Científicos británicos, estadounidenses y ecuatorianos
han descubierto un inmenso, antiguo y prístino arrecife de
coral en las profundidades de la reserva marina de las Islas
Galápagos, que puede ayudar a entender los entornos oceánicos
del pasado y así comprender mejor la crisis climática actual.
El arrecife, localizado a una profundidad de entre 400 y 600
metros, en la cima de un monte submarino no cartografiado,
se extiende por varios kilómetros entre las islas Santa Fe
y San Cristóbal, en la parte central de la plataforma del
archipiélago de Galápagos.
"Los corales de los que está construido tienen
probablemente miles de años de crecimiento", ha dicho a EFE
el oceanógrafo Stuart Banks, investigador marino principal
de la Fundación Charles Darwin (FCD), que integra el grupo
internacional de científicos a bordo del buque estadounidense
de investigación R/V Atlantis. El buque lleva a cabo la expedición
Galápagos Deep 2023, dirigida por científicos del Instituto
Oceanográfico Woods Hole (WHOI), la Universidad Estatal de
Boise (Estados Unidos) y las británicas de Essex y Bristol,
en colaboración con la Dirección del Parque Nacional Galápagos,
la FCD y el Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada
del Ecuador.
La expedición, que comenzó el pasado 27 de marzo
y termina el 22 de abril, está financiada por la Fundación
Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés), de EE.UU.;
y el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural (NERC),
del Reino Unido.
Hasta el momento, en la expedición científica
han realizado unas 16 inmersiones de entre seis y ocho horas
cada una, gracias al submarino Alvin, en el que van dos científicos
y un piloto.
En una de ellas, encontraron el arrecife al
que se refieren como el "cacho de coral", por su similitud
con una media luna, y que tiene comunidades marinas ricas,
diversas y potencialmente únicas. Tras el fenómeno de El Niño
de 1981-1982, y el de 1997-1998, "más del 97 % de los arrecifes
estructurales de corales se perdieron en Galápagos", y ahora
los más extensos están en las islas de Wolf, Darwin y en algunos
otros parches, recuerda. El "cacho" es el "primer registro
de un arrecife de coral de aguas profundas (...) que ha sobrevivido
en estado prístino por miles y miles de años", mientras en
otras partes del mundo el fondo marino está "muy alterado"
por la pesca industrial, comenta.
Aunque los científicos han logrado recorrer
algo más de un kilómetro del arrecife, creen que es "mucho
más extenso", y que alberga una alta biodiversidad viva, mientras
que los corales fósiles hallados serán "una ventana al pasado"
y servirán para estudiar las condiciones del mar "hace cientos
de miles de años". "Esto nos ayuda a hacer una reconstrucción
del clima de los océanos para hoy en día compararlo con la
velocidad de cambio climático" en los mismos, indica Banks,
para quien el hallazgo es uno de los momentos más reveladores
en sus 23 años en Galápagos.
"Cuando bajas en el submarino, te das cuenta
de que hay mucha vida en la columna de más de un kilómetro
de agua: hay muchas especies de medusas, diferentes formas
de vida, parecen casi extraterrestre, a veces", relata al
detallar que también han visto tiburones y grupos de cangrejos
de aguas profundas que parecen langostas. Hallaron también
corales bambú, que tienen una bacteria que emite una luz azul
cuando se agitan, y que presumen que es un mecanismo de alerta
contra depredadores del coral, pero el descubrimiento que
dejó aún más sorprendidos a los científicos fue que "la mayor
parte del arrecife es (coral) vivo". "En lo que hemos visto
hasta ahora, la proporción de cobertura de coral vivo es mucho
más alta que en otras partes del mundo", explica. "Todas las
comunidades que hemos encontrado son distintas y diferentes
de lo que tenemos registrado en las aguas someras de Galápagos.
Se está abriendo un nuevo hábitat que no está registrado para
las islas", anota al señalar que, tras este hallazgo, probablemente
vienen muchos años de investigación para saber "qué más hay".
La mayor parte del trabajo para caracterizar
la biodiversidad de Galápagos se había realizado en la zona
terrestre y algunos metros en la zona costera, pero ahora,
"por primera vez se abre al otro 95 % de toda el área de la
reserva marina que no hemos explorado en el fondo". "Sabemos
más de la superficie de Marte que de nuestros propios océanos",
concluye Banks. El archipiélago de Galápagos, declarado desde
1978 como patrimonio natural de la humanidad, está situado
a unos mil kilómetros al oeste de las costas continentales
de Ecuador y, gracias a su rica biodiversidad, es considerado
un laboratorio natural que permitió al científico británico
Charles Darwin desarrollar su teoría sobre la evolución y
selección natural de las especies.
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