Daniel cumplirá diez años este miércoles. Cursa quinto curso
de Primaria en un colegio de Vitoria. Rubén Mateos, socialista
y en aquella época alto cargo de la Administración vasca,
es su padre y conoció en el hospital la noticia del final
de ETA. En algunas entrevistas que ofreció aquel día bautizaron
a su hijo como “el niño de la paz”. El joven nació a la vez
que ETA comunicaba aquel 20 de octubre de 2011 que ponía fin
al terrorismo, a la amenaza, a la extorsión y al secuestro
y simbolizaba un nuevo tiempo en la sociedad vasca.
Mateos formaba parte del Gobierno de Patxi López. El lehendakari,
el primero no nacionalista en la democracia y que llegó al
cargo en 2009 aupado por el PP, estaba de viaje oficial en
Estados Unidos y el comunicado coincidió con un trayecto en
un tren de Amtrak entre Washington D.C. y Nueva York. La primera
reacción del presidente vasco se produjo allí mismo, en el
asiento del tren y con la sola compañía de una pequeña botella
de agua de la marca Crystal Geyser. Luego hubo que improvisar
otra declaración en la escalinata de un edificio de Manhattan.
“Lo conocía con antelación. Sabíamos desde días antes cuándo
y cómo se iba a producir el anuncio. Todo lo que rodeó al
anuncio de ETA de que abandonaba el terrorismo fue fruto de
un trabajo discreto de meses y con muchas partes implicadas”,
explica una década después el ahora diputado en el Congreso
en una entrevista por escrito. De hecho, el Gobierno vasco
tenía reservada una sala en la ONU con las banderas oficiales
y toda la iconografía institucional para la primera declaración
tras el comunicado, pero la premura de La Moncloa por que
compareciera el lehendakari primero y luego pudiera hacerlo
el entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, precipitó
los acontecimientos.

EE UU detectó a ETA dos años antes que Franco. Una investigación
confirma que el primer atentado de la banda fue contra el
diario ‘Alerta’ en 1959, hace 60 años.

El anuncio de ETA se produjo 72 horas después de que se lo
pidiera formalmente una conferencia celebrada en el palacio
donostiarra de Aiete y a la que asistieron personalidades
internacionales encabezadas por Kofi Annan, exsecretario general
de la ONU. Fue la pista de aterrizaje para que la comunicación
de ETA no pareciera una claudicación sin condiciones. “Aiete
no se hubiese podido celebrar sin el conocimiento y el visto
bueno de los Gobiernos vasco y español, aunque decidiésemos
no participar directamente”, explica López. El PSE-EE y UGT
sí asistieron, en todo caso, como el resto de partidos salvo
el PP. Si Aiete ya se había celebrado y si ya se conocía de
antemano lo que iba a ocurrir, ¿qué hacía entonces el lehendakari
a miles de millas de Euskadi en un momento histórico? “Era
un viaje importante. Y queríamos hacer ver que ETA no podía
condicionar la agenda”, explican exasesores de aquel gabinete.
Es más, López tenía una reserva ya hecha de un vuelo para
esa misma noche del 20 de octubre, de modo que pudiera estar
ya en Vitoria al día siguiente. Mientras, desde Nueva York,
su responsable de política exterior, Guillermo Echenique,
ofrecía aquel 20 de octubre una recepción a 500 personas:
“Hoy presentamos al País Vasco en Nueva York y por primera
vez no tenemos que explicar que, pese a los terroristas, somos
un gran país”.

Patxi López, hablando por teléfono en el tren de Washington
D.C. a Nueva York en el que conoció el final de ETA.
El lehendakari habla de una “sucesión de llamadas” después
de que se confirmara la noticia. “No recuerdo el orden. Pero
seguro que Rodolfo Ares fue el primero”, señala. Ares era
su mano derecha en el partido y en el Ejecutivo, donde tenía
el cargo real de consejero de Interior y el extraoficial de
vicelehendakari. Ya retirado de la vida pública, Ares ha declinado
participar en este reportaje. López habló también con Jesús
Eguiguren, presidente de los socialistas vascos y negociador
con la izquierda abertzale de Arnaldo Otegi. Igualmente estuvo
en contacto con Rodríguez Zapatero y también con Alfredo Pérez
Rubalcaba, aunque formalmente ya no era ministro del Interior
desde julio de ese año. “Fue un momento muy intenso y cargado
de emociones”, rememora.
“Recuerde que el Gobierno socialista de Euskadi nació, ya
antes de su constitución, con una amenaza directa de ETA a
consecuencia de la cual hubo que poner escolta a buena parte
de sus cargos, que se unían a la larga lista de concejales,
jueces, empresarios, periodistas, profesores, … Con el fin
de ETA, todas esas cientos de personas pudieron recuperar
su libertad. Las cosas más sencillas, como dar un paseo o
acompañar a tus hijos al colegio, se convirtieron en una conquista”,
apunta López. Y añade: “A un nivel más general, creo que el
fin de ETA ha sido un soplo de aire fresco en la sociedad
vasca. Se ha rebajado la tensión política, se han normalizado
las relaciones. Euskadi ya no es el centro nacional de la
confrontación política. Un indicador que puede resultar menor
pero que resulta revelador: comprobamos cómo la cifra de turistas
empezaba a aumentar, Euskadi empezaba a proyectar una imagen
atractiva al exterior y eso repercutía en la economía, en
el comercio o en las relaciones sociales. Costará tiempo valorar
objetivamente todo lo que hemos ganado con el fin de ETA y
todo lo que perdimos durante décadas de falta de libertad”.

7 momentos para entender qué fue ETA, el grupo armado que
quiso separar al País Vasco de España y Francia.

¿Qué perdió Euskadi? Según datos del Memorial de Vitoria,
un espacio inaugurado este año por el Gobierno central, hubo
853 asesinados (incluidos los perpetrados por organizaciones
afines). En España, por ofrecer la comparación, el yihadismo
ha causado 288 víctimas, el GRAPO 92, la extrema derecha 62
y el GAL 27. A ellos se les suman 2.597 heridos. En 2009,
cuando ya se atisbaba el final de ETA, el Ararteko (Defensoría
del Pueblo) estimó en 42.000 los amenazados, casi dos veces
la población entera de Eibar. De ellos, unos 3.300 llevaron
guardaespaldas en algún momento. Un trabajo del Centro de
Ética Aplicada de la Universidad de Deusto cifra en alrededor
de 100 millones de euros el dinero ingresado por la banda
terrorista por rescates de personas secuestradas. 10.000 empresarios
fueron extorsionados para que pagaran el denominado ‘impuesto
revolucionario’ (y el 13% pagó ante las amenazas, según afirmó
un estudio de Javier Marrodán). Solamente la Ertzaintza sufrió
1.300 emboscadas de ‘kale borroka’.
El cese definitivo de la actividad armada llegó en octubre
de 2011 pero, en la práctica, ETA estaba ya inactiva desde
hace meses. Su último asesinato fue el del policía francés
Jean-Serge Nérin en marzo de 2010. Los últimos en España fueron
Diego Salvà y Carlos Sáenz de Tejada, agentes de la Guardia
Civil destinados en Mallorca y, en Euskadi, el inspector de
la Policía Nacional Eduardo Puelles. Fue en el verano de 2009.
Un año después, en el homenaje, la banda intentó matar a López
y a Ares con un fusil de mira telescópica. José Pardines,
otro miembro de la Guardia Civil, fue la primera víctima en
1968, una década después del nacimiento de la organización.
Más de 750 de los crímenes llegaron después de la muerte del
dictador Francisco Franco. De nuevo con pistas de aterrizaje
como en Aiete, ETA se desarmó en 2017 y se disolvió en 2018.
Pidió perdón solamente a una parte de las víctimas, a las
que no tuvieron “responsabilidad en el conflicto”.
“¿El resto están bien muertos?”, se pregunta Consuelo Ordóñez,
hermana del que fuera parlamentario vasco y portavoz del PP
en Donostia, Gregorio Ordóñez, tiroteado en 1995. Está también
al frente del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite),
que estima que son más de 300 los crímenes sin resolver. Opina
que el de 2011 “fue un final negociado” y que “el precio que
se ha pagado por la paz por parte de las víctimas es la impunidad”.
“Han cedido nuestro derecho a la Justicia. Lo mejor es que
ahora ETA no nos mata y, el que diga lo contrario, miente.
Pero este país tiene una deuda infinita con las víctimas.
La medallita del ‘hemos derrotado a ETA con el Estado de Derecho’
no la voy a consentir”, afirma al otro lado del teléfono.
Y se pregunta en voz alta: “¿Alguien ha visto la operación
policial de disolución y desarme de ETA? Rodríguez Zapatero
negoció con ETA y Rajoy negoció con Rodríguez Zapatero la
legalización de los brazos políticos y la no detención [de
los terroristas]”.

La "utilización" de ETA por parte de Casado indigna a las
víctimas: "No tiene escrúpulos".

De las estructuras de ETA, el único edificio en pie es el
del EPPK, siglas en euskera del Colectivo de Presos Políticos
Vascos. Agrupa a los encarcelados por terrorismo que se mantienen
en la ortodoxia, por lo que no incluye ni a los arrepentidos
de la ‘vía Nanclares’ ni a la disidencia más dura, de poca
relevancia y reunida en torno a siglas como ATA o HB (de Herritar
Batasuna). La asociación de familiares de presos del EPPK,
Etxerat, informó el 5 de octubre de que los reclusos eran
201. Desde que gobierna Pedro Sánchez (2018) se han producido
decenas de acercamientos y, en España, ninguno está más lejos
de Madrid. 78 de esos 201 cumplen condena en Álava, Bizkaia,
Gipuzkoa y Navarra.
Pero para Joseba Azkarraga, exdiputado por el PNV en las
primeras legislaturas de la democracia, exconsejero de Justicia
por EA y ahora portavoz de la plataforma en favor de los derechos
de los reclusos Sare, esto es insuficiente. “La decisión de
ETA de hace diez años nos ha cambiado la vida en positivo
a la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país. Otra
cosa diferente es si ese cambio ha afectado por igual a todos.
En lo que afecta a las víctimas, no hay un tratamiento homogéneo.
No puede haber un tratamiento específico para las de la organización
ETA y otro para las del terrorismo de Estado. Y luego se mantienen
con los presos políticas de carácter excepcional. Más de un
centenar está en cárceles de fuera de la comunidad autónoma
vasca o de Navarra y cerca de 70 podrían estar en libertad
condicional por haber pasado las tres cuartas partes de la
condena y se les mantiene en segundo grado. Hay un bloqueo
absoluto de los permisos penitenciarios. Hay que pasar de
una política de corte antiterrorista a una ordinaria. Algo
se va movimiento, pero más del 50% todavía están lejos”, explica.
Jesús Loza es miembro de la Fundación Fernando Buesa en memoria
del vicelehendakari y dirigente socialista asesinado en 2000.
Después del final de ETA, López le nombró comisionado para
la convivencia. En la primera legislatura de Sánchez ejerció
como delegado del Gobierno. En 2021 entiende que el final
del terrorismo “fue una decisión táctica y no ética”. “Veían
que se iban al garete. En el mundo de Batasuna entendían que
no podían seguir. Fue fundamental la presión del brazo político
para que parasen. La presión policial era extenuante. El activo
fundamental para la paz no fue Arnaldo Otegi; si hay que destacar
a alguien, fue Alfredo Pérez Rubalcaba. El paso ético se producirá
cuando ese mundo haga la autocrítica de que todo lo que hicieron
no sirvió para nada”, señala. Asegura que hace diez años se
produjo “una alegría para todos” pero alerta de que “sigue
habiendo rescoldos de odio en forma de pintadas, recibimientos
o insultos”. En Euskadi, en todo caso, no se han producido
las escisiones que sí ha tenido el IRA, por ejemplo.

Con motivo del estreno de ‘Maixabel’, dirigida por Icíar
Bollaín y protagonizada por Blanca Portillo y Luis Tosar,
la revista Fotogramas selecciona las 32 mejores propuestas
con la banda terrorista como argumento.

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Un monumento conmemorativo de la guerra de independencia
en Dublín.
La denominación IRA apareció por primera vez durante la batalla
de Ridgeway (2 de junio de 1866). Desde aquel momento los
fenianos, los nacionalistas irlandeses que se oponían al dominio
británico sobre Irlanda, se organizaron en «regimientos del
IRA». El dramaturgo Brendan Behan dijo una vez que el primer
problema en cualquier programa para Irlanda eran las escisiones.
En el caso del IRA, la afirmación no podría haber sido más
acertada. A partir del IRA antiguo, el ejército paramilitar
de la República de Irlanda quedó en minoría y formó el IRA
antitratado, conocido más tarde como IRA Oficial, del que
décadas más tarde se escindiría el IRA Provisional. Este sufrió
a su vez sucesivas secesiones, fundamentalmente las del IRA
Auténtico y el IRA de la Continuidad, ambos autoproclamados
sucesores del Ejército de la República de Irlanda. La mayoría
de los irlandeses, no obstante, desestiman estas reivindicaciones,
y estos grupos no cuentan con el apoyo popular del que gozaban
los «provisionales». El 28 de julio de 2005 el IRA anuncia
el cese de "la lucha armada".

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Covite, en cambio, entiende que los conocidos como ‘ongi
etorri’, esos homenajes a los miembros de ETA a su salida
de la cárcel, se han reducido ya a la mínima expresión aunque
este verano haya habido alguna excepción. Hace pocas semanas,
Sare cambió de planes a última hora y no llevó a cabo una
jornada por los derechos del preso Henri Parot, con 40 víctimas.
“Lo hemos conseguido con muchísimo esfuerzo. En 2016 creamos
un observatorio para documentarlos todos y claro que se está
avanzando”, confirma Consuelo Ordóñez. Eran una “práctica
vergonzante que no se daba en ningún rincón de Europa”, apostilla.
“Los ‘ongi etorri’ son, además de una humillación para las
víctimas, la expresión más clara de las dificultades que tiene
la izquierda abertzale para romper con su pasado. Es responsabilidad
de ese mundo, de Sortu, de EH Bildu, poner fin a todo esto.
Porque una sociedad decente no puede permitir el homenaje
público y festivo de asesinos. Pero no quiero terminar con
un mensaje pesimista. Padecimos la larga enfermedad del terrorismo,
pero la recuperación va bien. Somos una sociedad mejor y más
sana que hace diez años”, señala Patxi López.
El partido con más cargos asesinados por ETA es el PP. Su
secretaria general en Euskadi ahora, Laura Garrido, fue una
de las últimas a la que le retiraron la escolta en 2017. Llevó
guardaespaldas 17 años. “Recibí la noticia en 2011 con cierta
incredulidad. Habíamos asistido a la tregua trampa de la T4
[en 2006]. Hemos ganado en tranquilidad, obviamente. Saber
que no hay una banda terrorista que puede asesinar… Al final,
vivimos mejor todos”, señala. Garrido se afilió en 1989, con
18 años. Casi la mitad de las víctimas totales de ETA se produjeron
en esa década. En 1997, leyó en euskera la condena por el
secuestro y asesinato de su compañero Miguel Ángel Blanco.
“Atribuyo aquel final -opina- a la presión de los instrumentos
del Estado de Derecho, jueces, labor policial, colaboración
internacional y legislación”. “En 2021 tengo muy presente
el drama personal, aquellos asesinatos del principio en los
que se enterraba a escondidas a policías, guardias civiles
o militares. La asignatura pendiente es que hay una fuerza
sentada en las instituciones, Sortu, que sigue sin condenar
el terrorismo”, denuncia Garrido, que sí concede que “hay
partes de EH Bildu que sí lo hacen”, citando a EA o a la antigua
Aralar. Y concluye: “Hay que mantener la exigencia con los
reductos de odio. ETA ha acabado pero tengo compañeros de
partido a los que les han dado palizas por ser de Nuevas Generaciones”.

Aralar fue un partido político de ideología independentista
vasca, con presencia en la comunidad autónoma del País Vasco
y la comunidad foral de Navarra. Pertenecía al ámbito de la
denominada izquierda abertzale y propugnaba un Estado soberano,
laico y republicano para Euskal Herria, desestimando la vía
de la lucha armada para conseguir tal objetivo. Tuvo como
coordinador general al abogado navarro Patxi Zabaleta, que
fue nombrado presidente honorífico en su última etapa.
A los pocos días del final de ETA, Mariano Rajoy batió a
Alfredo Pérez Rubalcaba en las elecciones generales y logró
mayoría absoluta. En Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, la coalición
que integraba a la izquierda abertzale, entonces Amaiur, obtuvo
resultados excelentes en las cuatro circunscripciones. Antes,
en primavera, Bildu logró gobernar en Gipuzkoa y en Donostia,
la ciudad con más víctimas en Euskadi. En aquel momento, el
PP vasco tenía 13 escaños en el Parlamento autonómico y ahora
tiene cinco de seis en la coalición con Ciudadanos. “Es una
paradoja, sí. El voto ha ido a la baja. Habrá que analizar
bien por qué es”, responde Garrido.
El principal partido vasco es el PNV. “Llegamos tarde a la
causa de las víctimas”, admitió el lehendakari, Iñigo Urkullu,
en el año en que ETA se disolvió, 2018. Hace diez años, Urkullu
era presidente del PNV y “sabía lo que iba a ocurrir” aunque
fuera el líder de la oposición. “Llegó en la hora prevista
del día previsto y con el contenido previsto”, afirman desde
su entorno. Su primera reacción fue “meterse en el despacho
de la quinta planta de Sabin Etxea [sede central nacionalista]
y llamar a su familia y a los expresidentes del Euzkadi Buru
Batzar”. Para la historia quedara una fotografía de un abstemio
extremo organizando un brindis con cava junto a su equipo.
“Pero no bebió, solamente brindó”, bromean quienes estuvieron
presentes. El 20 de octubre, Urkullu presidirá el acto institucional
central de reconocimiento a las víctimas en la sede del Instituto
de la Memoria Gogora, en Bilbao. Gogora, además de las víctimas
de ETA y otros terrorismos, recuerda también la Guerra Civil
y la dictadura franquista y a las víctimas de violencia policial.
Una ley vasca y varios decretos ya amparan también desde hace
algunos años a este colectivo que sufrió torturas o, en los
casos más extremos, tiroteos.

Urkullu, con Atutxa, Bilbao, Gerenabarrena, Ortuzar y Greaves,
brindando por el fin de ETA.
La Euskadi de 2021 libra ahora lo que algunas
voces han venido en llamar como “la batalla del relato”. El
velo se ha levantado y son numerosas las producciones literarias
o cinematrográficas sobre la historia vasca. ‘Maixabel’ sigue
en los cines, la serie ‘La línea invisible’ contó el origen
de ETA y la novela ‘Patria’ ha sido adaptada también a la
pantalla. También hay trabajos como ‘Non dago Mikel?’ sobre
las torturas. La terrorista arrepentida Carmen Gisasola escribió
‘Gaur zortzi’. Y en ‘Los ojos del otro’ se explica en qué
consistió aquella ‘vía Nanclares'. “No hay color en cómo estaba
Euskadi cuando yo tenía 10 años y en cómo está ahora que Daniel
tiene 10 años. Es el día y la noche. Sin embargo, noto que
mucha gente ha pasado página demasiado pronto. No se ha querido
echar la mirada atrás. A Daniel le he tenido que hablar de
este tema porque en el colegio no les han dicho nada. Se enseñan
valores de paz pero no hay una mención explícita a ETA y a
la violencia de persecución. No se puede dejar este tipo de
cosas a la voluntad de los padres”, reflexiona Rubén Mateos,
el padre de quien algunos vinieron en llamar “el niño de la
paz”. Y concluye: “Daniel se enfrentará a todo tipo de problemas
de la sociedad en la que vive pero, desde luego, no a la violencia”
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