La barcaza dormitorio Bibby Stockholm, que el
Gobierno británico a través de su ministerio de Interior ha
fletado a Bibby Marine por un periodo inicial de 18 meses,
fondea en el aislado muelle de Portland, en la bella costa
jurásica inglesa, desde el 18 de julio. Está a la espera de
la llegada del primer grupo de refugiados de un total previsto
en torno a 500. Ahora, en el siglo XXI, son solicitantes de
asilo, pero en el siglo XIX la misma naviera de Liverpool
transportó y comerció con esclavos. Entonces eran africanos
enviados a la fuerza a las colonias americanas. Lo de ahora
es una estrategia de choque del gobierno británico contra
la inmigración irregular. El traslado a la residencia flotante
de unos 50 extranjeros, todos ellos varones sin hijos ni pareja,
se esperaba hace varios días y cuanto más se retrasa la controvertida
operación más fuerza están tomando las protestas, a nivel
local, nacional e internacional, contra un sistema de alojamiento
"cruel e inhumano", según denuncian distintas organizaciones
y asociaciones de derechos humanos. «Es completamente inapropiado.
Esta barca constituye la casi-reclusión», alertan
en una carta abierta dirigida al consejero delegado de Bibby
Marine, Nigel Quinn. El Bibby Stockholm está registrado en
Liverpool, la ciudad del estatuario del Mersey donde John
Bibby sembró la semilla del negocio en los albores del XIX.
Hijo de granjeros ingleses, cuarto de cinco hermanos, se inició
en el comercio naval del hierro antes de labrarse su propio
futuro, con un par de socios inicialmente, en la industria
del acero y el transporte marítimo. Se independizó profesionalmente
gracias su mujer, Mary Margaret, que aportó una dote sustancial
(2.500 libras de entonces) al contraer matrimonio en 1805.
En julio de 2023, una carta abierta firmada
por más de 50 ONG, instó al propietario de la barcaza, Bibby
Marine, parte de Bibby Line, a reconocer los vínculos de su
fundador, John Bibby, con el Comercio atlántico de esclavos
y a poner fin a la práctica de albergar a solicitantes de
asilo en sus embarcaciones.
El patriarca Bibby invirtió en la trata de negros
ese mismo año. Y el siguiente también. Su nombre aparece entre
los cuatro propietarios, incluido su asociado John Highfield,
del buque Harmonie, que zarpó de Liverpool el 13 de septiembre
de 1805. Capitaneado por John Ainsworth, adquirió 250 esclavos
en África central occidental, de los que 225 desembarcaron
en la Guayana británica, con el resto presumiblemente muertos
a lo largo de los ochos meses de travesía atlántica. La embarcación,
que se había construido en España, no regresó a Europa. Se
perdió por "amenaza natural" en las Américas, según documenta
una base de datos de la plataforma electrónica Slave Voyages
(Viajes de esclavos). El Parlamento británico prohibió la
venta de esclavos en marzo de 1807, pero ese mes otro barco
fletado por ambos socios y otros dos patrones depositó su
extraordinaria carga humana en Kingston, Jamaica. Unos estimados
264 africanos habían embarcado en Camerún en el Eagle (Águila)
-el barco se había capturado a españoles- en un viaje no deseado
hasta el Caribe, donde 237 arribaron vivos. Debió ser una
travesía complicada para su capitán, Michael Mills, que perdió
cuatro de los 37 tripulantes que habían subido a bordo en
Inglaterra en agosto del año anterior, 1806.
Liverpool era entonces la capital europea de
la industria negrera. El negocio creó riqueza entre emprendedores
como el fundador de Bibby Marine y proporcionó sustento a
las clases sociales de rango inferior. Se estima que una de
cada ocho familias de la ciudad portuaria dependía del comercio
de esclavos, con sus servicios y oficios complementarios,
para mantenerse a flote en 1807. John Bibby cofinanció un
tercer viaje comercial marítimo por el triángulo entre Inglaterra,
África occidental y las colonias del Caribe. El bergantín
Sally, con John Mortimer al mando de una tripulación de 27
marineros, transportó de Liberia a Barbados a unos estimados
273 esclavos, de los que 23 perecieron antes de tocar tierra.
La embarcación echó amarras en el norte de Cornualles, en
el suroeste inglés, una vez descargadas probables toneladas
de azúcar, cacao, plátanos u otros productos exóticos, en
enero de 1807, tres meses antes de la abolición del comercio
de humanos. Pero la esclavitud siguió activa. En las colonias
británicas se permitió tener esclavos hasta 1838 -cinco años
después de la aprobación de la ley pertinente- y los europeos
continuaron extrayendo réditos del trabajo forzado. Documentos
del archivo de los Museos de Liverpool sugieren que la flota
de Bibby "navegó entre Europa y América del Sur con carga
que se habría producido en plantaciones con mano de obra de
personas esclavizadas o en economías basadas en la esclavitud".
Entre ellos se detalla que utilizaron negros para trabajar
con el carpintero del Mary Bibby en Río de Janeiro antes de
partir hacia Rotterdam con un cargamento de azúcar.
Los Bibby retienen control de la empresa. Sir
Michael Bibby, sexta generación de descendientes del fundador,
tomó cargo de la presidencia del grupo en 2020 y gestiona
un diversificado negocio de 800 millones de libras, activo
en 16 países y con 4.000 empleados directos. "Una de las empresas
familiares más longevas, con más de 200 años de experiencia
ofreciendo a la clientela soluciones personales, flexibles
y ajustadas", presume la web corporativa. "El pasado nos ha
enseñado que valores sólidos y la voluntad de aprender, innovar
y adaptarnos asegurarán nuestro futuro en un escenario empresarial
en constante cambio", añade.
John Bibby, el fundador.
El portal omite sin embargo cualquier referencia
a la presunta complicidad en el lucrativo negocio del transporte
y compraventa de africanos de los dueños de la prisión flotante
que el Gobierno del conservador Rishi Sunak ha elegido para
albergar inmigrantes mientras se tramitan sus solicitudes
de asilo o su eventual expulsión del Reino Unido. Ahora, los
firmantes de la carta piden al consejero de Bibby Marine que
renuncie al contrato gubernamental, reconozca las conexiones
históricas con la trata de negros y acuerde un plan de reparación.
No serían los primeros en intentar enmendar su herencia. Individuos,
corporaciones e instituciones británicas están revisando su
pasado imperial y tomando medidas prácticas de ajuste interno
e indemnización financiera a las antiguas colonias.
John Bibby hizo fortuna en los últimos años
del comercio de esclavos. A nivel personal, su vida familiar
se vio truncada con la prematura muerte de su mujer en 1819,
a quien homenajeó bautizando con sus dos nombres de pila varios
de sus navíos. Su propio ocaso, en julio de 1840, fue misterioso,
trágico y causó una "sensación considerable" en Liverpool,
según contó The Times. El cuerpo sin vida del empresario se
descubrió en un estanque próximo al hipódromo de Aintree,
a unos tres kilómetros de su domicilio. Le faltaba el reloj
de plata, pero conservaba la billetera. La noche anterior,
había viajado en taxi con un amigo desde el centro de la ciudad.
Se apeó a unos 400 metros de su casa, pero no llegó a su destino.
El caso sigue abierto.
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