www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

4 - Marzo - 2020
>>>> Destacado

 

 

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Las irlandesas Yvonne Farrel y Shelley McNamara han sido galardonadas con el Premio Pritzker 2020, considerado el «nobel» de arquitectura. El galardón las reconoce como «pioneras» en un sector dominado por hombres, y destaca la integridad de sus obras, que respetan el lugar y la comunidad donde se erigen, según señala el jurado en su fallo. «Son pioneras en un campo que ha estado tradicionalmente y continúa dominado por hombres. Son un faro para otras profesionales», señala el jurado en su fallo, anunciado en Chicago (EE UU) por el presidente de la Fundación Hyatt, Tom Pritzker.

Farrel (Tullamore, 1951) McNamara (Lisdoonvarna, 1952) son las primeras irlandesas en recibir el galardón, y la cuarta y quinta mujer tras la anglo-iraquí Zaha Hadid, que lo consiguió en 2004; la japonesa Kazuyo Sejima -junto a Ryue Nishizawa-, en 2010, y la española Carme Pigem -junto a Rafael Aranda y Ramón Villalta-, en 2017. Las arquitectas son socias fundadoras -junto a otros profesionales- de Grafton Architects, su estudio con sede en Dublín. Sus proyectos van desde universidades y edificios oficiales hasta casas particulares, ubicadas fundamentalmente en Irlanda, pero también en Italia, Francia y Perú.

Yvonne Farrell (1951) y Shelley McNamara (1952) se conocieron en la Escuela de Arquitectura de Dublín, después de haber sido "guiadas" por arquitectos racionalistas. Más tarde, en 1976, se graduaron y en 1978 fundaron Grafton Architects, donde llevan compaginando sus proyectos con la docencia. Para la Fundación Hyatt, la pareja de arquitectas crea espacios que "honran la historia" mientras "demuestran el dominio del desarrollo urbano y la artesanía en la construcción".

“La colaboración entre Yvonne Farrell y Shelley McNamara representa una verdadera interconectividad entre partes iguales. Demuestran una fuerza increíble en su arquitectura, muestran una relación profunda con la situación local en todos los aspectos, establecen diferentes respuestas a cada proyecto mientras mantienen la honestidad de su trabajo y superan los requisitos del campo a través de la responsabilidad y la comunidad", comentó el jurado.

Esta pareja de arquitectos ya había recibido el Premio León de Plata 2012 en la Bienal de Venecia. Además, forman parte del Royal Institute of Architects en Irlanda y de la Asociación británica de la Arquitectura.

"La arquitectura podría ser descrita como una de las actividades culturales más complejas e importantes del planeta", dijo Farrell, de 69 años, tras recibir la noticia. "Ser arquitecta es un enorme privilegio. Ganar este premio es un respaldo maravilloso a nuestra convicción en la arquitectura", añadió en el comunicado.

El dúo con sede en Dublín ha diseñado varias instituciones cívicas, culturales y académicas como el campus universitario de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) de Lima, en 2015, así como complejos de viviendas que dialogan constantemente con los elementos naturales, equilibrando fuerza y delicadeza.

Centro de Artes del Solsticio, Navan (Irlanda) ROSS KAVANAGH / GRAFTON ARCHITECTS

En la primera etapa del estudio, fundado en 1978 y bautizado en honor a una de las calles más céntricas de Dublín, se especializaron en edificios públicos y residenciales como escuelas y universidades. El Departamento de Ingeniería Mecánica del Trinity College de Dublín (2002), donde destaca el uso de diferentes piedras, o el Solstice Arts Centre (2006) y el Departamento de Finanzas de Dublín (2007) les procuraron fama y prestigio a nivel mundial.

La concepción del entorno y la empatía con el resto de construcciones provoca que sus edificios sean "buenos vecinos", como ha destacado el Pritzker: "Quieren aportar algo más allá de los límites de lo construido y contribuyen a hacer de la ciudad un lugar mejor equilibrando fuerza y delicadeza. Sus obras son modernas e impactantes y nunca repiten ni imitan; son la expresión de su propia voz arquitectónica".

A partir de 2008, Garfton Achitects alcanzó una concepción más internacional con el diseño de la Universidad Bocconi de Milán, con el que consiguieron el premio World Building of the Year, un festival mundial de arquitectura de Barcelona. Más tarde, en Perú, proyectaron una nueva sede de la universidad UTEC que se incluye por placas estructurales entre la flora del frondoso barrio de Barranco. Esta imagen se inserta en el contexto general de Lima, una ciudad caracterizada por grandes escolleras que "establecen la unión entre la ciudad y el mar, verdes valles transformados en su interior, del mar a la ciudad". Con él, ganaron en 2016 el RIBA, una de las medallas en arquitectura más importantes de Reino Unido.

Entre los concursos internacionales que ha ganado el estudio de las dos arquitectas cabe destacar la Escuela de Economía de la Universidad de Tolosa (2009), la Kingston University Town House en Londres (2013) y el Institut Mines Telecom en París (2013). También han representado a Irlanda en la Bienal de Venecia 2002 y se alzaron con el León de Plata diez años después con el edificio peruano anteriormente mencionado. Sin embargo, si de algo se enorgullecen McNamara y Farrell es de su vis didáctica, ya sea en la universidad de la UCD, donde ambas dieron clase durante 30 años, como en cátedras invitadas de Harvard, Yale, la École Polytechnique Féderale de Laussane y la Academia di Architettura di Mendrisio.

"Enseñar ha sido para nosotras siempre una realidad paralela. Y es una manera de destilar nuestra experiencia y ofrecerla a las nuevas generaciones de forma que jueguen un papel en el crecimiento de la cultura. Lo comprendemos como algo que funciona en dos direcciones: aprendemos de los estudiantes y deseamos que los estudiantes aprendan de nosotras", destacan las últimas galardonadas, mucho más que un ajuste de cuentas del premio Pritzker.

Town House Building, Kingston University.

Departamento de Finanzas, Dublín.

Detalle piranesiano El Campus Universitario UTEC Lima (Lima, Perú 2015).

En el arte de Zaha Hadid fluía el desafío por dos vertientes: la de género y la visual. No es una arquitectura con la que sea fácil comulgar, sobre todo por los costes que suponen sus grandilocuentes proyectos. En el sector hay quienes la consideran de una genialidad innovadora y otros que piensan que es una burda imitación multimillonaria de Peter Eisenman. Uno de los más críticos fue el escritor especializado del New York Review of Book, Martin Filler. En la reseña del libro Why we built, dirigió un cañón de agua fría hacia Hadid, acusándola de contribuir en las muertes de los obreros de Qatar, donde había diseñado un estadio de fútbol.

Y es que el imaginario de Hadid era tan bello como quimérico. Muchos compañeros, a lo largo de los años, afirmaron que la diva iraquí solo buscaba crear su propia pirámide faraónica, sin reparar en "cómo sería estar dentro de uno de sus edificios". Sin embargo, no hay ciudad que presuma de estar a la vanguardia arquitectónica que no cuente con alguna de sus sinuosas obras. Como Frank Ghery, Hadid desafió todas las leyes de lo "inconstructible" y confió miles de millones en una estrategia de prueba y error.

"Ms. Hadid se ha visto cada vez más reconocida mientras continuaba ganando concurso tras concurso, siempre luchando para conseguir que sus originales propuestas se construyeran. Desalentada, pero impávida, ha utilizado las experiencias en los concursos como un "laboratorio" para continuar perfeccionando su talento excepcional en la creación de un lenguaje arquitectónico como ningún otro", le concedió el jurado del Pritzker en 2004.

En España, la arquitecta se prodigó especialmente durante la burbuja inmobiliaria. Los edificios de autor son una inversión en calidad que se torna en capricho cuando los estados no pueden asumir sus presupuestos imposibles. Pero nuestro país no recibió siempre con los brazos abiertos sus radicales propuestas. Y aunque el star system arquitectónico no está acostumbrado a los desplantes, Hadid había experimentado tragos más amargos en Londres, su ciudad adoptiva. "En Inglaterra lo que manda es lo que se vende: el costo por metro cuadrado; las sorpresas no gustan". A continuación, hacemos un repaso por las obras, los sueños en papel y las construcciones derribadas que se llevó Zaha Hadid como recuerdo español.

Destaca el Pabellón Puente de la Expo de Zaragoza de 2008, considerado una joya embaucadora que atrapa a turistas cual Catedral del Pilar. El consorcio institucional de la ciudad aragonesa quedó hipnotizado con el boceto de su pasarela, pero despertaron de golpe con un desfase presupuestario de casi 30 millones de euros. En una forma de conciliar el río con el edificio, Hadid diseñó un exterior de formas voluptuosas que, posteriormente, fueron acusadas de no ofrecer funcionalidad en su interior.

Años antes, la iraquí tuvo el mismo flechazo que su colega Ghery con la ciudad de Bilbao. De su mente maravillosa nació el plan urbanístico de 2003 para convertir la olvidada península de Zorrotzaurre en una isla moderna plagada de puentes. Sin embargo, muchos ven este proyecto como un regalo envenenado, puesto que las obras de la urbanización se han retomado tras una década de planteamientos, negociaciones, cambios, denuncias en los juzgados y planes frustrados. Pero el País Vasco volvió a caer en la órbita de Hadid, que imprimió su sello también en la estación Euskotren, de la localidad vizcaína de Durango.

Por último, a pequeña escala, la capital también recibió su dosis más futurista en el Hotel Silken Puerta América. En este edificio heterogéneo, la arquitecta bebió de sus construcciones eléctricas en Japón para transportar al huésped a una era fluorescente y digital en pleno centro de Madrid.

Pero no todas las ciudades quisieron formar parte de su séquito de musas. En Sevilla proyectó una novedosa visión sobre su Biblioteca universitaria que no se ganó el beneplácito de los vecinos. Los sevillanos recurrieron ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que ordenó su demolición cuando ya se habían invertido 4 millones de euros.

"Creo que es un escándalo. No conozco los detalles, pero en estas circunstancias, cuando España está pasando por serios problemas financieros, demoler un edificio que ya se está construyendo cuesta dinero y es simplemente inaceptable", expuso Zaha Hadid en una entrevista en 2012.

En Barcelona, la arquitecta protagonizó el último fiasco previo al estallido de la burbuja inmobiliaria. Su Torre Espiral, un edificio de 11 plantas romboidales, debería haber sido el símbolo del campus Besòs, pero finalmente la crisis se lo llevó por delante. Con su demolición, la ciudad catalana firmaba el segundo desaire hacia Zaha Hadid, después de descartar su proyecto para la Plaza de las Arts por razones monetarias.

Zaha Hadid falleció a principios de 2016, a los 65 años.

Cuando en 1966 se confirmó que Múnich sería la sede de los Juegos Olímpicos de Verano de 1972, una cosa quedó muy clara: hacía falta un nuevo estadio. Esto se debía a que el mayor estadio de la ciudad hasta la fecha, el Estadio Municipal en la calle Grünwalder Straße con sus 45.000 localidades, era sin duda demasiado pequeño para el volumen de espectadores que se esperaba. Incluso para los partidos de fútbol de los dos mayores equipos de la ciudad, FC Bayern München y TSV 1860 München, el “Grünwalder” empezaba a ser insuficiente por aquella época. A menudo la demanda de entradas superaba la capacidad del estadio. Por ese motivo, la ciudad de Múnich anunció un concurso de arquitectura para la planificación de un nuevo edificio. El requisito era que el techo fuera translúcido en cualquier caso. A fin de cuentas, los organizadores deseaban retransmitir los Juegos Olímpicos a través de la televisión en color, que acababa de hacer su aparición, y para ello necesitaban mucha luz. Por lo tanto, una construcción del techo de madera u hormigón no entraba siquiera en consideración.

Uno de los bocetos para el estadio vino firmado por el estudio de arquitectura Behnisch & Partner de Stuttgart. Estos arquitectos presentaron un modelo basado en la construcción del techo tipo carpa del arquitecto Frei Otto para el pabellón alemán en la Exposición Universal de Montreal de 1967. En él, Otto ya había concebido una carpa de lona de poliéster con revestimiento de PVC. También en Múnich habría cabida para una carpa. No obstante, el boceto de Behnisch & Partner fue rechazado en un primer momento por el jurado, ya que su idea resultaba demasiado temeraria, poco factible. Incluso la propia maqueta era poco convencional: la estructura de acero estaba representada por palillos de madera, y para el techo emplearon medias de nailon.

El plexiglas permitió la entrada de luz y evito las sombras de cara a la emisión en televisión. Era un material hidrífugo y ligero. Los acabados a nivel de suelo estilizaban el conjunto.

Tras un largo proceso de selección y la intervención de un miembro del jurado, finalmente se les adjudicó la obra. La maqueta convenció al jurado por el diseño paisajístico de los alrededores, así como por la excepcional construcción del techo tipo carpa.

Frei Otto recibió el premio Pritzker 2015 un día después de morir.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

LIBRERÍA

RELACIONADA

FILMOGRAFÍA

RELACIONADA

NOVEDADES EDITORIALES