Las tumbas son, posiblemente, uno de los tesoros
más importantes de nuestra historia. Son cápsulas del tiempo
que nos permiten averiguar cómo era la vida hace cientos de
años. Además, siempre hay un componente fascinante, porque
al abrirlas no sabemos lo que vamos a encontrar. Las hay que
guardaban tesoros invaluables o incluso algunas que, teniéndolas
delante, no nos atrevemos a abrir por lo que pueda pasar.
Como la Tumba de Cerbero, sarcófago de una antigua tumba encontrada
en 2023. Sellada desde hace 2.000 años, la descubrieron en
la ciudad de Giugliano, Nápoles, al sur de Roma. Cuando se
supo de la reliquia descubierta, la Superintendencia de Arqueología,
Bellas Artes y Paisaje de Nápoles lanzó un comunicado explicando
que la tumba se encontró en “perfecto estado de conservación”
en una antigua necrópolis romana. A veces no está quién pensamos,
pero pocas veces, o ninguna, ocurre como en el último descubrimiento
en Turquía.
Los arqueólogos que trabajaban en la colina
Ayasuluk, en Izmir, descubrieron una tumba del siglo III d.
C. cuyas inscripciones indicaban claramente que perteneció
a un gran gladiador romano llamado Éufrates. Hasta aquí todo
bien. Sin embargo, la sorpresa vino cuando decidieron abrir
el sarcófago milenario. Ni rastro de Éufrates, aunque el espacio
estaba extremadamente bien aprovechado por otros “inquilinos”.
El equipo de arqueólogos descubrió los huesos de 12 mujeres
y hombres que datan del siglo V d. C. ¿Qué demonios había
pasado?
Al pobre Eufrates le fue reutilizada su sepultura
dos siglos después de su muerte.
Al parecer, el descubrimiento de la tumba tuvo
lugar cuando el equipo de excavación, con el apoyo del Ministerio
de Cultura y Turismo de Turquía, estaba trabajando en el monumento
de San Juan, en las ruinas de una basílica en la colina de
Ayasuluk, un montículo en la provincia occidental de Izmir,
Turquía, que forma parte de la antigua ciudad griega de Éfeso.
Allí descubrieron el sarcófago con la inscripción de su afamado
“cliente”.
Análisis posteriores de los expertos dataron
el entierro original del gladiador romano en 1.800 años, pero
la gran pregunta no era esa. La cuestión, una vez abierta
la tumba, era averiguar qué había pasado con el gladiador
y por qué estaban los restos de 12 personas en su lugar. Según
explicó a Turkey Today Sinan Mimaroglu, profesor asociado
del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Hatay
Mustafa Kemal, e investigador principal, “encontramos una
tumba y tres estructuras similares, con 12 individuos en su
interior. Esto indica un entierro colectivo”. Dicho de otra
forma, al parecer, la tumba fue reutilizada.
Mustafa ahondaba un poco más en el descubrimiento,
contando que habían dado primero con las inscripciones que
revelaban el uso original para el gladiador, “se construyó
en el siglo III d. C.", pero luego encontraron grabados adicionales
que databan del siglo V d.C, “el entierro dentro de la iglesia
probablemente perteneció a la clase alta o al clero, ya que
es poco probable que una persona común fuera enterrada de
una manera tan meticulosa dentro de una iglesia”. Es decir,
que los 12 hombres y mujeres enterrados en el siglo V probablemente
tenían un alto estatus en la sociedad de la época.
Monasterio bizantino de Ayasuluk en Selçuk.
Además de las inscripciones, la tapa y el interior
del ataúd de piedra presentan símbolos de cruces cristianas
similares a los grabados encontrados anteriormente dentro
de tumbas imperiales en otras partes de Turquía y Siria. No
solo eso. Hallaron tres relieves de cruces que datan del siglo
V dentro del sarcófago y varias cruces en la tapa de la tumba
que probablemente se agregaron en el siglo VIII. El equipo
ahora está comparando estas cruces con otras encontradas en
la región con la esperanza de que esto proporcione más información
sobre las creencias de las personas que las tallaron. En cuanto
al sarcófago, se enterró a solo 20 centímetros debajo de la
basílica dedicada a San Juan. La iglesia era un antiguo lugar
de enterramiento que el emperador romano de Oriente Justiniano
I convirtió en un edificio abovedado durante su reinado, entre
los años 527 y 565 d. C.
En definitiva, la tumba de gladiador Éufrates
se recordará en los anales de la historia por descubrirnos
un sorprendente entierro colectivo que se dio 200 años después
de su muerte. En cuanto al guerrero, desgraciadamente, se
sabe muy poco además de su nombre.
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