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«A mi hijo no le mataron porque estuviera en
el lugar equivocado en el momento equivocado. Él estaba gozando
de la libertad de una noche de finales de verano. Los que
se equivocaron fueron sus asesinos, que llegaron en cuatro
motos de alta cilindrada buscando a un 'boss'. Aunque no dieron
con él se pusieron a disparar igualmente y mataron a mi hijo».
Antonio Cesarano toca con devocional respeto la rodilla de
la escultura que recuerda a Genny, el muchacho de 17 años
asesinado en la madrugada del 6 de septiembre de 2015 mientras
charlaba con sus amigos en una plaza de Sanitá, un barrio
del centro de Nápoles con presencia del crimen organizado.
Este adolescente fue una víctima colateral más de la guerra
entre los clanes de la Camorra, la mafia de Nápoles y su región,
Campania.
Siete meses después del asesinato de Genny tuvo
lugar el de Ciro Colonna, un joven de 19 años que pereció
en el tiroteo en el que dos criminales acabaron con la vida
de Giuseppe Vastarella. Capo del grupo mafioso que controla
parte del barrio de Sanitá, Vastarella era a quien los sicarios
del clan rival de los Lo Russo pretendían eliminar la madrugada
en que mataron a Genny. Aquel día Antonio Cesarano tomó conciencia
de que «nunca más volvería a ser feliz» porque lo que le había
ocurrido es «antinatural», pero también de que «no tenía miedo
a nada» y que «ya nadie podía hacerle sufrir más». De la rabia
por las noticias infundadas sobre la supuesta pertenencia
de Genny a la Camorra, este hombre de 49 años sacó fuerzas
para fundar una asociación que trata de evitar que los chicos
del barrio caigan en las garras del crimen organizado o delincan
por su cuenta creando bandas armadas. Son las llamadas 'baby
gangs', formadas incluso por menores de edad y que actúan
con una violencia gratuita, absurda y extrema. Se parecen
más a las 'maras', las pandillas juveniles que desangran países
centroamericanos como El Salvador, que a las mafias clásicas
italianas, como la Cosa Nostra siciliana o la citada Camorra.

Los jóvenes de los barrios más conflictivos
de Nápoles y más expuestos a la Camorra aprenden valores en
talleres donde el arte tiene un papel importante.
«Si vives en Sanitá te ponen la etiqueta de
delincuente porque es un barrio difícil. Esos rumores sobre
mi hijo me hicieron levantarme. El único camino para romper
el círculo es no callarnos y recuperar el control de este
territorio a través de la educación. Aquí no hace falta represión,
sino un ejército de trabajadores de los servicios sociales.
Tenemos que responder a la tasa de abandono escolar, que en
algunas zonas de Nápoles es de las más altas de Europa», cuenta
Antonio mientras pasea por las calles de Sanitá. Es una barriada
popular donde la presencia criminal se mezcla con escenas
típicas de la vida partenopea. Es posible encontrarse hasta
a los repartidores de una tienda de muebles que llevan un
somier montado en una motocicleta. Circulan sin casco, por
supuesto.
Antonio se limita a echarles una mirada divertida
mientras, cada cuatro pasos, alguien le da la mano o le saluda.
«Nací aquí y no pienso marcharme. Yo veo la muerte de Genny
como un martirio. Se sacrificó para propiciar una rebelión
popular que cambie el barrio. Mucha gente también se ha levantado
para decir no a la ilegalidad. De momento hemos conseguido
que pongan cámaras de seguridad y hay ya varias asociaciones
que estamos trabajando en red».
'Un popolo in cammino per Genny vive' (Un pueblo
en camino por Genny vivo), la organización fundada por Cesarano,
asiste hoy a unos 200 niños y chavales de Sanitá. Les ofrecen
de forma gratuita clases de fútbol, taekwondo, danza y otros
deportes en un gimnasio del barrio donde recibe a los chavales
Franco Di Martino, policía jubilado que ha pasado de patrullar
las calles de Nápoles a tratar de sacar de ellas a los chicos
en riesgo de caer en manos del crimen organizado. «El deporte
y la escuela son las llaves para conseguir alejar a los muchachos
de la Camorra, que es un verdadero cáncer para la sociedad.
El fracaso escolar y caer luego en la delincuencia es algo
que le puede pasar a cualquiera por aquí», cuenta Di Martino,
explicando orgulloso que la asociación, que sólo tiene un
año de vida, no ha recibido ni un euro de dinero público para
costear las actividades que ofrece a los chavales. «Si conseguimos
un día cobrar un resarcimiento económico por el asesinato
de mi hijo, dedicaremos todo a la asociación. De momento tiramos
para adelante con donaciones y, si hace falta, poniendo algo
de nuestro bolsillo. Conseguir que al menos diez chicos no
abandonen las clases y evitar así que acaben en la calle sería
para mí la mejor manera de honrar la memoria de Genny», confiesa
Antonio.

El proceso de Viterbo a la Camorra, 1911-1912.
La imperiosa necesidad de un cambio es reconocida
por las autoridades. «La escuela por sí sola no puede ser
la única respuesta a este problema», dice Annamaria Palmieri,
concejal municipal de Educación de Nápoles. En un descanso
de un convenio celebrado en el Ayuntamiento de la capital
partenopea sobre la contribución de colegios e institutos
a la construcción de una sociedad más justa, Palmieri explica
el abandono escolar, que en algunas zonas de la ciudad alcanza
el 30%, debido a la «falta de continuidad» en la presencia
del Estado. «Llega un momento en el que los chicos no ven
la educación como un camino para el éxito, consideran que
no es un modelo adaptado para ellos y la abandonan. Y eso
que en el algunos barrios con graves dificultades socioeconómicas
las guarderías, colegios e institutos son el Estado. Encuentras
allí docentes magníficos, que tienen una gran identificación
y se ocupan de todo en sus comunidades, pues son conscientes
del impacto que logran», asegura la concejala.
Con diversas escuelas napolitanas colabora la
asociación 'Maestri di Strada' (Maestros de la calle), que
ofrece talleres de teatro, artes gráficas, apoyo escolar y
mediación en varios barrios conflictivos de la ciudad. Unos
800 chavales se benefician de su labor. «Muchos chicos se
sienten insignificantes, están llenos de rabia y no toleran
que alguien tenga más poder que ellos. Están aburridos de
las clases porque han perdido la confianza de los adultos
y piensan que la educación no sirve para nada. Sienten una
suerte de depresión que los napolitanos llamamos 'sfastidio'»,
cuenta Nicola Laieta, un joven economista y director de teatro
que se encarga del taller de arte dramático.
Laieta consigue que cada año un grupo de chicos
interprete una obra en una importante sala de Nápoles. «Últimamente
hemos representado 'Sueño de una noche de verano', de Shakespeare.
Les han servido para hablar del amor, de cómo contener los
impulsos o de la importancia de preocuparte por tu ciudad.
Gracias al arte llegas a sitios a los que no alcanzan las
palabras. Logramos que hablen de ellos mismos sin darse cuenta».
Lucia Affinita, una chica de 14 años que vive
en Ponticelli, un barrio conflictivo de la periferia de Nápoles,
es la viva imagen del éxito que tiene el taller de teatro,
aunque Laieta reconoce que también cosechan derrotas. «Yo
quiero ser actriz», dice Affinita con una madurez sorprendente
para su edad. «Gracias a los talleres de la asociación he
ganado seguridad en mí misma. Al vivir en un barrio difícil
todos piensan que eres un criminal, pero he aprendido que
cada uno puede ser lo que quiera. Hay algo bueno en cada persona
y sólo hay que ayudar a que salga hacia afuera».

Napoles y su caótica belleza.
Su optimismo y jovialidad de adolescente no
le hacen olvidarse de los riesgos que supone vivir en algunos
barrios de Nápoles. «Hay momentos en que sales de casa y no
sabes si vas a volver. Mi hermano era muy amigo de Ciro Colonna
y su muerte nos conmocionó mucho a todos», ilustra Lucia,
haciendo referencia al joven de 19 años asesinado en la lucha
entre los clanes del barrio Sanitá. «Nos encontramos frente
a una degradación en el tipo de crimen. Se ejerce una violencia
casi terrorista, no sólo para conseguir riqueza o poder, sino
también sólo por el hecho de dar miedo», cuenta Cesare Moreno,
fundador de 'Maestri di Strada', para explicar la eclosión
de las 'baby gang'.
«No son verdaderos grupos, hay una fluidez organizativa
que las hace mucho más peligrosos. Estos chicos se creen los
más poderosos, practican una violencia incontrolable. Como
sienten dentro de ellos que no son nadie, creen que pueden
hacer de todo. Cuando les preguntas el motivo de comportarse
así te responden '¿y por qué no?'». Moreno pone un par de
ejemplos de esta actitud. El más reciente es el acuchillamiento
del hijo adolescente de una compañera por parte de un grupo
de chavales sin motivo alguno. «Ni siquiera le robaron el
móvil». El otro ejemplo son las incursiones que hacen por
las calles de algunos barrios de Nápoles bandas de chicos
montados en moto disparando al aire. «Lo hacen para asustar
a la gente, conseguir que se tiren al suelo y afirmar su poder».
Es una muestra más de la degradación cultural y criminal de
la que habla el fundador de 'Maestri di Strada'.
La Camorra es una organización criminal mafiosa
de la región de Campania, cuyos grupos más influyentes se
encuentran en las ciudades de Nápoles y Casal di Principe
(en la provincia de Caserta). En comparación con las mafias
vecinas, la Sacra corona unita y la 'Ndrangheta, además del
tráfico de drogas, la Camorra se centra más en la contratación
pública y la piratería. Tiene enlaces en varios países y regiones
del mundo, incluyendo España, Estados Unidos, Reino Unido,
América Latina, Alemania, Holanda y Marruecos, entre otros.
Las investigaciones policiales han demostrado que la Camorra
generalmente mantiene buenas relaciones con otros grupos criminales
italianos prominentes ('Ndrangheta, Mafia siciliana, Mafia
romana y Sacra Corona Unita), y también con grupos criminales
chinos, nigerianos y albaneses. Según Fortune, la Camorra
es el tercer grupo de crimen organizado más grande del mundo,
con un ingreso estimado de 5 mil millones de dólares por año.
A diferencia de otros clanes como la mafia siciliana, la estructura
de la Camorra es más horizontal que vertical, dado que no
hay un líder comúnmente reconocido. Por lo tanto, esto da
lugar a numerosos enfrentamientos armados entre pandillas
rivales para el control de tráficos y áreas.

Camorristi (camorristas) en Nápoles, en 1906.
La etimología del término «Camorra» es bastante
incierta y se presta a bastantes interpretaciones, pero la
más aceptada es la tesis de que «camorra» viene del antiguo
español «gamurri», que era el nombre con el que se individualizaba
a las bandas de malhechores que abundaban en las montañas
de España, y que llegaron a la península itálica alrededor
del 1300.
Varias son las hipótesis del origen del término,
todas ellas pueden encontrar una raíz en la española gamurri
(líder de una pandilla). Gamurra era una organización de mercenarios
pagados por Pisa que en el siglo XIII "guardaba el orden"
en Cerdeña. Por la indumentaria de tales mercenarios existía
una chaqueta corta típica del Renacimiento llamada precisamente
"gamurra". La palabra estaría relacionada con "morra" que
ha significado "agrupación de malhechores" entendida como
"frotta" (pandilla) y "rissa" (riña). En el año 1735 se observa
en un documento oficial del Reino de Nápoles que gamurra o
camurra era el nombre que ya se daba a la tasa que había que
pagar impositivamente en los lugares de juego de azar por
el riesgo de riñas. La palabra "ca murra" esto es: "capo della
murra" (jefe de la murra), en la Nápoles setecentesca era
el nombre de "guappo" (capo, cabecilla, jefe) de barrio que
resolvía las disputas entre los jugadores de la murra (típico
juego callejero), en todo caso esta etimología, como las otras,
también parece remontarse a la del gamurri español medieval.
Por extensión, el término camorrista ha pasado
a ser sinónimo de matón o de pendenciero, de quimerista, y
es así que en español "camorra" significa riña, pendencia.
Hay varias segunda hipótesis sobre el origen
de la Camorra. Según una teoría, la sociedad secreta que posteriormente
llevó al nacimiento de la organización criminal apareció bajo
el nombre de Gamurra en la ciudad de Cagliari, en Cerdeña,
en el XIII, para luego extenderse a Nápoles. Sin embargo,
la hipótesis más acreditada coloca el surgimiento de la organización
en Campania alrededor del siglo XVI o XVII. Se especula con
la posibilidad de que su formación se debiera a la falta de
interés de la monarquía borbónica en la creación de un estado,
dejando la administración de justicia y de seguridad interna
en manos de caciques locales y matones. El origen español
de la palabra camorra (bronca, jaleo, lío) y el apelativo
de guappo que reciben ciertos personajes dedicados al proxenetismo
y los juegos de azar dan argumentos a los defensores de esta
teoría.
Contrariamente a la Mafia siciliana, la Camorra
ha estado (salvo casos esporádicos) alejada de la política
y las fuerzas armadas; solo con Fernando IV y Francisco II
de las Dos Sicilias tuvo una tímida tentativa de colaborar,
pero a la larga no reportó beneficios para ninguna de las
dos partes. Aunque el término se ha utilizado para denominar
al hampa en cuanto crimen organizado que se desarrolló en
Nápoles durante el siglo XIX y conocido como la Bella Società
Riformata ("Bella Sociedad Reformada"), frecuentemente se
tiende a suponer a la Camorra como una asociación ilícita
o una organización criminal similar a la cúpula de la Cosa
Nostra o a otras asociaciones delictivas de similar aspecto,
en lo concreto la estructura de la Camorra es mucho más compleja
y fragmentaria en cuanto está compuesta de muchas "familias"
diversas entre ellas en influencia territorial, estructura
organizativa, poder financiero y modus operandi. Debido a
esta falta relativa de jerarquía en los escalafones más altos,
son comunes los enfrentamientos entre los 182 clanes que se
estima delinquen en la provincia. Por otra parte, las alianzas
entre estas organizaciones, pueden ser desde simples acuerdos
de no beligerancia o no competencia entre los numerosos clanes
operantes sobre determinado territorio, "pactos" que suelen
ser frágiles y pueden desembocar en verdaderas "faide" o "guerras
de Camorra", con atentados y homicidios.
Sus miembros, llamados camorristi, se relacionaron
con actividades de contrabando, chantaje, soborno, robo y
asesinato. Saquearon y aterrorizaron al país italiano durante
muchos años. Tras siglos de evolución, saltaron a la luz pública
hacia 1830. La Camorra prosperó durante los desórdenes que
se produjeron en Italia en la lucha por la unificación. La
organización se habría aliado convenientemente con las fuerzas
del nacionalismo italiano contra el poder de los Borbones
del país. En el periodo que siguió a la unificación de Italia
(1870), se llevó a cabo un breve e infructuoso intento de
emplear a los camorristi en el cuerpo de policía. La Camorra
continuó sembrando el temor por la nación y prácticamente
gobernaban la ciudad de Nápoles a comienzos del siglo XX.
Su poder se debilitó enormemente cuando sus
miembros fueron acusados de asesinato y llevados a juicio
en 1911. Esta asociación fue eliminada en 1922 por el gobierno
fascista de Benito Mussolini. No obstante, bandas criminales
similares a la Camorra siguieron operando en Nápoles y, en
los años 1970 y 1990, se sucedieron los intentos de jerarquizar
la Camorra, al estilo de la Cosa Nostra. Su impulsor, Raffaele
Cutolo, fundó entonces la Nuova Camorra Organizzata, a la
que se enfrentaron otras familias, hostiles a la pérdida de
autonomía, que se encuadraron en la Nuova Famiglia. La guerra
entre ambas llegó a dejar 264 muertos en 1982, muchos de ellos
inocentes. El enfrentamiento terminó con la victoria de NF,
disuelta al poco tiempo: desde 1984, las confesiones de algunos
jefes camorristas «arrepentidos» han llevado a la desarticulación
de parte de la infraestructura que habían vuelto a desarrollar
desde los años 60. Otro intento de centralización se dio en
el 1992, pero tampoco tuvo éxito debido a la falta de interés
que los clanes muestran en ceder parte de su poder.
A comienzos del siglo XXI, la Camorra se caracteriza
por su elevada fragmentación, lo que lleva a numerosos enfrentamientos
entre las familias por la sucesión en sus mandos y la conquista
de áreas de influencia. 2004 fue el año más virulento con
139 muertos en la "guerra de Scampia", barrio que en ese entonces
se consideraba como el hipermercado de la droga más importante
de Europa (triste récord que actualmente le pertenece al barrio
Rogoredo de Milán).

Scampia: tres guerras y 100 funerales.
El ayuntamiento de Nápoles planeaba en 2016
recalificar algunas de las zonas más degradadas del barrio
de Secondigliano, por lo que los edificios en forma de vela
que se hicieron famosos en la obra de Roberto Saviano tenian
los días contados.
Nacieron en 1962 como una utopía residencial,
con la idea de promover una convivencia popular y solidaria.
Sin embargo, el barrio Vele de Scampia se convirtió
en algo diametralmente opuesto a la utopía: lo que había sido
proyectado como una zona de concordia para el esparcimiento
vecinal, como una sucesión de distritos distinguidos por sus
plazas en forma de vela, se convirtió en la capital
del tráfico de drogas y en el símbolo de la decadencia urbanística
y social de los suburbios de Nápoles.
La periferia del norte de Nápoles fue construida
por el arquitecto Franz di Salvo, quien imaginó unas grandes
estructuras triangulares como escenarios del hermanamiento
y la convivencia. Sin embargo, la utopía de Di Salvo no pasará
a la posteridad como modelo de convivencia sostenible, tanto
como el escenario apocalíptico de la novela Gomorra, del escritor
y periodista Roberto Saviano.
La disección de la Camorra y de sus luchas violentas
se convirtió no solo en un best seller mundial sino también
en una película y una serie de televisión igualmente exitosas,
que tomaron las imágenes de las plazas construidas por Di
Salvo como las banderas de los barrios más abandonados y peligrosos
del sur de Italia.
El alcalde de Nápoles, Luigi de Magistris, que
fue reelegido en junio del año anterior, había prometido que
su primer acto como alcalde reelegido consistiría en la demolición
de las renqueantes velas que siguen surcando el perfil de
Secondigliano.
A primera vista, Scampia parece hoy un barrio
más de la periferia de cualquier ciudad italiana grande. Con
desempleo, problemas sociales, urbanismo desastroso y desesperante
abandono por parte de las instituciones. Pero ya no da miedo.
La Camorra sigue existiendo, aunque ya no tiene aquí su santuario.
En su camino para intentar convertirse en un lugar medio normal,
este suburbio de la zona norte de Nápoles donde viven más
de 60.000 personas va incluso a deshacerse del mayor símbolo
de su degradación: Las Velas, los cuatro monstruos arquitectónicos
con su emblemática forma escalonada. El alcalde, Luigi de
Magistris, dice que antes del verano comenzará la demolición
de tres de los edificios, mientras que el cuarto, el más grande,
será rehabilitado y albergará oficinas municipales. Será la
guinda de un proyecto de recuperación de esta zona marginal
dotado con quince millones de euros en la primera fase y con
cuarenta en la segunda.
La extensión de la Camorra napolitana fue Al
Capone en Estados Unidos, sin embargo, la única relación que
tenía con la mafia era su condición de italo-estadounidense,
ya que la Camorra no opera como una organización piramidal
y respetuosa a las jerarquías dentro de las familias entre
sí. La Camorra, como todas las otras mafias, suele tener negocios
ilegales (más o menos el 80% del total de sus negocios: tráfico
de drogas, prostitución, extorsión a cambio de dinero, etc.)
pero también legales (como serían casinos, por ejemplo).
Con el término camorra a veces se indica a un
tipo de mentalidad que hace de la prepotencia y de la omertà
(pacto de encubrimiento, de "silencio") difusa uno de sus
principales puntos de fuerza. El límite entre la pertenencia
a un clan o una banda delicitiva camorrista o camorrera es
el de vivir en una mentalidad camorrística difusa; en algunos
ámbitos una división neta entre lo delictivo y lo legal puede
entonces ser difícilmente relevable.
Según el periodista Roberto Saviano, España,
después de Italia, es el país más entrelazado con la Camorra.
Es donde los clanes de la Camorra establecieron sus negocios
masivos que giran en torno al narcotráfico y el lavado de
dinero en bienes raíces.
La Camorra ha estado en España desde la década
de 1980. El clan más poderoso que actúa en el país es el clan
Polverino debido a la cantidad de personas que han instalado
y al potencial de su estructura. Tienen influencia en las
ciudades de Alicante, Tarragona, Málaga y Cádiz.
Según un mapeo de las autoridades españolas,
en Madrid están presentes el clan Gionta, la Alianza Secondigliano
y el clan Caiazzo. En Marbella, Fuengirola, Zaragoza y Ceuta,
están presentes el clan Mazzarella y los 'Scissionisti di
Secondigliano'. En Barcelona, los clanes Licciardi, Friziero
y Contini y en Málaga, el clan Zazo.
Según un documental de la televisión española
de 2019, Barcelona es el centro neurálgico de la organización
fuera de Italia, exponiendo el interminable negocio de la
Camorra en Cataluña, desde el tráfico masivo de drogas hasta
el lavado de grandes cantidades de dinero en restaurantes,
clubes y hoteles de la región. El documental también presenta
una entrevista con Maurizio Prestieri, ex miembro del clan
Di Lauro arrestado en Marbella en 2003 y ahora colaborador
con la Policía como confidente, que explicó por qué España
es el lugar preferido por la Camorra para lavar dinero, traficar
y refugiarse.
La Garduña supuestamente fue una sociedad secreta
criminal que habría operado en España y sus colonias desde
mediados del siglo XV hasta el siglo XIX. Sin embargo, las
fuentes que hablan de ella son muy discutidas y la misma existencia
de la sociedad es cuestionada por varios historiadores modernos.
Se ha sugerido incluso que la Garduña fue el
origen de muchas sociedades criminales posteriores, como la
Camorra napolitana, basándose en el hecho de que nació en
una época en que Nápoles y sus territorios pertenecían a la
Corona Española.
Toma su nombre del animal depredador nocturno
de excelente vista, oído y olfato, la garduña (martes foina).
Habría nacido en el contexto de las germanías o fraternidades
criminales, desarrollando un poder, extensión y complejidad
organizativa comparables a los de las grandes mafias modernas.
La Garduña es descrita como una sociedad impregnada
de secretismo y esoterismo, con juramentos, ritos de inicio.
La Garduña se habría fundado en Toledo hacia 1412, a partir
de diversas bandas incontroladas que extorsionaban, asaltaban
y robaban las casas de musulmanes y los judíos, excusándose
en colaborar con la Inquisición. Según la leyenda, a un ermitaño
llamado Apolinario (posteriormente fue canonizado) se le apareció
la Virgen, explicándole que los musulmanes se habían asentado
en España como castigo divino a dejar de atender las obligaciones
cristianas. Así la Virgen le pidió al ermitaño que reuniera
en su nombre a personas que se dejasen guiar por la Biblia
con el objetivo de defender el catolicismo. Después se habría
desarrollado mucho en Sevilla, hacia donde iban a parar las
perlas, gemas, esmeraldas, oro y plata de la recién conquistada
América, con el consiguiente auge de la industria de lujo,
la banca y la criminalidad asociada a la riqueza. El personaje
de Monipodio en la novela ejemplar de Cervantes Rinconete
y Cortadillo estaría, pues, inspirado en un personaje real,
al cual tuvo la oportunidad de conocer; no en vano Cervantes
estuvo en la cárcel dos veces.
La Garduña copió su estructura de la de una
cofradía religiosa, por lo cual se consideraba una hermandad,
en cierta manera simétricamente opuesta a la Santa Hermandad.
La cúpula estaba formada por un directorio secreto de altos
protectores, a los cuales sólo tendría acceso el Hermano Mayor
o Gran Maestre, un personaje de alta condición social que
maneja los hilos y tiene a sus órdenes diversos capataces
(uno por cada ciudad). Cada capataz dirige a dos tipos distintos
de malhechores: los punteadores (principalmente asesinos o
matones) y los floreadores (principalmente ladrones). Por
debajo de cada uno de estos punteadores o floreadores están
los postulantes, que los ayudan, recaudan las contribuciones
y esperan alcanzar la posición de punteador o floreador. Y,
por último, están los fuelles o aprendices, de los cuales
hay diversos tipos: soplones, chivatos, coberteras y sirenas.
Los soplones suelen ser mendigos o ancianos que, a manera
de ojeadores, pueden vigilar o entrar en las casas prevalecidos
de su venerable condición y así saber si merece robarse o
qué y en qué condiciones. Los chivatos suelen ser personas
infiltradas. Los coberteras son peristas que venden mercancía
robada, y las sirenas son las prostitutas, que también suelen
ser fuentes de información para los delincuentes. Los miembros
de la sociedad secreta se reconocían por tener tres puntos
tatuados en la palma de la mano.

Roberto Saviano es un periodista, escritor
y ensayista italiano. En sus escritos y artículos utiliza
el reportaje y la literatura para contar la realidad
económica, territorial y de empresa de la Camorra en
Italia y del crimen organizado en general.
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La Garduña operaría con casi total impunidad:
entre sus afiliados y colaboradores habría contado con gobernadores,
jueces, alcaldes y hasta directores de prisión. Se habría
disimulado como una orden religiosa, arrogándose el derecho
divino a robar y asesinar. Como sociedad esotérica no tendría
al parecer documentos escritos ni estatutos, comunicándose
las normas a través de la iniciación y las posteriores elevaciones
de grado, y la traición a dichas normas no escritas se pagaría
con la vida. Se afirma que algunos miembros de la hermandad
fueron ajusticiados por actuar sin la previa autorización
de sus maestros. Existe la leyenda, divulgada por algunos
cantos de mala vida y ritos de la mafia calabresa, de que
las distintas mafias italianas fueron creadas por tres caballeros
españoles —Osso, Mastrosso y Carcagnosso— de la Garduña que,
en el siglo XV, huyeron de Toledo tras vengar con sangre el
honor ultrajado de una hermana. Los tres caballeros se refugiaron
en la isla mediterránea de Favignana, cerca de Sicilia, y
allí permanecieron 29 años, 11 meses y 29 días, tiempo en
que calcaron las reglas sociales y el código de la Garduña
en el que rige la Mafia. Posteriormente, al separarse, cada
uno llevó estas normas a tres lugares distintos: Osso las
difundió en Sicilia (creando La Cosa Nostra), Mastrosso las
dio a conocer en Calabria (territorio de la 'Ndrangheta) y
Carcagnosso las divulgó por Campania (dando origen a la Camorra).
Si bien la sociedad carecería de documentos
escritos, la vanidad de sus últimos Hermanos Mayores les habría
llevado a escribir el llamado Libro Mayor narrando sus actividades
en tono heroico. El libro habría sido descubierto en 1821
en la casa del Hermano Mayor, Francisco Cortina, al ser éste
arrestado bajo acusación de asesinato por el oficial de cazadores
Manuel de Cuendías. Sin embargo, un incendio en la Audiencia
de Sevilla en 1918 acabó con este libro y todas las pruebas
que allí se almacenaban. Como consecuencia de este hallazgo
habrían sido juzgados y ejecutados en la plaza Mayor de Sevilla,
el 25 de noviembre de 1822 el Hermano Mayor, sus lugartenientes
y otros garduñistas reconocidos. La suerte posterior de esta
presunta sociedad secreta sería un misterio, insinuándose
un reciclaje o al menos una influencia en grupos como la Camorra,
la Cosa nostra o la piratería caribeña.
Actualmente existe un debate abierto sobre si
la Garduña fue una sociedad real o una mera fantasía. La gran
duración, influencia e impunidad que se le achaca hace difícil
creer que realmente pudiera pasar por la historia sin dejar
más restos y menciones. Otras organizaciones de similar duración,
como la masonería, las tríadas chinas o la Camorra italiana
las tienen en abundancia. Aunque algunas novelas del Siglo
de Oro, en especial novelas picarescas (como Rinconete y Cortadillo
de Cervantes o El Buscón de Quevedo) hacen referencia a sociedades
de malhechores, éstas no parecen ser grupos de ámbito nacional,
sino que su influencia se halla limitada a una única ciudad.
Por otra parte, y aunque algunas fuentes remiten al archivo
de Toledo o a los juicios de Sevilla, nunca se menciona en
ellas referencias a documentos determinados y rastreables
dentro de dichos archivos. León Arsenal e Hipólito Sanchiz,
en su libro Una historia de las sociedades secretas españolas,
afirman que todas las fuentes sobre la existencia e historia
de la Garduña tienen su base en Misterios de la inquisición
española y otras sociedades secretas de España, libro firmado
por Víctor de Fereal (que podría ser un pseudónimo de la francesa
madame de Suberwick). Este libro lleva notas de Manuel de
Cuendías (que sería el mismo oficial responsable del arresto
del último Hermano Mayor). Dicho texto estaría escrito de
forma novelada y no sería una fuente fiable sino un texto
de propaganda anticlerical. Ambos autores también produjeron
textos románticos sobre España en el estilo de la Carmen de
Prosper Mérimée y diversos panfletos anticlericales. Madame
de Suberwick sería asimismo un pseudónimo de una escritora
francesa desconocida, mientras que Manuel de Cuendías parece
haber sido un liberal exaltado que también produjo en 1858
un proyecto de constitución progresista para España. La falta
de otras referencias y la escasa fiabilidad que adjudican
a la fundamental llevan a Arsenal y Sanchiz a dudar de la
existencia de La Garduña.
Roberto Saviano presentaba a finales de 2917 en Madrid
su último libro, donde narra cómo jefes menores de 20
años han sacudido la mafia napolitana.
Un hombre italiano tiene una esperanza media de vida
de 80,1 años. Cuando Emanuele Sibillo cumplió 18, por
tanto, podía mirar al futuro con cierta confianza. Quedaba,
todavía, una infinidad. Llegaba, además, el día en que
se hacía mayor de edad. De ahí que el capo camorrista
animara a los seguidores de su cuenta de Facebook a
festejar: “¡Celebradme mucho!”. Parecía entusiasta,
como cualquier joven ante su 18º cumpleaños. La diferencia,
sin embargo, venía poco después. Porque el mensaje de
Sibillo continuaba: “A los 21 no creo ni que llegue”.
En efecto: el 2 de julio de 2015 un francotirador le
disparaba en la espalda y cumplía su profecía. Apenas
le había dado tiempo a llegar a los 19.
“Su tiempo corre mucho más rápido”, explicaba Roberto
Saviano. Se referia a los pequeños líderes que sacudieron
a la mafia napolitana, desafiando a los antiguos clanes.
A ellos el escritor dedicó su última novela,
La banda de los niños, que Anagrama editó en
España y que el autor presentó en el Instituto Italiano
de Cultura de Madrid, entrevistado ante el numeroso
público por la periodista Ana Pastor. “Cuando me reúno
con algunos de ellos, lo primero que destacan es mi
edad: ‘¿38 años? Eres un viejo. Entonces no has hecho
nada; si no, ya estarías muerto”, insistió el escritor.
Aunque algo Saviano sí hizo. En 2006 el italiano relató
en Gomorra lo que había visto y oído dentro de la Camorra,
con nombres y apellidos. Los capos pusieron un precio
a su cabeza y, aunque no le mataran, sí le arrebataron
la vida.
Desde entonces, el autor vive escoltado, cambia de
casa cada pocos días y también ha modificado su estilo.
Antes, se servía de su olfato y de pisar la calle. Su
existencia en cuarentena ya le privó de aquello, pero
a cambio le proporcionó un amplio acceso a policías,
archivos, investigaciones, jueces, presos, arrepentidos
y pinchazos telefónicos.
De ahí sale la base real que inspira La banda de los
niños. Para Pastor, el libro es una mezcla de Gay Talese,
Patria, de Fernando Aramburu y Fariña, de Nacho Carretero.
Para promoverlo, Saviano volvió a España a cinco años
de su última visita. Y relató que los nuevos cachorros
de la Camorra llegan al mundo con prisa, y así se marchan.
“A los 15 aprenden a disparar. A los 20 son asesinos
profesionales. Los 30 ni los alcanzan”, lo resume el
cartel de Robinú, un documental del periodista italiano
Michele Santoro sobre el mismo asunto, disponible en
Filmin.
Sibillo, por ejemplo, ya era padre de un niño de un
año y medio cuando falleció. Otro venía de camino, aunque
el joven nunca lo conoció. Sin miedo a la muerte, los
niños criminales tampoco temen a los capos tradicionales.
Más bien, lo contrario. Con el vacío de poder creado
tras la caída del clan Giuliano, en los noventa, llegó
su momento. Y su órdago. Todo o nada, ahora o nunca.
Decenas de chicos de entre 10 y 20 años rechazaron
la autoridad de los viejos pilares de la Camorra, los
acusaron de haber perdido de vista los valores y la
defensa de sus barrios, e impusieron una nueva ley.
“Los bambini han marcado una transformación en el poder.
Controlan zonas enteras de Nápoles. Y lo gestionan todo:
la venta de la cocaína, su calidad, la corrupción de
la policía, los centinelas. Está bajando la edad necesaria
para mandar ”, explicó Saviano. Para definirles, el
napolitano emplea una palabra española: paranza. En
castellano ya no se usa, aunque indicaba los barcos
que salían a pescar por la noche. La paranza dei bambini
también echa sus redes cuando todos duermen. “Pero salen
a matar a seres humanos”, relató el escritor.
El propio Sibillo por ejemplo disparó en plena cara
a otro muchacho, culpable de mirar al boss a los ojos
y hasta poner en duda su autoridad. Luego, junto con
su clan, salió del bar y se fue a beber a otro local,
tal y como contó Saviano. Como si nada. “En Nápoles,
en Europa”, destacó varias veces el escritor. El inmovilismo
de Italia contribuye a encerrarlos en un callejón sin
salida, según Saviano. El sendero legal les suena a
sudor y sueldos deprimentes. La Camorra, en cambio,
ofrece dinero inmediato, poder y respeto. Que el reloj
de arena empiece a correr rapidísimo es lo de menos.
Algunos hasta proceden de clases medio-altas, y piden
a la carrera mafiosa cumplir las promesas que su vida
burgués no mantuvo. “Si entras en una paranza, pasas
siempre por delante de los demás y tienes una mesa reservada
en cualquier sitio”, agregó Saviano. “Nunca conocieron
la inocencia. Creen que el mundo es un lugar repugnante.
Son soldados de una guerra que no estamos contando”,
añadió.
Tanto que el libro reparte su mundo en dos categorías:
“jodidos y jodidores”. Sobra aclarar a cuál quieren
pertenecer los bambini. Para ello, están dispuestos
a todo. Se guían por ejemplos como El precio del poder,
Pablo Escobar, la serie Gomorra (de la que Saviano es
coguionista, inspirada en su libro) o “Dan Bilzerian,
un tipo que ha perdió 100 millones de euros al
póquer, está siempre de vacaciones y dice que odia trabajar”.
No sorprende que la mayoría de los personajes reales
en los que se inspiran los personajes de Saviano ya
hayan fallecido o estén en la cárcel. “Repiten a menudo
una frase: ‘Si mueres a los 90, centenario. Si mueres
a los 20, legendario”.
Por eso consideran a Sibillo todo un mito. Hasta le
sobró un año.
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