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17 - Octubre - 2023
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Ya nos han hablado varias veces de la amenaza de las tormentas solares de magnitud devastadora, llamando a la movilización para organizar la defensa y la prevención. Ahora, como informa el Wall Street Journal, la comunidad científica está sonando las alarmas a nivel mundial y organizando entre sombras las medidas que nos pueden ayudar a defendernos de un peligro que sabemos llegará más temprano que tarde.

La preocupación no es infundada. Aunque las posibilidades de que un evento de gran magnitud ocurra en un año dado son bajas, la certeza de que ocurrirá en algún momento es alta, según palabras de Ian Cohen, el científico jefe de heliofísica en el Laboratorio de Física Aplicada de Johns Hopkins. La historia ya ha sido testigo de la furia solar en el evento Carrington de 1859 que causó estragos en las redes telegráficas. Hoy en día, ese evento freiría la red eléctrica mundial y, además, sabemos que los hay muchísimo peores.

Ante la amenaza latente de un apagón tecnológico global, científicos en diversas agencias gubernamentales de todo el mundo han comenzado a tejer una red de colaboración y estudio para anticiparse al evento, acelerando la máquina para buscar maneras de entender y prever una posible explosión catastrófica, prepararnos para mitigar sus efectos. Algunos dentro de la comunidad científica creen que la inteligencia artificial (IA) puede ser una herramienta indispensable para alertarnos con antelación sobre estas tormentas. Un modelo creado por el Frontier Development Lab emplea técnicas de aprendizaje para analizar el viento solar y predecir las perturbaciones geomagnéticas que una tormenta solar podría causar en la Tierra, permitiendo estimar la magnitud del flujo del campo magnético terrestre y las corrientes inducidas en nuestras infraestructuras.

Un apagón en la ciudad de Nueva York provocado por un evento Miyake.

Sin embargo, la meteorología espacial aún es muy primitiva. Según Enrico Camporeale, científico de la Universidad de Colorado, la creación de sistemas de IA para predecir el clima espacial necesita una gigantesca cantidad de datos de alta calidad, recopilados de manera continua y con una altísima resolución espacial y temporal. Esto, con los instrumentos actuales en el espacio, es una tarea imposible.

Ni siquiera tenemos una observación constante del Sol, algo crucial para recopilar los datos necesarios para construir estos modelos predictivos robustos. A no ser que los gobiernos reaccionen y ofrezcan los medios para hacer efectiva esta red de predicción —la primera clave para resolver el reto de las tormentas solares extremas como el evento Miyake— todos estos esfuerzos de los científicos se quedarán en nada.

Hace 14.300 años, nuestro planeta fue testigo de un evento solar que, según las investigaciones lideradas por Edouard Bard, fue casi dos veces más potente que el conocido evento Miyake. El descubrimiento, basado en el análisis de anillos de árboles antiguos y sus niveles de radiocarbono, muestra un panorama devastador sobre lo que un evento similar podría causar en la era del antropoceno.

Choque del plasma del sol contra el campo magnético terrestre.

Tim Heaton, de la Universidad de Leeds, advierte sobre los impactos catastróficos de las supertormentas solares, que podrían dañar permanentemente los transformadores de nuestras redes eléctricas y satélites, resultando en apagones generalizados que durarían meses y una interrupción significativa de los sistemas de navegación y telecomunicaciones. Los apagones desencadenarían una cadena de eventos catastróficos, inutilizando infraestructuras críticas que causaría la pérdida masiva de vidas humanas en hospitales y otros entornos dependientes de la energía eléctrica. La interrupción de los servicios básicos, como el suministro de agua y alimentos, y la paralización de las ciudades, sumirían a la sociedad en un caos de proporciones inimaginables.

La Dra. Sangeetha Abdu Jyothi también escribió cómo la red global de internet, especialmente los cables submarinos, no aguantarían esta tormenta.. La protección de estas infraestructuras críticas y la preparación para un escenario de apagón masivo son imperativas para mitigar los efectos de un evento solar extremo, aunque no está claro que los datos estuvieran a salvo de las partículas de alta energía que llegarían a los centros de datos de todo el mundo. Sencillamente, un evento como el que ocurrió hace más de 14.000 años borraría ‘el disco duro’ de la humanidad.

Un bucle solar levantándose cientos de miles de kilómetros sobre el Sol. El efecto devastador de un evento como el Carrington sobre la red de cables de internet submarinos, destruyendo sus centros repetidores por la falta de protección e inutilizando las conexiones de internet globales no solo derribaría la red internet, sino que nos devolvería al medioevo.

Los científicos solares ya se están moviendo para crear herramientas, pero eso es sólo parte de la ecuación. Faltan sondas, falta dinero y faltan otras acciones políticas y económicas, desde la reorganización de la infraestructura eléctrica para hacerla más resiliente a la protección de los transformadores con dispositivos que eviten la formación de un circuito a tierra que los destruya sin remedio. El tiempo actual de reemplazo de un transformador es de unos dos años en un periodo de calma normal. Si nos golpeara una tormenta, la recuperación de los transformadores tardarían décadas, como apuntan los informes del gobierno norteamericano que, al parecer, los políticos ignoran.

Así que este esfuerzo semiclandestino de cientos de científicos para crear una red de alerta eficiente es buena noticia. Pero el hecho de que se estén organizando por su cuenta y que todavía no haya una respuesta real urgente para prepararnos contra futuras tormentas solares es algo de locos. La colaboración global, la inversión en infraestructuras resilientes y la implementación de sistemas de alerta temprana son cruciales para salvaguardar nuestro futuro frente a la amenaza inminente de un apagón global. La ciencia ha hablado, y ahora es imperativo que actuemos colectivamente para proteger nuestra civilización de un evento inevitable cuya destrucción podemos evitar.

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