La misión InSight, de la NASA, aterrizó el 26
de noviembre de 2018 en Marte. Su objetivo: estudiar el interior
profundo del planeta rojo. Poco más de un año marciano después
(un año allí equivale a 687 días terrestres), el módulo de
aterrizaje ha detectado más de 480 terremotos, los llamados
«martemotos», además de recopilar la información meteorológica
in situ más completa hasta la fecha. Pero, ¿qué nos dicen
todos estos datos? Hubo un tiempo en que la superficie de
Marte era muy parecida a la de la Tierra. Estaba caliente,
húmeda y envuelta en una espesa atmósfera. Pero hace 3.000
o 4.000 millones de años, ambos planetas tomaron rumbos muy
diferentes, y nuestro vecino se convirtió en el desierto árido
que es hoy en día. «Estudiar de qué están hechas las profundidades
de Marte, cómo se estratifica ese material y cómo de rápido
se filtra el calor podría ayudar a los científicos a comprender
mejor cómo los materiales del origen de un planeta hacen que
sea más o menos probable para albergar vida», explican desde
la NASA.
Y para eso se ideó la misión InSight, para escuchar
el interior del planeta rojo. Una tarea que, de momento, ya
ha arrojado algunas pistas de lo que puede estar ocurriendo
en las entrañas marcianas.

Sismógrafo de la misión InSight.
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El sismómetro de InSight es lo suficientemente sensible como
para detectar leves temblores desde grandes distancias. Pero
no fue hasta abril de 2019 cuando los sismólogos del Marsquake
Service, coordinado por ETH Zurich, detectaron su primer «martemoto».
Desde entonces, Marte ha compensado con creces el tiempo perdido
al temblar con frecuencia, aunque siempre de manera suave,
sin terremotos de magnitudes superiores a 3,7. Es por ello
que los investigadores están perplejos, ya que la falta de
terremotos mayores plantea un misterio, considerando la frecuencia
con la que el planeta rojo tiembla con las sacudidas más pequeñas.
«Es un poco sorprendente que no hayamos visto un evento más
grande», afirma Mark Panning, sismólogo del Laboratorio de
Propulsión a Reacción de la NASA y que lidera la misión InSight.
«Esto nos puede estar diciendo algo sobre Marte o simplemente
sea cuestión de suerte». Es decir, existen dos opciones: Marte
puede ser menos dinámico de lo pensado o quizás InSight aterrizó
en un periodo especialmente tranquilo. De momento, los sismólogos
tendrán que seguir esperando pacientemente esos terremotos
mayores para estudiar las capas profundas debajo de la corteza.
«A veces obtienes grandes destellos de información asombrosa,
pero la mayoría de las veces tratas de averiguar lo que la
naturaleza tiene que decirte», afirma Bruce Banerdt, de JPL
e investigador principal de InSight. «Es más como intentar
seguir un rastro de pistas difíciles que tener las respuestas
presentadas en un paquete bien envuelto».

MISIÓN DE INSIGHT PARA ATERRIZAR EN MARTE | Dr. Mark Panning
| Todo el espacio considerado en el Observatorio Griffith.
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Cuando InSight comenzó a detectar terremotos, llegó un punto
en que se volvieron tan regulares que se detectaban todos
los días. Sin embargo, a finales de junio de este año, las
detecciones se detuvieron: desde entonces solo se han captado
cinco temblores, todos ellos desde septiembre a ahora. Los
científicos creen que el viento de Marte es responsable de
estos períodos sísmicos en blanco: el planeta entró en la
estación más ventosa del año marciano alrededor de junio.
La misión sabía que los vientos podrían afectar al sensible
sismómetro de InSight, que está equipado con un escudo abovedado
contra el viento y el calor. Pero el viento todavía sacude
el suelo y crea un ruido que, literalmente, cubre los temblores.
Esto también podría haber contribuido a lo que parece ser
el largo silencio sísmico antes del primer terremoto de InSight,
ya que la nave espacial aterrizó mientras se estaba asentando
una tormenta de polvo regional. «Antes de aterrizar, tuvimos
que adivinar cómo afectaría el viento a las vibraciones de
la superficie», dice Banerdt. «Dado que estamos trabajando
con fenómenos que son mucho más pequeños de los que prestaríamos
atención en la Tierra, caímos en la cuenta de que tenemos
que fijarnos mucho más en el viento».
Todos los terremotos tienen dos conjuntos de ondas que viajan
a través del interior del planeta: ondas primarias (ondas
P) y ondas secundarias (ondas S). También existen otras en
la parte superior de la corteza, que serían una tercera categoría,
llamadas ondas superficiales. En la Tierra, los sismólogos
usan las ondas superficiales para aprender más sobre la estructura
interna del planeta. Antes de llegar a Marte, los sismólogos
de InSight esperaban que estas ondas ofrecieran destellos
de hasta 400 kilómetros por debajo de la superficie, en una
capa sub-cortical llamada manto. Pero Marte continúa regalándonos
misterios: a pesar de cientos de terremotos, ninguno ha incluido
ondas superficiales. «No es totalmente desconocido tener terremotos
sin ondas superficiales, pero ha sido una sorpresa -afirma
Panning-. Por ejemplo, no se pueden ver ondas superficiales
en la Luna. Pero eso se debe a que la Luna tiene mucha más
dispersión que Marte». La corteza lunar está más fracturada
que la Tierra y Marte, lo que hace que las ondas sísmicas
reboten en un patrón más difuso que puede durar más de una
hora. La falta de ondas superficiales en Marte puede estar
relacionada con fracturas extensas por debajo de 10 kilómetros
en las que se asienta InSight. También podría significar que
los terremotos detectados por la nave provienen de las profundidades
del planeta, ya que no producirían fuertes ondas superficiales.
En definitiva, muchos misterios para que, esperemos, la misión
Insight encuentre respuestas.

Ilustración de ejemplo de la zona de sombra
de una onda de presión para el caso tipo de la Tierra.
Las Ondas S no penetran en el núcleo exterior. Una onda
de presión es un movimiento de vibración en un sistema
mecánico que raras veces está uniforme en todas las
partes del sistema especialmente a altas frecuencias,
pero se propaga en el metal a alta velocidad. Cualquier
material o estructura no puede transmitir una fuerza
al instante pero lo hace a la velocidad del sonido en
el material, ya que esta no es infinita. Si la fuerza
que producen estas ondas es oscilatoria (tiene un m.a.s),
las ondas de presión se propagarán a través del medio
y su longitud de onda será la velocidad del sonido entre
la frecuencia de la oscilación de la fuerza.
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Marte es el cuarto planeta en orden de distancia
al Sol y el segundo más pequeño del sistema solar, después
de Mercurio. Recibió su nombre en homenaje al dios de la guerra
de la mitología romana (Ares en la mitología griega), y también
es conocido como «el planeta rojo» debido a la apariencia
rojiza que le confiere el óxido de hierro predominante en
su superficie. Marte es el planeta interior más alejado del
Sol. Es un planeta telúrico con una atmósfera delgada de dióxido
de carbono, y posee dos satélites pequeños y de forma irregular,
Fobos y Deimos (hijos del dios griego), que podrían ser asteroides
capturados similares al asteroide troyano (5261) Eureka. Sus
características superficiales recuerdan tanto a los cráteres
de la Luna como a los valles, desiertos y casquetes polares
de la Tierra. El periodo de rotación y los ciclos estacionales
son similares a los de la Tierra, ya que la inclinación es
lo que genera las estaciones. Marte alberga el Monte Olimpo,
el volcán más grande y la segunda montaña más alta conocida
en el sistema solar, y los Valles Marineris, uno de los mayores
cañones del sistema solar. La llana cuenca Boreal en el hemisferio
norte cubre el 40% del planeta y puede ser característica
de un gigantesco impacto.

De atrás hacia delante, una comparación del
Monte Olimpo con el Maxwell Montes de Venus y el monte Everest,
en la Tierra. La diferencia es sencillamente descomunal. Pero
las dimensiones del Monte Olimpo no son solo escalofriantes
en lo que respecta a la altura. Su base tiene un diámetro
de 600 kilómetros, lo que equivale al área de un país como
Ecuador.
Aunque en apariencia podría parecer un planeta
muerto, no lo es. Sus campos de dunas siguen siendo mecidos
por el viento marciano, sus casquetes polares cambian con
las estaciones e incluso parece que hay algunos pequeños flujos
estacionales de agua. Las investigaciones en curso evalúan
su habitabilidad potencial en el pasado, así como la posibilidad
de existencia actual de vida. Se planean futuras investigaciones
astrobiológicas, entre ellas la Mars 2020 de la NASA y la
ExoMars de la ESA. El agua en estado líquido no puede existir
en la superficie de Marte debido a su baja presión atmosférica,
que es unas 100 veces inferior a la de la Tierra, excepto
en las zonas menos elevadas durante cortos periodos de tiempo.
Sus dos casquetes polares parecen estar formados en su mayor
parte por agua. El volumen de agua helada del casquete polar
sur, si se derritiera, sería suficiente como para cubrir la
superficie planetaria al completo con una profundidad de 11
metros (36 pies). Marte se puede observar fácilmente a simple
vista desde la Tierra, así como su coloración rojiza. Su magnitud
aparente alcanza -2.97, y es solo superada por Júpiter, Venus,
la Luna y el Sol.
Los telescopios ópticos terrestres están normalmente
limitados a resoluciones de aproximadamente 300 km (190 millas)
de distancia, cuando la Tierra y Marte están más cercanos,
debido a la atmósfera terrestre. El astrónomo danés del siglo
XVI Tycho Brahe midió con gran precisión el movimiento de
Marte en el cielo. Los datos sobre el movimiento retrógrado
aparente (los llamados «lazos») permitieron a Kepler hallar
la naturaleza elíptica de su órbita y determinar las leyes
del movimiento planetario conocidas como leyes de Kepler.
Marte forma parte de los planetas superiores a la Tierra,
ya que su órbita nunca atraviesa la de la Tierra alrededor
del Sol. Sus fases (porción iluminada vista desde la Tierra)
están poco marcadas, hecho que es fácil de demostrar geométricamente.
Considerando el triángulo Sol-Tierra-Marte, el ángulo de fase
es el que forman el Sol y la Tierra vistos desde Marte; este
alcanza su valor máximo en las cuadraturas cuando el triángulo
STM es rectángulo en la Tierra. Para Marte, este ángulo de
fase no es nunca mayor de 42°, y su aspecto de disco giboso
es análogo al que presenta la Luna 3,5 días antes o después
de la Luna llena. Esta fase, visible con un telescopio de
aficionado, no pudo ser vista por Galileo, quien solo supuso
su existencia.
Valles Marineris es el nombre de un gigantesco sistema
de cañones que recorre el ecuador del planeta Marte
justo al este de la región de Tharsis. Su nombre es
un homenaje a la sonda de la NASA Mariner 9, que descubrió
este importante rasgo de la superficie marciana en su
vuelo orbital de 1971-1972.

La sonda árabe Hope envía la primera foto
de Marte, y es espectacular por lo que muestra.
El Gran Cañón del Colorado sobrecoge a
todo aquel que lo visita, pero no es más que un simple
arañazo en la superficie de nuestro planeta si lo comparamos
con Valles Marineris, la profunda cicatriz del Planeta
Rojo. Valles Marineris cuenta con una extensión de más
de 4000 km de largo por 200 de ancho, y alcanza una
vertiginosa profundidad de 10 km, 10 veces más largo
y cinco veces más profundo que el Gran Cañón del Colorado,
lo que le convierte en el mayor cañón de nuestro Sistema
Solar.

Esta inédita vista de pájaro de Valles
Marineris fue confeccionada a partir de los datos recogidos
por la sonda Mars Express de la ESA a lo largo de 20
órbitas. La imagen se muestra en falso color y con la
escala vertical realzada cuatro veces. En esta imagen
se puede apreciar una gran variedad de características
geológicas, resultado de la compleja historia de la
región. Es probable que la formación de este cañón esté
directamente relacionada con la del abultamiento de
Tharsis, que se encuentra fuera de plano, a la izquierda
de esta imagen. En esa región es donde se encuentra
Olympus Mons, el mayor volcán del Sistema Solar.

La actividad volcánica queda patente en
la naturaleza de las rocas que componen las paredes
del cañón y en las llanuras adyacentes, fruto de sucesivas
coladas de lava. A medida que la región de Tharsis se
iba hinchando por la acumulación de lava durante los
primeros miles de millones de años del planeta, la corteza
circundante se fue estirando, resquebrajándose y colapsando,
dando lugar al impresionante sistema de fosas de Valles
Marineris. Los complejos patrones de fallas también
son resultado de las imponentes fuerzas de extensión
a las que estuvo sometida la región. El más reciente
se puede observar claramente en la parte central de
la imagen y a lo largo de su borde inferior. Los corrimientos
de tierra también son responsables de que el cañón tenga
su aspecto actual, especialmente en las fosas situadas
más al norte, donde se pueden observar los derrumbes
más recientes. La parte superior de las laderas se erosionó
a través del proceso de remoción de masa. Las sondas
en órbita al Planeta Rojo, Mars Express entre ellas,
han recogido información mineralógica que indica que
la región fue remodelada por fuertes corrientes de agua
hace cientos de millones de años, aumentando la profundidad
del cañón.
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Un martemoto (en inglés: marsquake) es un temblor,
similar al terremoto del planeta Tierra, cuya sacudida
brusca y pasajera se produce en la corteza del planeta
Marte como resultado de la repentina liberación de energía
en el interior del planeta como consecuencia del movimientos
de las placas tectónicas o por puntos calientes como
el Monte Olimpo o los Montes Tharsis. La detección y
el análisis de los martemotos podrían proporcionar información
para explorar la estructura interior de Marte, así como
para identificar si alguno de los muchos volcanes de
Marte continúa siendo volcánicamente activo o no. Esos
eventos fueron observados por primera vez en la Luna,
donde fueron observados y documentados. También hay
evidencias de antiguos terremotos en Venus pero en Marte
nunca se había detectado ninguno, y las estimaciones
indicaban que podría tratarse de un evento extremadamente
raro en ese planeta con una probabilidad de que ocurriera
una vez cada varios millones de años. No obstante, se
ha encontrado evidencias de que Marte antiguamente fue
seísmicamente activo principalmente en la zona del sur.
Se presume que los 4,000 kilómetros de largo del cañón
que conforma los Valles Marineris son los restos de
una antigua y gran falla, desconociéndose si sigue activa.
Los primeros intentos para detectar actividad sísmica
encima Marte fue mediante el Programa Viking en 1975,
y a pesar de que los aparatos enviados estuvieron operando
varios años, los sismógrafos que se desplegaron fueron
incapaces de detectar cualquier actividad sísmica clara,
en parte también debido al fuerte viento marciano. El
Viking 2 recogió unas 2100 horas (89 días). El Viking
1 no envió ningún dato debido a un problema de activación
del sismógrafo. Entre todos los datos recibidos por
Viking 2, hubo un candidato de martemoto, pero como
no disponía de información sobre la velocidad del viento,
no fue posible verificar si realmente fue un martemoto
o a causa del viento.

Lanzamiento del Titan III con la Viking I a bordo.
El programa Viking de la NASA consistió en dos misiones
no tripuladas al planeta Marte, conocidas como Viking
I y Viking II. Este programa venía a suceder a la Mariner
9, una sonda orbital lanzada a Marte en 1971 con notable
éxito; las naves Viking supondrían además las primeras
dos misiones de aterrizaje estadounidenses sobre Marte
y el primer estudio biológico del mismo. Cada misión
poseía una sonda orbital (VO o Viking Orbiter) diseñada
para fotografiar la superficie marciana desde la órbita
del planeta, y actuar como un "intermediario" de comunicaciones
entre la Tierra y la sonda Viking de aterrizaje o VL
(Viking Lander), que se separaría de esta y se posaría
sobre la superficie del planeta. Fue la misión más cara
y ambiciosa jamás enviada a Marte hasta la fecha, con
un coste total aproximado de 1000 millones de dólares
de la época.1? Fue muy exitosa, y aportó la mayor parte
de la información sobre Marte de la que se dispuso hasta
finales de la década de 1990, con la llegada de los
primeros rovers marcianos.
El Viking I se lanzó el 20 de agosto de 1975 y el Viking
II el 9 de septiembre del mismo año, ambas a bordo de
un cohete Titan III-E. Una vez llegados a la órbita
de Marte, durante varios meses, las sondas orbitales
realizaron un reconocimiento de la superficie; una vez
seleccionados los lugares de aterrizaje, las dos secciones
de la sonda se separaban, y la sección de aterrizaje
ingresaba en la atmósfera de Marte, posándose suavemente
en el lugar previsto. Los orbitadores continuaban fotografiando
y llevando a cabo otras operaciones científicas, mientras
los Viking Lander desplegaban instrumental científico
en la superficie. La sonda (compuesta de ambas partes)
completamente cargada de combustible, tenía una masa
de 3527 kg.

El Titan IIIE o Titan 3E, también conocido como Titan
III-Centaur era un vehículo de lanzamiento desechable
estadounidense. Lanzado siete veces entre 1974 y 1977,
permitió varias misiones de alto perfil de la NASA,
incluidas las sondas planetarias Voyager y Viking y
la nave espacial de Alemania del Oeste estadounidense
Helios. Los siete lanzamientos se realizaron desde el
complejo de lanzamiento 41 en Cabo Cañaveral.
La nave de la misión InSight fue lanzada en mayo de
2018 y aterrizó en Marte el 26 de noviembre de 2018,
desplegando un sismógrafo conocido como Experimento
Sísmico para Estructura de Interior (SEIS) para detectar
martemotos y analizar la estructura interna de Marte.
Incluso de no ser capaz de detectar ningún evento sísmico,
el sismógrafo estaba preparado para ser bastante sensible
como para detectar meteoros así como impactos de meteorito.
También investigó cómo la corteza y el manto responden
a los efectos de impactos de meteorito, el cual da pistas
de la estructura interior del planeta. El 6 de abril
de 2019, se detectó la pista más clara hallada de un
evento sísmico en Marte, grabado por InSight. Según
NASA, el sismógrafo del aterrizador detectó las vibraciones
de tierra mientras tres clases distintas de sonidos
fueron grabadas; el viento, el terremoto y al final,
el brazo robótico de la nave. Las magnitud del martemoto
estaría entre 2 y 2,5 grados en la Escala de Richter.
El hecho de grabar un martemoto por primera vez arrojó
luz sobre el interior del planeta, según investigadores
del Instituto de Física del Globo de París, se trata
de «una señal de que aún hay actividad sísmica en Marte».
Debido a la debilidad de la señal grabada, aunque permite
saber que el planeta sigue estando geológicamente vivo,
no es lo suficiente potente como para conocer más pistas
sobre su composición interna. Tres otros acontecimientos
fueron grabados el 14 de marzo, 10 abril, y 11 abril,
pero las señales fueron incluso más pequeñas y más ambiguas,
haciéndolo difícil de determinar su causa.
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Marte está perdiendo de manera incomprensible
su agua, "incluso más rápidamente" de lo que las teorías y
observaciones anteriores hacían suponer, según señaló
un equipo de investigadores en un estudio que publicó
la revista científica 'Science' en 2020. El proceso está sucediendo
mucho más rápido de lo que nuestra comprensión actual del
planeta rojo sugería, señalan los científicos, que reconocen
que tampoco coincide con lo observado en el pasado. La desaparición
progresiva del agua se produce en la atmósfera superior de
Marte, donde la luz del Sol y la química disocian las moléculas
de agua en átomos de hidrógeno y de oxígeno. La débil gravedad
de Marte no es capaz de impedir que escapen al espacio. La
velocidad de ese proceso sugiere que Marte podría perder su
agua más rápidamente de lo que se pensaba.
En el pasado, Marte estuvo inundado de agua,
pero la gran mayoría del agua líquida que fluía por su superficie
se perdió en el espacio, dejando un paisaje desértico, como
evidencian lechos de lagos secos y valles dibujados por antiguos
ríos. Según sus datos, citados por The Independent, en lugar
de permanecer como se esperaba en la superficie marciana,
el agua está siendo transportada en proporciones mucho más
grandes que las proyectadas a una altitud de más de 80 km,
colgando en la atmósfera del planeta, que contiene hasta 100
veces más vapor de agua de lo que teóricamente debería permitir
su temperatura.
Detectan la línea verde del oxígeno en la atmósfera
de Marte. El Instrumento NOMAD, a bordo de la misión
ExoMars (ESA) en órbita alrededor de Marte, detectó
esta emisión diurna del oxígeno atmosférico por primera
vez fuera de la Tierra. Este estudio, en el que participaba
el Instituto de Astrofísica de Andalucía, muestra cómo
la línea verde ofrece información sobre la composición
y dinámica de la atmósfera, detección que ha permitido
además resolver una controversia entre medidas atmosféricas
en tierra y cálculos atómicos.


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Mientras que el agua en la atmósfera representa
solo una pequeña cantidad de agua en el planeta, los investigadores
sostienen que potencialmente podría encontrar su camino en
el espacio si flota lo suficientemente alto en la atmósfera
y eso podría llevar al planeta a secarse aún más. El estudio,
firmado por investigadores franceses, rusos, británicos y
australianos, afirma que queda algo de agua en la superficie
de Marte, que podría ser clave tanto para el descubrimiento
de formas de vida como para las posibilidades de que la humanidad
pudiera trasladarse a Marte. Este nuevo descubrimiento ha
sido posible gracias a las mediciones de la sonda Trace Gas
Orbiter, que fue enviada en 2016 al planeta rojo a bordo de
la misión ExoMars, dirigida por la Agencia Espacial Europea
y la Agencia Espacial Federal Rusa.
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La ExoMars Trace Gas Orbiter dejó muy
atrás la decepción ocurrida tras el fiasco "Schiaparelli".
Tocaba volver a ponerse manos a la obra. Según informaron
desde la ESA, el 18 de Noviembre de 2016 estaba apunto de
comenzar la maniobra de frenada atmosférica que la colocaría
en posición para empezar a estudiar el planeta rojo. Dicha
maniobra tardó un año, aproximadamente. Los primeros
meses, la ExoMars Trace Gas Orbiter estuvo de pruebas, comprobando
y ajustando todos los sistemas. Pero no fue hasta Marzo de
2018 que esta sonda comienzó la fase más intensa de
investigación.
La sonda necesitó casi un año para frenarse
con la tenue atmósfera marciana en una maniobra conocida como
"aerobreaking". De esta manera, la ExoMars Trace Gas Orbiter
pasó de describir una órbita elíptica a una casi circular,
volando a unos 400 kilómetros de las superficie marciana.
La posición adecuada para comenzar la observación fue alcanzada
en marzo de 2018. Pero eso no le resta importancia a la operación
actual, momento en el que también se obtendrá valiosa información.
A pesar del desafortunado incidente con Schiaparelli,
la ExoMars Trace Gas Orbiter estuvo enviando datos durante
su viaje, que comenzó en marzo de 2016. De hecho, el detector
de neutrones, uno de sus instrumentos principales, ha estado
en funcionamiento durante gran parte de la expedición. La
recolección de datos con los que calibrar el denominado
"flujo de fondo" y comprobar que todo estaba correcto a bordo
de la ExoMars TGO tras la separación del módulo de Schiaparelli
fue un éxito.

Esta es la primera imagen de marte obtenida
por la ExoMars Trace Gas Orbiter el 13 de junio de 2016.

La Trace Gas Orbiter, o TGO, se compone de instrumental
para medir el flujo de neutrones de la superficie marciana;
flujo creado por el impacto de los rayos cósmicos procedentes
del espacio. Las características de este flujo arroja información
acerca de la composición de la capa superficial de Marte.
Especialmente la de los gases importantes para la vida como
el hidrógeno o el metano. En el caso del hidrógeno, por ejemplo,
su presencia causa cambios en dicho flujo, fácilmente detectables
por los sensibles instrumentos del TGO. Además, dicha presencia
podría alertarnos de un hecho crucial: la presencia de hielo
o agua en la parte superior del planeta. El metano, por otro
lado, es uno de los gases más interesantes en la búsqueda
de vida. Y es que es una sustancia muy relacionada con los
organismos que la producen como consecuencia de su metabolismo.
También se produce en eventos geológicos asociados con la
vida, como las fuentes hidrotermales.
Las mediciones de la ExoMars Trace Gas Orbiter
se toman de diferente forma según lo que estemos buscando.
Por ejemplo, la sonda busca señales de gases a través de la
atmósfera, mirando hacia el Sol; también observando en el
horizonte la luz solar dispersa por la atmósfera; o mirando
hacia abajo, directamente, la luz del sol reflejada en la
superficie de Marte. Gracias a la luz del sol, los científicos
pueden analizar los componentes atmosféricos y su composición
gaseosa para "pintar" un cuadro de la composición real de
la atmósfera marciana. Otro aspecto que buscará el TGO son
indicios de luz atmosférica, provocados por los vientos solares
en la atmósfera marciana, de una manera similar a lo que ocurre
con nuestras auroras boreales. En su conjunto, la ExoMars
Trace Gas Orbiter nos permitirá conocer como nunca cómo es
la atmósfera marciana mientras seguimos en busca de vida en
la superficie del planeta rojo.

En la segunda pasada orbital, se realizaron
observaciones de Phobos, la más grande de las dos lunas del
planeta rojo. Fobos (del griego Fóßo, "miedo") es la más grande
de las dos lunas de Marte y la más cercana al planeta, siendo
Deimos la otra luna. Ambas fueron descubiertas por el astrónomo
estadounidense Asaph Hall (1829-1907) el 18 de agosto de 1877,
con el gran refractor de 66 cm del Observatorio Naval de los
Estados Unidos de Washington D. C., obra del óptico norteamericano
Alvan Clark (1804-1887). Fue el propio descubridor el que
propuso los nombres, inspirado por el libro XV de la Ilíada,
en el que el dios Ares (Marte en la mitología romana) invoca
al miedo (fobos) y al terror (deimos). Fobos es un pequeño
satélite, de forma irregular, cuyo radio medio es de once
kilómetros. Siempre presenta la misma cara a Marte, debido
al anclaje por marea ejercido por el planeta. Orbita a unos
6000 kilómetros de la superficie marciana, lo que le convierte
en el satélite más próximo a su planeta del sistema solar.
Estas fuerzas de marea crean una desaceleración en Fobos,
perdiendo este velocidad orbital, lo que ocasionará su colisión
con Marte dentro de unos 50 a 100 millones de años, o bien
su desintegración y formación de un anillo alrededor del planeta.
El Schiaparelli EDM (del inglés Entry, Descent
and Landing Demonstrator Module), llamado también ExoMars
EDM, era un módulo de descenso del programa ExoMars, destinado
a proporcionar a la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia
Espacial Federal Rusa la tecnología para el aterrizaje en
la superficie de Marte. Se puso en marcha junto con el ExoMars
Trace Gas Orbiter (TGO) el 14 de marzo de 2016 y el 19 de
octubre de 2016 se estrelló en la superficie, a 540 km/h,
a causa de un mal funcionamiento del software. El módulo estaba
equipado con una batería eléctrica no recargable con energía
suficiente para cuatro soles.
Después de un viaje de siete meses, la sonda
Schiaparelli EDM se separó del orbitador el 16 de octubre
de 2016, cuatro días antes de llegar a Marte, estando previsto
su aterrizaje en la región de Meridiani Planum el 19 de octubre
del mismo año.
El 21 de octubre de 2016, la NASA publicó una
imagen mostrando lo que parece ser el lugar donde finalmente
se estrelló la sonda. Nuevas imágenes efectuadas por la cámara
HiRISE de la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) mostraron con
mejor resolución los restos del módulo debido al impacto.

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Una de las dificultades es que la atmósfera de Marte
tiene apenas un 1% de la densidad de la atmósfera terrestre,
por lo que hay poca fricción para reducir la velocidad
de la nave.

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Nota de prensa, Enero 2021:
La sonda de calor desarrollada y construida por el
Centro Aeroespacial Alemán (DLR) y desplegada en Marte
por el módulo de aterrizaje InSight de la NASA ha terminado
su parte de la misión. Así de tajantes informan de la
noticia desde la agencia espacial. Después de dos años,
la NASA ha acabado por darse por vencida: la sonda,
conocida como ‘topo’, ha estado intentando excavar en
la superficie marciana desde el 28 de febrero de 2019
sin tener éxito y la agencia espacial finalmente ha
asumido esta derrota, no sin aprender mucho para futuras
expediciones. El objetivo de la misión era tomar la
temperatura interna del planeta, proporcionando detalles
sobre el motor térmico interior que impulsa la evolución
y geología de Marte. “Pero la inesperada tendencia del
suelo a aglutinarse privó al lunar en forma de espiga
de la fricción que necesita para martillarse a una profundidad
suficiente”, explica la NASA.
Después de colocar la parte superior del lunar a unos
2 o 3 centímetros debajo de la superficie, el equipo
intentó por última vez usar una pala en el brazo robótico
de InSight para “raspar la tierra sobre la sonda y apisonarla
para proporcionar una fricción adicional”. Sin embargo,
aunque la sonda realizó 500 golpes de martillo adicionales
el sábado 9 de enero, no obtuvo “ningún progreso” y
el equipo “puso fin a sus esfuerzos”.
El ‘topo’, explican desde la NASA, es un martinete
de 40 centímetros de largo conectado al módulo de aterrizaje
mediante una correa con sensores de temperatura integrados.
Estos sensores están diseñados para medir el calor que
fluye desde el planeta una vez que el ‘topo’ ha cavado
al menos 13 metros de profundidad, añaden. “Le hemos
dado todo lo que tenemos, pero Marte y nuestro heroico
‘topo’ siguen siendo incompatibles”, se lamenta el investigador
principal, Tilman Spohn de DLR, aunque su ánimo no decae
del todo: “Afortunadamente, hemos aprendido mucho que
beneficiará a futuras misiones que intenten excavar
en el subsuelo”.

En su último intento el equipo incluso usó -sin éxito-
una pala en el brazo robótico de InSight para "raspar
la tierra sobre la sonda y apisonarla para proporcionar
una fricción adicional".
¿Qué falló? El diseño del ‘topo’ se basó en el suelo
visto en misiones anteriores a Marte, un suelo que resultó
“muy diferente” al que encontró esta sonda. Durante
dos años, el equipo trabajó para adaptar el instrumento
a estas nuevas circunstancias, pero no lo lograron.
“El ‘topo’ es un dispositivo sin herencia. Lo que intentamos
hacer, cavar tan profundo con un dispositivo tan pequeño,
no tiene precedentes”, dijo Troy Hudson, científico
e ingeniero del Laboratorio de Propulsión a Chorro de
la NASA, que ha liderado los esfuerzos para hacer que
el ‘topo’ se adentre más en la corteza marciana. Ninguna
misión antes de InSight ha intentado excavar en el suelo
de Marte. Asegura la NASA que hacerlo es importante
por una variedad de razones: los futuros astronautas
pueden necesitar excavar en el suelo para acceder al
hielo de agua, mientras que los científicos quieren
estudiar el potencial del subsuelo para sustentar la
vida microbiana.
La NASA extendió recientemente la misión por dos años
más, hasta diciembre de 2022. Además de la búsqueda
de terremotos, el módulo de aterrizaje alberga un experimento
de radio que recopila datos para revelar si el núcleo
del planeta es líquido o sólido. Y los sensores meteorológicos
de InSight son capaces de proporcionar algunos de los
datos meteorológicos más detallados jamás recopilados
en Marte. Junto con los instrumentos meteorológicos
a bordo del rover Curiosity de la NASA y su nuevo rover
Perseverance, que aterrizará el 18 de febrero, las tres
naves espaciales crearán la primera red meteorológica
en otro planeta.
Nota de prensa, Enero 2021:
A medida que la ciencia avanza se van despejando incógnitas
que durante muchos años han permanecido como absolutos
misterios, enigmas sobre el único planeta conocido que
permite la vida y, también, la relación de la Tierra
con otros miembros del Sistema Solar. Durante muchos
años, la fascinación por Marte ha motivado un gran número
de estudios y proyectos que se centran en comprender
cómo se formó el planeta rojo y sus similitudes con
la Tierra. En busca de minerales que evidenciasen el
efecto de las edades glaciales en la Antártida, el geólogo
de la Universidad de Milán-Biccoca Giovanni Baccolo
logró conectar la zona más remota de la Tierra con Marte
para plantear una hipótesis que podría explicar parte
de la composición geológica del planeta vecino. En plena
exploración de un núcleo helado de 1.620 metros de largo
en la Antártida, al llegar a la capa más profunda de
la gélida estructura se encontró con un mineral de tonalidades
marrones muy poco común en la Tierra: se trataba de
jarosita, un mineral muy escaso en nuestro planeta pero
abundante en Marte.
Ante tal descubrimiento, la primera reacción de Baccolo
fue estudiar los hallazgos bajo un escáner de rayos
x para después comprobar su composición a través del
microscopio electrónico, confirmando que se trataba
de jarosita. Este hallazgo no es único en la Tierra,
pues se han encontrado más fragmentos de este mineral
en otras partes del mundo, pero puede explicar el proceso
de formación de la jarosita en el planeta rojo, un misterio
para la ciencia hasta el momento.

Un fragmento de jarosita hallado en las cuevas de Almanzora,
Almería.
La jarosita se encontró por primera vez en Marte en
el año 2004, cuando el rover Opportunity pasó sobre
capas de grano fino y supuso una revolución en el momento,
pues la jarosita necesita agua para formarse, lo que
evidenció la presencia de este líquido imprescindible
para la vida en el planeta rojo. Sin embargo, a partir
de entonces se comenzó a teorizar con las posibles hipótesis
que hicieron de este mineral un recurso tan abundante
en Marte, pues las condiciones del planeta no favorecen
la creación de grandes depósitos de este material al
carecer de agua suficiente. Una de las teorías indicaba
que la jarosita podría ser el resultado de la evaporación
de gran cantidad de agua alcalina con gran riqueza en
sales, pero las rocas de basalto alcalino en la corteza
de Marte habrían neutralizado la humedad ácida, afirma
Baccolo, autor principal del estudio que se publicó
esta semana en la revista Nature Communications y en
el que refuerza otra hipótesis. La jarosita se pudo
crear a partir del polvo atrapado en depósitos de hielo
antiguos, formándose en glaciares de la misma manera
tanto en la Tierra como en Marte. Esta hipótesis refuerza
el papel de los glaciares en Marte, pues además de ser
unos grandes devoradores de tierra que forjan el paisaje
de Marte, también pudieron jugar un papel esencial en
la composición química de Marte tal y como se conoce.
Las partículas que Baccolo encontró en la Antártida
estaban notablemente agrietadas y carecían de bordes
afilados, lo que evidencia que se formaron por reacciones
químicas dentro de las mismas bolsas de hielo. Megan
Elwood Madden, geoquímica de la Universidad de Oklahoma,
afirmó en unas declaraciones para la revista Science
que "en Marte, la jarosita no es una película delgada",
añadiendo que se trata de depósitos de metros de espesor.
Al tratar de entrelazar el descubrimiento de Baccolo
con la formación de este mineral en Marte, la hipótesis
sugiere que se pudieron formar del mismo modo, a partir
de reacciones químicas en grandes glaciares en Marte.
La gran cantidad de polvo presente en Marte podría explicar
la abundancia de este material en la corteza marciana
y su escasez en la Tierra, especialmente en zonas como
la Antártida donde el polvo llega a través del aire
desde otros continentes. A partir de este descubrimiento,
Baccolo tratará de seguir estudiando los núcleos helados
de la Antártida para averiguar el papel de los antiguos
depósitos de hielo marcianos en la formación de minerales.
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La NASA propone llevar a Marte perros robot
con inteligencia artificial para explorar sus terrenos más
extremos.

Investigadores de la NASA creen que un robot
perro Boston Dynamics modificado sería una gran alternativa
a los rovers.
Nota de prensa, Febrero 2021:
Así vivirán los primeros humanos en Marte. El astrofísico
Anglada-Escudé coordina un equipo más de 30 especialistas
que ha planificado la posibilidad real de edificar una
ciudad (Nüwa) que sea habitable, sostenible, se autogestione
y crezca por sí sola.


Marte es, sin duda, uno de los grandes desconocidos
del Sistema Solar. El ser humano, ávido por encontrar
otros planetas en los que poder vivir a medio o largo
plazo, lleva casi un siglo trabajando en diferentes
misiones con las que poder conocer el entorno planetario
que nos rodea y el planeta rojo es uno de los grandes
atractivos. Pero, para ello, necesitamos entender su
composición, cómo se formó, e, incluso, si en algún
momento pudo llegar a haber vida en su superficie. Ahora,
los expertos han descubierto una serie de minerales
solo posibles por la presencia de agua abundante. Siempre
que hablamos de buscar vida en cualquier planeta, los
expertos trabajan básicamente con dos hipótesis: la
primera, encontrar formas de vida similares a las que
hay en la Tierra, para las que son necesarias una serie
de condiciones como el agua, el oxígeno o la atmósfera,
entre otras; el segundo, hallar otras formas de vida
que para nosotros son desconocidas a día de hoy, pero
que pueden existir en base a otras características.
Sea como fuere, los expertos convienen que la existencia
de agua es fundamental para ello.
Desde hace algunos años, los científicos saben de la
presencia de agua en Marte. No solo hay hielo en sus
polos, sino que se han descubierto diferentes lagos
subterráneos que podrían contar con agua líquida. Pero
los últimos descubrimientos que están llevando a cabo
también confirman que, en algún momento, el planeta
rojo contó con abundante agua en su superficie. Entender
qué pasó para que la perdiera y se convirtiera en un
gran desierto es fundamental no solo para entender por
qué se produjo, sino para tratar de prevenir esta misma
situación en la Tierra.

Así se ve Marte desde las cámaras de la NASA.

Nota de prensa, Febrero 2021:
Ha sido la agencia espacial rusa Roskosmos, en colaboración
con la Agencia Espacial Europea (ESA) la que ha dado
a conocer una fotografía de la superficie marciana que
serviría para confirmar la presencia, hace miles de
años, de importantes mares en su superficie. La instantánea
fue tomada el pasado 19 de octubre por el ExoMars Trace
Gas Orbiter, pero no se ha dado de conocer hasta ahora,
ya que los expertos han estado varios meses analizándola
para tratar de entender lo que supone: y, evidentemente,
lo que confirma es la presencia de importantes mares
en Marte.

Se trata de una imagen tomada en un monumental cráter
situado a pocos cientos de kilómetros al norte de la
planicie de Hélade, ubicada en el hemisferio sur de
Marte. Este impresionante cráter, muy probablemente
procedente del impacto de un asteroide sobre la superficie
marciana, cuenta con unos 12 kilómetros de diámetro,
si bien es cierto que en la fotografía solo se aprecia
una parte de él, aproximadamente un área de cinco por
10 kilómetros. Pero la importancia de este cráter no
radica tanto en su tamaño como en los colores que se
pueden observar en sus bordes.

Imagen de la superficie de Marte enviada por la Phoenix
Mars Lander de la NASA.
En ellos, se pueden ver diferentes tonalidades que
no son más que la representación de los diferentes minerales
que aparecen en la corteza marciana. Pero el elemento
realmente importante son las marchas de color claro:
¿por qué? Pues son la confirmación indubitable de que
son capas geológicas muy antiguas formadas por la presencia
de agua. O, dicho de otra manera, los mares de la superficie
marciana son los que generaron una erosión que dio lugar
a la aparición de estos minerales. "Los depósitos ligeros
indican afloramientos de lecho rocoso, que pueden contener
antiguos minerales arcillosos formados en presencia
de agua. Además, son claramente visibles aquí también
los depósitos de arena arrastrados por el viento, que
crean 'ondas' en el fondo del cráter. Su característico
tono marrón rojizo indica la presencia de óxidos de
hierro", explica la agencia Roskosmos en un comunicado.
Hace solo unos días, el ExoMars Trace Gas Orbiter (TCO),
llevaba a cabo otro descubrimiento, gracias al cual
los expertos han sido capaces de detectar una reacción
química desconocida en el planeta rojo, donde han hallado
cloruro de hidrógeno (HCl). ¿Qué significa este descubrimiento?
Pues, ni más ni menos, que el hallazgo de una molécula
de la que no se tenía constancia en Marte y que sugiere
que existe un evento, meteorológico o geológico, que
genera su presencia, algo que a día de hoy es desconocido
y del que no se tiene constancia. La segunda fase del
proyecto que tanto la agencia rusa como la ESA llevarán
a cabo, y cuyo lanzamiento está previsto para 2022,
consiste en lograr que la plataforma de aterrizaje rusa
Kazachok llegue a la superficie de Marte, a través de
la que descenderá por el planeta rojo el rover europeo
Rosalind Franklin. El lanzamiento se llevará a cabo
utilizando el vehículo de lanzamiento Proton-M y el
escenario superior Briz-M del cosmódromo de Baikonur.

Nota de prensa, Febrero 2021:
La sonda árabe Hope envía la primera foto de Marte,
y es espectacular por lo que muestra. La exploración
espacial ya no es solo cosa de Estados Unidos, Rusia
y Europa. China, Japón, Israel, o Emiratos Árabes Unidos,
ya tienen sus propias misiones espaciales. La exploración
espacial se internacionaliza. Hasta el punto de que
hay un atasco en Marte: tres países, Emiratos Árabes,
China y Estados Unidos alcanzarán el Planeta Rojo en
el plazo de apenas 10 días. La primera en llegar ha
sido la sonda árabe Hope, que ha enviado su primera
foto de Marte.
Y hay que reconocer que es absolutamente espectacular.
No solo por el color, la definición y la composición,
sino por lo que muestra. Ha sido capturada a 24.700
Kilómetros de distancia con su cámara EXI de alta resolución.
En la esquina superior izquierda podemos ver el polo
norte marciano, cubierto de hielo (1). En pleno amanecer,
en el centro del planeta, asomándose con sus 22.500
metros de altura y sus 610 Kilómetros de longitud, está
el volcán más alto del Sistema Solar, el Monte Olimpo
(2).

Lo que más llama la atención son los tres volcanes
alineados: Ascraeus Mons (3), Pavonis Mons (4) y Arsia
Mons (5). Todos ellos casi doblan en altura el Everest,
superando los 14.000 metros. La sonda Hope va a orbitar
Marte durante varios años a una distancia de unos 25.000
Kilómetros, sin llegar a aterrizar en el planeta. Es
una órbita mucho más amplia que la de otras sondas,
que se acercan mucho más para tomar imágenes de su superficie.
Hope no pretende estudiar su geografía, sino su clima,
así como la presencia de agua, ozono, y otros compuestos
de la atmósfera de Marte. A la sonda árabe se le unió
la nave china Tianwen-1, un día después. Va a ser la
primera que orbitará el Planeta Rojo durante unos meses,
y en mayo aterrizará en el planeta. Nunca una única
nave ha llevado a cabo estas dos misiones al mismo tiempo.
Finalmante, si el rover de la Nasa Perseverance llega
al planeta vecino el 18 de febrero. Aterrizará directamente
en su superficie, sin orbitarlo. Por primera vez, la
NASA va a retransmitir en directo el aterrizaje en español.
Su principal hito será volar el primer helicóptero
(un dron), sobre la superficie de Marte, el Ingenuity.
Pásate por fotografía >> Febrero
2021.
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Diez claves sobre el rover 'Perseverance' y otras nuevas
misiones a Marte. Tras la llegada de las naves emiratí
y china a la órbita de Marte, le toca ahora el turno
a la estadounidense, que después de "siete minutos de
terror" colocará directamente el rover Perseverance
en la superficie del planeta rojo para buscar restos
de vida.


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