El parlamento de Hong Kong aprobó este martes
una nueva ley de seguridad tan estricta como polémica. Las
autoridades de la región administrativa especial china, afines
al gobierno central de Pekín, la consideran necesaria para
garantizar la estabilidad, pero voces críticas temen que erosione
aún más las libertades civiles. El Artículo 23 recoge nuevos
delitos como la interferencia externa y la insurrección, con
penas hasta de cadena perpetua. Y, en la práctica, amplía
la controvertida Ley de Seguridad Nacional que ya había impuesto
China y está vigente desde 2020, donde se tipifican como delitos
la secesión, la subversión, el terrorismo y la colusión con
fuerzas extranjeras.
El jefe ejecutivo de Hong Kong, John Lee, especificó
que el Artículo 23 es necesario para protegerse contra "potenciales
sabotajes y corrientes subterráneas que intentan crear problemas",
en particular "las ideas de un Hong Kong independiente".
El viceprimer ministro de China, Ding Xuexiang,
dijo anteriormente que la rápida promulgación de la nueva
legislación protegerá los "intereses nacionales fundamentales"
y permitirá a Hong Kong centrarse en el desarrollo económico.
Decenas de personas han sido arrestadas en virtud de la ya
existente Ley de Seguridad Nacional desde su aprobación hace
cuatro años, creando un clima de miedo según sus críticos.
Según la directora de Amnistía Internacional para China, Sarah
Brooks, la nueva ley "asestó otro devastador golpe a los derechos
humanos en la ciudad", mientras Maya Wang, directora en funciones
para China de Human Rights Watch, cree que conducirá a Hong
Kong a “una nueva era de autoritarismo". "Ahora incluso poseer
un libro crítico con el gobierno chino puede violar la seguridad
nacional y conllevar años de prisión en Hong Kong", afirmó.
El proyecto de ley se aprobó en el parlamento
hongkonés sin apenas oposición este martes 19 de marzo, tras
una consulta de un mes de duración. La cámara aceleró la fase
final de la aprobación del Artículo 23, que se tramitó en
el tiempo récord de dos semanas.
Decenas de miles de personas en Hong Kong marcharon
en contra de un plan para permitir las extradiciones a China
continental el 9 de junio de 2019.
El jefe ejecutivo -la máxima autoridad regional
de Hong Kong- anunció que lo ratificará el 23 de marzo para
su entrada en vigor como ley. Bajo el principio de "un país,
dos sistemas", en teoría el estatus político de Hong Kong
concede a este territorio cierto grado de autonomía política
y judicial. Sin embargo, en la práctica, este sistema está
fuertemente intervenido por Pekín, que controla el proceso
de selección del jefe ejecutivo, asegurándose de que éste
se alinee con los intereses del gobierno central. En cuanto
al parlamento, China minimizó la proporción de escaños de
elección directa, limitando la representación democrática.
Estas medidas, junto con la intervención en asuntos legales
y educativos, han provocado protestas en los últimos años
de ciudadanos que acusan a Pekín de no respetar la promesa
de autonomía a Hong Kong.
Aprobar este proyecto de ley está en la agenda
de las autoridades pro-Pekín desde hace más de dos décadas.
Un primer intento en 2003 fracasó después de que los hongkoneses
protagonizaran protestas masivas. Medio millón de ciudadanos
salieron a las calles y se enviaron más de 90.000 alegatos
al texto durante un período de consulta de tres meses, lo
que obligó a las autoridades a dar marcha atrás.
La policía arresta a un joven universitario
durante las masivas protestas pro-democracia de 2019.
La administración dirigida entonces por Tung
Chee-Hwa retiró la propuesta y dimitió su ministra de seguridad.
El gobierno asegura que ahora, en 2024, la promulgación del
Artículo 23 tiene un apoyo del 99% según una reciente consulta
pública, cifra que expertos ponen en duda. También argumenta
que la vigente Ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín
en 2020 ha restaurado la estabilidad en la ciudad tras las
protestas generalizadas en favor de la democracia de 2019.
Al menos 260 personas han sido arrestadas hasta la fecha bajo
esta ley, que según sus críticos limita la autonomía de Hong
Kong.
La versión de 2024 del Artículo 23 autoriza
los juicios a puerta cerrada y le otorga a la policía el derecho
a detener a los sospechosos hasta durante 16 días sin cargos.
El gobernador también tendrá autoridad para prohibir a organizaciones
y empresas operar en Hong Kong si "trabajan para fuerzas extranjeras".
El proyecto de ley expande así la Ley de Seguridad Nacional,
que ya criminaliza la secesión, la subversión, el terrorismo
y la colusión con fuerzas extranjeras.
El gobernador John Lee (al frente) aplaude tras
la aprobación del Artículo 23.
Estos son algunos de los delitos que contempla:
Robo de secretos de Estado y espionaje: su amplia
definición de "secretos de Estado" incluye "decisiones políticas
importantes", "desarrollo económico o social" y los "asuntos
externos" de Hong Kong, entre otras cosas. La redacción es
casi idéntica a la de la ley de Secretos de Estado de China,
que Pekín está buscando ampliar. Sabotaje que amenaza a la
seguridad nacional: este nuevo delito apunta a las personas
que ponen en peligro la seguridad nacional, ya sea intencionalmente
o por “imprudencia”, e incluye acciones online. Injerencia
externa: otra figura nueva que se refiere a actos de colaboración
con "fuerzas externas" para influir o interferir con las autoridades
nacionales y locales, como recibir apoyo o dirección financiera
de gobiernos extranjeros, organizaciones políticas o individuos.
Insurrección: implica ayudar a una fuerza armada, o la organización
a la que esta pertenece, en un conflicto armado contra China.
Las autoridades han señalado repetidamente los disturbios
en las protestas prodemocráticas de 2019 como motivos para
establecer este nuevo delito. Traición: el nuevo proyecto
de ley expande la figura de "traición" a quien tenga conocimiento
de un supuesto acto de este tipo, pero no lo reporte a las
autoridades.
Los declarados culpables de traición, insurrección,
incitación a motín a un miembro del ejército chino o colusión
con una fuerza externa para dañar o debilitar la infraestructura
pública podrán ser condenados a cadena perpetua.
Los hongkoneses salieron en masa a las calles
en 2003 y el gobierno acabó dando marcha atrás al Artículo
23.
Las autoridades de Hong Kong argumentan que
la mayoría de los delitos descritos en el Artículo 23 se recogen
en leyes similares en países occidentales. Los críticos, por
su parte, alegan que la nueva ley dará a las autoridades otra
herramienta más para reprimir a los disidentes y cercenar
las libertades prometidas a la excolonia británica cuando
Reino Unido la devolvió a China en 1997. El Artículo 23 "llevará
la represión al siguiente nivel", declaró la directora de
Amnistía Internacional para China, Sarah Brooks. "La rápida
progresión de la legislación bajo el Artículo 23 muestra el
entusiasmo del gobierno por desmantelar aún más la protección
de los derechos humanos e incumplir sus obligaciones internacionales",
afirmó.
La policía reprimió con dureza a los manifestantes
en 2019.
Para Eric Lai, investigador del Centro de Derecho
Asiático de Georgetown, la motivación política es "más importante
que cualquier necesidad práctica" en este proyecto de ley.
"La actual ley de seguridad nacional impuesta por Pekín ya
silenció la disidencia y las voces de la sociedad civil. Hong
Kong tampoco ha visto manifestaciones a gran escala en los
últimos tres años y medio", le explicó al Servicio Chino de
la BBC. Lai también puso en duda que se haya respetado el
debido proceso al exigir a los legisladores que examinaran
y sacaran adelante un proyecto de ley con tanta rapidez. "El
modo en que las autoridades han intentado acelerar las consultas
y la legislación sugiere que el ejercicio de consulta se llevó
a cabo por pura formalidad", indicó. La exlegisladora Emily
Lau identificó la nueva ley como "parte de la política de
Pekín hacia Hong Kong". "El gobierno central [de China] realmente
no necesita ser tan duro con Hong Kong. Somos una ciudad pequeña,
¿quiénes somos para poner en peligro la seguridad nacional?",
alegó. Lau, exlíder del Partido Demócrata de Hong Kong, recordó
que el anterior intento de legislar el Artículo 23 hace dos
décadas generó discusiones y debates que fueron "permitidos
por el gobierno". Esta vez, sentenció, “el ambiente es totalmente
diferente. El Hong Kong de entonces y el de ahora son como
dos mundos distintos".
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