El nombre del escritor japonés Haruki Murakami
figura cada año entre los candidatos al Premio Nobel de Literatura.
Y pese a que no haya sido elegido por la Academia Sueca, el
jurado del Premio Princesa de Asturias sí ha reconocido su
trayectoria y le concedió el pasado 2003 el premio Princesa
de Asturias de las Letras. El viernes cumplió 75 años, y con
su nueva novela bajo el brazo, La ciudad y sus muros inciertos.
Humilde como pocos, sin darse la menor importancia a pesar
de la máquina de hacer dinero, en la que se han convertido
sus novelas, este hombre tranquilo, sencillo, inalterablemente
cotidiano, se considera como un funcionario de la escritura:
«escribo mis diez páginas a diario como cualquier persona
que ficha a la entrada y a la salida del trabajo.» Si preguntamos
al público que nos diga un título de Murakami, la mayoría
nos dirá Tokio Blues, novela con la que a finales de los ochenta,
un joven y desconocido escritor japonés Harini Murakami obtuvo
su primer y sonoro éxito en el mercado internacional.
Desde entonces, el escritor japonés más famoso
del planeta —y eterno candidato al Nobel— que abarca diferentes
géneros: novela, ensayo, o relato corto, ha llegado a varias
generaciones de lectores de muy distintas procedencias, pasando
en apenas dos décadas de ser autor de culto a autor de best
seller, superventas de calidad, si, pero best seller al fin
y al cabo. Como le definió el jurado del premio Princesa de
Asturias, Murakami destaca por «la singularidad de su literatura,
su alcance universal, su capacidad para conciliar la tradición
japonesa y el legado de la cultura occidental con una narrativa
ambiciosa e innovadora, que ha sabido expresar algunos de
los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo: la soledad,
la incertidumbre existencial, la deshumanización en las grandes
ciudades, el terrorismo, pero también el cuidado del cuerpo
o la propia reflexión sobre el quehacer creativo». El jurado
lo destacó como un «autor de culto y de masas», alternancia
que resulta bastante inusual. Un escritor inquietante. En
sus historias pueden encontrarse referencias de todo tipo,
a la tradición occidental como Dostoievski, Fitzgerald o Orwell
a manifestaciones de la cultura popular, como la música, el
cine o las series de televisión, que le acercan al gran público.
El tono intimista, en ocasiones surrealista
y con rasgos de inverosimilitud y humor, no evita, que se
enfrente «a los más graves problemas sociales y a la lucha
por la defensa de los valores humanos esenciales, insistiendo
en el ansia de amor y en el sentimiento de soledad de sus
personajes. Hijo de dos profesores de literatura, nació en
Tokio el 12 de enero de 1949. En 1975 se graduó en Literatura,
Música e Interpretación. Apasionado de la literatura norteamericana
y de la música anglosajona, regentó en su juventud un local
de jazz al tiempo que traducía al japonés a Truman Capote,
Scott Fitzgerald, J.D. Salinger o John Irving. Su trayectoria
literaria comienza en 1979, cuando publica su primera novela,
Escucha la canción del viento, por la que obtuvo el Gunzou
Literature Prize para escritores japoneses noveles y dio origen
a la conocida como Trilogía de la rata, que seguiría con Pinball,
1973 (1980), dándose a conocer con La caza del carnero salvaje
(1982), por la que fue galardonado con el Premio Noma para
nuevos escritores, a la que siguió tres años después, El fin
del mundo y el fin de las maravillas.
El título japonés original, Noruwei no Mori,
es la traducción japonesa estándar del título de la canción
de los Beatles "Norwegian Wood (This Bird Has Flown)". Esta
canción se describe a menudo en la novela y es la canción
favorita del personaje Naoko. Mori en el título japonés se
traduce al inglés como "madera" en el sentido de "bosque",
no el material "madera", aunque la letra de la canción se
refiere a este último. Los escenarios y las imágenes del bosque
son importantes en la novela.
Pero el éxito le llegó de la noche a la mañana
en 1987, con Norwegian Wood —versión original de la ya mencionada
Tokio Blues—, obra que sale precisamente a partir del título
de una canción de Los Beatles, una novela que le dio repercusión
internacional, se tradujo a más de 40 idiomas y hasta tuvo
una adaptación cinematográfica. Le siguieron Dance, Dance,
Dance (1988), Al sur de la frontera, al oeste del sol (1992),
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1994), Underground
(1997); Sputnik, mi amor (1999), Kafka en la orilla (2002),
o ‘After dark’ (2004) títulos que no hicieron más que consagrarle
—y encasillarle— como el mejor escritor de best sellers. Murakami
es también conocido por su afición al maratón, deporte que
practica con asiduidad y experiencias que dieron para el conocido
ensayo: De qué hablo cuando hablo de correr (2007) donde una
vez más demuestra cómo con una redacción sencilla, sintética
y cinematográfica se puede contar la vida cotidiana, elevándola
a ese imperturbable duelo de contrarios entre realidad y ficción
con lo que lleva cautivando más de cuatro décadas a millones
de lectores.
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