Un infrecuente, por no decir inédito, consenso
bipartidista ha sacado adelante una ambiciosa legislación
para fortalecer la industria de EE UU y reducir su dependencia
estratégica de China. El Senado ha aprobado una ley de política
industrial, la más importante en décadas, con medidas por
valor de 280.000 millones de dólares (unos 274.000 millones
de euros) para frenar la competencia de Pekín y dotar de autonomía
estratégica a la industria nacional. Se trata de la intervención
gubernamental más significativa en mucho tiempo y responde
a la necesidad de desarrollar una ventaja tecnológica frente
al rival asiático, por ejemplo, en la fabricación de microprocesadores,
cuya escasez ha gripado repetidamente la producción en sectores
como el automovilístico.
El amplio apoyo bipartidista —17 republicanos
secundaron a la bancada demócrata— no solo permitirá subvencionar
con 52.000 millones de dólares la producción local de microchips,
sino también, sobre todo, diseñar una política estratégica
a largo plazo para abordar la creciente rivalidad geopolítica
con Pekín, con una guerra comercial aún no resuelta. El plan
estratégico se centra en invertir fondos federales en I+D+i,
para impulsar la industria (también la militar) y la economía
de la nación. También es congruente con el plan de la Casa
Blanca de crear miles de puestos de trabajo en sectores punteros.
El apoyo de los 17 republicanos, en una Cámara
dividida en escaños, muestra también cómo la creciente competencia
comercial y militar con Pekín ha contribuido a difuminar drásticamente
la tradicional ortodoxia de partido: del lado de los republicanos,
por su oposición hasta ahora a la intervención del Gobierno
en la economía, y por parte de los demócratas, por resistirse
al gasto federal excesivo.
“Ningún Gobierno, ni siquiera el de un país
fuerte como el nuestro, puede permitirse el lujo de quedarse
al margen” del desafío, ha dicho el senador Chuck Schumer,
líder de la mayoría demócrata en el Senado. “Creo que [esta
legislación] resulta ser un cambio radical que se mantendrá”.
La ley pasa ahora a la Cámara de Representantes, donde está
previsto que sea aprobada con algunos apoyos republicanos.
Podría convertirse en ley esta misma semana, tras la rúbrica
de Joe Biden, que ha defendido la iniciativa durante más de
un año.
La legislación, en la que convergen dos intereses
capitales, la política económica y la de seguridad nacional,
contempla 52.000 millones de dólares en subsidios y créditos
fiscales adicionales a las empresas que fabrican microprocesadores
en Estados Unidos. También prevé destinar 200.000 millones
a investigación científica, especialmente en los campos de
la inteligencia artificial, robótica, computación cuántica
y otras tecnologías avanzadas. La melodía que envuelve la
buena nueva es la misma que resonó durante la campaña electoral
de Biden: un claro llamamiento al Made in America, uno de
los lemas de su programa; es decir, incentivar la producción
local y reforzar y renovar un sector que se había visto sobrepasado
por la producción china, y disminuido por la deslocalización.
En 2018 Toyota y Mazda se unieron para fabricar
sus coches en Alabama.
Además del volantazo geoestratégico, la legislación
también permite concebir esperanzas sobre la posibilidad de
un acuerdo entre los dos partidos. El ejemplo de la colaboración
y el entendimiento entre Schumer y el senador republicano
Todd Young, que han sacado adelante la iniciativa, es también
un indicio de consenso. Schumer se acercó a Young en el gimnasio
del Senado en 2019, cuenta el diario The New York Times, y
le propuso la idea. El republicano, un halcón con respecto
a China, había colaborado previamente con los demócratas en
política exterior.
El acercamiento de Schumer y Young se vio coadyuvado
enseguida por las circunstancias. La pandemia, que también
reveló la dependencia estratégica de China en el suministro
de mascarillas y respiradores, y el posterior atasco de la
cadena de suministro global acabaron de convencer a muchos
senadores, también republicanos, de la necesidad de fortalecer
la capacidad productiva nacional. La dependencia de EE UU
de países vulnerables como Taiwán, que le proporciona buena
parte de los microprocesadores avanzados que necesitan sus
cadenas de montaje, ha sido otro factor decisivo.
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Joe Biden ha respondido en su reciente entrevista
para la cadena CBS que el ejército de Estados Unidos defendería
a Taiwán en caso de un “ataque sin precedentes”. Ha manifestado
además que Washington apoya la política de ‘una sola China’
aunque mantiene relaciones comerciales y militares con Taiwán.
Y es que el presidente de Estados Unidos le comentó a Xi que
violar las sanciones sería un “error gigantesco”, pero que
hasta ahora no hay indicios de que China haya apoyado activamente
el esfuerzo bélico ruso con la venta de armas. “Llamé al presidente
Xi (...) no para amenazar en absoluto, solo para decirle (...)
que si cree que los estadounidenses y otros seguirán invirtiendo
en China, cuando usted viola las sanciones que se han impuesto
a Rusia, creo que está cometiendo un error gigantesco”, indicó.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China
dijo hoy que China ha presentado “gestiones severas” ante
Estados Unidos, después de que Biden dijera que las fuerzas
estadounidenses defenderían Taiwán en caso de una invasión
china. China se reserva el derecho de tomar todas las medidas
necesarias en respuesta a las actividades que dividen a la
nación, dijo Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones
Exteriores, en una rueda de prensa. También instó a Estados
Unidos a manejar los asuntos relacionados con Taiwán “con
cuidado y de manera adecuada” y a no enviar “señales equivocadas”
a las fuerzas separatistas independentistas de Taiwán, advirtiendo
a Estados Unidos que no dañe seriamente las relaciones chino-estadounidenses
y la paz en el Estrecho de Taiwán. “Solo hay una China en
el mundo, Taiwán es parte de China y el gobierno de la República
Popular China es el único gobierno legítimo de China”, dijo
Mao.
Un bloqueo de China sobre la isla generará consecuencias
en otros países de la región.
El presidente de Estados Unidos también rechazó
la idea de que la alianza entre China y Rusia signifique que
Estados Unidos esté luchando en un nuevo tipo de Guerra Fría.
“No creo que sea una nueva, más complicada, Guerra Fría”,
dijo. Por otra parte, Biden instó a su homólogo ruso, Vladimir
Putin, a no usar armas nucleares ni químicas en Ucrania y
le advirtió que se convertirá en el mayor “paria” del mundo
si lo hace. “La respuesta dependerá del alcance de lo que
hagan”, insistía.
Según un informe del gobierno nepalés, las tropas
chinas invadieron a principios de años el territorio
del pequeño estado del Himalaya. La zona afectada es el distrito
de Humla, en la frontera con el Tíbet, donde la población
depende en gran medida del comercio con los mercados chinos.
Katmandú también afirma que los chinos han empezado
a construir una valla a lo largo de la frontera, además de
una carretera y un canal en el lado nepalí. Sin embargo, la
investigación niega que Beijing haya construido edificios
en el distrito de Humla. En noviembre de 2020, los diputados
del Congreso nepalés (entonces en la oposición, ahora al frente
del Gobierno) ya habían denunciado la ocupación china en la
zona, señalando que Beijing se había anexionado decenas de
hectáreas de territorio nepalés. También afirmaron que las
fuerzas chinas habían construido nueve estructuras de hormigón.
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