La familia Marcos ha pasado años renovando su
imagen, presentando el Gobierno autoritario de Marcos padre
–durante el cual saquearon miles de millones– como una época
dorada y restando importancia a las atrocidades del pasado.
Los investigadores lo han descrito como una ofensiva de desinformación
diseñada para revisar la historia, mejorar la reputación de
los Marcos y debilitar a sus oponentes. Muchos votantes no
tienen edad suficiente para recordar el Gobierno de Marcos,
que finalizó en 1986, y los académicos advierten que ese período
no se enseña a fondo en las escuelas, lo que crea una vulnerabilidad
que los Marcos y sus seguidores han aprovechado. Muchos partidarios
dicen que no creen que la familia haya saqueado los fondos
del Estado, a pesar de las numerosas sentencias judiciales
que así lo determinan.
Algunos analistas dicen que la victoria de Marcos
es la continuación de una ola populista que comenzó con el
presidente Rodrigo Duterte y, a la vez, un reflejo de la frustración
social ante la incapacidad de los gobiernos anteriores de
ofrecer reformas suficientes y tangibles tras la Revolución
del Poder del Pueblo que derrocó a Marcos padre.
Duterte no apoyó oficialmente a Marcos como
candidato presidencial, ni se ha mostrado siempre elogioso
hacia su persona. El año pasado, Duterte calificó a Marcos
Jr de “niño mimado” y “líder débil”. Y ello a pesar de que
Marcos se presentó en una candidatura conjunta con la hija
de Duterte. En otro discurso afirmó que un candidato presidencial
que tenía un padre prominente, en una referencia apenas encubierta
a Marcos, era consumidor de cocaína. Sin embargo, durante
su presidencia Duterte permitió la rehabilitación del apellido
Marcos e incluso recomendó que Marcos padre recibiera un entierro
de héroe con honores militares en 2016. “La propagación del
mito de una edad de oro durante la dictadura de Marcos jugó
a su favor mientras fue presidente”, señala Sol Iglesias,
profesora asistente de Ciencias Políticas en la Universidad
de Filipinas. Asimismo, Iglesias dice que aquella narrativa
estaba alineada con el propio liderazgo de Duterte como hombre
fuerte, “pero ahora, hacia el fin de su mandato, su principal
interés parece ser evitar la rendición de cuentas”, añade.
Las recientes burlas de Duterte a Marcos pueden deberse a
la irritación ante el hecho de que su hija se haya presentado
como candidata a la vicepresidencia y no para el cargo principal.
Quien sea presidente tendrá que decidir si coopera o no con
la Corte Penal Internacional (CPI), que ha iniciado una investigación
sobre la llamada “guerra contra las drogas” de Duterte.
"Bongbong" Marcos, el hijo del exgobernante
militar filipino Ferdinand Marcos que trae a la familia de
vuelta al poder.
¿Quién es Sara Duterte? Sara Duterte, de 43
años, atrajo por primera vez la atención del país entero una
década atrás, cuando dio cuatro puñetazos en la cabeza a un
sheriff local ante una multitud de periodistas. En aquel entonces
era alcaldesa de la ciudad de Davao, en la isla sureña de
Mindanao, donde su familia es muy poderosa. Su padre había
sido su predecesor inmediato en la alcaldía. Sara se mantuvo
en el cargo hasta principios de este año. Amante de las motocicletas,
tiene el mismo estilo duro que su padre. Sin embargo, su retórica
es menos cruda y extrema (Rodrigo Duterte ha llamado “hijo
de puta” al Papa, ha bromeado sobre las violaciones y una
vez pareció compararse con Hitler). Muchos habían anticipado
que Sara se presentaría a la presidencia. El año pasado aparecieron
carteles por todo el país con la frase “Corre, Sara, corre”
(juego de palabras con 'run', que en inglés puede significar
tanto “correr” como “postularse”). Su candidatura en tándem
junto a Marcos Jr ha reunido a dos de las familias políticas
más poderosas de Filipinas y ha unido a las bases de apoyo
de ambos clanes, tanto en el norte como en el sur del país.
Esta asociación no solo refleja la preservación mutua de las
dos familias, sino también el sistema de dinastías que domina
la política en Filipinas, dice Iglesias, quien cree que son
ciertas las informaciones que sugieren que el acuerdo fue
promovido por la expresidenta Gloria Macapagal Arroyo. “Si
ella no hubiera acordado este tándem, podrían haberse enfrentado
entre sí, y eso habría pulverizado a sus bases de votantes,
que se refuerzan mutuamente”, dice Iglesias. En ese escenario,
la victoria podría haber estado al alcance de alguien como
la vicepresidenta Leni Robredo, una candidata que había prometido
reformas, incluida una ley antidinástica.
María Gloria Macapagal y Macaraeg de Arroyo
(San Juan del Monte, en la isla de Luzón; 5 de abril de 1947)
es una política filipina. Fue la 14°. presidenta de Filipinas
desde el 20 de enero de 2001 (reelegida en 2004) hasta 30
de junio de 2010. Macapagal Arroyo es la hija del expresidente
Diosdado Macapagal (presidente de la República en 1961-1965
y fallecido en 1997) y de Evangelina Macaraeg. Llegó a ser
la presidenta en 2001 durante la segunda Revolución de EDSA
que desplazó a Joseph Estrada en medio de acusaciones de extensa
corrupción. Arroyo fue reelegida en 2004, derrotando al principal
líder de la oposición filipina, Fernando Poe Jr.
Todo queda en casa.
Si se confirman los resultados del recuento
inicial de votos, Marcos Jr gozará de un amplio mandato. Sin
embargo, su campaña fue escasa en detalles políticos, por
lo que los analistas dicen que no está claro cómo utilizará
esta ventaja. Puede que Marcos intente modificar la constitución
de 1987, dice Iglesias. Por ejemplo, puede intentar cambiar
la norma que impide a los presidentes presentarse a la reelección
al final de un mandato de seis años. Marcos heredará una complicada
situación económica, dice Sonny Africa, director ejecutivo
de la Fundación IBON. “Los datos más recientes del Banco Central
sobre el último trimestre de 2021 muestran que siete de cada
diez familias no tienen ningún tipo de ahorro, ya sea en el
banco o bajo el colchón”, dice, mientras que un gran número
de empresas pequeñas se ha hundido. Sin embargo, añade Africa,
ni Marcos ni su equipo ofrecieron una visión general sobre
cómo abordar estos problemas. Marcos sí se pronunció sobre
qué haría con la investigación del Tribunal Penal Internacional.
El hijo del dictador dijo que a los visitantes del tribunal
solo les permitiría entrar al país como turistas, lo que impediría
que los fiscales investiguen la “guerra contra las drogas”
de Duterte en el país. También se espera que busque estrechar
lazos con China, continuando así las políticas del Gobierno
de Duterte.
Duterte afirmó haber “curado” su homosexualidad
con “mujeres hermosas”. En el pasado, Rodrigo Duterte ha llegado
a afirmar que los hombres están mejor preparados para gobernar
y llegó a ofrecer “42 vírgenes” a los turistas que viajaran
a Filipinas.
La Revolución EDSA (también denominada Revolución
del Poder del Pueblo, Revolución Filipina de 1986, y Revolución
Amarilla) fueron una serie de protestas y marchas populares
de protesta en Filipinas que comenzaron en 1983 y finalizaron
en 1986. Los métodos utilizados fueron los propios de una
campaña de resistencia civil contra la violencia del régimen
y el fraude electoral. Esta revolución no-violenta condujo
a que el presidente Ferdinand Marcos dejara el gobierno y
se restaurara la democracia en el país. Se la denomina también
la Revolución Amarilla a causa de la presencia de cintas amarillas
durante las manifestaciones posteriores al asesinato de Benigno
Aquino, Jr. Fue ampliamente considerada una victoria del pueblo
contra los 20 años del régimen autoritario y represivo del
entonces presidente Ferdinand Marcos y los periódicos se refirieron
a ella como "la revolución que sorprendió al mundo". La mayoría
de las protestas se realizaron en un largo tramo de la Avenida
Epifanio de los Santos, ubicada en la zona metropolitana de
Manila y conocida popularmente por el acrónimo de EDSA, desde
el 22 al 25 de febrero de 1986. En las mismas participaron
más de dos millones de civiles filipinos y varios grupos políticos,
militares y religiosos liderados por el cardenal Jaime Sin,
arzobispo de Manila. Las protestas alimentaron la resistencia
y la oposición frente a años del gobierno corrupto de Marcos,
culminando con la partida del dictador del Palacio de Malacañán
hacia Hawái. Tras la revolución, Corazón Aquino fue proclamada
como la legítima presidenta de Filipinas.
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