Este lunes ha comenzado el juicio contra Valérie
Bacot, una mujer francesa acusada de matar a su padrastro
convertido en marido abusador. Bacot ha admitido haberle matado
de un disparo y cree que debe ser castigada por ello. El juicio
durará una semana y se espera que la acusada cuente en su
defensa en la vista de Chalon-sur-Saône (Borgoña) cómo Daniel
'Dany' Polette hizo de su vida un infierno desde el día en
que la violó cuando tenía 12 años hasta el día en que murió
24 años después mientras la prostituía.
Bacot, que tuvo cuatro hijos con su presunto
abusador, ha relatado en la primera jornada del juicio que
no había querido matarle, sino protegerse de él. La acusada
alega también que cuando los niños acudieron a la gendarmería
en dos ocasiones para denunciar los abusos, les dijeron que
se fuesen y que le dijeran a su aterrorizada madre que viniera
ella misma. La mujer alega que no tenía dónde ir, ni a quién
recurrir, ni dinero, y que estaba tan sometida al control
de Polette que no tenía ni idea de cómo escapar de su terror
diario de amenazas y violencia. El juicio volverá a arrojar
luz sobre la violencia machista en Francia y se produce después
de una semana en la que tres mujeres han sido asesinadas por
sus exparejas en un país que tiene una de las tasas europeas
más altas de feminicidio –clasificado aquí como el asesinato
de una mujer a manos de su pareja actual o anterior–. En lo
que va de año, al menos 55 mujeres han sido asesinadas por
su actual o expareja en Francia. En mayo, Fayard, una de las
editoriales más conocidas de Francia, publicó la historia
de Bacot: 'Tout le monde savait' (Todo el mundo lo sabía).
El libro es una lectura difícil: 198 páginas en las que se
detalla la implacable miseria que comenzó cuando Bacot, cuya
madre alcohólica y padre en gran medida ausente se divorciaron.
Tenía 12 años y su padrastro Polette la obligó a mantener
relaciones sexuales.

En ese momento ella dice que no tenía ni idea
de lo que estaba haciendo y que sólo se dio cuenta después
de una lección de biología en la escuela. Polette fue encarcelado
por incesto en 1995, pero se le permitió volver a la casa
familiar después de tres años y siguió violando a Bacot. "A
nadie le pareció extraño que Daniel volviera a vivir con nosotros
como si no hubiera pasado nada", escribe. "Todo el mundo lo
sabía, pero nadie dijo nada". Pronto volvió a violarla. Un
día escuchó a su madre decir: "Me importa un bledo mientras
no se quede embarazada". A los 17 años se quedó embarazada
y Polette la instaló en un piso como su esposa. Le siguieron
tres hijos más, junto con palizas casi diarias. Bacot escribe
que ella y los niños vivían con el temor de provocar la ira
de Polette. Le rompió la nariz, la golpeó en la cabeza con
un martillo, le organizó encuentros lésbicos que grabó y le
convirtió prácticamente en su prisionera. No le permitía hablar
con nadie cuando salía de compras y hacía que sus amigos y
familiares la espiaran, cuenta. Entonces Polette decidió retirarse
y prostituir a Bacot. Recuerda que su hijo menor encontró
una tarjeta que Polette había hecho y preguntó qué significaba
"chica de compañía". Polette prostituyó a su mujer en la parte
trasera de su Peugeot 806, al que puso un colchón, mientras
la espiaba con los clientes y le daba instrucciones a través
de un auricular.
Llevaba una pistola, decía, por si algún cliente
se ponía agresivo. Si Bacot no hacía lo que él exigía, la
golpeaba, según relató a los investigadores. El 13 de marzo
de 2016, tras ser violada por un cliente, cogió la pistola
que su marido escondía entre los asientos del coche y le disparó.
"Se trata de una mujer destruida y devastada, no sólo por
la falta de amor materno, las violaciones, los golpes, la
denigración, la prostitución, sino también y sobre todo, por
la indiferencia y la omertá de la sociedad", escriben las
abogadas de Bacot, Janine Bonaggiunta y Nathalie Tomasini,
en el prefacio del libro. "Desde su más tierna edad fue sometida
a cosas terribles sin que nadie, ni siquiera sus allegados,
pestañeara. Ignoraban su angustia y su calvario, que se podía
leer en su rostro. La historia de su vida es realmente angustiosa".
El caso recuerda al de Jacqueline Sauvage, que se convirtió
en una causa célebre para los activistas contra la violencia
hacia las mujeres y las niñas. Sauvage estuvo casada durante
47 años con un alcohólico violento que, según ella, la violaba
y golpeaba tanto a ella como a sus tres hijas y abusaba de
su hijo. En septiembre de 2012, el día después de que su hijo
se ahorcara, Sauvage disparó a su marido. Tomasini representó
a Sauvage y apeló a que el tribunal "ampliara los límites
de la legítima defensa aplicada a situaciones de violencia
conyugal", pero fue declarada culpable de asesinato y condenada
a 10 años de prisión.

El juicio en Francia a una mujer que mató a
su padrastro tras 24 años de abusos.
En 2016, tras tres años de cárcel, fue indultada
por el entonces presidente, François Hollande, y puesta en
libertad. El fiscal argumenta que el acto de Bacot fue premeditado.
En el libro Bacot dice que temía que Polette estuviera planeando
abusar de su hija adolescente y que se había dicho a sí misma:
"Esto tiene que acabar. Esto tiene que acabar". Bonaggiunta,
abogada de la defensa, argumentaque Bacot disparó a su marido
porque "era una cuestión de supervivencia". "Se podría argumentar
que fue premeditado, pero se trataba de una mujer que había
sido tiranizada toda su vida, él lo controlaba todo y ésta
era la única forma en que podía salir de esta situación",
dijo Bonaggiunta a The Guardian antes del comienzo del juicio.
"Los textos legales son claros: ella lo mató. A diferencia
de Canadá, aquí no hay ningún texto legal que proteja a las
mujeres como esta que han sido maltratadas durante años y
que eso se tenga en cuenta", afirmó. Está claro que había
sido golpeada repetidamente y que su cerebro no funcionaba
bien en ese momento. Ciertamente estaba en un estado alterado.
Hasta cierto punto, se podría argumentar que no tuvo elección".
En su libro, Bacot dice que a menudo le preguntan
por qué no dejó a su marido. "Creo que si no has vivido este
tipo de vida es difícil de entender. Cuando tu vida diaria
es una serie de golpes, amenazas, insultos y humillaciones
acabas siendo incapaz de pensar... tu pareja te ha lavado
el cerebro y crees que todo lo que dice es cierto. Piensas
que el problema lo tienes tú y no él y que te mereces todo
lo que te pase", explica. Bonaggiunta, especializada en casos
de violencia machista, asegura que existe una "apatía" en
la sociedad sobre la ayuda a las mujeres y sus hijos para
escapar de sus maltratadores. "Cuando escuché esta historia,
lo primero que pensé fue que esto empezó con una niña que
no recibió ayuda y que fue víctima de una violencia de la
que sus padres fueron cómplices", dijo. "Ella lo mató, pero
no fue una asesina. Fue la víctima". El juicio de Bacot durará
una semana.
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La prostitución es la práctica de mantener relaciones
sexuales con otras personas a cambio de dinero u otros beneficios
económicos. La prostitución es ejercida mayoritariamente por
mujeres (llamadas «prostitutas») y niñas (prostitución infantil),
mientras que los clientes son mayoritariamente hombres. También
existe, en menor medida, la prostitución masculina, donde
los clientes también son generalmente varones. Tradicionalmente
la prostitución se ha ejercido en sitios destinados a este
fin, llamados «burdeles» o «prostíbulos». Estos han sido habitualmente
casas regentadas por un proxeneta, en las que hay prostitutas
y habitaciones privadas para practicar la prostitución. También
se practica en aceras de calles urbanas y laterales de carreteras
industriales, así como en bares y discotecas, hoteles y a
domicilio. La figura de la prostituta está frecuentemente
ligada a la del proxeneta, persona que induce a la prostitución
obteniendo un beneficio económico de ello ("rufián", en el
español de tiempos de Cervantes). Los proxenetas obtienen
una parte de los beneficios de las prostitutas. Esta relación
se puede dar de mutuo acuerdo a cambio de un servicio de mediación
o protección, o bien se puede dar mediante extorsión, violencia
física o secuestro.
La prostitución forzada se engloba dentro del
comercio ilegal de personas conocido como trata de personas.
La situación legal de la prostitución varía ampliamente en
cada país. En la mayoría de los países se considera completamente
legal. En otros la prostitución no es ilegal pero sí el proxenetismo.
Algunos países nórdicos (Suecia, Noruega e Islandia) han adoptado
un modelo donde el cliente comete un crimen, pero no la prostituta.
También hay algunos países como Países Bajos o Alemania donde
la prostitución es una profesión regulada.

Prostitutas de Yokohama durante la Era Meiji.
Fotografía de Kusakabe Kimbei.
Una de las formas más antiguas de prostitución
de la que existen registros históricos es la prostitución
sagrada, practicada inicialmente en Sumeria. Ya desde el siglo
XVIII a. C., en la antigua Mesopotamia se reconocía la necesidad
de proteger los derechos de propiedad de las prostitutas.
En el Código de Hammurabi se hallan apartados que regulan
los derechos particulares de las hieródulas. Por su parte,
los antiguos historiadores Heródoto y Tucídides documentan
la existencia en Babilonia de la obligación para todas las
mujeres, al menos una vez en su vida, de acudir al Templo
de Ishtar para practicar sexo con un extranjero como muestra
de hospitalidad, a cambio de un pago simbólico. También en
la Edad Antigua, la prostitución estaba bien presente en Cerdeña
y Sicilia, así como en varias culturas fenicias, en las que
se practicaba como rito religioso en honor de Astarté. Sin
embargo, el alcance y la naturaleza de este fenómeno está
en disputa entre los historiadores.
La prostitución fue, desde la Época Arcaica,
una actividad común en la vida cotidiana de las ciudades griegas
más importantes. Particularmente en las zonas portuarias,
daba trabajo, de forma legal, a un número significativo de
personas, constituyendo una actividad económica de primer
nivel. Ejercida tanto por hombres jóvenes como por mujeres
de todas las edades, la clientela era mayoritariamente masculina.
Las prostitutas griegas pertenecían a distintas categorías,
dependiendo de diversos factores relacionados con su trabajo:
las pornai, las prostitutas independientes y las heteras;
además, existía una categoría específica de los templos sagrados,
la de las prostitutas sagradas, que se abastecía, habitualmente,
de heteras. Las pórnai eran, normalmente, esclavas propiedad
de un proxeneta. Este propietario podía ser un ciudadano (también
un o una meteco), para el que ese negocio constituía una fuente
de ingresos como cualquier otra y por el que tenía que pagar
un impuesto proporcional a los beneficios que le generaba.
En la época clásica, las pórnai son esclavas de origen bárbaro;
a partir del período helenístico, se incorporan al gremio
muchas jóvenes esclavas, que solo dejarían de serlo cuando
fuesen adoptadas por su amo.
Su trabajo se desarrollaba en los prostíbulos,
generalmente en los barrios conocidos por esta actividad,
tales como El Pireo (puerto de Atenas) o el Cerámico de Atenas.
Son frecuentadas por los marinos y los ciudadanos pobres.
Las prostitutas independientes trabajaban directamente en
la calle. Estas prostitutas son de orígenes diversos: mujeres
metecas que no encuentran otro empleo en la ciudad de llegada,
viudas pobres o antiguas pornai que han logrado independizarse.
En Atenas, debían estar registradas y pagar un impuesto. Se
puede, también, incluir en esta categoría a las músicos y
bailarinas que ofician en los banquetes masculinos. Aristóteles,
en la Constitución de los atenienses, menciona entre las atribuciones
específicas de diez magistrados (cinco intra muros y cinco
para el Pireo), el astynómoi, o cargo de velar porque «las
instrumentistas de flauta, de lira y de cítara no sean alquiladas
por más de dos dracmas por noche»; queda así claro que los
servicios sexuales eran claramente parte del alquiler cuyo
precio, a pesar del control practicado por los astynomes,
tiende a ser más elevado cuanto más corre el tiempo. Las heteras
constituyen la categoría más alta entre las prostitutas. A
diferencia de las otras, no ofrecen solamente servicios sexuales
y sus prestaciones no son puntuales. Comparables en cierta
medida a las geishas japonesas, poseen una educación esmerada
y son capaces de tomar parte en las conversaciones entre gentes
cultivadas. Únicas entre todas las mujeres de Grecia, espartiatas
aparte, son independientes y pueden administrar sus bienes.
La ofrenda a las divinidades en forma de mujeres-prostitutas
no alcanzó en Grecia una amplitud comparable a la que existió
en el Próximo Oriente antiguo; no obstante, se conocen varios
casos. Por un lado, dentro del propio mundo griego, hubo prostitución
sagrada en Sicilia, en Chipre, en el reino del Ponto o en
Capadocia; por otro, la hubo también en Corinto, cuyo templo
de Afrodita alojaba una importante tropa servil, al menos
después de la época clásica. Así, en 464 a. C., un tal Jenofonte,
ciudadano de Corinto y vencedor de la carrera a pie y del
pentatlón en los Juegos Olímpicos, dedicó a Afrodita, en signo
de agradecimiento, cien jóvenes mujeres al templo de la diosa.

El Pireo en la actualidad. La zona portuaria
es tradicionalmente y a lo largo de las civilizaciones, lugar
para la prostitución.
La prostitución en la antigua Roma era símbolo
de vergüenza. La falta de reputación era reflejada en la ley,
la cual, en la República Tardía y principios del Principado,
la clasifica a sus practicantes como «infames» —traducido
como «falta de reputación»—. Los fragmentos de fuentes legales
sobre la prostitución son primariamente encontrados en el
Cuerpo de Derecho Civil que fue compilado en los primeros
años del siglo VI. La prostituta era un personaje sugestivo
en la literatura de la antigua Roma. Era muchas veces invocada
como recurso literario, una metáfora para lo corrompido. Eran
notadas por su vestimenta, vestidos de colores chillones hechos
de lino transparente. También se distinguían por usar una
toga, que eran ropas usadas típicamente por hombres romanos.
Por ende, se ha dicho que la prostituta no era ética para
el hombre. Para muchos escritores romanos, la prostitución
representaba la más degradante forma imaginable de existencia
para una mujer, representando lo más profundo de la impureza.
Las asociaban con la suciedad, lo que realzaba aún más su
bajo rango. Los proxenetas en la antigua Roma también eran
sujetos de «infamia». El proxenetismo era el acto de obtener
ganancia por las acciones de la prostituta. Esto era mediante
el manejo de las mismas, buscando clientes o siendo dueños
de un burdel. Estos tipos de asociaciones con la prostitución
eran mirados con desdén y estigmatizados por la sociedad romana.
Esto era reflejado claramente en la ley romana: «La ocupación
de un proxeneta no es menos degradante que la práctica de
la prostitución y el crimen por ello es incluido en las Leges
Juliae, como una pena reservada contra el marido que tenga
ganancias monetarias por el adulterio de su esposa».
Durante la Baja Edad Media la prostitución fue
objeto de críticas morales y una reglamentación más o menos
permisiva. La prostitución podía estar confinada en determinados
barrios y estar restringida en determinadas fechas, como la
Semana Santa. La erradicación de la prostitución no se concebía
posible, dado lo inevitable del pecado, y su papel de mal
menor que evitaba que el deseo irrefrenable de los varones
fuera en contra del honor de las doncellas y las mujeres respetables
y se consideraba que evitaba la homosexualidad. Algunos burdeles
eran regentados por los propios municipios, y desde mediados
del siglo XIV, estos concejos o asambleas de vecinos regulaban
la prostitución arrendando los establecimientos a los padres
de la mancebía que controlaban rigurosamente a las prostitutas,
que debían ser solteras, con buena salud y someterse regularmente
a inspecciones sanitarias y de higiene corporal. Entre los
padres de la mancebía se encontraban caballeros de alto rango
que participaban en un negocio muy lucrativo.

Mientras tanto, en la América precolombina,
las prostitutas del pueblo azteca se clasificaban entre aquellas
que se prostituían como parte de un intercambio económico,
y las que cumplían una función ritual como acompañantes de
los guerreros, con quienes tenían la posibilidad de casarse.
Hacia finales del siglo XV se endureció la visión
negativa de la prostitución. Un brote de sífilis en Nápoles
durante 1494, que más tarde se extendería por Europa, podría
haber tenido origen en el intercambio colombino. La prevalencia
de otras enfermedades de transmisión sexual a principios del
siglo XVI emergió la asociación entre prostitutas, plagas
y contagio, causando la prohibición de la prostitución y los
burdeles por parte de las autoridades seculares. El derecho
canónico definía una prostituta como "una mujer promiscua,
independientemente de elementos económicos." La prostituta
era considerada una “puta … disponible para la lujuria de
muchos hombres,” y se asociaba estrechamente con la promiscuidad.
Además, a una dama que vivía o servía en la
Corte, cortesana también era en Occidente el nombre para las
prostitutas de lujo, cuyos caros servicios solo podían permitirse
hombres poderosos o adinerados. Al principio aludía a las
amantes que algunos reyes mantenían en palacio, y, por extensión,
desde el siglo XVIII se convirtió en sinónimo de prostituta
de lujo. Célebres cortesanas fueron las emperatrices Mesalina
y Teodora, Madame du Barry, amante del rey Luis XV en el siglo
XVIII, Marie Duplessis y Lola Montez en el siglo XIX y Liane
de Pougy, La Bella Otero y Mata Hari durante la Belle Epoque.
Valeria Mesalina fue la tercera esposa del emperador
Claudio. Fue célebre por su belleza y las constantes
infidelidades a su esposo, el emperador, con miembros
de la nobleza romana, así como con soldados, actores,
gladiadores y otros.

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En el siglo XIX se desató una polémica pública
tras la aprobación en Francia y más tarde en Reino Unido de
leyes de enfermedades contagiosas. Esta legislación obligaba
a las mujeres sospechosas de ser prostitutas a someterse a
exámenes pélvicos, tanto en Francia y Reino Unido como en
sus colonias. Muchas feministas lucharon por derogar estas
leyes, bien porque la prostitución debería ser ilegal y, por
lo tanto, no regulada gubernamentalmente, o bien porque forzaba
a las mujeres a someterse a exámenes médicos degradantes.
La situación era similar en el Imperio Ruso. El Reino Unido
adoptó una política de segregación social en el Raj británico
(actual India), pero mantuvieron los burdeles llenos de mujeres
indias. A finales del siglo XIX y principios del XX, existía
una red que prostituía a mujeres chinas y japonesas en países
como China, Japón, Corea, Singapur y el Raj británico. También
existía una red que prostituía a mujeres europeas en India,
Sri Lanka, Singapur, China y Japón durante el mismo periodo.
El destino más común para las prostitutas europeas en Asia
eran las colonias británicas de India y Ceilán, donde cientos
de mujeres y niñas de la Europa continental y Japón servían
a los soldados británicos.
En 1921, la Liga de las Naciones firmó la Convención
Internacional para la Supresión de la Trata de Mujeres y Niños.
En esta convención, algunas naciones declararon reservas respecto
a la prostitución. Los principales teóricos del comunismo
se oponían a la prostitución. Los gobiernos comunistas a menudo
tomaron pasos para reprimir la prostitución, aunque la práctica
persistió. En los países que siguieron siendo nominalmente
comunistas tras la Guerra Fría, especialmente en China, la
prostitución siguió siendo ilegal y, sin embargo, común. Durante
la Segunda Guerra Mundial, los soldados del Imperio del Japón
participaron en prostitución forzada durante sus invasiones
en Asia Oriental y Sudeste Asiático. El término "mujeres de
consuelo" se convirtió en un eufemismo para entre 20.000 y
400.000 mujeres coreanas y japonesas que fueron forzadas a
prostituirse en burdeles del Ejército Imperial Japonés durante
la guerra.
La Convención Internacional para la supresión de la
trata de mujeres y menores es un tratado multilateral
de la Liga de Naciones adoptada en Ginebra el 30 de
septiembre de 1921 con el objetivo de "realizar en una
forma más completa la represión de la trata de mujeres
y menores señalada en el preámbulo del Convenio del
18 de mayo de 1904 y en la Convención del 4 de mayo
de 1910 bajo la denominación de "Trata de Blancas".
La Convención fue sustituida por el Convenio para la
represión de la trata de personas y de la explotación
de la prostitución ajena es una resolución de la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobada el 2 de diciembre
de 1949 que establece la prohibición del tráfico, medidas
específicas administrativas y de ejecución, y medidas
sociales destinadas a las personas víctimas del tráfico
de personas. También presenta dos cambios en la perspectiva
del problema de tráfico: considera las prostitutas como
víctimas de los proxenetas, y evita los términos «trata
de blancas» y «mujeres», adoptando por primera vez un
lenguaje neutral respecto a raza y género.
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La Declaración de Viena sobre la eliminación
de la violencia contra la mujer, aprobada por la Organización
de Naciones Unidas en 1993, reconoce la prostitución como
una forma de violencia contra las mujeres. La trata de personas
se ha vuelto un tema prioritario para la Organización Internacional
para las Migraciones (OIM), ya que las cifras conocidas dicen
que hay cientos de miles de mujeres y niñas que son víctimas
de la trata para explotación sexual a través de fronteras
internacionales. La Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer sostiene, en
su artículo 6, que los estados partes deberá tomar todas las
medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para
suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación
en la prostitución de la mujer. Considera que la trata de
mujeres y la prostitución forzada son formas de violencia
contra las mujeres. Sostiene que las causas fundamentales
de la trata con fines de explotación sexual están directamente
vinculadas al sistema social de la prostitución. Que la prostitución
y la explotación sexual generan el tráfico de personas. También
se afirma que los perpetradores gozan de una impunidad generalizada
y que las mujeres son objeto de formas extremas de violencia.
Por eso proponen desalentar la demanda sexual como forma de
prostitución para desmantelar el sistema que utiliza a las
mujeres en situación de vulnerabilidad. El Convenio para la
represión de la trata de personas y de la explotación de la
prostitución ajena de Organización de las Naciones Unidas
(ONU) establece que los estados no tienen potestad para controlar,
perseguir, someter a exámenes médicos, registrar o cobrar
impuestos a las personas que estén en situación de prostitución
y sí están obligados a perseguir a proxenetas y tratantes,
como a generar políticas públicas para quienes quieran salir
de la prostitución. También establece que se comprometen a
castigar a toda persona que, para satisfacer las pasiones
de otra, aun con el consentimiento de tal persona. A finales
del siglo XX emergió el turismo sexual como un aspecto controvertido
del turismo occidental y la globalización. El turismo sexual
es normalmente llevado a cabo por turistas internacionales
provenientes de países más ricos.

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