Las irlandesas Yvonne Farrel y Shelley McNamara
han sido galardonadas con el Premio Pritzker 2020, considerado
el «nobel» de arquitectura. El galardón las reconoce como
«pioneras» en un sector dominado por hombres, y destaca la
integridad de sus obras, que respetan el lugar y la comunidad
donde se erigen, según señala el jurado en su fallo. «Son
pioneras en un campo que ha estado tradicionalmente y continúa
dominado por hombres. Son un faro para otras profesionales»,
señala el jurado en su fallo, anunciado en Chicago (EE UU)
por el presidente de la Fundación Hyatt, Tom Pritzker.
Farrel (Tullamore, 1951) McNamara (Lisdoonvarna,
1952) son las primeras irlandesas en recibir el galardón,
y la cuarta y quinta mujer tras la anglo-iraquí Zaha Hadid,
que lo consiguió en 2004; la japonesa Kazuyo Sejima -junto
a Ryue Nishizawa-, en 2010, y la española Carme Pigem -junto
a Rafael Aranda y Ramón Villalta-, en 2017. Las arquitectas
son socias fundadoras -junto a otros profesionales- de Grafton
Architects, su estudio con sede en Dublín. Sus proyectos van
desde universidades y edificios oficiales hasta casas particulares,
ubicadas fundamentalmente en Irlanda, pero también en Italia,
Francia y Perú.

Yvonne Farrell (1951) y Shelley McNamara (1952) se conocieron
en la Escuela de Arquitectura de Dublín, después de haber
sido "guiadas" por arquitectos racionalistas. Más tarde, en
1976, se graduaron y en 1978 fundaron Grafton Architects,
donde llevan compaginando sus proyectos con la docencia. Para
la Fundación Hyatt, la pareja de arquitectas crea espacios
que "honran la historia" mientras "demuestran el dominio del
desarrollo urbano y la artesanía en la construcción".
“La colaboración entre Yvonne Farrell y Shelley McNamara
representa una verdadera interconectividad entre partes iguales.
Demuestran una fuerza increíble en su arquitectura, muestran
una relación profunda con la situación local en todos los
aspectos, establecen diferentes respuestas a cada proyecto
mientras mantienen la honestidad de su trabajo y superan los
requisitos del campo a través de la responsabilidad y la comunidad",
comentó el jurado.
Esta pareja de arquitectos ya había recibido el Premio León
de Plata 2012 en la Bienal de Venecia. Además, forman parte
del Royal Institute of Architects en Irlanda y de la Asociación
británica de la Arquitectura.
"La arquitectura podría ser descrita como una de las actividades
culturales más complejas e importantes del planeta", dijo
Farrell, de 69 años, tras recibir la noticia. "Ser arquitecta
es un enorme privilegio. Ganar este premio es un respaldo
maravilloso a nuestra convicción en la arquitectura", añadió
en el comunicado.
El dúo con sede en Dublín ha diseñado varias instituciones
cívicas, culturales y académicas como el campus universitario
de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) de Lima,
en 2015, así como complejos de viviendas que dialogan constantemente
con los elementos naturales, equilibrando fuerza y delicadeza.

Centro de Artes del Solsticio, Navan (Irlanda)
ROSS KAVANAGH / GRAFTON ARCHITECTS
En la primera etapa del estudio, fundado en 1978 y bautizado
en honor a una de las calles más céntricas de Dublín, se especializaron
en edificios públicos y residenciales como escuelas y universidades.
El Departamento de Ingeniería Mecánica del Trinity College
de Dublín (2002), donde destaca el uso de diferentes piedras,
o el Solstice Arts Centre (2006) y el Departamento de Finanzas
de Dublín (2007) les procuraron fama y prestigio a nivel mundial.
La concepción del entorno y la empatía con el resto de construcciones
provoca que sus edificios sean "buenos vecinos", como ha destacado
el Pritzker: "Quieren aportar algo más allá de los límites
de lo construido y contribuyen a hacer de la ciudad un lugar
mejor equilibrando fuerza y delicadeza. Sus obras son modernas
e impactantes y nunca repiten ni imitan; son la expresión
de su propia voz arquitectónica".
A partir de 2008, Garfton Achitects alcanzó una concepción
más internacional con el diseño de la Universidad Bocconi
de Milán, con el que consiguieron el premio World Building
of the Year, un festival mundial de arquitectura de Barcelona.
Más tarde, en Perú, proyectaron una nueva sede de la universidad
UTEC que se incluye por placas estructurales entre la flora
del frondoso barrio de Barranco. Esta imagen se inserta en
el contexto general de Lima, una ciudad caracterizada por
grandes escolleras que "establecen la unión entre la ciudad
y el mar, verdes valles transformados en su interior, del
mar a la ciudad". Con él, ganaron en 2016 el RIBA, una de
las medallas en arquitectura más importantes de Reino Unido.
Entre los concursos internacionales que ha ganado el estudio
de las dos arquitectas cabe destacar la Escuela de Economía
de la Universidad de Tolosa (2009), la Kingston University
Town House en Londres (2013) y el Institut Mines Telecom en
París (2013). También han representado a Irlanda en la Bienal
de Venecia 2002 y se alzaron con el León de Plata diez años
después con el edificio peruano anteriormente mencionado.
Sin embargo, si de algo se enorgullecen McNamara y Farrell
es de su vis didáctica, ya sea en la universidad de la UCD,
donde ambas dieron clase durante 30 años, como en cátedras
invitadas de Harvard, Yale, la École Polytechnique Féderale
de Laussane y la Academia di Architettura di Mendrisio.
"Enseñar ha sido para nosotras siempre una realidad paralela.
Y es una manera de destilar nuestra experiencia y ofrecerla
a las nuevas generaciones de forma que jueguen un papel en
el crecimiento de la cultura. Lo comprendemos como algo que
funciona en dos direcciones: aprendemos de los estudiantes
y deseamos que los estudiantes aprendan de nosotras", destacan
las últimas galardonadas, mucho más que un ajuste de cuentas
del premio Pritzker.

Town House Building, Kingston University.

Departamento de Finanzas, Dublín.

Detalle piranesiano El Campus Universitario
UTEC Lima (Lima, Perú 2015).
En el arte de Zaha Hadid fluía el desafío por dos vertientes:
la de género y la visual. No es una arquitectura con
la que sea fácil comulgar, sobre todo por los costes
que suponen sus grandilocuentes proyectos. En el sector
hay quienes la consideran de una genialidad innovadora
y otros que piensan que es una burda imitación multimillonaria
de Peter Eisenman. Uno de los más críticos fue el escritor
especializado del New York Review of Book, Martin Filler.
En la reseña del libro Why we built, dirigió un cañón
de agua fría hacia Hadid, acusándola de contribuir en
las muertes de los obreros de Qatar, donde había diseñado
un estadio de fútbol.
Y es que el imaginario de Hadid era tan bello como
quimérico. Muchos compañeros, a lo largo de los años,
afirmaron que la diva iraquí solo buscaba crear su propia
pirámide faraónica, sin reparar en "cómo sería estar
dentro de uno de sus edificios". Sin embargo, no hay
ciudad que presuma de estar a la vanguardia arquitectónica
que no cuente con alguna de sus sinuosas obras. Como
Frank Ghery, Hadid desafió todas las leyes de lo "inconstructible"
y confió miles de millones en una estrategia de prueba
y error.
"Ms. Hadid se ha visto cada vez más reconocida mientras
continuaba ganando concurso tras concurso, siempre luchando
para conseguir que sus originales propuestas se construyeran.
Desalentada, pero impávida, ha utilizado las experiencias
en los concursos como un "laboratorio" para continuar
perfeccionando su talento excepcional en la creación
de un lenguaje arquitectónico como ningún otro", le
concedió el jurado del Pritzker en 2004.
En España, la arquitecta se prodigó especialmente durante
la burbuja inmobiliaria. Los edificios de autor son
una inversión en calidad que se torna en capricho cuando
los estados no pueden asumir sus presupuestos imposibles.
Pero nuestro país no recibió siempre con los brazos
abiertos sus radicales propuestas. Y aunque el star
system arquitectónico no está acostumbrado a los desplantes,
Hadid había experimentado tragos más amargos en Londres,
su ciudad adoptiva. "En Inglaterra lo que manda es lo
que se vende: el costo por metro cuadrado; las sorpresas
no gustan". A continuación, hacemos un repaso por las
obras, los sueños en papel y las construcciones derribadas
que se llevó Zaha Hadid como recuerdo español.
Destaca el Pabellón Puente de la Expo de Zaragoza de
2008, considerado una joya embaucadora que atrapa a
turistas cual Catedral del Pilar. El consorcio institucional
de la ciudad aragonesa quedó hipnotizado con el boceto
de su pasarela, pero despertaron de golpe con un desfase
presupuestario de casi 30 millones de euros. En una
forma de conciliar el río con el edificio, Hadid diseñó
un exterior de formas voluptuosas que, posteriormente,
fueron acusadas de no ofrecer funcionalidad en su interior.
Años antes, la iraquí tuvo el mismo flechazo que su
colega Ghery con la ciudad de Bilbao. De su mente maravillosa
nació el plan urbanístico de 2003 para convertir la
olvidada península de Zorrotzaurre en una isla moderna
plagada de puentes. Sin embargo, muchos ven este proyecto
como un regalo envenenado, puesto que las obras de la
urbanización se han retomado tras una década de planteamientos,
negociaciones, cambios, denuncias en los juzgados y
planes frustrados. Pero el País Vasco volvió a caer
en la órbita de Hadid, que imprimió su sello también
en la estación Euskotren, de la localidad vizcaína de
Durango.
Por último, a pequeña escala, la capital también recibió
su dosis más futurista en el Hotel Silken Puerta América.
En este edificio heterogéneo, la arquitecta bebió de
sus construcciones eléctricas en Japón para transportar
al huésped a una era fluorescente y digital en pleno
centro de Madrid.

Pero no todas las ciudades quisieron formar
parte de su séquito de musas. En Sevilla proyectó una
novedosa visión sobre su Biblioteca universitaria que
no se ganó el beneplácito de los vecinos. Los sevillanos
recurrieron ante el Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía (TSJA), que ordenó su demolición cuando ya
se habían invertido 4 millones de euros.
"Creo que es un escándalo. No conozco
los detalles, pero en estas circunstancias, cuando España
está pasando por serios problemas financieros, demoler
un edificio que ya se está construyendo cuesta dinero
y es simplemente inaceptable", expuso Zaha Hadid en
una entrevista en 2012.
En Barcelona, la arquitecta protagonizó
el último fiasco previo al estallido de la burbuja inmobiliaria.
Su Torre Espiral, un edificio de 11 plantas romboidales,
debería haber sido el símbolo del campus Besòs, pero
finalmente la crisis se lo llevó por delante. Con su
demolición, la ciudad catalana firmaba el segundo desaire
hacia Zaha Hadid, después de descartar su proyecto para
la Plaza de las Arts por razones monetarias.

Zaha Hadid falleció a principios
de 2016, a los 65 años.
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Cuando en 1966 se confirmó que Múnich sería la sede de los
Juegos Olímpicos de Verano de 1972, una cosa quedó muy clara:
hacía falta un nuevo estadio. Esto se debía a que el mayor
estadio de la ciudad hasta la fecha, el Estadio Municipal
en la calle Grünwalder Straße con sus 45.000 localidades,
era sin duda demasiado pequeño para el volumen de espectadores
que se esperaba. Incluso para los partidos de fútbol de los
dos mayores equipos de la ciudad, FC Bayern München y TSV
1860 München, el “Grünwalder” empezaba a ser insuficiente
por aquella época. A menudo la demanda de entradas superaba
la capacidad del estadio. Por ese motivo, la ciudad de Múnich
anunció un concurso de arquitectura para la planificación
de un nuevo edificio. El requisito era que el techo fuera
translúcido en cualquier caso. A fin de cuentas, los organizadores
deseaban retransmitir los Juegos Olímpicos a través de la
televisión en color, que acababa de hacer su aparición, y
para ello necesitaban mucha luz. Por lo tanto, una construcción
del techo de madera u hormigón no entraba siquiera en consideración.

Uno de los bocetos para el estadio vino firmado por el estudio
de arquitectura Behnisch & Partner de Stuttgart. Estos arquitectos
presentaron un modelo basado en la construcción del techo
tipo carpa del arquitecto Frei Otto para el pabellón alemán
en la Exposición Universal de Montreal de 1967. En él, Otto
ya había concebido una carpa de lona de poliéster con revestimiento
de PVC. También en Múnich habría cabida para una carpa. No
obstante, el boceto de Behnisch & Partner fue rechazado en
un primer momento por el jurado, ya que su idea resultaba
demasiado temeraria, poco factible. Incluso la propia maqueta
era poco convencional: la estructura de acero estaba representada
por palillos de madera, y para el techo emplearon medias de
nailon.

El plexiglas permitió la entrada de luz
y evito las sombras de cara a la emisión en televisión.
Era un material hidrífugo y ligero. Los acabados a
nivel de suelo estilizaban el conjunto.
Tras un largo proceso de selección y la intervención de
un miembro del jurado, finalmente se les adjudicó la obra.
La maqueta convenció al jurado por el diseño paisajístico
de los alrededores, así como por la excepcional construcción
del techo tipo carpa.
Frei Otto recibió el premio Pritzker 2015 un día después
de morir.
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