Ochenta años han pasado del "Día D" y sin embargo
su recuerdo sigue muy presente en las playas de Normandía.
Y no de una forma etérea y simbólica. No. Más allá de la memoria,
el desembarco de las tropas aliadas en la región francesa
en junio de 1944 mantiene una huella palpable en sus arenales.
Una que se puede tocar y ver, aunque para esto último haga
falta un microscopio electrónico. Así lo comprobaron hace
años un grupo de geólogos que recogieron una muestra de arena
en la playa de Omaha. Al llevarla a su laboratorio y estudiarla
en detalle compraron, asombrados, que el 4% eran en realidad
restos de metralla.
De paseo en Normandía. Eso es lo que hicieron
un buen día de 1988, el profesor de Geología Earle McBride,
de la Universidad de Texas en Austin, y su colega Dane Picard,
de la Universidad de Utah. Mientras realizaban un estudio
de campo en Francia decidieron tomarse un descanso y visitar
la famosa Playa de Omaha, uno de los principales puntos de
desembarco del Día D en Normandía. No tuvieron mucha suerte
con su viaje normando. El día que pasearon por el arenal,
de alrededor ocho kilómetros de largo, era desapacible, frío
y ventoso; pero eso no impidió a McBride y Picard llevarse
a casa un recuerdo que hacía honor a su formación: una pequeña
muestra de arena. Tiempo después decidieron rescatar la bolsita
con aquellos granos de Normandía y observarlos bajo el microscopio.
Y llegó la sorpresa. Lo que McBride encontró
en aquella muestra de arena recogida en Omaha Beach le llamó
la atención. Además de restos de cuarzo y otros materiales
que ya daba por supuesto, el geólogo observó minúsculos fragmentos
de metal. Al estudiarlos en detalle con el microscopio comprobó
que tenían una forma redondeada, eran rugosos, laminados y
de un brillo opaco, con algunos puntos de óxido. Algunas piezas
rondaban el milímetro. Otras no pasaban de 0,06 mm.
Así, reducidas a milimétricas cuentas de metal
erosionadas por las olas y el paso del tiempo, quizás fuesen
difíciles de identificar, pero McBride acabó llegando a una
conclusión fascinante. Lo que tenía ante sí eran vestigios
del desembarco de Normandía. "Resultaron ser metralla de la
invasión de la Segunda Guerra Mundial. Tras un examen más
detenido, también vio cuentas de hierro y vidrio que habían
resultado del intenso calor desatado por las explosiones en
el aire y la arena", detallan desde la Universidad de Texas
en Austin. Tan curioso fue su hallazgo que, junto a Picard,
el profesor McBride decidió preparar un artículo y publicarlo
en la revista The Sedimentary Record.
"Por supuesto no resulta sorprendente que se
agregara metralla a la arena de la playa de Omaha en el momento
de la batalla, pero sí lo es que haya sobrevivido más de 40
años y sin duda todavía esté allí hoy", comentaban ambos expertos.
Su muestra era de finales de los años 80 y el informe lo publicaron
en 2011; pero todo indica que la situación sigue siendo la
misma hoy. En 2011 los expertos calculaban que la corrosión
tardaría todavía un siglo en destruir los granos de metralla.
Si el estudio de McBride y Picard resulta sorprendente
es porque ha hecho algo más que constatar que —décadas después
del Día D— por las playas de Normandía aún se reparten restos
de metralla. Tan o más curioso es que los expertos han logrado
aportar una idea bastante precisa de qué representa esa huella
en los arenales. Tras examinar la muestra en detalle, el geólogo
de Texas constató que los metales representan el 4% de la
arena. El dato es ilustrativo, aunque McBride y Picard deslizan
que podría haber variaciones en función de dónde y cuándo
se recoja la arena. "Debido a la posible plastificación de
metralla y minerales pesados por las olas y las corrientes
el día que recogimos nuestra muestra, no sabemos hasta qué
punto es representativa de la arena de la playa en su conjunto".
La de Omaha fue uno de los grandes puntos de desembarco del
Día D, pero hubo otras playas en Normandía a las que llegaron
los aliados en la Operación Neptuno, conocidas como Utah,
Sword, Gold y Juno.
Aunque las cuentas descubiertas por los geólogos
estadounidenses son un recuerdo peculiar del Día D y han sobrevivido
décadas, McBride y Picard ya advertían hace años que no durarán
para siempre. Los restos de metralla podrían resistir la erosión
durante milenos, pero al estudiar los granos los geólogos
descubrieron partículas de óxido, lo que les lleva a ser pesimista
sobre su futuro. "Las olas agitan los fragmentos de hierro,
lo que elimina a su vez parte del óxido y deja al descubierto
material fresco, más propenso a la oxidación, que a su vez
se desprende, y así sucesivamente", señala la Universidad
de Texas. "El resultado es que se harán cada vez más pequeñas
y al final las tormentas o huracanas las arrastrarán y sacarán
de la playa", reflexionaba en 2011 McBride. Sus cálculos apuntaban
a que ese 4% de metralla identificado en Omaha Beach quedaría
reducido a la insignificancia en cuestión de un siglo. Quedarán
para recordar el desembarco aliado, eso sí, los monumentos
y la memoria.
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