Aunque el Jurado Nacional de Elecciones (JNE)
todavía no lo proclamaba ganador a principios de mes, el izquierdista
Pedro Castillo se perfilaba como el próximo presidente de
Perú. El candidato de Perú Libre obtuvo el 50,125% de los
votos frente al 49,875% que obtuvo su rival, Keiko Fujimori,
de Fuerza Popular, de acuerdo con los resultados de la Oficina
Nacional de Procesos Electorales (ONPE). Pero desde que acabó
el conteo, la declaración oficial del vencedor se ha retrasado
y el proceso ha causado más incertidumbre de la usual debido
a la renuencia de Fujimori a aceptar su derrota, a las acusaciones
de fraude electoral —sin pruebas— que lanzó Fuerza Popular,
a sus pedidos de anulación de actas electorales, a las protestas
en las calles, a la inesperada renuncia de un funcionario
electoral, e incluso a la difusión de una carta de militares
en retiro que les pedían a los mandos en actividad desconocer
al presidente que proclame el JNE. Estas y otras circunstancias
han despertado preocupación por la estabilidad de la democracia
peruana, al punto que algunos analistas las describieron como
parte de un "golpe lento" o un "golpe blando".
BBC Mundo habló con el analista internacional
peruano Farid Kahhat, autor de los libros "El eterno retorno"
y "Seguridad internacional", sobre la conducta de su país
en estas elecciones, sobre qué hay detrás de la resistencia
a aceptar el triunfo de Castillo y sobre qué pueden esperar
sus compatriotas del próximo periodo presidencial.
Entrevista con Farid Kahhat: "El mundo no es peor que
hace 20 años".


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El periodista peruano César Hildebrandt habla
de "trumpismo andino" y la historiadora Anne Applebaum comparó
a Keiko Fujimori con Donald Trump, en la revista The Atlantic,
por negarse a aceptar su derrota. ¿Qué opina de estas comparaciones?
Hay similitudes y diferencias con el caso de EE.UU. Dos artículos
comparan lo que hizo Keiko Fujimori con lo que hicieron Donald
Trump y Benjamín Netanyahu. La diferencia más evidente es
que Netanyahu y Trump lo hicieron estando ellos en el ejercicio
del gobierno. Fujimori lo hace desde la oposición. Uno esperaría
que un alegato de fraude tenga menos peso desde la oposición
que desde el gobierno. Pero lo que compensa esa diferencia
es que en Perú lo que podrían llamarse poderes fácticos, es
decir, grupos que ejercen poder más allá de lo que establece
la Constitución —medios de comunicación, militares en retiro,
empresarios—, todos aquellos que en EE.UU. o en Israel pudieron
haber contribuido a poner coto a los alegatos sin fundamento
de fraude, en Perú, en vez de poner coto a esos alegatos,
se sumaron a ellos.
A causa de estos alegatos y otras circunstancias,
Steven Levitsky y Alberto Vergara dijeron en The New York
Times que estaba ocurriendo un "golpe lento" en Perú. El periodista
César Hildebrandt habló de un "golpe blando". ¿Está de acuerdo
con estas descripciones? Una carta en la que aparecen los
nombres de gente que ha ocupado los más altos cargos de las
Fuerzas Armadas, pidiéndoles a los mandos en actividad que
desconozcan un resultado electoral legítimo, proclamado por
la autoridad electoral competente, es un llamado al golpe
de estado. Fue un intento de golpe, eso es lo que era. Fracasó
porque los altos mandos no hicieron caso. Pero el intento
de golpe estuvo ahí. Fracasó también porque las entidades
de observación electoral y los gobiernos aliados de Perú validaron
el proceso del JNE y creo que también por la filtración de
las conversaciones de Vladimiro Montesinos, hablando de la
posibilidad de sobornar a los miembros del JNE para que fallen
de una determinada manera. Al igual que en EE.UU., la única
evidencia de fraude era en favor de quien denunciaba el fraude,
no al revés, como Trump hablando con el secretario de Estado
de Georgia, pidiéndole 11.000 votos. Además, (el intento de
golpe) era parte de una serie de actividades, como el intento
de cuestionar la elección ante el JNE y ante el Poder Judicial
y el intento del Congreso de cambiar a los miembros del Tribunal
Constitucional (TC) con fines que son fáciles de intuir.

Donald Trump cerraba el pasado año enrocado.
¿El cambio de los miembros del TC sería parte
de estas actividades?
Lo preocupante en este momento es que el Congreso
quiere nombrar a seis miembros del TC con un proceso viciado.
Si se planteara el pedido de anular las elecciones en el Poder
Judicial, ese pedido podría llegar a un nuevo TC, bastante
más cercano a los intereses de quienes piden anular las elecciones.
Me parece un escenario altamente improbable, pero dado lo
que estamos viendo difícilmente puedo decir que es imposible.
¿Teme que la situación en Perú se deteriore
como en EE.UU., donde incluso hubo un asalto al Capitolio
por parte de seguidores de Trump?
La derecha radical ya está actuando al margen
de Keiko Fujimori y esa derecha tiene un componente racista,
que es velado más que explícito. Apelar a símbolos asociados
con la colonia, como la Cruz de Borgoña (que apareció en una
marcha en Lima), tiene un subtexto racial. Pero el racismo
es más velado, no es explícito como en el caso de EE.UU. Trump
apela a los blancos no hispanos de EE.UU., sobre todo de clase
trabajadora, que son todavía la mayoría de la población.
Apelar a los blancos de origen europeo en Perú
es apelar a una pequeña élite minoritaria, por eso la apelación
no puede ser tan explícita, porque automáticamente excluye
a la gran mayoría del país y te condena a la derrota política.
Es un movimiento que tiene límites en su capacidad de convocatoria.
Esa es la peculiaridad del caso peruano. Pero ya ha habido
llamados explícitos de dar muerte a miembros de las fuerzas
rivales, no muerte física, sino muerte política, y ya tenemos
hechos de violencia a menor nivel, como el ataque a Piero
Corvetto (jefe de la ONPE). Se ha normalizado en sectores
de la élite la idea de que hubo fraude y que ante ese fraude
cabe cualquier medio. Si la inteligencia del Estado no está
monitoreando a grupos como La Resistencia (al que algunos
medios acusan de haber atacado a simpatizantes de Perú Libre
en Lima), después que no nos sorprenda que haya enfrentamientos
o que apelen a armas de fuego.
Keiko Sofía Fujimori Higuchi (Lima; 25 de mayo de 1975)
es una administradora de empresas y política peruana
que se desempeñó como primera dama del Perú de 1994
a 2000 y congresista por Lima Metropolitana de 2006
a 2011. Como hija del expresidente Alberto Fujimori
y de la ex primera dama Susana Higuchi, sucedió el título
protocolar de su madre entre 1994 y 2000. Desde 2010
preside Fuerza Popular, partido político representante
del fujimorismo. Buscó sin éxito, llegar a la presidencia
en las elecciones de 2011, 2016 y 2021, en las tres
ocasiones siendo derrotada por un estrecho margen en
la segunda vuelta electoral.


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Sobre el racismo que menciona, ¿cómo se ha manifestado
en estas elecciones?
Si tú quieres crear una fuerza política en el
país, con posibilidades de éxito electoral, tu racismo no
puede ser explícito, porque a diferencia de EE.UU. el racismo
no afecta a una minoría, afecta a una gran mayoría. Es un
racismo soterrado, pero se hace explícito en redes sociales.
Ahí es cuando lo ves descarnado. Gente que te dice "no voy
a volver a ir a Cusco (una de las regiones en las que ganó
Castillo), y si voy, voy a ensuciar las calles, voy a violar
a las mujeres" o gente que te dice "los niños de Puno que
se mueran de frío" porque esa región eligió a Castillo. O
un excandidato que dice que el Banco Central de Reserva debería
permitir que la moneda se devalúe y que los pobres sientan
las implicaciones en su bolsillo del triunfo de Castillo.
Todo eso tiene un subtexto racista. La pobreza rural es todavía
mucho mayor que la pobreza urbana y tiene color de piel en
mucha mayor proporción que la pobreza urbana.
¿Qué tan cierto es que las élites limeñas le
tienen miedo a los habitantes de la sierra?
(El sociólogo y ensayista peruano) Gonzalo Portocarrero
estudiaba las pesadillas de las élites limeñas. Una pesadilla
recurrente era la posibilidad de que estando en una reunión
social en una de sus casas en una zona pudiente de Lima ingresara
una turba de indígenas y se apoderara de la ocasión. Literalmente
esos eran sus temores. Hay que ver esta parte de Lima donde
hay un cerro donde en un lado están las casas de 1.000 metros
cuadrados con piscina y en otro lado están viviendas a medio
construir separadas por un muro. Esa es la representación
gráfica de esos miedos. A eso hay que añadirle el elemento
del miedo al comunismo. Hay algunas experiencias comprensiblemente
traumáticas para las élites y no solo para las élites: Sendero
Luminoso (grupo armado maoísta) y la Reforma Agraria. Eso
ayuda a entender este tipo de temores.
¿Es por estos miedos que algunos sectores no
terminan de aceptar el triunfo de Castillo?
Castillo está dando muestras de moderación todos
los días, aunque va a tener que validar lo que está diciendo
ahora con su ejercicio del gobierno, pero creo que una de
las razones por las que no termina de calar en las élites
es que por primera vez en décadas recientes hay un presidente
que no proviene de esas élites ni tiene vínculo alguno con
esas élites. Es campesino, cholo. No siempre este elemento
en el discurso está explícito, pero hay estudios sociológicos
que demuestran que está presente. Están los temores históricos
al tema indígena, que no van a cambiar mucho con Castillo,
probablemente empeoren. Pero sí creo que puede haber un proceso
progresivo en el que se establezca un modus vivendi. Castillo
nunca va a ser su opción política. Simplemente el punto es
buscar que ninguno haga realidad los peores temores del otro.

Gonzalo Javier Enrique Portocarrero Maisch fue un sociólogo,
científico social y ensayista peruano. Sociólogo por
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, magíster
y doctor en sociología por la FLACSO y la Universidad
de Essex, respectivamente.

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Además de las acusaciones de fraude y del racismo,
¿qué tanto puede pesar la presencia de Vladimir Cerrón, el
fundador del partido de Castillo y condenado por corrupción,
en su gobierno y en su estabilidad?
Le piden a Castillo una ruptura explícita con
Cerrón, pese a que ya dijo que Cerrón no iba a ocupar ningún
cargo en su gobierno. No me parecería mal (la posibilidad
de la ruptura), por lo que Perú Libre representa, un partido
marxista-leninista en el que sus principales dirigentes han
tenido expresiones antidemocráticas al decir que en el caso
de llegar al gobierno no lo dejarían y al apoyar dictaduras
como la cubana o la venezolana. Pero para que Castillo pueda
decir "pierdo parte de mi bancada por enfrentarme a Cerrón,
pese a que no cuento con la minoría necesaria para evitar
una vacancia" tendría que haber un escenario en el que la
derecha le tienda la mano. Pero si algo queda claro por la
conducta de la derecha es que lo último que van a hacer es
tenderle la mano a Castillo y probablemente lo que intenten
a la primera sea vacarlo. En ese escenario, es pedirle peras
al olmo que Castillo rompa con un partido que según reportes
de prensa tiene de su lado a la mayoría de los congresistas
de Perú Libre, en un contexto en el que Perú Libre, junto
con sus aliados de Juntos por el Perú no tienen una minoría
necesaria para evitar una vacancia. Probablemente lo que espere
Castillo es que el Poder Judicial le saque las castañas del
fuego, inhabilitando políticamente a Cerrón y a Keiko Fujimori.
En ese contexto, uno podría esperar razonablemente una ruptura
con Perú Libre, pero hacerlo en este momento podría ser suicida.
¿De concretarse, por qué sería histórico el
triunfo de Castillo, como dijo en una entrevista?
En América Latina y particularmente en el mundo
andino, cuando uno quiere medir calidad de la democracia,
encuentra una paradoja ostensible. Es la "paradoja andina",
que no es un término académico. La paradoja es que los líderes
populistas, generalmente con aristas autoritarias, hagan esfuerzos
por incorporar al sistema político a quienes han estado históricamente
marginados de él. Gobiernos de izquierda con mayores o menores
aristas autoritarias, como los de Rafael Correa y Evo Morales,
van en contra de los principios de una democracia representativa
cuando subvierten la división de poderes. Intentan controlar
el Ejecutivo, el Legislativo, el Poder Judicial y las autoridades
electorales. Eso es antidemocrático. Pero simultáneamente
cuando uno ve encuestas en Bolivia o en Ecuador, la tasa de
participación electoral crece. Hay más gente —indígenas y
pobres— que va a votar que antes de esos gobiernos. El gran
drama latinoamericano, y en particular andino, es que incorporar
al sistema político a sectores que se sienten excluidos casi
siempre ha ido de la mano con algún grado de autoritarismo.
Es una tragedia que eso casi nunca se haya podido hacer en
democracia. No digo que este sea el escenario más probable
con Castillo. Lo único que digo es que con él surge la posibilidad
de hacer eso en democracia. Si eso llega a ocurrir, eso sería
claramente un cambio histórico. Sería el primer ejemplo que
yo pueda pensar en el área andina en lograr eso en democracia.
No estoy apostando necesariamente a que sea lo más probable,
pero Castillo abre esa posibilidad, por quién es él, por el
tipo de relación que tiene con su base social. Los mítines
de Castillo en la sierra sur eran apoteósicos. Eso no se veía
en Perú desde los años 80, que yo recuerde.
Vladimir Roy Cerrón Rojas (Chupaca, Junín, 16 de diciembre
de 1970) es un médico, neurocirujano y político peruano.
Fue gobernador regional de Junín desde 2011 a 2014.
En 2019 retornaría al cargo, sin embargo, siete meses
después sería suspendido.


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¿Por qué dice también que el gobierno de Castillo
puede ser el gobierno más importante en 50 años en Perú?
Tiene el potencial de ser un desastre o de ser
un parteaguas. Castillo puede ser un presidente transformador
para bien o para mal. En un escenario ideal, que no necesariamente
es el más probable, es que este termine siendo un país que
sea más justo de lo que era antes de Castillo sin sacrificar
derechos fundamentales ni crecimiento económico. En ese escenario
ideal, que no necesariamente es el más probable, Castillo
transformaría el país para mejor.
Dice también que temer o anunciar un gobierno
autoritario de Castillo podría terminar por convertirse en
una profecía autocumplida. ¿Por qué?
Si Castillo tiene una oposición como la que
vimos entre 2016 y 2019, el escenario que más temes, que Castillo
se vuelva un dictador de izquierda, se hace más probable.
Porque si la derecha ha sido una oposición abiertamente autoritaria
y golpista, como está siendo, va a pasar lo que le pasó a
Chávez, a Morales y a Correa. Lo que la derecha no quiere
admitir es que al margen de que si Chávez siempre quiso ser
un dictador, intentaron derrocarlo por vía inconstitucional,
a través de un golpe. No ver que tu conducta puede influir
en la conducta de terceros es ceguera. Sobre todo cuando Castillo
está dando señales de moderación claras. Tal vez no lo suficiente,
pero claramente van en esa dirección. Estimúlenlo a seguir
en esa dirección. No lo fuerces a retroceder.
¿Qué efectos puede tener la falta de preparación
de Castillo?
Es un tema y no es un tema menor. Pero creo
que lo mismo se pudo haber dicho de Evo Morales y de Lula
en Brasil. La diferencia es que ellos tenían mucha más experiencia
política que Castillo. Su experiencia es gremial, pero no
política. Eso es un problema serio. Yo tiendo a coincidir
con Steven Levitsky cuando dice "el mayor riesgo inmediato
con Castillo no es que se vuelva un gobierno autoritario,
es que se vuelva un gobierno caótico". Pero eso se podría
corregir sobre la marcha. El punto es si tu gobierno es de
un individuo que no es consciente de sus limitaciones o si
es un gobierno que intenta agrupar organizaciones políticas
y gremiales y en donde el presidente es consciente de sus
limitaciones y escucha a gente capacitada en los temas relevantes.
Castillo está dando muestras de estar más cerca a este segundo
escenario. Pero no me parece probable que el gobierno esté
condenado a fracasar por las limitaciones de Castillo. El
éxito o fracaso de su gobierno no va a depender únicamente
de eso.
Los eventos de las últimas semanas han causado
preocupación por la democracia peruana. Si sobreviviera a
toda esta crisis, ¿sería una buena señal?
Las instituciones fundamentales están deslegitimadas
(presidente, congreso, poder judicial). Pero con todos los
problemas del Perú, desde Fujimori hasta ahora, nunca se cuestionó
la legitimidad de la elección, salvo Keiko Fujimori en 2016.
El hecho de que, pese al embate, el JNE sobreviva y declare
ganador a Castillo es una prueba de que algunas instituciones
con todos sus bemoles siguen funcionando. Si nos traemos abajo
lo poco de institucionalidad que queda, si se traían abajo
la legitimidad del JNE, ahí sí que la democracia estaría cayendo
porque lo más importante para la democracia es que haya elecciones
libres. Si no hay eso nada más importa. No basta, pero ese
es el punto de partida.
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3 diferencias y 2 similitudes entre Keiko Fujimori
y Pedro Castillo, los candidatos que luchan por la presidencia.

Los incas republicanos, la desconocida historia de
los descendientes de la nobleza inca que viven hoy en
Perú.

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Actualizado, día 29.
Pasada la proclamación como presidente electo
del profesor rural de izquierda Pedro Castillo, decenas de
jefes de Estado y de Gobierno, embajadas y organismos nacionales
e internacionales han saludado al líder sindical, mientras
que en el campamento de seguidores apostado hace más de 40
días frente a la sede principal del tribunal electoral despertaban
este martes con alivio y esperanza. El presidente peruano
Francisco Sagasti y la Embajada de Estados Unidos fueron los
primeros en reaccionar tras la sesión solemne digital en que
la máxima instancia del Jurado Nacional de Elecciones proclamó
a Castillo como ganador del balotaje del 6 de junio, con una
ventaja de más de 44.263 votos. La demora de más de un mes
en hacer oficial al ganador —desde el fin del escrutinio oficial
a mediados de junio— se debió a los 271 pedidos de anulación
de miles de votos de Castillo que plantearon los abogados
de Keiko Fujimori, la adversaria de la segunda vuelta y lideresa
del partido Fuerza Popular.
Las impugnaciones del fujimorismo fueron declaradas
infundadas en la primera y la segunda instancia del tribunal
electoral, en trámites que iniciaron el 9 de junio y concluyeron
el lunes. El Jurado Nacional de Elecciones los denegó al no
haber pruebas de suplantación ni de falsificación de firmas
de los miembros de mesa donde el maestro rural ganó masivamente,
como señalaban Fujimori y políticos aliados de ultraderecha.
Mientras el tribunal electoral resolvía los recursos que presentó
el fujimorismo, la hija del autócrata Alberto Fujimori llamó
a sus seguidores a manifestarse en las calles “contra el fraude”.
En las marchas, sus simpatizantes llevaban la bandera de Borgoña
y antorchas tiki —como los supremacistas estadounidenses—
mientras un grupo de choque fujimorista agredía a simpatizantes
de Castillo, atentaba contra establecimientos privados o intentaba
violar las vallas de seguridad para tomar Palacio de Gobierno.
“A nueve días del Bicentenario, que sea este
el inicio de una nueva etapa de reconciliación, consenso y
unidad’, tuiteó Sagasti. Además de los saludos de los presidentes
de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador, entre otros
enviados por Twitter después de la proclamación, también se
pronunciaron el secretario general de la OEA, Luis Almagro,
y el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez.
El Bicentenario de la Independencia del Perú conmemora
los 200 años de la proclamación de Independencia del
Perú. Este acontecimiento tiene como fecha central el
28 de julio de 2021, día de la Independencia del Perú,
y corresponde a diversas estrategias, actividades y
planes de alcance nacional e internacional hasta el
2024, año en que se conmemorarán los 200 años de las
batallas de Junín y Ayacucho que consolidaron la Independencia
del Perú. El 6 de julio del 2018, se creó el Proyecto
Especial Bicentenario, entidad encargada de ejecutar,
articular y dar seguimiento a todas las actividades
requeridas; con un alto valor simbólico, para el fortalecimiento
de la identidad nacional, la memoria histórica y los
valores de una nueva ciudadanía de cara a su tercer
siglo de vida republicana.


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A mediodía del martes, en una declaración por
escrito, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony
Blinken, felicitó al pueblo peruano por “haber hecho escuchar
sus voces en elecciones libres y justas” generales y legislativas.
“Estamos deseosos de trabajar juntos con la administración
del presidente electo Castillo para reforzar la relación Perú-EE
UU y avanzar a un mejor futuro”, agregó Blinken. En el escenario
local, las primeras instituciones en saludar al presidente
fueron la más antigua asociación especializada en observación
electoral, Transparencia; la ONG de lucha anticorrupción,
Proética; y el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación
Peruana (Sutep), el más importante núcleo magisterial. Además,
el gremio de la mediana empresa Sociedad Nacional de Industrias
y la principal patronal, Confiep, manifestaron su voluntad
de trabajar con Castillo, quien en la campaña de segunda vuelta
matizó sus propuestas económicas y prometió estabilidad jurídica
y respeto a las inversiones. En un comunicado difundido el
martes, Confiep solicitó al mandatario electo acelerar el
proceso de vacunación. Entre las reacciones de los políticos
nacionales destacó una carta abierta de los tres congresistas
electos del partido Morado —de centroderecha— entre quienes
figura la exministra de Educación, Flor Pablo. “Un maestro
presidente tiene la hermosa oportunidad de hacer docencia
política. Queremos que cuando los niños y niñas de nuestras
zonas rurales lo vean juramentando, digan: ‘Nosotros también
podemos llegar ahí'. Para muchos compatriotas su llegada al
poder significa reivindicación y esperanza”, indica el texto.
Castillo aún debe recibir su credencial de presidente
electo en una ceremonia que organiza el tribunal electoral.
Quedará entonces pendiente la designación de su equipo, las
reuniones de transición con el gabinete saliente de Sagasti
y la juramentación el 28 de julio. “Nunca se habían demorado
tanto en proclamar, esperamos que no haya ninguna leguleyada
más”, reclamaba un ciudadano mientras limpiaba un cartel frente
a la sede principal del Jurado Nacional de Elecciones la mañana
del martes. Más de 460 personas han vivido durante 42 días
allí, en el campamento que da cara al Jurado Nacional de Elecciones.
Su coordinador, el arequipeño Sergio Gonzáles, cuenta que
“lo más dificultoso en estas semanas ha sido la subsistencia”.
Gonzáles, un militante del partido Perú Libre de 41 años,
dice que la noche del lunes vivió la proclamación de Castillo
con algo de llanto, como algunos otros, pues es la primera
vez que uno como ellos llega a la presidencia. “Muchas personas
guardan esperanza de tener un Gobierno para las grandes mayorías,
que mire un poquito a los más olvidados, con una economía
más social. Tuvieron que pasar 200 años para que por primera
vez tengamos en el Gobierno a un campesino, un rondero, un
maestro: alguien del pueblo que ha estado en las luchas”,
agregó González, refiriéndose a la huelga de maestros que
encabezó Castillo en 2017. Según el coordinador del campamento
de “todas las sangres” hubo ciudadanos de 22 regiones del
país y la mayoría espera quedarse en Lima hasta la juramentación
del 28 de julio. Al otro extremo del campamento, Elías, un
campesino de 41 años, desarma su carpa y dobla una manta:
se alista para volver a su tierra. “Vine hace 40 días de la
región San Martín, provincia de Juanjuí, en la Amazonía. Lo
más difícil en estas semanas ha sido la incertidumbre, pero
se logró el objetivo. Siento una alegría inmensa, pero hemos
pasado momentos difíciles: espero un mejor Gobierno, de cambio
para el país”, comenta el agricultor.
Quién es Pedro Castillo, el maestro rural que llegó
a la presidencia de Perú y desde la izquierda desafía
a las élites.


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Nota de prensa, Julio 2021:
"Es la primera vez que el país será gobernado por un
campesino": los mensajes clave del discurso de investidura
del nuevo presidente de Perú.


El nuevo gobierno de Perú arranca con polémica tras
el nombramiento de Guido Bellido como primer ministro.

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