Peter Higgs (Newcastle upon Tyne, 1929), el
'padre' del bosón de Higgs, falleció el lunes a los 94 años
en su casa de Edimburgo. Y con él, ha fallecido una leyenda
de la ciencia. La famosísima partícula que él describió teóricamente
muchas décadas antes de que los físicos experimentales pudieran
demostrar su existencia, fue una pieza clave para entender
por qué el resto de partículas son como son. O en otras palabras,
la responsable de que las partículas elementales posean masa,
la que explica cómo se forma la materia que nos rodea y de
la que estamos hechos. Popularmente se la llamó la partícula
de Dios, a pesar de que muchos científicos son reacios a utilizar
esa denominación que contribuyó a hacerla tan famosa. En una
entrevista, el propio Higgs se definió como una persona "no
creyente", pero defendía que "la ciencia y la religión pueden
ser compatibles".
Ha sido la Universidad de Edimburgo, el centro
en el que el profesor Higgs desempeñó prácticamente toda su
carrera investigadora, la que este martes ha informado de
su fallecimiento, ayer lunes, tras "una corta enfermedad".
Hoy la comunidad científica llora la pérdida de uno de los
más destacados científicos de nuestra era, y también de uno
de los más apreciados por su calidad humana tal y como destacan
los que le conocieron. Entre las reacciones de sus colegas
tras su muerte proliferan las de aquellos que le recuerdan
como un gran profesor y una excelente persona, discreta y
con un gran sentido del humor. "Un verdadero caballero, humilde
y educado, siempre dando el debido crédito a los demás", en
palabras de Alan Barr, catedrático de Física de la Universidad
de Oxford. Como científico, fue intuitivo y todo un visionario.
Desde que se doctoró en el King's College de Londres en 1954,
sólo tardó una década en idear una de las teorías más relevantes
para la física de partículas. Lo hizo ya desde la Universidad
de Edimburgo, a la que ha estado vinculado desde que acabó
sus estudios en la capital inglesa con la excepción un pequeño
paréntesis.
En 1964, escribió junto al belga François Englert,
y en colaboración con Robert Brout, la fórmula original con
la que propuso la existencia teórica de esa partícula que
fue bautizada con su apellido, una suerte de 'cemento' que
une los ladrillos subatómicos de la materia. De manera simplificada,
describieron un mecanismo que contribuye a la comprensión
del origen de la masa de las partículas subatómicas (aquellas
que son más pequeñas que un átomo). El denominado mecanismo
de Higgs predecía la existencia de esa nueva partícula, el
bosón de Higgs, que nunca se había visto pero era necesaria
para explicar el mundo como lo conocemos. El Modelo Estándar
es la teoría o conjunto de reglas que mejor describe la materia
visible del universo y el origen de la existencia de masa
en las partículas elementales. El bosón de Higgs era la última
partícula del Modelo Estándar cuya existencia no había sido
demostrada; sólo se tenía la predicción teórica de Higgs y
Englert. Había que encontrarla, demostrar con pruebas que
verdaderamente existía, y completar ese puzzle.
El éxito del CERN no es solo su capacidad para
producir resultados científicos de gran interés, sino también
el desarrollo de nuevas tecnologías tanto informáticas como
industriales.
La fascinante e innovadora teoría sobre la supuesta
existencia de ese bosón fue detallada en el artículo Broken
Symmetries, Massless Particles and Gauge Fields, publicado
en septiembre de 1964 en la revista Physics Letters, junto
al trabajo Broken Symmetries and the Masses of Gauge Boson
que apareció un mes después en Physical Review Letters. La
comunidad científica se puso en marcha para encontrar el bosón
de Higgs. Pero la mayoría de las partículas elementales no
pueden encontrarse en condiciones normales en la Tierra, sino
que se producen en los rayos cósmicos y en los procesos que
se generan en los aceleradores de partículas, que son los
instrumentos construidos para estudiarlas. Durante décadas
los físicos de todo el mundo estuvieron buscándola, hasta
el punto de que de ella se dijo que era la partícula más codiciada
de la física moderna. Y no fue una exageración. Se pretendía
demostrar su existencia en experimentos realizados en los
aceleradores de partículas. Pero todos los esfuerzos resultaron
infructuosos durante muchos años. Tras numerosos intentos,
en 2012 se logró por fin encontrar el bosón de Higgs en el
Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), en Suiza, que
cuenta con uno de los mayores y más potentes aceleradores
del mundo.
Se había descubierto, pues, la última pieza
del Modelo Estandar que faltaba por descubrir. El 4 de julio
de 2012 pasó a la historia de la ciencia como el día en que
gracias a las colaboraciones de los instrumentos ATLAS y CMS
en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN se anunció,
en medio de una enorme expectación, el descubrimiento de una
nueva partícula con características consistentes con las del
bosón de Higgs, es decir, se confirmaba con pruebas la predicción
que habían formulado François Englert y Peter Higgs medio
siglo antes. Y para emoción y sorpresa de Higgs, él pudo ser
testigo de ese hito científico, pues siempre pensó que no
viviría lo suficiente para verlo. En eso se equivocó. Muy
a su pesar, el siempre discreto Peter Higgs, que por entonces
tenía ya 83 años y era catedrático emérito de la Universidad
de Edimburgo, se convirtió en un personaje tremendamente popular,
cuya presencia era requerida continuamente para participar
en eventos o para dar entrevistas.
Su fama creció aún más al año siguiente, en
2013, cuando compartió el Nobel de Física con Englert por
"su descubrimiento teórico de un mecanismo que contribuye
a nuestro entendimiento del origen de las partículas subatómicas
con masa". Además, el hallazgo de esta partícula abrió una
ventana para comprender el universo en escalas más pequeñas
y a intentar desentrañar algunos de sus mayores misterios.
"Espero que este reconocimiento de la ciencia fundamental
sirva para ayudar a crear conciencia sobre el valor de la
investigación", declaró Higgs cuando compareció para agradecer
el Nobel. También en 2013 compartió el Premio Príncipe de
Asturias de Investigación Científica y Técnica con Englert
y con el CERN por sus trabajos sobre el bosón de Higgs. Los
homenajes y reconocimientos se sucedían pero su interés siempre
fue hacer y enseñar a hacer ciencia. "Peter Higgs era una
persona extraordinaria, un científico realmente dotado cuya
visión e imaginación han enriquecido nuestro conocimiento
del mundo que nos rodea. Su trabajo pionero ha motivado a
miles de científicos y su legado seguirá inspirando a muchos
más durante generaciones", ha señalado Sir Peter Mathieson,
rector de la Universidad de Edimburgo.
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