Se asoma el final de la era Merkel. Una campaña
impredecible, una lucha por el futuro político del país.
A un mes para las elecciones el diario alemán
'Bild' la describió como el “thriller hacia la cancillería
más emocionante de todos los tiempos.” Más allá de si ese
enunciado fuera exagerado o acertado, lo cierto es que los
comicios federales del pasado 26 de septiembre no solo fueron
particularmente significativos para Alemania y Europa, sino
que también se están volviendo cada vez más difíciles de predecir.
Las encuestas no daban un claro partido ganador y había
dudas sobre los tres candidatos que aspiraban a suceder a
la canciller Angela Merkel, que ha estado en el poder desde
el año 2005 y que se retirará después de los comicios. ¿Por
qué son tan importantes estas elecciones en Alemania?
La elección es la primera desde 2005 en la que
no participará Angela Merkel, luego de que en 2018 anunciara
que dejaría el poder tras estos comicios. Merkel ha dicho
que no quiere asumir ningún nuevo cargo y dejará la cancillería
en Berlín como la política más popular de Alemania, con 66
por ciento de favorabilidad. También se retira tras haber
marcado el destino europeo como ningún otro jefe de gobierno
durante los últimos 16 años. Merkel ha negociado con cuatro
presidentes franceses, cinco primeros ministros británicos,
cuatro presidentes de Estados Unidos y ocho primeros ministros
de Italia, por solo nombrar algunos casos.

Merkel ha tenido que afrontar enormes desafíos.
No en vano la líder alemana ha sido descrita como 'la canciller
de las crisis'. Con mayor o menor éxito enfrentó una crisis
financiera, la crisis de la eurozona, la crisis de refugiados
y, en su último tramo político, la pandemia del coronavirus.
Si bien hay cierto cansancio político y también un interés
de renovación, es evidente que los alemanes reconocen el peso
político que ha obtenido Merkel, sobre todo a nivel internacional.
Y en parte por ese mismo peso político es evidente que están
teniendo dificultades para escoger un posible sucesor.
Las encuestas más recientes revelaban con claridad
qué tan polarizado está el ambiente político en Alemania.
El bloque de centro derecha al que pertenece Merkel (CDU/CSU),
que partía como favorito indiscutido hace unos meses, se ha
desplomado en las encuestas, en gran parte gracias a los deslices
de su candidato, Armin Laschet. Ahora está a la par de los
socialdemócratas del SPD, un partido por el que hasta hace
unas semanas prácticamente ningún experto habría apostado
y que se encontraba en una profunda crisis. Pero ahora, incluso,
en una encuesta a última hora, el SPD superó al bloque
conservador, algo que no ocurría hacía 15 años.
El SPD, un partido de centro izquierda, se ha
beneficiado sobre todo de la imagen de experiencia que ofrece
su candidato, Olaf Scholz, el actual vicecanciller y ministro
de finanzas de Alemania, pero también de los problemas de
sus contrincantes. En particular, la líder de los Verdes,
Annalena Baerbock, se ha visto obligada a responder interrogantes
sobre su hoja de vida y su ética profesional, lo que ha tenido
un impacto negativo para Los Verdes en las encuestas. El partido,
una de las sorpresas políticas de los últimos años, no ha
podido capitalizar el impulso que tuvo en mayo, cuando brevemente
lideró las encuestas y llevó a los analistas a preguntarse
si Alemania estaba cerca de un "futuro político verde". Este
panorama reflejaba una campaña que estaba totalmente abierta,
con ninguno de los principales partidos con una clara ventaja.
Y esto, a su vez, podría tener un impacto considerable tras
las elecciones del 26 de septiembre. Después de todo, los
bloques políticos deben ponerse de acuerdo para formar una
coalición de gobierno, un tema que podría ser particularmente
difícil este año dados los grandes desafíos que enfrenta el
país.

El pasado Abril era designada candidata.
La pandemia, que actualmente se encuentra en
su cuarta ola en Alemania, con números crecientes de infectados
y una dinámica que preocupa a los líderes políticos de cara
a los meses de otoño y de invierno, no es la única preocupación.
También se trata de las dramáticas inundaciones de julio en
el occidente del país. Estas no solo dejaron grandes daños
sino que también pusieron en el primer plano la urgencia política
de combatir el cambio climático. Y está la crisis de Afganistán,
un país en el que Alemania estuvo involucrada militarmente
durante 20 años, con un costo para los contribuyentes de unos
12.500 millones de euros. Las críticas por el manejo de la
retirada de las tropas han venido de la mano con un debate
sobre la acogida de migrantes afganos y con la preocupación
de que se pueda repetir una crisis migratoria como la de 2015.
Estos son solo los temas más urgentes que actualmente
marcan el debate político en Alemania y de los cuales, sin
duda, se deberá encargar el nuevo líder del país. También
están las crisis de largo aliento, como la tensa relación
con Rusia o con China, los vínculos problemáticos con Turquía
o las fracturas dentro de la misma Unión Europea, en particular
con países como Polonia o Hungría. Al ser Alemania la principal
potencia económica del bloque, la elección de su próximo canciller
es un tema que trasciende las fronteras del país. De ahí que
la elección, con el ambiente tan polarizado y con tantas dudas
sobre quién sucederá a Merkel, sea tan importante: en buena
medida, también puede estar en juego la dirección que tome
Europa en los próximos años.

Caravanas destruidas en un área afectada por
las inundaciones causadas por las fuertes lluvias en Kreuzberg,
Alemania, el 19 de julio de 2021.

Las inundaciones en Alemania desataron críticas
al sistema de alertas ante catástrofes. Pásate por
los destacados de Julio 2021.
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Dos diputadas transgénero han sido escogidas
para convertirse en las primeras mujeres transgénero al obtener
escaño parlamentario. Tessa Ganserer y Nyke Slawik representarán
el partido de los Verdes en el Bundestag, partido que quedó
tercero en las elecciones. El partido de los Verdes han aumentado
casi 6 puntos sus votos y han pasado del 8,9% del 2017 al
14,8% de las últimas elecciones. Además, jugará una pieza
clave para formar el gobierno. De hecho, todo apunta a un
tripartito donde los Verdes entrarían a gobernar.
"Es una victoria histórica por los Verdes, pero
también para el movimiento trans emancipatori y para toda
la comunidad queer", ha dicho Ganserer, de 44 años en la agencia
Reuters, además ha añadido que "los resultados son un símbolo
de una sociedad abierta y tolerante". Ganserer, que tiene
dos hijos, también quiere cambios legislativos para permitir
que las madres lesbianas adopten niños. Slawik, de 27 años,
dijo que los resultados fueron increíbles. Consiguió un escaño
en el parlamento a través de la lista de candidatos de los
Verdes en el estado occidental de Renania del Norte-Westfalia.

El Parlamento alemán contará con
dos diputadas trans.
"¡Una locura! Todavía no puedo creerlo, pero
con este resultado histórico de las elecciones definitivamente
seré miembro del próximo Bundestag", publicó Slawik en Instagram.
Slawik ha pedido un plan de acción nacional contra la homofobia
y la transfobia, una ley de autodeterminación y mejoras a
la ley federal contra la discriminación.
El Partido Socialdemócrata de centroizquierda
(SPD) ha conseguido la victoria por la mínima. Con el 25,7%
de los votos dando apoyo a esta formación, la coalición de
Unió Democràtica Cristiana de centroderecha y Unión Social
Cristiana de Baviera (CDU-CSU) habría sido vencida por primera
vez en 16 años (con el 24,1%). De esta manera, los de Olaf
Scholz obtendrían 205 de los 730 totales, mientras que los
de Armen Laschet, 194.
De esta manera, el partido socialdemócrata podría
hacer traquetear la hegemonía del partido hasta ahora liderado
por Angela Merkel, que lleva en el gobierno desde el año 2005.
Los resultados actuales serían los peores desde finales de
la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el partido de Laschet
habría conseguido un resultado más favorable que el que pronosticaban
las previsiones anteriores, que daban un 25% a los socialdemócratas
de Scholz y sólo un 22% a la formación de coalición.
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Un Olaf Scholz impertérrito pide unidad en la
sede del partido en Berlín. Es noviembre de 2019, y acaba
de perder la carrera por la presidencia del Partido Socialdemócrata
(SPD) de Alemania. En un resultado sorprendente, el candidato
del establishment, el vicecanciller al que le quedan aún dos
años de mandato por delante, cae ante el dúo de izquierdas
formado por Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken, poco conocidos
y críticos con el Gobierno de "gran coalición" de Angela Merkel.
Scholz se queda fuera. Es una de las mayores derrotas de su
carrera política.
No tan rápido. Apenas nueve meses después, Scholz
es designado como candidato a reemplazar a Merkel al frente
de la cancillería en las elecciones de septiembre de 2021.
El partido reconoce que la decisión puede resultar controvertida,
pero cierra filas. Lo consideran el más indicado para captar
votos de centro y disipar los temores de un giro a la izquierda.
"Quiero ganar", dice Scholz.
En agosto de 2020 las encuestas colocan al SPD
por debajo de los Verdes y el bloque conservador (CDU/CSU)
en intención de voto. Llevan meses en tercera posición, por
debajo del 18%. El obituario de los socialdemócratas ya estaba
escrito. No tan rápido. Con la campaña a punto de entrar en
su recta final a finales de agosto, los socialdemócratas protagonizan
una sorprendente remontada en los sondeos, a los que dan la
vuelta hasta situarse primeros, por encima del 25%, dejando
atrás a sus rivales. Si se pregunta a los alemanes a quién
quieren como próximo canciller –un indicador simbólico, puesto
que Alemania es un sistema parlamentario, no presidencialista–
la proporción que se decanta por Scholz es aún mayor, más
del 35%, según la última actualización del rastreador de encuestas
de New Statesman.

Olaf Scholz llegaba como favorito a las elecciones
generales más abiertas de los últimos tiempos en Alemania,
aunque su ventaja en los sondeos se había reducido
en la recta final de la campaña a medida que la CDU/CSU iba
acortando distancias. En unos comicios atravesados por el
adiós de Angela Merkel tras 16 años en el poder, el candidato
socialdemócrata se ha presentado como garante de la estabilidad
y se le ha atribuido el mérito de la subida de su partido
en las encuestas, un fenómeno que muchos analistas han calificado
como "efecto Scholz". "No hay duda de que Scholz ha demostrado
ser el mayor activo del SPD hasta ahora", dice Ugur Tekiner,
investigador especializado en el SPD del Departamento de Política
y Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge.
"Para un partido que se ha dado por perdido durante tanto
tiempo, el efecto Scholz ha llegado a significar la consecución
de la cohesión interna, la claridad ideológica y la relevancia
política de nuevo".
Se dice a menudo que parece más un trabajador
de la banca o un contable que una estrella de la política.
Situado en el ala centrista del partido, Scholz es un hombre
amable, reservado y rara vez pierde la calma. Se le reprocha
que le falta carisma, y a veces se le etiqueta como aburrido.
Su capacidad para comunicar también se ha puesto en entredicho.
Hace tiempo, el periódico Die Zeit le puso el apodo de 'Scholzomat'
–un híbrido entre su nombre y automat (máquina, autómata)–
por su cadencia monótona al hablar, su rostro inexpresivo
y su discurso tecnocrático, aparentemente robótico. Sin embargo,
Scholz también es un político veterano, experimentado y conocido
en el país. Además de ser el vicecanciller desde 2018, también
es el actual ministro de Hacienda, y su popularidad aumentó
con la pandemia. Muchos destacan su carácter pragmático. Sus
partidarios defienden que desempeñó un papel fundamental en
la elaboración del plan de recuperación de la UE de 750.000
millones de euros, que supuso una ruptura del tabú alemán
sobre el endeudamiento común. Recientemente, los ministros
del ramo de los países del G7 acordaron un impuesto mínimo
global del 15% para las empresas. En la foto de aquel momento
"histórico", con corbata roja, estaba él.

Pero para entender la trayectoria política del
candidato del SPD hay que retroceder muchos años atrás. Scholz
nació hace 63 años en el norte, en Osnabrück, pero creció
en Hamburgo. Estudió Derecho en la universidad y se unió al
SPD muy joven, con 17 años. Se pasó la década los 80 inmerso
en la política de izquierdas. "Scholz era entonces muy crítico
con el sistema capitalista, la OTAN y el orden político de
Alemania Occidental. Pero después se posicionó mucho más como
un político moderado y centrista, conocido por sus opiniones
pragmáticas", dice Tekiner. En los 90, ejerció como abogado
laboralista. Entró por primera vez en el Parlamento en 1998,
como diputado por Hamburgo. En 2001, fue brevemente ministro
del Interior del Gobierno hamburgués –y vivió su primera controversia
con una medida polémica contra los traficantes de drogas–.
En 2002, se convirtió en secretario general
del SPD, un cargo desde el que defendió obstinadamente las
impopulares reformas económicas y laborales del canciller
socialdemócrata Gerhard Schröder, la llamada Agenda 2010,
que implicaron recortes sociales y siguen pasando factura
al partido, ya que se considera el comienzo del abandono de
sus raíces. En 2005, Schröder perdió las elecciones –y el
SPD se sumió en una profunda crisis existencial, tanto política
como ideológica–. Merkel se convirtió en la primera mujer
canciller de Alemania y formó su primer Gobierno de "gran
coalición" con los socialdemócratas (que decidió elevar la
edad de jubilación hasta los 67 años, una medida impopular).
Scholz entró en 2007 como ministro de Trabajo. Durante esta
etapa introdujo un plan que permite a las empresas reducir
las horas de trabajo de los trabajadores, explica Tekiner.
El SPD volvió a perder las elecciones en 2009 y abandonó el
Ejecutivo. Scholz fue elegido vicepresidente de la formación.
Volvió a Hamburgo: en 2011, llevó al SPD a la victoria y se
convirtió en alcalde. También se hizo cargo de la rama regional
del partido.

Olaf Scholz, junto a los príncipes de Suecia,
Victoria y Daniel, durante su etapa como alcalde de Hamburgo.
La alcaldía de Hamburgo, la segunda ciudad más
grande de Alemania, fue, a juicio de Guillermo Íñiguez, analista
de política europea, su gran trampolín. "Las alcaldías son
muy importantes en Alemania, y le dio mucha visibilidad. A
raíz de eso empieza a crecer en el SPD. Es su punto de inflexión".
A pesar de que su imagen sufrió con las protestas durante
la cumbre del G20 en 2017 en la ciudad, su carrera fue en
ascenso. "Este periodo da algunas pistas importantes sobre
su estilo general de liderazgo. Al gobernar una ciudad tan
grande, se enfrentó a muchas dificultades. Para tratar de
superarlas, adoptó una especie de enfoque equilibrado, que
combinaba el conservadurismo fiscal con iniciativas socialdemócratas
progresistas, como los planes de empleo para los que abandonaban
la escuela o la creación de guarderías gratuitas desde el
nacimiento hasta la edad escolar", dice el investigador de
Cambridge. Además, este periodo tiene un alto valor simbólico
para Scholz por sus raíces comunes (Hamburgo) con el excanciller
del SPD Helmut Schmidt, que se convirtió en su mentor.
Ocupó la alcaldía hasta 2018, cuando, después
de muchos meses de negociaciones, Merkel formó un nuevo Gobierno
de "gran coalición" con los socialdemócratas. Scholz se convirtió
en nuevo vicecanciller y ministro de Hacienda. En las finanzas,
se mantuvo en principio leal a la disciplina presupuestaria,
recuerda Tekiner. Pero, entonces, estalló la pandemia de COVID-19.
Scholz ha sido el encargado de desembolsar millones de euros
para ayudar a las empresas y trabajadores en apuros. Alemania,
prometió Scholz en marzo de 2020, va a "hacer lo necesario",
va a sacar la "bazuca" financiera. Salió todas las
semanas durante el último año diciendo que "se van a
inyectar millones de euros en la economía para rescatar a
pymes y autónomos". Una preciosa proyección.

Hamburgo, el puerto mas dinámico de Alemania.
A pocos días de las elecciones, Scholz compareció
en una comisión parlamentaria en relación con una investigación
abierta en febrero de 2020 contra empleados no identificados
de la unidad de inteligencia financiera (FIU) –dependiente
de Aduanas, departamento a su vez adscrito al Ministerio que
dirige– por no informar a las autoridades pertinentes sobre
posibles casos de blanqueo de dinero. La Fiscalía de Osnabrück
llevó a cabo registros en el Ministerio el 9 de septiembre,
a menos de tres semanas de las elecciones, lo que ha alimentado
especulaciones de posibles motivaciones políticas. La unidad
financiera ha sido señalada por carecer del personal y los
recursos necesarios para gestionar un número creciente de
casos. Scholz defendió su trabajo al frente del Ministerio.
El socialdemócrata, al igual que Merkel, también tuvo que
dar explicaciones en el Parlamento por los fallos de supervisión
en la empresa Wirecard, en la insolvencia tras varios balances
falseados. "Scholz negó cualquier tipo de responsabilidad
(...). Fue criticado principalmente por no haber detectado
mucho antes las irregularidades de la firma", recuerda Tekiner.
Piensa que es poco probable que este caso le afecte mucho
a corto plazo. "Pero si más adelante surgen nuevos hallazgos
de la investigación parlamentaria, pueden dañar su carrera
política, en particular su reputación de líder competente".
Se considera que Scholz ha ganado los tres debates
televisados con los otros dos candidatos, la aspirante verde,
Annalena Baerbock, y el conservador Armin Laschet. En el primer
cara a cara, mientras sus rivales se lanzaban al ruedo, el
socialdemócrata se mostró comedido, apacible, optando por
respuestas más sosegadas. "En los debates ha jugado a ser
el hombre de Estado que no se mete en las peleas y solo interviene
para anunciar políticas de gestión", dice Íñiguez. ¿Les suena?
Es el estilo Merkel. Muchos analistas coinciden en que, paradójicamente,
el socialdemócrata ha conseguido presentarse ante la opinión
pública como el más merkeliano de los tres candidatos en liza.
"Ha conseguido proyectarse como un político de grandes consensos,
que va a dar continuismo a la estabilidad del país", dice
Íñiguez. "Ha hecho especial hincapié en que él y la canciller
comparten puntos de vista similares en muchas cuestiones políticas
importantes. Esto atrae al electorado alemán, que tradicionalmente
ha preferido la estabilidad a los cambios políticos bruscos",
añade el experto de Cambridge. De hecho, se ha dejado fotografiar
haciendo el típico gesto de la canciller, el rombo formado
con los dedos de las dos manos. Merkel, que se va siendo la
política más popular del país, ha intentado distanciarse de
la idea de que Scholz es su sucesor natural.
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