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24 - Agosto - 2022
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La palabra megalítico evoca a lugares como Stonehenge, Carnac o Göbekli Tepe. Todos ellos son lugares excepcionales, pero no son los únicos donde se desarrolló el megalitismo. Este fenómeno cultural se desarrolló esencialmente en el Mediterráneo occidental y el oeste de Europa y se considera que abarcó desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce. Aunque también es cierto que muchos autores consideran y hablan de megalitos en otros lugares y otras épocas, como por ejemplo los moáis de la Isla de Pascua. En cualquier caso, todavía quedan muchos sitios megalíticos por descubrir y analizar.

Prueba de ello es la investigación llevada a cabo en en el sitio megalítico de La Torre-La Janera, ubicado en el Bajo Guadiana (Huelva) y que ha puesto de manifiesto que el lugar era uno de los centros más importantes de la época, tanto de Europa como de la península Ibérica, tal y como se detalla en un artículo de la revista especializada publicada por el CSIC Trabajos de Prehistoria.

Como apunta José Antonio Linares, integrante del Proyecto ‘Mega-Lithos’, “Se puede afirmar que es el sitio conocido con mayor concentración de menhires en un "espacio acotado” de la península Ibérica". Es un sitio importante porque sobresale por la cantidad, variedad y diversidad de las arquitectura de menhires, tanto individuales (dispuestos en fosas, en plataformas, en estructuras tumulares...) como en agrupaciones, en espacial alineamientos y "crómlech" o "círculos de piedras”” apunta el científico.

Gracias al análisis en el que han usado varias técnicas de muestreo, análisis y documentación tales como prospecciones, geoarqueología, tecnologías de información geográfica y fotogrametría, los investigadores han documentado más de 1.000 menhires. De hecho, gracias a la investigación, han constatado que en la zona existe una gran cantidad y variedad de megalitos (menhires, dólmenes, túmulos, cistas y recintos) de diferentes periodos y con significados distintos, lo cual significa un importante avance en el conocimiento del megalitismo en la península Ibérica. En palabras de Primitiva Bueno Ramirez, Catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá y perteneciente al Proyecto ‘Mega-Lithos’, “es evidente que el número de lo detectado es muy llamativo, pero otro aspecto notable es su impresionante conservación”.

Los científicos todavía están esperando los resultados cronológicos definitivos, pero de momento se calcula que los monumentos de primeras piedras verticales y el resto de megalitos del enclave fueron erigidos desde el Neolítico Medio al Bronce Antiguo, aproximadamente desde mediados del V a inicios del II milenio a.C., siendo reutilizados estos espacios ancestrales en periodos posteriores.

De hecho, según los investigadores, el sitio presenta un larga temporalidad, presumiblemente desde el V al II milenio a.C., comprendiendo sociedades clánicas neolíticas y "sociedades complejas" de la Edad del Cobre y Bronce Antiguo. El lugar parece que tuvo bastante importancia durante cientos de años, por lo que no es de extrañar que en ese periodo de tiempo se utilizara con distintos fines. Los investigadores apuntan en distintas direcciones: desde su uso como demarcadores territoriales, elementos de control de las estaciones anuales, puntos de observación astronómicos, lugares rituales y ceremoniales, hasta que tuvieran un uso funerario, ritual, o ceremonial.

Localización de los diferentes elementos arqueológicos identificados de La Torre-La Janera (Ayamonte-Villablanca, Huelva).

Como explica el propio Linares, “al igual que ocurre por ejemplo en el gran complejo de Stonehenge, las funciones de los monumentos megalíticos son complejas, múltiples y combinadas, constituyendo el lugar un gran "centro ceremonial", "centro de agregación" o "sitio sagrado" en el que se fusionan elementos naturales (afloramientos, río Guadiana y océano Atlántico) con las arquitecturas pétreas para crear grandes escenarios de encuentro y lugares colectivos en el que rendir culto y tributo a la memoria de los ancestros y llevar a cabo diversas prácticas sociales.

Así pues, el sitio megalítico pudo tener una ocupación de manera continuada hasta el II milenio a.C., hasta la la Edad del Bronce. Como apunta la doctora Bueno, “en algunos megalitos de Huelva, como el dolmen de Soto confirmamos que se siguió frecuentando hasta el Bronce Final durante el II milenio, lo cual nos da una medida de la capacidad de atracción que tenían estos grandes monumentos megalíticos para las sociedades de la Prehistoria europea” Linares apunta además que la zona se volvió a ocupar cientos de años más tarde, durante la Protohistoria, la época romana y etapas históricas posteriores con diversos fines y usos del terreno.

La Edad del Bronce es el periodo de la Prehistoria española comprendido entre los 1.700 años y el 1.100 antes de Cristo. Se enmarca entre la Edad de Cobre o Calcolítico o Eneolítico, y la Edad de Hierro. El hombre 'sapiens' descubre el bronce mediante la aleación del cobre y el estaño en un horno de carbón vegetal.

Más de 1.000 menhires … ¿Cómo puede ser que no se conociera esta joya prehistórica antes? Según el especialista Jose Antonio Linares, habría varias razones interconectadas. Antes de nada se trata de un sitio recóndito, cercano a Portugal y aparentemente aislado, lo cual no había despertado un especial interés por parte de los arqueólogos. Además, explica desde los años 1970 fue una plantación forestal de eucalipto. Se conocían indicios y elementos concretos del lugar (algunos publicados), pero no de forma más extensiva hasta los primeros trabajos de campo en 2018. Todo esto ha llevado a lo largo de los años a que exista un “déficit de investigación arqueológica de la zona del Bajo Guadiana” explica Linares, a lo que hay que sumar la “gran dificultad del reconocimiento del sitio por la abundante maleza y cobertura arbórea de los eucaliptos; y por el hecho de que la gran parte de los menhires, por ejemplo, se encuentran tumbados, posiblemente como parte de la transformación forestal en los años 1970 y también desde la Prehistoria o tiempos posteriores”, apunta. Sea como fuere, el hallazgo y los primeros estudios de la zona han puesto de manifiesto tanto la calidad como la cantidad de arqueología ibérica. Y la necesidad de continuar investigando el pasado de los habitantes que poblaron la zona para conocer mejor sus costumbres.

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