Día tras día los colombianos salen
a las calles desde que comenzó el paro nacional el pasado
28 de abril. Pese a que la reforma tributaria que originó
las protestas ya fue retirada, de fondo hay un descontento
generalizado. Piden que haya cambios estructurales en la Policía
ante el aumento de la violencia, se resisten a una reforma
a la salud, quieren que se cumpla el acuerdo de paz que se
firmó en 2016 -especialmente en lo que respecta a la protección
de líderes sociales y de excombatientes- y rechazan la desigualdad
y el aumento de la pobreza.
Grupos nutridos de manifestantes vestidos de
blanco se movilizan este domingo contra las protestas y cierres
viales en Colombia que desataron una severa crisis que deja
casi 60 muertos en choques entre policías y civiles armados.
En Bogotá, Medellín y otros puntos del país avanzan las manifestaciones
contra las protestas que desde hace un mes tienen contra las
cuerdas al presidente Iván Duque, quien debió recurrir a los
militares para tratar de recuperar el control de ciudades
como Cali y otras localidades del suroeste del país. Hombres
y mujeres de blanco caminan con pancartas que piden "paz"
o "no más bloqueos" de carreteras y entonando oraciones. "Nosotros
hoy salimos a marchar pacíficamente para pedir que termine
el paro y volvamos al trabajo (...), todo el cierre de vías
y bloqueos está afectando a la economía nacional y está generando
mayor pobreza", dijo a la AFP Bernardo Henao, abogado y ganadero
de 63 años. Un mes después del estallido social que desató
la idea ya descartada del gobierno de subir impuestos en plena
pandemia, el país luce fracturado, con una policía muy cuestionada
por el trato que le ha dado a los manifestantes y con brotes
de violencia por parte de civiles armados hasta con fusiles.
"Cuando el atentado es contra la vida, la gente tiene derecho
a defenderse (...) Hay que entender que las personas protegen
al país y se protegen a sí mismos", dijo Álvaro Aparicio,
empresario del sector financiero de unos 60 años.

Desde el 28 de abril, decenas de miles marchan
casi a diario contra los abusos policiales y la gestión del
gobierno de la emergencia económica que trajo el coronavirus,
mientras grupos menos numerosos se empezaron a movilizar en
las últimas semanas en rechazo a los primeros.
El gobierno, entretanto, mantiene negociaciones
con el frente más visible de la protesta, aunque no el único,
en busca de acuerdos que alivien la crisis. Este domingo las
partes retomaron sus conversaciones. Sindicatos, estudiantes
y otras organizaciones sociales, que forman el llamado Comité
del Paro, exigen una condena explícita de la violencia policial,
garantías para la protesta y un Estado más solidario con una
sociedad empobrecida por la pandemia, que el sábado volvió
a romper el récord diario de muertes y tiene al sistema de
salud al borde del colapso.
Como si se tratara de una olla bajo presión
por años, las desigualdades que los colombianos han soportado
por décadas le han estallado al Gobierno de Iván Duque. Bajo
su Administración, aumentaron varias de las inconformidades
y los manifestantes aseguran que no solo marchan para rechazar
el plan de reforma fiscal que propuso el Ejecutivo y que ya
retiró ante la presión social. “No se trata de derrotar una
sola ley”, dijo el psicólogo Benjamín Paba, de 53 años, durante
una marcha en Bogotá. Él, por ejemplo, también protesta por
una mejor educación y para exigir la continuidad del proceso
de paz con los miembros de la antigua guerrilla de las FARC
que dejaron las armas.
La reforma tributaria fue la última gota que
derramó el vaso de la paciencia de los colombianos. La iniciativa
de ley buscó un recaudo de alrededor de 6.302 millones de
dólares y, para lograrlo, pretendía aumentar los impuestos
para la clase media y baja. Esto incluía un incremento del
19% a los servicios públicos y a productos básicos de la canasta
familiar, justo en momentos en que los cierres para mitigar
la pandemia han aumentado el desempleo en más de un 3%, según
el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
En el segundo día del paro nacional, Duque anunció
que no retiraría la reforma. Al tercer día, se mostró dispuesto
a sustituir algunos de los puntos más polémicos, como el aumento
del IVA que también se iba a aplicar a los servicios funerarios.
Al quinto día de las protestas, el presidente retiró todo
el proyecto y, luego, renunció el ministro de Hacienda Alberto
Carrasquilla por ser el impulsor del criticado plan. Sin embargo,
Duque sostiene que se formulará uno nuevo. Esta vez,
a partir de “consensos” con los partidos políticos. El mandatario
insiste en que se necesita una reforma tributaria para llenar
los agujeros de las arcas públicas, que han aumentado por
la emergencia sanitaria, y garantizar la extensión de programas
sociales que creó para hacerle frente a la pandemia. Pero
no todos están de acuerdo con un nuevo proyecto. “Se retiró,
pero con el fin de reestructurarlo y la reestructuración puede
ser mucho más peligrosa que la que ya está”, aseguró la líder
indígena Aida Quilcué durante una movilización el pasado lunes.
¿Cómo quedaría entonces la reforma? Según el mandatario colombiano,
el texto inicial de su proyecto mantiene algunos puntos del
pasado como la sobretasa de renta temporal a empresas, prorrogar
el impuesto al patrimonio de forma temporal, incrementar el
impuesto a los dividendos transitoriamente, crear una sobretasa
de renta a personas de mayores ingresos y profundizar programas
de austeridad del Estado.

La cantidad de civiles muertos durante las protestas
varía dependiendo de quién haga el conteo. Mientras la estatal
Defensoría del Pueblo habla de 24 fallecidos -incluyendo un
policía-, la ONG local Temblores asegura que son 37 las víctimas
mortales. Algunos de ellos murieron a causa de disparos con
armas de fuego por parte de policías. Y oenegés nacionales
y organismos internacionales han advertido sobre hechos relacionados
con violaciones a los derechos humanos por parte de la fuerza
pública en el marco de las protestas. Del otro lado, también
han aumentado los actos violentos de algunos civiles. El 4
de mayo, incendiaron una estación de Policía en Bogotá cuando
había uniformados dentro. El Ministerio de Defensa asegura
que por lo menos 93 uniformados han sido heridos con armas
cortopunzantes. También ha habido saqueos a supermercados,
comercios destruidos y buses públicos incinerados en todo
el país durante las manifestaciones que, en su mayoría, han
sido pacíficas.
Con las recientes denuncias de abuso policial,
se reavivaron las voces que reclaman una reestructuración
de la fuerza pública. Este no es un reclamo nuevo, pues el
debate cogió fuerza en noviembre de 2019 cuando un policía
antidisturbios mató al joven Dilan Cruz y volvió a estar en
el centro de la discusión en septiembre de 2020, tras la muerte
de Javier Ordóñez bajo custodia policial. Los manifestantes
exigen una reforma que incluya el desmantelamiento del ESMAD,
el Escuadrón Móvil Antidisturbios. También piden que los uniformados
que cometan un crimen sean juzgados imparcialmente y que en
sus operativos traten a las personas como civiles y no como
subversivos. Y es que, a diferencia de otros países, en Colombia
la Policía forma parte del Ministerio de Defensa y es señalada
de tener un entrenamiento con un enfoque para luchar contra
el conflicto armado, concretamente contra las guerrillas.
Ahora, también estaría bajo la cuerda floja el ministro de
Defensa, Diego Molano, contra quien la oposición en el Congreso
radicó el martes una moción de censura, en medio de las denuncias
de abuso en el uso de la fuerza contra los manifestantes.
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La mejora de los servicios sanitarios es otro proyecto que
debate el Congreso y que es común escucharlo en las manifestaciones.
El Gobierno lo presentó con carácter de urgencia, y el Ministerio
de Salud asegura que la reforma “se centra en mejorar la calidad
y acceso de los servicios, promoviendo la equidad en un marco
de sostenibilidad”. Pero la oposición reclama que no fue consensuado
con la ciudadanía y que traería grandes desventajas. La propuesta
incluye la regionalización al sistema de salud que, según
sus ponentes, garantizaría que este servicio llegue a todos
los rincones del país. La reforma también estipula aumentar
estándares de calidad para que haya menos compañías con mejor
servicio. Aunque legisladores de la oposición advierten que
el proyecto le entregaría más poder a las aseguradoras y con
ello podrían consolidar su monopolio. Por ejemplo, el senador
opositor Jorge Enrique Robledo sostiene que el nuevo modelo
sería similar al que se maneja en Estados Unidos, por lo que
los usuarios deberían pagar sus aseguradoras como ya lo hacen
y, además, costear pólizas de seguro adicionales por patologías.
Robledo insiste que si el paciente no las tiene, no sería
atendido.
Aunque esta vez no ha sido un llamado protagonista en las
protestas, la situación de los antiguos guerrilleros
sí es uno de los motivos por los que muchos marchan. En 2016,
el Gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos firmó
un acuerdo de paz con la entonces guerrilla más antigua de
América Latina: las FARC, convertidas ahora en partido político.
Ahora, los desmovilizados y ciudadanos en general que respaldaron
el proceso piden que sean cumplidos los compromisos, especialmente
los puntos referentes a garantizar la vida y la seguridad
de quienes dejaron las armas. Hasta finales de abril, Comunes,
el movimiento político de la antigua guerrilla, informó que
269 firmantes del proceso de paz han sido asesinados. A esto
se suman las muertes de líderes sociales. El pasado 20 de
abril, el mecanismo de justicia transicional -llamado Jurisdicción
Especial para La Paz (JEP)- informó que al menos 904 ciudadanos
han sido asesinados desde 2016. La vida de esas personas “está
en altísimo riesgo por cuenta de las amenazas, homicidios,
desapariciones, secuestros, desplazamientos y otros ataques”
que han padecido desde la firma del pacto, indicó el organismo.
Garantizarles seguridad parece ser uno de los grandes puntos
de choque con el Gobierno que heredó el proceso de paz. Legisladores
del oficialismo afirman que algunos de los excombatientes
muertos perdieron la vida mientras delinquían, lo que para
muchos deja su seguridad a la deriva y la actual Administración
les incumple. En contraste, la JEP dice que el 92 % de los
desmovilizados asesinados sí comparecían ante la justicia
transicional. Por su parte, la Administración de Duque sostiene
que sí ha implementado lo que llaman “paz con legalidad”.

En marzo de 2020, justo antes de que comenzaran los confinamientos,
la tasa de desempleo en Colombia ya era alta con un 12,6%.
Para febrero de 2021, la cifra ascendió al 15,9 %, según el
DANE, entidad responsable de la planeación, levantamiento,
procesamiento, análisis y difusión de las estadísticas oficiales
de Colombia.
El director de la entidad oficial, Juan Daniel Oviedo, explicó
que durante un año de la pandemia, cerca de 468.000 personas
perdieron su trabajo y la cifra de desempleados llegó a los
3.437.000 en marzo de 2021. Además, el más reciente informe
del DANE asegura que un 40% de los colombianos ahora son pobres
y un 15% vive en la extrema pobreza. Ante este difícil panorama
y la presión social con la nueva ola de protestas, el presidente
convocó a una mesa nacional de diálogo, pero muchos de los
manifestantes desconfían de lo que allí pueda ser pautado,
pues afirman que el mandatario ya incumplió con compromisos
que asumió en las pasadas protestas de finales de 2019.
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El delegado del Frente de Organizaciones en
Lucha y quien acompaña a la Misión Internacional de Derechos
Humanos, Sebastián Fernández, denunció que la fuerza pública
colombiana perpetra una represión brutal contra los manifestantes
que ya completan mas de un mes movilizados en todas las regiones
del país.
"Nos hemos juntado con organizaciones sociales
y medios alternativos, quienes han sufrido una represión brutal
que ha tenido un registro muy minucioso (...) sostenemos que
se están cometiendo atropellos", indicó Fernández. Por su
parte, Marianela Navarro, quien hace parte de la Misión Internacional
de Derechos Humanos, aseveró que la situación social en Colombia
es muy delicada, "se han viralizado vídeos donde se muestra
la actuación de las fuerzas policiales (...) en las últimas
24 horas se reportaron entre ocho y 10 jóvenes asesinados
por el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en Cali", alertó.
"Esto es una tragedia y consideramos que se
están cometiendo delitos de lesa humanidad. El Estado colombiano
ha militarizado toda la zona para tratar de quebrar la justa
rabia en contra de las políticas neoliberales de Iván Duque",
acotó Navarro. La misión se encuentra dividida en cinco ciudades
recabando denuncias directas de víctimas y sus familiares:
Cali, Pereira, Medellín, Popayán y Bogotá. Desde su cuenta
oficial en Twitter la Misión argentina informó sobre la reunión
sostenida el pasado sábado con la minga indígena en el departamento
del Valle del Cauca (Suroccidente). Minga, una palabra indígena
que puede implicar una reunión de diversos actores, saberes
y herramientas.
Los rostros del estallido social en Colombia.


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“Recibimos denuncias sobre distintas violaciones
a los derechos humanos sufridas en el marco del Paro Nacional”,
precisó la Misión y agregó además que las denuncias fueron
“desde la desaparición forzada de personas hasta el ataque
a la misión sanitaria, que reportó 17 heridos, 2 de gravedad”.
La Misión Internacional de Solidaridad y Observación de Derechos
Humanos de la Argentina se refirió también al ataque con arma
de fuego contra la joven Daniela Soto, que casi le cuesta
la vida. Desde la plataforma Temblores, quien ha estado informando
las cifras en lo referido a abusos policiales y violaciones
de derechos humanos en Colombia durante el Paro Nacional,
“llevamos un mes recibiendo llamados de auxilio día y noche.
Hoy extendemos este llamado a la comunidad internacional:
se requiere ayuda inmediata en Colombia”. Temblores alertó
ayer 28 de mayo de la cifra de 1.133 víctimas de violencia
física por parte de la Policía contra los manifestantes, así
como 43 homicidios presuntamente cometidos por miembros de
la fuerza pública, 27 casos de homicidios se encuentran en
proceso de verificación, 1445 detenciones arbitrarias en contra
de manifestantes, 22 víctimas de agresión sexual y 648 intervenciones
violentas en el marco de protestas pacíficas.
La represión estatal en Colombia es rechazada
dentro y fuera de las fronteras del país sudamericano y el
más reciente exponente es un "Comunicado a la Opinión Pública",
en el cual pensadores, mujeres, líderes sociales, alcaldes,
concejales, diputados, dirigentes políticos y religiosos la
condenan "de la manera más enérgica".
De acuerdo a los firmantes, se trata de una
"brutal represión contra los manifestantes y violación de
derechos humanos" del pueblo colombiano, el cual, recuerdan
"se moviliza en todo el país en contra de las medidas económicas,
sociales y políticas del gobierno de Iván Duque". El pronunciamiento
destaca el respaldo que la Casa Blanca de Joe Biden brinda
al gobierno colombiano y exige el cese del apoyo militar de
Estados Unidos al país suramericano.
Los más de cien signatarios de distintos países
de las Américas y Europa, expresaron que la política exterior
de Estados Unidos hacia Colombia "redunda en un clima de mayor
violencia". Los firmantes del comunicado señalaron consideran
"que la militarización de Colombia solamente contribuye a
agravar la situación de violencia que ya vive el país". Las
personalidades que suscriben el documento valoran, de igual
manera, que en Colombia hay una insurrección de la esperanza
que se vincula a una insurgencia global orientada a conformar
nuevos modelos de convivencia humana guiado por valores y
principios como el respeto a la vida, el amor, la equidad,
el internacionalismo y la solidaridad.

De igual manera piden "que se hagan las investigaciones
legales correspondientes a los fines de que los delitos perpetrados
contra los manifestantes no queden impunes". Entre los firmantes
aparecen Enrique Dussell (Argentina), Iñaki Gil De San Vicente
(Euskadi), Nestor Kohan (Argentina), Fernando Buen Abad (México),
Ramón Grosfoguel (Puerto Rico), entre otros.
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2021.
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El Giro, una alegría para Colombia en
plena tormenta. La segunda grande de Egan Bernal, el ganador
del Tour 2019, llega cuando el país está sumido en una
ola de protestas, marchas y disturbios que entran en su
segundo mes.


Nota de prensa, Enero 2022:
Colombia inicia el año con un baño de sangre por choques
entre guerrillas.

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