Cuando Angela Merkel asió hace unas semanas,
por última vez en 16 años, los papeles que recogían el discurso
que acababa de pronunciar ante el parlamento alemán, en cierta
manera estaba cumpliendo un sueño. Uno -el de dar un paso
atrás, el de retirarse de la primera línea, el de recuperar
su vida, el de dejar de ser la mujer más poderosa del mundo
y la líder del mundo libre-, que, además, llevaba años gestándose.
Porque la retirada de Merkel al frente de Alemania, que se
hará efectiva este fin de semana con las elecciones a la cancillería
y que puede dejar por primera vez en más de una década a los
grandes países europeos sin ningún presidente conservador,
es un símbolo, un cambio de ciclo, un paso hacia lo desconocido.
Algo que desconcierta, que no aporta algo tan teutón como
es la certidumbre. Y eso lo saben los alemanes mejor que nadie,
sí, pero también Barack Obama, la única persona capaz de convencer
a Merkel para que dé un paso atrás en sus planes y conseguir
que pospusiera al menos un mandato más la retirada, como ya
hizo en 2017. Sin embargo, el momento ha llegado. El tiempo
político de Angela Dorothea Merkel -de soltera, Angela Dorothea
Kasner-, nacida en Hamburgo en 1954 y que es la jefa del Gobierno
alemán desde 2005, se ha terminado y las encuestan no aclaran
quién la sucederá. Merkel, física de profesión, nacida en
la parte occidental de la Alemania dividida post segunda guerra
mundial, pero criada en una república comunista por el trabajo
de su padre, ha sobrevivido políticamente a cinco primeros
ministros británicos, cuatro presidentes estadounidenses,
tres españoles y ocho italianos.

De hecho, el mundo moderno occidental no se
entiende sin ella, que dio el paso de dedicarse al servicio
público con la caída del muro de Berlín, cuando Merkel tenía
ya 35 años y una carrera a sus espaldas. Tanto que siempre
se sintió un poco extraterrestre en un ambiente político muy
conservador, muy masculino e ideologizado. Porque ella era
una mujer divorciada, sin hijos, hija de un pastor protestante,
fiel defensora de la gestión antes que del programa. Quizás
es por ello que su austeridad, sus reservas, su cautelosa
pauta de pararse a analizar todo y que el resto de sus contrincantes
revelen sus cartas antes de ella es lo que han forjado al
mito y al método. El conocido como método Merkel. Lo sabe
ella, lo saben sus adversarios, sí, pero también lo sabe su
partido -la CDU, la Unión Demócrata Cristiana, la formación
alemana hermana del PP en el parlamento europeo- y lo saben
sus contrincantes. Por ejemplo, Wolfgang Schäuble, ministro
de finanzas y actual presidente del Bundestag, uno de los
miembros más respetados de la CDU, afirma de Merkel que "in
der ruhe liegt die kraft" (en la calma radica su fuerza).
"Merkel representa una cultura política, un estilo que ha
dominado estos años en Alemania, cuatro mandatos, estos 16
años", considera el experto en comunicación política Raúl
Gil, coautor del podcast en español 'La canciller de las crisis',
en una charla con laSexta.com.

"Querida Merkel, eres la primera mujer elegida
para ser jefa de gobierno en Alemania. Una fuerte señal para
las mujeres y ciertamente para algunos hombres". Así fue como
el entonces presidente del Parlamento alemán, Norbert Lammert,
anunció, el 22 de noviembre de 2005, el resultado de la votación
entre los parlamentarios alemanes. El pasado Enero anunciabamos
su despedida en nuestros destacados.
Sus rasgos están claros: el consenso, el respeto
al contrario, no polarización. "Merkel, en lugar de apostar
por la ideología, es más pragmática. Ha ido adoptando políticas
de partidos rivales", sonríe Gil al otro lado del teléfono,
desde Berlín. "Le ha importado más lo interesante para Alemania
o que pedía la sociedad -matrimonio lgtbi, ayudas para las
familias con padres y madres trabajadores, sueldo mínimo que
no existía en Alemania- que el programa del partido". Es por
eso que entre sus críticas están el "haber socialdemocratizado
la CDU, pero la ha modernizado y la ha adaptado a una Alemania
cambiante", sostiene Gil. "Merkel ha supuesto poder dormir
tranquilo durante 16 años: la certidumbre", afirma el periodista.
Para muestra, un botón: las vacaciones de Mallorca de 2025,
los alemanes ya la han reservado en 2023. "Es un país que
va a votar la mitad por correo, no por la pandemia. Es gente
que le gustan las cosas con antelación, certidumbre, que todo
esté planeado". La huella de Merkel en la sociedad alemana
es tal que los ciudadanos están dispuestos a elegir de canciller
a la persona que se le parezca más. El mejor valor político
a día de hoy es ser la continuación de Merkel. El candidato
de la otra gran formación y líder, en este momento, de las
encuestas, Olaf Scholz, del Partido Socialdemócrata de Alemania,
ya sale en las fotografías durante la campaña realizando el
clásico gesto de manos de Angela Merkel, ese rombo que une
los dedos y que se ha convertido en una marca.

Así, la CDU, que sigue siendo el partido de
Merkel, se ha dejado según las últimas encuestas diez puntos
por el camino que han ganado las otras formaciones políticas.
La única diferencia: que ya no está ella. Cuestionado Gil
sobre qué político español se parece más a Merkel, la respuesta
brota rápido: Soraya Sáenz de Santamaría. "Soraya y Angela
Merkel se llevaban bien, en las veces que coincidieron. Porque
había feeling, compartían un punto de vista casi científico,
casi físico de la política". ¿Por qué convencía Merkel, por
qué arrastraba consensos? "Porque no eran posiciones que nacían
de la ideología, sino lo que era necesario para Alemania o
Europa en ese momento. No era cuestión de programa, sino de
conveniencia", arguye Raúl Gil. "Es más fácil de asumir y
de apoyar una propuesta o una visión de país de este modo-'No
hay alternativa', decía-: o es esto o es esto, no hay visión
de izquierda o derecha. Y eso hace que los alemanes vayan
detrás de lo que ella diga". Su máxima: no hablar de temas
que puedan dividir. Cabe recordar que en Alemania, un pueblo
que siempre ha estado dividido, es un valor. Se retira con
una valoración del 80%, algo inédito. "Si se presenta ganaría",
augura Gil, "pero ella deja déficits -un país más desigual,
el 1% atesora el 35%; uno de cada cinco vive en la pobreza,
minijobs...-. No hay un juicio en estas elecciones porque
no se presenta". "Es que Merkel, como en el póker, nunca se
posicionaba antes de que todo el mundo lo hubiera hecho",
subraya Raúl Gil. No quiere decir que no cambiara de decisión
-después del accidente de Fukushima decide cerrar las centrales
nucleares en Alemania, en contra de su partido, por poner
sólo un ejemplo-, pero cuando está tomada, es inamovible.
Y eso es lo que ha sucedido con su etiqueta feminista -decidió
decir que lo era, pero en la última ocasión posible, porque
no quería polarizar- y con su final. Hasta aquí hemos llegado,
pase lo que pase. Aunque Alemania se quede sin su gran referente.
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Prometía ser una final de infarto, y lo ha sido.
El Partido Socialdemócrata (SPD) ha ganado la mayor parte
de los votos en unas elecciones generales ajustadas que ponen
fin a la era Angela Merkel, según los resultados provisionales.
El margen estrecho respecto al bloque conservador CDU/CSU
(Unión Cristianodemócrata y Unión Socialcristiana), de 1,6
puntos de diferencia, hace vaticinar negociaciones difíciles
para formar un nuevo Gobierno, en el que, previsiblemente,
Verdes y liberales tendrán la llave.
La Unión, que ha gobernado desde 2005, se enfrenta
a un colapso histórico. Se trata del peor resultado de la
CDU/CSU en unas elecciones federales de la posguerra –hasta
ahora, su mínimo era el 31% que ganó en 1949–. Si se compara
con los resultados de las elecciones de 2017, la Unión (CDU/CSU)
pierde 8,9 puntos, mientras que el SPD sube 5,2. Ambos partidos
han afirmado que quieren gobernar. En un debate televisado
entre los principales candidatos tras conocerse los resultados
provisionales, llamado tradicionalmente la "ronda de los elefantes",
Scholz ha dicho que ha recibido un "mandato muy claro" de
los votantes para liderar el próximo Gobierno. Sin embargo,
Laschet ha insistido en que puede construir una coalición
a pesar de terminar segundo. "No siempre el partido ganador
ha puesto al canciller", ha dicho.
Los resultados también confirman la esperada
subida de los Verdes respecto a las elecciones de 2017, con
el 14,8%, 5,8 puntos más, que los coloca terceros. La formación
ha calificado sus resultados de históricos. Se trata de la
mayor subida experimentada respecto a los comicios de hace
cuatro años. Los liberales del FDP han obtenido el 11,5%,
0,7 puntos más. Mientras, la ultraderechista Alternativa para
Alemania (AfD), sometida a un estricto cordón sanitario, se
ha hecho con el 10,3% de los votos, y pierde 2,3 puntos respecto
a los anteriores comicios, cuando entró por primera vez como
tercera fuerza en el Parlamento. Die Linke, La Izquierda,
ha cosechado el 4,9% de los votos, 4,3 puntos menos que hace
cuatro años. El SPD tiene una asignación de 206 escaños de
735 en el Bundestag. La Unión recibe 196, seguida por los
Verdes, con 118 asientos. Los liberales del FDP se hacen con
92 escaños, AfD, 83, y Die Linke, 39.
Elecciones alemanas 2021: estos eran los aspirantes
de los principales partidos.

Para entrar en el Bundestag, los partidos tienen
que obtener, como mínimo, el 5% de los votos o al menos tres
escaños de los 299 distritos electos directamente. Gracias
a que ha obtenido estos tres escaños por mandato directo,
La Izquierda podrá ingresar en el Parlamento.
La noche electoral se avecinaba larga. Los primeros
sondeos a pie de urna mostraban un empate técnico entre el
SPD y la CDU/ CSU, pero no incluían los votos por correo,
que, según los expertos, podrían suponer más del 40% del total
de los votos emitidos. En las proyecciones, el SPD fue ganando
terreno. Finalmente, los resultados provisionales han confirmado
una ajustada victoria. Preguntado por sus socios de coalición
preferidos en el debate televisivo, Scholz ha dicho que cree
que hay "una gran sintonía" con los Verdes, pero las conversaciones
de coalición tendrán que incluir también a un tercer partido,
lo que complica las cosas. En campaña, Scholz, que se ha presentado
como el candidato del continuismo, se ha inclinado por una
alianza con Verdes y liberales, la llamada coalición "semáforo",
por los colores tradicionales de los partidos.

Los líderes de los principales partidos políticos
alemanes durante la "ronda de los elefantes".
"Yo lo que quiero es ser el próximo canciller
de la República, y mi tarea es darlo todo para conformar un
Gobierno para responder al deseo de la ciudadanía", ha concluido
Scholz antes de finalizar el debate. Por su parte, el candidato
de la CDU/CSU, Laschet, ha dejado claro que piensa que una
coalición entre CDU/CSU, Verdes y los liberales, llamada "Jamaica",
encajaría mejor que entre el SPD, los Verdes y los liberales.
Se considera que los Verdes van a ser una pieza clave en la
formación del próximo Ejecutivo. Preguntada por las posibles
opciones de coalición y si se inclinarían más hacia el SPD
o la CDU, la candidata a la cancillería de la formación, Annalena
Baerbock, no ha dado una respuesta concreta y ha insistido
en que la responsabilidad de su partido es garantizar que
las cuestiones climáticas estén adecuadamente representadas
en el próximo Gobierno. Los liberales también pueden tener
la llave del próximo Ejecutivo. Christian Lindner, líder del
partido proempresarial, ha sugerido reunirse primero con los
líderes de los Verdes antes de entrar en conversaciones de
coalición. "La mayor coincidencia política es entre el bloque
conservador y el FDP. Para nosotros, las ideas de subidas
de impuestos, de suavizar el freno de la deuda no son aceptables",
ha dicho. El nuevo Gobierno necesitará, casi con toda seguridad,
tres partidos. Según las estimaciones, sumarían en escaños
en el Bundestag tanto la coalición gubernamental "semáforo"
como la "Jamaica". El rojo-verde-rojo, tripartito de izquierdas,
por ahora no tiene mayoría. Teóricamente aún sería posible
reeditar una "gran coalición" entre socialdemócratas y conservadores,
que contaría con una mayoría suficiente, pero muchos analistas
la consideran poco viable en términos políticos. La ultraderecha
no entra en las coaliciones debido al cordón sanitario.
Los tres principales partidos han tomado la
delantera en las encuestas de intención de voto en distintas
etapas, pero el SPD las venía liderando desde finales de agosto
tras protagonizar una sorprendente remontada, pero los últimos
sondeos habían mostrado una carrera mucho más reñida, cercana
al empate técnico, con la CDU acortando distancias en la recta
final.

La canciller Angela Merkel acompañó al candidato
Armin Laschet en el último evento de campaña previo a las
elecciones, en Aachen, Alemania, el 25 de septiembre. Merkel
pidió votar por Laschet por "el futuro" de Alemania.
La subida de los socialdemócratas se ha atribuido
en gran medida a Scholz. Se trata de un político del ala centrista
del partido, percibido como experimentado y competente, y
una figura conocida en el país. También ha tenido la capacidad
de presentarse ante la opinión pública como el heredero de
Merkel y ha entrado en la lucha por capitalizar su legado.
Muchos analistas, de hecho, lo consideran el más merkeliano
de los tres candidatos en liza, y creen que se ha visto favorecido
por los errores no forzados de sus contrincantes. Sin embargo,
muchos analistas han dejado claro que la batalla por el poder
no termina este domingo. Más bien, recuerdan, no ha hecho
más que empezar. También han alertado de que el hecho de que
un candidato quede primero no significa necesariamente que
pueda gobernar. Con resultados tan ajustados, se espera que
las conversaciones y negociaciones para llegar a un acuerdo
de coalición para formar gobierno se extiendan durante semanas
e incluso meses. Tras las elecciones de septiembre de 2017,
no hubo un nuevo gobierno hasta marzo. Scholz ha dicho que
quiere concluir las negociaciones de la coalición antes de
Navidad. Hará, ha recalcado, "todo" para conseguirlo. El rival
de la CDU, Laschet, ha dicho casi lo mismo. Mientras tanto,
el actual Ejecutivo permanecerá en funciones, por lo que se
espera que Merkel aún tenga que quedarse en el cargo durante
un tiempo. Si siguiera siendo canciller el 17 de diciembre,
podría superar el récord de permanencia en el cargo del exlíder
de su partido, Helmut Kohl.
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Los socialdemócratas (SPD) han ganado las elecciones
regionales para dirigir el gobierno estatal de Berlín, según
los resultados provisionales del lunes, lo que significa que
su candidata Franziska Giffey se convertirá en la primera
mujer alcaldesa de la capital alemana. Giffey, de 43 años,
que hasta ahora era ministra de Familia en el gobierno nacional
de la canciller Angela Merkel, sustituirá a Michael Mueller,
del SPD, al frente de la alcaldía, después de que éste decidiera
no volver a presentarse.

El SPD obtuvo un 21,4%, ligeramente por debajo
del 21,6% que obtuvo en 2016, mientras que Los Verdes se situaron
en un 18,9%, por encima del 15,2% anterior, y el grupo de
izquierda Linke bajó del 15,5% al 14%. El SPD parece dispuesto
a continuar su actual coalición en el ayuntamiento con los
Verdes y el Linke. Giffey, que en su día fue considerada como
una de las candidatas a liderar el SPD a nivel nacional, dejó
su cargo de ministra en mayo, tras un escándalo en torno a
un supuesto plagio en su tesis doctoral.
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