Sustituir las incineraciones y las inhumaciones
por otros procesos más ecológicos. ¿Es posible? Por ahora
no. Aunque el sector funerario lleva años trabajando en nuevas
formas de cremación ecológica (sin combustión) que sustituyan
a las incineraciones y a los entierros tradicionales, por
el momento, se trata solo de ideas. En España la ley no contempla
otras modalidades como la hidrólisis alcalina, la criogenización
o procesos de deshidratación del cadáver antes de proceder
a su enterramiento. "El destino final de todo cadáver será:
el enterramiento en un lugar autorizado, la incineración o
la inmersión en alta mar". Estas son las únicas tres opciones
previstas por el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria
de 1974, que lleva casi 50 años sin actualizarse y que se
queda muy corto, según apunta la Asociación Nacional de Servicios
Funerarios PANASEF.
"Se necesita una nueva ley nacional de servicios
funerarios", explica el secretario general de PANASEF, Alfredo
Gonsálvez. "La ley que tenemos es del año 1974 y llevamos
un tiempo pidiéndole al Gobierno, a los ministerios de Sanidad,
Economía y Presidencia, una nueva ley básica de servicios
funerarios. Con tanto cambio de gobierno no ha sido fácil",
explica. Todo lo relacionado con el ámbito de las cremaciones
y los enterramientos se rige por la ley de 1974 y por las
normas de límite de emisiones de cada comunidad. Además, desde
2018, existe una guía de consenso de sanidad mortuoria, que
se elaboró para lograr un mínimo común a la hora de, por ejemplo,
realizar el traslado de un fallecido de una comunidad a otra.
"La ley está completamente obsoleta", insiste Gonsálvez.
Las funerarias, y se pudo ver en la última muestra
internacional de índole funeraria celebrada hace una semana
en Valencia, están trabajando en multitud de diseños tecnológicos
y más respetuosos con el medio ambiente. "Las empresas de
servicios funerarios, por un lado, ya están incorporando las
nuevas tecnologías y, por otro, están comprometidas con el
cuidado del medio ambiente". Lo primero lo tienen fácil y
ya lo tienen en marcha. Hoy en día se puede retransmitir un
funeral en directo o existen aplicaciones para mandar pésames
a las familias en forma digital. En cuanto a la reducción
de emisiones de gases nocivos a la atmósfera, hay empresas
que han eliminado los plásticos y los contaminantes de los
féretros o que utilizan coches fúnebres eléctricos. Sin embargo,
hay propuestas que quieren ir más allá, aunque por el momento
no contarían con respaldo legal.

Los ataúdes de la serie 'El juego del calamar',
en la feria Funermostra de Valencia.
Las funerarias, y se pudo ver en la última muestra
internacional de índole funeraria celebrada hace una semana
en Valencia, están trabajando en multitud de diseños tecnológicos
y más respetuosos con el medio ambiente. "Las empresas de
servicios funerarios, por un lado, ya están incorporando las
nuevas tecnologías y, por otro, están comprometidas con el
cuidado del medio ambiente". Lo primero lo tienen fácil y
ya lo tienen en marcha. Hoy en día se puede retransmitir un
funeral en directo o existen aplicaciones para mandar pésames
a las familias en forma digital. En cuanto a la reducción
de emisiones de gases nocivos a la atmósfera, hay empresas
que han eliminado los plásticos y los contaminantes de los
féretros o que utilizan coches fúnebres eléctricos. Sin embargo,
hay propuestas que quieren ir más allá, aunque por el momento
no contarían con respaldo legal.
Es lo que defiende FUNECO (Funerarias Ecológicas
de España), que ya ha diseñado un ataúd ecológico para incineraciones,
hecho de madera reciclada y sin pinturas o herrajes. "El siguiente
paso a dar es que los entierros tradicionales se hagan también
con ataúdes ecológicos. Si estamos reduciendo la contaminación
de las incineraciones, todavía es mucho más importante la
contaminación del subsuelo, que va directamente a los acuíferos
y entra en el proceso de contaminación de la cadena alimentaria",
defiende el director general de FUNECO, Félix García Pedroche.
En FUNECO también han diseñado un proyecto para lograr que
los entierros se hagan con el cadáver deshidratado. "A través
de un sistema con nitrógeno, se desaloja el fluido del cadáver
que representa un 70% y evita que se forme luego lo que se
denomina la mancha verde cadavérica, que es la huella ecológica
que el cadáver deja en el fondo de la sepultura tras el proceso
de descomposición", explica García Pedroche.

Captura de pantalla de un vídeo explicativo
de Promessa.
Otra de las propuestas se basa en la criogenización,
donde el cuerpo fallecido es expuesto al nitrógeno líquido
( -196ºC) y posteriormente a una corta vibración mecánica,
que lo convierte en un polvo de pocos milímetros de tamaño.
A continuación, este polvo es secado y los metales son separados.
A este polvo lo llaman "promains" y, según explican, es materia
orgánica al 100%. "Los promains serán enterrados (dentro de
un ataúd biodegradable) en el subsuelo y al cabo de unos meses
se convertirá en compost. Es decir podemos plantar un árbol,
lo que nos permite ser un método climáticamente inteligente
por un lado y el único en el mundo que no genera desechos,
sino que nos permite volver al ciclo de la vida, al ciclo
del Carbono. Mire por donde se mire, todo son ventajas", explica
Olga Bolart desde Promessa. Todos coinciden en que, sin una
actualización de la ley, nada de esto será posible. "Solo
contempla el entierro o la incineración tradicional, por mucho
que yo tuviera el equipo técnico del promator disponible,
no podría ser utilizado en el territorio español", comenta
Olga Bolart.
"La hidrólisis alcalina tiene muchos nombres
comerciales como la resumación, la acuamación o la cremación
líquida. En el proceso no hay combustión, por lo que sería
incorrecto llamarlo cremación. Se trata de una estrategia
comercial para hacer el proceso un poco más cercano a una
técnica que ya es conocida y aceptada", indica Igor Bragado,
director de la oficina conceptual de arquitectura y diseño
Common Accounts, que en 2017 construyó en Seúl un prototipo
de nueva casa funeraria que usaba un aparato de hidrólisis
alcalina que se situaba en el patio de una casa particular.
Bragado imaginó una ciudad en la que cada barrio tuviera tres
o cuatro de estas infraestructuras funerarias, que podrían
ser una opción más aparte del enterramiento y la cremación.
La hidrólisis alcalina utiliza una solución
de agua, con un alcalino en un tanque a presión de acero inoxidable.
El tanque tiene que ser de dos metros de largo por sesenta
centímetros de ancho. La solución que se introduce es 95%
agua a unos 150 o 160º centígrados y un 5% de alcalino, como
puede ser hidróxido de potasio. "El proceso descompone los
tejidos orgánicos del cuerpo en tres o cinco horas", calcula
el arquitecto. El producto: 300 litros de un fluido "que se
puede tirar por el desagüe" y una matriz de fosfato cálcico,
"que son los huesos". Tras esto, habría que secar los huesos
y triturarlos para entregarlos a las familias, indica Bragado.
"Lo que tiene de particular este proceso, a diferencia de
la cremación, es que no hay emisiones de CO2 y la energía
que se emplea es muchísimo menor. Por otro lado, las infraestructuras
que se usan son relativamente pequeñas. Como arquitecto esto
es lo que más me interesa. La posibilidad de imaginar ciudades
en el futuro que tengan centros para los ritos y para memoria
funeraria de un tamaño doméstico en el centro de la ciudad",
relata.
En el caso de Seúl, explica, interesaba plantear
esta alternativa puesto que carece de suelo suficiente por
el gran crecimiento urbano. "Las infraestructuras de cremación
son de una escala descomunal. Casi como aeropuertos", sostiene
Bragado.

Las incineraciones están más cerca de superar
a las inhumaciones, según los últimos datos distribuidos esta
semana por PANASEF. En 2020, las incineraciones han alcanzado
el 45,54% frente al 54,46% de entierros. En las capitales
de provincia, las incineraciones suponen ya el 60% y la cifra
baja en zonas rurales, con un 39,8%. Según las proyecciones
del sector, en 2025 en el 60% de los casos se optará por la
incineración. Pero ¿cuánto contamina una incineración? Según
el CSIC, un cuerpo humano emite unos 27 kilos de dióxido de
carbono cuando es quemado. "Un proceso de cremación tiene
la misma contaminación de un atasco en un semáforo de cinco
minutos. La sociedad puede tener algo de temor a las cremaciones,
pero realmente, las emisiones son muy pequeñas", asegura Gonsálvez.
El presidente de la muestra Funermostra, José
Vicente Aparicio, defiende que el sector está invirtiendo
mucho en filtros para reducir al máximo las emisiones. "Hay
una legislación cada vez más dura con el fin de que en los
hornos crematorios existan filtros mucho más potentes para
que lo que salga sea menos contaminante. Que no es que sea
mucho. Por otro lado, se trabaja también en todo lo que se
introduce, porque lo que sale es fruto de lo que entra. Se
han desarrollado féretros sin pigmentación o sin barnices
sintéticos", explica. Los conocedores del sector siguen atentos
los avances que puedan llegar para sustituir a los entierros
tradicionales. "Son dos sistemas [hidrólisis y criogenización]
que no están todavía en España. Alguno está en EEUU o en países
asiáticos. Pero aquí todavía se está analizando. Hay dudas
sobre si esto supone una ventaja o una desventaja con respecto
a los actuales sistemas de incineración", comenta Aparicio.
"Serán los técnicos medioambientales los que, una vez analizado,
digan si son factibles o no".
Después habrá que ver si la gente está preparada
para elegir alguna de estas opciones. Aunque, tal y como recuerda
Aparicio, hace no mucho, quizá unos 40 años, cuando se hablaba
de las incineraciones "la gente se hacía cruces".
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Uno de noviembre. Día de Todos los Santos. Los
cementerios se llenan de familias que, con sus flores, recuerdan
a los que ya no están. La esperanza de vida media en nuestro
país, según los datos del INE, se sitúa en 83,24 años y la
decisión de qué queremos que nos pase después de la muerte
se adapta, cada vez más, a los nuevos tiempos. El 68% de los
españoles prefiere la incineración al tradicional entierro,
asegura la OCU, pero la nueva tendencia es, además, hacerlo
de forma respetuosa con el medio ambiente.
La hidrólisis y las urnas eco-friendly son la
alternativa a la cremación tradicional que intenta limitar
los elementos contaminantes que se producen durante el proceso.
La técnica consiste en introducir los restos mortales en un
cilindro de acero a presión con una mezcla de hidróxido de
potasio y agua a 170 grados. El resultado son unas cenizas
que se les entregan a los familiares. Sin embargo, esta técnica
no está libre de polémica ya que el agua empleada, tras unos
controles de seguridad, se tira por el desagüe. Esto provoca
que la legalidad varíe mucho según el país. En Estados Unidos
y Canadá se emplea libremente, mientras que en Europa solo
en algunos. En el nuestro, de momento, se está estudiando.
Respecto al recipiente donde guardar las cenizas,
las urnas biodegradables son una de las principales apuestas
para aquellos que se preocupan por el impacto medioambiental.
Las opciones son variadas. Van desde propuestas que permiten
que los restos reposen en el mar o en los bosques, respetando
el ecosistema, hasta compañías que permiten que las cenizas
y su urna, tras ser enterradas, se conviertan en un árbol.

La máquina que se utiliza en la hidrólisis alcalina.
(Bio-Response Solutions).
Para ese 32% que todavía prefiere la inhumación
tradicional también existen opciones en las que los materiales
son respetuosos con la naturaleza. Para su construcción se
emplean cartón reciclado, celulosa, bambú, arroz o incluso
piel de patata. Tras ser tratados aguantan 120 kilos y se
degradan mucho más rápido que los de madera. Tras varias batallas
legales, en España ya se pueden utilizar, eso sí, el cementerio
en el que lo quieras enterrar debe aceptar este tipo de féretros.
No obstante, también hay empresas españolas que fabrican ataúdes
de madera ecológica, que se comprometen a que sea de proximidad,
maciza y a que el resto de materiales utilizados tengan el
certificado ecológico de origen. Respecto a su interior, también
se tapiza exclusivamente con textiles naturales, especialmente
de algodón orgánico.
¿Y si nos olvidamos de las cajas? En Washington,
en Estados Unidos ya es una realidad. A partir del próximo
mes de mayo el cuerpo de los fallecidos se podrá emplear como
abono mediante un proceso de reducción orgánica natural que
acelera la descomposición de los restos y los convierte en
compost. Según afirman desde el Gobierno, si todos los estadounidenses
optaran por esta opción, se ahorraría energía equivalente
a la necesaria para abastecer 54.000 hogares al año.
En Italia, optan por un contenedor en forma
de huevo en el que se introduce el difunto y sobre el que
se planta un árbol. Este tiene un indicador geográfico que
permite a la familia, generación tras generación cuidarlo.
O una apuesta aún más atrevida. Un traje completo que está
pensado para cultivar hongos que descompongan más rápidamente
los restos.
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