La primera barca solar del faraón Keops, el
artífice de la Gran Pirámide, fue descubierta en una zanja
junto al monumento en el año 1954. Tras un minucioso trabajo
de extracción y de reensamblado de las 1.224 piezas que la
componían, que tardó trece años en completarse, la embarcación,
realizada en madera de cedro y de 43,3 metros de eslora, 5,6
de manga y 1,5 de calado, se expuso al público en un pequeño
museo construido al efecto junto a la pirámide. Y allí ha
visto pasar todos estos años. Hasta ahora, que acaba de ser
trasladada a su nueva ubicación: el Gran Museo Egipcio (GEM)
que está a punto de ser inaugurado en la meseta de Giza.

La "celda" que guarda la embarcación colocada
sobre el vehículo inteligente.
La operación de traslado tardó 48 horas en completarse,
y en su organización ha participado el ejército egipcio. "Es
uno de los proyectos de ingeniería y arqueológicos más importantes
y desafiantes. El traslado nos llevó casi un año de estudio,
planificación y preparación", ha declarado el general Atef
Mortah, que ha supervisado los trabajos. Según el general,
se barajaron varias propuestas para llevar a cabo la dificultosa
mudanza, entre ellas desmontar de nuevo la embarcación e incluso
realizar el traslado en globo.
Al final, sólo se desmontaron algunas partes,
como los doce remos, la proa, la popa y la cabina, en un proceso
que duró un mes y medio. Cuidadosamente envuelta y protegida
con un marco acolchado y una celda de hierro fue introducida
íntegra en un vehículo inteligente (importado de Bélgica)
dirigido por control remoto. Según las autoridades egipcias,
este vehículo "ha demostrado su capacidad de llevar a buen
puerto la tarea asignada. Es capaz de sortear cualquier obstáculo
que pueda encontrar en la carretera y maniobrar en curvas,
así como absorber cualquier vibración mientras se desplaza".

La primera barca de Keops tal como se exponía
hasta la fecha en el Museo de la Barca Solar, en Giza.
La noche fue el marco escogido para realizar
el espectacular traslado, que se realizó con éxito en diez
horas desde el pequeño museo que ha sido el hogar de la barca
durante todos estos años hasta su nuevo espacio en el Gran
Museo Egipcio, unos siete kilómetros. Durante el trayecto,
que se hizo sin incidentes, un sistema de dispositivos digitales
vigiló en todo momento la temperatura y humedad de la embarcación,
la estabilidad de la celda en el interior del vehículo (cuyo
exterior consistía en un armazón negro con un perfil luminoso
del barco) y la inclinación de la carretera. Todo en aras
de que la valiosa pieza llegara a su destino en perfectas
condiciones.
De hecho, el pequeño museo de la barca, a juicio
de los expertos, no reunía en la actualidad las condiciones
necesarias para albergar un tesoro de estas características,
ya que, por ejemplo, la incidencia de la luz procedente del
exterior tenía un "efecto negativo" sobre la pieza según los
especialistas. "Antes del traslado, un radar examinó la resistencia
del viejo museo y de la carretera de la meseta de Giza para
soportar con garantías el peso del vehículo y la carga", ha
explicado El Tayeb Abbas, asesor del Ministerio de Antigüedades
para el Gran Museo.

La "celda" que contenía la barca de Keops durante
su traslado al Gran Museo Egipcio.
Antes de iniciar su nueva andadura, la milenaria
embarcación también ha sido sometida a un exhaustivo estudio
que ha mostrado la fragilidad de algunas zonas y algunas fracturas
que serán reparadas antes de que esta singular pieza sea de
nuevo expuesta al público en la sección de barcas solares
del nuevo museo. Allí compartirá espacio con su compañera,
la segunda barca del faraón, cuyos trabajos de extracción
han terminado recientemente y espera pacientemente su montaje
final.

El Museo de la Barca Solar, junto a la Gran
Pirámide de Keops.
La embarcación recibió el nombre de Barca Solar
de Keops porque este tipo de vehículos funerarios se hacía
a imitación del mitológico bote usado por Ra, el dios egipcio
del sol, para surcar el cielo hacia el ocaso, iluminando el
mundo a su paso. Para los arqueólogos, sin embargo, no está
claro si la barca de Keops fue construida para que el faraón
la utilizara en su nueva vida una vez muerto o para transportar
su ajuar funerario a la Gran Pirámide. Para exhibir la nave,
de 42 metros de largo y de 5,6 metros de altura en su punto
más elevado en el medio, fue construido un museo ad hoc en
el mismo sitio del hallazgo. Pero el Gobierno egipcio decidió
finalmente despertarla de su plácido descanso de casi medio
siglo y trasladarla a su nuevo y megalómano proyecto turístico:
el Gran Museo Egipcio (GEM, en sus siglas en inglés).

Viaje nocturno de la barca de Keops hasta su
nueva ubicación.
Tal como explicó durante una conferencia este
martes el asistente del Ministerio de Turismo y Antigüedades
para Asuntos de Antigüedades del GEM, Al Tayeb Abbas, “el
museo de las pirámides era oportuno en su momento”, pero había
varios aspectos que, pese a las opiniones de muchos expertos,
apuntaban a la pertinencia de su cambio de ubicación. Uno
de ellos, según Abbas, es que la luz que entraba en el antiguo
museo “tenía un efecto negativo” sobre la pieza arqueológica
y podía deteriorar la que Egipto considera “la reliquia orgánica
de madera más grande y antigua de la historia de la Humanidad”.
Asimismo, añadió Abbas, aquel edificio, que además contrasta
visualmente con el paisaje de arena y piedra de la magnífica
explanada de las pirámides de Guiza, presentaba algunos problemas
de accesibilidad, "para las personas con discapacidad, por
ejemplo". El cambio de museo fue, por lo tanto, un gran desafío
que requirió de un enorme despliegue tecnológico para que
la nave funeraria de Keops recorriera los escasos kilómetros
que separan las pirámides del GEM. El supervisor general del
proyecto del GEM, el mayor general Atef Moftah, indicó durante
la conferencia que, a la hora de decidir cómo llevar a cabo
el traslado, se plantearon varias posibilidades, desde volver
a desmontar completamente la embarcación hasta transportarla
en globo.

Los tesoros inéditos de Tutankamón y otros
100.000 objetos.
Uno de los dilemas fue si eliminar parte del
museo donde estaba para sacarla, aunque al final decidieron
conservarlo en lo que el propio Moftah considera "una misión
suicida que podría haber terminado mal porque el edificio
era inestable" Para su transporte, desmontaron algunas partes
del barco, como los doce remos, la proa, la popa y la cabina
del capitán, en un proceso que duró mes y medio, y preservaron
el cuerpo principal en lo que el militar definió como una
"jaula", aunque tiene más bien la forma de un contenedor.
Utilizando una tecnología con control remoto pusieron esta
"jaula", de 70 toneladas de peso, en unos rieles que la llevaron
hasta el GEM en un recorrido de nueve kilómetros en el que
hubo que construir expresamente algunos puentes metálicos
provisionales y una rampa de 400 metros. En total, todo el
proceso duró 48 horas. Ahora la barca solar de Keops espera
en su "jaula" a ser asentada y montada nuevamente para su
exhibición como una de las piezas estrella del nuevo GEM,
cuya apertura se espera para finales de este año. Pero la
embarcación contará con una compañera de excepción en el que
será el museo de arqueología más grande del mundo, con una
superficie de 480.000 metros cuadrados y con la exposición
de más de 100.000 piezas. Al Tayeb Abbas adelantó que, junto
a ella, se exhibirá una segunda nave perteneciente a Keops
que fue encontrada en otro hoyo bajo la arena al lado de la
primera.
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Posiblemente, fue hijo del faraón Seneferu y
de la reina Hetepheres I. Se casó con Meritites I y Henutsen,
ambas enterradas en pequeñas pirámides, junto a la Gran Pirámide
de Guiza. Parece que el hijo mayor de Keops, Kauab, no vivió
para sucederle, y tras la muerte del faraón la familia se
dividió en tres linajes, del tercero de los cuales surgió
Jafra (Kefrén en griego). Le sucedieron cuatro de sus hijos:
Dyedefra, Jafra (Kefrén), Dyedefhor y Baefra, que reinaron
uno tras otro a la muerte de su padre. Parece constatarse
que durante el reinado de Jufu la monarquía alcanzó su mayor
poder, como puede apreciarse por las disposiciones adoptadas
durante su reinado, tendentes hacia la concentración total
del poder en torno al faraón. Entre dichas disposiciones destacó
el reforzamiento del cargo de chaty, nombrado personalmente
por el propio faraón, asegurándose así el control casi absoluto
sobre todos los estamentos del primer gran estado absolutista
y centralizado conocido.

Como sus antecesores y sucesores, Keops recibió
culto en su templo funerario durante siglos hasta que la mayoría
fueron abandonados durante la crisis del Primer periodo intermedio.
El culto a varios de ellos, incluyendo Keops, resurgió en
el Imperio Medio. En el Imperio Nuevo estos cultos locales
y la misma necrópolis de Guiza se reactivaron. El rey Amenhotep
II levantó un templo conmemorativo de sus antepasados y una
estela cerca de la Gran Esfinge. Su hijo y sucesor, Tutmosis
IV, liberó la figura de la arena que la semienterraba, volvió
a repintarla y colocó entre sus patas delanteras la Estela
del Sueño. A finales de la XVIII dinastía se erigió un templo
de Isis en la pirámide satélite G-Ic (la de la reina Henutsen)
en la necrópolis de Khufu. Durante la XXI dinastía el templo
fue ampliado, realizándose más ampliaciones en la XXVI dinastía.
Allí oficiaban "sacerdotes de Isis" y "sacerdotes de Khufu".
En la Baja Época se vendieron allí gran cantidad de escarabeos
con el nombre de Keops a los visitantes. Sin embargo, los
egiptólogos modernos creen que para entonces Khufu ya no era
adorado personalmente como antepasado real, sino que era visto
como una figura simbólica de la historia del templo de Isis,
que daba buena suerte a través de sus amuletos.
El Gran Museo Egipcio (GEM por sus siglas en
inglés), también conocido como el Museo de Guiza, estará íntegramente
dotado de colecciones del Antiguo Egipto. Descrito como el
museo arqueológico más grande en el mundo dedicado a una sola
civilización, está actualmente en construcción y se prevé
su inauguración para 2021. El museo ocupa un terreno de unas
50 hectáreas, situado dos kilómetros al oeste de la necrópolis
de Guiza.

El Gran Museo Egipcio, en construcción,
Noviembre de 2019.

Desde que un grupo de arqueólogos del proyecto
Scan Pyramids afirmaran que existe una sala oculta en la Gran
Pirámide (una cámara en la que podrían estar los desaparecidos
restos del faraón Keops), los misterios de esta gigantesca
construcción edificada en Guiza vuelven a estar de moda. Sin
embargo, lo que tiende a olvidarse es que -además de los enigmas
que ya atesora de por sí esta tumba- existen otros tantos
atribuidos al monarca que la mandó edificar. Y es que, de
él se dice que fue un soberano cruel y que estaba tan obsesionado
con terminar su mausoleo, que llegó a prostituir a su hija
para poder pagar los gastos. Una teoría que no comparte Aroa
Velasco, historiadora especializada en el Antiguo Egipto y
autora de la página Web « Papiros perdidos»: «Existen mucha
leyenda negra en relación a Keops».
Poco se sabe realmente sobre Keops más allá
de lo que escribió el historiador griego Heródoto (quien visitó
Egipto en el siglo I a.C. para tratar de recopilar sus vivencias).
Su desconocido paso por este mundo ayudó a generar ese halo
de ocultismo que, desde hace miles primaveras (cuando el primer
faraón Narmer tomó el poder en el 3050 a.C.), sobrevuela la
historia del Antiguo Egipto. Los datos que han logrado atravesar
las perdidas arenas del desierto y llegar hasta nuestros días
nos dicen que fue alumbrado a lo largo de los años finales
del 2.400 a.C. con el nombre de Jhufu o Jnum-Jufu. Un término
este último que, para algunos investigadores como el popular
José Ignacio Velasco Montes, vendría a significar «Jnum [el
dios creador] me protege».

Keops fue el término griego con el que le denominó
Heródoto después de haber investigado en primera persona la
vida del que, a la postre, sería el segundo faraón de la Cuarta
Dinastía. «Keops fue, probablemente, hijo de Snefru y Heteheres»,
explica Aroa. Su ascendencia a nivel paterno no podía ser
mejor, pues su progenitor era amado por el pueblo (que lo
consideraba un buen y un bondadoso gobernante) y había dirigido
además varias expediciones militares exitosas contra los nubios
y contra los libios. Por el contrario, su madre no era una
mujer de alta cuna. Más allá de la nobleza de sus padres (algo,
con todo, básico para poder liderar al pueblo) Keops creció
en un Egipto a caballo entre la III y la IV dinastía de Faraones.
Un tiempo en el que la nobleza del Nilo comenzaba a cobrar
importancia y se empezaba a hacer un hueco en las altas esferas
de la región. «Alrededor del rey se mantenía una élite que,
bien preparada, influía sobre la monarquía, pues deseaba asegurarse
una vida, cómoda y agradable, sin necesidades en el presente
y también en el ”Más Allá”. El rey era el eje del sistema
y ejercía un poder “absoluto” sobre el país y las personas,
las cosechas, etcétera», explica José Ignacio Velasco Montes
en su obra. Keops también vivió una época en la que el culto
funerario había cobrado una importancia desmesurada para el
desarrollo egipcio. Y es que, la obsesión de los líderes de
la región de ser inhumados en mastabas primero, y pirámides
después, provocó que se creara toda una economía alrededor
de los enterramientos. «No eran solo ya el ajuar funerario,
los sarcófagos, el lino para embalsamar, las joyas, los barcos
para trasladar piedras, y un largo etcétera. Todo ello precisaba
de una mano de obra especializada que, empujada por la demanda
de objetos, se creaba y se multiplicaba», completa el experto.

José Antonio Velasco Montes, nacido en Badajoz
(España) en 1938, reside en Marbella (Málaga, España) y es
Médico Cirujano General y Traumatólogo, jubilado. También
es escritor de Novelas Históricas sobre Egipto.
A la sombra de esta nueva mentalidad funeraria
se crió Keops, quien vio con sus propios ojos como su propio
padre construía varias pirámides (algunas de las cuales se
vinieron abajo) hasta hallar una que estuviera a la altura
de su grandiosidad. Al final, Snefru tuvo que hacer uso de
su tumba cuando Jhufu contaba (dependiendo de los historiadores)
entre 23 y 27 años. Fue entonces cuando dejó este mundo para
partir hacia el más allá. Su relevo político lo tomó nuestro
protagonista, que inició un reinado que se extendería entre
23 años (de 2589 a 2566 a.C. o de 2551 a 2528 a.C.) y más
de 40. Este campo es otro que se debate entre el misterio
y la realidad. Uno de los datos objetivos que existe sobre
su reinado es que Keops se casó hasta cuatro veces. Entre
sus esposas destacaron –como determina Aroa Velasco - Henutsen
y Meretites I. Ambas, hermanas suyas o mediohernanas. Con
ellas llegó a tener varios hijos. Una práctica, con todo,
habitual entre los faraones, quienes la entendían como una
forma de evitar que su linaje se manchase con sangre plebeya.
«Entre sus múltiples hijos hay que reseñar a Micerinos y a
Khaefra», determina la historiadora especializada en Egipto.
En vida, además, se destacó como un gran líder
militar. Un ejemplo de ello es que envió partidas militares
fuera de los territorios de Egipto para mantener a raya a
los nubios y a los nómadas que se dedicaban a atacar (de una
forma sumamente molesta) a las caravanas de comercio egipcias.
Pero eso no significa, ni mucho menos, que fuera un santo.
Y es que, también dirigió contingente de soldados dispuestos
a extender los territorios del faraón al sur de su país. Además,
reforzó las defensas ubicadas en la frontera con Nubia (principalmente
una fortaleza iniciada por su padre) para evitar las amenazas
constantes que sufrían los comerciantes que se desplazaban
hasta la zona.

Otro de los datos verdaderos más destacados
sobre su persona es que ordenó construir una gigantesca pirámide
en Guiza(la futura « Gran Pirámide») para enterrarse cuando
falleciera. Su construcción fue una de las grandes obsesiones
del faraón, quien organizó varias expediciones militares a
los alrededores de Egipto con el objetivo de conseguir ricos
materiales con los que su complejo funerario pasase a la eternidad.
«De [estas expediciones] hay estelas [que afirman que estuvo]
en las canteras del Sinaí (buscando turquesas y otros materiales)
o en Nubia (sobre todo en busca de oro)», añade Montes. Keops
también favoreció el comercio con regiones lejanas como el
Líbano para poder construir con materiales exóticos el edificio
que debería llevarle hasta el más allá. Algo para lo que fortaleció
la ya de por sí imponente flota de buques que había construido
su padre. «Más allá de estos datos biográficos, el resto son
principalmente leyendas o mitos sobre su persona», añade Velasco.
Una vez comenzado su reinado, Keops pasó a la
historia como un rey tirano y cruel que dirigía al pueblo
con mano dura. Esta actitud contrastaba sumamente con la de
su padre. Sin embargo, la realidad es que esta visión tan
negativa del monarca ha llegado hasta nuestros días de la
mano de Heródoto de Halicarnaso. Un historiador griego que,
deseoso de recopilar la historia de los faraones, viajó hasta
Egipto dos milenios después de la muerte de Jhufu y se dedicó
a crear un perfil de nuestro protagonista en base a los testimonios
locales. Así fue como Heródoto formó opiniones como la que
afirmaba que Keops era un déspota. Algo que deja sobre papel
en sus textos: «Hasta el reinado de Rampsinito, según los
sacerdotes, estuvo el Egipto en el mejor orden y en gran prosperidad;
pero Keops, que reinó después, precipitó a los egipcios en
total miseria. Primeramente, cerró todos los templos y les
impidió ofrecer sacrificios; ordenó después que todos trabajasen
para él».
Herótodo, quien afirmó en sus textos que Keops
reinó 50 años, se atrevió incluso a señalar que nuestro protagonista
prostituyó a su propia hija para poder pagar la finalización
de su «Gran Pirámide». «A tal extremo de maldad llegó Keops
que, por carecer de dinero, puso a su propia hija en el lupanar
con orden de ganar cierta suma, no me dijeron exactamente
cuánto. Cumplió la hija la orden de su parte, y aun ella por
su cuenta quiso dejar un monumento, y pidió a cada uno de
los que la visitaban que le regalara una sola piedra; y decían
que con esas piedras se había construido la pirámide que está
en medio de las tres, delante de la pirámide grande, cada
uno de cuyos lados tiene pletro y medio». El historiador egipcio,
tal y como explica Aroa Velasco, dijo también que Keops esquilmó
absolutamente Egipto con la única obsesión de terminar su
gigantesca pirámide y dejar su impronta para la posteridad.
Todo ello, después de haberse proclamado dios. «Se identificaba
como Ra, el dios del Sol, Esto se sabe gracias a que algunos
de sus hijos se llamaron “hijos de Ra”. El inauguró esta tendencia
en una época en la que la religiosidad solar estaba en pleno
auge. Es como, si ahora, una persona se proclamase Papa».

Cómo el manejo de la economía de los antiguos
egipcios hizo posible que se construyeran las costosas pirámides.

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¿Era Keops un tirano? La visión más extendida
sobre Keops es la que afirma que era un déspota. Sin embargo,
la realidad es que esta visión fue ofrecida a Heródoto por
los sacerdotes egipcios de la época. Los herederos de aquellos
religiosos a los que el monarca arrebató el poder en el momento
en que sucedió a su padre. «La documentación más fidedigna
nos dice que Keops centralizó el poder sobre su persona de
una manera brutal y eliminó muchos de los privilegios que
tenían los sacerdotes, lo que provocó gran aversión hacia
él y generó una leyenda negra que ha llegado hasta hoy», señala
Aroa Velasco. Montes es exactamente de la misma opinión. El
autor, concretamente, señala en su obra que Keops tomó las
riendas del país con «mano dura» hacia el clero, pues sustituyó
a muchos de los sumos sacerdotes de Egipto para poner, en
su lugar, a familiares de su confianza o personas afines a
él. «Fue un rey rígido que no permitió que el gremio le utilizara,
sino que los colocó en su sitio. Posiblemente recuperara una
gran parte del poder que estaba en manos del clero y, sobre
todo, debió recoger gran parte de las riquezas, exageradas,
que tenían en cientos de templos a lo largo de todo el Nilo»,
determina el experto. Keops, de hecho, cargó contra los sacerdotes
no solo de forma económica, sino también a nivel religioso.
Más concretamente, afirmó que él era el máximo exponente religioso
de Egipto gracias a su divinidad. Esta forma de entender el
culto aumentó, todavía más si cabe, las tensiones existentes
entre el faraón y templos destacados como los dedicados a
las divinidades de Path y On. «Keops adopta una actitud muy
especial sobre estas influencias y resuelve las situaciones
a su modo. Para ello inicia una etapa de nepotismo familiar
y de amistades fiables», destaca Montes.

Los antiguos egipcios consideraban el río Nilo
como la fuente de la vida. Se cuentan en millones los años
que lleva regando los fértiles valles del noreste de África
aunque sigue abierto el debate sobre cuántos exactamente.
Se ha sugerido que el Nilo, en su actual recorrido, tiene
unos 6 millones de años. Sin embargo otros expertos sostienen
que podría haberse formado mucho antes.

¿Llevó Keops a Egipto a una crisis económica
brutal? Según Aroa Velasco, nada más lejos de la realidad:
«Es una leyenda que escribió Heródoto y que, posteriormente,
han ido replicando los historiadores. La documentación fidedigna
nos dice que no esquilmó Egipto. De hecho, sus sucesores pudieron
construir dos pirámides más después de su muerte. La realidad
es que Keops fue un muy buen administrador que concentró mucho
el poder en su persona». Al final, se podría decir que este
faraón hizo algo que, posteriormente, se generalizaría: dedicar
todos sus esfuerzos y los del pueblo egipcio a edificar un
monumento funerario que pasaría a la historia. Algo que ya
había hecho su padre.
¿Prostituyó a su hija para pagar la Gran Pirámide?
Es imposible corroborar esta leyenda, aunque es cierto que
la pequeña pirámide que se halla cerca de la de Keops (la
que presuntamente se habría construido con cada una de las
piedras que los clientes del prostíbulo habrían ofrecido a
la hija del faraón) parece pertenecer a una hermanastra de
Jufu. Velasco entiende que todo es una invención de los sacerdotes
en un nuevo intento de volver negro el recuerdo de Keops.
¿Se identificaba Keops con un dios? El último
mito sobre Keops es el que afirma –como ya hemos explicado-
que instauró un culto propio. Son varios los autores que corroboran
este hecho. Sin embargo, otros tantos no están de acuerdo.
La primera opción es la más aceptada. De hecho, algunos expertos
como el profesor especialista en egiptología Robert M. Schoch
determinan que se llegó a considerar el nombre de este faraón
como sinónimo de santidad y buena suerte. Incluso se llegó
a escribir en las tumbas de los fallecidos como «símbolo de
santidad y protección». Sin embargo, también señala que esta
religión centrada en el monarca cayó en desuso «durante el
Imperio Medio y Nuevo».

Además de por todos sus misterios anteriores,
si por algo destacó Keops fue por ordenar edificar la Gran
Pirámide. Una tumba de gigantescas proporciones (una de las
antiguas 7 maravillas del mundo) levantada en la meseta de
Guiza. Este mausoleo, sin embargo, guarda a día de hoy multitud
de enigmas. Muchos de ellos, avivados de forma absurda por
los seguidores de lo oculto. El primero de ellos viene heredado,
una vez más, desde los tiempos de Heródoto. Y es que, cuando
este historiador visitó Egipto, fue informado por los sacerdotes
de que el faraón había tardado solo 20 años en finalizarla.

En la actualidad, cuenta con 201 hileras de
piedras. En principio tenía 209, el equivalente a un edificio
de 40 pisos. Su base ocupa 465 metros cuadrados. Tuvo un revestimiento
de piedra caliza blanca de 2,5 metros cuadrados. Este hacía
que, al contacto con el sol, brillara de forma destacada.
En el momento de su construcción medía 146 metros de alto,
aunque ahora esta cifra ha descendido hasta los 138.
«Los unos tenían orden de arrastrar piedras
desde las canteras del monte Arábigo hasta el Nilo; después
de transportadas las piedras por el río en barcas, mandó [Keops]
a los otros recibirlas y transportarlas hasta el monte que
llaman Líbico. Trabajaban por bandas de cien mil hombres,
cada una tres meses. […] Para construir la pirámide, se emplearon
veinte años […] En la pirámide está anotado con letras egipcias
cuánto se gastó en rábanos, en cebollas y en ajos para los
obreros; y si bien me acuerdo, al leerme el intérprete la
inscripción, me dijo que la cuenta ascendía a mil setecientos
talentos de plata», determina Heródoto.
Según algunos estudios, es imposible que únicamente
se tardaran 20 años en construir la pirámide de Keops, así
como los edificios colindantes y el camino de piedra que da
acceso a la misma. Y es que, de ser cierto las jornada habrían
sido maratonianas y tendrían que haber trabajado cientos de
miles de hombres (algo imposible, según se dice para la época
por la falta de mano de obra) Por ello, se ha barajado la
posibilidad de que los egipcios no construyeran esta tumba,
sino que se la hubieran encontrado y, posteriormente, hubiera
sido reutilizada por el faraón.
Sin embargo, en 2018 se desveló al mundo en
el museo de El Cairo un papiro que, por primera vez en la
historia, destrozó este mito. ¿La razón? Que en él, un inspector
de obras llamado Mener detallaba pormenorizadamente la forma
en la que se construyó la Gran Pirámide durante el mandato
de Keops. Así lo afirmaron, al menos, los arqueólogos Pierra
Tallet y Gregory Marouard. Las anotaciones fueron realizadas
en el año 27 del reinado de Keops. «Los faraones comenzaban
a contar los años desde el momento en que empezaban a reinar»,
explica Aroa Velasco. Además, la experta nos ofrece su opinión
en relación a esta disputa: «Tardaron poco tiempo en construirla
porque eran antiguos, pero no tontos. Tenían conocimientos
muy avanzados en geometría, astronomía y matemáticas».

Además del misterio de la construcción de la
Gran Pirámide, Keops dejó un enigma más después de morir.
Y es que, cuando los arqueólogos entraron en la tumba, no
hallaron la momia del faraón en ninguna de las tres cámaras
de la edificación (la del rey, la de la reina o la subterránea).
Como explicación se han barajado varias teorías. Entre ellas,
la que afirma que existe una cuarta sala en la que se encuentran
los restos del gobernante acompañados de un gigantesco tesoro.
Algo que apoya Zahi Hawass, ex ministro de Antigüedades de
Egipto. Con todo, la idea más extendida es que los cazadores
de tesoros lograron acceder a la Cámara del Rey desde la parte
superior de la pirámide y, tras descolgarse, expoliar la sala.
A su vez, algunos arqueólogos mantienen que la momia de Keops
fue sustraída por estos ladrones. «Heródoto, durante su viaje,
ya afirmó que la momia no estaba dentro de la pirámide. Él
explicó que se había ordenado la construcción de una meseta
subterránea para enterrar al faraón. A partir de ese punto,
las teorías son muchas Y todas se basan en que hay un gran
sarcófago vacío en la cámara del rey que fue puesto durante
la construcción de la pirámide, pues es más ancho que los
corredores. La idea más extendida es que la pirámide fue abierta
por los musulmanes en los siglos X y XI, aunque otros dicen
que fue saqueada incluso antes. Personalmente soy partidaria
de esta última. En el Valle de los Reyes, de las dinastías
XVIII a XX, las tumbas se saqueaban nada más enterrar al faraón.
¿Por qué en estas no se iba a hacer algo parecido?», añade
Velasco.
Teorías que explican cómo fueron construidas
las pirámides hay de todo tipo. No se sabe muy bien como se
llevaron a cabo porque no ha quedado ningún texto o relieve
que nos lo explique. El surgimiento de varias hipótesis se
debe a que los investigadores no se creen que los egipcios,
en una sociedad tan antigua, pudieran llevar a cabo este tipo
de edificaciones cuando no disponían ni siquiera de la rueda.
La mas habitual es la de las rampas incrementadas. Esta afirma
que alrededor de la construcción iban añadiendo rampas de
tierra para subir los bloques. Una varias. Otra señala que
se realizaron con una serie de gradas de madera sobre las
que se subían los bloques. También destaca la que habla de
que usaban trineos de madera mediante los que desplazaban
las piedras. Estas teorías se pueden aplicar a todas las pirámides.
Pero la de Keops es un caso todavía más misterioso debido
a que es la más grande que existe y apenas hay información
sobre ella.
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