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23 - Agosto - 2019
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Nigeria, el último país de África subsahariana en notificar un caso de polio, lleva tres años sin un nuevo registro de la enfermedad, lo que es un primer paso para certificar a toda la región libre de esta enfermedad, han informado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las autoridades nigerianas. Esta dolencia infecciosa, causada por un virus, no tiene cura, pero es prevenible por vacuna. Los síntomas incluyen fiebre, fatiga, vómitos, dolor de cabeza, y puede llegar a causar, en algunos casos, parálisis en las extremidades. A pesar de este "gran paso", el director ejecutivo de la agencia nigeriana de desarrollo para la salud (NPHCDA), Faisal Shuaib, ha pedido tomarse esta noticia con "una cauta euforia". "El logro evidentemente no hubiera sido posible sin las nuevas estrategias adoptadas contra la poliomielitis y otras enfermedades prevenibles por vacunación", ha subrayado Shuaib en un comunicado. El último brote de polio en Nigeria —y en todo lo que la OMS considera región africana, que no incluye algún país subsahariano como Somalia o Sudán del Sur— se declaró en 2016 en el noreste del país.

Nigeria ya fue excluida de la lista de países endémicos en 2015, pero dos años después se produjo un rebrote. Los casos reportados entonces por las autoridades nigerianas fueron los de dos niños afectados por parálisis flácida y se produjeron en el Estado de Borno, al nordeste del país, que es una zona azotada por un conflicto con el grupo yihadista Boko Haram donde las campañas de vacunación no se pudieron llevar a cabo. De hecho, aquella primera vez que Nigeria fue declarada libre de polio, desde la OMS se advirtió que en amplias áreas de los estados controlados por los terroristas no se habían podido realizar las campañas ya que no solo tenían los territorios bajo control, sino que incluso habían señalado a los vacunadores como uno de sus objetivos. La OMS en aquel momento temió que el virus pudiera estar circulando fuera de control y que se produjeran nuevos contagios, algo que finalmente no se ha producido.

Desde aquella notificación, Nigeria ha llevado a cabo "esfuerzos loables" para acabar con el virus, según el encargado de la OMS en el país, Peter Clement. Desde 2012, prácticamente se ha quintuplicado la cantidad de voluntarios que participan en la movilización de comunidades durante las campañas de inmunización. Una vez cumplidos los tres años sin nuevos casos, el país tendrá que dar los últimos datos sobre la enfermedad en marzo de 2020, y si se comprueba que no ha habido ningún contagio, la región entera será declarada libre de polio a mitad de 2020, dejando solo a la zona del Mediterráneo oriental —que incluye el norte de África, Oriente Medio y Lejano oriente— como la única con casos de la enfermedad en todo el mundo. En el resto del mundo, la enfermedad aún está presente en Pakistán y Afganistán.

Un joven con una gorra que llama a acabar con la polio, durante la conferencia en Abuja (Nigeria) en la que se anunciaba que se cumplían tres años sin nuevos casos en el país. AFOLABI SOTUNDE REUTERS EFE

Gobiernos de todo el mundo y otros donantes, prometieron en 2017, 1.200 millones de dólares para ayudar a completar una lucha que ya lleva 30 años contra la poliomielitis. En su peor momento, la epidemia de polio llegó a causar 350.000 parálisis infantiles al año. Pero en 2016 solo se informó de 37 casos y aquel año el número se mantiuvo en seis. Por más impresionantes que sean estos avances, la victoria contra la polio todavía no está asegurada. Y hay un factor que será determinante para el éxito: las mujeres vacunadoras.

Las mujeres llevan mucho tiempo en la vanguardia de la lucha mundial contra la polio. En lugares como las zonas tribales de Pakistán, es común que no se permita el ingreso de vacunadores varones desconocidos a las casas; pero las trabajadoras sanitarias pueden entrar y ofrecer otros servicios sanitarios básicos.

En los lugares donde la polio aún persistia en aquellos años (Pakistán, Afganistán y Nigeria), las vacunadoras como Deepika trabajaban sin descanso para llegar a cada niño. Esta "última milla" era la campaña global para erradicar la enfermedad. Según un informe publicado en aquella época, más de un millón de niños estaban sin vacunar, de los que 858.000 estaban en Pakistán.

The World Bank es una de las mayores fuentes de financiación y conocimiento del mundo para los países en desarrollo. Sus cinco instituciones comparten el compromiso de reducir la pobreza, aumentar la prosperidad compartida y promover el desarrollo sostenible.

The ‘last mile’, fue la gran campaña para la erradicación mundial de la poliomielitis.

Hace treinta años, la poliomielitis afectaba a casi 350.000 personas al año en 125 países. En 2017, el poliovirus estaba circulando en solo dos países, Afganistán y Pakistán, donde se reportaron cinco casos nuevos en 2017. Pero el progreso para eliminar la poliomielitis en la región ha sido difícil, particularmente en el noroeste de Pakistán, un área afectada por inundaciones mortales, conflictos en curso y ataques contra los trabajadores de la salud de la vacuna. En muchos países en desarrollo, y en Pakistán en particular, las barreras para mejorar el desempeño de inmunización de rutina no son solo financieras sino sistémicas. Aunque Pakistán ha hecho grandes avances en la prestación de servicios, la cobertura de inmunización en el país se ha estancado desde la década de 1990, con una proporción de niños que están completamente inmunizados que oscila entre el 16% en Baluchistán y el 82% en Punjab , y varía considerablemente entre las divisiones socioeconómicas.

Para muchos países donde se ha eliminado la poliomielitis, se ha logrado el éxito a través de fuertes programas nacionales de inmunización rutinarios que incluyen una vacuna contra la polio. Para alcanzar y mantener la interrupción de la transmisión del poliovirus en Pakistán y Afganistán, fueron esenciales estos programas, con una cobertura alta y equitativa. La comunidad internacional ha realizado una gran inversión en la erradicación de la poliomielitis, incluidos más de 800 millones de dólares del Grupo World Bank desde 2003. Más de un tercio de la inversión ha sido en Pakistán. Pero sabemos que la poliomielitis en cualquier lugar es una amenaza, y que esto es particularmente cierto en países con sistemas de salud débiles.

Por lo tanto, fortalecer los sistemas de salud y los programas de inmunización de rutina es imprescindible para salvaguardar las inversiones y los progresos realizados a nivel mundial. Uno de los aspectos más destacados del esfuerzo de erradicación mundial de la poliomielitis y el fortalecimiento de la inmunización han sido los esfuerzos financieros innovadores de muchos socios internacionales para el desarrollo, incluido el Rotary International, que apoyan los esfuerzos de los gobiernos en varios países.

Gavi, la Alianza de Vacunas, reúne a países, donantes, organizaciones de desarrollo, organizaciones de la sociedad civil y la industria de las vacunas, para aprovechar los recursos disponibles y los instrumentos financieros innovadores. Gavi también está en una posición única para realizar inversiones de impacto y agrupar la demanda de vacunas de países de bajos ingresos para reducir los precios de las nuevas vacunas. El Grupo World Bank está aportando mecanismos financieros innovadores y experiencia para ayudar a los países a forjar un camino hacia el financiamiento sostenible de la inmunización.

La Fundación Gates ha sido un socio clave en la provisión de recursos financieros y técnicos para utilizar plenamente las herramientas proporcionadas por el Grupo World Bank . Pero las inversiones en inmunización global por sí solas no son suficientes para garantizar la erradicación de enfermedades como la poliomielitis. Los esfuerzos a nivel de país son fundamentales para tener éxito y Pakistán ofrece un buen ejemplo de país y socios que se unen para abordar integralmente la inmunización.

La Fundación Bill y Melinda Gates es la fundación privada de caridad más grande del mundo.

El Programa Ampliado de Inmunización (EPI) del Gobierno de Pakistán, cuyo objetivo es inmunizar a todos los niños contra ocho enfermedades prevenibles por vacunación, incluida la poliomielitis, es una asociación conjunta entre el gobierno y los socios para brindar apoyo técnico y financiero para hacer realidad la inmunización de rutina para más de 5 millones de niños en Pakistán. En abril de 2016, el Grupo del Banco Mundial aprobó un crédito de 50 millones de dólares de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Grupo World Bank para ayudar a los países más pobres. El crédito ayudó a Pakistán a aumentar la disponibilidad de vacunas para enfermedades infecciosas, incluida la poliomielitis. Las actividades se centraron particularmente en niños menores de dos años en los hogares más pobres donde la cobertura de inmunización es más baja.

Como parte del Proyecto Nacional de Apoyo a la Inmunización (NISP), Pakistán aumentó el acceso a vacunas más novedosas.

La Fundación Bill y Melinda Gates también apoyó el proyecto a través de un innovador mecanismo de reducción, que permite la conversión parcial del crédito de la AIF en una subvención si el proyecto logra sus objetivos. Un enfoque similar en Nigeria tuvo similar éxito. En 2015, el país pudo interrumpir con éxito la transmisión de la enfermedad de la poliomielitis.

La inmunización en sí misma debe verse como un indicador clave y un servicio de salud fundamental de un sistema de salud funcional para lograr la Cobertura Universal de Salud (CUS). El Grupo World Bank ayuda a los países a fortalecer la sostenibilidad financiera del sector en su conjunto, brindando a más niños un acceso equitativo y asequible, a un paquete básico de intervenciones. La inmunización es a largo plazo la intervención más rentable para prevenir muchas de las enfermedades infecciosas graves de la infancia. No sorprende que los países que están más avanzados en el logro de la cobertura universal de salud también sean líderes en inmunización, ayudando a sus ciudadanos a disfrutar de una mejor salud y mejores medios de vida.

Los niños paquistaníes más inaccesibles son aquellos que viajan, visitando a diversos parientes mientras sus familias buscan una vida mejor, lo que a menudo implica cruzar la frontera con Afganistán. Algunos de estos niños reciben la vacuna en puestos de frontera, pero muchos no. Por eso el consejo supervisor propuso adoptar una estrategia distinta: no buscar a los niños en tránsito, sino allí donde residan, por corta que sea su estadía. Esto demandaba un profundo conocimiento local, para poder prever cuándo regresaria un niño al pueblo y enviar entonces a una vacunadora. ¿Y quiénes pueden estar mejor informadas al respecto que las mujeres de las comunidades necesitadas de este servicio?

En el distrito paquistaní de Kohat, al sur de Peshawar, las vacunadoras ayudaron a reducir la cantidad de niños sin vacunar de 30.000 a 22.000, y la cantidad de rechazos a las vacunas de unos 4.000 a 400. Estas valientes y esforzadas mujeres hicieron su trabajo enfrentando grandes obstáculos que incluian la falta de seguridad para ellas mismas. Una trabajadora sanitaria contó en 2017 que desde hacía 16 años iba de puerta en puerta para vacunar a niños contra la polio. Su familia le rogaba que lo dejara, pero ella siguió, alentada por el hecho de que en la zona donde vivia no había un solo caso de parálisis infantil desde hacia años. Pero en Quetta, el lugar de Pakistán con más niños vulnerables, había escasez de vacunadoras. En esa zona la cantidad de casos de polio confirmados iba en aumento.

Las dos ciudades nos muestran cómo funcionaba el combate a la polio: el éxito o el fracaso dependia de las vacunadoras. Para mantenerlas en esta lucha, era esencial allanarles los obstáculos que enfrentaban, como la inseguridad personal, las restricciones sociales o la poca remuneración.

Las vacunadoras que desafían los prejuicios y transforman vidas en Bangladesh.

Desde que en 2014 Unicef comenzó a priorizar la contratación de mujeres para su programa de erradicación de la polio, la cantidad de vacunadoras creció en forma impresionante. Casi el 62% de quienes administran la vacuna en Nigeria son mujeres; porcentaje que en Pakistán es de un 58% y en Afganistán, 30%. Aidan O’Leary, coordinador para Unicef de la campaña contra la polio en Pakistán, señaló: "Nuestras vacunadoras son las que están impulsando todo el avance operativo que hemos logrado". Es verdad que en esta lucha global hay otras personas involucradas, además de las vacunadoras. Líderes religiosos y locales han tenido un papel fundamental en promover la comprensión y la participación de la gente y, en ocasiones, las vacunadoras necesitan que las proteja personal policial y militar. Y, po r supuesto, la campaña no hubiera tenido continuidad sin compromiso político en las esferas más altas. Pero en última instancia, las mujeres de las comunidades interesadas conocen el terreno como nadie y son las mejor preparadas para cumplir la tarea. Completar la última milla demandará creatividad y tenacidad, y el apoyo de Gobiernos y donantes a estas mujeres que nos ayudarán a cruzar la línea de llegada hacia un mundo en el que nunca más enferme un solo niño de polio.

La circulación de noticias falsas sobre supuestos efectos negativos de las vacunas ha llegado a India, donde la desinformación y las pobres infraestructuras que conectan su vasta geografía ya eran un problema logístico importante para el desarrollo del programa de inmunización más grande del mundo, que trata de cubrir a cerca de 444 millones de menores. Solo en Bombay, capital económica del país y epicentro de la industria del entretenimiento, decenas de colegios impidieron en 2018 que los funcionarios sanitarios realizasen las campañas de vacunación “debido a rumores sobre sus posibles peligros" compartidos en WhatsApp, según un reportaje del Wall Street Journal.

“Hemos recibido informes de comunidades reacias a vacunar a menores y actuamos en consecuencia”, confirmó el doctor Pradeep Haldar, comisario adjunto de la División de Inmunización del Ministerio de Salud de India. Aunque no se refiere a negativas de ningún centro escolar en particular. “No obligamos a vacunar a la población, pero reforzamos nuestras estrategias de comunicación en redes sociales y otros medios para acabar con mitos y creencias equivocadas”, explicó Haldar, que subrayó el esfuerzo realizado por la campaña nacional de vacunación india: se ha inmunizado a más de 310 millones de niños según datos del Gobierno, cuando apenas la mitad estaban vacunados en la década de los noventa. Ahora, una campaña de desinformación del movimiento antivacunas amenaza el esfuerzo de las autoridades sanitarias en India. Según la investigación realizada por el Wall Street Journal, el mensaje “No uses vacunas. Salva la vida de nuestros niños” está siendo compartido a través de WhatsApp, junto a enlaces sobre autismo y otras enfermedades, además de vídeos vinculados a cuentas estadounidenses de YouTube. En febrero de 2019, en Estados Unidos, la permisividad de Facebook (dueño de Whatsapp) con respecto a anuncios de "controversias sobre vacunas" para cerca de 900.000 interesados y la propaganda en canales privados provocó una respuesta de la compañía ante la presión de las autoridades sanitarias.

Una enfermera de la localidad india de Jamarasuan prepara una vacuna durante una campaña de inmunización infantil. UNICEF

Un mes después, Facebook informaba de que la compañía había decidido tomar medidas contra las cuentas que patrocinaban engaños relativos a las vacunas identificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. La decisión se hizo extensiva a otras plataformas digitales. Así, Instagram también decidió bloquear esos contenidos y Amazon eliminó algunos documentales antivacunas de su servicio de retransmisión Prime Video tras un reportaje de CNN que informaba de la presencia de comentarios antivacunas en la web. En Mayo de 2019, aprovechando la semana mundial de inmunización y tras los brotes de enfermedades prevenibles con vacunas, el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) inició la campaña #VaccinesWork (#VacunarFunciona) para concienciar a través de redes sociales sobre la importancia de proteger la salud de los menores. La organización insiste en que las campañas de vacunación contra el sarampión, la neumonía, el cólera o la difteria salvan tres millones de vidas anualmente, subraya que alrededor de 1,5 millones de niños murieron en 2017 debido a enfermedades para las que existen vacunas y alerta del “peligroso aumento de brotes de sarampión en países de rentas altas” debido, entre otras cosas, a “la desinformación en medios digitales y redes sociales”. Esto se une al escepticismo y a la falta de acceso a vacunas en países en vías de desarrollo.

A pesar del ser uno de los mayores productores y exportadores de vacunas del mundo, India es hogar de casi un tercio de los 20 millones de niños sin inmunidad o vacunados deficientemente. Según informa Forbes India, el 44% de los menores del país no reciben cobertura completa, lo que hace que un millón mueran anualmente antes de cumplir cinco años. De acuerdo con los datos de Unicef, que se refiere a la situación de los países de rentas bajas como “crítica”, cerca de 2,9 millones de menores indios no han recibido la primera dosis contra el sarampión, convirtiéndolo en el segundo país del mundo con mayor proporción de población infantil sin inmunidad y donde, además, decenas de miles de bebés nacen con deformaciones por la rubeola. De los más de 1.250 millones de habitantes del subcontinente indio, un 65% de la población habita en zonas rurales con pobres sistemas educativos y de infraestructuras.

Allí, las vacunas son vitales para evitar brotes. Y las campañas de sensibilización, imprescindibles para acabar contra prejuicios y creencias equivocadas. Pero la desinformación sobre la importancia de la inmunización de la población vulnerable también afecta a las grandes ciudades. A comienzos de 2019, más de 300 escuelas privadas de Nueva Delhi, capital de India, optaron por no participar en la campaña contra el sarampión y la rubeola (MRV, en sus siglas en inglés) alegando falta de confianza. También en febrero de ese año, el Ayuntamiento de Bombay, responsable de la inmunización local, amenazó con cancelar la licencia de 16 escuelas públicas y privadas ante su negativa a participar en el programa de vacunas.

El escepticismo de algunas comunidades locales indias se agrava con la reciente llegada de campaña antivacunas en WhatsApp, una información difícil de controlar y al que 300 millones de nuevos usuarios, con escasa educación digital, tienen acceso gracias a la llegada de internet a casi todos los rincones de la geografía india en los últimos años. A diferencia de Facebook y otras redes sociales, donde el contenido público puede ser supervisado, WhatsApp es una aplicación de mensajería personal. Según un estudio de la BBC, el 72% de sus usuarios en India encuentran dificultades para diferenciar contenidos falsos en la red de mensajería por excelencia, donde el 37% de los mensajes están relacionados con conspiraciones tecnológicas La campaña antivacunas no ha originado reacciones en India, por ahora, aunque el país no es ajeno a la repercusión de noticias falsas en WhatsApp.

A principios de 2018, un aluvión de linchamientos a causa de bulos por las redes sociales causó varias decenas de muertos en el país.

El aire de Nueva Delhi está tan contaminado que respirarlo equivale a fumar 45 cigarrillos al día.

En el vecino Pakistán, una serie de ataques a trabajadores humanitarios a principios de 2019 hizo que cundiese el pánico ante una escalada de violencia contra los equipos sanitarios que intentan acabar con la polio. Es la tercera nación del mundo con mayor proporción de población infantil sin inmunidad, Pakistán es uno de los tres países que no ha acabado con la transmisión de esta enfermedad debido a la desconfianza, inflamada por las alegaciones de que la inteligencia estadounidense habría usado una campaña de vacunación falsa para encontrar a Bin Laden.

Minda Dentler sobrevivió a la polio y es una activista para la salud mundial. En 2013 fue la primera atleta mujer en silla de ruedas que completó el Ironman World Championship, en Hawái.

Hace unos años, parecía que la campaña global para erradicar la poliomielitis se había estancado. Tras décadas de trabajo continuo, el virus seguía siendo endémico en Pakistán, Afganistán y Nigeria. Luego, en 2013 y 2014, se descubrió que había vuelto a aparecer en siete países africanos y de Oriente Medio de los que ya había sido erradicado, lo que motivó a la Organización Mundial de la Salud a declarar una “emergencia de salud pública de importancia internacional”. A pesar de este retroceso, el mundo hoy está más cerca que nunca de erradicar la polio. En 2015, hubo solo 74 casos nuevos: 80% menos que el año anterior, y el total anual más bajo de la historia. Y todos se concentraron en solo dos países: 54 en Pakistán y 20 en Afganistán. En 2016 se encarrilaron dieciocho meses sin que el virus se detectara en África. Los motivos detrás de este avance notable son aleccionadores, y muestran los desafíos a los que se enfrenta el personal sanitario y el mejor modo de superarlos.

Los obstáculos contra la erradicación de la polio ya no son médicos: allí donde los programas de vacunación pueden trabajar sin impedimentos, no hay polio. De 2010 a 2016, los casos se dieron casi exclusivamente en cinco países en guerra: Nigeria, Pakistán, Afganistán, Somalia y Siria. Como los programas de inmunización dependen de los gobiernos nacionales y de la OMS (que como organismo especializado de las Naciones Unidas trabaja en conjunto con las autoridades), la vacunación es difícil en áreas donde hay milicias rebeldes enfrentadas al Estado.

La menor incidencia de polio fue en gran medida resultado de un mejor acceso a esas áreas. En Nigeria y Pakistán, la vacunación pudo continuar después de que fuerzas oficiales reaseguraron el control estatal de los territorios en conflicto. En Nigeria, la mayoría de los casos de polio se dieron en el norte y el este del país, donde el grupo terrorista Boko Haram asesinó y secuestró a trabajadores sanitarios, lo que interrumpió los programas de inmunización y dejó a más de un millón de niños sin protección. Pero cuando una fuerza militar regional obligó a los terroristas a replegarse a zonas montañosas y boscosas despobladas, el personal pudo entrar a áreas a las que antes no tenía acceso.

En Pakistán, la polio se concentra en territorios tribales bajo administración federal situados en el noroeste del país, donde son más fuertes los talibanes. En 2012, los líderes de las milicias de la región prohibieron las campañas de vacunación, creyendo que se las usaba para reunir inteligencia para ataques con drones de Estados Unidos. Eso llevó a que entre uno y 3,5 millones de niños pakistaníes no fueran vacunados. La situación cambió a mediados de 2014, cuando el ejército pakistaní recuperó para el control estatal grandes áreas de la región. En un solo año, la cantidad de casos de polio se redujo de 306 a 54.

Recuperar el control de zonas en conflicto por la vía militar no es el único modo de mejorar el acceso de los trabajadores sanitarios, y en algunos casos puede no ser el más eficaz. En Afganistán, Somalia y Siria, ante la falta de capacidad o voluntad del gobierno para imponer su autoridad sobre territorios rebeldes, los trabajadores sanitarios tuvieron que adaptarse a la realidad política, y se pusieron de acuerdo con las milicias para poder entrar.

Los talibanes afganos cooperan desde los noventa con los programas de vacunación contra la polio. En la mayoría de los casos, los líderes locales aceptaron la entrada de los trabajadores sanitarios, porque ven esos programas como un modo de reforzar su autoridad sobre la población dándole protección. Los pocos casos de polio detectados fueron transmisiones a través de la frontera con Pakistán o se dieron en áreas donde la intensidad del conflicto entre los talibanes y el gobierno afgano interrumpió temporalmente las campañas de vacunación.

En cambio, en Somalia el grupo terrorista Al Shabaab no deja trabajar al personal sanitario en las áreas que controla, ya que considera que las campañas de vacunación son parte de un intento extranjero de imponer un gobierno centralizado. Un millón de niños no recibieron la vacuna entre 2010 y 2013, y hubo un brote de polio. Desde entonces, para mejorar el alcance de las campañas se empleó a personal local, para que trabajara con sus propios clanes y negociar con los líderes de las milicias la entrada a las zonas rebeldes.

En Siria, tras el inicio del levantamiento en 2011, el gobierno impidió a la OMS operar en territorios fuera de su control. Más de tres millones de niños quedaron sin vacuna contra la polio, lo que produjo un brote en las regiones rebeldes en 2013. En respuesta, se formó una coalición ad hoc con grupos de la oposición moderados, autoridades turcas y ONG locales, que efectuó una serie de campañas de vacunación y logró contener el brote. La coalición negoció la entrada a las áreas con los líderes rebeldes locales y les permitió elegir voluntarios para dar las vacunas. Diversas milicias (incluso el autodenominado Estado Islámico) permitieron la realización del trabajo en las áreas bajo su control.

Los talibanes y las diferentes agencias sanitarias mantienen un eterno tira y afloja.

La lección es clara. Para que las campañas de vacunación tengan éxito, es necesario el apoyo de los líderes políticos de facto, ya se trate de un estado reconocido por la comunidad internacional o de una milicia repudiada por todos. Por más cuestionable que sea trabajar con grupos como el Estado Islámico, es importante recordar que el objetivo principal de iniciativas como la campaña de erradicación de la polio es mejorar la salud de las personas dondequiera que vivan.

2018. La gran decepción.

2018 fue la gran decepción. 2018 tampoco sería el año en que el mundo celebrase la erradicación de la polio, como se habían fijado las organizaciones y farmacéuticas internacionales que conforman la Iniciativa Global de Erradicación de la Poliomielitis (GPEI, por sus siglas en inglés), tras incumplir plazos previos. Pero se estaba muy, muy cerca de lograrlo y había que hacer un último esfuerzo final. Porque detenerse cuando se está tan cerca de la meta constituiría un potencial desastre que podría revertir en pocos años décadas de esfuerzos, advirtieron los expertos. “Hemos llegado a un punto en el que no podemos parar, porque si lo hiciéramos podríamos muy rápidamente, en apenas diez años, volver a tener más de 100.000 o 200.000 casos de polio al año”, alertó Michel Zaffran, director del Programa de Erradicación de Polio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un encuentro con periodistas con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Poliomielitis que se celebró ese año. A finales de ese periodo, los casos de polio confirmados en todo el mundo se limitaban a 20 en solo dos países del mundo, Afganistán y Pakistán. Junto con Nigeria, son los tres países que la OMS calificaba como “endémicos”, pero en la nación africana hacía ya dos años que no se detectaban nuevos casos, se estaba muy cerca de considerar su certificación.

Si se iba tan despacio, es porque toda cautela es poca cuando se trata de combatir una enfermedad tan difícil y silenciosa como la polio, subrayaron todos los expertos en el encuentro, presencial y virtual, que organizó desde París la farmacéutica Sanofi Pasteur, el principal fabricante de las dos vacunas de referencia contra la enfermedad: la oral y la inyectable con virus inactivado.

Son, en cualquier caso, cifras muy alejadas de las de hace 30 años, cuando el mundo se propuso erradicar la polio y se lanzó la GPEI, una alianza mundial integrada por gobiernos nacionales, la OMS, la Asociación Rotaria Internacional, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) y UNICEF. En 1988, los casos superaban los 350.000 en 125 países. Hace 20 años, la polio paralizaba cada día a mil niños, mientras que en 2010 la cifra total de niños paralizados fue de 1.349, recuerda la OMS.

Estudiar la lucha contra la polio requiere hoy en día casi de un ejercicio de geopolítica. Porque a los desafíos médicos y logísticos que exige un combate como este, se unen los problemas políticos que siguen siendo el principal impedimento para erradicar esta enfermedad, después de haber superado ampliamente —aunque con muchas dificultades— los prejuicios religiosos o tabúes, algo que se ha logrado trabajando estrechamente con líderes religiosos y políticos locales. Si hay zonas en Nigeria a las que los miles de voluntarios que constituyen la primera línea del frente de vacunación —y a menudo, las principales víctimas de los conflictos— no han llegado aún es, sobre todo, por la presencia del grupo terrorista Boko Haram.

Los persistentes conflictos en Afganistán, amenazado tanto por los talibanes como por el Estado Islámico, y el flujo constante de migraciones con el también problemático vecino Pakistán, con el que forma un “bloque epidemiológico”, dificultan la erradicación de la polio, que ya solo persiste en unas zonas muy localizadas en estos países. “Si no hemos logrado erradicar (la polio) es porque se esconde en las zonas más inaccesibles del mundo y es peligroso vacunar ahí”, resumió Zaffran. Y porque no es tan fácil, admitió, acabar con una enfermedad tan extendida hace solo menos de una generación. “Lo que hacemos es algo que no se ha hecho antes, jamás hemos logrado erradicar una enfermedad tan prevalente en el mundo”, subrayó. Sí, está el precedente de la viruela, cuya erradicación fue declarada en 1980. “Pero esa era una enfermedad visible, se podía ver quién estaba infectado y así determinar dónde estaba el virus y proceder a la vacunación para impedir que se propagara”, explicó el experto de la OMS.

La polio por el contrario “se propaga de manera silenciosa y el virus se oculta”, de ahí que sea tan importante, insistieron los expertos, lograr vacunar “a cada niño en cada bolsa poblacional” que haya, por muy remota o peligrosa que sea la zona. Una tarea fatigante, peligrosa y muchas veces frustrante, sí, pero fundamental, subrayan los expertos. Y, también, con claras ventajas económicas: según la profesora de Harvard Kimberly Thompson, que lidera la iniciativa Kid Risk, centrada en evaluar los beneficios de políticas de salud, lo que el mundo se ahorraría si se logra erradicar la polio oscila entre “40.000 y 50.000 millones de dólares”. Una cifra sacada, explicó, de “salvar a ocho millones de niños de esta enfermedad” y, por tanto, no solo eludir los costos de su tratamiento, sino también añadir los beneficios de su productividad como seres humanos no afectados por las terribles discapacidades que pueden llegar a provocar la polio. Solo se necesita, insistió Zaffran, un empujón final. “Podemos acabar este trabajo, podemos erradicar la polio y disfrutar un mundo libre” de este virus para que “nadie, nunca más, tenga miedo de contraer esta terrible enfermedad”. Un legado, afirmó, que merece saltarse una vez más, por un año o dos más, cualquier plazo establecido.

2019. Nuevos casos.

Filipinas se preparaba a finales de 2019 para vacunar frente a la polio a millones de niños tras el diagnóstico de la enfermedad en dos menores, los primeros casos en el país en más de dos décadas. Se trataba de una niña de tres años en Lanao del Sur (isla de Mindanao) y un niño de cinco de una barriada del área metropolitana de Manila. En ambos casos se trataba de virus derivados de la vacuna, una forma de transmisión de la enfermedad que puede producirse de forma muy excepcional cuando las campañas de vacunación son incompletas o irregulares. El viceministro de Salud filipino, Rolando Enrique Domingo, admitió que el alcance de estas campañas "se ha visto reducido en los últimos cinco años".

"Hemos aprendido la lección, es hora de movilizarse y realmente empezar a vacunar a todos los niños, asegurándonos de que la campaña se mantiene todos los años", añadió. Según Domingo, la inmunización frente a la polio solo llega al 70% de los menores de cinco años del país, muy lejos del 95% considerado seguro.

La declaración del brote, formalizada por la autoridades el 19 de Agosto, llegaba en un momento especialmente delicado para Filipinas, que desde enero se ocupaba de forma simultánea de sendos brotes de dengue y sarampión que ya habían causado más de un millar de muertos. También era un momento problemático para la reputación de las vacunas en el país tras la controvertida campaña contra el dengue desarrollada en 2016, la primera llevada a cabo en el mundo contra esta enfermedad. Un grupo de expertos designados por el Gobierno filipino relacionó la vacuna utilizada, Dengvaxia, con la muerte de 119 niños. La empresa fabricante, Sanofi, insistió en la seguridad de la presentación.

La polio es una grave enfermedad infecciosa contra la que no existe tratamiento específico y que afecta al sistema nervioso. Causa parálisis, la mortalidad puede alcanzar hasta el 20% y entre el resto de los afectados los daños irreversibles son muy comunes. El virus que lo causa se propaga con facilidad en zonas con carencias en medidas públicas de saneamiento.

Hay Gobiernos, como el australiano, que están optando por quitar beneficios sociales a aquellas familias que opten por la no vacunación.

El ministro de Salud, Francisco Duque, informó que el virus había sido detectado en el alcantarillado de Davao (la ciudad más grande de Mindanao) y en una parte degradada de área metropolitana de Manila. Duque anunció la extensión de las campañas de vacunación abiertas para alcanzar a cinco millones de niños menores de cinco años. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los últimos años también se han registrado brotes de virus derivados de la vacuna de la polio en Madagascar, Camerún, la República Dominicana y Haití, entre otros.

Estos brotes pueden suceder cuando la vacuna utilizada es la oral, compuesta por virus atenuados. Si en una zona coinciden coberturas vacunales bajas y condiciones higiénicas deficientes, puede producirse una transformación neurovirulenta del virus. Según informes de la OMS, esta transformación se produce de forma "muy excepcional" cuando "el virus atenuado empieza a circular" gracias a la existencia de una "población suficiente de niños sin inmunizar". En estos casos, "si el virus encuentra las condiciones para seguir circulando durante un largo periodo de tiempo, de 12 a 18 meses, puede sufrir mutaciones genéticas que le lleven a recuperar su neurovirulencia". Aunque graves, estos episodios son muy poco frecuentes. Según datos de la OMS, entre 2000 y 2011 se administraron en el mundo más de 10.000 millones de dosis orales de la vacuna de la polio. En ese mismo periodo de tiempo se registraron 20 brotes, con 580 afectados. Las estimaciones del organismo es que sin la vacuna, más de seis millones de niños hubieran sufrido el azote de la enfermedad en esos 11 años.

El uso de la vacuna oral está justificado en algunos países por su facilidad y comodidad de uso. Esta presentación oral permite además que otros niños que no han recibido la vacuna desarrollen inmunidad igualmente. Esto ocurre porque acaban entrando en contacto con el virus atenuado de forma indirecta. En España, como en el resto de países europeos y desarrollados, la vacuna preferente es parenteral o inyectable, que está compuesta por virus inactivados.

La vecina Malasia recibía la noticia a finales de ese año. Un bebé de tres meses, diagnosticado de poliomielitis, era el primer caso reportado en el país en casi tres décadas. El pequeño afectado, residente en Tuaran, en la isla de Borneo, dio positivo en un examen realizado después de ser ingresado en el hospital con fiebre y debilidad muscular, informó en su momento el director general de Salud, Noor Hisham Abdullah, en un comunicado. "El paciente está siendo tratado en una sala de aislamiento y está en condición estable, pero aún necesita asistencia para respirar", explicó.

Malasia fue declarada libre de poliomielitis en el año 2000, después de informar su último caso conocido de la enfermedad en 1992. Su resurgimiento, venia pocos meses después de que Filipinas, al norte de Borneo, informara sus primeros casos de poliomielitis desde 1993 en septiembre. En aquel caso, dos niños enfermaron por un virus derivado de la vacuna, una forma de transmisión causada por las bajas coberturas de inmunización.

"Si seguimos así, no erradicaremos la polio", se lamentaba Oliver Rosenbauer, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con cierto tono de irritación en la voz. Sin embargo, la verdad es que la lucha contra el virus de la poliomielitis, causante de la parálisis infantil, ha sido un éxito en todo el mundo. La enfermedad se ha erradicado prácticamente en todos los países excepto Pakistán y Afganistán. El año 2019 tenía que haberse convertido en el año de la victoria, el primero tras dos décadas y media de campañas y esfuerzos intensivos para deshacerse de esta dolencia vírica altamente contagiosa en los dos países asiáticos. En la República Islámica de Pakistán las perspectivas eran buenas... hasta el 22 de abril de 2019. A partir de esa fecha se han declarado 91 nuevos casos, siete veces más que en 2018. La mayoría se registraron en Jaiber Pastunjuá, una provincia ultra conservadora del norte del país, fronteriza con Afganistán. ¿Qué ha pasado y por qué Pakistán no consigue librarse de la enfermedad?

En abril de 2019 comenzaron por segunda vez en el año los llamados Días Nacionales de Vacunación (NID, por sus siglas en inglés) en el país. 260.000 colaboradores tenían la misión de vacunar a más de 37 millones de niños y bebés en todo Pakistán. Durante estas campañas, los vacunadores van de casa en casa para comprobar si hay niños y administrarles la inmunización por vía oral. Además, se puede vacunar a los pequeños en los centros de salud, las mezquitas y los hospitales.

Dos colaboradores de la campaña de vacunación junto al peaje de Karachi. También los niños que viajan en los autobuses de paso tienen que someterse a los controles para detectar el virus de la poliomielitis.

La mayoría de los colaboradores proceden de la misma región en la que realizan su tarea. Conocen las costumbres del sitio, han asistido a cursillos en los que se los ha preparado para su misión y han participado en simulaciones en las que han aprendido a tratar con los padres reacios. Según informaba la pakistaní Tayaba Gul, el 22 de abril los vacunadores fueron además a los colegios y las madrasas —instituciones educativas islámicas tradicionales— de Jaiber Pastunjuá. Al cabo de un tiempo, varios niños de una de esas escuelas acudieron al hospital aquejados de diarrea, náuseas y dolor de cabeza, supuestamente a consecuencia de la vacuna.

Cuenta Gul que la noticia corrió como la pólvora, de resultas de lo cual otros padres también llevaron a sus hijos al hospital sin motivo. A las pocas horas aparecieron en Facebook noticias sobre los efectos nocivos de la vacuna de la poliomielitis que se fueron propagando cada vez más. Según Gul, las consecuencias se precipitaron. Los enemigos de la vacunación prendieron fuego a un consultorio médico, y una vacunadora y dos policías que acompañaban a los colaboradores en Jaiber Pastunjuá fueron asesinados. A raíz de estos hechos, alrededor de 100.000 padres se negaron a que sus hijos recibiesen la vital vacuna y la campaña se interrumpió.

La provincia de Jaiber Pastunjuá, en Pakistán.

Sin embargo, Aziz Memon considera que la histeria no estaba justificada. Desde mediados de la década de 1990, Memon lidera el movimiento EndPolioNow (acabemos ya con la polio) en Pakistán. "En el pasado también hemos visto situaciones así", asegura. La diferencia es que esta vez los bulos se propagaron más deprisa por las redes sociales. Continuamente circulan rumores sobre los supuestos efectos negativos de la vacuna para el control de la natalidad de los musulmanes o calificándola de "veneno de los estadounidenses".

Este mes ya hemos hablado de los antivacunas.

La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, también conocida como Expedición Balmis en referencia al médico español Francisco Javier Balmis, fue una expedición de carácter filantrópico que dio la vuelta al mundo y duró desde 1803 hasta 1806. Su objetivo era en principio que la vacuna de la viruela alcanzase todos los rincones del Imperio español, ya que la alta mortandad del virus estaba ocasionando la muerte de miles de niños. El rey Carlos IV apoyó y sufragó con fondos públicos al médico de la corte, el doctor Balmis, en su idea de una vacunación masiva de niños a lo largo del imperio, ya que su propia hija, la infanta María Teresa, había fallecido a causa de la enfermedad. Se considera la primera expedición sanitaria internacional de la historia. Se puede entender globalmente como «una caravana infantil con rumbo al Nuevo Mundo para transportar la vacuna y prevenir las epidemias de viruelas. Dando como resultado uno de los viajes más extraños que tiene como protagonista a la medicina y a la ciencia en el siglo XIX».

En 1796 durante el momento de mayor extensión del virus de la viruela en Europa, un médico rural inglés, Edward Jenner, observó que las ordeñadoras de vacas lecheras adquirían ocasionalmente una especie de «viruela de vaca» o «viruela vacuna» (cowpox) por el contacto continuado con estos animales, y que era una variante leve de la mortífera viruela «humana», contra la que quedaban así inmunizadas. Tomó suero de esta vacuna y consiguió inocularlo a James Philips, un niño de 8 años. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna, pero mucho más leve, y no murió. El resto de los niños inoculados respondieron sorprendentemente bien. Jenner publicó finalmente sus trabajos en 1798, y ya en diciembre de 1800 la vacuna había llegado a España, concretamente a Puigcerdá, de la mano del doctor Francisco Piguillem i Verdacer. Tanta celeridad, en un tiempo en que las noticias viajaban a caballo o en barco de vela, da una imagen de la gravedad de las circunstancias. Rápidamente el método de Jenner se difundió por Europa, y Francisco Javier de Balmis tradujo al español el libro del francés Jacques-Louis Moreau de la Sarthe, en el cual se detallaba el procedimiento para vacunar. Cinco años después de la publicación de este descubrimiento, en 1803, el rey de España Carlos IV, que había perdido a una de sus hijas por la viruela, María Teresa (1791-1794), aconsejado por su médico de corte Balmis, mandó organizar una expedición para extender la vacuna a todos los dominios de Ultramar (América y Filipinas).

Monumento en el puerto de La Coruña en homenaje a los niños de la expedición.

Además, en 1805 se promulgó una real cédula mandando que en todos los hospitales se destinase una sala para conservar el fluido vacuno. El elegido para esta misión fue el alicantino Balmis, que partió de La Coruña con los veintidós niños que iban a llevar el fluido vacuno en sus brazos hasta América, y 2000 ejemplares del libro sobre la vacuna, para establecer juntas de vacunación en las ciudades visitadas que garantizasen la conservación del fluido y la vacunación a las generaciones futuras. Era la primera vez en la historia que se preparaba lo que ahora llamaríamos una misión humanitaria de medicina preventiva, y que significó uno de los primeros pasos para la erradicación de la enfermedad a escala mundial.

Uno de los principales problemas que se presentaron a la hora de idear la expedición fue cómo conseguir que la vacuna resistiese todo el trayecto en perfecto estado. La solución se le ocurrió al mismo Balmis: llevar en el viaje a cierto número de niños, e ir pasando cada cierto tiempo la vacuna de uno a otro mediante el contacto del fluido de las pústulas.

La operación comenzó con el flete del navío María Pita que llevaba a veintidós niños huérfanos (entre tres y nueve años) que habían sido inoculados con la vacuna aún viva en su cuerpo; Balmis, prestigioso cirujano; dos médicos asistentes, dos prácticos, tres enfermeras y la rectora del orfanato Casa de Expósitos de La Coruña Isabel Zendal Gómez. El 30 de noviembre de 1803 zarpó el navío con 37 personas desde el puerto de La Coruña. Entre los veintidós niños había seis venidos de la Casa de Desamparados de Madrid, otros once del Hospital de la Caridad de La Coruña y cinco de Santiago. La vacuna debió ser llevada por niños que no hubieran pasado la viruela, y se transmitió de uno a otro cada nueve o diez días. Niños entre los que se encontraba el propio hijo de Isabel, Benito Vélez, de nueve años, y Andrés Naya (8 años), Antonio Veredia (7 años), Cándido (7 años), Clemente (6 años), Domingo Naya (6 años), Francisco Antonio (9 años), Francisco Florencio (5 años), Gerónimo María (7 años), Jacinto (6 años), José (3 años), Juan Antonio (5 años), Juan Francisco (9 años), José Jorge Nicolás de los Dolores (3 años), José Manuel María (6 años), Manuel María (3 años), Martín (3 años), Pascual Aniceto (3 años), Tomás Melitón (3 años), Vicente Ferrer (7 años), Vicente María Sale y Bellido (3 años) y un niño más que falleció durante el viaje.

Las normas de la expedición indicaban claramente el cuidado que los niños debían recibir. Ninguno de ellos regresó a Galicia.

Cada niño recibió un hatillo que contenía dos pares de zapatos, seis camisas, un sombrero, tres pantalones con sus respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días más fríos. Para el aseo personal: tres pañuelos para el cuello, otros tres para la nariz y un peine; y para comer: un vaso, un plato y un juego completo de cubiertos. La misión consiguió llevar la vacuna hasta las islas Canarias, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Nueva España, las Filipinas y China. El barco llevaba instrumental quirúrgico e instrumentos científicos, así como la traducción del Tratado práctico e histórico de la vacuna, de Moreau de la Sarthe, para ser distribuido por las comisiones de vacunación que se fundaran. La expedición llegó a Santa Cruz de Tenerife, donde pasó un mes vacunando, y salió de Canarias el 6 de enero de 1804, llegando a Puerto Rico el 9 de febrero de 1804. No se necesitó vacunar a la población de Puerto Rico ya que la vacuna fue llevada a la isla desde la colonia danesa de Saint Thomas. El 26 de mayo de 1804 llegó al puerto de La Habana, quedando sorprendidos al observar que la vacunación contra la viruela ya había sido llevada a cabo gracias a la actividad de Tomás Romay.

Capitanía General de Venezuela.

La expedición se dividió en La Guaira: Balmis se trasladó a Caracas, donde instaló la Junta Central de la Vacuna con el apoyo de José Domingo Díaz y Vicente Salias antes de marchar a Puerto Cabello y La Habana. El poeta venezolano Andrés Bello escribió incluso una «Oda a la vacuna» en 1804. José Salvany y Lleopart, el segundo cirujano, se adentró en la Nueva Granada (actuales Colombia,Venezuela, Ecuador y Panamá) y el Virreinato del Perú (actuales Perú, Chile y Bolivia). Le tomo siete años recorrer el territorio, y los esfuerzos del viaje se llevaron la vida del propio Salvany, que murió en Cochabamba en 1810.

Nueva España (1805).

En el territorio del actual México, Balmis recogió veinticinco huérfanos para que mantuvieran la vacuna viva durante la travesía del océano Pacífico, a bordo del navío Magallanes. Partieron el 8 de febrero de 1805 del puerto de Acapulco rumbo a Manila, llegando a dicha ciudad el 15 de abril de 1805.

Capitanía General de Filipinas.

En las Filipinas la expedición recibió una importante ayuda de la Iglesia local para organizar las vacunaciones de indígenas. El 14 de agosto de 1809 el grueso de la expedición regresó a Acapulco, mientras Balmis, descartando volver a tierras novohispanas, siguió avanzando hacia la China. Isabel permanecería en Puebla con su hijo; ya no volverían a España.

Recorrido de la expedición en las Filipinas.

China.

Conociendo que la vacuna no había alcanzado China, Balmis solicitó permiso para marchar hacia Macao, permiso que le fue concedido, partiendo de Manila el 3 de septiembre de 1805. Balmis arribó finalmente, y tras un accidentado viaje a la colonia portuguesa de Macao, el 5 de octubre de ese mismo año se adentró en territorio chino. Vacunó a la población de varias ciudades hasta llegar a la provincia de Cantón.

En su camino de vuelta a España, Balmis consiguió convencer a las autoridades británicas de la isla Santa Elena (1806) para que accediesen a la vacunación de la población. El propio descubridor de la vacuna de la viruela Edward Jenner escribió sobre la expedición:

No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este.

Sobre el mismo hecho Alexander von Humboldt escribía en 1825:

Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia.

La expedición en la ficción:

- 2006: La novelista dominicano-estadounidense Julia Álvarez escribió un relato de ficción sobre la expedición desde la perspectiva de la rectora del orfanato, Isabel Zendal Gómez, en Saving the World (2006).

- 2010: La expedición fue recreada también por la escritora madrileña Almudena de Arteaga en su novela Ángeles custodios, de 2010.

- 2016: La película de TVE 22 ángeles, de Miguel Bardem (2016), está basada en la novela Ángeles custodios (2010).

- 2011: Esta expedición es el tema central de la novela de Antonio Villanueva Edo Los héroes olvidados (2011).

- 2013: El escritor zaragozano Javier Neveo novela la expedición, narrada por uno de los niños, en Los niños de la vacuna (2013).

- 2015: El ganador del Premio Planeta, Javier Moro, cuenta en clave novelística la historia de estos niños en su libro A flor de piel (2015).

- 2017: La escritora española María Solar relata en su libro Los niños de la viruela (2017) los momentos previos al embarque desde La Coruña y la historia de Isabel Zendal con los niños.

En este mundo extraño conviven quienes piensan que Elvis sigue vivo, los que niegan que el hombre pisase la Luna y los que creen que el ser humano y los dinosaurios coexistieron. También están los antivacunas. A diferencia de los anteriores, estos últimos pueden convertirse en un peligro para la salud pública.

Las vacunas son probablemente el mayor avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad. No es una opinión, es lo que asegura la grandísima mayoría de la comunidad científica a la luz de la evidencia de los datos. La Organización Mundial de la Salud estima que evitan entre dos y tres millones de muertes cada año. Sin embargo, al no llegar a todo el mundo, dos millones de personas fallecen anualmente por patologías prevenibles. La poliomielitis, un mal que ocasiona terribles secuelas, está cerca de su erradicación gracias a la inmunización, que también ha logrado rebajar la mortalidad del sarampión en un 74% en solo una década (de 2000 a 2010). Esta enfermedad, que puede ir camino de su completa desaparición por medio de las vacunas, como sucedió con la viruela, está reapareciendo en algunos países ricos donde estaba prácticamente suprimida. En estos mismos lugares, la difteria, una dolencia causada por una bacteria que se caracteriza por la inflamación de las vías respiratorias, es una anécdota, cuando no inexistente. En España, en 1941 se registraron 1.000 casos por cada 100.000 habitantes. En 1945 se inició una campaña de vacunación que fue haciendo desaparecer la dolencia hasta 1987, fecha en la que se registró el último caso. Hasta mediados de 2015, cuando se detectó la bacteria en un niño no vacunado en Olot que acabó falleciendo. En España, como en casi todo el mundo, la inmunización no es obligatoria. Puede rechazarse por motivos de conciencia, por simple ignorancia o por creencias, como sucedió con el menor de Olot. Sus padres eran contrarios a las vacunas y partidarios de las medicinas alternativas, según fuentes de la localidad.

A la vista de la efectividad de las vacunas y de lo que puede suponer rechazarlas, la pregunta es: ¿Qué lleva a unos padres a poner en peligro la vida de sus hijos innecesariamente? ¿Cuáles son estos motivos de conciencia o ideológicos que se anteponen a la salud y al avance científico? El pediatra Carlos González, autor del libro En defensa de las vacunas (Temas de hoy, 2011), explica que a medida que la enfermedad va desapareciendo y la población la olvida (los más jóvenes ni siquiera han visto sus consecuencias), el miedo a la dolencia se convierte en temor a los efectos secundarios de las vacunas, que aunque pueden existir, son escasos y, en la grandísima mayoría de los casos, leves. “Estos miedos están alimentados por falsas creencias de los padres. Generalmente, quienes deciden no vacunar a sus hijos están muy informados: han leído libros y visitado decenas de páginas de internet, pero están muy mal informados”, explica.

Y aquí entran en juego los antivacunas. Mientras organizaciones internacionales recaudan miles de millones de euros cada año para llevar las vacunas allí donde no pueden permitírselas, en los lugares donde sobra el dinero para ellas hay un movimiento que las rechaza. Como apunta J. M. Mulet en su libro Medicina sin engaños (Destino, 2015), “en algunos barrios de California la tasa de vacunación está al nivel de Sudán del Sur”. Los antivacunas inundan internet con falacias y mitos que exageran sus efectos secundarios, falsean los datos para minimizar la efectividad de la inmunización, meten el miedo en nombre de “lo natural” frente a “lo químico”, esbozan teorías conspirativas de las farmacéuticas y los Gobiernos y aprovechan los errores y las negligencias que han existido en la historia de los tratamientos como ejemplos para apoyarlas. Todos estos argumentos están detalladamente refutados por González en su libro.

Ante este panorama, quienes beben únicamente de las fuentes equivocadas tienen un total convencimiento de que las vacunas son negativas y que ponen en peligro a sus hijos. A otros simplemente les llega el runrún de que algo malo esconden las inyecciones y deciden evitar ese supuesto mal trago al niño aprovechando la inmunidad colectiva, ya que si la grandísima mayoría de la población está vacunada, los virus o las bacterias que causan las enfermedades no tienen dónde propagarse. Esta postura resulta especialmente irritante para algunos médicos, como la doctora Jennifer Raff, que escribió en el Huffington Post: “Este es uno de los argumentos más deleznables que he oído nunca. Para empezar, las vacunas no siempre son cien por cien efectivas, por lo que es posible que un niño vacunado se contagie si está expuesto a la enfermedad. Peor aún, hay algunas personas que no pueden vacunarse porque son inmunodeficientes, o porque son alérgicas a algún componente. Esa gente depende de la inmunidad colectiva para su protección. Quienes deciden no vacunar a sus hijos frente a enfermedades infecciosas no solo están arriesgando la salud de sus hijos, sino también la de otros niños”.

La siguiente pregunta probablemente sería: ¿qué ganan los antivacunas propagando esta desinformación? Algunos, dinero. Independientemente de que crean más o menos sinceramente lo que dicen, existe un negocio en torno al miedo antivacunas, aunque para otros sean creencias sin ánimo de lucro. La figura mundial más destacada del movimiento es el médico británico Andrew Wakelfield, que en 1998 publicó en la prestigiosa revista The Lancet un estudio que aseguraba que la triple vírica contra el sarampión, las paperas y la rubeola causaba autismo. Como detalla el periodista Luis Alfonso Gámez en su blog Magonia, “el objetivo último de Wakefield era desacreditar la triple vírica para hacerse millonario con vacunas alternativas”. El estudio se demostró fraudulento, Wakefield fue expulsado del Colegio de Médicos del Reino Unido y la revista retiró el artículo. Pero esto no impidió que el supuesto informe impulsase el movimiento antivacunación en todo el mundo y que todavía hoy se oiga a quien relaciona los trastornos autistas con las vacunas, a pesar de que cada vez más concluyentes investigaciones rechazan esta asociación.

En España, antes de publicarse este pseudoestudio de Wakefield ya existía la LIGA para la libertad de la vacunación, un movimiento naturalista que más que la libertad promulga la antiinmunización. Lo encabeza el médico Xavier Uriarte, que en 2003 publicó Los peligros de las vacunas (Ática Salud). Él, junto a su colega Juan Manuel Marín Olmos, autor de Vacunaciones sistemáticas en cuestión (Editorial Icaria, 2004), son seguramente dos de las cabezas visibles más significadas del movimiento antivacunas en el país, aunque a ellos mismos no les gusta este calificativo.

Para hacerse una idea de su contenido, este es uno de los párrafos del de Uriarte: “Ante cualquiera de las enfermedades, tanto eruptivas […] como no eruptivas —difteria, tos ferina, polio, gripe y hepatitis— la actitud más adecuada es dejar transcurrir el proceso natural de la enfermedad”. En el caso de la difteria, por ejemplo, la mortalidad era antiguamente de entre el 30% y el 50%. Con fármacos adecuados se reduce al 5% y es por eso que en el brote de Olot, lo primero que se hizo fue solicitar con urgencia un tratamiento con la antitoxina para la difteria, que llegó en avión desde Rusia tras varios días de alerta. Nada más lejos de los consejos de Uriarte. Quien sí dio explicaciones sobre su posición fue Miguel Jara, periodista y socio de un bufete de abogados especializados en pleitear por daños atribuidos a medicamentos que más recientemente ha lanzado su libro Vacunas las justas (Península, 2015): “Yo no soy antivacunas, soy crítico y me parece digna de escuchar cualquier opinión razonada. No soy médico y los cito a ellos en mi libro: parece ser que las más antiguas y consolidadas son las más necesarias y hay otras que se han introducido más recientemente que lo son menos y pueden presentar más problemas. Pero no estoy ni en contra ni a favor de las inmunizaciones, abogo por que la gente elija”. Lo cierto es que la gente ya puede elegir. El problema es que si hay muchos que se decantan por no vacunar, la inmunización de grupo desciende y pueden surgir epidemias. Por eso, hay Gobiernos como el australiano, que están optando por quitar beneficios sociales a aquellas familias que opten por la no vacunación. En algunos Estados de EE UU no se permite escolarizar a los niños si no están inmunizados para evitar brotes infecciosos en los centros educativos, algo que ha sucedido con el sarampión, por ejemplo, en centros alternativos que promulgan una visión supuestamente natural de la medicina.

No vacunar a un menor no solo le puede perjudicar a él, sino a quienes le rodean, ya que se debilita la inmunización de grupo.

El doctor Carlos González es muy crítico con las posiciones tibias con respecto a las vacunas, ya que según explica, las que se aplican tienen una seguridad y efectividad contrastada. “El consenso es el calendario de vacunaciones del Ministerio de Sanidad. En todos los países son muy similares, aunque no exactamente iguales. Puede variar según la incidencia de unas y otras enfermedades. En otras ocasiones existen pequeñas discrepancias: si hace falta ponérsela a toda la población o no, depende de los riesgos de vacuna, lo que cuesta y lo que hace. Esa valoración puede ser distinta en cada país”. El debate sobre si vacunar o no es claramente un problema del primer mundo. En los países en desarrollo no se pueden permitir ese lujo; la duda no es si aplicar o no las inmunizaciones, sino cómo hacerlo al mayor número de personas posibles para evitar muertes. Muchos cooperantes incluso han dado su vida en el intento, ya que el fundamentalismo islamista en Nigeria y Pakistán ha promovido una cruzada terrorista contra los sanitarios que tratan de erradicar la polio en estos países, lo que supondría otro hito en la historia de la humanidad: suprimir otra enfermedad de la faz de la tierra. Gracias, otra vez, a las vacunas.

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