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19 - Marzo - 2024
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En Gambia, más de la mitad de las mujeres de entre 15 y 49 años han sido sometidas a la mutilación genital femenina. Un procedimiento que es catalogado internacionalmente como una violación a los Derechos Humanos. Aun así, el Parlamento del país votó a favor de revocar la prohibición de la ablación. Un paso que encendió las alarmas de las mujeres del país. Los congresistas, mayoritariamente hombres, votaron a favor de eliminar la ley que protege a las mujeres y niñas del país desde 2015. Ahora tendrá que pasar a una comisión para ser votada definitivamente.

"Las consecuencias de esta conversación de los últimos meses ya han tenido un gran impacto a nivel de nuestra comunidad. Ya estamos viendo que hay un aumento en los informes de mutilación genital femenina que se llevan a cabo abiertamente dentro de nuestra comunidad. Entonces, pueden imaginarse lo que pasaría si se revocara esta ley", sentenció Fatou Baldeh, fundadora de Mujeres en la liberación y el liderazgo en Gambia.

Fatou Baldeh OBE (diciembre de 1983) es una activista de los derechos humanos gambiana, conocida por su campaña contra la mutilación genital femenina (MGF).

Pásate por Intro >> Resumen temático >> Ablación.

Un total de 42 de 58 parlamentarios de la Asamblea Nacional se mostraron a favor de tramitar la despenalización de la ablación. De salir adelante la norma en su lectura final, supondrá un inusitado revés para los esfuerzos por criminalizar esta práctica. En 2015, la pequeña nación de África Occidental impuso elevadas multas y penas de cárcel a quienes practicaran la MGF, que, según la Organización Mundial de la Salud, no tiene beneficios para la salud y puede provocar hemorragias excesivas, shock, problemas psicológicos y la muerte. Si deroga la histórica prohibición, Gambia se convertirá en la primera nación africana en revocar tal decisión y anula las protecciones respecto a la ablación.

A pesar de los avances en la promulgación de prohibiciones legales, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia concluyó en un informe publicado a principios de este mes que el número de mujeres y niñas que han sufrido la MGF en todo el mundo aumentó de 200 millones hace ocho años a 230 millones en la actualidad. Se practica en 92 países, 51 de los cuales tienen leyes que la prohíben, según Equality Now, un grupo de defensa de la igualdad.

La prohibición de Gambia, adoptada bajo el autocrático expresidente Yahya Jammeh, se ha enfrentado a la oposición en el país abrumadoramente musulmán, en particular desde que el presidente Adama Barrow llegó al poder en 2017. El pasado agosto, tres mujeres fueron multadas por practicar la mutilación genital femenina a ocho niñas, convirtiéndose en las primeras personas condenadas en virtud de la ley. El Consejo Islámico Supremo de Gambia respondió al veredicto diciendo que la circuncisión femenina era una de las virtudes del islam y pidiendo al gobierno que reconsiderara la prohibición.

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Gambia, a un paso de la cadena perpetua para homosexuales.

Conexión entre comunidades y fomento de la igualdad de género.

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La República de Gambia es el país maís pequeño de África Occidental, completamente rodeado por Senegal, excepto en el punto donde el río Gambia desemboca en el océano Atlántico. Sin embargo, el insignificante tamaño de sus territorios se compensa con las vistas. Con largas playas de arena, bulliciosas ciudades de impresionante arquitectura y una gran cantidad de vida salvaje, éste es uno de los países más sorprendentes de la zona. Además, los gambianos son amables y hospitalarios, lo que da a la región la reputación de "costa sonriente". Los turistas se sienten atraídos por el sol invernal a buen precio, la rica historia y la apasionante mezcla de culturas. Si se aleja de las tumbonas, descubres una cara diferente del país, rica en ecoturismo, fauna y flora, y oportunidades para la observación de aves.

Es la otra vertiente.

A Gambia la miramos en el mapa como una frontera extraña y alargada que se inmiscuye en territorio senegalés. En realidad ha sido así desde hace siglos cuando los colonizadores aprovecharon el cauce del río Gambia, que da nombre al más pequeño de los países del África continental, para el comercio de esclavos hacia el nuevo continente descubierto al otro lado del Atlántico. En realidad tanto el río como el Océano son las claves sobre las que se sustenta este país . Ellos son la vida de los gambianos, gente luchadora y amable que trata de ir dando pasos para avanzar en los difíciles tiempos que corren.

El secreto de Gambia, el pequeño país africano que se convirtió en un referente en la lucha contra el cambio climático.

Hay datos que inquietan especialmente sobre Gambia como estar en los últimos puestos del índice de desarrollo humano y las grandes carencias que tiene que soportar su población. Por eso cuando se viaja hasta allí se está echando un cable a la comunidad de forma directa o indirecta. Ejemplos de ONGs como Milcamins Solidari encabezados por Mercé Salomó nos hablan del trabajo que queda por delante y las formas de ayudar para levantar esos índices tan negativos. Nos encontramos, por tanto, un modelo de turismo solidario que está cada vez más en boga por fortuna de su gente. Pero también se hace mucho escogiendo a Gambia como destino viajero, ya que potenciar la industria turística termina siendo bueno para todo el país. Y es que además no faltan motivos para disfrutar de una estancia allí y, de paso, aportar un granito de arena. Todo suma siempre.

Se acaba el día en Tanji.

Tanji es una villa de pescadores que probablemente represente lo mejor del país, la gente, las costumbres. A última hora del día, que es cuando los barcos se devuelven a la costa con el pescado capturado, encuentras la playa de Tanji llena a rebosar. Decenas de embarcaciones se aproximan a la orilla, surten el mercado, aparecen entonces quienes sacan de las mismas todo el pescado, quienes persiguen a éstos por si se les cae alguna pieza, vendedores permanentes y ocasionales con sus barreños preparados. Cada tarde se juntan fácilmente varios miles de personas venidas de la capital y de los pueblos de alrededor. El espectáculo se tiñe de color humano, de autenticidad sin peros ni matices. Es el paraíso de los amantes de la fotografía, de quienes vienen buscando sentir África.

Si de algo no carece Gambia es de naturaleza. La mayor parte de la misma tiene que ver con el curso del Río Gambia, columna vertebral de este país. Durante casi 200 km predomina el agua salada y muy cerca de la desembocadura del Gambia hay una gran extensión de manglares circundados por charchas y bosques de palma. Uno de los más interesantes es Makasutu, que además posee algunos lodges de gran categoría que se adecúan al espacio en el que están. Recorrer esta zona en canoa, por la mañana temprano o por la tarde, permitirá el avistamiento de aves y ver saltar a más de un babuíno.

Grupos de mariscadoras en Senegal y Gambia forman cooperativas que les reportan mayores beneficios ante el deterioro que sufren los manglares del Delta debido a la emergencia climática y la deforestación.

Las enredadas raíces de los manglares pueden distinguirse fácilmente desde lejos. Sus árboles y matorrales crecen junto a aguas saladas o salobres con sedimentos acumulados en el lodo. Los manglares son uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del mundo y contribuyen significativamente al equilibrio ecológico y los medios de vida de las comunidades. Sin embargo, en muchas zonas de África Occidental, estos humedales con una abundante vida silvestre se ven amenazados por los efectos del cambio climático y la insostenible tala de árboles. En la periferia de Bondali-Tenda, una pequeña aldea de Gambia situada cerca de la frontera con la región senegalesa de Casamance, hay un manglar a lo largo del Bintang Bolong, el mayor afluente del río Gambia. Un total de 15 familias locales obtienen de ahí alimentos e ingresos gracias a la pesca.

Durante muchos años, la vegetación de los manglares ha estado sumamente degradada, al punto de dejar enormes zonas deforestadas, sin sombra y con una escasa vida subacuática. A medida que los manglares locales desaparecían, el aire se volvía más seco y los pescadores luchaban por ganarse la vida y mantener a sus familias. Desde 2017 esta situación ha cambiado. Con el apoyo del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP) del FIDA, el proyecto NEMA-CHOSSO ha servido para recuperar más de tres hectáreas de manglares en Bondali-Tenda. Se han plantado nuevos árboles en las zonas degradadas a lo largo del río y se ha procedido al mantenimiento de los barrizales, que proporcionan un hábitat a las aves acuáticas residentes y migratorias. Ebrima Fatty, líder de la comunidad local, recuerda que "antes de la intervención del programa había un gran espacio vacío en esas aguas." "Ahora, el paisaje está volviendo a ser verde, y se pueden ver peces más grandes e incluso cocodrilos."

Los manglares son especialmente vulnerables al cambio climático. A medida que cambian los patrones de temperatura y precipitaciones, la ampliación de las zonas de mareas afecta a los manglares de Gambia y los países vecinos. El mayor volumen de las mareas, junto con la mayor salinidad del suelo, han afectado negativamente a las zonas pantanosas de la región. No obstante, resulta irónico que los propios manglares sean poderosos recursos para luchar contra el cambio climático, ya que pueden almacenar una gran cantidad de dióxido de carbono, en mayor proporción que cualquier otro bosque. En consecuencia, su destrucción podría liberar grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que resultaría catastrófico.

Los manglares contribuyen sobremanera a proteger a las comunidades frente a las perturbaciones meteorológicas y otras adversidades relacionadas con el clima. Su vegetación retiene los sedimentos y filtra el agua de escorrentía, lo que evita la erosión de los suelos y la sedimentación. Sus raíces también actúan como barreras eficaces durante las tormentas, al proteger a las comunidades costeras de las inundaciones.

Estos ecosistemas dinámicos y versátiles también aumentan la sostenibilidad de las condiciones ambientales y socioeconómicas porque contribuyen a que el microclima sea más frío en zonas de temperaturas frecuentemente altas; constituyen un hábitat para los peces, las ostras, los cangrejos de ciénagas y las almejas, de manera que aumentan las fuentes de alimentación, los ingresos de los pescadores y la biodiversidad; actúan como criaderos de peces al permitir la reproducción y sostenibilidad de la vida acuática, y proporcionan madera para las prácticas de las pequeñas comunidades, como el proceso de curado del pescado.

Próximo a Banjul, a unos pasos de una zona de casas muy modestas, hay una charca conocida como Katschi-Kali habitada por decenas de cocodrilos. A priori parece una atracción turística, pero en realidad esta charca con tan fieros reptiles tiene una larga tradición para los pobladores locales. Muy cerca, en un baobab se realizaban ceremonias de circuncisión que tenían que ver con el paso de ser niño a hombre. Y las mujeres que se bañaran en la misma (ahora vale utilizar el agua) se quedaban embarazadas por influjo divino. Eso sí, antes debían tener la suerte de ser respetadas por acechantes cocodrilos.

A las afueras de Banjul, un grupo de personas llevan extraños trajes de color naranja y rojo. Llevan un cuchillo curvo en cada mano y realizan bailes exagerados y aspavientos hacia las personas que les acompañan. Una Danza Kankurang en la que participaban «los hombres del bosque». Esta es una tradición ancestral de la etnia mandinga de cara a los ritos de iniciación que se tiene con los jóvenes circuncidados que han realizado su aprendizaje en la selva. Es una costumbre que poco a poco se ha ido perdiendo pero que aún puede verse en ciertas zonas de Gambia y Senegal. No es una «turistada» ni nada parecido. De hecho, los bailarines enfundados en trajes tintados realizados con corcho de árbol y máscaras monstruosas, se esconden a los extraños. Son rituales a los que es muy difícil tener acceso, en un país en su mayoría musulmán pero con presencia de tradiciones puramente animistas.

En Gambia no verás a los Big Five que puede haber en cualquier país del Sur de África como Botswana o Namibia dado que es un país pequeño en el que se ha notado, aún más si cabe, la presencia intrusiva del hombre. Aún así hay muchísimas especies de mamíferos que se dejan ver no sólo en los parques o reservas naturales, que son muchas, sino también en el día a día. Un claro ejemplo de esto son los monos, que los hay de varios tipos y que en un lugar como Bijilo Forest Park (estupendo Parque Natural próximo a Serekunda) se encuentran por decenas. Muchas veces ves a las hembras con sus crías abrazadas como cualquier madre con su bebé. Gracias al turismo esta reserva se puede autofinanciar.

Se considera a Gambia como un auténtico «paraíso ornitológico», algo que atrae a gente apasionada por los pájaros y que gusta de observarlos y clasificarlos. De hecho, siendo un país tan pequeño, se calcula que hay cerca de seiscientas especies de avifauna que se pueden ver dentro de este territorio, una cifra real y nada exagerada.

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