Más de 1.200 investigadores de 70 centros en
37 países distintos. Esas son las cifras del consorcio Pan-Cancer
Analysis of Whole Genomes Project (PCAWG), que ha analizado
más de 2.600 genomas de 38 tipos de tumores primarios para
investigar las causas, métodos de prevención, diagnósticos
y tratamientos del cáncer.
Este fue el punto de partida de 16 grupos de
trabajo que estudiaron múltiples aspectos de la progresión
y clasificación de la enfermedad. Se trata del proyecto de
análisis más completo hasta la fecha que, según los autores,
permite comprender la complejidad genética del cáncer y los
cambios biológicos que impulsan su desarrollo.
Los expertos han podido identificar al menos
una mutación causal en el 95% de los pacientes, lo que puede
ayudar al desarrollo de nuevos medicamentos Para hacerse una
idea, los anteriores estudios se centraron en el 1% del genoma,
mientras que el Proyecto Pan-Cancer exploró con mucho más
detalle el 99% restante, incluyendo regiones clave que controlan
la activación y desactivación de los genes.
Este análisis se detalla en seis artículos publicados
esta semana en Nature, como parte de una colección de 23 investigaciones,
que podrían trasladarse en un futuro a posibles tratamientos
clínicos.
Una de las principales contribuciones de España
al proyecto es el análisis de 95 muestras de leucemia linfática
crónica desde el Centro de Regulación Genómica (CRG) y el
estudio de los retrotransposones –una parte de nuestro material
genético hasta hace poco considerado ADN basura– en el desarrollo
de ciertos tipos de cáncer en la Universidad de Santiago de
Compostela.
"El hallazgo más sorprendente es lo diferente
que resulta el genoma del cáncer de una persona del de otra",
explica a SINC Peter Campbell, investigador en el Wellcome
Sanger Institute de Reino Unido y autor de uno de los nuevos
estudios.
"Miles de combinaciones diferentes de mutaciones
causan cáncer; más de 80 procesos subyacentes distintos generan
esas mutaciones, como envejecimiento, causas hereditarias
o estilo de vida", añade. "Sin embargo, uno de los temas más
interesantes que han surgido ahora es que podemos empezar
a discernir patrones recurrentes entre toda esta enorme complejidad".
Así, los expertos han podido identificar al
menos una mutación causal en el 95 % de los pacientes, y para
muchos tumores entre 5 y 10. De ahí que estas mutaciones conductoras
–aquellas que le confieren a una célula cancerígena mayor
capacidad de crecimiento– puedan ser objetivos para el desarrollo
de nuevos medicamentos.
Además, se ha conseguido definir la secuencia
de eventos durante el desarrollo de un cáncer, y muchos de
los tipos de tumores estudiados muestran que los primeros
eventos clave ocurren décadas antes del diagnóstico, a veces
incluso en la niñez.
Muchos de los tumores estudiados muestran que
los primeros eventos clave para el cáncer ocurren décadas
antes del diagnóstico, a veces incluso en la niñez "Esto supone
que la ventana para la intervención temprana es mucho más
amplia de lo que esperábamos", subraya Campbell, lo que aumenta
las oportunidades de pronta detección del cáncer en el futuro.
De la misma forma, los científicos de Pan-Cancer
han desarrollado un método para averiguar de dónde provienen
los cánceres –encontrando la célula de origen– en pacientes
en los que no era posible de identificar utilizando técnicas
de diagnóstico estándar.
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"A partir de los patrones de las mutaciones
y de los genes a los que afectan, podemos detectar qué tipo
de cáncer tiene un paciente, incluso para el 1-5 % en los
que las técnicas convencionales fallan", indica a SINC Ivo
Gut, director del CNAG-CRG y líder de uno de los grupos de
trabajo que forman el PCAWG.
Gracias a este estudio, los investigadores pueden
ahora datar los cánceres con carbono e identificar la edad
de los tumores y las etapas genómicas clave por las que pasan.
"Esto ha ayudado a identificar cuáles son los
cambios más tempranos en la evolución de muchos tipos de cáncer,
con el potencial de desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar
o intervenir antes. Aún no hemos llegado a eso, pero este
sería el objetivo", subraya Gut.
Este trabajo ayuda a entender por qué dos pacientes
con el mismo cáncer responden de manera muy diferente al mismo
tratamiento. "Los nuevos hallazgos son clave para el desarrollo
de una medicina personalizada, una vez que la secuenciación
del genoma de un cáncer sea común en el ámbito clínico", afirma
el experto.
Los nuevos hallazgos son clave para el desarrollo
de una medicina personalizada, una vez que la secuenciación
del genoma de un cáncer se haga de forma rutinaria "En un
futuro no demasiado lejano podremos diagnosticar el tumor
con precisión y predecir con más certeza la progresión y el
tratamiento", añade. El experto incide también en que los
datos del Proyecto Pan-Cancer están a disposición de la comunidad
de investigación de forma gratuita, lo que ayudará a acelerar
otros descubrimientos adicionales.

"El análisis de los datos ha sido un obstáculo
importante para mejorar el acceso a la secuenciación del genoma
del cáncer en el pasado, por lo que se trata de un avance
importante del que se beneficiarán los pacientes", sostiene
el científico.
Por su parte, Peter Campbell revela con optimismo
cómo ahora se pueden secuenciar los genomas de prácticamente
todos los cánceres: "Cada tipo de tumor es diferente, representando
su propio rompecabezas para ser reconstruido, pero Pan-Cancer
muestra que tenemos todas las piezas listas para su análisis".
Sin embargo, este proceso que ha comenzado para todos los
tipos de tumores comunes y algunos de los raros, necesitará
miles de genomas de cada tipo de cáncer para entenderlo completamente.
"Esto requerirá que desarrollemos marcos para
acceder y analizar los genomas de pacientes como parte de
su atención clínica rutinaria. Ya existen programas nacionales
en Inglaterra, Países Bajos, Corea del Sur y Norteamérica
para incorporar estas tecnologías en los diagnósticos rutinarios",
concluye Campbell.
¿Qué se requiere para combatir el cáncer? La investigación.
Desde 1946 se han invertido más de 4.500 millones de
dolares (USD) en fondos que van hacia la investigación
sobre el cáncer para encontrar y mejorar tratamientos,
descubrir factores que puedan causar el cáncer y mejorar
la calidad de vida de los pacientes. El cáncer se puede
originar en cualquier parte del cuerpo. Comienza cuando
las células crecen descontroladamente sobrepasando a
las células normales, lo cual dificulta que el cuerpo
funcione de la manera que debería. Para muchas personas,
el cáncer puede tratarse muy eficazmente; de hecho,
ahora más que nunca hay un mayor número de personas
que tienen una vida plena después de haber recibido
su tratamiento contra el cáncer.
El cáncer no es una sola enfermedad. Existen muchos
tipos de cáncer, pues no es una sola enfermedad. El
cáncer puede originarse en los pulmones, en el seno,
en el colon o hasta en la sangre. Los diferentes tipos
de cáncer tienen algunas similitudes, pero son diferentes
en la manera en que crecen y se propagan.
Cada una de las células de nuestro cuerpo tiene ciertas
funciones. Las células normales se dividen de manera
ordenada. Éstas mueren cuando se han desgastado o se
dañan, y nuevas células toman su lugar. El cáncer se
origina cuando las células comienzan a crecer sin control.
Las células del cáncer siguen creciendo y formando nuevas
células que desplazan a las células normales. Esto causa
problemas en el área del cuerpo en la que comenzó el
cáncer (tumor canceroso).

Las células cancerosas también se pueden propagar a
otras partes del cuerpo. Por ejemplo, las células cancerosas
en el pulmón pueden viajar hasta los huesos y crecer
ahí. La propagación de las células de cáncer se denomina
metástasis. Cuando las células del cáncer de pulmón
comienzan a crecer en los huesos, se sigue llamando
cáncer de pulmón. Para los médicos, las células cancerosas
en los huesos lucen justo como las que se originaron
en el pulmón. La enfermedad no es referida como cáncer
óseo (cáncer en los huesos) salvo que se haya originado
en los huesos.
Algunos tipos de cáncer crecen y se propagan rápidamente
mientras que otros crecen más lentamente. También responden
al tratamiento de diferente manera. Algunos tipos de
cáncer se tratan mejor con cirugía; otros responden
mejor a los medicamentos, lo cual se conoce como quimioterapia.
A menudo se administran dos o más tratamientos para
obtener los mejores resultados
Cuando una persona tiene cáncer, el médico necesita
saber qué tipo de cáncer es. Las personas con cáncer
necesitan un tratamiento específico que sea eficaz para
su tipo de cáncer.
La mayoría de los cánceres forman una masa referida
como tumor o crecimiento. Sin embargo, no todas las
masas (tumores) son cancerosas. Los médicos extraen
un fragmento de la masa y la analizan para determinar
si es cáncer. Las masas que no son cancerosas se denominan
tumores benignos, y las cancerosas se denominan tumores
malignos.
Hay algunos tipos de cáncer, como la leucemia (cáncer
en la sangre) que no forman tumores. Estos tipos de
cáncer se desarrollan en los glóbulos (células sanguíneas)
o en otras células del cuerpo.
El médico también necesita saber si el cáncer se ha
propagado y cuánto desde donde se originó. Esto se conoce
como la clasificación de la etapa del cáncer. Es posible
que usted haya escuchado a otras personas decir que
el cáncer estaba en etapa 1 o etapa 2. Saber la etapa
del cáncer ayuda a su médico a decidir cuál tipo de
tratamiento es el óptimo para usted.
Para cada tipo de cáncer hay pruebas que pueden hacerse
para determinar la etapa del cáncer. Como regla, una
etapa menor (como etapa 1 o 2), significa que el cáncer
no se ha propagado o no tanto. Un número mayor (como
3 o 4) significa una mayor propagación. La etapa 4 es
la mayor.
Los tratamientos más comunes del cáncer incluyen cirugía,
quimioterapia y radioterapia.
La cirugía se puede usar para extraer el tumor canceroso.
El médico también puede extirpar alguna parte o completamente
la parte del cuerpo que el cáncer esté afectando. En
el caso de cáncer de seno, es posible que se extirpe
parte o todo el seno. En el caso de cáncer de próstata,
es posible que se extirpe toda la glándula prostática.
La cirugía no es útil para todos los tipos de cáncer.
Por ejemplo, los tipos de cáncer de la sangre son mejor
tratados con medicamentos.

La quimioterapia (o quimio) es el uso de medicamentos
para matar las células cancerosas o para reducir su
crecimiento. Algunos tipos de quimioterapia se pueden
administrar por vía intravenosa (en una vena por medio
de una aguja) y otros consisten de píldoras que se tragan.
Como los medicamentos de la quimioterapia alcanzan a
casi todas las partes del cuerpo, son útiles para el
cáncer que se ha propagado.
La radioterapia también se usa para matar o disminuir
el crecimiento de las células cancerosas. Puede usarse
solo o junto con cirugía o quimioterapia. La radioterapia
es similar a someterse a una radiografía. Algunas veces
se puede administrar implantando en el área cancerosa
una “semilla” que liberará radiación.
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¿Son demasiados los tumores que reciben la etiqueta
de "cáncer"?
Al menos eso piensan los expertos que proponen que los profesionales
médicos dejen de utilizar esa palabra para referirse a algunos
tumores de bajo riesgo. La razón es que creen que cada vez
hay más evidencia de que afecta la respuesta psicológica de
los pacientes y, también, sus decisiones sobre el tratamiento.
Al mismo tiempo, la supervivencia a algunos tipos de cáncer
cada vez es mayor en muchos países, por lo que la percepción
de esta enfermedad -que durante mucho tiempo estuvo asociada
a una muerte casi segura- está cambiando. "La utilización
de etiquetas más medicalizadas puede aumentar tanto la preocupación
con respecto a la enfermedad como el deseo de recibir un tratamiento
más invasivo", argumentan los expertos, liderados por la psicóloga
de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sydney
Kirsten McCaffery.

Como ejemplo, los autores ponen algunos tipos de cáncer de
tiroides, un cáncer que es cada vez más detectado gracias
a las nuevas tecnologías, el aumento del acceso a los servicios
de salud y las revisiones. Mientras su incidencia ha aumentado
en muchos países desarrollados, las tasas de metástasis y
de progresión de la enfermedad entre los pacientes que son
operados inmediatamente y los que solo se someten a un seguimiento
de cerca son similares. Otro ejemplo es el del carcinoma ductal
in situ, un tipo muy común de cáncer de mama no invasivo,
o el cáncer localizado de próstata. En ambos casos, hay una
creciente preocupación por el sobrediagnóstico, es decir,
la detección de cánceres asintomáticos que nunca habrían causado
problemas para el paciente.
El tratamiento de estos tumores sobrediagnosticados puede
causar daños al paciente, por lo que es importante que los
pacientes sepan que no todos los cánceres que se detectan
con exámenes necesitan un tratamiento, afirma el Instituto
Nacional del Cáncer de Estados Unidos en su página web. Los
autores proponen utilizar nombres como "células anormales"
o "microtumores". Algunos tipos de cáncer no crecen o lo hacen
tan despacio que nunca causarán ningún daño si no son detectados.
Las iniciativas para retirar algunas de las etiquetas de
cáncer no son nuevas. Los autores citan el ejemplo de cuando
la Organización Mundial de la Salud y la Sociedad Internacional
de Patólogos de Urología decidieron retirar la etiqueta del
cáncer a algunos tumores de vejiga. "En 1998, decidieron que
una condición que raramente avanza hacia un cáncer invasivo
no debería ser llamada cáncer", afirman. La propuesta, sin
embargo, genera dudas en algunos especialistas. "Esto nos
lleva de nuevo a una forma paternalista de la medicina, en
la que los médicos son los que saben y dicen al paciente lo
que necesitan saber y lo que no", declaró Harry Nespolon,
presidente del Real Colegio Australiano de Médicos de Familia.
"Todo el mundo merece toda la verdad sobre un diagnóstico",
añadió. "Cambiar palabras da la impresión de que la profesión
les está escondiendo cosas. Si un médico de primaria está
proporcionando el contexto de un diagnóstico, no se dará la
frecuente búsqueda en Google".
La idea de que sea el propio sistema inmunitario el que se
encargue de eliminar las células cancerosas como si fueran
una bacteria, un virus o cualquier otro organismo extraño
ha explotado en los últimos años. El camino ha sido largo.
Pero, hoy día, todos los laboratorios punteros que trabajan
en oncología están en esa carrera.
De momento, “estamos ante la punta del iceberg”, advierte
José Luis Pérez Gracia, de la Clínica Universitaria de Navarra,
que presentó en 2016 datos del uso del atezolizumab (de Roche)
en cánceres del sistema urinario (sobre todo, vejiga) que
ya han recibido cirugía y quimioterapia y que actualmente
no se pueden curar. “Son pacientes que fallecen en un tiempo
relativamente breve”, afirmó. En un estudio con 310
enfermos se vio que alrededor del 20% respondían al nuevo
medicamento, y, sobre todo, que su efecto era continuado y
que se beneficiaban de que tienen menos efectos adversos.
“Hablamos de que al año y medio el 80% seguían bien”, declaró
satisfecho el oncólogo, cuando antes vivían “dos, cuatro,
seis meses”. El resultado ha hecho que la agencia estadounidense
del medicamento (FDA) lo aprobara sin necesidad de comparar
sus resultados con el de la mejor alternativa actual, lo que
es una prueba de su impacto, afirmó Pérez Gracia satisfecho.
Este caso es solo un ejemplo del mecanismo que lideraba en
ese momento la investigación en inmunoterapia: la interacción
entre una de las proteínas de la superficie del tumor, la
PD1, y una de los linfocitos (las células encargadas de destruir
a los microorganismo extraños), la PDL-1.
El proceso en el que intervienen es el siguiente: muchas
células cancerígenas tienen muchas proteínas PD1 en la superficie
(están sobreexpresadas, en argot científico). Son su mecanismo
(o, mejor dicho, el que ahora mejor se conoce) para evitar
ser atacadas como un cuerpo extraño por los glóbulos blancos
que deberían localizarlas y destruirlas. Funcionan uniéndose
a las PDL-1 de los linfocitos. Es como si le dieran al interruptor
que apaga su función defensora, con lo que los desactivan.
Evitar esa unión por cualquier medio es, ahora, el objetivo.
Por eso dos de las palabras que más se oyen estos días en
las presentaciones del congreso son “anti-PD1”, si bloquean
la proteína de la célula cancerígena, y “anti-PDL1”, si lo
hacen con las del linfocito. En ambos casos el efecto es el
mismo: la llave no entra en la cerradura, y el proceso natural
no se altera.
Pero el juego de disfraces va más allá. En algunos cánceres,
como el de colon, las células tumorales no muestran las proteínas
PD1, explicó Josep Tabernero, del hospital Vall d’Hebron
de Barcelona. Por eso lo que se intenta es obligarlas a que
los asomen. Para ello se está ensayando es tenderles una emboscada:
tratarlas primero con otro medicamento que haga que las células
cancerosas reaccionen, y, al intentar defenderse, saquen sus
PD-1. Entonces quedan expuestas al ataque de la inmunoterapia.
El hecho de que la PDL-1 de los linfocitos exista independientemente
de que la persona tenga un cáncer o no, y de que muchos tumores
sobreexpresen la PD-1 permite, además, que los medicamentos
destinados a impedir su unión para desactivar el escudo cancerígeno
se prueben en múltiples neoplasias diferentes. Es el caso
de los ensayos CheckMate de BMS en cáncer de pulmón, cabeza
y cuello y melanoma, cuyo inhibidor de la PD-1, nivolumab,
fue aprobado en abril de 2016 por la Comisión Europea para
carcinoma renal metastásico. También en próstata.
Otro ejemplo de esta importancia es que dos grandes laboratorios
como Merck y Pfizer se hayan unido para desarrollar un anti-PDL-1,
el avelumab, para tratamiento de cánceres avanzados de células
de Merkel, mesoteliomas, vejiga y gástrico, ovario, riñón
y pulmón.

Este último merece una mención aparte, porque los distintos
avances en identificación de moléculas de superficie y procesos
inmunitarios hacen que se hable ya de 14 tipos de estas neoplasias.
De los cuatro cánceres más frecuentes (mama, próstata, colorrectal
y pulmón) es, en general, el que peor pronóstico tiene. Por
eso los avances en esta patología son tan importantes. En
general, se divide entre tumores de células pequeñas y de
no pequeñas. Y, estos últimos, pueden tener marcadores ALK,
EGFR o ser sensibles a quimioterapia y, ahora a inmunoterapia,
afirma Enriqueta Felip, del Instituto de Oncología del hospital
Vall d’Hebron.
Como ejemplo, aparte de los ya mencionados, también MSD y
Roche presentan resultados de inmunoterapia. Y, también, centrados
en la pareja PD1-PDL1. El ensayo POPLAR, afirma Ángel Artal,
del hospital Miguel Servet de Zaragoza, demuestra beneficios
de esta aproximación similares a la quimioterapia (un 20%),
pero con dos ventajas, son más duraderos en el tiempo y ofrecen
menos efectos secundarios, que, además, no aumentan con el
tiempo.
No son soluciones definitivas, pero la oncología actual avanza
pequeños grandes pasos.
La radioterapia y la quimioterapia son tratamientos
utilizados para frenar los avances del cáncer. Sin embargo,
aunque algunos lo consideren lo mismo, son métodos distintos
en la lucha contra esta enfermedad, sobre todo en lo
que se refiere a finalidad, administración, tiempo o
efectos secundarios. A continuación te mostramos qué
diferencias hay entre radioterapia y quimioterapia.
La primera diferencia entre ambas se encuentra en el
tipo de tratamiento y la vía de administración. En la
radioterapia se utilizan varios rayos de radiación que
se intensifican en una zona concreta del organismo,
que es donde se localiza el tumor. Por su parte, en
el caso de la quimioterapia, se emplean fármacos quimioterápicos
que se combinan entre sí. Estos medicamentos suelen
administrarse por distintas vías, aunque las más comunes
son la vía oral y la endovenosa. No inciden sobre una
única zona.
La radioterapia suele usarse sobre todo para dos objetivos.
Uno paliativo, con el propósito de disminuir el tamaño
del tumor, mejorar los síntomas del cáncer y el retraso
en el avance del cáncer, pero no consigue curar la enfermedad.
También suele utilizarse como tratamiento adyuvante,
lo que implica que se aplique sobre una parte operada
para disminuir la posibilidad de que vuelva a aparecer.
Hay que diferenciar además los efectos secundarios
de la quimioterapia y la radioterapia según la forma
de administración. En la primera opción hallamos una
sintomatología más vinculada con la parte irradiada,
mientras que con la quimioterapia existirá clínica generalizada,
ya que las propiedades alcanzarán las distintas partes
del organismo. Por último, también se debe valorar que
la radioterapia sólo puede usarse una vez sobre una
parte, ya que la radiación es absorbida por el órgano
de forma indefinida, pero sí que podrá utilizarse en
otras partes del cuerpo que anteriormente no hayan sido
sometidas a la radiación. En lo referente a la quimioterapia,
el tratamiento puede administrarse las ocasiones que
el médico considere necesarias.
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Las buenas noticías siguen llegando ...
Científicos españoles han desarrollado un nuevo fármaco que
administra por vía subcutánea nanopartículas que eliminan
las células madre metastáticas y previenen la metástasis en
un modelo de cáncer colorrectal, sin efectos adversos o tóxicos
detectables. Investigadores del Hospital de Sant Pau, de la
Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el CIBER-BBN han
comprobado que esta nueva forma farmacéutica, una vez administrada
subcutáneamente, libera nanopartículas que se dirigen hacia
los tejidos tumorales aumentando su captación en las células
madre metastásicas.
Según han explicado los investigadores, que publican su trabajo
en la revista 'Advanced Materials', el nuevo fármaco tendrá
un elevado impacto clínico al no ser necesaria la administración
hospitalaria, como sucede en la mayoría de fármacos antitumorales
actuales.
El fármaco, que afecta a un receptor presente en niveles
elevados en la membrana de las células madre metastásicas,
podría ser utilizado, según los científicos, para tratar como
mínimo 23 tipos de cáncer que también expresan altos niveles
de este receptor en las células tumorales. El grupo de investigadores
está formado por el equipo de Antonio Villaverde y Esther
Vázquez, del Instituto de Biotecnología y Biomedicina de la
UAB (IBB), y liderados por Ramón Mangues, del Instituto de
Investigación del Hospital de Sant Pau (IIB Sant Pau).
En su investigación han creado cuerpos de inclusión de fibras
amiloides y nanoestructuradas que, cuando se administran por
vía subcutánea en ratones de laboratorio, son capaces de liberar
nanopartículas citotóxicas solubles de manera continuada,
portadoras de una exotoxina que consigue mantener una concentración
estable de esta nanomedicina en la sangre y en los tejidos.
Según los investigadores, esta nueva forma farmacéutica de
administración subcutánea para liberación sostenida permite
administrar altas dosis de este nanofármaco, en intervalos
prolongados (semanas en ratones y probablemente meses en humanos)
sin toxicidad en el punto de inyección o en los tejidos normales,
mientras genera un potente efecto antimetastático.

También indican que el desarrollo del fármaco para su administración
en humanos reduciría la necesidad de inyectar dosis frecuentes,
por vía intravenosa, de los fármacos antitumorales citotóxicos
actuales, que requiere hospitalización. En las pruebas en
laboratorio, el nuevo fármaco ha conseguido una reducción
notable del tamaño del tumor en el colon a la vez que bloquea
el desarrollo de metástasis en los ganglios linfáticos, el
pulmón, el hígado y el peritoneo, sin captación ni toxicidad
apreciable en tejidos sanos (no tumorales), según han publicado
los autores.
"Esta terapia ofrece una respuesta a la urgente necesidad
médica de inhibir el desarrollo de las metástasis, que representa
la principal causa de muerte en pacientes con cáncer", han
señalado Villaverde y Vázquez. También han destacado que la
destrucción selectiva de las células tumorales y metastáticas
aumenta el índice terapéutico de esta nanomedicina, obteniendo
un potente efecto antimetastático sin generar efectos adversos
asociados, lo que la diferencia de la mayoría de los fármacos
antitumorales usados actualmente, que producen efectos adversos
frecuentemente severos.
Nanopartículas, ¿el futuro de los tratamientos contra el
cáncer?
Luchar contra el cáncer mediante fármacos de quimioterapia,
pero ahora de manera teledirigida y sin dañar el tejido sano.
A este fin van encaminados diversos estudios, que trabajan
en el desarrollo de nanopartículas para portar los medicamentos
directamente hacia las células tumorales. El último de ellos
ha sido protagonizado por investigadores del Centro de Nanociencias
y Nanotecnología (CNyN) de la Universidad Autónoma de México
(UNAM), quienes han diseñado y producido nanopartículas biocatalíticas
que, mediante enzimas, hacen que el fármaco a administrar
sea más eficaz.
Al no dañar las células sanas, las nanopartículas permitirán
reducir las dosis del tratamiento, y así sus efectos secundarios
Concretamente, la nanopartícula, de un tamaño microscópico,
está formada por proteínas, en las que se introducen eznimas
que activan los fármacos al entrar en contacto con las células
tumorales. Al no dañar células sanas, el dispositivo ayudaría
a reducir las dosis de los medicamentos y, por tanto, sus
efectos secundarios. Si bien, el sistema aún está en una fase
primaria y tardará varios años en comercializarse, según sus
desarrolladores.
También haciendo uso de las nanopartículas, pero con otra
tecnología diferente, científicos de la Universidad Complutense
de Madrid (UCM) desarrollaron nanopartículas porosas de sílice,
las cuales liberan el fármaco en el tumor al ser activadas
por un equipo de ultrasonidos, similar al que se usan en los
servicios de rehabilitación de cualquier hospital. Así, el
dispositivo dispone de un recubrimiento especial, que retiene
el fármaco hasta que se le aplica el ultrasonido, transmitiéndole
calor y provocando que se libere la medicación.
Y es que el recubrimiento de estos minúsculos dispositivos
son esenciales para lograr engañar al sistema inmune del organismo,
y llegar hasta las células contra las que se quiere acabar.
De este modo, desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT) lograron desarrollar una nanopartícula con un revestimiento
de polietilenglicol (PEG). Gracias a este material, la nanopartícula
lograba permanecer más tiempo circulando en la sangre del
paciente, sin que sus sistema de defensas le atacara, y así
tener más posibilidades de llegar al tumor para administrar
la dosis del quimioterápico. Si bien, y pese a los avances
en esta materia, los científicos aún tienen pendientes retos
como la disminución de los dispositivos para llegar a los
capilares más pequeños sin dañar tejido sano o el perfeccionamiento
de los sistemas de liberación de los fármacos, que por ahora
no logran ser efectivos al 100%.
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