Es la primera vez en la historia que sucede.
Ha ocurrido después de dos semanas de fuertes presiones internas
y externas. El Opus Dei ha pedido formalmente perdón a Miguel
G.F., una de las víctimas del cura abusador Manuel Cociña,
quien convivió con el mismísimo Escrivá de Balaguer y que
se ha convertido en el primer clérigo de la Obra en ser condenado
por el Vaticano por abusos. Una condena ínfima (cinco años
sin poder ejercer el sacerdocio en público y la prohibición
de atender a menores de 30 años), pero que supone un antes
y un después en una institución que se vanagloriaba de estar
limpia de la lacra de los abusos.
Ya no podrá decirlo nunca más. Y así lo reconoce
en un comunicado histórico, aunque insuficiente: "La prelatura
del Opus Dei en España pide perdón y lamenta profundamente
el sufrimiento generado en las víctimas. Pedimos a Dios que
brinde consuelo y curación a las personas afectadas, e invitamos
a rezar por ellas y por el mencionado sacerdote". En una breve
nota, la Obra reconoce su responsabilidad y pide perdón a
las víctimas de Manuel Cociña, el primer sacerdote del Opus
condenado por el Vaticano en un caso de abusos.
El infame sujeto de marras.
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Han tenido que pasar dos semanas y el fin del
plazo para que Cociña apelase –aunque él mismo dijo que no
lo haría y, de hecho, comenzó a cumplir su pena el pasado
30 de junio– para que la Prelatura, como tal, pidiera perdón
oficialmente a Miguel G.F., que ha acogido el comunicado con
alegría y alivio, aunque le parece insuficiente. "Llevo 18
años esperando esto. Me alegra mucho, aunque no menciona los
otros casos de Barcelona, Madrid o Santiago de Compostela",
apunta en conversación con elDiario.es, justo después de leer
el comunicado, el principal denunciante. Porque hay más. Como
la misma Prelatura reconoce, "a lo largo de la investigación
y del proceso, además del denunciante, otros dos adultos han
manifestado actuaciones canónicamente reprobables por parte
del sacerdote". "No ha habido menores involucrados", insiste
la Obra. "Me asombra eso", recalca Miguel, que apunta que
pareciera que "quieren dejar claro que yo era adulto, como
si no fuera grave lo que ocurrió". La asunción de responsabilidad
del Opus Dei también será económica. El comunicado señala
que "la Prelatura está atendiendo los gastos médicos y psicológicos
del denunciante, a través del Arzobispado de Santiago de Chile".
Eso sí: no dice nada del acceso de Miguel G.F. a las actas
del proceso, como obligan las normas canónicas. Con todo,
el primer paso para acabar con la omertà de la Obra ya se
ha dado. Aunque no está claro que sea una puerta abierta a
la asunción de responsabilidades en el caso Gaztelueta, el
colegio del Opus Dei en el que era profesor José María Martínez
Sanz. Martínez Sanz fue condenado a 11 años de prisión después
de que la Audiencia Provincial de Bizkaia diera por probados
los abusos, en un fallo que cuestionó también la diligencia
del colegio a la hora de investigar los hechos.
"El sacerdote del Opus que abusó de mí lleva 30 años
haciéndolo con chicos por toda España" Miguel G.F, denunciante
de Manuel Cociña, el primer cura del Opus Dei condenado
por el Vaticano por abusos sexuales, considera la sentencia
–cinco años de prohibición de predicar y dar confesiones–
"una ridiculez" y al condenado, un peligro: "No puede
seguir siendo sacerdote".
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La prelatura de la Santa Cruz y del Opus Dei
(en latín: Praelatura Sanctae Crucis et Operis Dei), conocida
simplemente como Opus Dei, es una jurisdicción de alcance
mundial perteneciente a la Iglesia católica. Fue fundada el
2 de octubre de 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote
español canonizado en 2002 por Juan Pablo II. Fue erigida
como prelatura personal el 28 de noviembre de 1982 mediante
la constitución apostólica Ut sit del papa Juan Pablo II.
También es denominado la Obra, ya que el término latino «Opus
Dei» significa «obra de Dios».
Durante la guerra civil española, en la que
se desata la persecución religiosa, Josemaría Escrivá se ve
obligado a refugiarse en diversos lugares. En 1937, Escrivá
y otros miembros del Opus Dei abandonan la zona "republicana"
cruzando los Pirineos por Andorra y llegan a Francia, desde
donde regresan a España, a la zona dominada por los sublevados,
donde la Iglesia no era perseguida. La contienda hace suspender
los proyectos del fundador del Opus Dei de extender la labor
apostólica a otros países. Tras la guerra civil, se inició
en España la dictadura de Francisco Franco que, después de
la persecución religiosa sufrida por la Iglesia católica,
contó con el apoyo de buena parte de la jerarquía. Terminada
la guerra, Josemaría Escrivá regresó a Madrid, y comenzó a
expandir la labor del Opus Dei por otras ciudades de España.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió los intentos
de expandir el Opus Dei a escala internacional. En 1941 fue
aprobado como Pía Unión por el obispo de Madrid, Leopoldo
Eijo y Garay, pues desde la fecha de su fundación en 1928
el Opus Dei había estado sin reconocimiento jurídico por parte
de la Iglesia católica. Esta figura estaba englobada en las
asociaciones de fieles, y no suponía un cambio de estado para
sus miembros.
Tras la Segunda Guerra Mundial el fundador del
Opus Dei se trasladó a vivir a Roma al darse cuenta de que
si quería expandir sus enseñanzas alrededor del mundo, debía
establecer la sede del Opus Dei en esa ciudad. En los años
siguientes viajó por Europa para preparar el establecimiento
del Opus Dei en diversos países. En 1946 empezó la labor del
Opus Dei en Portugal, Italia, Inglaterra, Irlanda y Francia.
A partir de su establecimiento en Roma, se comenzaron a fundar
nuevos centros de enseñanza del Opus Dei, entre los que cabe
destacar el Colegio Romano de la Santa Cruz (fundado en 1948
y actualmente uno de los dos seminarios de la prelatura),
por el que pasarán a partir de entonces cientos de miembros
"numerarios" del Opus Dei, que recibirán una formación espiritual
y pastoral al tiempo que realizan estudios en diversos ateneos
pontificios romanos. Con esos estudios, gran parte de dichos
numerarios se preparan para el sacerdocio. En 1947 el Opus
Dei recibió la aprobación provisional por parte de la Santa
Sede como instituto secular de derecho pontificio. La aprobación
definitiva le fue otorgada en 1950. Al instituto pertenecen
hombres y mujeres laicos y sacerdotes, tanto los que provienen
de los laicos del instituto y que se ordenan para servir a
éste, como los sacerdotes diocesanos que continúan dependiendo
de sus respectivos obispos. Desde 1949 el fundador impulsó
desde Roma la expansión del Opus Dei por todo el mundo. Antes
de acabar ese año, irán los primeros miembros a Estados Unidos
y México. Cada año se fueron sumando nuevos países.
La prelatura está formada tanto por presbíteros y diáconos
del clero secular, como de fieles laicos, hombres y
mujeres, gobernados por un Prelado. Anteriormente a
ser erigida como prelatura personal, ya en 1947 obtuvo
la aprobación de la Santa Sede como Instituto Secular
de Derecho Pontificio, siendo aprobados unos estatutos
en 1950. Escrivá solicitó la conversión en prelatura
personal en 1962, y no fue sino hasta el papado de Juan
Pablo II, el cual finalmente concedió esta petición.
La constitución apostólica "Ut Sit" erigió al Opus Dei
como prelatura personal de la Iglesia católica el 28
de noviembre de 1982. Según Juan Pablo II "se vio con
claridad que tal figura jurídica se adaptaba perfectamente
al Opus Dei", "teniendo presente la naturaleza teológica
y genuina de la Institución." Como prelatura personal,
su clero está sometido directamente a la jurisdicción
y a la autoridad del prelado del Opus Dei, y este a
su vez, a la del papa, por tanto no está sometido ni
a la jurisdicción, ni a la autoridad de los obispos
diocesanos. Esto le ha dado amplia independencia dentro
de la Iglesia católica para ejercer su apostolado, pues,
a diferencia de las diócesis, que tienen una jurisdicción
territorial, las prelaturas personales —como los ordinariatos
militares— se encargan de personas en cuanto a algunos
objetivos particulares sin tener en cuenta donde viven.
En cuanto a los laicos del Opus Dei, ya que no son
diferentes de otros católicos, "continúan bajo la jurisdicción
del obispo diocesano," en las palabras de Ut Sit. Estas
estructuras seculares son muy diferentes de las órdenes
religiosas o las congregaciones.
Según críticos al Opus Dei como Juan José Tamayo-Acosta,
teólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid,
Hans Küng, Leonardo Boff, Jesús Cardenal, Michael Walsh
(exjesuita) y Kenneth Woodward, periodista de Newsweek,
el Opus Dei con esta categoría jurídica se convirtió
de facto en una "Iglesia dentro de la Iglesia", debido
a su gran independencia dentro de la misma por no estar
sometida a la jurisdicción directa de las diócesis territoriales.
Por el contrario, desde el Opus Dei se señala: "Ninguna
parte de la Iglesia constituye “una iglesia dentro de
la Iglesia”, sino justamente lo contrario: cada parte
promueve vínculos de comunión respecto a toda la Iglesia.
(...) La legítima autonomía del Opus Dei para llevar
a cabo su misión eclesial, como por lo demás la autonomía
que en diversos grados es propia de todo fiel y de cualquier
realidad eclesial, es siempre autonomía en la comunión
con la Iglesia universal y el Romano Pontífice, y con
las Iglesias particulares y los obispos diocesanos.
En este sentido, el Opus Dei, en su actual configuración
como prelatura, goza de la autonomía propia de los entes
de la constitución jerárquica de la Iglesia (cuya cabeza
es un sujeto con potestad episcopal), que es distinta
de la autonomía propia de los entes de estructura asociativa".
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Los casos de abuso sexual cometidos por miembros
del clero de la Iglesia católica hacen referencia a una serie
de condenas, juicios e investigaciones sobre casos y crímenes
de abuso sexual infantil cometidos por sacerdotes y miembros
del clero católico en contra de menores de edad, que van desde
los 3 años, e involucran, en la mayoría de los casos, a niños
y adolescentes de entre 11 y 14 años de edad. Estos crímenes
pueden incluir sexo anal y/o penetración oral. Los casos han
sido documentados y denunciados ante las autoridades civiles
de varios países, resultando en la persecución de los pederastas
y demandas civiles contra las diócesis de la Iglesia católica.
Muchos de los casos salen a la luz pública varias décadas
después de los hechos. Las demandas ante las autoridades han
sido hechas también contra la jerarquía católica, quien en
muchas ocasiones obstaculiza las investigaciones, además de
no reportar y de hecho encubrir a los sacerdotes pederastas,
trasladándolos de las parroquias para evitar su detención
y juicio.
Mario Napoleón Sasso. Condenado en 2007 a 17
años de prisión por haber abusado sexualmente de cinco niñas
en 2002 y 2003, cuando era párroco de la capilla San Manuel
en Pilar, Buenos Aires. En el juicio probaron el encubrimiento
de dos sacerdotes colegas de Sasso, que fueron procesados.
A partir de la segunda mitad del siglo XX se
ha incrementado el número de denuncias por abuso sexual infantil
en todas sus variedades por parte de religiosos católicos.
En los últimos años, han cobrado relevancia los casos de Irlanda,
Estados Unidos, Alemania y Chile, donde las autoridades locales
han encontrado culpables a sacerdotes de cientos de acusaciones
de pedofilia. El escándalo ha alcanzado a congregaciones como
la Legión de Cristo y ocasionó la renuncia de los obispos
irlandeses, quienes reconocieron haber sido negligentes ante
las denuncias de pedofilia por sacerdotes en sus diócesis,
llevando a la cárcel a varios sacerdotes católicos. En abril
de 2010, Roger Joseph Vangheluwe dimitió como obispo de Brujas
por haber abusado sexualmente de un joven cuando era sacerdote
y al comienzo de su episcopado. Organizaciones de víctimas
de pedofilia han señalado que los papas Juan Pablo II, Benedicto
XVI y Francisco tienen algún grado de responsabilidad al haber
encubierto abusos, o bien omitido las denuncias.
La Santa Sede, por la voz de Benedicto XVI,
ha condenado la pedofilia y reconocido los casos que han llevado
al escándalo por esta causa en los últimos años de la primera
década del siglo XXI. A través de un comunicado dirigido a
los católicos de Irlanda, el máximo jerarca católico ha reconocido
la actuación "insuficiente" de la Santa Sede en los casos
de pedofilia denunciados y reconoció que se trataba de actos
criminales que dañaron a las víctimas y han dañado la imagen
de la Iglesia en el mundo; actos por los cuales los sacerdotes
"deberán responder —dijo el papa— ante Dios y los tribunales
debidamente constituidos".
El Vaticano ocultó la pederastia del fundador
de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, durante 63 años.
El papa Benedicto XVI ha reconocido públicamente
los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes, ha pedido
perdón a las víctimas y sostenido que los culpables deben
responder ante los tribunales. Así mismo, el papa Francisco
publicó una carta dirigida «al Pueblo de Dios» el 20 de agosto
de 2018 en la que condena los abusos sexuales cometidos por
los sacerdotes. El director de la Sala de Prensa del Vaticano
indicaba que el papa Francisco dice que se necesita urgentemente
que los culpables rindan cuentas, no solo los que cometieron
esos crímenes, sino también aquellos que los cubrieron. Lo
cual en muchos casos incluye a los obispos. Además de hacer
un llamamiento a toda la Iglesia Católica para que se adopten
las medidas de protección necesarias en todas las instituciones.
y que el texto del papa «es para Irlanda, para Estados Unidos,
es para Chile, pero también para el resto de fieles que conforman
el pueblo de Dios.» Sin embargo, a juicio de las organizaciones
de sobrevivientes de abuso eclesiástico no se han producido
avances significativos en el encubrimiento de estos crímenes,
desde la curia vaticana y el propio Papa Francisco.
El principal modelo de política de encubrimiento
es el caso "Brendan Smyth" en Irlanda del Norte cuya detención
en 1997 causó una crisis política en Irlanda y un duro cuestionamiento
a su comunidad religiosa, los norbertinos, quienes conocieron
el comportamiento delictivo de Smyth por espacio de 40 años
y no adelantaron ningún tipo de proceso disciplinario ni ante
las autoridades eclesiásticas ni mucho menos ante las autoridades
civiles. Analistas tanto católicos como no católicos discrepan
si existió una confabulación deliberada para ocultar la naturaleza
de su comportamiento, o si tuvo que ver en lo que pasó la
completa incompetencia de sus superiores de la Abadía Kilnacrott,
o si tal vez hubo una mezcla de la incompetencia de sus superiores
con su presunción de que lo que ocurría con los miembros de
su orden no era de su incumbencia. Al respecto, William McMurry,
abogado de Louisville, Kentucky, entabló una demanda en contra
de la Santa Sede en junio de 2004 representando a tres hombres
que alegaban abuso sexual y que acusaron a los líderes de
la Iglesia de organizar un encubrimiento de los casos de abuso
sexual de niños. Los expertos legales predijeron el fracaso
de la demanda por la soberanía de la Santa Sede y la falta
de evidencia de la complicidad de la misma.
El pago extrajudicial a las víctimas de abuso
infantil por parte de los clérigos infractores e incluso por
parte de sus superiores con el fin de comprar su silencio
ha sido otro aspecto que agrava la situación. Si los mismos
fueron hechos por los mismos superiores, quedan automáticamente
incriminados como encubrimiento de un delito, tanto dentro
del derecho civil como eclesiástico. Uno de los casos más
célebres en este sentido es el del cardenal Connel de Dublín
al cual se le acusó de prestar dinero a un sacerdote incriminado
para comprar el silencio del acólito Andrew Madden. Posteriormente,
el arzobispo Connel se defendió asegurando que sencillamente
prestó el dinero al sacerdote, sin conocer para qué lo iba
a utilizar. La historia quedó registrada en un libro que Madden
publicó posteriormente como Acólito: una vida después de abuso,
en donde relata su drama.
El aumento de denuncias y la publicación en
los medios tuvo bien pronto sus consecuencias en la Iglesia,
especialmente durante el Pontificado de Juan Pablo II. Una
de las consecuencias fue la de revisar los procesos de formación
sacerdotal en los seminarios y el 25 de marzo de 1992 completó
la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis ("Os daré pastores"),
uno de los documentos papales más largos de la historia. Este
documento estudiaba la crisis de la identidad sacerdotal,
la renovación de la vida sacerdotal y la reforma de los seminarios
en detalle. Asimismo, en el 2002 hubo una reunión en la Ciudad
del Vaticano impulsada por el papa Juan Pablo II con los principales
Obispos de Estados Unidos para tratar del problema del abuso
sexual por miembros del clero.
Por último, también desde este Pontificado,
la Iglesia comenzó a tratar el tema de la homosexualidad dentro
del clero, ya que la mayoría de los casos de abuso sexual
involucran varones púberes. La Congregación para la educación
católica publicó un documento en 20051 en donde controversialmente
establece un paralelo entre la homosexualidad y la pedofilia
y declara que la Iglesia "no puede admitir en los seminarios
o para las sagradas órdenes a aquellos quienes practiquen
la homosexualidad, presenten bien marcadas tendencias homosexuales
o apoyen a la llamada 'cultura gay'".
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