A estas alturas del verano, puede que ya estés
tachando días en el calendario y calcules cuánto falta para
que empiecen tus vacaciones. Y no unas vacaciones cualesquiera,
sino las primeras con unas medidas anti Covid más relajadas:
sin mascarillas, sin restricciones de aforo y, sobre todo,
con la posibilidad de volar a casi cualquier destino nacional
o internacional. AENA estima que las aerolíneas que operan
en los aeropuertos españoles ofrecerán 220 millones de asientos
en esta campaña de verano (de abril a octubre). Pero puede
que viajar en avión te despierte sensaciones enfrentadas:
te mueres de ganas de poner rumbo al merecido descanso, pero
sientes algo parecido a lo que los suecos han popularizado
como 'flygskam', o vergüenza de volar, debido a la huella
de carbono que generan los aviones.
El sector del transporte aéreo es consciente
de que, a día de hoy, volar produce esa inquietud. Sin embargo,
hace tiempo que tomó un vuelo directo con destino a la descarbonización.
Ya en 2016, se convirtió en una de las primeras industrias
en poner en marcha un plan de compensación y reducción de
emisiones. Era el primer paso hacia desafíos cada vez más
concretos, ambiciosos y vinculantes. “Las aerolíneas han tomado
una decisión trascendental para garantizar que volar es sostenible”,
afirmó el director general de la International Aviation Transport
Association (IATA), Willie Walsh, durante la Asamblea general
de la organización celebrada el pasado mes de octubre. Se
refería al compromiso, asumido por el sector en aquella reunión,
de alcanzar las cero emisiones netas en 2050, ratificado también
a nivel europeo con la firma del plan Destination 2050. Una
meta ambiciosa para la que el sector, a diferencia del tráfico
rodado, no puede contar con la alternativa de la electrificación.
Al menos a corto y medio plazo: las baterías que garantizarían
la autonomía y la potencia necesaria para realizar vuelos
de media y larga distancia serían demasiado pesadas para un
avión. Por lo tanto, la gran baza para la descarbonización
del sector son los combustibles renovables.
Así es el Celera 500L, un curioso avión con
forma de bala que busca ser más aerodinámico y consumir menos
combustible.
“En la utilización de los SAF (Sustainable Aviation
Fuels) están puestas las grandes esperanzas para el transporte
aéreo”, afirma Miguel Ángel García Carreño, gerente Sr. de
Economía Circular y Descarbonización Industrial de Repsol
Technology Lab. Los SAF a los que alude son combustibles líquidos
con nulas o bajas emisiones de CO2 obtenidos a partir de materias
primas renovables como aceites vegetales sostenibles, grasas
animales, biomasa, residuos o incluso CO2 retirado de la atmósfera
en el caso de los combustibles sintéticos. El propio Joe Biden
certificó hace unos meses las altas expectativas depositadas
en los SAF. “He fijado el objetivo de las cero emisiones netas
para el sector de la aviación para 2050 y lo he comentado
con los responsables de las grandes aerolíneas: alcanzar esa
meta va a requerir miles de millones de litros de SAF. Simplemente,
no se puede lograr sin el biofuel”, afirmó en abril el presidente
de EEUU. “Químicamente, son iguales que el queroseno que ya
se utiliza. Los aviones podrán cargar, con los mismos estándares
de seguridad y una cantidad de energía equivalente a la que
llevan ahora, lo que permite hacer vuelos tan largos como
los que se hacen ahora”, especifica García Carreño. Las mismas
prestaciones, pero con mucha menos huella de carbono.
El desarrollo del diseño de un avión en forma
de V y eficiente en el uso de combustible conocido como Flying-V
recibió en 2019 un impulso con el anuncio de que la
aerolínea nacional holandesa KLM Royal Dutch Airlines ayudará
a financiarlo.
Según las estimaciones de la IATA, los SAF podrían
contribuir a reducir alrededor del 65% de las emisiones de
CO2 necesarias para que el sector alcance la neutralidad en
2050, de ahí que en los últimos meses se hayan intensificado
las experiencias piloto con combustibles SAF. British Airways
hizo el primer vuelo transatlántico con un 35% de combustible
renovable; Airbus ha completado con éxito varias pruebas propulsando
sus diferentes tipos de aeronave (incluido un helicóptero)
con un 100% de SAF. Es más, Singapore Airlines ya ha decidido
que todos sus vuelos desde Singapur serán propulsados por
SAF a partir del tercer trimestre de 2022 y la alianza de
aerolíneas One World se convirtió en noviembre de 2021 en
la primera en realizar una gran compra de SAF: adquirió 1.325
millones de litros para sus operaciones en San Francisco.
A nivel nacional, el primer vuelo propulsado por biojet producido
en España a partir de residuos se realizó el pasado mes de
noviembre. Cubrió el trayecto entre Madrid y Bilbao como resultado
de la colaboración entre Repsol e Iberia, que repitieron experiencia
hace unas semanas en varios vuelos de larga distancia con
destino a Washington, Dallas y San Francisco. Entre los tres
le ahorraron a la atmósfera 125 toneladas de CO2.
El peculiar diseño de tres alas del SE200 (SE
Aeronautics), el avión de tres alas que gasta un 70% menos
de combustible.
La mayoría de esos vuelos se realizaron con
biojet, uno de los dos tipos principales de SAF y que, a su
vez, se produce a partir de diferentes tipos de materias primas
sostenibles: aceites vegetales ya usados en frituras, residuos
orgánicos de la agricultura, la ganadería, la limpieza forestal...
Se trata de biojet avanzado, con una huella de carbono entre
un 65-90% menor en comparación con los combustibles convencionales.
“Su alta densidad energética los hace especialmente adecuados
para aquellos segmentos de la movilidad que requieren una
gran carga de combustible o tienen que recorrer largas distancias”,
expone Clara Rey, Directora de Tecnología de Clientes y Generación
Baja en Carbono de Repsol. Pero los biojets no son los únicos
SAF que existen ni los únicos con los que ya se han realizado
experiencias piloto en vuelos de media y larga distancia.
KLM operó con éxito en enero el primer vuelo propulsado con
SAF sintético, también conocido como e-jet.
El gigante verde de Airbus.
“Se producen a partir de hidrógeno renovable
y CO2 retirado de la atmósfera”, explica Rey. “Por tanto,
son combustibles cero emisiones netas, porque el CO2 que se
emite durante su combustión, se compensa con el que se retira
para su producción”, añade la experta de Repsol. Biocombustibles
avanzados, combustibles sintéticos… Los SAF ofrecen soluciones
diversas para la descarbonización y todas ellas son ya una
realidad que se irá extendiendo a la totalidad de los vuelos
en los próximos años. Así, millones de personas como tú podrán
volar por todo el mundo sin preocuparse por la huella de carbono
de su avión. ¡Buen viaje!
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