Nunca ha existido un primate tan grande como
el Gigantopithecus blacki. Los adultos de este antiguo simio
medían unos 3 metros y podían pesar más de 226 kilos, y deambulaban
por los espesos bosques de la antigua China durante la última
Edad de Hielo. Desde su descubrimiento hace casi un siglo,
los paleontólogos se han preguntado por qué se extinguió este
impresionante herbívoro. Pero ahora, un nuevo análisis sugiere
que el singular estilo de vida del primate lo hizo vulnerable.
Al cambiar rápidamente el hábitat boscoso del Gigantopithecus,
el simio no pudo adaptarse a las praderas en expansión. Un
nuevo estudio publicado esta semana en Nature combina fechas
geológicas, registros de polen y pistas conservadas en el
interior de dientes fósiles para presentar una cronología
detallada de cuándo y cómo se extinguió el Gigantopithecus
blacki. Los resultados han revelado con todo detalle el declive
y la desaparición final de la criatura.
"Mi colega Yingi Zhang llevaba más de una década
trabajando en las pruebas de G. blacki", explica Kira Westaway,
autora principal del nuevo estudio y geocronóloga de la Universidad
Macquarie de Sídney (Australia). Una de las mayores incógnitas
era el momento de la desaparición del primate gigante. Westaway
trabajó para obtener fechas más precisas para los sedimentos
en los que se han encontrado fósiles de Gigantopithecus. Si
los investigadores conseguían determinar la cronología, podrían
investigar mejor cómo era el mundo de Gigantopithecus y qué
pudo erradicar al simio. Aunque los expertos habían especulado
anteriormente con la posibilidad de que el Gigantopithecus
se extinguiera a medida que sus hábitats forestales preferidos
se volvían más escasos, los fósiles conocidos del simio carecían
de fechas definidas para poner a prueba la idea. "Sin una
cronología firme, uno acaba buscando pistas en lugares equivocados",
afirma Westaway. La supervivencia de otros simios que coexistieron
con Gigantopithecus no hizo sino ahondar el misterio. El Pongo
weidenreichi, un pariente del orangután actual, sobrevivió
a los cambios que condenaron a Gigantopithecus. Westaway y
sus colegas descubrieron que el Gigantopithecus vivió en China
hace entre 2,3 millones y 215 000 años. "En las primeras cuevas,
de hace unos 2 millones de años, encontramos cientos de dientes
de G. blacki", dice Westaway; "pero en las cuevas más jóvenes,
de hace unos 300 000 años, al borde de la extinción, sólo
encontramos unos pocos".
Un grupo de Gigantopithecus blacki, el primate
más grande que ha existido, representado en un bosque del
sur de China. Cuando los frondosos bosques dieron paso a praderas
abiertas, este simio gigante se vio abocado a la extinción.
Los estudios del polen fósil de los yacimientos
de Gigantopithecus también permitieron a los investigadores
estudiar cómo fue cambiando el hábitat del animal durante
este intervalo. Hace unos 700 000 años, los densos bosques
de pinos, abedules y castaños parientes dieron paso a hábitats
más abiertos con mayores extensiones de pastizales. Gigantopithecus
declinó y luego desapareció a medida que este cambio ambiental
se afianzaba. El enorme simio habría sentido los cambios,
como queda registrado en sus dientes. En sus dientes fósiles
hay huellas geoquímicas influidas por las plantas que comía
el simio. Antes de hace 700 000 años, los Gigantopithecus
y los Pongo weidenreichi vivían en bosques con copas altas
donde comían hojas, frutos y flores, con una vegetación deliciosa
disponible gran parte del año. Sin embargo, a medida que los
cambios estacionales se acentuaban y el bosque se volvía más
abierto, el Gigantopithecus fue teniendo cada vez más dificultades
para encontrar sus alimentos preferidos. Mientras tanto, el
Pongo weidenreichi cambió su dieta para subsistir a base de
plantas fibrosas que estaban más fácilmente disponibles.
El escultor Bill Munns junto con su reconstrucción
del Gigantopithecus blacki.
"Los autores hacen un trabajo fantástico al
demostrar que G. blacki estaba demasiado especializado para
adaptarse a los cambios ambientales que se produjeron", afirma
Julien Luoys, paleontólogo de la Universidad Griffith de Australia,
que no participó en el nuevo estudio. Según Luoys, en la época
del simio gigante, el Sudeste Asiático estaba experimentando
cambios ambientales radicales, ya que una placa tectónica
de la zona se hundió y modificó el clima y los hábitats locales.
"Imagínate que la mayor parte de la zona central de EE. UU.
se sumergiera bajo el agua, y pudieras empezar a apreciar
los enormes cambios que se producirían", señala.
Sin embargo, lo que llevó a G. blacki a la extinción
no fue simplemente el cambio ambiental, sino la incapacidad
de adaptarse con suficiente rapidez. "Fue la respuesta del
G. blacki a estos cambios lo que selló su destino", afirma
Westaway. Estos simios gigantes eran tan grandes que tenían
que moverse por el suelo y estaban limitados en cuanto a lo
lejos que podían aventurarse, intentando aprovechar al máximo
las ramitas, cortezas y otros alimentos duros que aún eran
accesibles. No fue suficiente.
Las Montañas Dinghu podrían ser un análogo moderno
de los hábitats de Gigantopithecus en el Pleistoceno temprano.
Hace unos 215 000 años, el último Gigantopithecus
pereció, ya que estos primates no pudieron seguir el ritmo
de los cambios de hábitat. Sin embargo, conocer el final de
la historia de este simio no cierra el caso del primate gigante.
Por razones aún desconocidas, dice Westaway, algunos de los
últimos Gigantopithecus fueron los más grandes habidos nunca.
Además, señala Luoys, se han descrito fósiles de Gigantopithecus
en Tailandia, Vietnam y posiblemente Java. ¿Siguieron estos
enormes primates el mismo camino hacia la extinción o la historia
varió según el lugar? "Lo que este trabajo consigue es un
nuevo nivel de detalle que contribuye en gran medida a nuestra
comprensión de la dinámica de extinción en el sudeste asiático
durante esa época", afirma Luoys, abriendo nuevos interrogantes
a la vez que explica la desaparición del simio más grande
de la Tierra.
Nota de prensa, Enero 2024:
Descubren una avanzada cultura material de hace
45.000 años que adelanta la llegada del Homo Sapiens a China
en cinco milenios.
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