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7 - Junio - 2021
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Un descubrimiento inesperado sugiere que los primeros humanos pueden haber llegado a América del Norte hace más de 30.000 años, mucho antes de las teorías del paso por Beringia hace 13.000 años. Andrew Somerville, profesor asistente de antropología en la Universidad de Iowa State, dice que él y sus colegas hicieron el descubrimiento mientras estudiaban los orígenes de la agricultura en el Valle de Tehuacán en México. Como parte de ese trabajo, querían establecer una fecha para la ocupación humana más temprana de la Cueva de Coxcatlán en el valle, por lo que obtuvieron fechas de radiocarbono para varios huesos de conejo y venado que se recolectaron de la cueva en la década de 1960 como parte del Proyecto Arqueológico-Botánico Tehuacán. Las fechas de los huesos llevaron repentinamente a Somerville y sus colegas en una dirección diferente con su trabajo.

Los rangos de fechas para las muestras de hueso de la base de la cueva oscilaron entre 33.448 y 28.279 años. Los resultados se publican en la revista académica Latin American Antiquity. Somerville dice que a pesar de que estudios anteriores no habían fechado elementos del fondo de la cueva, no esperaba una edad tan avanzada. Los hallazgos se suman al viejo debate sobre una teoría de que los primeros humanos cruzaron el puente terrestre de Bering hacia las Américas hace 13.000 años.

"No estábamos tratando de opinar sobre este debate o incluso de encontrar muestras realmente antiguas. Solo estábamos tratando de ubicar nuestro estudio agrícola con una línea de tiempo más firme", dijo Somerville en un comunicado. "Nos sorprendió encontrar estas fechas realmente antiguas en el fondo de la cueva, y eso significa que debemos observar más de cerca los artefactos recuperados de esos niveles".

Uno de los huesos fechado para el estudio.

Somerville dice que los hallazgos brindan a los investigadores una mejor comprensión de la cronología de la región. Los estudios anteriores se basaron en muestras de carbón y plantas, pero dice que los huesos eran un mejor material para la datación. Sin embargo, aún quedan preguntas. Más importante aún, ¿existe un vínculo humano con la capa inferior de la cueva donde se encontraron los huesos?

Para responder a esa pregunta, Somerville y Matthew Hill, profesor asociado de antropología de la ISU, planean observar más de cerca las muestras de hueso en busca de evidencia de marcas de corte que indiquen que los huesos fueron masacrados por una herramienta de piedra o humana, o alternancias térmicas que sugieran la los huesos se hervían o se asaban al fuego. Él dice que las posibles herramientas de piedra de los primeros niveles de la cueva también pueden dar pistas. "Determinar si los artefactos de piedra eran productos de fabricación humana o si eran simplemente piedras astilladas de forma natural sería una forma de llegar al fondo de esto", dijo Somerville. "Si podemos encontrar pruebas sólidas de que los seres humanos de hecho fabricaron y utilizaron estas herramientas, esa es otra forma de avanzar".

"Hacer retroceder la llegada de humanos a América del Norte a hace más de 30.000 años significaría que los humanos ya estaban en América del Norte antes del período del Último Máximo Glacial, cuando la Edad de Hielo estaba en su peor momento", dijo Somerville. "Gran parte de América del Norte habría sido inhóspita para las poblaciones humanas. Los glaciares habrían bloqueado por completo cualquier paso sobre tierra procedente de Alaska y Canadá, lo que significa que la gente probablemente habría tenido que llegar a América en embarcaciones por la costa del Pacífico".

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El esqueleto de Mtoto -traducción de niño en el idioma swahili- forma parte del enterramiento humano más antiguo de África. De sus restos se deduce que tiene entre 2,5 y 3 años de edad y su tumba data de hace más de 78.000 años. Este hallazgo reciente en el yacimiento de cuevas de Panga ya Saidi, en la costa tropical de las tierras altas de Kenia, liderado por un grupo de científicos españoles y publicado este miércoles en la revista Nature, constituye un importante avance en la evidencia sobre los primeros comportamientos complejos del ser humano y contribuye a esclarecer el misterio de cuándo y cómo comenzaron las prácticas mortuorias de nuestra especie.

El esqueleto fue encontrado en “posición flexionada”, según recoge el estudio, y corresponde a nuestra especie, el Homo Sapiens. En este sentido, el hallazgo es muy revelador: pese a que África es considerada como la cuna del ser humano moderno, no se tienen sólidas evidencias sobre enterramientos en el vasto continente y, de las que se dispone información, resulta ser ambigua. Es por ello que el cuerpo de Mtoto “arroja luz sobre cómo las poblaciones de la Edad de Piedra Media (o MSA, siglas en inglés de Middle Stone Age)” llevaban a cabo ritos y prácticas mortuorias e interactuaban con sus muertos.

“Las prácticas funerarias son evidencias de que el ser humano vive en el mundo físico y en el mundo simbólico”, reflexiona al respecto María Martinón-Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, que ha liderado la investigación.

Esta investigación tiene larga data. Los primeros fragmentos de hueso se encontraron en el año 2013, pero no fue hasta la excavación de 2017 cuando la cavidad en la que se hallaba el cuerpo quedó completamente expuesta, según explica el CNIEH. Esta cavidad, de forma circular, estaba situada a unos tres metros por debajo del suelo actual de la cueva, y se encontró rellena de sedimento y una acumulación de huesos frágiles y muy degradados. Como consecuencia de esta delicadeza, todo el bloque fue escayolado.

Una vez protegido por la escayola, el bloque viajó primero a la capital keniata (Nairobi) y, más tarde, a Burgos, al CENIEH, donde se realizó un análisis de estos restos. Dos dientes dieron la pista de cuál podría ser la edad de la primera persona enterrada de la que se tiene constancia, confirmado con posterioridad: pertenecían a un niño humano de entre 2 años y medio y 3 de edad al que apodaron Mtoto. En Burgos “comenzaron a perfilarse partes del cráneo y la cara”, explica Martinón-Torres, "con la articulación intacta de la mandíbula y algunos dientes cuya raíz aún no se había formado", añade la paleontóloga en un comunicado. La científica matiza que “la articulación de la columna vertebral y las costillas también se conservaba, e incluso se mantenía la curvatura de la caja torácica”, manifiesta la directora del CNIEH. "Todo esto apuntaba a que se trataba de un enterramiento deliberado y que la descomposición del cuerpo había ocurrido en la misma cavidad en la que se habían hallado los huesos", explica sobre este hallazgo.

María Martinón-Torres, primera firmante del estudio.

Del análisis microscópico de los huesos y del suelo se desprende que el cuerpo de Mtoto, tras ser depositado, fue cubierto con tierra rápidamente y, además, el análisis de los restos del pequeño de apenas 3 años de edad también apuntan al uso de un sudario o mortaja o a un enterramiento en una tierra densamente apretada, según revela este estudio, que ha ocupado este miércoles la portada de Nature. Pese a la importancia de este hallazgo, el motivo de la falta de enterramientos de fechas equivalentes en el continente africano continúa siendo un misterio y podría reflejar la existencia de diferentes prácticas mortuorias entre continentes o evidenciar la necesidad de un trabajo de campo más exhaustivo. No obstante, esta investigación plantea nuevos interrogantes y ya constituye un avance paleontológico muy relevante.

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La paleontología es la ciencia natural que estudia e interpreta el pasado de la vida sobre la Tierra a través de los fósiles. Se encuadra dentro de las ciencias naturales, posee un cuerpo de doctrina propio y comparte fundamentos y métodos con la geología y la biología con las que se integra estrechamente. Se subdivide en paleobiología, tafonomía y biocronología, y aporta información necesaria a otras disciplinas (estudio de la evolución de los seres vivos, bioestratigrafía, paleogeografía o paleoclimatología, entre otras). Entre sus objetivos están, además de la reconstrucción de los seres vivos que vivieron en el pasado, el estudio de su origen, de sus cambios en el tiempo (evolución y filogenia), de las relaciones entre ellos y con su entorno (paleoecología, evolución de la biosfera), de su distribución espacial y migraciones (paleobiogeografía), de las extinciones, de los procesos de fosilización (tafonomía) o de la correlación y datación de las rocas que los contienen (bioestratigrafía). La paleontología permite entender la actual composición (biodiversidad) y distribución de los seres vivos sobre la Tierra (biogeografía) —antes de la intervención humana—, ha aportado pruebas indispensables para la solución de dos de las más grandes controversias científicas del pasado siglo, la evolución de los seres vivos y la deriva de los continentes, y, de cara a nuestro futuro, ofrece herramientas para el análisis de cómo los cambios climáticos pueden afectar al conjunto de la biosfera.

Se puede considerar a la Paleontología como una división temporal de la Biología. La Biología facilita una información acerca de los seres vivos sin la cual es imposible hacer una interpretación correcta de los fósiles (esta es una de las bases del actualismo). La Paleontología, por su parte, pone de manifiesto e informa al biólogo cuál fue la vida del pasado y su evolución, constituyendo de esta forma la vertiente histórica de la biología. Los fósiles tienen un valor intrínseco ya que su estudio es fundamental para la Geología (correlaciones, interpretación de ambientes sedimentarios, determinación de edades relativas, etc.). En cuanto al aspecto aplicado son numerosos los ejemplos que relacionan ciertos organismos con la génesis de yacimientos minerales (como el fitoplancton con el petróleo, el carbón, los fosfatos, etc.). La geología histórica es inconcebible sin el apoyo de los datos paleontológicos que nos dan información sobre Paleogeografía, Paleoclimatología, Paleo-oceanografía, quimismo de las aguas, etc.). De la misma forma la Paleontología necesita de otras disciplinas como la Bioquímica, la Física o las Matemáticas (especialmente la Estadística). La paleontología es una de las principales disciplinas estudiadas en las ciencias del karst objeto de la espeleología, ocupándose del estudio de los vestigios en cavidades subterráneas.

La historia de la paleontología recorre la historia de los esfuerzos para entender la historia de la vida en la Tierra a través del estudio del registro fósil dejado por organismos vivos. Ya que tiene que ver con la comprensión de los organismos vivos del pasado, la paleontología puede ser considerada como un campo de la biología, pero su desarrollo histórico ha estado estrechamente ligado a la geología y el esfuerzo para entender la historia de la Tierra misma. En la antigüedad, Jenófanes (570-480 a. C.), Heródoto (484-425 a. C.), Eratóstenes (276-194 a. C.), y Estrabón (64 a. C.-24 d. C.) escribieron acerca de los fósiles de organismos marinos que indicaban que su tierra había estado alguna vez bajo el agua. Durante la Edad Media, el naturalista persa Ibn Sina (conocido como Avicena en Europa) trató a los fósiles en su escrito El libro de la curación (1027), en el que propuso una teoría de los fluidos petrificantes que Alberto de Sajonia extendería en el siglo XIV. El naturalista chino Shen Kuo (1031-1095) propondría una teoría del cambio climático basado en evidencia de bambú petrificado. En la Europa moderna, el estudio sistemático de los fósiles surgió como una parte integral de los cambios en la filosofía de la naturaleza que se produjeron durante la Edad de la Razón. La naturaleza de los fósiles y su relación con la vida en el pasado alcanzó mayor comprensión durante los siglos XVII y XVIII; al final del siglo XVIII la obra de Georges Cuvier decidió un largo debate acerca de la realidad de la extinción, lo que llevó al surgimiento de la paleontología asociada a la anatomía comparada como disciplina científica. El creciente conocimiento del registro fósil también jugó un papel creciente en el desarrollo de la geología, especialmente de la estratigrafía. En 1822, el término «paleontología» fue acuñado por Henri Marie Ducrotay de Blainville (editor de la revista científica francesa Journal de physique) para referirse al estudio de los antiguos organismos vivos mediante fósiles, y durante la primera mitad del siglo xix las actividades geológicas y paleontológicas se volvieron más organizadas con el crecimiento de sociedades y museos geológicos y con el número creciente de profesionales geólogos y especialistas en fósiles. Este hecho contribuyó a un rápido aumento del conocimiento acerca de la historia de la vida en la Tierra, y a lograr un importante progreso hacia la definición de la escala temporal geológica basada en su mayoría en evidencia fósil.

Othniel Charles Marsh (1831-1899). Uno de los contendientes en la denominada «Guerra de los Huesos».

Dado que el conocimiento de la historia de la vida continuó mejorando, se hizo cada vez más evidente que existía algún tipo de orden sucesivo durante el desarrollo de la vida. Esta afirmación alentaría las teorías evolutivas tempranas sobre la transmutación de las especies. Después de que Charles Darwin publicara El origen de las especies en 1859, gran parte del enfoque de la paleontología se dirigió hacia la comprensión de las vías evolutivas, incluyendo la evolución humana y las teorías evolucionistas. Durante la segunda mitad del siglo xix ocurrió una tremenda expansión de la actividad paleontológica, especialmente en América del Norte. La tendencia continuó durante el siglo xx cuando diversas regiones de la Tierra que se abrieron para la recolección sistemática de fósiles, como lo demuestra una serie de descubrimientos importantes en China, cerca del final del siglo XX. Se han descubierto muchas formas transicionales, y actualmente se cuenta con abundante evidencia de cómo se relacionan todas las clases de vertebrados, gran parte de ella en forma de formas de transición. Durante las últimas dos décadas del siglo XX aumentó el interés en las extinciones masivas y el del papel que juegan en la evolución de la vida en la Tierra. También se renovó el interés en la explosión cámbrica, durante la cual surgieron los planos corporales de la mayoría de los filos animales. El descubrimiento de fósiles de la biota de Ediacara y el desarrollo de la paleobiología extendieron el conocimiento de la vida mucho antes del Cámbrico.

Para celebrar el descubrimiento del cráneo más antiguo que se conoce de los ancestros del hombre, el fósil Toumaï, dado a conocer en Julio de 2002, la prestigiosa revista científica Nature seleccionó 10 hitos de la paleontología que se presentaron en sus páginas. Entre ellos se destacan los cráneos de la Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos).

- Toumaï. Cráneo de hace entre 6 y 7 millones de años, que ha sido descubierto en Chad por Michel Brunet y sus colegas.

- Niño de Taung. Es un cráneo de Australopithecus africanus, de hace entre 2 y 2,5 millones de años, que encontró Raymond Dart en Surá-frica y que fue dado a conocer en 1925 como el primer hombre- mono. Este fósil marca el inicio de la paleontología humana moderna.

- Cascanueces. Mary Leakey descubrió este cráneo de hace entre 1,5 y 2 millones de años en Olduvai (Tanzania), que fue presentado por su esposo Louis Leakey en 1959 como Zinjanthropus. El apodo viene de su poderosa mandíbula.

- Homo habilis. Louis Leakey anunció en 1964 el Homo habilis, una especie fósil asociado a las primeras herramientas y primer miembro del género Homo. Los fósiles están datados de entre 1,5 y 2 millones de años.

- 1470. Es un cráneo de Homo rudolfensis que fue presentado por Richard Leakey en 1973 y es clave para estudiar el origen del hombre. Tiene 1,8 millones de años.

- Lucy. Es el esqueleto casi completo de una hembra de Australopithecus afarensis de hace 3,3 millones de años. Fue descubierto en Etiopía por Donald Johanson y sus colegas, que lo apodaron Lucy por la canción Lucy in the sky with diamonds de los Beatles. Lo presentaron en 1976. El hallazgo de un cráneo en 2019 demuestra que la especie de Lucy no vivió sola.

- Huellas de Laetoli. Estas huellas de hace 3,5 millones de años son el rastro más antiguo de homínidos bípedos; fueron halladas por Mary Leakey en Laetoli (Tanzania) y presentadas en 1979.

- Niño de Turkana. Es un esqueleto de un Homo erectus de hace 1,6 millones de años publicado por Richard Leakey en 1985.

- ADN de Homo Sapiens. En 1987, Cann, Stoneking y Wilson expusieron su análisis genético, que situó el origen de la humanidad moderna en África hace entre 100.000 y 200.000 años.

- Atapuerca. Los fósiles y los tres primeros cráneos de hombres preneandertales de hace casi 400.000 años fueron hallados en la Sima de los Huesos (Atapuerca) por Juan Luis Arsuaga y sus colegas; los presentaron en 1993. Es el único hallazgo de los 10 principales de Nature situado fuera de África.

- Ramidus. Unos fósiles de una especie muy primitiva (Australoputhecus ramidus) de más de cuatro millones de años fueron hallados por Tim White en Etiopía y dados a conocer en 1994.

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