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10 - Abril - 2021
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La Justicia vaticana se desangra. En mitad de la lucha de poder en el interior del Vaticano (renovadores contra conservadores, 'Bergoglianos' vs vieja guardia), y cuando las reformas en la Curia están a punto de ver la luz, antiguos escándalos vuelven a salpicar las depauperadas cuentas vaticanas. Y a cuestionar los procesos de investigación de los tribunales de la Santa Sede.

El último ejemplo lo hemos visto esta misma semana, dentro del 'escándalo Becciu', el todopoderoso cardenal italiano, responsable de la 'fábrica de santos' vaticana y que el pasado 24 de septiembre fue defenestrado por Francisco –sigue siendo purpurado, pero ha perdido sus derechos como cardenal. De hecho, no podría intervenir en un hipotético cónclave– por supuestos manejos financieros que podrían haber beneficiado a empresas de su familia, por la creación de una red diplomática paralela a la de la Secretaría de Estado y, especialmente, por el uso del dinero procedente del Óbolo de San Pedro –los fondos del Papa para ayudar a los pobres del mundo– para la compra-venta de palacios de lujo en Londres, Roma, París y otras capitales europeas.

¿Y qué ha ocurrido? Que la justicia británica, concernida con los negocios presuntamente fraudulentos en la capital del Reino Unido, ha dado un soberano rapapolvo a la instrucción de los tribunales vaticanos. Así, en un inédito fallo, el juez Tony Baumgartner del Tribunal de la Corona en Southwark, revocó la decisión de otro juez de confiscar las cuentas bancarias británicas del corredor bursátil Gianluigi Torzi, acusado por el Vaticano por corrupción. La Santa Sede había solicitado la confiscación de los bienes de Torzi y otros sospechosos, acusados de perder 350 millones de euros, procedentes del Óbolo de San Pedro, en el edificio del barrio de Chelsea.

Lejos de aceptar la propuesta vaticana, el magistrado ha criticado con dureza la actuación de los fiscales de la Santa Sede, a quienes ha acusado de hacer “tergiversaciones espantosas” acerca de la inversión de la Santa Sede en el palacio de Sloane Avenue, financiado con dinero de los pobres, y deniega la petición de fianza contra Torzi, en libertad desde junio tras abonar casi tres millones de euros.

Francisco celebró, por sorpresa, el Jueves Santo junto al cardenal Becciu, defenestrado por el Papa dentro del escándalo de compra-venta de inmuebles de lujo con el dinero de los pobres

La justicia británica va mucho más allá, y lejos de quedarse en la denegación de las medidas solicitadas por el Vaticano, acusa al mismísimo secretario de Estado, Pietro Parolin, y a su mano derecha, Edgar Peña Parra, de estar detrás de cada operación de compraventa de edificios de lujo en Londres y otras capitales europeas. La conclusión a la que han llegado los magistrados británicos es que todas las operaciones formales contaron con la aprobación del cardenal Parolin y Peña Parra, a quienes los sectores conservadores acusan de estar detrás de la defenestración del cardenal Becciu.

De hecho, la propiedad adquirida con el dinero del Óbolo acabó, como es sabido, en el centro de una cadena de transacciones, hasta el punto de hacer estallar una guerra interna entre el Banco Vaticano y la Secretaría de Estado por el control de la propiedad y de los fondos confidenciales que manejaba la Secretaría de Estado, y que destapó el 'escándalo Becciu', con su salida del dicasterio de Causas de los Santos y del Colegio cardenalicio. “No considero que haya motivos razonables para creer que el señor Torzi se haya beneficiado de una conducta criminal”, escribió en su fallo Baumgartner, quien señaló que “falta de divulgación y tergiversaciones del Vaticano son tan atroces que la sanción final” de revertir la incautación de activos del corredor de bolsa era apropiada. Así que Torzi vuelve a tener sus tres millones de euros, y la Santa Sede un problema. No ha sido el único rapapolvo a los tribunales vaticanos. En enero, un tribunal de Milán denegó la extradición de Cecilia Marogna, la empresaria que colaboró con Becciu en la creación de un entramado diplomático paralelo al de la Secretaría de Estado, en una muestra más de la guerra total entre facciones en la Curia vaticana.

Un espectáculo que este Jueves Santo vivió un nuevo capítulo, todavía sin explicar, y que protagonizó el mismísimo papa Francisco. Seis meses después de su cese, Bergoglio renunció a presidir los Oficios del Jueves Santo en la basílica de San Pedro. Pocas horas después, el entorno de Becciu filtró que Francisco había acudido al apartamento del purpurado para celebrar con él la misa. Una visita que muchos han interpretado como una 'rehabilitación' del cardenal italiano, y que otros ven como un 'gesto' de Bergoglio, inserto dentro de la dinámica con la que está orientando este pontificado, y que descoloca a unos y a otros.

Y es que, apuntan fuentes bien informadas, Francisco siempre acudía en Jueves Santo a visitar a presos, a lavarles los pies y a mostrar su cercanía. Esta, y no otra, podría ser la explicación de la visita al 'preso' Becciu. Que, seis meses después, aún espera si la Justicia vaticana abre definitivamente, o no, el proceso contra él. Por detrás, los sectores más conservadores siguen manejando los engranajes de la Curia a su antojo. Al menos, hasta que, por fin, termine de aprobarse la reforma del aparato. ¿Después de Semana Santa?

Francisco contraatacó el pasado Febrero y expulsó de la Curia al cardenal 'ultra' Robert Sarah, el 'papable' de Vox, Salvini y Trump. El purpurado guineano, uno de los mayores opositores de Francisco, ha sido relevado como responsable de la Liturgia católica. Sarah, uno de los principales líderes de la facción conservadora que critica cada movimiento y cada paso de Francisco, fue protagonista en enero del pasado año de un episodio de tensiones, cuando anunció la publicación de un libro escrito junto a Benedicto XVI en el que se defendía el celibato.

La polémica se desató por el hecho de que el papa emérito, que había prometido quedar en silencio tras su renuncia en febrero de 2013, hubiese participado en un libro de este tipo, y tras días de declaraciones y desmentidos la controversia se zanjó con la petición del papa emérito de eliminar su firma y su foto del volumen. El histórico secretario de Benedicto XVI y su persona de máxima confianza desde su renuncia, el arzobispo George Gaenswein, declaró entonces que Benedicto XVI "nunca aprobó ningún proyecto de un libro con doble firma" con el cardenal Sarah.

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Giovanni Angelo Becciu (Pattada, provincia de Sassari, 2 de junio de 1948), es un cardenal católico italiano, sin derechos cardenalicios. Es Prefecto Emérito de la Congregación para las Causas de los Santos y Delegado Especial Emérito de la La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta. Tras su renuncia el 24 de septiembre de 2020, debido a la pérdida de confianza de Francisco por denuncias de corrupción en su contra, y la aceptación de esta por parte del papa, conserva la dignidad de cardenal pero pierde todos los derechos y prerrogativas como cardenal de la Iglesia católica.

Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de agosto de 1972 de las manos del obispo Francesco Cogoni.Trabajó en varias nunciaturas apostólicas, entre ellas las de República Centroafricana, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia y Estados Unidos. El 15 de octubre de 2001 el papa Juan Pablo II lo nombra nuncio apostólico en Angola y arzobispo titular de Roselle. Un mes después el papa lo nombra nuncio apostólico en São Tomé e Príncipe. El 1º de diciembre de 2001 recibe la ordenación episcopal de las manos del cardenal Angelo Sodano. El 23 de julio de 2009 el papa Benedicto XVI lo transfiere a la delicada nunciatura apostólica de Cuba. El 10 de mayo de 2011 el papa lo nombra Secretario para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. En febrero de 2017 fue nombrado Delegado Pontificio ante la Orden de Malta por el papa Francisco para representarlo durante el proceso de actualización de las normas y leyes de este Estado dejando en segundo lugar al cardenal Raymond Leo Burke.

Angelo Becciu y la trama detrás del mayor escándalo de corrupción y poder que golpea al pontificado de Bergoglio.

El 20 de mayo de 2018 (día de Penetecostés), al acabar el rezo del Regina Coeli en la plaza del Vaticano, el papa Francisco anunció su nombramiento como cardenal de la Iglesia católica. Fue creado cardenal en un consistorio que se celebró el 28 de junio de ese mismo año. El 24 de septiembre de 2020 le fue impuesta la renuncia por el papa Francisco al cargo de Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a los derechos relacionados con el cardenalato. Esta decisión fue tomada tras conocerse una controvertida operación inmobiliaria en Londres, gestionada por Becciu, en la que se desembolsaron 232 millones de dólares procedentes de fondos de la Iglesia (incluido dinero de limosnas). También se recibieron denuncias de apropiación indebida por haber, presuntamente, favorecido económicamente a sus hermanos, aunque el cardenal negó las acusaciones.

El Vaticano juega con enormes reservas financieras en Wall Street y otras inversiones, a través de sus sicav. En total el patrimonio de la Iglesia, en acciones y otras participaciones en capitales, ha crecido a lo largo de los años, actualmente no se sabe a ciencia cierta, pero probablemente esté en mucho más de 200 mil millones de Euros, sin contar terrenos, iglesias, ermitas y suelo inmobiliario que dispararían esa cantidad hasta una cifra astronómica.

Para muestra, el 70% del suelo habitable de la ciudad vieja de Toledo está en manos de la Iglesia, y lo mismo puede decirse de Ávila, Burgos o Santiago de Compostela, entre otros muchas ciudades. La Iglesia española es accionista de empresas como Bancos, Inditex, Endesa o Teléfonica, a través de Umasges, la sociedad creada por la cúpula eclesiástica, que también invierte en Bolsa.

El escándalo de la compra de inmuebles de lujo con el dinero de los pobres (se habla de más de 200 millones de euros) en Londres es sólo la punta del iceberg de las luchas de poder intestinas en el Vaticano, que salpica a cardenales, monseñores de la Curia e incluso a políticos.

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