Increíble descubrimiento el llevado a cabo por
un equipo de científicos de la NASA y de la Universidad de
California (EEUU). Desde hace años, llevan trabajando en un
minucioso mapeo de la Antártida, con el objetivo de conseguir
saber qué es exactamente lo hay bajo la superficie helada
y, lo cierto, es que se han llevado una gran sorpresa: no
en vano, han descubierto el punto más profundo de la Tierra
no cubierto por agua, a más de 3.500 metros bajo el nivel
del mar.
Es de sobra conocido que el lugar más profundo
de nuestro planeta se encuentra en la Fosa de las Marianas,
cuyo fondo alcanza los 10.994 metros de profundidad. Pero,
¿alguna vez te has preguntado cuál es el lugar más profundo
de la Tierra que no se encuentre sumergido? La respuesta es
sencilla: el Mar Muerto, cuya orilla está ubicada a -430 metros.
Lo que nadie podía esperar es que, en un mundo tan explorado,
pudiéramos refutar esa afirmación.

El mapeo de la Antártida que confirma el lugar
más profundo del planeta.
Todo comenzó de la mano del programa de la NASA
'Making Earth System Data Records', con el que el objetivo
no era otro más que conseguir el mejor mapeo topográfico que
nunca se haya hecho de nuestro planeta. Y, dentro de ese proyecto,
se encuentra 'BedMachine Antartica', basado las mediciones
realizadas en el continente helado, donde apareció una gran
sorpresa: un cañón terrestre desconocido de más de 3,5 kilómetros
de profundidad.
O, dicho de otro modo, los expertos acababan
de encontrar el lugar más profundo de la Tierra no cubierto
por agua, superando en más de tres kilómetros la superficie
que, históricamente, tenía ese honor. En muchas ocasiones,
se habían llevado a cabo estudios aéreos sobre la Antártida,
pero el radar utilizado no había sido capaz de tomar estas
mediciones tan exactas. Ahora, en pleno Glaciar Denman se
ha encontrado una de las maravillas naturales de la Tierra.
"Ha habido muchos intentos de sondear el lecho
de Denman, pero cada vez que sobrevolaron el cañón, no podían
verlo en los datos del radar. El canal está tan arraigado
que obtienes ecos laterales de las paredes del valle y hacen
que sea imposible detectar el reflejo del lecho real del glaciar.
Los mapas más antiguos sugerían un cañón menos profundo, pero
eso no era posible, faltaba algo", confirmaba Mathieu Morlighem,
uno de los expertos que ha realizado este trabajo.
Este mapeo no solo ha servido para comprobar
que el lecho bajo el hielo es mucho más profundo de lo que
se creía hasta la fecha, sino que les ha servido para entender
el riesgo que corren algunas de esas zonas como consecuencia
del cambio climático. Ahora, el objetivo de este equipo científico
es continuar con el mapeo milimétrico de nuestro planeta,
con la idea de poder realizar las mismas mediciones en todos
los océanos de la Tierra para conocerlos a la perfección.
Las kilométricas cordilleras y los valles se
han asentado en las profundidades de la vasta región de hielo
de la Antártida occidental, un descubrimiento que según los
científicos podría contribuir al aumento del nivel del mar
en todo el mundo.

Los investigadores también descubrieron
tres valles que unen las dos partes principales de la Antártida:
la capa de hielo de la Antártida occidental y la capa de hielo
de la Antártida oriental mucho más grande.
Las formas terrestres recientemente descubiertas
evitan que el hielo de la Antártida oriental fluya a través
de la Antártida Occidental hacia la costa. Pero a medida que
las capas de hielo se adelgazan debido al calentamiento de
las temperaturas, estos valles y cadenas montañosas podrían
"aumentar la velocidad con la que el hielo fluye desde el
centro de la Antártida hasta sus bordes, lo que lleva a un
aumento del nivel global del mar", según cuenta Kate Winter,
la autora principal del estudio que hizo un seguimiento de
investigación en la Universidad de Northumbria.
"Comprender cómo interactúan las capas de hielo
de la Antártida oriental y occidental es fundamental para
nuestra comprensión del nivel del mar global pasado, presente
y futuro", dijo Neil Ross, profesor titular de la Universidad
de Newcastle.
El mayor de los valles, llamado Foundation Trough,
tiene 350 kilómetros de largo, casi igual a la distancia entre
Washington, el Distrito de Columbia y la ciudad de Nueva York.
Su ancho es más de 32 kilómetros, más largo que la isla de
Manhattan.
El otro valle, llamado Patuxent Trough, tiene
casi 320 kilómetros de largo y 14 kilómetros de ancho. El
más pequeño, el Desfiladero de Rift Offset, tiene 150 kilómetros
de largo y 28 de ancho.
La investigación fue parte del proyecto PolarGAP
de la Agencia Espacial Europea, una ambiciosa misión para
recopilar datos sobre el campo de gravedad global de la Tierra,
y fue publicado a principios de mayo de 2018 en la revista
Geophysical Research Letters.

Fausto Ferraccioli, investigador principal del
proyecto PolarGAP, dijo que los hallazgos proporcionan una
ventana significativa a la región del Polo Sur, "una de las
fronteras menos comprendidas en toda la Antártida".
"Estos nuevos datos de PolarGAP nos dan información
sobre cómo el paisaje debajo del hielo influye en el flujo
de hielo, y ofrece una mejor comprensión de cómo las partes
de las grandes capas de hielo antárticas cercanas al Polo
Sur pueden evolucionar en respuesta al cambio glaciológico
alrededor de sus márgenes", comentó Ferraccioli.
La investigación ha demostrado que los glaciares
costeros de la Antártida, particularmente en la Antártida
occidental, están retrocediendo a un ritmo alarmante, lo que
genera inquietud sobre la posible contribución del continente
al aumento del nivel del mar.
Científicos de la Escuela de Geociencias de la Universidad
de Edimburgo encontraron 91 volcanes previamente desconocidos
bajo el hielo de la Antártida Occidental, lo que puede
ser la región volcánica más grande de la Tierra. Los
volcanes descubiertos, que no se sabe si están activos,
tienen una altura que oscila entre los 100 y los 3.850
metros. El más grande es tan alto como el Eiger, situado
en los Alpes suizos, montaña que se alza a 3.970 metros
sobre el nivel del mar. Los picos descubiertos se concentran
en la región conocida como Sistema de Rift Occidental
de la Antártida, que abarca 3.500 kilómetros desde la
plataforma de hielo de Ross a la Península Antártica.
El hallazgo, publicado en 'Geological Society Special
Publications', fue posible gracias a Max Van Wyk de
Vries, estudiante de tercer año en la Escuela de Geociencias
de la Universidad de Edimburgo, que comenzó a analizar
datos de mapas de radar disponibles públicamente de
la Antártida. Van Wyk de Vries propuso su estudio a
los investigadores de la Escuela, quienes quedaron impresionados
por la calidad de su trabajo y utilizaron su experiencia
para verificar la presencia de los volcanes.
"La Antártida permanece entre las áreas menos estudiadas
del globo, y como científico joven estaba emocionado
de aprender algo nuevo y no bien entendido. Después
de examinar los datos existentes sobre la Antártida
Occidental, empecé a descubrir rastros de vulcanismo.
Naturalmente, lo estudié más, lo que condujo a este
descubrimiento de casi 100 volcanes bajo la capa de
hielo", señala Max Van Wyk de Vries. Según los geólogos
y expertos, el área tenía muchas similitudes con la
cresta volcánica de África oriental, que actualmente
es reconocida como el área con la concentración más
densa de volcanes en el mundo.
Tras el aviso de Van Wyk de Vries, los investigadores
inspeccionaron remotamente la parte inferior de la capa
de hielo para detectar picos ocultos de roca basáltica,
y picos de otros volcanes de la región cuyas puntas
empujan por encima del hielo. Utilizando mediciones
de radar penetrante de hielo, los investigadores analizaron
la forma de la tierra que se ocultaba bajo el hielo,
y compararon los hallazgos con los registros de satélites
y bases de datos, así como información geológica de
las prospecciones aéreas.
Los resultados del estudio, que es el primero de este
tipo, ayudarán a los científicos a comprender cómo los
volcanes pueden influir en las fluctuaciones a largo
plazo en la capa de hielo. Pero también podrían ayudar
a mejorar la comprensión de cómo el continente ha cambiado
durante los climas pasados. No obstante, los resultados
del estudio no indican si los volcanes están activos,
por lo que los científicos tendrían que informar sobre
la actividad sísmica. La actividad volcánica puede aumentar
si el hielo de la Antártida se diluye, lo que es probable
en un clima de calentamiento, según explican los científicos.
De hecho, la concentración de volcanes encontrados
en la región, junto a estudios anteriores, sugieren
que la actividad puede haber estado presente en periodos
anteriores más cálidos. Es fascinante descubrir una
amplia gama de volcanes en este continente relativamente
inexplorado. Una mejor comprensión de la actividad volcánica
podría arrojar luz sobre su impacto en el hielo de la
Antártida en el pasado, presente y futuro, y en otros
sistemas de Rift en todo el mundo.
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El retiro de hielo de la Antártida Occidental
después de la última Edad de Hielo se revirtió sorprendentemente
hace unos 10.000 años, pero no cabe esperar una evolución
similar en la actualidad. Esto está en marcado contraste con
supuestos previos. De hecho, fue la contracción misma lo que
detuvo la contracción: aliviada por el peso del hielo, la
corteza terrestre se levantó y provocó el avance de la capa
de hielo. Sin embargo, este mecanismo se demorará mucho para
evitar el peligroso aumento del nivel del mar causado por
la pérdida de hielo en la Antártida Occidental en el presente
y en el futuro cercano. Sólo podrán impedir una subida del
mar una rápida reducción de emisiones. "El calentamiento después
de la última Era de Hielo hizo que las masas de hielo de la
Antártida Occidental se redujeran", señaló en un comunicado
Torsten Albrecht, del Instituto de Investigación de Impacto
Climático de Potsdam, uno de los tres autores principales
de un estudio publicado en la revista científica 'Nature'.
"Se retiró tierra adentro en más de 1.000 kilómetros en un
periodo de 1.000 años en gran parte de esta región, en escalas
de tiempo geológicas, esto es realmente a alta velocidad.
Pero ahora detectamos que este proceso en cierto punto se
revirtió parcialmente".
Según Albrecht, en lugar del posible colapso,
la capa de hielo creció de nuevo hasta en 400 kilómetros.
"Esta es una estabilización auto-inducida limitada, pero sorprendente",
dijo. Sin embargo, hasta ese momento se necesitaron 10.000
años. Dada la velocidad del cambio climático actual por la
quema los combustibles fósiles, el mecanismo que han detectado
los científicos desafortunadamente no funciona lo suficientemente
rápido como para evitar que las capas de hielo actuales se
derritan y provoquen el aumento de los mares, lamenta. El
equipo pudo descubrir por qué ocurrió el rebote en la Antártida
Occidental. Es bien sabido que la corteza de la Tierra puede
verse deprimida por el peso del hielo de un kilómetro de espesor,
cuando el hielo desaparece, la tierra se levanta. Esto se
llama rebote isostático; pero este fenómeno depende de las
características complicadas del manto de la Tierra en una
región determinada: los científicos, por ejemplo, hablan de
viscosidad. Hasta el momento no se sabía que la corteza terrestre
de la Antártida Occidental se alzó de una manera que hizo
que el hielo se encogiera nuevamente. Anteriormente, los investigadores
supusieron que después de la última glaciación máxima, el
hielo de la Antártida Occidental se retiraba continuamente.
Ahora, parece que en general han estado en lo cierto acerca
de la retirada, pero no han comprendido completamente su dinámica.
"Cuando observé el nuevo crecimiento en nuestras
simulaciones computarizadas numéricas de la Antártida Occidental,
primero pensé que esto podría ser un defecto, se veía muy
diferente de lo que se encuentra en los libros de texto --dice
Torsten Albrecht--. Así que comencé a descifrar las interacciones
involucradas entre el hielo, el océano y la Tierra y sus escalas
temporales típicas".
Es bien sabido que la corteza de la Tierra puede verse
deprimida por el peso del hielo de un kilómetro de espesor,
cuando el hielo desaparece, la tierra se levanta. |
De hecho, las simulaciones por ordenador resultaron
útiles para obtener datos de observación que otros científicos
encontraron que no tenían relación con el trabajo del equipo
de modelado de Potsdam, pero al principio estaban igualmente
irritados por sus respectivos hallazgos. Durante un viaje
a la Antártida para estudiar los antiguos flujos de hielo,
Jonathan Kingslake y sus colegas del Observatorio Terrestre
Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, con sede en
Nueva York, remolcaron un dispositivo de radar sobre el hielo.
Para su sorpresa, el radar detectó grietas en el hielo donde
no debería haber ninguna. "Fue simplemente extraño, dice Kingslake,
quien es uno de los tres autores principales del estudio.
No habíamos visto este tipo de estructura cerca de la base
de una capa de hielo antes". Los análisis adicionales de las
señales revelaron que el hielo en el suelo rocoso debe haber
estado estirándose o aplastando rápidamente, mientras que
hasta ahora se consideraba un área de movimiento lento.

En otra investigación independiente, los científicos
examinaron los sedimentos recuperados mediante la perforación
a través de muchas capas de hielo hasta donde se basa en las
rocas. Se pensaba que el área estaba cubierta por hielo anclado
a tierra desde la Edad de Hielo pasada, pero el equipo de
Reed Scherer, de 'Northern Illinois University', el tercer
autor principal del estudio publicado ahora, encontró material
orgánico debajo del hielo, los restos de diminutas criaturas
marinas muertas hace mucho tiempo. Esto indica que esta área
estaba conectada al océano más recientemente de lo que nadie
pensó. Esto se debe a la retirada rápida y al lento crecimiento
del hielo hace miles de años. Una serie de factores influye
en el comportamiento de la capa de hielo durante el calentamiento.
En la región estudiada, las montañas marinas resultaron ser
bastante importantes para la dinámica del hielo. Los picos
de estas montañas debajo de las plataformas de hielo flotantes
se extienden desde el fondo del océano. Cuando la parte inferior
se eleva, pueden convertirse en hielo dentro de la plataforma
de hielo. Como están hechos de roca sólida, aumentan la estabilidad
de la capa de hielo. Los científicos llaman a esto un efecto
de refuerzo. Las condiciones para el recrecimiento del hielo
podrían ser menos favorables en otras áreas. Sin embargo,
es la escala de tiempo la clave al final. "Lo que ocurrió
hace aproximadamente 10.000 años podría no dictar hacia dónde
vamos en nuestro mundo mejorado con dióxido de carbono, en
el cual los océanos se están calentando rápidamente en las
regiones polares --dice Scherer--. Si la capa de hielo se
retirara dramáticamente ahora por el calentamiento antropogénico,
el proceso de elevación no ayudará a volver a crecer la capa
de hielo hasta mucho después de que las ciudades costeras
hayan sentido los efectos del aumento del nivel del mar".
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