Un acuífero gigantesco de agua relativamente
dulce atrapada en sedimentos porosos ha sido localizado debajo
del océano Atlántico, frente a la coste noreste de los Estados
Unidos. Parece ser la formación de este tipo más grande que
se haya encontrado en el mundo. El acuífero se extiende al
menos desde la costa de Massachusetts hasta la de Nueva Jersey,
prolongándose más o menos continuamente alrededor de 75 kilómetros
hasta el borde de la plataforma continental. Si se encontrase
en la superficie, crearía un lago que cubrirá unos 22.000
kilómetros cuadrados.El estudio sugiere que tales acuíferos
probablemente se encuentran en muchas otras costas en todo
el mundo, y podrían proporcionar agua necesaria para las zonas
áridas que ahora están en peligro de agotarse. El subsuelo
de África aloja una gigantesca reserva de agua R. ROMAR Los
investigadores emplearon medidas innovadoras de ondas electromagnéticas
para mapear este agua en el subsuelo marino, que permanecieron
invisibles a otras tecnologías. «Sabíamos que había agua dulce
allí en lugares aislados, pero no sabíamos la extensión ni
la geometría», dijo la autora principal, Chloe Gustafson,
candidato a doctorado en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty
de la Universidad de Columbia. «Podría llegar a ser un recurso
importante en otras partes del mundo». El estudio aparece
en la revista Scientific Reports.La detección se produjo dejando
caer receptores al fondo marino para medir los campos electromagnéticos
que se encuentran debajo, y el grado en que resonaron las
disrupciones naturales, como los vientos solares y los rayos.

Un aparato remolcado detrás también emitió pulsos
electromagnéticos artificiales y registró el mismo tipo de
reacciones desde el subsuelo. Ambos métodos funcionan de manera
simple: el agua salada es un mejor conductor de las ondas
electromagnéticas que el agua dulce, por lo que el agua dulce
se destacó como una banda de baja conductancia. Los análisis
indicaron que los depósitos no están dispersos; son más o
menos continuos, comenzando en la línea de la costa y extendiéndose
hacia afuera dentro de la plataforma continental poco profunda;
en algunos casos, hasta 130 kilómetros. En su mayor parte,
comienzan a unos 200 metros por debajo del fondo del océano,
y alcanzan un nivel de alrededor de 400 metros. La consistencia
de los datos de ambas áreas de estudio permitió a los investigadores
inferir con un alto grado de confianza que los sedimentos
de agua dulce se extienden continuamente no solo a Nueva Jersey
y gran parte de Massachusetts, sino también a las costas intermedias
de Rhode Island, Connecticut y Nueva York. Estiman que la
región tiene al menos 1.078 kilómetros cúbicos de agua dulce.

El agua probablemente se metió debajo del lecho
marino de una de dos maneras diferentes, dicen los investigadores.
Hace unos 15.000 a 20.000 años, hacia el final de la última
era glacial, gran parte del agua del mundo estaba encerrada
en hielo de 1.500 metros de profundidad; en América del Norte,
se extendió a lo que ahora es el norte de Nueva Jersey, Long
Island y la costa de Nueva Inglaterra. Los niveles del mar
eran mucho más bajos, exponiendo gran parte de lo que ahora
es la plataforma continental submarina de los Estados Unidos.
Cuando el hielo se derritió, los sedimentos formaron enormes
deltas de río en la parte superior de la plataforma, y el
agua dulce quedó atrapada en bolsas dispersas. Más tarde,
los niveles del mar subieron. Hasta ahora, la captura de este
tipo de agua «fósil» ha sido la explicación común de cualquier
agua dulce que se encuentre bajo el océano.Pero los investigadores
dicen que los nuevos hallazgos indican que el acuífero también
está siendo alimentado por la escorrentía subterránea moderna
de la tierra. A medida que el agua de la lluvia y los cuerpos
de agua se filtran a través de los sedimentos en tierra, es
probable que sea bombeada hacia el mar por la presión creciente
y decreciente de las mareas, dijo Key.
La guerra civil en Siria, que se mantiene desde el
2011, no puede entenderse sin el papel que jugó la sequía
que hubo entre el 2007 y 2010, una de las más intensas
de la historia en una región acostumbrada, por causas
naturales, a largos períodos sin lluvias. Pero a diferencia
de las anteriores esa sequía no se pudo explicar con
la variabilidad del clima. La comunidad científica dispone
de registros estadísticos que permiten asociar esa ausencia
de precipitaciones con el calentamiento global de origen
antropogénico. Esta anomalía se agravó drásticamente
cuando se dieron cuenta que habían agotado los acuíferos.
Siria ha estado incrementado desde hace décadas la superficie
dedicada al regadío notablemente. Los efectos sobre
los cultivos provocó una crisis agrícola sin precedentes
que obligó a los agricultores a emigrar a las ciudades
o abandonar el país.
El caso sirio, lejos de ser aislado, aumentará a medida
que ascienda la temperatura media del planeta. Un artículo
publicado este mes en la revista Nature Climate Change,
asegura que la fenómenos como las lluvias torrenciales
o las sequías afectarán a los depósitos de agua subterránea,
que representa la fuente de agua dulce más grande del
mundo y de la que depende más de dos mil millones de
personas de para beber o irrigar cultivos. Los autores
del artículo se refieren como «bomba del tiempo» al
problema de los acuíferos en el planeta ya que las futuras
generaciones podrían no disponer de tanta reservas.
«Nuestra investigación muestra que los sistemas de agua
subterránea tardan mucho más en responder al cambio
climático que las aguas superficiales y solo la mitad
de las reservas que hay en el mundo responden completamente
en escalas de tiempo humanas, de cien años», ha explicado
Mark Cuthbert, investigador de la Universidad de Cardiff
y autor del artículo.

Los científicos encontraron que las reservas
en las zonas áridas pueden retrasarse hasta varios miles
de años para reponerse de situaciones extremas en el
clima. Si se produce una alteración en la recarga, por
ejemplo, como consecuencia de una disminución en la
cantidad de precipitaciones por el cambio climático,
los niveles de agua en el suelo comenzarán a cambiar
hasta que se consiga un nuevo equilibrio. «Partes del
agua subterránea que se encuentra debajo del Sáhara
hoy todavía está respondiendo al cambio climático que
se produjo hace unos 10.000 años, cuando el clima era
mucho más húmedo que el actual», comentó Cuthbert.
Según ACNUR el cambio climático es la
primera causa de migraciones. En los próximos cincuenta
años la cifra de emigrados podría ascender hasta los
mil millones.
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Alrededor del mundo descubrimos los desmanes del ser humano.
El diagnóstico sobre el Campo de Cartagena en España,
que hace el estudio de impacto ambiental indicó en
2018 que el circuito creado con la extracción del agua subterránea,
junto a la desalobración y el retorno de regadío y vertido
de los rechazos, ha contribuido al incremento en la concentración
de los contaminantes en el acuífero cuaternario, estimándose
una acumulación de nitratos que alcanzaría las 300.000 toneladas.
Al evaluar el impacto del acuífero sobre el Mar Menor, explica
que hay un frente de 23 kilómetros de costa que los conecta
hidráulicamente. Estima que en esta franja el aporte de nitratos
oscila entre los 8.548 y 19.233 kilos anuales.
Señala asimismo que la sobrefertilización provocada por un
exceso de aportación de nitrógeno alcanza una media de 40
kilos por hectárea, según el tipo de cultivo. Asimismo, sostiene
que la interconexión de los pozos profundos, inadecuadamente
construidos, ha producido una contaminación cruzada en los
acuíferos. Subraya que existe una densidad de 1,2 pozos por
kilómetro cuadrado. La recarga y aumento de potencia de la
zona saturada del acuífero cuaternario debido a los retornos
de riego han dejado expuesto el nivel freático -de 2 a 3 metros
de profundidad- a la infiltración directa de nutrientes y
salmuera, con concentraciones de nitratos de 100 a 300 microgramos
por litro, según las zonas.
Por otra parte, Ángel Pérez Ruzafa, catedrático de Ecología
de la Universidad de Murcia y miembro del Comité de Asesoramiento
Científico del Mar Menor, manifestó que el estudio de impacto
ambiental del Ministerio para el 'vertido cero' al Mar Menor
abordó el problema desde un punto de vista integral,
lo cual era positivo. «En principio, no me suena mal», apostilló.
El cinco de febrero de 1987 la Confederación Hidrográfica
del Guadiana declaró “sobreexplotado” el llamado acuífero
23, suponiendo, de ese modo, el cambio irreversible de una
manera de utilizar el agua subterránea en la provincia de
Ciudad Real, España. Aquella noticia culminó en una
situación anunciada tiempo atrás por técnicos, científicos
y activistas en defensa de Las Tablas de Daimiel y su entorno.
Por un lado, se comenzó una restricción más severa de las
extracciones de agua subterránea cuyo fin no fuera el abastecimiento
de la población. Es decir, unas restricciones al regadío por
la necesidad de recuperación del ecosistema. Ese trabajo incluía
la localización, denuncia y sanción correspondiente de pozos
ilegales por doquier, una labor que aún se sigue realizando
en la actualidad. Por otro, se tomó la iniciativa de construir
otro tipo de pozos en el entorno inmediato de las Tablas de
Daimiel con el objetivo de “rellenar” el acuífero, una medida
“de urgencia” que se vería complementada en el largo plazo
con la derivación de agua desde el trasvase Tajo-Segura. Una
de las medidas más importantes fue la compra de terrenos en
los territorios más inmediatos al Parque Nacional. El objetivo
de esta medida era doble: Por un lado, evitar extracciones
de agua subterránea en la mismísima frontera del espacio protegido.
Por otro, aumentar la biodiversidad mediante la incorporación
de terrenos de monte mediterráneo que serían, poco a poco,
reforestados con especies autóctonas como las encinas.

Las Tablas vistas desde la Dehesa del Quinto
de la Torre.
“El papel crucial que tiene el agua a la hora
de lograr los objetivos de desarrollo del continente africano
está ampliamente reconocido. África se enfrenta a situaciones
de pobreza endémica, de inseguridad alimentaria y de infradesarrollo
y casi la totalidad de los países carecen de los recursos
humanos, económicos e institucionales para desarrollar y gestionar
de forma efectiva y sostenible sus recursos hídricos. De esta
manera, muchos países del continente africano todavía se enfrentan
a enormes retos a la hora de cumplir con los Objetivos de
Desarrollo de Milênio (ODM) relacionados con el água”. Estas
son las palabras declaratórias en el marco del Decenio Internacional
para La Acción: “El água como fuente de vida” 2005-2015” bajo
el auspicio de las Naciones Unidas.
Una fuente de agua descubierta en 2012 en Namibia
podría abastecer al norte del país, el más seco del África
subsahariana, durante cientos años. Desde el 2000, el gobierno
namibio trataba de hacer frente a una falta de abastecimiento
sostenible, y aunque el acuífero paliaría el problema, perforaciones
no autorizadas amenazan el suministro. La nueva fuente de
agua, llamada Ohangwena II, fluye bajo el límite entre Angola
y Namibia y almacena una cantidad de agua que igualaría el
suministro necesario para 800.000 personas durante 400 años.
Martin Quinger, director de proyecto y miembro del Instituto
federal para la geociencia y los recursos naturales de Alemania,
ha declarado para BBC Mundo que aspiran a “un suministro sostenible
de agua, en el que se extraiga sólo la cantidad que se está
recargando”. Quinger señaló que el nuevo acuífero abria
nuevas posibilidades, ya que además de proveer una nueva fuente
para la agricultura en una región, aumentaria los suministros
existentes de agua potable. Según informó BBC Mundo,
la presión natural bajo la que está el agua indica que es
fácil y barata de extraer, pero debido a que encima hay un
acuífero salado más pequeño, habría la posibilidad de que
una perforación no autorizada pudiera amenazar la calidad
del agua.
Del total del agua que llueve en Namibia, el
83% se evapora y sólo un 2% llega a los ríos y un 1% sirve
para la recarga de acuíferos.
África, con los padecimientos actuales y con
el pasado de sometimiento colonialista, cuenta con estratégicas
reservas acuíferas y esto es de poca presencia en los medios
de comunicación cuando se refieren a África. El continente
africano que posee cinco de las más grandes reservas subterráneas
de agua dulce del mundo. Sin embargo existen 300 millones
de personas sin acceso al agua potable. Aún así los acuíferos
constituyen la mayor fuente de agua para beber en el continente.
Dentro de las reservas de agua subterránea, el acuífero de
Nubia es la mayor del planeta, no reabastecida por otras fuentes.
A diferencia de la mayoría de los acuíferos, éste un recurso
no renovable por ese motivo. Está ubicado en la parte oriental
del Desierto de Sahara en el noreste de África y lo comparten
Chad, Egipto, Libia y Sudán. Se estima que almacena 150.000
km3 de agua dulce y tiene una extensión de 2.500.000 km2 bajo
la superficie de estos cuatro países. Tiene gran importancia
como fuente de agua potable y de riego. Es la única fuente
de agua dulce en el desierto occidental de Egipto, que abarca
cerca del 67 % de la superficie terrestre total del país.
En los años 90 los cuatro Estados llegaron a un acuerdo para
la gestión de este acuífero con la finalidad de prevenir la
contaminación y la sobreexplotación por parte de alguno de
ellos. Se eligió a una autoridad conjunta que regula el funcionamiento
del mismo.
El aprovechamiento del agua en el Valle de México
es ejemplo de la no sustentabilidad debido a que no se tiene
un uso consciente y responsable de ese recurso y ante ello
expertos estimaron que en 40 años se puede agotar la capacidad
del acuífero de la región. "Hemos hecho cálculos y planteado
que, probablemente, en 40 años habremos agotado la capacidad
técnica de extraer ese recurso de nuestro acuífero", afirmó
el coordinador técnico de la Red del Agua de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), Fernando González Villarreal.
"Pareciera que 40 años es mucho tiempo, pero
en realidad es un periodo muy breve para la ciudad y para
el país", añadió el experto en un comunicado distribuido por
la institución. La Zona Metropolitana del Valle de México
está integrada por la Ciudad de México y municipios de los
Estados de México e Hidalgo. El también investigador del Instituto
de Ingeniería (II), participó en la inauguración del seminario
internacional "Tópicos de frontera en la sustentabilidad",
organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad
(COUS) y el cual este mes estará enfocado al agua. "Los problemas
del agua y la sustentabilidad son interdisciplinarios", agregó
y dijo que las reflexiones del seminario servirán al nuevo
Centro Regional de Seguridad Hídrica, constituido por el Instituto
de Ingeniería (II) y el Instituto Mexicano de Tecnología del
Agua, y auspiciado por la UNESCO.
En tanto, el director de Concertación Ciudadana
del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACME), Rafael
Val Segura, expuso que en la cuenca del Valle de México "no
se le ha dado importancia a la cultura del agua: no se valora
este recurso de manera ambiental, económica ni social, no
le damos valor económico porque (prácticamente) es gratis".
Recordó que actualmente cinco estados se surten de esta cuenca
y es necesario definir cómo debe repartirse el recurso y quién
debe usarlo principalmente: la agricultura, la industria o
la población. "La educación y cultura son piezas fundamentales
para cambiar actitudes, transformar valores, creencias y conductas.
Tenemos que trabajar la cultura del agua para que la población
nos ayude a ser un mejor sistema y tener seguridad hídrica",
subrayó. Mientras que Manuel Perló Cohen, del Instituto de
Investigaciones Sociales (IIS) señaló que en México "tenemos
un serio problema en la gobernabilidad de este recurso, que
puede entenderse como la falta de capacidad para solucionar
conflictos". Señaló que "México se ha estancado" en la ampliación
de los servicios de agua y drenaje y hay desconfianza entre
los diversos actores involucrados en el tema "y la legislación
actual no es un instrumento que ayude a dirimir los problemas".
Sin embargo, consideró que la propuesta de crear
una nueva Ley de Aguas Nacionales abre la posibilidad de avanzar
hacia una nueva gobernabilidad: crear acuerdos, negociaciones
y esquemas. En su oportunidad, María del Carmen Carmona Lara,
del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) sostuvo que
"no se puede alcanzar el desarrollo sostenible sin seguridad
hídrica" y para ello se requiere una autoridad en el tema
del agua, que gobierne con la confianza de que lo hace bien
y que sus actos sean jurídicamente fundados y motivados.

El Valle de México recibirá el 2020 con
aire de mala calidad.
En México hay 105 acuíferos que se encuentran
sobreexplotados, de un total de 653, lo que significa que
se extrae de ellos más líquido del que puede reponerse. Además,
hay otros 32 que tienen una acumulación excesiva de sales,
por lo que no son aptos para el consumo humano. En 19 entidades
federativas al menos un acuífero presenta algún grado de sobreexplotación
o salinización. El caso más extremo es el de la Zona Metropolitana
de la Ciudad de México, que tiene un déficit de 591 millones
de metros cúbicos de agua anuales, según cifras de la Comisión
Nacional del Agua (Conagua).
El último sitio en el que la gente esperaría
encontrar agua dulce subterránea es decenas o cientos de kilómetros
mar adentro. Y resulta que es ahí exactamente donde puede
encontrarse, en la plataforma continental, bajo el océano.
Estas reservas de agua subterránea mar adentro podrían explotarse
como agua potable para consumo, agricultura, y recuperación
de petróleo, pero las investigaciones de Holly Michael y Xuan
Yu, de la Universidad de Delaware, sugieren que extraer esas
reservas podría tener un impacto negativo en tierra firme.
Mediante simulaciones y modelos informáticos, se ha estudiado
cómo la explotación de reservas de agua dulce ubicadas mar
adentro puede suponer una amenaza para los acuíferos en tierra,
ya que daría lugar a una menor disponibilidad de aguas subterráneas
en tierra y ocasionaría el hundimiento del terreno. Las poblaciones
costeras podrían pensar en explotar esas aguas subterráneas
mar adentro, pero el uso más inmediato para esas aguas subterráneas
dulces y salobres ubicadas mar adentro es para mejorar la
recuperación de petróleo. El agua se inyecta en los reservorios
de petróleo para mantener la presión y empujar el petróleo
crudo hacia los pozos productores. La salinidad es un factor
que controla la cantidad de petróleo que puede recuperarse
de una zona donde se ha inyectado agua: utilizar agua de baja
salinidad en lugar de agua de mar permite recuperar hasta
un 14% más de petróleo.

Uno de los problemas de utilizar las reservas
de aguas subterráneas ubicadas mar adentro para la producción
de petróleo es que dichas reservas están conectadas con las
aguas subterráneas en tierra firme. Cuando se construye una
ciudad, el peso supone un aumento de presión sobre el acuífero,
y se realizan estudios geotécnicos para que dicha presión
no ocasione el hundimiento del terreno. La presión del agua
subterránea en los poros del terreno contribuye a la rigidez
del sistema. Si se extrae el agua para utilizarla, se cambia
la presión subterránea con lo que se reduciría la capacidad
del acuífero de mantener el peso de la ciudad. Aparte del
hundimiento del terreno, otra posible consecuencia de la explotación
de aguas subterráneas mar adentro sería un aumento de la salinidad
de los acuíferos en tierra firme, debido de nuevo a la conexión
entre las aguas subterráneas. El estudio pretende demostrar
que la extracción de aguas subterráneas mar adentro puede
tener efectos devastadores en las zonas costeras, antes de
que se convierta en una práctica habitual.
El consumo humano podría agotar las aguas subterráneas
en algunas partes de la India, el sur de Europa y los
Estados Unidos en las próximas décadas, según una nueva
investigación. La nueva modelización de los niveles
de agua subterránea del mundo encuentra que los acuíferos
-el suelo o las rocas porosas que mantienen las aguas
subterráneas- en la cuenca del Ganges Superior de la
India, el sur de España y la Italia podrían agotarse
entre 2040 y 2060. En Estados Unidos, los acuíferos
en el Valle Central de California, la Cuenca de Tulare
y el sur del Valle de San Joaquín, podrían agotarse
en la década de 2030. Los acuíferos en el sur de las
Llanuras Altas, que abastecen de agua subterránea a
partes de Texas, Oklahoma y Nuevo México, podrían alcanzar
sus límites entre los años 2050 y 2070, según la nueva
investigación. Para el año 2050, hasta 1.800 millones
de personas podrían vivir en áreas donde los niveles
de agua subterránea están completamente o casi agotados
debido al excesivo bombeo de agua subterránea para beber
y para la agricultura, según Inge de Graaf, hidrólogo
de Colorado School of Mines.
"Si bien muchos acuíferos siguen siendo productivos,
las aguas subterráneas económicamente explotables ya
no son alcanzables o lo serán en un futuro próximo,
especialmente en zonas de regadío intensivo en las regiones
más secas del mundo", dijo De Graaf, quien presentó
los resultados de su nueva investigación en la reciente
reunión de otoño de la Unión Geofísica Americana. Saber
los límites de los recursos de aguas subterráneas es
imprescindible, ya que miles de millones de litros de
agua subterránea se utilizan diariamente para la agricultura
y el agua potable en todo el mundo, dijo de Graaf.
Estudios anteriores utilizaron datos satelitales para
demostrar que varios de los acuíferos más grandes del
mundo se estaban acercando al agotamiento. Pero este
método no puede usarse para medir el agotamiento del
acuífero en una escala regional más pequeña, según De
Graaf. En la nueva investigación, de Graaf y colegas
de la Universidad de Utrecht en los Países Bajos utilizaron
nuevos datos sobre la estructura del acuífero, las extracciones
de agua y las interacciones entre el agua subterránea
y el agua circundante para simular el agotamiento y
la recuperación del agua subterránea a escala regional.
El equipo de investigación utilizó su modelo para prever
cuándo y dónde los acuíferos de todo el mundo pueden
alcanzar sus límites, o cuando los niveles de agua caen
por debajo del alcance de las bombas modernas. Los límites
se consideraron "superados" cuando los niveles de agua
subterránea bajaron por debajo del umbral de bombeo
durante dos años consecutivos.

El Ganges, un río sagrado pero contaminado.
El nuevo estudio encuentra que regiones fuertemente
irrigadas en climas más secos, como las llanuras altas
de Estados Unidos, las cuencas del Indo y del Ganges,
y porciones de Argentina y Australia, enfrentan la mayor
amenaza de agotamiento. Aunque el nuevo estudio estima
los límites de las aguas subterráneas a escala regional,
los científicos todavía carecen de datos completos sobre
la estructura del acuífero y la capacidad de almacenamiento
para decir exactamente cuánto agua subterránea permanece
en acuíferos individuales, dijo. "No sabemos cuánta
agua hay, cómo de rápido estamos agotando los acuíferos,
o cuánto tiempo podemos usar este recurso antes de que
se produzcan efectos devastadores, como el secado de
pozos o ríos", dijo De Graaf.
Un acuífero es el conjunto de rocas que permiten la
permeabilidad del agua y la pueden acumular en sus poros
o grietas. A esta agua retenida en las estructuras rocosas
se la conoce como agua subterránea y puede llegar a
presentar manifestaciones de hasta dos millones de kilómetros
cuadrados de tamaño. Las rocas que permiten la permeabilidad
del agua presentan denominadores comunes, pero no son
iguales, así encontramos rocas sedimentarias como la
arenisca, la arcilla y la caliza o de pequeño tamaño
como la grava.
Los acuíferos presentan dos partes diferenciadas: la
zona de saturación, que retiene el agua e impide que
esta siga circulando o filtrándose, y la zona de aireación
que es la que se encuentra justo encima de la zona de
saturación y se mantiene sin agua retenida. Aunque todos
los acuíferos presentan la misma naturaleza, se pueden
clasificar en distintos tipos atendiendo a su estructura,
su textura o su comportamiento.
- Tipos de acuíferos según su estructura: desde este
punto de vista podemos hablar de acuíferos libres y
confinados. Los acuíferos libres presentan espacio físico
entre las aguas subterráneas y la superficie, el llamado
nivel freático; los acuíferos confinados por su parte
almacenan aguas subterráneas a presión.
- Tipos de acuíferos según su textura: en esta clasificación
encontramos acuíferos porosos y acuíferos fisurales.
El primer apartado responde a los acuíferos que presentan
pequeños pero numerosos poros conectados unos con otros
aunque con leve permeabilidad. Los fisurales por su
parte presentan pequeñas fisuras las cuales también
se encuentran comunicadas entre sí pero con una diferencia
respecto al otro grupo, en este las aguas subterráneas
fluyen hetrogéneamente debido a su distribución.
- Tipos de acuíferos según su comportamiento: según
su comportamiento podemos verlos desde un punto de vista
hidrodinámico, es decir, de la movilidad del agua, donde
encontramos acuíferos, que son almacenes y transmisores
de aguas subterráneas, acuitardos, buenos almacenes
de aguas subterráneas aunque malos transmisores, acuícludos,
solo almacenes y acuífugos, aquellos que no permiten
ni el almacenaje de agua ni la transmisión.
El agua que cae en forma de lluvia no solo aumenta
el nivel de ríos, lagos y otras masas de agua superficiales,
también se filtra a través de rocas permeables hasta
alcanzar acuíferos, que pueden ser de distintos tipos
según las variantes explicadas anteriormente. Las aguas
subterráneas contenidas en estos acuíferos suelen hacerse
visibles cuando emanan a la superficie en forma de manantiales
u otras masas de agua que pueden descargar en ríos,
arroyos o lagos y sirven como sustento de estos. Las
aguas subterráneas por lo tanto cuentan con gran importancia
ya que hacen aumentar el caudal del agua dulce, el cual
solo representa el 3% del total del agua del planeta.
El acuífero más grande del mundo se encuentra en África
y recibe el nombre de acuífero de piedra arenisca de
Nubia, llamado así por la piedra más importante por
la que está formado. El agua subterránea que contiene
es en realidad agua fósil, es decir, aquella que ha
permanecido allí durante miles o millones de años y
cuyo acuífero cerró hace mucho tiempo sus canales de
recarga. Este acuífero cubre aproximadamente 2.000.000
km² y se extiende por debajo del desierto del Sáhara,
entre los países de Egipto, Libia, Chad y Sudán. Por
su parte, el segundo mayor acuífero del mundo se encuentra
en un único país, Australia. Con 1.700.000 km², la Gran
Cuenca Artesiana de Australia constituye la única masa
de agua dulce confiable del país. Completando el podio
se encuentra en tercera posición el Acuífero Guaraní,
localizado en Sudamérica, concretamente debajo de la
superficie de países como Brasil, Argentina, Paraguay
y Uruguay. Esta grande extensión de agua subterránea
ocupa 1.200.000 km² y se estima que acumula 37.000 km³
con una media de recarga anual de 166 km³ gracias a
las abundantes precipitaciones de la zona.
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