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9 - Agosto - 2024
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Un nuevo estudio ha confirmado que el eritritol, un edulcorante artificial que actúa como sustitutivo del azúcar en productos de panadería, bebidas, chicles y caramelos, aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. La investigación, dirigida por Stanley Hazen, catedrático de Ciencias Cardiovasculares y Metabólicas del Instituto de Investigación Lerner de la Clínica Cleveland (Ohio, Estados Unidos), ha demostrado que este componente hace más activas las plaquetas, lo que puede aumentar la posibilidad de aparición de coágulos sanguíneos, algo que el azúcar no provoca. Así reivindica que el eritritol no es tan seguro como lo clasifican las agencias reguladoras de alimentos y que debería reevaluarse. "Muchas sociedades profesionales y médicos recomiendan habitualmente a las personas con alto riesgo cardiovascular (obesidad, diabetes o síndrome metabólico) que consuman alimentos que contengan sustitutos del azúcar", explica Hazen, autor principal del estudio.

Las grasas trans, o ácidos grasos trans, (AGt), son ácidos grasos insaturados que se generan de forma industrial cuando se convierte el aceite líquido en grasa sólida, proceso al que se denomina hidrogenación.

Por ello, advierte, "es importante hacer estudios clínicos a largo plazo que ayuden a evaluar la seguridad cardiovascular del eritritol y otros elementos sustitutivos". El eritritol, que se obtiene de la fermentación del azúcar del maíz, es aproximadamente un 70% más dulce que el azúcar y se usa como alternativa al azúcar o la sacarina porque no aportan calorías ni carbohidratos. Sin embargo, una vez ingerido, el eritritol no se metaboliza bien en el organismo sino que pasa al torrente sanguíneo y se elimina a través de la orina. El cuerpo humano crea cantidades bajas de eritritol de forma natural, por lo que cualquier consumo adicional puede acumularse. Pese a ello, este ingrediente está clasificado por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) y por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria como "generalmente reconocido como seguro", lo que permite su uso sin restricciones en productos alimentarios. Esto se debe principalmente a que es un alcohol de azúcar que se encuentra de forma natural en frutas y verduras y es un subproducto del metabolismo de la glucosa en los tejidos humanos, aunque en pequeñas cantidades.

La obesidad es una enfermedad crónica: no existe el fenotipo de obeso sano.

La nueva investigación parte de un estudio anterior del equipo de Hazen, publicado el año pasado en Nature Medicine, que reveló que los pacientes cardiacos con niveles elevados de eritritol tenían el doble de probabilidades de sufrir un episodio cardiaco grave en los tres años siguientes, en comparación con los que tenían niveles bajos. El nuevo trabajo se diseñó para observar de forma más directa los efectos en las plaquetas tras la ingestión de eritritol en una dosis típicamente contenida en un refresco o una magdalena "sin azúcar". En 20 voluntarios sanos, el equipo descubrió que el nivel medio de eritritol después de comer aumentó más de 1.000 veces en el grupo que lo consumió, en comparación con sus niveles iniciales.

La calidad de sus grasas es otro factor responsable de su mala fama, pues en su gran mayoría la bollería industrial posee grasas trans que puede tener diferentes efectos nocivos en el organismo y ser más perjudicial que las grasas saturadas o el colesterol. Por otro lado, no poseen gran cantidad de proteínas ni de fibra, y en contadas ocasiones los bollos ofrecen minerales y vitaminas que el organismo necesita, aunque sí pueden poseer proporciones considerables de sodio, un mineral que debemos limitar para no caer en excesos que perjudiquen la salud.

Pásate por Un comino, la sección dedicada a la cocina, donde hablamos de alimentos demasiado tentadores.

Claramente, la bollería industrial no tiene mucho de "bueno" para ofrecer al organismo y sus nutrientes predominantes son los que, con frecuencia intentamos limitar en nuestra dieta, sobre todo, si buscamos cuidar la salud. a combinación de grasas y azúcares es lo que vuelve realmente tentador a un bollo, pues es esta cualidad la que el cuerpo prefiere para almacenar energía de fácil utilización. Y por ello, ante su consumo desencadenamos una respuesta placentera que puede ser responsable de su poder adictivo. Un estudio publicado en 2013 en PlosOne concluyó que tanto el grado de procesamiento de un producto, como la presencia de grasa y azúcares son determinantes del poder adictivo de un alimento, de allí que la bollería pueda ser uno de los alimentos que más nos incentiven a comer y comer y que nunca nos sacien. Además, los azucares reducen el estrés en nuestro organismo al disminuir los niveles de cortisol en sangre, según han probado científicos estadounidenses, por eso también, la bollería realmente nos gusta y se encuentra entre los alimentos más adictivos.

Sumado a ello, su extendida presencia en los mercados y la amplia oferta que nos rodea, representan estímulos para su consumo que vuelven aun más deseado su consumo, algo que, dada sus características nutricionales, continúa siendo desaconsejado.

¿Es mejor la bollería casera? La realidad es que siempre resulta mejor la bollería que podemos elaborar en casa que la producida industrialmente, aunque los ingredientes sean los mismos, pues podemos conocer el origen de la materia prima y hornear en menores proporciones lo cual puede disminuir la generación de grasas trans en el producto final. Por otro lado, solemos conseguir bollos con menos sodio, debido a que en casa, no empleamos aditivos que favorezcan la conservación, ni resalten el sabor o la elevación de la masa.

Además, aunque los ingredientes pueden tener grasas trans de forma natural, éstas no son iguales que las grasas trans artificiales que se generan durante el procesamiento de un alimento, pues en los lácteos por ejemplo, la proporción es mínima comparada con la cantidad de este tipo de grasas que podemos tener en un alimento industrial, y además, podemos reducir aun más la presencia de grasas trans si utilizamos lácteos desnatados.

Si te gustan las magdalenas, puedes incluirlas en tu dieta de forma saludable. En este caso, prepara unas magdalenas sin azúcares, con boniato y trigo sarraceno. Para su preparación necesitas los siguientes ingredientes: 120 gramos de boniato, 80 gramos de trigo de sarraceno, unos 30 o 40 gramos de leche en polvo, un huevo, tres claras y aceite de oliva. Primero tienes que cocer el boniato. Cuando esté cocinado, aplástalo y añade el trigo de sarraceno, la leche en polvo, el huevo, tres claras y un chorro de aceite. Ahora, mézclalo todo. También puedes agregar pasas. Cuando esté todo integrado, rellena los moldes de las magdalenas con la pasta y mételos en el horno el tiempo que necesites para que queden a tu gusto.

Para el verano vienen muy bien opciones como los caprichos helados de plátanos y cacahuetes. Comienza chafando un plátano maduro para que la elaboración tenga un sabor más dulce. Agrega los cacahuetes, deben ser tostados y sin sal. Con la ayuda de un tenedor convierte esta masa en pequeñas croquetas. Ahora, introduce la mezcla en el congelador durante 6 horas. Mientras, calienta una tableta de chocolate negro. Cuando haya pasado el tiempo requerido, el último paso es bañarlos en el chocolate. Con solo tres ingredientes podrás seguir disfrutando de bollería sana.

Y para tus postres puedes preparar un pastel de chocolate que sorprenderá a tus invitados más estrictos. No lleva harina, huevos ni azúcar. Además, no necesitarás horno ni microondas. El primer paso es pelar y cortar un kaki para luego triturarlo con una cucharada de cacao en polvo en una licuadora. Cuando adquiera una textura homogénea, añade la mezcla en un molde y déjalo reposar media hora en el frigorífico. Espolvorea coco rallado y el postre estará listo.

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