Mascarillas, guantes, trajes de protección, más envases,
test, viales y agujas… son los nuevos protagonistas de la
gestión de residuos tras dos años de pandemia. Unos útiles
muy reales que en la práctica suponen miles de toneladas de
desechos sanitarios que pueden tener un impacto terrible en
la salud y el medio ambiente. La Organización Mundial de la
Salud advierte de ello. Hay que insistir en la correcta gestión
de esta basura pandémica porque es un peligro potencial para
los trabajadores sanitarios, para las ciudades y en definitiva
para la salud de todo el planeta. Para hacernos una idea de
las dimensiones que se manejan, un dato: solo los envíos que
partieron de Naciones Unidas para los países más necesitados
en estos dos años suponen unas 87.000 toneladas de equipos
de protección humanitaria. Casi en su totalidad se han transformado
en desperdicios. Con los primeros compases de la pandemia,
la primera medida que se priorizó fue la incineración de los
residuos relacionados con el COVID y el vertido.
Ni esterilización ni reutilización posterior. Algo que los
expertos señalaron desde el principio como un error. La medida
poco a poco se ha ido complementando con la fórmula conocida
como autoclave. ¿Pero en qué consiste este sistema? ¿Puede
ser la solución? Desde la empresa Stericycle, una de las mayores
de nuestro país en gestión de residuos, explican que con la
autoclave se esteriliza los residuos hospitalarios utilizando
calor húmedo bajo presión. Así, exponen el material contaminado
a una temperatura alta, en contacto con el vapor de agua,
con ciclos sucesivos de compresión y descompresión para facilitar
el contacto entre el vapor y los residuos. Y tras un tiempo
(que no especifican), "los posibles patógenos se destruyen
o reducen a un nivel en el que no representan un riesgo, ya
que la probabilidad de supervivencia de los microorganismos
es casi nula".
Una vez esterilizados se someten al tradicional triturado
y vertido. No obstante, esto no parece suficiente para acabar
con el problema. ¿Se debe cambiar el modelo de gestión a otro
en el que prime la reutilización? El caso de los test de antígenos
podría ser un ejemplo. Sólo en la última semana se vendieron
en España siete millones de estas pruebas. Todo en ellas es
plástico, sólo se salva la tira de papel y el algodón del
bastoncillo. Sin embargo, su destino es la bolsa de basura
orgánica. Desde Ecologistas en Acción lo tienen claro. Esto
no es sostenible. Y defienden que al igual que sucede con
el sistema SIGRE, en las farmacias se puedan depositar los
envases de los test. Algo que desde el Colegio de Farmacéuticos
ven difícil ya que no se trata de un medicamento. Otras opciones
que plantean para proteger el medioambiente es optar por la
reutilización de esos envases plásticos de los test, teniendo
que cambiar sólo las tiras de papel. O incluso ir más allá
y apostar porque los test de antígenos tengan un soporte de
cartón. Sin embargo, para la OMS más allá de los test el problema
central que hay que atajar está en los sistemas de protección
de los sanitarios. Sus EPIs, mascarillas y guantes generan
una cantidad de desechos a nivel global que es inasumible
en el medio-largo plazo. El informe del organismo ofrece varias
recomendaciones para afrontar la gestión de residuos sanitarios
de forma global y coordinada, que van desde una reducción
del empaquetado a un mayor uso de material reutilizable, reciclable
o biodegradable. También recomienda mayor inversión en sistemas
de tratamiento de residuos que no utilicen la simple quema
de estos desechos, como los citados autoclaves, o en redes
logísticas que favorezcan una gestión centralizada y, en la
medida de lo posible, circular de los desechos.
"El coronavirus obliga al mundo a reflexionar sobre las carencias
y los aspectos más olvidados del sistema de gestión de residuos",
señala la directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y
Salud de la OMS, María Neira. La experta Mandeep Dhaliwal
va un poco más allá, poniendo el foco sobre los responsables:
"la gestión de desechos es una parte integral de la cadena
de suministro, como consecuencia de la utilización y la caducidad
de los productos sanitarios". Es decir, la responsabilidad
debe recaer sobre los propios productores y quienes eligen
el tipo de suministro que se compra. "No podemos proteger
la salud humana sin un medioambiente saludable. Los cientos
de miles de millones de mascarillas y guantes de plástico
desechables que estamos usando tienen un coste enorme", según
Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace.
Pero, ¿estamos dispuestos a cambiar nuestros sistemas de
producción y de gestión? ¿Los costes? Lo cierto es que con
los hechos en la mano, no lo parece. Hace unos meses varias
operaciones de la Guardia Civil y el Seprona ponían en evidencia
las malas actuaciones con la gestión de los residuos covid.
Destacan la operación denominada 'Retrovirus' (en coordinación
con la Europol) con 53 detenidos y más de 500 inspecciones
en 300 centros vinculados con la gestión de residuos sanitarios.
Pese a que la mayoría de gestores de residuos cumplían con
la normativa, se detectaron graves irregularidades, señaló
en su momento Interior. También la operación 'Hartie', en
la que la Guardia Civil y la Policía Municipal de Madrid desarticularon
una organización delictiva dedicada a la gestión irregular
de residuos en la capital. Se detuvo e investigó a 42 personas
por los supuestos delitos contra el medio ambiente, organización
criminal, robo y hurto de residuos, blanqueo de capitales
y traslados de residuos ilícitos al sudeste asiático, China
e India principalmente. En total acreditaron 278 traslados
ilegales, con un peso de 67.300 toneladas y un valor de 10
millones de euros. Desde el Gobierno y tras dos años de pandemia
sin protocolos para gestionar o minimizar los residuos plásticos
de la basura COVID no infecciosa, centran sus esfuerzos en
la Ley de Residuos, una de sus principales apuestas para 2022.
El proyecto de ley ya ha sido aprobado en el Congreso y entre
sus novedades respecto a la ley de 2011, prevé aplicar nuevas
tasas y modos a la gestión de la recogida de residuos. Además,
aspira a reducir en 2030 la producción de desechos en un 15
% respecto a 2010. Algo que aún está lejos de llegar y que
para muchos expertos es insuficiente y llega tarde.
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En las casas en cuarentena por contagiados del
coronavirus todos los residuos deben ir al cubo que no se
recicla, la fracción resto. Así lo ha recomendado el Ministerio
para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para el
evitar contagios durante la epidemia. ¿Cómo está afectando
la crisis del coronavirus a la gestión de los residuos urbanos?
¿Cómo gestiono los residuos en casa si hay una
persona contagiada?
Lo aconsejable, según el Miteco, es gestionar
los residuos de la persona contagiada de manera independiente
al resto de desechos del domicilio. La persona en cuarentena
deberá contar con un cubo de basura en la habitación en la
que se aísla, un recipiente que, preferiblemente, tenga tapa
y pedal. Allí se depositarán todos sus residuos, sin diferenciarlos.
También en ese cubo, que contará con una bolsa de plástico
de cierre hermético, deberán tirarse los objetos empleados
para asistir a la persona enferma (gasas, guantes, pañuelos,
el equipo de protección sanitario…), excepto las gafas y la
mascarilla del cuidador o cuidadora, que no se quitará hasta
que esté fuera de la sala y que deberá desechar en otro cubo
independiente situado a la salida de la habitación aislada.
¿Qué se hace con la bolsa que contiene residuos
potencialmente infectados?
Cuando la bolsa con los restos del paciente
esté llena, se deberá cerrar herméticamente e incluirse en
la bolsa que está fuera de la habitación, la cual se cerrará
de igual manera y se depositará en una tercera bolsa, la que
contiene los residuos del hogar que, en principio, no se pueden
reciclar (la fracción resto). Esta, a ser posible, también
debería cerrarse herméticamente. “Inmediatamente después se
realizará una completa higiene de manos, con agua y jabón,
al menos 40-60 segundos”, incide el Miteco.
¿En qué contenedor deben tirarse los restos
de una persona contagiada?
La bolsa se depositará en el contenedor de tapa
gris (o naranja), que corresponde a la fracción resto, es
decir, aquella cuyos residuos no son reciclables. Ahora bien,
“está terminantemente prohibido depositarla en los contenedores
de recogida separada de cualquiera de las fracciones separadas
(orgánica, envases, papel, vidrio o textil) o su abandono
en el entorno”, puntualiza el Gobierno.
¿Quiere decir esto que no se reciclará nada?
No. Esta bolsa llegará igualmente a las plantas
de tratamiento, en las que se intentará recuperar la mayor
cantidad posible de desechos reciclables que han llegado a
esta bolsa por error y se enviará a las plantas recicladoras.
Lo que cambia es que, siguiendo el protocolo de actuación
del Miteco, se elimina cualquier proceso de manipulación manual,
para evitar exponer a los trabajadores al virus. Así, todo
quedará en manos de los sistemas automatizados. En ellos,
existen unos cilindros “abre bolsas” que facilitan el vertido
de la basura mezclada sobre las cintas. Lo normal es que,
una vez abiertas las bolsas, los operarios retiren manualmente
los objetos más voluminosos. Esta parte es la que se ha suprimido
del proceso de triaje. A continuación, los restos pasan por
diferentes máquinas que identifican los materiales recuperables
y facilitan la selección. Del total, según los datos que maneja
el Área Metropolitana de Barcelona, normalmente se recupera
en torno a un 10%. El nuevo protocolo, que en las plantas
que gestiona Barcelona se aplica desde este lunes, exige que
esa cantidad se embale y quede almacenada durante al menos
72 horas antes de enviarse a las recicladoras.
¿Puede la crisis del coronavirus entorpecer
el reciclaje de residuos?
Según el director de servicios del Área Metropolitana
de Barcelona, Joan Miquel Trullols, sí es previsible que aumente
la parte destinada a incineración o vertedero, pues al suprimir
la parte manual del proceso de triaje la selección de materiales
recuperables pierde calidad. Por otro lado, Trullols señala
que “si nos llegan materiales o residuos afectados —de un
centro determinado con un conato— se vierten en una bolsa
identificativa que enviamos directamente a incineración o
vertedero”, sin pasar siquiera por los procesos automatizados.
¿Hay que seguir algún procedimiento especial
en caso de que no haya ningún caso confirmado de COVID-19
en los hogares?
Según el Miteco, la basura de casa deberá dividirse
como se hace normalmente, en cuatro fracciones. Cinco, si
el municipio —o distrito, como es el caso de la ciudad de
Madrid y otros— también recoge selectivamente la materia orgánica,
que se desecharía en el cubo de tapa marrón. Estas cuatro
fracciones son: vidrio, a la que corresponde el contenedor
verde; envases de plástico, latas y bricks, al amarillo; papel
y cartón, al azul; y la fracción resto, al cubo de tapa gris
o naranja. “Con el fin de reducir al máximo la fracción resto
(o fracción seca donde sea aplicable) que llega a las plantas
de tratamiento, conviene recordar a los ciudadanos la importancia
de optimizar la recogida separada de las distintas fracciones
(papel y cartón, vidrio, envases, orgánica en su caso), y
depositar en sus contenedores únicamente los residuos correspondientes
a tales fracciones”, insisten desde este organismo.
¿Qué hago con los guantes de látex que uso para
ir al supermercado?
Estos deberán desecharse en la fracción resto.
No porque estén contaminados necesariamente, sino porque al
no ser envases, el Miteco recuerda que no corresponden al
contenedor de envases ligeros (el amarillo).
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