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11 - Abril - 2024
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La descorazonadora imagen que proyecta la basura marina, sobre todo plástico, que se acumula a lo largo de los 8.000 kilómetros de la costa española es solo la punta del iceberg de lo que suponen esos residuos. Estos elementos atentan contra los animales marinos, degradan los hábitats y favorecen el asentamiento de especies exóticas en detrimento de las locales. Los plásticos representan el principal problema, al ser el ‘rey’ de los productos de usar y tirar, que acaban aterrizando en las playas en forma de pajitas, botellas, bolsas, envoltorios, guantes, cubiertos … de manera que representan más del 70% de la basura marina varada en las playas españolas. Es un dato proporcionado por un informe anual elaborado en 2021 por la Dirección General de la Costa y el Mar, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, un porcentaje que se ha mantenido estable desde 2013, cuando se publicó el primero de estos estudios sobre el estado de 26 playas españolas en sus cinco demarcaciones marinas.

A partir de entonces, y en cifras de 2021, los polímeros acaparaban el 71,8% de los residuos encontrados en la costa, un porcentaje alarmante que en otras zonas europeas llegaba a representar incluso el 90% de esa basura marina. Una simple botella de agua puede tardar en degradarse varios siglos, por lo que los plásticos tienen garantizada una larguísima estancia en el medio natural. Durante ese tiempo, algunos polímeros comienzan a deteriorarse a causa de ciertos factores como la fotodegradación que sufren al estar expuestos al sol y se fragmentan, llegando a convertirse en microplásticos, por lo que el problema continúa.

Tanto los microplásticos causados por esa degradación como aquellos que han sido introducidos intencionadamente (en productos cosméticos o de higiene personal, por ejemplo) pueden entrar en el tracto digestivo de las especies marinas y acabar siendo ingeridos en última instancia por el ser humano, que los captura para su consumo a través de la pesca.

La demarcación Noratlántica, que incluye el análisis de las playas de Agiti (Gipuzkoa), Meñakoz (Bizkaia), Oyambre (Cantabria), Vega (Asturias) y Covas (Lugo), es donde más plásticos se detectaron: un 82,9% de todos los artículos abandonados, principalmente piezas de plástico no identificables, cuerdas y cordeles de plástico. Muy por detrás, los residuos higiénicos (8,5%). Un porcentaje del origen de las basuras marinas identificables se debieron a actividades pesqueras (19,3%), aguas residuales (18,3%),

En la demarcación sudatlántica: se analizaron aquel año las playas de Castilla en Huelva, así como la de Valdevaqueros y Castilnovo, ambas en Cádiz. De nuevo, los plásticos, el 65% de la basura marina, en forma de cuerdas y cordeles, piezas sueltas, botellas y garrafas de diferentes bebidas, entre otros. Durante los rastreos también se encontraron restos de vidrio (8,2%) y de cerámica (6,9%). El estudio asociaba el 80% de estas basuras a actividades pesqueras, aunque también al turismo desarrollado en la playa (18,2%), a la navegación (9,5%) o al comercio u hostelería (9,4%) principalmente.

Valdevaqueros era elegida como la mejor playa de España 2021 por Traveler.

La demarcación del Estrecho y Alborán abarca las playas de Bajamar en Málaga, Carchuna en Granada y Balerma en Almería, donde el 73,8% de los desechos eran plásticos, junto a objetos de papel (11,1%), objetos metálicos (5,8%) y residuos higiénico-sanitarios (3,8%). De nuevo la actividad pesquera (83%), el turismo en playa (15,5%), navegación (9,5%), comercio u hostelería (9,4%), la acuicultura (9,1%) o las aguas residuales (8,9%), entre otros, estaban detrás de la concentración de basura marina en este frente costero. Los artículos más frecuentes, las cuerdas y cordeles de plástico, las piezas de plástico no identificables, las colillas de cigarrillos, tapas, tapones y corchos de plástico.

Tras analizar las playas de La Llana (Murcia), La Gola (Alicante), Mareny (Valencia), La Basseta (Castellón), Eucaliptos (Tarragona), Cal Francesc (Barcelona), Can Comes (Gerona) y Es Trenc y Levante (Islas Baleares), una vez más el plástico era el objeto más encontrado (71,2%), seguido de objetos de papel (12,8%), residuos higiénico-sanitarios (6,3%) y objetos metálicos (2,7%). En este caso era el turismo que se desarrolla en la playa el principal origen de las basuras marinas identificables, siendo el origen del 84% de los objetos encontrados, y no la actividad pesquera, que suponía el 13,5%. Por detrás, el comercio u hostelería (11,1%) y la navegación (9,1%). Los objetos más encontrados eran las piezas de plástico no identificables, las colillas de cigarrillos, las piezas de plástico no identificables y bastoncillos de algodón.

La demarcación canaria incluye las playas de El Socorro (Tenerife) y Janubio (Las Palmas). Los plásticos fueron los objetos más frecuentes (71,8%) junto a los objetos de papel (17,7%), residuos higiénico-sanitarios (3,2%) y objetos metálicos (2,7%). Los objetos más comunes, las piezas de plástico no identificables, las colillas de cigarrillos, tapas, tapones y corchos de plástico. En el 87% de los casos el origen era el turismo en playa, seguido de las actividades pesqueras o las aguas residuales. No obstante, es preciso destacar que la demarcación canaria es en la que menor número de plásticos por cada 100 metros se encontraron, en concreto 123, frente a los 7.468 recogidos en la Noratlántica. La Levantino-Balear presentó 6.616 plásticos por cada 100 metros, 3.170 en el caso de la de Estrecho y Alborán y, en menor medida, la Sudatlántica, con 349 plásticos.

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El 70% de la contaminación de nuestros océanos es plástico, y cada nueva pieza que agreguemos va a permanecer allí durante al menos 500 años. Después de ese tiempo se fragmentará, y liberará problemas todavía más graves: microplásticos y aditivos químicos. A nivel mundial, sólo el 9% de los plásticos se reciclan, además de perder parte de sus propiedades. Pero según un artículo que acaba de publicar la revista Science, la cosa podría estar a punto de cambiar. Un equipo de investigadores de las universidades de Graz y Montpellier acaba de producir un tipo de plástico que se crea a partir de materiales vegetales renovables. Es más, aseguran, es fácilmente reciclable, ya que puede descomponerse en metanol, lo que permitiría su entrada en una economía circular.

En el reciclaje de circuito cerrado, un polímero se podría procesar en un nuevo material sin sacrificar sus propiedades y conservando su valor. Bajo este régimen de reciclaje, tanto la producción mundial de plástico como los residuos disminuirían.

Un polímero es una sustancia compuesta por grandes moléculas, o macromoléculas formadas por la unión mediante enlaces covalentes de una o más unidades simples llamadas monómeros.?

Los plásticos termoestables de resina epoxi (ERT) son una clase de plásticos ampliamente utilizados y apreciados por su alta durabilidad, estabilidad térmica y capacidad de mantener permanentemente su forma, lo que los hace ideales para muchos usos industriales: adhesivos, revestimientos, siliconas, espumas, muebles y embalajes. Representan el 18 % de los polímeros actualmente en circulación mundial, lo que supone alrededor de 65 millones de toneladas. Sin embargo, su naturaleza les había hecho casi imposibles de reciclar. La mayoría de los termoestables ven el final de su vida en los vertederos o incineradores, provocando la contaminación del aire, del suelo y del agua, y a su vez graves riesgos para la salud.

Los ERT también suelen fabricarse a partir de bisfenol A (BPA) de origen fósil, que se sabe que plantea graves riesgos para la salud. Como tal, existe una clara necesidad de desarrollar un método para reciclar químicamente los ERT o encontrar reemplazos adecuados para el material derivado de recursos sostenibles o renovables. Aunque se han desarrollado tecnologías innovadoras para alcanzar este objetivo, los métodos químicos para reciclar termoestables siguen siendo difíciles de alcanzar. Para abordar esta necesidad, Xianyuan Wu, investigador de la University of Graz y sus colegas, acaban de presentar una variante de plástico ERT, fuerte y resistente al calor, que deriva totalmente de biomasa vegetal renovable. Es más, afirman, puede descomponerse fácilmente en metanol a temperaturas relativamente suaves, de 60 a 70 grados. Y después de la degradación, todos los productos se pueden convertir nuevamente en materias primas. "A medida que el impacto ambiental de la producción de plástico se vuelve más nefasta, estos estudios demuestran que no se trata de si se puede cerrar el círculo del reciclaje de plástico, sino de cuándo", apuntan Bryce Nicholls y Brett Fors en su artículo en Science.

Brett Fors se centra en el desarrollo de nuevos métodos sintéticos y sistemas catalíticos para controlar la arquitectura, composición y función de los polímeros.

Una reciente encuesta realizada por Ipsos a más de 24.000 personas en 32 países y encargada por WWF y Plastic Free Foundation, concluye que, en promedio, el 85% de los encuestados a nivel mundial considera que es necesaria la redacción de un tratado global para detener la contaminación por plásticos, prohibiendo los que son de un solo uso. Por su parte, Joaquim Rovira Solano, investigador del Centro de Tecnología Ambiental Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) en la Universitat Rovira i Virgili, se preguntaba en declaraciones a Science Media Centre: "Me vienen a la cabeza las siguientes dudas-preocupaciones: ¿Qué hay de los aditivos incorporados en este material cuando se degrada? ¿Se liberarán en el medio más rápidamente y generando picos de concentración más elevados y, por lo tanto, potencialmente más tóxicos que los plásticos tradicionales? Ya hay bastantes estudios al respecto con polímeros como el ácido poliláctico. ¿Generamos micro o nanopartículas susceptibles a tener toxicidad en el medioambiente? Como siempre, damos alternativas a problemas y generamos otros. Tendríamos que abordar este problema desde un punto de vista holístico".

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