Los niños de 12 años recién viven la pubertad,
sus genitales están inmaduros y su cerebro todavía no entiende
las implicaciones de una relación sexual. Pero durante décadas
en Filipinas ha sido legal que los adultos se acuesten con
niños de esa edad. Este país del sudeste asiático tiene una
de las edades consentimiento sexual más bajas del mundo, aunque
las comparaciones pueden ser confusas debido a las diversas
legislaciones de cada país. Expertos consultados por BBC Mundo
afirman que la baja edad de consentimiento sexual en Filipinas
es una amenaza para la salud infantil y que contribuye a que
también sufra altas tasas de abuso, violencia y explotación
sexual de niños. La controvertida ley aún vigente, que data
desde los años 30, dificulta definir qué es violación y qué
no; y permite que pederastas y violadores esquiven con frecuencia
el castigo de la ley, aseguran los especialistas.
Sin embargo, las cosas podrían estar muy cerca
de cambiar. A fines de 2020, el Congreso de Filipinas, tras
décadas de campaña de organizaciones defensoras de los derechos
del niño, aprobó por amplia mayoría aumentar hasta 16 años
la edad de consentimiento sexual, también conocida como ley
de violación estatutaria. La reforma aún debe recibir la aprobación
del Senado y la ratificación del presidente Rodrigo Duterte
para convertirse en ley. Es el paso que muchos esperan que
acabe con décadas de desprotección infantil.
Rodrigo Duterte y Roa es un político y abogado
filipino de origen mindanaense, actual presidente de Filipinas
desde el 30 de junio de 2016 al resultar vencedor en las elecciones
presidenciales de 2016. Analistas y académicos lo han tachado
de fascista.
En el mundo, las edades de consentimiento sexual
oscilan entre los 11 y 18 años, aunque quedan relativamente
pocos países que mantengan este índice por debajo de los 14
o 15 años. Muchos de estos países se concentran en Sudamérica
y Asia, y, en el caso de Filipinas, los expertos lo justifican
en el arraigo cultural y religioso de códigos penales influenciados
por siglos de colonización española, finalizada en 1898.
"Cuando en Filipinas se estableció la edad de
consentimiento sexual a los 12 años en la década de 1930,
aún estábamos muy marcados por los tres siglos de dominio
español, con todas las herencias culturales que eso significa",
explica a BBC Mundo la doctora Bernadette Madrid, directora
de la Unidad de Protección Infantil de la Universidad de Manila,
Filipinas. Hasta 2015, la edad de consentimiento sexual en
España estaba situada en los 13 años, de las más bajas de
la Unión Europea. Actualmente está definida en 16.
"La violación estatutaria es un delito que involucra
el contacto sexual entre un adulto y un menor a la edad especificada
por la ley. Con cierta edad, un menor no puede dar su consentimiento
al sexo porque carece de la madurez necesaria para tomar una
decisión consciente sobre ello", explica a BBC Mundo Patrizia
Benvenuti, directora de Protección Infantil en Unicef Filipinas.
Básicamente significa que cualquiera que tenga contacto sexual
con un menor de 12 años en Filipinas no tiene que responder
ante la ley si el menor afirma que la relación fue consentida.
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El código penal filipino aún está influenciado por
el arraigo religioso vigente desde tiempos de la colonización
española.
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"Esto es muy problemático. La parte racional
del cerebro de una persona no se desarrolla completamente
hasta los 25 años. Hay amplia evidencia sobre ello. Por lo
tanto, decir sí a una relación sexual con 12 años no es consistente
con los estudios científicos sobre el desarrollo del cerebro
y la madurez física y emocional", agrega la experta. "A los
12 años, los genitales de una niña están inmaduros. Cualquier
relación sexual a esa edad les expone a más posibilidades
de contraer enfermedades de transmisión sexual, infecciones
y desarrollar cáncer de cuello uterino. Un embarazo a esa
edad tampoco es seguro y pone en riesgo tanto a la madre como
al bebé", amplía Madrid.
Además, ambas expertas coinciden, a esa edad
es muy fácil ser manipulado por alguien mucho mayor.
Benevenuti dice que aprobar esta ley es vital
porque protege a los niños de zonas en desventaja social,
más propensos a la actividad sexual con adultos a cambio de
bienes y favores. Además, protegería a los niños de las consecuencias
de la actividad sexual prematura y de la alta tasa de embarazos
no deseados o precoces, una causa primaria en el abandono
escolar adolescente. "Y, por supuesto, castigaría a los adultos
que se aprovechan de los menores", dice Benvenuti.
Las esperanzas de muchos filipinos están depositadas
en que el Senado convierta la propuesta en ley cuanto antes.
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En Filipinas, uno de cada cinco niños entre
13 y 17 años ha sufrido violencia sexual y esta tendencia
afecta a hembras y varones, según un estudio de Unicef en
2015. Es por ello que la propuesta también recoge protección
igualitaria tanto a niños como niñas en casos de violación,
algo que no incluye la ley actual. Filipinas también figura
entre los países con mayor producción y distribución de material
pornográfico infantil. Unicef estima que la baja edad de violación
estatutaria es causa primaria de que estos índices de abuso
infantil sean tan altos.
Muchos filipinos, como Madrid, esperaban que
la reforma se aprobara de forma exprés en el Senado después
de que el Congreso diera el visto bueno el 1 de diciembre
de 2020 por 207 votos a favor y 3 en contra. "Pero ahora parece
que el proceso va más lento. Me preocupa que, si sigue tardando,
la iniciativa quede relegada por otras prioridades de la agenda
política", dice la experta. Los promotores de la nueva ley
llevaban varios años intentando que se debatiera en el Congreso,
pero no fue hasta hace unos meses que los congresistas actuales
se sentaron a discutirla y aprobarla.
"Algunos de los congresistas tienen hijas de
12 años y, por tanto, tienen la empatía suficiente para comprender
que una niña de 12 años no está preparada para tener sexo",
explica Madrid. La doctora reconoce que, a pesar de la mayor
promoción institucional de la ley, existen "pedófilos" que
se han manifestado en contra y desafían la iniciativa dejando
comentarios críticos en el sitio web de la Unidad de Protección
Infantil. "Muchos nos dicen que las adolescentes de 12 años
deberían ser libres de decidir por sí mismas si quieren tener
sexo o no. Al margen de la ley, este país necesita un programa
de educación sexual más completo", opina la especialista.
En la mayoría de los casos el abuso sexual es una experiencia
traumática. La niña o niño lo vive como un atentado
contra su integridad física y psicológica. Puede afectar
a su desarrollo psicoemocional, así como su respuesta
sexual en la vida adulta, por lo que se considera un
tipo de maltrato infantil. Las respuestas psicoemocionales
y secuelas en niñas y niños pueden ser similares a las
que se observan en casos de maltrato físico, abandono
emocional, etc.
La mayoría de las víctimas requieren apoyo psicológico
para evitar sufrir secuelas del abuso en su vida adulta.
La legislación internacional y la de la mayoría de los
países modernos considera que es un delito, aunque los
conceptos psicológico y jurídico del abuso no siempre
coinciden, y no existe consenso sobre los procesamientos
jurídicos de los agresores. Los estudios sobre el tema
muestran que la mayoría de los agresores son varones
(entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que
utilizan como estrategia la confianza, los lazos familiares,
el chantaje y la manipulación para consumar el abuso.
La media de edad de las víctima está entre los 8 y los
14 años. En estas edades se produce un tercio de todas
las agresiones sexuales. El número de niñas que sufren
abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.
Sin embargo, existen muchos casos que no aparecen en
los estudios debido a que no existe denuncia. El abuso
sexual infantil suele ser un fenómeno cíclico y repetitivo.
Según un cálculo de las llamadas «cifras ocultas», entre
el 5 y el 10% de los varones han sido objeto en su infancia
de abusos sexuales y, de ellos, aproximadamente la mitad
ha sufrido un único abuso.
El género es un factor determinante para la detección
del abuso sexual. Ser hombre es un obstáculo para reconocer
este tipo de violencia sexual y por ende, para denunciarla.
Los abusos a menores de edad ocurren en todas las clases
sociales, ambientes culturales y razas. El abuso sexual
infantil incestuoso es el que comete un miembro de la
familia del niño. Existe una alta incidencia en niñas
pequeñas que son sometidas a tocamientos, exhibicionismo,
estimulación sexual inadecuada y penetración genital.
Entre el 65 y el 85% de los agresores pertenecen al
círculo social o familiar de la víctima. Los agresores
desconocidos constituyen la cuarta parte de los casos
y, normalmente, ejercen actos de exhibicionismo y son
dirigidos a niñas y niños con la misma frecuencia. Entre
el 20 y el 30% de los agresores son menores. Es habitual
que estos agresores hayan vivido algún tipo de maltrato
o violencias sexual o físicas en su infancia y reaccionen
de esta forma al abuso que ellos sufrieron. Los testimonios
de las personas que han sido objeto de abusos sexuales
suelen ser ciertos. El síndrome de la «memoria falsa»
o falsos recuerdos es poco frecuente en adultos supervivientes
de abuso sexual debido a que se trata de sucesos que
dejan una impronta muy relevante en la memoria.
La APA (American Psychological Association: Asociación
Psicológica Estadounidense) cuestiona la existencia
del síndrome de memoria implantada (no reconocido por
el DSM IV). En su informe oficial sobre el tema7? declara
que no se debe considerar que los recuerdos de abuso
sexual infantil de los adultos sean falsas memorias
implantadas (aun cuando no haya pruebas que permitan
interpretarlos literalmente como verdades históricas),
ya que existen pruebas de que los abusos sexuales padecidos
durante la infancia pueden ser tan traumáticos que algunas
veces se olvidan y reaparecen en la adultez. En algunos
casos se observa disociación y amnesia selectiva: La
víctima elimina recuerdos dolorosos o traumatizantes
ocurridos durante el período en el que ocurrió el abuso.
Sólo el 7% de las denuncias presentadas por niños resultan
ser falsas, aunque este porcentaje aumenta considerablemente
cuando el niño está viviendo un proceso de divorcio
conflictivo entre sus padres.
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