“Por su excelente y valerosa investigación de
la horrible y despiadada violencia contra los afroamericanos
durante la era de los linchamientos”. Con estas palabras,
el jurado de los premios periodísticos más prestigiosos del
mundo, los Pulitzer, ha reconocido el trabajo de Ida B. Wells.
Un homenaje merecido, si bien tardío, ya que Wells murió hace
casi noventa años.
No resulta extraño que le hayan llegado tarde
los reconocimientos, porque ella llegó con adelanto a casi
todo: defendió los derechos civiles de los afroamericanos
70 años antes que Martin Luther King y era editora de un periódico
30 años antes de que las estadounidenses pudieran votar. No
está nada mal para una persona que, al nacer, no era ni siquiera
persona, sino una propiedad de otros.
Ida B. Wells (1862-1931) nació esclava en Misisipi
solo unos meses antes de que Lincoln declarara el fin de la
esclavitud durante la guerra civil. Sus padres, carpintero
y cocinera, eran muy activos políticamente, y quisieron que
sus hijos tuvieran una educación. Ida pudo estudiar hasta
los 16 años, cuando sus padres murieron, pero ese ya era un
nivel extraordinario para una mujer negra de la época, y le
permitió hacerse cargo de sus hermanos trabajando como profesora.

Retrato de Ida B. Wells alrededor del año 1893.
Fue después de mudarse a Memphis, la gran ciudad
del estado sureño de Tennessee, cuando Ida empezó su activismo
por los derechos civiles. Con poco más de veinte años, la
echaron por la fuerza de un tren tras negarse a ceder el asiento
de primera clase por el que había pagado y sentarse en el
vagón de los negros. Ella decidió demandar a la compañía y
ganó una indemnización en primera instancia. Cuando un tribunal
superior le quitó la razón, decidió empezar a escribir, bajo
el seudónimo “Iola”.
Según algunas fuentes, sus artículos sobre las
penosas condiciones del sistema educativo para los niños afroamericanos
forzaron su salida de la educación pública y la llevaron a
dedicarse plenamente al periodismo. A los 30 años ya era copropietaria
del periódico en el que escribía, y es entonces cuando la
desgracia de un amigo la llevó al tema que definiría su carrera
periodística y que le ha valido el Pulitzer: los linchamientos
, las ejecuciones extrajudiciales de negros a manos de grupos
de blancos.

Ida B. Wells junto a sus cuatro hijos en 1909.
En 1892, una turba entró en una cárcel de Memphis
y se llevó a tres hombres, que acabaron asesinados brutalmente
en un descampado. Uno de ellos, Thomas Moss, era un buen amigo
de Ida B. Wells. Todo había comenzado después de una riña
entre un chaval blanco y otro negro que jugaban a las canicas,
pero en sus artículos Wells desveló que tras el crimen había
lo que en otros muchos linchamientos: tensiones económicas
y el intento evidente de que ningún afroamericano prosperara
en el Sur.
Moss era uno de los propietarios negros de un
floreciente negocio que tenía bastante preocupado a un competidor
blanco, Robert Barrett. Fue él quien aprovechó el incidente
de las canicas para acusar a varios vecinos del barrio de
estar envueltos en una “conspiración contra los blancos” con
sede en su negocio rival. Después de un tiroteo, los tres
afroamericanos acabaron en la cárcel, y fue de allí de donde
los sacó la turba para matarlos antes del juicio. Otra multitud
de blancos arrasó el negocio de Thomas Moss y, poco después,
su competidor, Barret, se lo quedó en una subasta.

Un afroamericano bebiendo agua en una zona designada
para personas negras en 1939 en una estación de tranvías en
Oklahoma City.
Inspirada por este acontecimiento,Ida B. Wells
viajó durante meses por todo el sur de Estados Unidos buscando
testimonios y documentación de otros linchamientos, un verdadero
trabajo primitivo de periodismo de investigación con grave
riesgo para su vida. En sus artículos puso particular empeño
en desmontar la excusa que se daba para muchos de esos crímenes:
la violación.
A un gran número de varones negros se les acusaba
de haberse propasado sexualmente con mujeres blancas, cuando
la verdadera motivación era la venganza económica, si no la
envidia. “Nadie en esta parte del país cree esa vieja mentira
de que los hombres negros violan a mujeres blancas [...] es
una excusa para librarse de los negros que adquieren riqueza
y propiedades, y para mantener a la raza negra aterrorizada”.
En su investigación encontró que, en dos tercios
de los linchamientos, las víctimas ni siquiera habían sido
acusadas de violación. Puso el foco en la violencia sexual
contra las mujeres negras y además habló abiertamente de un
tema tabú: las relaciones consentidas entre personas de diferentes
razas.
Fue un artículo sobre ese tema el que llevó
a una turba blanca a quemar su periódico y el que la que la
obligó a mudarse al norte para salvar la vida. Ella misma
ya había puesto por escrito su consejo a los afroamericanos
de Memphis: “Ahorrad y abandonad esta ciudad que ni protegerá
nuestras vidas y propiedades ni nos dará un juicio justo,
pero que nos asesinará a sangre fría cuando nos acuse una
persona blanca”.
Fue un artículo sobre ese tema el que llevó
a una turba blanca a quemar su periódico y el que la que la
obligó a mudarse al norte para salvar la vida. Ella misma
ya había puesto por escrito su consejo a los afroamericanos
de Memphis: “Ahorrad y abandonad esta ciudad que ni protegerá
nuestras vidas y propiedades ni nos dará un juicio justo,
pero que nos asesinará a sangre fría cuando nos acuse una
persona blanca”.
Ida B. Wells siguió escribiendo y luchando por
la justicia durante el resto de su vida. Escribió para un
periódico de Nueva York y viajó dos veces al Reino Unido a
explicar en conferencias lo que eran los linchamientos.

Anverso y reverso de la medalla de oro Premio
Pulitzer al Servicio Público, que sirve como símbolo de los
Premios Pulitzer en general.
Más tarde se mudó a Chicago, donde fue muy influyente
en la política local y donde, además, se casó y tuvo cuatro
hijos. Desde allí continuó sus campañas por el derecho al
voto de las mujeres o la igualdad de derechos para los afroamericanos,
fundando importantes organizaciones que aún hoy sobreviven.
El premio Pulitzer viene a remediar con mucho
retraso la falta de reconocimiento de su trabajo sobre los
linchamientos, un auténtico precursor del periodismo de datos
que trabaja con tablas estadísticas. También viene a demostrar
que los que se equivocaban eran los periódicos blancos al
decir que “que se le permita vivir y murmurar esas repulsivas
calumnias es un testimonio de la maravillosa paciencia de
los blancos sureños”, o el gobierno, que todavía en 1918 la
consideraba “una conocida agitadora” y se negaba a darle un
pasaporte.
A pesar de esto, su trabajo consiguió precisamente
lo que pretendía. Como ella misma escribió: “La manera de
arreglar las cosas que están mal es poniendo la luz sobre
ellas”.
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Ida Bell Wells-Barnett, también conocida como Ida B.
Wells (Holly Springs, Mississippi, 16 de julio de 1862-Chicago,
Illinois, 25 de marzo de 1931), fue una mujer afroamericana
cofundadora de la Asociación Nacional para el Progreso
de las Personas de Color y dedicada a la defensa de
los derechos civiles y a los derechos de la mujer en
Estados Unidos, perteneciente al movimiento sufragista.
Documentó cientos de casos contra los linchamientos
raciales.
Hija de padre carpintero, John Wells y Elizabeth Warrenton
Wells, ambos esclavos hasta su liberación tras la Guerra
de Secesión. A la edad de catorce años sus padres y
su hermano de nueve años fallecieron por la fiebre amarilla
durante una epidemia que asolaba el sur de Estados Unidos,
después de los funerales los amigos decidieron repartir
a los seis hermanos restantes con diferentes tíos y
tías. A Wells no le pareció buena idea que la familia
se separase y para ello decidió ir al instituto y encontrar
trabajo como profesora en un colegio de personas de
raza negra. A pesar de las dificultades, pudo continuar
su educación trabajando en el Rust College en Holly
Springs.
En 1880 Wells se trasladó a Memphis con sus hermanos,
exceptuando a uno de quince años. Allí obtuvo un trabajo
de verano y cuando le era posible acudía a las sesiones
de verano de la Fisk University en Nashville. Wells
mantenía unas fuertes opiniones políticas acerca de
los derechos de la mujer que enfadaban a muchos. Se
convirtió en una figura pública en Memphis cuando en
1884 lideró una campaña en contra de la segregación
en el ferrocarril local, cuando un conductor de la Chesapeake,
Ohio & South Western Railroad Company (Compañía de ferrocarriles)
le obligó a cederle un sitio a un hombre de raza blanca
mandándola al vagón de fumadores, que estaba a rebosar
de otros pasajeros. La Civil Rights Act of 1875 (Ley
de derechos civiles de 1875), que prohibía la discriminación
por raza, credo o color en teatros, hoteles, transportes
u otros lugares públicos fue declarada inconstitucional
en los Civil Rights Cases (Casos de Derechos Civiles)
de 1883 y muchas de las compañías de ferrocarriles podían
continuar con la segregación racial de sus pasajeros,
Wells se negó a ceder su sitio 71 años antes que Rosa
Parks.

Elizabeth Eckford, de 15 años, perseguida
por una multitud en la escuela secundaria Little Rock
Central el primer día del año escolar, el 4 de septiembre
de 1957.
Cuando regresó a Memphis, inmediatamente contrató
un abogado para demandar a la compañía de ferrocarril,
ganó el caso en el tribunal local, pero la compañía
apeló en la Corte Suprema de Tennessee la cual dio la
vuelta a la sentencia. Durante las manifestaciones por
el derecho al voto de la mujer se negó a ponerse detrás
de la marcha por ser de raza negra, un gesto que le
hizo ganar reconocimiento. En 1889 empezó a ser copropietaria
y redactora de un periódico en contra de la segregación
que se publicaba en Memphis, su nombre era Free Speech
(Libertad de expresión).
En 1892 se vio obligada a abandonar la ciudad a causa
de la publicación de un artículo escrito por ella denunciando
el linchamiento de tres amigos propietarios de una tienda
de ultramarinos acusados de quitar clientes a sus competidores
blancos. Muchos afroamericanos decidieron irse de la
ciudad mientras otros organizaron boicots a los negocios
cuyos propietarios fuesen de raza blanca, como resultado
Wells trasladó su residencia a Chicago. En 1892 publicó
un famoso panfleto titulado: Southern Horrors: Lynch
Law in All Its Phases (Los horrores del sur: La ley
de linchamiento en todas sus fases) que junto a otro
titulado A Red Record (Un logro rojo) fueron el inicio
de su documentada investigación y campaña contra los
linchamientos.

Los soldados negros luchaban en las mismas
batallas y corrían el mismo peligro que los blancos,
pero tenían asignados espacios diferenciados.
Habiendo contrastado diferentes casos de linchamiento
debido a las acusaciones a los hombres de raza negra
de violar a mujeres blancas, llegó a la conclusión de
que en el sur de Estados Unidos se utilizaba la excusa
de supuestas violaciones para esconder el motivo real
de linchar a hombres negros: el progreso económico de
las personas de raza negra, el cual no solo amenazaba
a su dinero sino también a la idea de la inferioridad
innata del hombre negro.
Ella y otros líderes negros organizaron en 1893 un
boicot a la Exposición Mundial Colombina de Chicago
con un panfleto que fue repartido durante la exposición
cuyo título era Why the Colored American Is Not in the
World's Columbian Exposition (Por qué los americanos
de color no están en la Exposición Universal de Chicago)
y que detallaban en inglés y otros idiomas el linchamiento
por parte del sur a los negros. Después Wells le comentó
al abolicionista de raza blanca, activista por los derechos
civiles e ideólogo del panfleto, Albion Tourgée, que
habían repartido en la feria 2.000 copias del mismo.
También en 1893 Wells pensó en cerrar un pleito difamatorio
contra dos abogados negros de Memphis, para ello volvió
a ponerse en contacto con Torgée, ya que era abogado
y juez, y así prestar ayuda legal gratuita. Torgée no
podía permitirse hacer el trabajo de modo que le preguntó
a su amigo Ferdinand L. Barnett si podía, este aceptó
el caso.
Dos años después Wells y Barnett contrajeron matrimonio,
fue una de las primeras mujeres estadounidenses en conservar
su propio apellido con el de su marido, esto era algo
inusual en la época.
En 1892 y a las órdenes de la activista en contra de
la discriminación racial, Catherine Impey, Wells fue
a Gran Bretaña. Impey era una oponente del imperialismo
y defensora de la igualdad, se quería asegurar de que
la opinión pública británica estuviese informada sobre
el linchamiento que recibían las personas de raza negra.
Aunque Wells y su lectura se completasen con una foto
de niños blancos pasando por debajo del cadáver de un
hombre negro colgado, causó duda al público; le pagaron
tan poco que apenas pudo pagar los gastos del viaje.
En 1928, después de jubilarse, Wells escribió su autobiografía
titulada Crusade for Justice (Cruzada por la justicia).
Falleció el 25 de marzo de 1931 a causa de una uremia
a la edad de 68 años.
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Linda Brown, una mujer de Kansas que en la década de 1950
puso nombre a un contencioso que prohibió la segregación racial
en las escuelas estadounidenses, murió en 2018 a los 76 años.
Nacida en Topeka, la capital de Kansas, Brown tenía 9 años
cuando su padre, el reverendo Oliver Brown, trató de inscribirla
en 1950 en la escuela pública primaria más cercana a la vivienda
familiar. La negativa de la escuela Summer School a aceptarla
por ser negra provocó cuatro años más tarde el histórico fallo
"Brown v. Board of Education", con el que el Tribunal Supremo
puso fin a la doctrina "segregada pero igual" que regía en
la educación pública estadounidense desde 1896.
El Supremo determinó que "separar a los niños negros de otros
de edad y calificaciones similares genera un sentimiento de
inferioridad en cuanto a su posición en la comunidad que puede
afectar a sus corazones y mentes de un modo improbable de
revertir". Concluyó, asimismo, que la segregación era una
práctica que violaba la cláusula de "protección igualitaria"
recogida en la Constitución.

Linda Brown cuando era una niña.
Aunque Brown puso el nombre, el contencioso agrupaba numerosos
casos recopilados por la Asociación Nacional para el Avance
de la Gente de Color (NAACP, en inglés) de estudiantes negros
rechazados en instituciones educativas alrededor del país.
En una entrevista con PBS en 1985, a raíz del 30 aniversario
de la sentencia, Brown dijo "sentir" que la decisión del Supremo
había tenido "un impacto en todas las facetas de la vida de
las minorías en toda el país". Según 'The Washington Post',
la escuela Summer School, que había rechazado su inscripción
en 1950, intentó negársela de nuevo el mismo día de 1954 en
el que el Supremo prohibió la segregación.
Aunque fue ella quien se convirtió en un icono de los derechos
civiles, el "Brown" de la sentencia "Brown v. Board of Education"
pertenece a su padre, que fue quien interpuso la demanda y
que murió en 1961.
Es una imagen aterradora que dio la vuelta al mundo
y fue clave para el avance de los derechos civiles en
Estados Unidos. En ella se ve el rostro de pánico de
dos mujeres negras que nadan en una piscina mientras
un hombre blanco arroja ácido al agua. Fue tomada el
18 de julio de 1964 en un motel de la ciudad de San
Agustín, en Florida. De inmediato se convirtió en un
símbolo de la segregación racial que durante décadas
impidió que los negros compartieran los espacios públicos
y privados con la población blanca en la mayoría de
estados del sur estadounidense.

Desde el final de la Guerra de Secesión en 1865, pese
a la abolición de la esclavitud y la aprobación de una
Ley de los Derechos Civiles que reconocía la igualdad
entre negros y blancos, en Florida, igual que la mayoría
de los estados del sur de EE.UU., los afroestadounidenses
vivían segregados y eran considerados ciudadanos de
segunda.
Esa segregación se llevaba a la práctica a través de
las conocidas como Leyes de Jim Crow, nombre que hace
referencia a un personaje de comedia de principios del
siglo XIX que era interpretado por un actor blanco con
la cara pintada de negro. Estas leyes variaban de estado
a estado y su validez fue respaldada por la Corte Suprema
de EE.UU. en 1896 bajo la doctrina de "separados pero
iguales".
Entre otras cosas, prohibían los matrimonios interraciales
y obligaban a negocios, instituciones públicas, escuelas
y medios de transporte a habilitar espacios separados
para blancos y negros. A los afroestadounidenses hasta
se les obligaba a utilizar lavamanos diferentes para
"evitar que el hombre blanco se contaminara por la influencia
del negro".

Los grupos supremacistas blancos en Florida
aterrorizaban a la población negra.
Quien incumplía estas leyes no solo se
enfrentaba a la represión de las autoridades sino también
a la de grupos supremacistas como el Ku Kux Klan, cuyos
miembros no tenían reparo en utilizar la violencia más
extrema contra los negros y otras minorías.
No fue hasta después de la II Guerra Mundial
que el movimiento integracionista -que abogaba por el
fin de la segregación racial- empezó a tomar fuerza
en el marco de la lucha por los derechos civiles. Lograron
una importante victoria en 1954, cuando la Corte Suprema
declaró inconstitucionales las normas que separaban
a los alumnos blancos y negros en las escuelas públicas.
En Florida, el punto de inflexión se produjo
a partir de 1963 con el Movimiento de San Agustín. Su
nombre hace referencia a la ciudad del norte del estado
-el asentamiento europeo más antiguo de Norteamérica-
en la que un grupo de activistas afroestadounidenses,
encabezados por el dentista Robert Hayling, llevó a
acabo acciones de protesta durante meses para exigir
el fin de la segregación.

La madre del gobernador de Massachusetts,
quien aparece en esta imagen junto a Robert Hayling,
también fue detenida en San Agustín.
Hayling y sus compañeros fueron detenidos
en repetidas ocasiones y nunca desistieron, incluso
después de ser secuestrados y apaleados por miembros
de Ku Kux Klan. En la primavera de 1964, el Movimiento
de San Agustín recibió el apoyo crucial de la Conferencia
Sur de Liderazgo Cristiano, encabezada en ese entonces
por Martin Luther King Jr., quien envió a la ciudad
a varios de sus colaboradores más cercanos para que
ayudaran a organizar protestas masivas que acabaron
recibiendo atención internacional. Los manifestantes
marchaban por el centro de San Agustín, en un lugar
conocido entonces como "el mercado de los esclavos",
mientras hordas de blancos les insultaban y les lanzabas
piedras y botellas.
Cientos de activistas fueron arrestados,
hasta el punto de que las comisarías de la ciudad se
quedaron sin espacio para albergarlos. A los manifestantes
se les unieron monjas, rabinos y numerosos ciudadanos
blancos que defendían el fin de la segregación. Incluso
fue detenida la madre del gobernador de Massachusetts
mientras realizaba una protesta en un negocio solo para
blancos.
El propio Martin Luther King Jr. viajó
a San Agustín, donde fue arrestado el 11 de junio de
1964 tras intentar acceder al restaurante del motel
Monson, en el que no se permitía la presencia de afroestadounidenses.

Cientos de activistas fueron arrestados,
hasta el punto de que las comisarías de la ciudad se
quedaron sin espacio para albergarlos.
Uno de los puntos álgidos de las protestas
se vivió en ese mismo motel una semana más tarde, el
18 de junio, cuando un grupo de activistas blancos y
negros se lanzó a la piscina del establecimiento en
medio de una fuerte presencia policial y de periodistas.
Enfurecido, el manager del motel, Jimmy Brock, agarró
una botella de ácido clorhídrico, utilizado para limpiar
baldosas, y empezó a rociar con él a los bañistas para
que salieran del agua. Incluso un policía se lanzó a
la piscina para detener a los activistas, que no sufrieron
daños y acabaron en el calabozo en sus trajes de baño.
La mujer que grita en esta imagen es Mimi Jones, una
activista por los derechos civiles de los negros en
EE.UU. quien tenía 17 años cuando ocurrió este incidente.
Las fotografías y grabaciones de lo sucedido
dieron la vuelta al mundo y su impacto fue tal que hasta
el presidente estadunidense Lyndon B. Johnson llegó
a afirmar: "Toda nuestra política exterior y todo lo
demás se irá al diablo por esto". Al día siguiente,
tras cerca de tres meses de bloqueo por falta de acuerdo
entre los legisladores, el Senado estadounidense aprobó
la Ley de Derechos Civiles que decretaba el fin de la
segregación racial en los espacios públicos y privados
de todo el país. "No estoy seguro de que la ley se hubiera
aprobado sin lo que pasó en San Agustín. Fue un hito.
Éramos jóvenes y creíamos haber hecho algo (importante),
y lo hicimos", le dijo en 2014 a la cadena NPR J.T.
Johnson, uno de los activistas que se lanzaron al agua
de la piscina del motel Monson.

Martin Luther King Jr. fue arrestado el
11 de junio de 1964 en San Agustín.
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