El poderoso general Qasem Soleimani, comandante
de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria
iraní, unidad a cargo de las operaciones en el exterior, ha
muerto en la madrugada de este viernes en un ataque con drones
en el aeropuerto de Bagdad, la capital iraquí, llevado a cabo
por el Ejército estadounidense siguiendo órdenes del presidente
Donald Trump, según ha confirmado el Pentágono. La muerte
de quien fuera el arquitecto de la inteligencia y la fuerza
militar iraní durante las últimas dos décadas supone un durísimo
golpe a Teherán, que ha prometido venganza, y dispara dramáticamente
la tensión en la región.
“Su marcha hacia Dios no pone fin a su camino
o su misión, pero una poderosa venganza aguarda a los criminales
que tienen su sangre y la sangre de los otros mártires de
anoche en sus manos”, ha dicho el líder supremo iraní, el
ayatolá Ali Jamenei, en un comunicado publicado tras la operación
que acabó con su hombre fuerte y con otras nueve personas,
incluidos cinco miembros de la Guardia Revolucionaria, según
la televisión oficial iraní. Jamenei anunció tres días de
luto público y, después, represalias.
El precio del crudo se ha disparado cerca de
un 3% en los mercados ante la perspectiva de una escalada
bélica. Israel ha elevado este viernes el estado de alerta
de sus Fuerzas Armadas. Estados Unidos ha urgido a sus ciudadanos
a abandonar Irak “inmediatamente”, y el Pentágono ha anunciado
el envío de 3.500 soldados más a la región, que se suman a
los 750 desplazados en los últimos días, para reforzar a los
cerca de 5.200 efectivos que se encuentran regularmente destinados
en Irak.
El ataque se ejecutó con misiles lanzados desde
un dron MQ-9 Reaper, según fuentes de Washington. Soleimani,
a quien muchos expertos consideraban como la persona más poderosa
de su país después del ayatolá Jamenei, acababa de desembarcar
de un avión procedente de Siria o de Líbano, acompañado de
Mohammed Ridh, relaciones públicas del aparato de milicias
proiraníes conocido como Fuerzas de Movilización Popular (FMP).
Dos vehículos habían acudido a recibirlos a
la pista de aterrizaje. En ellos viajaba el líder miliciano
Abu Mehdi al Muhandis, prominente figura proiraní, que también
falleció. Cuando el convoy abandonaba el aeropuerto, fue alcanzado
por múltiples proyectiles. El impacto, según relató un oficial
iraquí a la agencia Associated Press, redujo a pedazos el
cuerpo de Soleimani, de 62 años, que pudo ser identificado
por el anillo que portaba.
"Actuamos anoche para parar una guerra. No actuamos
para iniciar una guerra", ha dicho el presidente Trump el
viernes por la tarde, en una comparecencia ante la prensa
por sorpresa y sin preguntas, en su residencia vacacional
de Mar-a-Lago, en Florida. "Soleimani estaba planeando ataques
siniestros e inminentes contra diplomáticos y personal militar
estadounidense, pero le descubrimos en el acto y terminamos
con él", ha asegurado. "No perseguimos un cambio de régimen
en Irán", ha añadido, antes de advertir: "Estoy preparado
para tomar cualquier acción que sea necesaria".
Minutos antes de que el Pentágono difundiera
anoche un comunicado asumiendo la autoría del ataque, el presidente
republicano había tuiteado una bandera estadounidense sin
texto alguno. Y a primera hora de la mañana, publicaba otro
tuit que entrañaba tanto una advertencia como una llamada
al diálogo: "Irán nunca ha ganado una guerra”, ha dicho, “pero
nunca ha perdido una negociación".
El ataque, que constituye la acción militar
más significativa ordenada por el presidente Trump en sus
tres años como comandante en jefe, culmina una escalada de
la confrontación con Irán que se ha precipitado desde que,
el pasado viernes 27 de diciembre, un contratista estadounidense
falleciera en un ataque en Bagdad. Washington acusó a las
milicias proiraníes del ataque y, en represalia por esta y
otras acciones contra intereses estadounidenses en los últimos
meses, llevó a cabo el domingo una contundente operación:
una ofensiva aérea que dejó al menos 25 muertos en cinco bombardeos
en la frontera entre Irak y Siria contra posiciones de Kataeb
Hezbolá.
La magnitud de la respuesta encendió la furia
en Irak y el pasado martes, tras los funerales por los caídos,
miles de manifestantes proiraníes, con la aquiescencia inicial
de las autoridades de Bagdad, se manifestaron ante la fortificada
Embajada de Estados Unidos, llegando un grupo de ellos a irrumpir
en el recinto por la fuerza, al grito de “¡Muerte a América!”.
Las protestas se disolvieron el miércoles, por orden de los
líderes milicianos convocantes, pero Washington acusó a Teherán
de orquestar la algarada y amenazó con hacerle pagar “un precio
muy alto”.
Irán y Estados Unidos han convertido Irak en su campo
de batalla. Con el asesinato del general Qasem Soleimani,
Washington no solo abre un nuevo capítulo en el conflicto
que mantiene con Teherán, sino que ha entrado al trapo
en el juego iraní y eso corre el riesgo de desencadenar
una guerra más amplia por el control de Oriente Próximo. |
Ese precio ha sido la vida de una figura clave
en la región, un veterano militar oscuro y poderosísimo, que
ha dirigido la maquinaria de seguridad iraní y la creación
del eje de influencia chií por todo Oriente Próximo. Se incorporó
a la Guardia Revolucionaria tras la instauración de la República
Islámica en 1979, medró durante la cruenta guerra entre Irán
e Irak y, desde 1998, dirigía la acción exterior del régimen
al mando de la fuerza Al Quds.
Soleimani, al que a menudo se ha comparado con
Karla, el soviético mentor de espías de las novelas de Le
Carré, llegó a ser uno de los hombres más cercanos del ayatolá
Jamenei y el más poderoso dentro de la estructura militar
iraní. Entrenando y armando a la insurgencia durante la guerra
de Irak, el Pentágono le acusa de "la muerte de cientos de
estadounidenses y miembros de la coalición" y de "herir a
miles más". Influyó decisivamente en la guerra civil siria,
aglutinando a milicias y potencias regionales, incluida Rusia,
en torno a Bachar el Asad. Heroica figura casi mítica en amplios
círculos iraníes, en Occidente se le veía más bien como el
urdidor de una larga campaña de terror internacional. Estados
Unidos e Israel lo consideraban un terrorista desde 2011 y,
esta primavera, la Administración Trump incluyó a la fuerza
Al Quds en su lista de organizaciones terroristas.
"El general Soleimani estaba desarrollando activamente
planes para atacar a diplomáticos estadounidenses y militares
en Irak y por toda la región", ha afirmado el Pentágono en
el comunicado en el que asume la autoría de su muerte. El
general abatido, añade el Pentágono, "había orquestado ataques
en bases de la coalición en Irak en los últimos meses, incluido
el del viernes 27 de diciembre", en referencia a la acción
que mató al contratista estadounidense e inició esta nueva
espiral de tensiones.
Soleimani, el poderoso y temido jefe de la Fuerza
Quds de Irán.
“Había un ataque inminente”, ha insistido el
secretario de Estado, Mike Pompeo, en una entrevista en la
cadena Fox. “Todos habéis estado hablando de quién era Qasem
Soleimani. Tenía en sus manos la sangre de cientos de vidas
estadounidenses. Pero lo que estaba ante nosotros eran sus
viajes por toda la región y sus esfuerzos para llevar a cabo
un ataque significativo contra los estadounidenses”.
Pompeo ha asegurado que ha hablado con sus homólogos
en China, Reino Unido y Alemania para reiterar el “compromiso”
de Estados Unidos con “la desescalada” del conflicto, así
como con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, a
quien ha agradecido su firme apoyo. También ha llamado a su
homólogo ruso, Sergei Lavrov, a quien “ha dejado claro”, según
un escueto comunicado del Departamento de Estado, que "Estados
Unidos sigue comprometido con la desescalada".
El ministro de Exteriores ruso, por su parte,
ha calificado de "asesinato" el ataque contra Soleimani y
ha advertido de que tendrá "graves consecuencias para la paz
y estabilidad regionales". “Las acciones contra un Estado
miembro de la ONU para eliminar a agentes de otro Estado miembro
en territorio de un tercer Estado soberano sin su conocimiento
constituyen una flagrante violación de los principios del
Derecho Internacional que merece ser condenado", ha declarado
Lavrov.
En Washington, en una jornada en que los legisladores
han retomado su actividad en el Capitolio tras las vacaciones,
a la espera de que los demócratas entreguen al Senado los
artículos del impeachment para que arranque el juicio por
la destitución de Donald Trump, la operación militar contra
Soleimani se ha convertido inevitablemente en carne de enfrentamiento
partidista y ha alimentado el debate sobre el papel del Congreso
ante los poderes militares del presidente. El ataque, ha recordado
Nancy Pelosi, presidenta demócrata de la Cámara baja, se ha
llevado a cabo “sin consultar con el Congreso”.
“La más alta prioridad de los líderes estadounidenses
es proteger las vidas y los intereses estadounidenses”, ha
dicho Pelosi en un comunicado. “Pero no podemos poner en riesgo
las vidas de militares, diplomáticos y otros acometiendo acciones
provocativas y desproporcionadas. El ataque de esta noche
tiene el riesgo de provocar una peligrosa escalada de violencia”.
También los candidatos a las primarias del Partido
Demócrata han criticado la actuación del presidente. "Ha arrojado
un cartucho de dinamita en un polvorín", ha ilustrado el exvicepresidente
Joe Biden, favorito en los sondeos a enfrentarse a Trump en
las elecciones del próximo noviembre.
Las calles que rodean la Casa Blanca, en Washington,
han amanecido cortadas al tránsito de vehículos y peatones.
En Nueva York, se ha reforzado la presencia policial en localizaciones
especialmente sensibles y el gobernador del Estado, Andrew
Cuomo, ha anunciado que enviará a la Guardia Nacional a los
aeropuertos que dan servicio la gran ciudad. La seguridad
también se ha extremado en otras urbes del país, como Los
Ángeles o Miami, ante el temor a una posible represalia en
suelo estadounidense.
El general Soleimani llevaba años en el punto
de mira del Pentágono, pero los presidentes Barack Obama y
George W. Bush, según The New York Times, habían rechazado
eliminarlo, temerosos de que la acción desatara una guerra
con Irán. Ese temor a un conflicto bélico en la región estaba
en la base del acuerdo con Teherán promovido por Obama en
2015, que congelaba el programa nuclear iraní a cambio de
una remisión de las sanciones. Pero Trump se retiró del acuerdo
en 2018, reinstauró las sanciones e inició su campaña de “máxima
presión”.
Desde entonces, la tensión no ha cesado y los
expertos temen que un error de cálculo de uno u otro bando
detone un conflicto bélico que se extienda por toda la región.
Un escenario que, tras el último ataque, parece estar más
cerca que nunca.
CASCADA DE REACCIONES INTERNACIONALES
La muerte del general iraní Qasem Soleimani ha provocado
una cascada de reacciones en la comunidad internacional.
Irak considera que se trata de una "violación flagrante"
de su soberanía, el Reino Unido pide "rebajar la tensión"
y el líder chií de los iraquíes reclama "moderación
y sensatez". El presidente francés, Emmanuel Macron,
habló con su par ruso, Vladímir Putin, y coincidieron
en la necesidad de “evitar una nueva escalada peligrosa
de las tensiones” y en hacer un llamamiento a la “retención”
de todas las partes implicadas.
En Líbano, el líder del partido-milicia Hezbolá, Hasan
Nasrala, ha prometido venganza, y asegurado que completarán
"el camino del comandante Soleimani". "Trabajaremos
día y noche para conseguir sus objetivos", ha afirmado
el líder en el canal de televisión libanés Al Manar,
portavoz de Hezbolá. "Vengar a los asesinos de los combatientes
será la responsabilidad y el trabajo de todos en la
resistencia".
Mientras, el líder espiritual chií de Irak, el gran
ayatolá Ali Sistani, ha condenado el ataque, pero también
ha pedido contención. “El brutal ataque es una violación
insolente de la soberanía iraquí y de los acuerdos internacionales.
Ha matado a varios comandantes que derrotaron a terroristas
del Estado Islámico”, explica Sistani en un comunicado.
“El país se dirige a tiempos difíciles. Pido a todas
las partes implicadas que se comporten con moderación
y actúen con sensatez”, concluye el líder.
El primer ministro saliente de Irak, Adel Abdul Mahdi,
ha subrayado que el ataque representa "una escalada
peligrosa que enciende una guerra destructiva en Irak,
en la región y en el mundo". En un comunicado ha asegurado
que "llevar a cabo operaciones de ajuste de cuentas
contra figuras de liderazgo iraquíes y de un país hermano
en suelo iraquí constituye una violación flagrante de
la soberanía iraquí y un ataque a la dignidad del país".
Tras el ataque, Francia, uno de los países que más
ha insistido en intentar mantener el pacto nuclear con
Irán después de la salida de Washington, ha activado
su maquinaria diplomática. El presidente Macron ha hablado
con Putin y su ministro de Exteriores, Jean-Yves Le
Drian, ha llamado al secretario de Estado de EE UU,
Mike Pompeo, a quien le “subrayó la preocupación de
Francia ante el aumento de las tensiones los últimos
meses en Oriente Medio, que han conocido una brutal
escalada en Irak en las últimas semanas”.
Para Rusia, el bombardeo "conducirá a un aumento de
la tensión en toda la región", según ha informado el
Ministerio de Asuntos Exteriores del país. "Soleimani
se dedicó a defender los intereses nacionales de Irán",
expresa un comunicado oficial en el que se ofrecen "sinceras
condolencias al pueblo iraní".
El ministro británico de Exteriores, Dominic Raab,
ha pedido a rebajar la tensión: "Siempre hemos reconocido
la amenaza agresiva que suponía la Fuerza Al Quds iraní
liderada por Qasem Soleimani. Tras su muerte, pido a
todas las partes rebajar la tensión. Un gran conflicto
no es de nuestro interés", ha señalado Raab en un breve
comunicado.
La Embajada de Estados Unidos en Bagdad, que el martes
fue asaltada por una turba proiraní, ha instado este
viernes a sus ciudadanos a abandonar Irak "inmediatamente".
La cancillería recomienda a los estadounidenses en el
país irse "en avión mientras sea posible", ya que el
bombardeo tuvo lugar en el aeropuerto de Bagdad, o "hacia
otros países por vía terrestre". Los principales pasos
fronterizos de Irak llevan a Irán o a una Siria en guerra,
aunque también hay otros hacia Arabia Saudí y Turquía.
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La operación para eliminar al cerebro de la política iraní
en la región y verdadero poder fáctico en Irak no se ha producido
en el vacío. Sucede tras la escalada de la última semana y
varios meses de provocaciones iraníes apenas disimuladas.
Arrinconado por las durísimas sanciones estadounidenses y
herido en su orgullo por la decisión del presidente Donald
Trump de abandonar el acuerdo nuclear, el régimen iraní ha
recurrido a sus armas favoritas: el uso de milicias aliadas
que le hagan el trabajo sucio y le permitan evitar las represalias
directas. Sin embargo, la reacción de Washington puede haber
ido más lejos de lo que esperaba.
Cuando la semana pasada la aviación norteamericana bombardeó
varias posiciones de la milicia iraquí proiraní Kataeb Hezbolá
(KH, Brigadas del Partido de Dios, un grupo diferente del
Hezbolá libanés a pesar de sus afinidades), hizo justo lo
que Teherán pretendía: darle un pretexto para desviar la atención
a sus crecientes problemas en Irak. El ataque de KH a la base
K-1, que mató a un contratista estadounidense (y a varios
iraquíes) y desencadenó la represalia, seguía a una decena
de acciones similares desde el pasado octubre contra bases
en las que hay presencia norteamericana. Era solo cuestión
de tiempo que una de ellas causara una baja entre sus varios
miles de militares o personal auxiliar.
La contundente respuesta estadounidense permitió que Irán
y sus aliados iraquíes trasladaran el peso de la grave crisis
política iraquí a Washington. Siguiendo el guion del manual
iraní, una turba logró acceder al recinto de la Embajada de
Estados Unidos en Bagdad, sin que las fuerzas de seguridad
iraquíes hicieran nada por evitarlo (a pesar de encontrarse
dentro de la Zona Verde) e incluso, según las imágenes, con
la participación activa de algunos de sus miembros en el asalto.
La presencia entre la multitud de varios de los cabecillas
de las milicias, incluido el jefe de KH, Abu Mahdi al Mohandes,
no dejaba lugar a dudas. A pesar de su teórica incorporación
a las fuerzas armadas convencionales, esos grupos paramilitares
obedecían a Soleimani, es decir, a la República Islámica.
Mientras los analistas hacían paralelismos con el ataque
a la Embajada norteamericana en la ciudad libia de Bengasi
(2012) o el asalto que sufrió la legación en Teherán (1979),
los iraquíes que desde hace tres meses protestan contra la
corrupción de su sistema político y la excesiva influencia
de Irán en su país hablaban de un golpe que frustra sus reivindicaciones.
Tras 48 horas de tensión, durante las que los políticos iraquíes
quedaron retratados, alguien dio la orden de retirada y la
policía volvió a desplegarse en el perímetro exterior de la
Embajada (dentro la seguridad se había reforzado con un centenar
de marines). Parecía que lo peor había pasado. Hasta que esta
madrugada se ha conocido el asesinato selectivo de Soleimani,
a quien acompañaba, entre otros, Al Mohandes (nombre de guerra
de Jamal Jafaar Mohamed al Ibrahimi, que ya en 1983 atentó
contra la Embajada de Estados Unidos en Kuwait).
No está claro si Washington ha evaluado las consecuencias
de la escalada, o si ha caído en la trampa que los iraníes
le han tendido en Irak. Pero matar a Soleimani es mucho más
que matar a un jefe militar. El jefe de la Fuerza Al Quds,
el cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria, era visto
como un héroe en Irán y entre los chiíes de los países vecinos.
Además, se le consideraba el segundo hombre más poderoso de
la República Islámica, solo por debajo del líder supremo,
el ayatolá Ali Jamenei.
Soleimani, cuyo mito alimentaban por igual amigos y enemigos,
ha sido el artífice de la supervivencia de Bachar el Asad
en Siria; también el hombre que se colgó los galones de la
lucha contra el Estado Islámico al difundir con astucia en
las redes sociales fotografías de su presencia junto a los
milicianos en las trincheras de Irak. Su desaparición va más
allá de la represalia por los ataques que Estados Unidos le
atribuye contra sus intereses en la región. Se trata de un
golpe al núcleo del régimen islámico, tal vez el más grave
posible sin atacar directamente Irán. Ello hace casi imposible
que el león herido en que se ha convertido Jamenei no responda.
El MQ-9 Reaper es un avión armado multimisión, con
techo de vuelo medio, larga autonomía y pilotaje remoto
que se emplea principalmente para la ejecución de objetivos
en movimiento, además de como activo de inteligencia.
El MQ-9 Reaper fue diseñado por General
Atomics Aeronautical Systems y entró en servicio en
2007 con un costo de 64,2 millones la unidad. Al día
de hoy, la Fuerza Aérea de EE.UU. cuenta con 93 de estos
aparatos en su flota. Este dron, que puede ser manejado
desde Estados Unidos por dos pilotos de las Fuerzas
Armadas, tiene un techo de vuelo de 15.240 metros de
altura, una autonomía de 1.850 kilómetros y alcanza
una velocidad de crucero media de 370 kilómetros por
hora.
La aeronave cuenta con sistemas multiespectrales
de puntería, que le permiten descubrir y designar objetivos
mediante sensores láser e infrarrojos así como mediante
el uso de diversas cámaras que, además, permiten ver
su actividad en directo desde cualquier rincón del planeta.
Es gracias a este sistema que el MQ-9
Reaper puede emplear sus bombas guiadas Unit-12 Paveway
II y GBU-38, así como los misiles aire-tierra AGM-114
Hellfire, de los que la Fuerza aérea afirma que permiten
realizar ataques sobre objetivos con una bajo porcentaje
de daños colaterales.
Esta peligrosa arma alada puede además
ser desplegada en cualquier parte del globo gracias
a su capacidad de ser almacenada en contenedores capaces
de transportarse en aviones con una capacidad de carga
igual o superior a la del avión militar estadounidense
C-130 Hercules.
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La mansión de Mar-a-Lago, ubicada en el club de golf homónimo
y bautizada como 'la Casa Blanca de invierno', es incluso
más extravagante que su magnífico opent-house neoyorquino.
Para Melania Trump, además, se ha convertido en un retiro
espiritual en el que alcanza la mayor privacidad posible y
la tranquilidad que necesita, a diferencia de Washington o
Manhattan. Trump adquirió la propiedad de más de 118 habitaciones
y biblioteca personal en el año 1985. Después la convirtió
en un club superexclusivo al que solo pueden acceder determinadas
personas de la esfera del presidente. A pesar de todas las
facilidades y privacidad que tienen, la piscina o el spa no
son privados, aunque solo lo tienen que compartir con otros
miembros del selecto club de golf. A fecha de 2005, los socios
del club pagaban 70.000 euros de cuota de inscripción y otros
4.000 anuales.
Esta lujosa mansión, de estilo español, construida
hace 100 años ha sido reformada a fondo por el mandatario.
¿Pero cuál es el origen de Mar-A-Lago? En agosto del 2015
el Huffington Post publicaba que Marjorie Merriweather Post,
heredera de la fortuna de Post Toasties (lo que luego sería
General Foods) y casada con el financiero EF Hutton en el
momento en que construyó su casa de invierno en Palm Beach,
estipuló en su testamento que la propiedad de 110,000 pies
cuadrados....fuera dada al gobierno de los EEUU como sitio
de esparcimiento para los presidentes". Pero el mantenimiento
era demasiado costoso y el gobierno finalmente devolvió la
propiedad a las hijas de Post.
Donald Trump en videoconferencia con sus líderes
militares desde la propiedad.
Aquí fue, fiel a su estilo, donde se
gestó la operación contra Soleimani. Y es que
la zona cuenta con su propio bunker de cierre electromagnético,
sala de crisis y toda la seguridad que se requiere.
Fiel a su estilo.
La confirmación de Trump llegó poco después
de que el diario The New York Times informara que el mandatario
y su esposa, Melania Trump, habían mudado su domicilio al
resort donde han pasado gran parte de sus fines de semanas
y vacaciones desde que llegaron al gobierno. Un apartamento
tríplex en la Trump Tower de Manhattan era el domicilio principal
del magnate inmobiliario desde 1983, aunque según la televisora
NBC, solo lo ha visitado 20 veces desde enero de 2017.
En una serie de tuits, Trump afirmó que se iba
de Nueva York porque los políticos en el estado lo "trataron
muy mal". "Aprecio a Nueva York y a la gente de Nueva York,
y siempre lo haré, pero desafortunadamente, a pesar del hecho
de que pago millones de dólares en impuestos municipales,
estatales y locales cada año, los líderes políticos me han
tratado muy mal, tanto los de la ciudad como los del estado.
Pocos han sido tratados peor", escribió.
Según The New York Times, el cambio obedeció
principalmente para fines fiscales, dado que Florida no recauda
impuesto estatal sobre la renta o sobre sucesiones. El diario
indicó que la decisión fue precedida por una demanda del fiscal
del distrito de Manhattan, que buscaba hacer pública las declaraciones
de impuestos del mandatario. Un juez federal desestimó los
esfuerzos de la defensa del mandatario para evitar que sus
declaraciones de impuestos fueran entregadas a un gran jurado
de Nueva York y el caso, tras su apelación, llevado ante la
Corte Suprema. Trump nunca ha publicado sus declaraciones
de impuestos y se niega a revelar datos de su información
fiscal personal.
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