen que si unos acontecimientos se encadenan con otros y, teniendo en cuenta que no se pueden descartar efectos añadidos a nivel global, podemos estar “ante una amenaza existencial para la civilización".

Para entender la dimensión del problema, hay que comprender cómo todo está conectado. Así, el derretimiento de Groenlandia hace que se viertan grandes cantidades de agua dulce en el Atlántico Norte, lo que a su vez influye en la alteración de las corrientes de este océano y los efectos pueden ser catastróficos: un cambio en el Monzón de África occidental que desencadena la sequía en la región africana del Sahel.

Además, la desaceleración de las corrientes del Atlántico también podría secar el Amazonas, interrumpir el Monzón de Asia oriental y hacer que el calor se acumulase en el océano Austral, lo que podría acelerar la pérdida de hielo antártico, según explican los científicos en el artículo.

"Es posible que ya hayamos cruzado el umbral para una cascada de puntos de inflexión interrelacionados”, reconoce Lenton. Aún así, “la velocidad a la que progresan y, por lo tanto, el riesgo que plantean, puede reducirse reduciendo nuestras emisiones". En ese sentido, los científicos critican que ciertas decisiones sobre el futuro del clima se basan en análisis económicos sobre costes y beneficios: “Necesitamos cambiar nuestro enfoque del problema climático", aseguran.

A pesar de que la mayoría de los países han firmado el Acuerdo de París, comprometiéndose a mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2°C, lo cierto es que incluso cumpliendo las promesas actuales que cada país ha hecho con respecto a sus emisiones nacionales, se llegaría a un aumento de 3°C.

Aunque las temperaturas globales han fluctuado durante millones de años, los autores aseguran que esta vez los humanos están "forzando el sistema" con la concentración de CO2 y el consiguiente aumento acelerado de las temperaturas.

Es poco probable que el planeta pueda prescindir de los combustibles fósiles y, por lo tanto, evitar las emisiones antes de 2050, pero la temperatura ya está 1,1ºC por encima de la que se registraba en la época preindustrial, así que es probable que la Tierra cruce la barrera de los 1,5°C en 2040.

Por eso, los autores creen que estamos ante una emergencia y en su artículo proponen una fórmula para definirla “como el producto de riesgo y urgencia”. El riesgo es la probabilidad multiplicada por los daños. La urgencia es el tiempo de reacción que se necesita para responder a una alerta dividido por el tiempo de intervención que hace falta para evitar un mal resultado.

Un hombre recolecta botellas de plástico entre los residuos que una malla impide que alcancen el mar en un río en Cebu (Filipinas).

“Si el tiempo de reacción es más largo que el tiempo de intervención que nos queda, hemos perdido el control”, aseguran. Los riesgos que suponen los puntos de inflexión son mucho ahora mucho más altos que en estimaciones anteriores, así que se debería actuar aún con mayor rapidez de la prevista. Su conclusión es que sin medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no se podrán evitar los puntos de inflexión clave que agravarán el problema y harán que el planeta sea menos habitable.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) fue creado en 1988 para que facilitara evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta. Desde el inicio de su labor en 1988, el IPCC ha preparado cinco informes de evaluación de varios volúmenes, que se pueden consultar bajo el apartado Publicaciones. Ahora se encuentra en su sexto ciclo de evaluación. El IPCC y el ex Vicepresidente de los Estados Unidos de América, Al Gore, recibieron el premio Nobel de la Paz en 2007 por su labor en materia de cambio climático.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el principal órgano internacional para la evaluación del cambio climático. Fue creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988 para ofrecer al mundo una visión científica clara del estado actual de los conocimientos sobre el cambio climático y sus posibles repercusiones medioambientales y socioeconómicas. En el mismo año, la Asamblea General de las Naciones Unidas hizo suya la decisión de la OMM y del PNUMA de crear conjuntamente el IPCC. El IPCC es un órgano científico. Examina y evalúa la más reciente bibliografía científica, técnica y socioeconómica relacionada con la comprensión del cambio climático y producida en todo el mundo.

No lleva a cabo investigación alguna ni supervisa los datos o parámetros relativos al clima. El IPCC es un órgano intergubernamental. Pueden formar parte de él todos los países miembros de las Naciones Unidas y de la OMM. Actualmente, 195 países son miembros del IPCC. El Grupo de Expertos se reúne por lo menos una vez al año en sesión plenaria al nivel de representantes de los gobiernos en que se toman las principales decisiones sobre el programa de trabajo del IPCC y se elige a los miembros de la Mesa, entre ellos el Presidente. Los gobiernos participan también en la exploración del alcance de los informes, la designación de los autores, el proceso de revisión y aceptan, adoptan y aprueban los informes en las sesiones plenarias.

Por su carácter científico e intergubernamental, el IPCC encarna una oportunidad excepcional de ofrecer información científica rigurosa y equilibrada a los encargados de la adopción de las decisiones. Al hacer suyos los informes del IPCC, los gobiernos reconocen la autoridad de su contenido científico. Así, pues, la labor de la organización es pertinente para la adopción de políticas y, sin embargo, neutral al respecto, nunca preceptiva.

Miles de científicos de todo el mundo contribuyen a la labor del IPCC con carácter voluntario como autores, autores contribuyentes y revisores. Ninguno de ellos recibe pago alguno del IPCC. El Grupo de Expertos adopta decisiones importantes en las sesiones plenarias de los representantes de los gobiernos. Una Secretaría central del IPCC apoya la labor de este.

Actualmente, el IPCC está organizado en tres grupos de trabajo y un grupo especial. Los grupos de trabajo y el grupo especial cuentan con la asistencia de Unidades de apoyo técnico. El Grupo de trabajo I se ocupa de las bases físicas del cambio climático; el Grupo de trabajo II, del impacto del cambio climático y de la adaptación y la vulnerabilidad relativas a él, y el Grupo de trabajo III, de la mitigación del cambio climático.

Los grupos de trabajo se reúnen en sesión plenaria al nivel de representantes de los gobiernos. El objetivo principal del Grupo especial sobre los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero es el de formular y perfeccionar una metodología para el cálculo y notificación de las emisiones y las absorciones nacionales de gases de efecto invernadero.

Además de los grupos de trabajo y del grupo especial, se pueden crear otros grupos especiales y grupos directivos de duración limitada o más larga para que examinen un tema o cuestión concreto. Un ejemplo es el Grupo especial sobre datos y escenarios en apoyo de los análisis de impacto y del clima (TGICA).

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