El aumento sin precedentes de las especies invasoras
en los ecosistemas y su coste económico se han convertido
en una bomba de relojería "todavía por evaluar", alertan los
científicos. España es uno de los puntos más biodiversos del
mundo y la proliferación de estas variedades ya ha provocado
"un importante declive en las últimas décadas".
España padece una invasión inexorable y silenciosa.
A mitad del siglo XX alguien liberó un visón o se escapó de
una granja peletera. Algún otro descuidó su acuario con caracoles
manzana hace una década o plantó unas coloridas espigas para
adornar su jardín. En 1994 un buque mercante descargó unas
palmeras infestadas de un escarabajo rojo voraz. En poco más
de un instante se había abierto la puerta a una, dos...incontables
invasiones biológicas de especies exóticas que no paran de
expandirse y destruir la riqueza natural en España. El planeta
padece una pérdida de biodiversidad "sin precedentes" y en
"aceleración", según evidenció la ONU en un informe de 2019.
Un millón de especies de plantas y animales están en peligro
de extinción.
La expansión biológica de especies exóticas
que avanza por los ecosistemas españoles es una ofensiva muda,
pero, de momento, imparable. El listado del Ministerio de
Transición Ecológica recoge 185 variedades y, a pesar de la
lentitud burocrática, no se detiene. Es una bomba de relojería
todavía por evaluar. "El incremento en el número y expansión
global de las especies invasoras es exponencial y nos lleva
hacia una homogeneización de la flora y fauna a escala global
que no tiene precedentes ni sabemos qué consecuencias tendrá",
explica Belinda Gallardo, investigadora especializada en especies
invasoras del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC.

El rabo de gato está ampliamente naturalizada
en Canarias, donde es una de las plantas autóctonas invasoras
más problemáticas. Puntos aislados del litoral granadino,
valenciano y alicantino.
Los cinco agentes que están acabando con la
biodiversidad son:
- Los cambios en el uso del suelo que eliminan
la delgada capa viva bajo la superficie.
- La explotación directa de organismos, como
puede ser la sobrepesca.
- La crisis climática, cuyos impactos van aumentando.
- La contaminación, como la que generan de los
desechos de plástico.
- Las especies invasoras.
La diversidad natural –víctima de la homogeneización
de la que habla Belinda Gallardo– no se distribuye en la Tierra
por igual. Existen núcleos especialmente ricos y España es
uno de ellos. Está encuadrada en uno de los 25 hotspots, los
puntos calientes, de la biodiversidad del mundo que representan
una suerte de yacimiento valiosísimo de riqueza natural que
se agota aceleradamente. Este concepto fue utilizado por primera
vez por Norman Myers en 1988 y 1990 y desarrollado hasta aparecer
en una investigación en la revista Nature en 2000: se identificaron
25 espacios, solo un 1,5% de la superficie terrestre, que
presentaban gran concentración de especies endémicas y soportaban
una "extraordinaria pérdida de hábitat". Hasta el 44% de todas
las especies de plantas vasculares y el 35% de todas las especies
en cuatro grupos de vertebrados viven en estos puntos identificados
hace dos décadas.
Los criterios para ser hotspot son: tener, al
menos, 1.500 variedades propias de plantas y haber perdido
el 70% de su vegetación original, es decir, vivir bajo gran
amenaza. Desde 2000 se han añadido otro diez puntos y equivalen
al 2,3% del planeta. La Convención de biodiversidad de la
ONU dice sobre España: "Es uno de los países más biodiversos
de Europa. La diversidad geográfica del país es extremadamente
variada". Entre las principales amenazas sobre el hotspot
España, la Convención señala "la introducción de especies
exóticas invasoras". Y luego advierte de que España ha sufrido
"un importante declive en las últimas décadas". El Catálogo
Español de Especies Exóticas Invasoras incluye esas 185 variedades
que están medrando cada día. Las hay de todo tipo: hongos,
algas, flora y fauna, aunque el grupo más numeroso es el de
las plantas. De hecho, las especies que más amenazan, por
ejemplo, a los parques nacionales son invasiones de flora:
el rabo de gato, la uña de gato, la chumbera o la caña. Los
intentos por controlar el jacinto de agua han consumido ya
más de 50 millones de euros.

El visón comercial tiene poblaciones
en Galicia, Castilla y León, Madrid, Castilla-La Mancha y
norte de Extremadura, y otras de menor tamaño en el País Vasco,
Catalunya y sur del Sistema Ibérico.
Pero los casos de expansión agresiva se filtran
por todos los ecosistemas y mediante todo tipo de agentes.
La polilla de la patata puso contra las cuerdas a la producción
gallega en 2017. El visón americano tiene arrinconado y al
borde de la desaparición a su primo autóctono europeo. El
cerdo vietnamita ha pasado de mascota a animal peligroso en
la naturaleza. La avispilla del castaño no para de cebarse
en este árbol emblemático. El avispón asiático ha ido ganando
terreno por todo el norte peninsular y depredando a las abejas
cuyas colonias devora enteras. El Mediterráneo ya vive bajo
la amenaza de un alga asesina que llegó en las tripas de los
barcos. "Con las especies invasoras pasa como con el cambio
climático, tiende a subestimarse la amenaza porque se perciben
como procesos naturales y a escala local no parecen para tanto.
Se considera inocente comprar unas vistosas plantas para mi
jardín, pero al ver los datos históricos y a escala global
es cuando se aprecia realmente la rapidez sin precedentes
de los cambios que están transformando nuestro planeta", explica
Gallardo.

El picudo rojo es un escarabajo que llegó a
España en 1994 en unas palmeras egipcias plantadas en la provincia
de Granada. Está en expansión. Es originaria del sureste asiático
donde son una plaga para los cocoteros. En 1917 había llegado
a Irak y a mediados de los 80 se declaró plaga en Arabia.
Es una grave amenaza para las palmeras autóctonas como el
palmito y la palmera canaria. Produce daños invisibles pues
crea galerías interiores en la planta tanto en las hojas como
el tronco. Acaba produciendo la muerte. Amenaza palmerales
de gran importancia cultural como los de Elche, Orihuela o
Alicante. Produce importantes pérdidas económicas relacionadas
con la jardinería ornamental de palmera.
Además, la introducción parece no haber tocado
techo, según demostró un grupo internacional de investigadores
en 2017 cuyo trabajo apareció en Nature Communications: el
ritmo a escala mundial empezó a apretar a partir de 1800 y
llegó a un pico de 585 especies exóticas detectadas en hábitats
lejanos en 1997. Eso suponía 1,6 cada día. Del listado de
45.800 avistamientos de variedades alóctonas registrados en
el mundo, el 37% se concentran entre 1970 y 2014. "El continuo
incremento de detecciones de estas especies sugiere que el
número de nuevas variedades exóticas aumentará aún más con
toda probabilidad", explicaron en sus conclusiones.
"Luego, cuando a una persona le toca de cerca
un problema como que el mejillón cebra tapone una red de riego,
la plantación de eucaliptos que arde rápidamente durante un
incendio, el jacinto de agua que se pudre y apesta en las
orillas del río, el picudo rojo que me obliga a talar las
palmeras del jardín, el caracol manzana que reduce mi producción
de arroz sí se despierta la conciencia de que no deberían
estar ahí", analiza la investigadora del CSIC. Solo para Europa,
las proyecciones indican que habrá un 36% más de especies
exóticas en 2050. Unas 2.500 más que en la actualidad. La
invasión no se detiene. "Para mí las especies de mayor preocupación
son los microorganismos, por su difícil detección y gestión
y porque todavía sabemos entre poco y nada de la mayoría de
ellos", valora la investigadora. Y luego añade que "me parece
especialmente preocupante el incremento en el número de especies
invasoras que transmiten o favorecen la transmisión de enfermedades
emergentes. La salud de las personas, especies y ecosistemas
está interconectadas".

El avispón asiático es originario
del sureste de Asia, llegó desde Francia en 2010 donde se
había introducido en un barco de carga de cerámica. El clima
templado ha favorecido su expansión por todo el norte peninsular.
Tiene gran facilidad para la dispersión. Depreda sobre las
abejas e insectos autóctonos. Durante el verano los ataques
a las colmenas son muy intensos y dañinos. Primero atacan
a las abejas adultas y, una vez acabadas, devoran las larvas
por lo que erradican la colonia.
Para la investigadora en invasiones biológicas
de la Universidad Paris Saclay, Elena Angulo, está claro que
"hay especies que no han llegado aún a invadir España, pero
que llegarán en el futuro. Se esperan en los próximos años
muchas más especies invadiendo todos los ecosistemas a nivel
mundial". Angulo analiza cuáles son los focos de mayor preocupación:
"Donde el problema es la producción de alimentos, preocupan
organismos como las polillas tipo Tuta absoluta (la polilla
del tomate) o la Spodoptera frugiperda. También las moscas
de la fruta, como la Drosophila. En otros lugares pueden preocupar
más las especies que transmiten enfermedades como los mosquitos
Aedes [el tigre o el aegypti]. También se puede fijar el nivel
de preocupación por los daños que han provocado en otros países
como la hormiga y la hormiguita del fuego y la polilla cogollero
del maiz. Otro criterio es la velocidad de expansión como
la del pez león, la vespa velutina o el mosquito tigre. O
si son más o menos dificiles de erradicar como están demostrando
el jacinto de agua, el mejillón cebra o los cangrejos azul
y rojo".
¿Cuál es la factura de tener cientos de especies
comiéndose los ecosistemas? En el Ministerio de Transición
Ecológica admiten que "existen pocas estimaciones de los impactos
económicos dado que los daños sobre los bienes y servicios
ecosistémicos son difíciles de cuantificar". Luego sí aclaran
que algunos autores han calculado que esa factura puede llegar
a 28.000 millones de dólares al año en todo el mundo "triplicándose
cada década". En todo caso, hay consenso en que "los costes
están subestimados". Los cálculos más robustos recientes,
de 2021, muestran que, en España, la invasión biológica ha
costado 232 millones de euros en el último cuarto de siglo.
En 2000 el promedio anual era de algo más de tres millones.
Ahora el ritmo se ha ido a los 13 millones cada ejercicio.

La uña de gato es una planta reptante
originaria de Suráfrica. Se ha introducido en España como
especie ornamental. Se ha multiplicado en arenales, roquedos
y acantilados costeros con los restos de jarnideria y el transporte
de trozos para fabricar nidos de aves. Tiene un carácter invasor
muy agresivo. Forma tapices muy densos que impiden que crezcan
otras planta. Altera el ph del terreno.
"Ya que la percepción social del problema de
las especies invasoras no se valoraba en su justa medida,
decidimos volcarnos en sus costes económicos. Sabemos que
la gente se mueve por dinero así que, si cuantificamos cuánto
nos cuestan las especies invasoras, puede que aumentemos el
valor que la sociedad le da a este problema", explica Elena
Angulo, una de las autoras del trabajo. La mayoría de esos
millones corresponden, básicamente, a lo que gasta el Estado
o los particulares para luchar o gestionar las especies una
vez que ya se han implantado "en contra de lo que indican
las guías internacionales que recomiendan más la prevención",
puntualiza Angulo. Tras revisar los datos, concluye que "por
ahora gastamos más en estrategias de control y erradicación
que en la detección temprana y eso no debería ser así. Está
demostrado que, si prevenimos, los costes de la invasión son
mucho menores".
En este sentido, surge el ejemplo de Nueva Zelanda.
El país ha mostrado mano de hierro al decidir que no entraría
en su territorio ningún organismo sin una evidencia de que
sería inocuo. Es el único caso en el que se ha conseguido
revertir la tendencia y pasar de un incremento de especies
invasoras al freno casi total. Ha supuesto un gran ahorro
para las arcas neozelandesas, "pero lo más importante es que
han protegido a especies y ecosistemas altamente vulnerables
a las que no se puede poner precio", recuerda Belinda Gallardo.
"Sin embargo hay otro tipo de costes como son los daños que,
en ocasiones, sí pueden cuantificarse, pero otras veces son
proyecciones", aclara la investigadora de Paris Saclay. Cosechas
perdidas o valoraciones de cuánto se perderá cuando aparezca
una plaga concreta. "Considerando estos daños potenciales
los costes en España pasan a ser miles de millones de euros",
afirma.

Los caracoles manzana son una familia de moluscos
propios de zonas tropicales en África, Suramérica, América
Central y sur de Asia que han llegado a España por escapes
de criadero y sueltas ilegales. Es una especie utilizada para
los acuarios. Se detectó en el delta de Ebro en 2009. En 2015
en arrozales del Baix Ampurdá. Voraz consumidor de plantas
lo que causa un gran impacto en los ecosistemas acuáticos.
Causa graves daños a los arrozales sobre todo en las plantas
que están al principio de su desarrollo. Es un huésped intermedio
del patógeno de la meningitis en los humanos. Transmite el
parásito si se comen los caracoles sin haberlos cocinado lo
suficiente.
La expansión de variedades dañinas es casi total.
No hay ecosistema a salvo. Lo demuestra el hecho de que los
hábitats en teoría mejor conservados y de mayor interés de
España, los parques nacionales, también estén lidiando con
estas oleadas biológicas. "Tenemos la idea de que son como
un espacio prístino, pero no se salvan", sentencia la científica
del Instituto Pirenaico de Ecología. Gallardo ha detectado
más de 200 exóticas en estos espacios: "Superó nuestras peores
expectativas". Los parques más perjudicados son los marítimos
como el de las Islas Atlánticas, y el archipiélago de Cabrera
a la par con los que soportan una mayor presión de actividades
humanas como Sierra de Guadarrama o Doñana. Aunque, de momento,
no han causado grandes daños ecosistémicos, las especies autóctonas
que los pueblan suelen tener una capacidad limitada de distribución
y ser muy sensibles a los cambios en sus entornos como la
entrada de una variedad invasora, advierte la investigadora.
El Panel Intergubernamental de la ONU sobre
biodiversidad explicaba en octubre de 2020 que las causas
del cambio climático y la extinción masiva de especies eran
las mismas: "La explotación insostenible" de los recursos
del planeta. La crisis climática y la ecológica están soldadas.
Las actividades detrás del cambio climático, y las nuevas
condiciones ambientales que crean, favorecen la proliferación
de las especies exóticas invasoras. Por un lado, abren nuevas
vías de entrada a los ecosistemas y reduce los tiempos de
transporte lo que facilita que los organismos lleguen vivos
a otros continentes. Por otro, multiplica la posibilidad de
que se establezcan variedades que encuentran un ambiente más
factible como los mosquitos tropicales que van conquistando
Europa. Belinda Gallardo remacha que "también existe una peligrosa
retroalimentación entre cambio climático e invasiones biológicas:
muchas especies invasoras son pirófitas, es decir, que aumentan
la probabilidad de incendio (por ejemplo el eucalipto o el
rabo de gato), agravando así los efectos del cambio climático
y, a su vez, el cambio climático permite la expansión de estas
especies cada vez más al norte y cada vez en tierras a mayor
altura".

La perca americana es un pez propio del sur
y este de EEUU y México. Introducido para pesca deportiva.
Incluso cuando las circunstancias de los ríos no favorecen
sus poblaciones se han mantenido con sueltas. La Unión para
la Conservación de la Naturaleza lo considera una de las 100
invasoras más dañinas. Muy voraz. Depreda sobre especies locales
hasta su desaparición. Los ejemplares grandes devoran crustáceos,
aves, anfibios y mamíferos.
Entre las casi 200 variedades del Catálogo de
Especies Invasoras, las hay más y menos agresivas. Muy extendidas
y menos diseminadas. Algunas afectan a amplias extensiones
y otras han concentrado su acción en sitios más acotados como
las islas. En todo caso, todas tienen en común sus impactos
destructores sobre los ecosistemas. Una investigación de la
Universidad Paris Saclay ha identificado este año las especies
que más dinero han costado a las arcas españolas –casi siempre
públicas– en un esfuerzo por mitigar su invasión. El jacinto
de agua, el caracol manzana, la caña, el visón americano o
el picudo rojo están en el top 10. Además, el proyecto Biocambio
ha identificado más de 200 variedades exóticas en la Red de
Parques Nacionales de España. Entre las especies que representan
un mayor peligro para estos espacios protegidos diagnosticaron
al rabo de gato, la perca americana o la uña de gato.
Nota de prensa, Abril 2022:
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La hormiga de fuego y el pez que obligó a vaciar
un embalse, nuevas especies invasoras en España.

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