La palabra megalítico evoca a lugares como Stonehenge,
Carnac o Göbekli Tepe. Todos ellos son lugares excepcionales,
pero no son los únicos donde se desarrolló el megalitismo.
Este fenómeno cultural se desarrolló esencialmente en el Mediterráneo
occidental y el oeste de Europa y se considera que abarcó
desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce. Aunque
también es cierto que muchos autores consideran y hablan de
megalitos en otros lugares y otras épocas, como por ejemplo
los moáis de la Isla de Pascua. En cualquier caso, todavía
quedan muchos sitios megalíticos por descubrir y analizar.
Prueba de ello es la investigación llevada a
cabo en en el sitio megalítico de La Torre-La Janera, ubicado
en el Bajo Guadiana (Huelva) y que ha puesto de manifiesto
que el lugar era uno de los centros más importantes de la
época, tanto de Europa como de la península Ibérica, tal y
como se detalla en un artículo de la revista especializada
publicada por el CSIC Trabajos de Prehistoria.
Como apunta José Antonio Linares, integrante
del Proyecto ‘Mega-Lithos’, “Se puede afirmar que es el sitio
conocido con mayor concentración de menhires en un "espacio
acotado” de la península Ibérica". Es un sitio importante
porque sobresale por la cantidad, variedad y diversidad de
las arquitectura de menhires, tanto individuales (dispuestos
en fosas, en plataformas, en estructuras tumulares...) como
en agrupaciones, en espacial alineamientos y "crómlech" o
"círculos de piedras”” apunta el científico.
Gracias al análisis en el que han usado varias
técnicas de muestreo, análisis y documentación tales como
prospecciones, geoarqueología, tecnologías de información
geográfica y fotogrametría, los investigadores han documentado
más de 1.000 menhires. De hecho, gracias a la investigación,
han constatado que en la zona existe una gran cantidad y variedad
de megalitos (menhires, dólmenes, túmulos, cistas y recintos)
de diferentes periodos y con significados distintos, lo cual
significa un importante avance en el conocimiento del megalitismo
en la península Ibérica. En palabras de Primitiva Bueno Ramirez,
Catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá y perteneciente
al Proyecto ‘Mega-Lithos’, “es evidente que el número de lo
detectado es muy llamativo, pero otro aspecto notable es su
impresionante conservación”.
Los científicos todavía están esperando los
resultados cronológicos definitivos, pero de momento se calcula
que los monumentos de primeras piedras verticales y el resto
de megalitos del enclave fueron erigidos desde el Neolítico
Medio al Bronce Antiguo, aproximadamente desde mediados del
V a inicios del II milenio a.C., siendo reutilizados estos
espacios ancestrales en periodos posteriores.
De hecho, según los investigadores, el sitio
presenta un larga temporalidad, presumiblemente desde el V
al II milenio a.C., comprendiendo sociedades clánicas neolíticas
y "sociedades complejas" de la Edad del Cobre y Bronce Antiguo.
El lugar parece que tuvo bastante importancia durante cientos
de años, por lo que no es de extrañar que en ese periodo de
tiempo se utilizara con distintos fines. Los investigadores
apuntan en distintas direcciones: desde su uso como demarcadores
territoriales, elementos de control de las estaciones anuales,
puntos de observación astronómicos, lugares rituales y ceremoniales,
hasta que tuvieran un uso funerario, ritual, o ceremonial.
Localización de los diferentes elementos arqueológicos
identificados de La Torre-La Janera (Ayamonte-Villablanca,
Huelva).
Como explica el propio Linares, “al igual que
ocurre por ejemplo en el gran complejo de Stonehenge, las
funciones de los monumentos megalíticos son complejas, múltiples
y combinadas, constituyendo el lugar un gran "centro ceremonial",
"centro de agregación" o "sitio sagrado" en el que se fusionan
elementos naturales (afloramientos, río Guadiana y océano
Atlántico) con las arquitecturas pétreas para crear grandes
escenarios de encuentro y lugares colectivos en el que rendir
culto y tributo a la memoria de los ancestros y llevar a cabo
diversas prácticas sociales.
Así pues, el sitio megalítico pudo tener una
ocupación de manera continuada hasta el II milenio a.C., hasta
la la Edad del Bronce. Como apunta la doctora Bueno, “en algunos
megalitos de Huelva, como el dolmen de Soto confirmamos que
se siguió frecuentando hasta el Bronce Final durante el II
milenio, lo cual nos da una medida de la capacidad de atracción
que tenían estos grandes monumentos megalíticos para las sociedades
de la Prehistoria europea” Linares apunta además que la zona
se volvió a ocupar cientos de años más tarde, durante la Protohistoria,
la época romana y etapas históricas posteriores con diversos
fines y usos del terreno.
La Edad del Bronce es el periodo de la Prehistoria
española comprendido entre los 1.700 años y el 1.100 antes
de Cristo. Se enmarca entre la Edad de Cobre o Calcolítico
o Eneolítico, y la Edad de Hierro. El hombre 'sapiens' descubre
el bronce mediante la aleación del cobre y el estaño en un
horno de carbón vegetal.
Más de 1.000 menhires … ¿Cómo puede ser que
no se conociera esta joya prehistórica antes? Según el especialista
Jose Antonio Linares, habría varias razones interconectadas.
Antes de nada se trata de un sitio recóndito, cercano a Portugal
y aparentemente aislado, lo cual no había despertado un especial
interés por parte de los arqueólogos. Además, explica desde
los años 1970 fue una plantación forestal de eucalipto. Se
conocían indicios y elementos concretos del lugar (algunos
publicados), pero no de forma más extensiva hasta los primeros
trabajos de campo en 2018. Todo esto ha llevado a lo largo
de los años a que exista un “déficit de investigación arqueológica
de la zona del Bajo Guadiana” explica Linares, a lo que hay
que sumar la “gran dificultad del reconocimiento del sitio
por la abundante maleza y cobertura arbórea de los eucaliptos;
y por el hecho de que la gran parte de los menhires, por ejemplo,
se encuentran tumbados, posiblemente como parte de la transformación
forestal en los años 1970 y también desde la Prehistoria o
tiempos posteriores”, apunta. Sea como fuere, el hallazgo
y los primeros estudios de la zona han puesto de manifiesto
tanto la calidad como la cantidad de arqueología ibérica.
Y la necesidad de continuar investigando el pasado de los
habitantes que poblaron la zona para conocer mejor sus costumbres.
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