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15 - Julio - 2020
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El cometa C/2020 F3 (Neowise) se podrá ver a simple vista desde Canarias y la Península durante el mes de julio. Descubierto el pasado 23 de marzo por el satélite Neowise, el cometa, que ha adoptado el nombre del telescopio espacial de la NASA con el que fue descubierto, pasó por su perihelio -el punto de su órbita más cercano al Sol- el día 3 de julio. En ese momento se encontraba a 43 millones de kilómetros de nuestra estrella y no volveremos a recibir su visita hasta dentro de 6.800 años. Estos días continúa muy cerca del Sol y es visible justo antes del amanecer, por lo que apenas disponemos de alrededor de media hora para observarlo, debido a que la luz del alba lo hace desaparecer. Su máximo acercamiento a la Tierra tendrá lugar el 23 de julio, cuando pase a una distancia de 0,69 unidades astronómicas (103 millones de km). A partir de ese día podrá verse bien al atardecer. Al encontrarse cada vez más lejos del Sol, perderá brillo, pero el contraste será mayor por la oscuridad de la noche, que se verá favorecida por una delgada Luna creciente.

Los cometas son objetos del Sistema Solar compuestos, principalmente, por hielo y polvo, por lo que se les conoce como 'bolas de nieve sucia'. Se mueven alrededor del Sol siguiendo órbitas muy elípticas, con periodos (tiempo que tardan en dar una vuelta) que van de unos pocos a cientos de miles de años. Cuando se acercan a nuestra estrella (perihelio), el calor derrite los hielos cometarios, desprendiendo gases y partículas de polvo que forman la cola del cometa, que puede medir más de un millón de kilómetros. La parte sólida de un cometa es el núcleo, con tamaños entre 10 km a 40 km. La mayor parte de los cometas provienen de laNube de Oort (nube esférica situada a una distancia aproximada de 1 año-luz del Sol), aunque algunos también tienen su origen en el Cinturón de Kuiper (disco de materia situado entre 7.500-15.000 millones de kilómetros del Sol) y suelen ser de corto periodo (menor de 200 años). Desde el punto de vista astronómico, el estudio de los cometas es muy interesante, pues son fósiles de la formación de nuestro sistema solar y, por tanto, contienen información de la génesis de los sistemas planetarios. Si, además, el cometa proviene de la Nube de Oort (como es el caso del cometa Neowise), el interés científico es mayor, pues suelen ser cometas nuevos que contienen material primigenio y sin procesar de la nube original (nebulosa solar) que formó nuestro sistema solar.

En septiembre de 2013, el telescopio espacial WISE (Wide-field Infrared Survey Explorer), que se encontraba desmantelado, pues ya había finalizado su misión de realizar un estudio astronómico de todo el cielo con imágenes en el infrarrojo, fue reactivado adoptando su nombre actual: NEOWISE. Su nueva misión era reforzar los esfuerzos de la NASA para identificar y caracterizar la población de objetos cercanos a la Tierra (NEOs). Desde entonces ha obtenido cerca de 10,3 millones de conjuntos de imágenes y cuenta con una base de datos de más de 76 mil millones de detecciones. Los objetos cercanos a la Tierra (NEOs) son cometas y asteroides que han sido empujados por la atracción gravitacional de los planetas hasta el vecindario terrestre. Algunos de los objetos descubiertos por NEOWISE, como C/2020 F3, han sido clasificados como asteroides potencialmente peligrosos (PHAs). Los objetos cercanos a la Tierra se clasifican como PHA, en función de su tamaño y de lo cerca que pueden acercarse a la órbita de la Tierra.

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La nube de Oort (también llamada nube de Öpik-Oort en honor a Ernst Öpik y Jan Hendrik Oort) es una nube esférica de objetos transneptunianos que se encuentra en los límites del sistema solar, casi a un año luz del Sol, y aproximadamente a un cuarto de la distancia del Sol a Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema solar. Las otras dos acumulaciones conocidas de objetos transneptunianos, el cinturón de Kuiper y el disco disperso, están situadas unas cien veces más cerca del Sol que la nube de Oort. Según algunas estimaciones estadísticas, la nube podría albergar entre uno y cien billones (1012 - 1014) de objetos, siendo su masa unas cinco veces la de la Tierra. Presenta dos regiones diferenciadas: la nube de Oort exterior, de forma esférica, y la nube de Oort interior, también llamada nube de Hills, en forma de disco.

Los objetos de la nube están formados por compuestos como hielo, metano y amoníaco, entre otros, y se formaron muy cerca del Sol cuando el sistema solar todavía estaba en sus primeras etapas de formación. Una vez formados, llegaron a su posición actual en la nube de Oort a causa de los efectos gravitatorios de los planetas gigantes. Los astrónomos creen que es la fuente de todos los cometas de período largo y de tipo Halley, y de algunos centauros y cometas de Júpiter. Los objetos de la nube de Oort exterior se encuentran muy poco ligados gravitacionalmente al Sol, y esto hace que otras estrellas, e incluso la propia Vía Láctea, puedan afectarlos y provocar que salgan despedidos hacia el sistema solar interior. La mayoría de los cometas de período corto se originaron en el disco disperso, pero se cree que, aun así, existe un gran número de ellos que tienen su origen en la nube de Oort. A pesar de que tanto el cinturón de Kuiper como el disco disperso se han observado, estudiado, y también clasificado muchos de sus componentes, solo tenemos evidencia en la nube de Oort de cinco posibles miembros: (90377) Sedna, (148209) 2000 CR, (308933) 2006 SQ, 2008 KV, encontrándose todos ellos en la nube de Oort interior.

El 26 de marzo de 2014 se anunció el descubrimiento de un nuevo objeto, que sería el segundo más grande de la nube tras Sedna, identificado como 2012 VP113. El 10 de noviembre de 2015, la revista Nature publicaba anunciando el descubrimiento de un nuevo objeto transneptuniano localizado en los márgenes inferiores de la nube de Oort. Dicho objeto sería el más lejano del sistema solar, récord que antes ostentaba el planeta enano Eris.

Imagen artística del cinturón de Kuiper y de la nube de Oort.

En 1932, el astrónomo estonio Ernst Öpik postuló que los cometas de período largo se originaron en una nube que orbitaba en los confines del sistema solar. En 1950, el astrónomo holandés Jan Hendrik Oort postuló la teoría de manera independiente para resolver una paradoja. Las órbitas de los cometas son muy inestables, siendo la dinámica la que dictamina si colisionarán con el Sol o con cualquier otro planeta, o si saldrán despedidos del sistema solar debido a las perturbaciones de los planetas. Además, al estar formados en su mayor parte por hielo y otros elementos volátiles, estos se van desprendiendo gradualmente debido a la radiación electromagnética hasta que el cometa se divide o adquiere una corteza aislante que frena la desgasificación. De este modo, Oort razonó que los cometas no pudieron haberse formado en su órbita actual, y que debían de haber permanecido durante toda su existencia en un lejano depósito repleto de estos cuerpos celestes, cayendo con el tiempo hacia el sistema solar y convirtiéndose en cometas de período largo.

Existen dos tipos de cometas: los de período corto (también llamados cometas eclípticos), que presentan órbitas por debajo de las 10 ua, y los de período largo (cometas casi isótropos), que poseen órbitas de más de 1000 ua. Oort investigó los cometas casi isótropos, y encontró que la mayoría de ellos poseían un afelio (su distancia más lejana al Sol) de aproximadamente 20 000 ua y parecían provenir de todas direcciones, lo cual fortalecía su hipótesis y sugería un depósito de forma esférica. Los escasos cometas que poseían afelios de 10 000 ua debieron haber pasado en algún momento muy cerca del sistema solar, siendo influidos por la gravedad de los planetas y por lo tanto haciendo más pequeña su órbita.

La unidad astronómica (abreviada ua, au, UA o AU) es una unidad de longitud igual, por definición, a 149 597 870 700 m, que equivale aproximadamente a la distancia media entre la Tierra y el Sol. Esta definición está en vigor desde la asamblea general de la Unión Astronómica Internacional (UAI) del 31 de agosto de 2012, en la cual se dejó sin efecto la definición “gaussiana” usada desde 1976, que era «el radio de una órbita circular newtoniana y libre de perturbaciones alrededor del Sol descrita por una partícula de masa infinitesimal que se desplaza en promedio a 0,01720209895 radianes por día».

El radián (símbolo: rad) es una unidad de ángulo en el plano en el Sistema Internacional de Unidades. El radián mide el ángulo presentado como central a una circunferencia y su medida es igual a la razón entre la longitud del arco que comprende de dicha circunferencia y la longitud del radio, es decir, mide la cantidad de veces que la longitud del radio cabe en dicho arco. Hasta 1995 tuvo la categoría de unidad suplementaria en el Sistema Internacional de Unidades, junto con el estereorradián. A partir de ese año, y hasta el momento presente, ambas unidades figuran en la categoría de unidades derivadas. Esta unidad se utiliza primordialmente en física, cálculo infinitesimal, trigonometría, goniometría, etc.

Distancia de la nube de Oort respecto del resto de cuerpos del sistema solar.

Se cree que la nube de Oort se extiende desde 2000 ua o 5000 ua hasta 50 000 ua del Sol, aunque algunas fuentes sitúan su límite entre 100 000 ua y 200 000 ua. La nube de Oort se puede dividir en dos regiones: la nube de Oort exterior (entre 20 000 ua y 50 000 ua), de forma esférica, y la nube de Oort interior (entre 2000 ua y 20 000 ua), que tiene forma toroidal. La nube exterior se encuentra muy poco ligada al Sol y es la fuente de la mayor parte de los cometas de período largo. La nube interior también se conoce como nube de Hills, en honor a Jack G. Hills, el astrónomo que propuso su existencia en 1981.

Los modelos predicen que la nube interior debería poseer decenas o cientos de veces más objetos que la nube exterior; parece ser que la nube de Hills reabastece de cometas a la nube exterior a medida que se van agotando y explica la existencia de la nube de Oort tras miles de millones de años. Se cree que la nube de Oort puede albergar varios billones de cuerpos de más de 1,3 kilómetros de diámetro y quinientos mil millones con una magnitud absoluta menor a +10,9 (cuanto menor es el valor, mayor es el brillo). A pesar del número tan elevado de cuerpos, cada uno de ellos estaría separado en promedio varias decenas de millones de kilómetros con respecto al más cercano.

La masa de la nube de Oort no se sabe con certeza, pero si se toma el cometa Halley como prototipo de objeto de la nube exterior, se estima que la masa sería de 3x1025 kg, unas cinco veces la de la Tierra. Anteriormente se pensaba que su masa podría llegar a ser hasta trescientas ochenta veces la masa terrestre, pero nuestra comprensión de la distribución de tamaños de los cometas de período largo ha reducido las estimaciones. Actualmente la masa de la nube de Oort interior continúa siendo desconocida. Si los cometas que se han analizado conforman una estimación de los que se encuentran en la nube de Oort, la gran mayoría estarían formados por hielo, metano, etano, monóxido de carbono y ácido cianhídrico. Sin embargo, el descubrimiento del objeto transneptuniano 1996 PW, que posee una órbita más característica de un cometa de período largo, sugiere que la nube también alberga objetos rocosos.

Los análisis de los isótopos de carbono y nitrógeno revelan que apenas existen diferencias entre los cometas de la nube de Oort y los cometas de Júpiter, a pesar de las enormes distancias que los separan. Este hecho sugiere que todos ellos se formaron en la nube protosolar, durante la formación del sistema solar. Estas conclusiones son también aceptadas por los estudios del tamaño granular en los cometas de la nube de Oort, así como también por el estudio de los impactos del cometa 9P/Tempel 1.

9P/Tempel 1 o cometa Tempel 1 es un cometa periódico. Fue descubierto el 3 de abril de 1867 por Wilhelm Tempel, un astrónomo que trabajaba en Marsella. Cuando fue descubierto, el cometa alcanzaba su perihelio una vez cada 5,68 años. Se volvió a observar en 1873 y 1879. Sin embargo, la órbita de Tempel 1 se acerca en ocasiones a Júpiter, hecho que provoca un cambio en su periodo orbital. Este evento ocurrió en 1881, alargando el periodo orbital a 6,5 años. El perihelio también cambió, aumentándose en 50 millones de kilómetros, dejando al cometa mucho menos visible desde la Tierra. Como resultado, los astrónomos perdieron la pista al cometa y supusieron que se había desintegrado. No fue hasta los años 60 cuando el astrónomo estadounidense Brian G. Marsden redescubrió Tempel 1, al realizar cálculos precisos de la órbita del cometa, teniendo en cuenta perturbaciones en Júpiter. Su período orbital actual equivale a 5,5 años.

Detalle de un cráter en la imagen del Cometa Tempel 1 tomada por el proyectil disparado desde la sonda Deep Impact unos segundos antes del impacto.

Deep Impact (en español Impacto Profundo) es una sonda espacial de la NASA ideada para estudiar la composición del interior de un cometa. La sonda fue lanzada el 12 de enero de 2005, y se acercó al núcleo del cometa 9P/Tempel 1 el 4 de julio del mismo año, coincidiendo la fiesta de la independencia de Estados Unidos. Una sección de la sonda, llamada el impactador, se separó y se lanzó hacia el núcleo, con el que hizo impacto treinta y cuatro horas después, abriendo un cráter de 150 m de diámetro. El acontecimiento entero fue fotografiado y estudiado por la sección restante, la sonda de sobrevuelo, así como por telescopios en la Tierra y en órbita terrestre.

Todo indica que la nube de Oort se formó como remanente del disco protoplanetario que se formó alrededor del Sol hace 4600 millones de años. La hipótesis más aceptada es que los objetos de la nube de Oort se formaron muy cerca del Sol, en el mismo proceso en el que se crearon los planetas y los asteroides, pero las interacciones gravitatorias con los jóvenes planetas gaseosos como Júpiter y Saturno expulsaron estos objetos hacia largas órbitas elípticas o parabólicas. Se han realizado simulaciones de la evolución de la nube de Oort desde su formación hasta nuestros días y estas muestran que su máxima masa la adquirió 800 millones de años tras su formación. Los modelos realizados por el astrónomo uruguayo Julio Ángel Fernández sugieren que el disco disperso, que es la principal fuente de cometas periódicos del sistema solar, podría ser también la principal fuente de los objetos de la nube de Oort. De acuerdo con sus modelos, la mitad de los objetos dispersados viaja hacia la nube de Oort, un cuarto queda atrapado orbitando a Júpiter, y otro cuarto sale expulsado en órbitas parabólicas. El disco disperso todavía podría seguir alimentando a la nube de Oort, proporcionándole nuevo material. Se ha calculado que, al cabo de 2500 millones de años, un tercio de los objetos del disco disperso acabarán en la nube de Oort.

Los modelos computacionales sugieren que las colisiones de los escombros de los cometas ocurridos durante el período de formación desempeñan un rol mucho más importante de lo que anteriormente se creía. De acuerdo con estos modelos, durante las fases más tempranas del sistema solar sucedieron tal cantidad de colisiones, que muchos cometas fueron destruidos antes de alcanzar la nube de Oort. Así pues, la masa acumulada en la actualidad en la nube de Oort es mucho menor de lo que se pensaba. Se calcula que la masa de la nube de Oort es solo una pequeña parte de las entre cincuenta y cien masas terrestres de material expulsado. La interacción gravitatoria de otras estrellas y la marea galáctica modifica las órbitas de los cometas, haciéndolas más circulares. Esto podría explicar la forma esférica de la nube de Oort exterior. Por otro lado, la nube interior, que se encuentra más ligada gravitacionalmente al Sol, todavía no ha adquirido dicha forma. Estudios recientes muestran que la formación de la nube de Oort es compatible con la hipótesis de que el sistema solar se formó como parte de un cúmulo de entre doscientas y cuatrocientas estrellas. Si la hipótesis es correcta, las primeras estrellas del cúmulo que se formaron podrían haber afectado en gran medida a la formación de la nube de Oort, dando lugar a frecuentes perturbaciones.

Imagen artística de un disco protoplanetario, similar al que formó el sistema solar. Se cree que los objetos de la nube de Oort se formaron en el interior de estos discos (muy lejos de la actual posición de la nube), cerca de los planetas gigantes como Júpiter cuando todavía estaban formándose, y que la gravedad de estos expulsó al exterior los objetos que hoy forman la nube de Oort.

Se cree que los cometas se han originado en dos puntos bien diferenciados del sistema solar. Los cometas de período corto se generaron en su mayor parte en el cinturón de Kuiper o en el disco disperso, que comienzan a partir de la órbita de Plutón (a 38 ua del Sol) y se extienden hasta las 100 ua. Los de período largo, como el cometa Hale-Bopp, que tardan miles de años en completar una órbita, se originaron todos en la nube de Oort. El cinturón de Kuiper genera pocos cometas debido a su órbita estable, al contrario que el disco disperso, que es dinámicamente muy activo. Los cometas escapan del disco disperso y caen bajo los dominios gravitatorios de los planetas exteriores, convirtiéndose en lo que se conoce como centauros. Estos centauros, con el tiempo, son enviados más adentro del sistema solar y se convierten en cometas de período corto.

Los cometas de período corto pueden dividirse en dos tipos: los de la familia de Júpiter y los de la familia del Halley (también llamados cometas tipo Halley). Su principal diferencia radica en el período; los primeros tardan menos de veinte años en completarlo y tienen semiejes mayores en torno a 5 ua y los segundos tardan más de veinte años y su semieje mayor suele ser de más de 10 ua.

También se puede utilizar el parámetro de Tisserand para diferenciarlos, siendo "{\displaystyle {T_{p}}=2}{\displaystyle {T_{p}}=2}" la frontera de separación entre ambos, aunque su efectividad está disputada. Además, los cometas de la familia de Júpiter tienen inclinaciones orbitales bajas, unos 10° de media, mientras que los de tipo Halley tienen inclinaciones orbitales muy desiguales, aunque generalmente muy pronunciadas, de unos 41° de media. Todas estas diferencias tienen lugar debido a su origen: los cometas de la familia de Júpiter se formaron en su mayor parte en el disco disperso, mientras que los de la familia del Halley se originaron en la nube de Oort. Se cree que estos últimos fueron cometas de período largo que fueron capturados por la gravedad de los planetas gigantes y enviados al sistema solar interior. Jan Oort se percató de que el número de cometas era menor que el predicho por su modelo y todavía en la actualidad el problema está sin resolver. Las hipótesis apuntan a la destrucción de los cometas por impacto o a su disgregación por fuerzas de marea; también se sugiere la pérdida de todos los compuestos volátiles o la formación de una capa no volátil en su superficie, lo cual haría invisible al cometa. Se ha observado también que la incidencia de los cometas en los planetas exteriores es mucho mayor que en los interiores. Lo más probable es que se deba a la atracción gravitatoria de Júpiter, que actuaría a modo de barrera, atrapando los cometas y haciendo que colisionaran con él, del mismo modo que sucedió con el cometa Shoemaker-Levy 9 en 1994.

Cometa Halley, es el prototipo de los cometas tipo Halley (período corto), que se cree que se originaron en el cinturón de Kuiper.

Las fuerzas de marea se producen debido a que la gravedad que ejerce un cuerpo decrece con la distancia. El efecto más cotidiano son las mareas que la Luna provoca sobre los océanos terrestres, causando que estos suban o bajen según su cercanía al satélite. Del mismo modo, la Vía Láctea ejerce estas fuerzas de marea sobre la nube de Oort, deformándola ligeramente hacia el centro de la galaxia (por lo que la nube de Oort no es una esfera perfecta). En el sistema solar interior esta marea galáctica es ínfima, ya que la gravedad solar predomina; pero cuanto mayor es la lejanía al Sol aquella se vuelve cada vez más perceptible. Esta pequeña fuerza es suficiente para perturbar el movimiento de algunos miembros de la nube y una parte de ellos son enviados hacia el Sol.

Algunos expertos creen que la marea galáctica pudo haber aumentado los perihelios (distancia más cercana al Sol) de algunos planetesimales con grandes afelios, contribuyendo así a la formación de la nube de Oort.

Un afelio es el punto más alejado de la órbita de un planeta alrededor del Sol. Es el opuesto al perihelio, el punto más cercano al Sol.

Los efectos de la marea galáctica son muy complejos y dependen en gran medida del comportamiento de cada uno de los objetos del sistema planetario. Por el contrario, a nivel global los efectos son más que evidentes: se cree que cerca de un 90% de los cometas que expulsa la nube de Oort se deben a ella. Los modelos estadísticos basados en las órbitas de los cometas de período largo apoyan esta idea.

Al igual que la Luna ejerce mareas sobre los océanos de la Tierra, la nube de Oort también sufre estas fuerzas de marea; siguiendo el símil, la Luna sería la Vía Láctea y los océanos los objetos de la nube de Oort.

Al estudiar las extinciones en la Tierra, los científicos advirtieron un patrón que se repite cada cierto tiempo. Observaron que aproximadamente cada 26 millones de años en nuestro planeta desaparece un porcentaje de especies considerable, aunque todavía no se sabe con certeza qué lo causa. La marea galáctica podría explicar estos ciclos de extinciones. El Sol gira alrededor del centro de la Vía Láctea y, en su órbita en torno a él, pasa por el plano galáctico con cierta regularidad. Cuando nuestro astro está situado fuera del plano galáctico la fuerza de marea provocada por la galaxia es más débil; del mismo modo, cuando cruza el plano galáctico la intensidad de esta fuerza llega a su máximo, resultando en un incremento de la perturbación de la nube de Oort y, por tanto, del envío de cometas hacia el sistema solar interior hasta un factor de cuatro. Se calcula que el Sol pasa a través del plano galáctico en intervalos de entre veinte y veinticinco millones de años. Sin embargo, algunos astrónomos creen que el paso del Sol por el plano galáctico no puede explicar por sí solo el aumento del envío de cometas, argumentando que actualmente el Sol está situado muy cerca del plano galáctico y sin embargo el último evento de extinción sucedió hace apenas 15 millones de años. En lugar de ello proponen como causa el paso del Sol por los brazos espirales de la galaxia, los cuales, aparte de albergar a multitud de nubes moleculares que perturban la nube de Oort, también acogen a numerosas gigantes azules, cuyo tiempo de vida es muy corto al consumir más rápidamente su combustible nuclear y en cuestión de unos pocos millones de años explotan violentamente originando supernovas.

Aparte de la marea galáctica, existen otros mecanismos capaces de enviar cometas hacia el sistema solar interior, como los campos gravitatorios de las estrellas cercanas o de las grandes nubes moleculares. En ocasiones, durante la órbita que sigue el Sol a través de la galaxia se aproxima a otros sistemas estelares. Por ejemplo, se ha calculado que durante los próximos diez millones de años la estrella conocida con mayores posibilidades de afectar a la nube de Oort es Gliese 710 (de hecho, se calcula que dentro de unos 1,4 millones de años transitará por la nube de Oort, aumentando hasta en un 50% la tasa de expulsión de cometas). Este proceso también dispersa los objetos fuera del plano eclíptico, explicando la distribución esférica de la nube.

Los cometas son los cuerpos celestes constituidos por hielo, polvo y rocas que orbitan alrededor del Sol siguiendo diferentes trayectorias elípticas, parabólicas o hiperbólicas. Los cometas, junto con los asteroides, planetas y satélites, forman parte del sistema solar. La mayoría de estos cuerpos celestes describen órbitas elípticas de gran excentricidad, lo que produce su acercamiento al Sol con un período considerable. A diferencia de los asteroides, los cometas son cuerpos sólidos compuestos de materiales que se subliman en las cercanías del Sol. A gran distancia (a partir de 5-10 UA) desarrollan una atmósfera que envuelve al núcleo, llamada coma o cabellera, que está formada por gas y polvo. A medida que el cometa se acerca al Sol, el viento solar azota la coma y se genera la cola característica, la cual está formada por polvo y el gas de la coma ionizado. Fue después del invento del telescopio cuando los astrónomos comenzaron a estudiar a los cometas con más detalle, advirtiendo entonces que la mayoría tienen apariciones periódicas.

Edmund Halley fue el primero en darse cuenta de ello y pronosticó en 1705 la aparición del cometa Halley en 1758, para el cual calculó que tenía un periodo de 76 años, aunque murió antes de comprobar su predicción. Debido a su pequeño tamaño y órbita muy alargada, solo es posible ver los cometas cuando están cerca del Sol y por un corto periodo de tiempo. Los cometas son generalmente descubiertos de manera visual o usando telescopios de campo ancho u otros medios de magnificación espacial óptica, tales como los binoculares. Sin embargo, aun sin acceso a un equipo óptico, es posible descubrir un cometa rasante solar en línea si se dispone de una computadora y conexión a Internet. En los años recientes, el Observatorio Rasante Virtual de David (David J. Evans) (DVSO) ha permitido a muchos astrónomos aficionados de todo el mundo descubrir nuevos cometas en línea (frecuentemente en tiempo real) usando las últimas imágenes del Telescopio Espacial SOHO. Un caso reciente (28 de noviembre de 2013) de un cometa rasante del Sol que resultó volatilizado al aproximarse al Sol ha sido ISON, que procedía probablemente de la nube de Oort. Las órbitas periódicas tienen forma de elipses muy excéntricas.

Cometa Hale-Bopp.

Los cometas provienen principalmente de dos lugares, la nube de Oort, situada entre 50 000 y 100 000 UA del Sol, y el cinturón de Kuiper, localizado más allá de la órbita de Neptuno. Se cree que los cometas de largo periodo tienen su origen en la nube de Oort, que lleva el nombre del astrónomo Jan Hendrik Oort. Esta nube consiste de restos de la condensación de la nébula solar. Esto significa que muchos de los cometas que se acercan al Sol siguen órbitas elípticas tan alargadas que solo regresan al cabo de miles de años. Cuando alguna estrella pasa muy cerca del sistema solar, las órbitas de los cometas de la nube de Oort se ven perturbadas: algunos salen despedidos fuera del sistema solar, pero otros acortan sus órbitas. Para explicar el origen de los cometas de corto periodo, como el Halley, Gerard Kuiper propuso la existencia de un cinturón de cometas situados más allá de Neptuno, el cinturón de Kuiper. Las órbitas de los cometas están cambiando constantemente: sus orígenes están en el sistema solar exterior y tienen la propensión a ser altamente afectados (o perturbados) por acercamientos relativos a los planetas mayores. Algunos son movidos a órbitas muy cercanas al Sol y se destruyen cuando se aproximan, mientras que otros son enviados fuera del sistema solar para siempre. Si su órbita es elíptica y de período largo o muy largo, provienen de la hipotética nube de Oort, pero si su órbita es de período corto o medio-corto, provienen del cinturón de Edgeworth-Kuiper, a pesar de que hay excepciones como la del Halley, con un período de 76 años (corto), que proviene de la nube de Oort. Conforme los cometas van sublimando, acercándose al Sol y cumpliendo órbitas, van sublimando su material, y perdiéndolo por consecuencia, disminuyendo de magnitud. Tras un cierto número de órbitas, el cometa se habrá "apagado", y cuando se acaben los últimos materiales volátiles, se convertirá en un asteroide normal y corriente, ya que no podrá volver a recuperar masa. Ejemplos de cometas sin materiales volátiles son: 7968-Elst-Pizarro y 3553-Don Quixote.

Los cometas llegan a tener diámetros de algunas decenas de kilómetros y están compuestos de agua, hielo seco, amoníaco, metano, hierro, magnesio, sodio y silicatos. Debido a las bajas temperaturas de los lugares donde se hallan, estas sustancias se encuentran congeladas. Algunas investigaciones apuntan a que los materiales que componen los cometas son materia orgánica y resultan determinantes para la vida, lo que daría lugar a que en la temprana formación de los planetas impactaran contra la tierra y dieran origen a los seres vivos. Cuando se descubre un cometa se lo ve aparecer como un punto luminoso, con un movimiento perceptible sobre el fondo de estrellas llamadas fijas. Lo primero que se ve es el núcleo o coma; luego, cuando el astro se acerca más al Sol, comienza a desarrollar lo que conocemos como la cola del cometa, que le confiere un aspecto fantástico. Al acercarse al Sol, el núcleo se calienta y el hielo sublima, pasando directamente al estado gaseoso. Los gases del cometa se proyectan hacia atrás, lo que motiva la formación de la cola apuntando en dirección opuesta al Sol y extendiéndose millones de kilómetros. Los cometas presentan diferentes tipos de colas. Las más comunes son la de polvo y la de gas. La cola de gas se dirige siempre en el sentido perfectamente contrario al de la luz del Sol, mientras que la cola de polvo retiene parte de la inercia orbital, alineándose entre la cola principal y la trayectoria del cometa. El choque de los fotones que recibe el cometa como una lluvia, aparte de calor, aportan luz, que es visible al ejercer el cometa de pantalla, reflejando así cada partícula de polvo la luz solar. En el cometa Hale-Bopp se descubrió un tercer tipo de cola compuesta por iones de sodio.

Las colas de los cometas llegan a extenderse de forma considerable, alcanzando millones de kilómetros. En el caso del cometa 1P/Halley, en su aparición de 1910, la cola llegó a medir cerca de 30 millones de kilómetros, un quinto de la distancia de la Tierra al Sol. Cada vez que un cometa pasa cerca del Sol se desgasta, debido a que el material que va perdiendo nunca es repuesto. Se espera que, en promedio, un cometa pase unas dos mil veces cerca del Sol antes de sublimarse completamente. A lo largo de la trayectoria de un cometa, este va dejando grandes cantidades de pequeños fragmentos de material; cuando casi todo el hielo volátil ha sido expulsado y ya no le queda suficiente para tener coma, se dice que es un cometa extinto. Cuando la Tierra atraviesa la órbita de un cometa, estos fragmentos penetran en la atmósfera en forma de estrellas fugaces o también llamadas lluvia de meteoros. En mayo y octubre se pueden observar las lluvias de meteoros producidas por el material del cometa Halley: las Eta Acuáridas y las Oriónidas. Los astrónomos sugieren que los cometas retienen, en forma de hielo y polvo, la composición de la nebulosa primitiva con que se formó el Sistema Solar y de la cual se condensaron luego los planetas y sus lunas. Por esta razón el estudio de los cometas puede dar indicios de las características de aquella nube primordial.

Han llamado la atención de los hombres de todas las civilizaciones. Generalmente eran considerados un mal augurio. Se ha relacionado la súbita aparición de cometas con hechos históricos, como batallas, nacimientos (véase Jesucristo) o muertes. Estas creencias perduran hasta nuestros días, aunque tienen mucho menos predicamento que en la antigüedad. En la antigüedad, su aparición venía acompañada de malos presagios. Los astrólogos le atribuían el augurio de muerte inminente de algún rey o emperador. Pero lo cierto es que, si bien este tipo de creencias ha sido superado por la mayoría de las personas, existe todavía el temor de un posible impacto sobre la superficie de la Tierra de efectos apocalípticos.

El tapiz de Bayeux, que conmemora la invasión normanda de Inglaterra del año 1066 y en la que se ve representado el paso del cometa Halley.

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