Detallar el movimiento de rotación de la Tierra (sobre su
propio eje, que cambia continuamente) hasta llegar al milímetro
facilitará determinar la velocidad a la que crece el nivel
del mar en los océanos, una de las consecuencias más visibles
del fenómeno del cambio climático. Este es el ambicioso reto
que se han marcado en el horizonte del año 2020 la Unión Astronómica
Internacional (IAU en sus siglas en inglés) y la Asociación
Internacional de Geodesia (IAG) mediante un proyecto con 36
reconocidos científicos de todo el mundo dirigido por el matemático
español José Manuel Ferrándiz, catedrático de la Universidad
de Alicante y que en 2003 obtuvo el Premio Descartes de la
UE.
Se trata de matemáticos, físicos e ingenieros de Estados
Unidos, China, Taiwán, Rusia, Alemania, Francia, Polonia,
Bélgica y de España, que aporta seis investigadores de universidades
de Alicante, Valladolid y Complutense de Madrid. Ferrándiz
(Alicante, 1954) ha explicado que desde 2000 rige para los
estudios científicos un modelo sobre la rotación terrestre
que «cuadra» hasta que se alcanza la unidad del centímetro
aunque ahora se necesita aumentar la precisión para especificar
la evolución de determinados fenómenos sobre la corteza terrestre.
En el caso del conocido como efecto invernadero en el nivel
de los mares, la variación anual es de dos a tres milímetros,
lo cual convierte al actual modelo predictivo en poco fiable.
José Manuel Ferrándiz, en la Universidad de
Alicante.
Desde el punto de vista científico, el margen de error de
un centímetro se cifra en 300 microsegundos de arco en el
ángulo imaginario que se formaría entre la superficie de la
Tierra y el centro del planeta (teniendo en cuenta que un
grado sexagesimal está formado por 3.600.000.000 microsegundos
de arco). El objetivo de la IAU e IAG es reducir esta «incertidumbre»
hasta menos de 30, equivalente a aproximadamente el milímetro,
y para lograr esa precisión diez vez mejorada el grupo de
expertos, algunos provenientes de la estadounidense NASA o
de grandes observatorios de todo el mundo, han empezado a
«repensar» el modelo conceptual vigente para hallar sus imprecisiones
y no repetirlas en el futuro. «El movimiento de rotación no
es uniforme por multitud de variables a las que está sujeto,
entre ellas la fricción de las mareas; los movimientos de
las placas tectónicas, que se expanden, encogen o retuercen;
y otras fuerzas externas de atracción gravitatoria de la Luna
y el Sol, que permiten predecir lo que conocemos como nutaciones»,
según Ferrándiz.
El grupo fue constituido la pasada primavera por iniciativa
de la asamblea general de la IAU celebrada en Pekín en agosto
de 2012. Desde entonces ha habido dos reuniones de trabajo
en Postdam (Alemania) y París, ambas el pasado septiembre,
y las próximas se han fijado en San Francisco (Estados Unidos),
a principios de diciembre, y Viena, en mayo de 2014.
El equipo se ha dividido en tres subgrupos de trabajo con
las denominaciones Precesión y nutación, Movimiento del polo
y Validaciones y soluciones numéricas y, por parte española,
además de Ferrándiz, están Juan Francisco Navarro y Alberto
Escapa (Univ.Alicante), Juan Getino y María Eugenia Sansaturio
(Univ.Valladolid) y Marta Folgueira (Univ.Complutense de Madrid).
La Unión Astronómica Internacional (UAI, en francés Union
astronomique internationale o UAI, en inglés International
Astronomical Union o IAU) es una agrupación de las diferentes
sociedades astronómicas nacionales y constituye el órgano
de decisión internacional en el campo de las definiciones
de nombres de planetas y otros objetos celestes así como los
estándares en astronomia. Fue creada en 1919 a partir de la
unión de diferentes organismos como el Bureau International
de l'Heure, la Carte du Ciel y la Solar Union. Su primer presidente
fue Benjamin Baillaud. Su objetivo es promover y coordinar
la cooperación internacional en la astronomía y la elaboración
de las reglas de nomenclatura de los diferentes cuerpos celestes.
Los grupos de trabajo de la UAI también incluyen El grupo
de trabajo para la nomenclatura de sistemas planetarios (WGPSN
en inglés), que establece la nomenclatura para cuerpos planetarios
y las convenciones de nomenclatura astronómica.. En el año
2015, la UAI tenía 12 450 socios individuales, principalmente
profesionales de la astronomia con el grado académico de doctor,
y 74 socios nacionales, es decir, países afiliados a la UAI.
El 84 % de sus miembros son masculinos y un 16 % de miembros
femeninos. La presidenta actual de la UAI es Ewine F. van
Dishoeck (2018-2021).
La UAI coordina 37 comisiones y 85 grupos de trabajo sobre
diferentes temas astronómicos agrupadas en 12 disciplinas
principales.
División I.
Astronomía fundamental.
La astronomía es la ciencia que se ocupa del estudio de los
cuerpos celestes del universo, incluidos los planetas y sus
satélites, los cometas y meteoroides, las estrellas y la materia
interestelar, los sistemas de materia oscura, gas y polvo
llamados galaxias y los cúmulos de galaxias; por lo que estudia
sus movimientos y los fenómenos ligados a ellos. La astronomía
también abarca el estudio de la formación y el desarrollo
del Universo en su conjunto mediante la cosmología, y se relaciona
con la física mediante la astrofísica, la química mediante
la astroquímica y la biología con la astrobiología. Su registro
y la investigación de su origen viene a partir de la información
que llega de ellos a través de la radiación electromagnética
o de cualquier otro medio. La mayoría de la información usada
por los astrónomos es recogida por la observación remota,
aunque se ha conseguido reproducir, en algunos casos, en laboratorio,
la ejecución de fenómenos celestes, como, por ejemplo, la
química molecular del medio interestelar.
Es una de las pocas ciencias en las que los aficionados aún
pueden desempeñar un papel activo, especialmente en el descubrimiento
y seguimiento de fenómenos como curvas de luz de estrellas
variables, descubrimiento de asteroides y cometas, etc. La
astronomía ha estado ligada al ser humano desde la antigüedad
y todas las civilizaciones han tenido contacto con esta ciencia.
Personajes como Aristóteles, Tales de Mileto, Anaxágoras,
Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Claudio Ptolomeo, Hipatia
de Alejandría, Nicolás Copérnico, Tycho Brahe, Johannes Kepler,
Galileo Galilei, Christiaan Huygens o Edmund Halley han sido
algunos de sus cultivadores. La metodología científica de
este campo empezó a desarrollarse a mediados del siglo XVII.
Un factor clave fue la introducción del telescopio por Galileo
Galilei, que permitió examinar el cielo de la noche más detalladamente.
El tratamiento matemático de la Astronomía comenzó con el
desarrollo de la mecánica celeste y con las leyes de gravitación
por Isaac Newton, aunque ya había sido puesto en marcha por
el trabajo anterior de astrónomos como Johannes Kepler. Hacia
el siglo XIX, la Astronomía se había desarrollado como una
ciencia formal, con la introducción de instrumentos tales
como el espectroscopio y la fotografía, que permitieron la
continua mejora de telescopios y la creación de observatorios
profesionales.

El telescopio Hubble, en órbita desde el 24
de abril de 1990.
División II.
Sol y heliosfera.
El Sol es una estrella de tipo-G de la secuencia principal
y clase de luminosidad V que se encuentra en el centro del
sistema solar y constituye la mayor fuente de radiación electromagnética
de este sistema planetario. Es una esfera casi perfecta de
plasma, con un movimiento convectivo interno que genera un
campo magnético a través de un proceso de dinamo. Cerca de
tres cuartas partes de la masa del Sol constan de hidrógeno;
el resto es principalmente helio, con cantidades mucho más
pequeñas de elementos, incluyendo el oxígeno, carbono, neón
y hierro. Se formó hace aproximadamente 4600 millones de años
a partir del colapso gravitacional de la materia dentro de
una región de una gran nube molecular. La mayor parte de esta
materia se acumuló en el centro, mientras que el resto se
aplanó en un disco en órbita que se convirtió en el sistema
solar. La masa central se volvió cada vez más densa y caliente,
dando lugar con el tiempo al inicio de la fusión nuclear en
su núcleo.
Se cree que casi todas las estrellas se forman por este proceso.
El Sol es más o menos de edad intermedia y no ha cambiado
drásticamente desde hace más de cuatro mil millones de años,
y seguirá siendo bastante estable durante otros cinco mil
millones de años más. Sin embargo, después de que la fusión
del hidrógeno en su núcleo se haya detenido, el Sol sufrirá
cambios importantes y se convertirá en una gigante roja. Se
estima que el Sol se volverá lo suficientemente grande como
para engullir las órbitas actuales de Mercurio, Venus y posiblemente
la Tierra. La heliosfera es la región espacial que se encuentra
bajo la influencia del viento solar y su campo magnético,
que se compone de iones procedentes de la atmósfera solar
y se extiende más allá de la órbita de Plutón. Esto da origen
a una burbuja magnética en cuyo interior se encuentran los
planetas de nuestro sistema solar. El límite que impone la
burbuja se llama heliopausa. La capa que separa a la heliopausa
del frente de choque de terminación se llama heliofunda. Habitualmente
se ha pensado en la heliosfera como una estructura con forma
de cometa; sin embargo, investigaciones realizadas con el
instrumento MIMI de la sonda Cassini que complementan a las
realizadas por la misión IBEX sugieren que su forma es más
parecida a la de una burbuja.
Muy importante serán las contribuciones de las sondas interestelares
Voyager 1 y Voyager 2 para comprender el fin de la heliopausa
y la composición del espacio exterior a nuestro sistema solar.

División III.
Ciencias planetarias.
También llamadas planetología o astronomía planetaria, son
el conjunto de materias interdisciplinares implicadas en el
estudio de los planetas, o sistemas planetarios, incluyendo
al sistema solar, de cuyos planetas se tienen más datos, por
lo que sus modelos son más elaborados, pero también a los
planetas extrasolares. Las ciencias planetarias estudian objetos
que van desde el tamaño de un meteorito hasta los gigantes
de gas del tamaño de varias veces el planeta Júpiter. A grandes
rangos las ciencias planetarias estudian la formación de los
sistemas planetarios y de sus satélites; se ocupan en particular
de estudiar su masa, tamaño, gravedad superficial, velocidad
de rotación, achatamiento, estructura interna, densidad, antigüedad
de su superficie, erosión, evolución, actividad tectónica,
vulcanismo, campo magnético, auroras, interacción de la magnetosfera
con el viento solar, estaciones del planeta y su atmósfera,
velocidad de escape y búsqueda de vida entre otros objetivos
de estudio.
En cuanto al estudio de la atmósfera se comprende el estudio
de su composición, formación, presión superficial, densidad,
circulación general, temperaturas, vientos, actividad erosionadora
de la atmósfera, transporte de energía, perfiles en altura
de temperatura, densidad y presión, entre otras. La planetología
es una disciplina de reciente creación. Alimentada por la
gran masa de informaciones recogidas en el curso de las exploraciones
espaciales, la planetología estudia el origen y la evolución
de los planetas de los mecanismos que en el tiempo han modelado
sus superficies. Se basa en las ciencias de la Tierra, pero
convenientemente generalizadas para incluir las distintas
masas, atmósferas, temperaturas, o energía recibida desde
el astro central y que es el motor de la máquina planetaria.
Naturalmente la astronomía es la ciencia principal pero seguida
de una geología planetaria o comparada (astrogeología), la
ciencia de las atmósferas planetarias es una generalización
de la meteorología y como ciencia básica de soporte de todas
las referidas la física, cuyas leyes son universales y por
tanto aplicable a los distintos planetas. Otra disciplina
auxiliar es la astrobiología. Los datos a incluir en la teoría
de las ciencias planetarias provienen de la astronomía y la
exploración espacial además existe un importante componente
teórico que utiliza como herramienta la simulación por computadora.
División IV.
Estrellas.
Una estrella (del latín: stella) es un esferoide luminoso
de plasma que mantiene su forma gracias a su propia gravedad.
La estrella más cercana a la Tierra es el Sol. Otras estrellas
son visibles a simple vista desde la Tierra durante la noche,
apareciendo como una diversidad de puntos luminosos fijos
en el cielo debido a su inmensa distancia de la misma. Históricamente,
las estrellas más prominentes fueron agrupadas en constelaciones
y asterismos, y las más brillantes fueron denominadas con
nombres propios. Los astrónomos han recopilado un extenso
catálogo, proporcionando a las estrellas designaciones estandarizadas.
Sin embargo, la mayoría de las estrellas en el Universo, incluyendo
todas las que están fuera de nuestra galaxia, la Vía Láctea,
son invisibles a simple vista desde la Tierra. De hecho, la
mayoría son invisibles desde nuestro planeta incluso a través
de los telescopios de gran potencia. Durante al menos una
parte de su vida, una estrella brilla debido a la fusión termonuclear
del hidrógeno en helio en su núcleo, que libera energía la
cual atraviesa el interior de la estrella y, después, se irradia
hacia el espacio exterior. Casi todos los elementos naturales
más pesados que el helio se crean por nucleosíntesis estelar
durante la vida de la estrella y, en algunas de ellas, por
nucleosíntesis de supernova cuando explotan. Cerca del final
de su vida una estrella también puede contener materia degenerada.
Los astrónomos pueden determinar la masa, edad, metalicidad
(composición química) y muchas otras propiedades de las estrellas
mediante la observación de su movimiento a través del espacio,
su luminosidad y espectro, respectivamente. La masa total
de una estrella es el principal determinante de su evolución
y destino final.
Otras características de las estrellas, incluyendo el diámetro
y la temperatura, cambian a lo largo de su vida, mientras
que el entorno de una estrella afecta a su rotación y movimiento.
Una gráfica de dispersión de muchas estrellas que hace referencia
a su luminosidad, magnitud absoluta, temperatura superficial
y tipo espectral, conocido como el diagrama de Hertzsprung-Russell
(Diagrama H-R), permite determinar la edad y el estado evolutivo
de una estrella. La vida de una estrella comienza con el colapso
gravitacional de una nebulosa gaseosa de material compuesto
principalmente de hidrógeno, junto con helio y trazas de elementos
más pesados. Cuando el núcleo estelar es lo suficientemente
denso, el hidrógeno comienza a convertirse en helio a través
de la fusión nuclear, liberando energía durante el proceso.
Los restos del interior de la estrella portan la energía fuera
del núcleo a través de una combinación de procesos de transferencia
de calor por radiación y convección. La presión interna de
la estrella evita que se colapse aún más bajo su propia gravedad.
Cuando se agota el combustible de hidrógeno en el núcleo,
una estrella con al menos 0,4 veces la masa del Sol se expandirá
hasta convertirse en una gigante roja, en algunos casos fusionando
elementos más pesados en el núcleo o en sus capas alrededor
del núcleo (como el carbono o el oxígeno). Entonces la estrella
evoluciona hasta una forma degenerada, expulsando una porción
de su materia en el medio interestelar, donde contribuirá
a la formación de una nueva generación de estrellas. Mientras
tanto, el núcleo se convierte en un remanente estelar: una
enana blanca, una estrella de neutrones, o (si es lo suficientemente
masiva) un agujero negro.
Los sistema binarios y multiestelares constan de dos o más
estrellas que están unidas gravitacionalmente entre sí, y
por lo general se mueven en torno a otra en órbitas estables.
Cuando dos estrellas poseen una órbita relativamente cercana,
su interacción gravitatoria puede tener un impacto significativo
en su evolución. Las estrellas unidas gravitacionalmente entre
sí pueden formar parte de estructuras mucho más grandes, como
cúmulos estelares o galaxias.
División V.
Estrellas variables.
Las estrellas variables son estrellas que vistas desde la
Tierra experimentan una variación en su brillo o fluctúan
(magnitud aparente) con el transcurso del tiempo. Esta variación
puede estar causada por un cambio en la luz emitida o porque
algo bloquea la luz parcialmente, por lo que las estrellas
variables se clasifican del siguiente modo:
- Variables intrínsecas: cuya luminosidad cambia realmente;
por ejemplo, porque la estrella se expande y se contrae periódicamente.
- Variables extrínsecas: cuyos aparentes cambios en el brillo
son debidos a cambios en la cantidad de luz que puede llegar
a la Tierra; por ejemplo, porque la estrella tiene una compañera
en órbita que a veces la eclipsa.
Muchas, y posiblemente la mayor parte de las estrellas, tienen
al menos alguna variación en la luminosidad: la emisión de
energía de nuestro Sol, por ejemplo, varía en aproximadamente
un 0,1% durante un ciclo solar de 11 años.
Un antiguo calendario egipcio de días de la mala y buena
suerte compuesto hace 3.200 años puede ser el documento histórico
más viejo conservado que indica el descubrimiento de una estrella
variable, la binaria eclipsante Algol. De los astrónomos modernos,
la primera estrella variable fue identificada en 1638 cuando
Johannes Holwarda se percató de que Omicron Ceti (más tarde
denominada Mira) pulsaba en un ciclo que duraba 11 meses;
la estrella había sido anteriormente descrita como una nova
por David Fabricius en 1596. Este descubrimiento, junto con
la supernova observada en 1572 y 1604, demostró que el cielo
estrellado no era eternamente invariable como Aristóteles
y otros antiguos filósofos habían enseñado. De esta manera,
el descubrimiento de las estrellas variables contribuyó a
la revolución astronómica durante los siglos XVI y principios
del siglo XVII. La segunda estrella variable descrita por
Geminiano Montanari en 1669 era la variable eclipsante Algol;
John Goodricke dio la explicación correcta de su variabilidad
en 1784. Chi Cygni fue identificada en 1686 por Gottfried
Kirch, después R Hydrae en 1704 por Jean-Dominique Maraldi.
Por 1786 se conocían diez estrellas variables.
John Goodricke descubrió Delta Cephei y Beta Lyrae. Desde
1850 el número de estrellas variables conocidas ha aumentado
rápidamente, especialmente después de 1890, cuando se hizo
posible identificar las estrellas variables por medio de la
fotografía. La última edición del Catálogo General de Estrellas
Variables (2008) enumera más de 46.000 estrellas variables
en la Vía Láctea, así como 10.000 en otras galaxias y más
de 10.000 variables "sospechosas".

Estrella variable irregular supergigante roja,
Mu Cephei, la famosa «Estrella Granate».
División VI:
Material interestelar.
Materia que se encuentra en el espacio que hay entre las
estrellas. En las galaxias elípticas el medio interestelar
es relativamente pobre en gas y polvo, en las espirales la
materia interestelar en cambio es abundante y se concentra
sobre todo en el disco de las galaxias y en los brazos espirales.
Debido a la materia interestelar las estrellas se ven más
débiles y enrojecidas, procesos que llamamos extinción interestelar
y enrojecimiento interestelar. Existen zonas en las que la
materia interestelar se hace evidente, son las nebulosas en
las que la densidad de la materia interestelar es tal que
se absorbe y esparce la luz de las estrellas de manera muy
eficiente hasta el extremo de impedir su paso (nebulosas oscuras).
En otras zonas el material interestelar refleja la luz de
las estrellas cercanas (nebulosas de reflexión).

Material interestelar expulsado de regiones
centrales de una galaxia.
División VII:
La Via Láctea.
La galaxia de la Vía Láctea, o simplemente la Vía Láctea,
es una galaxia espiral donde se encuentra el sistema solar
y a su vez se encuentra la Tierra. Según las observaciones,
posee una masa de 1012 masas solares y es una espiral barrada.
Su diámetro medio se estima en unos 200.000 años luz, equivalentes
a casi un trillón y medio (2,84×1018) de kilómetros o 18960
millones de unidades astronómicas, según lo anunciado
en mayo de 2018 por un equipo de investigadores del Instituto
Astrofísico de Canarias y el National Astronomical Observatories
de Pekín (NAOC). Se calcula que contiene entre 200.000 y 400.000
millones de estrellas. La distancia desde el Sol hasta el
centro de la galaxia es de alrededor de 25.766 años luz (7900
pc), es decir, el 52 % del radio total galáctico. La Vía Láctea
forma parte de un conjunto de unas cuarenta galaxias llamado
Grupo Local, y es la segunda más grande y brillante tras la
galaxia de Andrómeda, aunque puede ser la más masiva, como
muestra un estudio reciente.
El nombre Vía Láctea proviene de la mitología griega y en
latín significa camino de leche. Esa es, en efecto, la apariencia
de la tenue banda de luz que atraviesa el firmamento terrestre,
y así lo afirma la mitología griega, explicando que se trata
de leche derramada del pecho de la diosa Hera (Juno para los
romanos). Rubens representa la leyenda en su obra El nacimiento
de la Vía Láctea. Sin embargo, ya en la Antigua Grecia, el
astrónomo Demócrito (460 a. C.-370 a. C.) sugirió que aquel
haz blanco en el cielo era en realidad un conglomerado de
muchísimas estrellas demasiado tenues individualmente como
para ser reconocidas a simple vista. Su idea, no obstante,
no tuvo respaldo hasta 1609, cuando el astrónomo italiano
Galileo Galilei hace uso del telescopio y constata que Demócrito
estaba en lo cierto, ya que a donde quiera que mirase, aquel
se encontraba lleno de estrellas.

Centro Galáctico de la Vía Láctea visto desde
el Observatorio Paranal
División VIII:
Galaxias y Universo.
Una galaxia es un conjunto de estrellas, nubes
de gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y energía
unidos gravitatoriamente en una estructura más o menos definida.
La palabra «galaxia» procede de los griegos, los cuales atribuían
el origen de la Vía Láctea a las gotas de leche derramadas
en el universo por la diosa Hera mientras alimentaba al infante
Hercules. La cantidad de estrellas que forman una galaxia
es enorme y varía desde las galaxias enanas, con 107, hasta
las galaxias gigantes, con 1014 estrellas. Formando parte
de una galaxia existen subestructuras como las nebulosas,
los cúmulos estelares y los sistemas estelares múltiples.
Históricamente, las galaxias se han clasificado de acuerdo
a su forma aparente (morfología visual). Una forma común es
la galaxia elíptica que, como lo indica su nombre, tiene el
perfil luminoso de una elipse. Las galaxias espirales tienen
forma circular pero con estructura de brazos curvos envueltos
en polvo. Las galaxias inusuales se llaman galaxias irregulares
y son, normalmente, el resultado de perturbaciones provocadas
por la atracción gravitacional de galaxias vecinas. Estas
interacciones entre galaxias vecinas, que pueden provocar
la fusión de galaxias, pueden inducir el intenso nacimiento
de estrellas. Finalmente, tenemos las galaxias pequeñas, que
carecen de una estructura coherente y también se las llama
galaxias irregulares.
Según estudios publicados en 2016, se estima
que existen al menos 2 billones (2 millones de millones) de
galaxias en el universo observable, esto es, diez veces más
de lo que se creía anteriormente. La mayoría de las galaxias
tienen un diámetro entre cien y cien mil parsecs y están usualmente
separadas por distancias del orden de un millón de parsecs.
El espacio intergaláctico está compuesto por un tenue gas
cuya densidad media no supera un átomo por metro cúbico. Muchas
de las galaxias están dispuestas en una jerarquía de agregados,
llamados cúmulos, que a su vez pueden formar agregados más
grandes, llamados supercúmulos. Estas estructuras mayores
están dispuestas en hojas o en filamentos rodeados de inmensas
zonas de vacío en el universo. Se especula que la materia
oscura constituye el 90 % de la masa en la mayoría de las
galaxias. Sin embargo, la naturaleza de este componente no
está demostrada, y de momento aparece solo como un recurso
teórico para sustentar la estabilidad observada en las galaxias.
La materia oscura fue propuesta inicialmente en 1933 por el
astrónomo suizo Fritz Zwicky, pues la rotación observada en
las galaxias indicaba la presencia de una gran cantidad de
materia que no emitía luz. Sin embargo, existen muchas otras
galaxias además de la nuestra. Las estimaciones en torno a
su número rondan los 2 billones solamente en el universo observable.
El Telescopio Espacial Hubble observó una pequeña porción
del espacio durante 12 días y descubrió 10.000 galaxias, de
todo los tamaños, formas y colores. A veces las galaxias se
acercan demasiado y chocan entre sí. La Vía Láctea algún día
colisionará con Andrómeda, su vecino galáctico más cercano.
La Colisión Vía Láctea-Andrómeda tendrá lugar dentro de cinco
mil millones de años, dando lugar a una galaxia que probablemente
será de tipo espiral llamada Lactómeda. Las galaxias son tan
grandes y están tan expandidas en los extremos que, aunque
se choquen entre sí, los planetas y los sistemas solares a
menudo no llegan a colisionar.
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NGC 4414, una típica galaxia espiral en la constelación
Coma Berenices, cuyo diámetro es aproximadamente 19 000 parsec
y a una distancia aproximada de 20 millones de parsec.
El universo es la totalidad del espacio y del
tiempo, de todas las formas de la materia, la energía, el
impulso, las leyes y constantes físicas que las gobiernan.
Sin embargo, el término también se utiliza en sentidos contextuales
ligeramente diferentes y alude a conceptos como cosmos, mundo
o naturaleza. Su estudio, en las mayores escalas, es el objeto
de la cosmología, disciplina basada en la astronomía y la
física, en la cual se describen todos los aspectos de este
universo con sus fenómenos. La ciencia modeliza el universo
como un sistema cerrado que contiene energía y materia adscritas
al espacio-tiempo y que se rige fundamentalmente por principios
causales. Basándose en observaciones del universo observable,
los físicos intentan describir el continuo espacio-tiempo
en el que nos encontramos, junto con toda la materia y energía
existentes en él. Los experimentos sugieren que el universo
se ha regido por las mismas leyes físicas, constantes a lo
largo de su extensión e historia. Es homogéneo e isotrópico.
La fuerza dominante en distancias cósmicas es la gravedad,
y la relatividad general es actualmente la teoría más exacta
para describirla. Las otras tres fuerzas fundamentales, y
las partículas en las que actúan, son descritas por el modelo
estándar. El universo tiene por lo menos tres dimensiones
de espacio y una de tiempo, aunque experimentalmente no se
pueden descartar dimensiones adicionales. El espacio-tiempo
parece estar conectado de forma sencilla, y el espacio tiene
una curvatura media muy pequeña o incluso nula, de manera
que la geometría euclidiana es, como norma general, exacta
en todo el universo.
La teoría actualmente más aceptada sobre la
formación del universo, fue teorizada por el canónigo belga
Lemaître, a partir de las ecuaciones de Albert Einstein. Lemaitre
concluyó (en oposición a lo que pensaba Einstein), que el
universo no era estacionario, que el universo tenía un origen.
Es el modelo del Big Bang, que describe la expansión del espacio-tiempo
a partir de una singularidad espaciotemporal. El universo
experimentó un rápido periodo de inflación cósmica que arrasó
todas las irregularidades iniciales. A partir de entonces
el universo se expandió y se convirtió en estable, más frío
y menos denso. Las variaciones menores en la distribución
de la masa dieron como resultado la segregación fractal en
porciones, que se encuentran en el universo actual como cúmulos
de galaxias. Las observaciones astronómicas indican que el
universo tiene una edad de 13.799±21 millones de años (entre
13.778 y 13.820 millones de años con un intervalo de confianza
del 68%) y por lo menos 93 .000 millones de años luz de extensión.
Debido a que, según la teoría de la relatividad especial,
la materia no puede moverse a una velocidad superior a la
velocidad de la luz, puede parecer paradójico que dos objetos
del universo puedan haberse separado 93.000 millones de años
luz en un tiempo de únicamente 13.000 millones de años; sin
embargo, esta separación no entra en conflicto con la teoría
de la relatividad general, ya que esta solo afecta al movimiento
en el espacio, pero no al espacio mismo, que puede extenderse
a un ritmo superior, no limitado por la velocidad de la luz.
Por lo tanto, dos galaxias pueden separarse una de la otra
más rápidamente que la velocidad de la luz si es el espacio
entre ellas el que se dilata.
Observaciones recientes han demostrado que
esta expansión se está acelerando, y que la mayor parte de
la materia y la energía en el universo son las denominadas
materia oscura y energía oscura, la materia ordinaria (bariónica),
solo representaría algo más del 5 % del total.3? Las mediciones
sobre la distribución espacial y el desplazamiento hacia el
rojo (redshift) de galaxias distantes, la radiación cósmica
de fondo de microondas, y los porcentajes relativos de los
elementos químicos más ligeros, apoyan la teoría de la expansión
del espacio, y más en general, la teoría del Big Bang, que
propone que el universo en sí se creó en un momento específico
en el pasado. En cuanto a su destino final, las pruebas actuales
parecen apoyar las teorías de la expansión permanente del
universo (Big Freeze o Big Rip, Gran Desgarro), que nos indica
que la expansión misma del espacio, provocará que llegará
un punto en que los átomos mismos se separarán en partículas
subatómicas. Otros futuros posibles que se barajaron, especulaban
que la materia oscura podría ejercer la fuerza de gravedad
suficiente para detener la expansión y hacer que toda la materia
se comprima nuevamente; algo a lo que los científicos denominan
el Big Crunch o la Gran Implosión, pero las últimas observaciones
van en la dirección del gran desgarro.

La imagen de luz visible más profunda del cosmos,
el Campo Ultra Profundo del Hubble.
División IX:
Espectroscopia.
La espectroscopia o espectroscopía es el estudio
de la interacción entre la radiación electromagnética y la
materia, con absorción o emisión de energía radiante. Tiene
aplicaciones en astronomía, física, química y biología, entre
otras disciplinas científicas. El análisis espectral se basa
en detectar la absorción o emisión de radiación electromagnética
a ciertas longitudes de onda, en relación con los niveles
de energía implicados en una transición cuántica. Existen
tres casos de interacción con la materia:
- choque elástico: existe solo un cambio en
el impulso de los fotones (por ejemplo, los rayos X, la difracción
de electrones y la difracción de neutrones).
- choque inelástico: por ejemplo, la espectroscopia
Raman.
- absorción o emisión resonante de fotones.

Espectro de luz de una llama de alcohol.
División X:
Radioastronomía.
La radioastronomía es la rama de la astronomía
que estudia los objetos celestes y los fenómenos astrofísicos
midiendo su emisión de radiación electromagnética en la región
de radio del espectro. Las ondas de radio tienen una longitud
de onda mayor que la de la luz visible. En la radioastronomía,
para poder recibir buenas señales, se deben utilizar grandes
antenas, o grupos de antenas más pequeñas trabajando en paralelo.
La mayoría de los radiotelescopios utilizan una antena parabólica
para amplificar las ondas, y así obtener una buena lectura
de estas. Esto permite a los astrónomos observar el espectro
de radio de una región del cielo. La radioastronomía es un
área relativamente nueva de la investigación astronómica,
que todavía tiene mucho por descubrir. En la actualidad, existen
gigantescos radiotelescopios, permitiendo observaciones de
una resolución imposible en otras longitudes de onda. Entre
los problemas que la radioastronomía ayuda a estudiar, se
encuentran la formación estelar, las galaxias activas, la
cosmología, etc.

El complejo de comunicaciones Goldstone Deep
Space que integra la Deep Space Network de la NASA (DSN) se
utiliza, entre otros, para radio astronomía y observaciones
de radar del sistema solar y el universo.
División XI:
Física de altas energías y técnicas espaciales.
La física de partículas es la rama de la física
que estudia los componentes elementales de la materia y las
interacciones entre ellos. Se conoce a esta rama también como
física de altas energías, debido a que a muchas de estas partículas
solo se les puede ver en grandes colisiones provocadas en
los aceleradores de partículas. En la actualidad, las partículas
elementales se clasifican siguiendo el llamado modelo estándar
en dos grandes grupos: bosones y fermiones. Los bosones tienen
espín entero (0, 1 o 2) y son las partículas que interactúan
con la materia, mientras que los fermiones tienen espín semientero
(1/2 o 3/2) y son las partículas constituyentes de la materia.
En el modelo estándar se explica cómo las interacciones
fundamentales en forma de partículas (bosones) interactúan
con las partículas de materia (fermiones). Así, el electromagnetismo
tiene su partícula llamada fotón, la interacción nuclear fuerte
tiene al gluón, la interacción nuclear débil a los bosones
W y Z y la gravedad a una partícula hipotética llamada gravitón.
Entre los fermiones hay más variedad; se encuentran dos tipos:
los leptones y los quarks. En conjunto, el modelo estándar
contiene 24 partículas fundamentales que constituyen la materia
(12 pares de partículas y sus correspondientes anti-partículas)
junto con tres familias de bosones de gauge responsables de
transportar las interacciones.
Los principales centros de estudio sobre partículas
son el Laboratorio Nacional Fermi o Fermilab, en Estados Unidos
y el Centro Europeo para la Investigación Nuclear o CERN,
en la frontera entre Suiza y Francia. En estos laboratorios
lo que se logra es obtener energías similares a las que se
cree que existieron en el Big Bang y así se intenta tener
cada vez más pruebas del origen del universo.

El CERN, el lugar en el que se guardan los secretos
del Universo.
División XII:
Actividades comunes a todas las divisiones.
Unión Astronómica Internacional.

Asociación Internacional de Geodesia.

Agencia Espacial Europea.
La Agencia Espacial Europea (ESA) es la puerta de entrada
al espacio de Europa. Su misión es dar forma al desarrollo
de la capacidad espacial de Europa y garantizar que
la inversión en el espacio continúe brindando beneficios
a los ciudadanos de Europa y del mundo.

Sociedad Española de Astronomía.
La Sociedad Española de Astronomía (SEA) agrupa a más
de 800 astrofísicos profesionales, incluyendo alrededor
de 600 doctores en Astrofísica y unos 200 miembros juniors.
Su objetivo principal es contribuir a promocionar el
desarrollo de la astronomía y astrofísica en España
y, de manera particular, proporcionar un foro independiente
para la discusión de asuntos de interés común para la
comunidad astronómica española.

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Científicos pertenecientes a la Universidad de Columbia en
Estados Unidos revelaron el pasado año el por qué una
zona del Océano Pacífico conocida como "lengua fría ecuatorial"
no se calienta de forma similar como lo hacen el resto de
las aguas en el mundo. Según explican los expertos esta zona
que se extiende desde Perú hasta el Pacífico occidental se
ha logrado mantener fría porque los vientos conocidos como
"alisios" son los encargados de alejar el agua caliente en
la superficie del lugar. Esta particular situación causa que
las aguas más frías provenientes desde las profundidades del
mar emergen hacia la superficie haciendo que la temperatura
en este lugar se mantenga y no sufra aumentos considerables.
El particular fenómeno climático denominado por los expertos
como vientos alisios soplan de este a oeste a través del Océano
y debido al movimiento de rotación de la Tierra estos logran
impulsar las aguas desde el norte hacia el sur del Ecuador,
provocando con esto que las aguas frías que están debajo de
la superficie emerjan sin problema alguno. Esta zona ha logrado
desconcertar y sorprender a toda la comunidad científica ya
que los diversos modelos con los cuales cuentan los expertos
para entender el clima muestran que estas aguas pertenecientes
a la Lengua Fría Ecuatorial ya deberían haber sufrido las
consecuencias del calentamiento global.
Los investigadores señalaron que el desajuste entre los cambios
observados en la temperatura de ese sector en las últimas
décadas y los modelos manejados es bastante sorprendente,
enfatizando que de los supuestos 0.8 grados de temperatura
que esta zona del mar debería haber aumentado hasta ahora
no ha llegado ni a la mitad. Finalmente, los expertos estimaron
que estas particulares zonas en el mar tienden a registrar
una cantidad de humedad demasiad alta y velocidades de viento
demasiado bajas provocando que la temperatura de estas zonas
en el mar sea sensible al cambio climático, situación que
por fortuna no estaría ocurriendo como teóricamente se creía.
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