La justicia holandesa ha marcado un hito: un
tribunal de La Haya ha condenado a la petrolera Shell a reducir
un 45% sus emisiones de CO2 en los próximos diez años al encontrarla
responsable del cambio climático. El fallo, leído recientemente,
llega tras la demanda de la organización Amigos de la Tierra
que, explica, abre un camino para que los "litigios climáticos"
se reproduzcan en otros países. El veredicto expresa que existe
una "amenaza de violación de los derechos humanos" en cuanto
al derecho a la vida y a una vida familiar sin molestias y
señala que la corporación tiene que cumplir con lo establecido
en el fallo "inmediatamente" porque su política climática
"no es lo suficientemente concreta". La jueza ha afirmado
que Shell es responsable por las emisiones asociadas a los
productos de sus clientes y suministradores.
Amigos de la Tierra interpuso la demanda contra
Shell en 2019 por sus daños ecológicos a la que se adhirieron
otras organizaciones como Greenpeace o Action Aid. Su argumentación
se basaba en que la petrolera anglo-holandesa "conocía durante
años los daños de la extracción de petróleo y no solo desinformó
al público sino que continuó perforando". La corte holandesa
ha entendido que la petrolera es una de causantes del cambio
climático y por eso manda que rebaje sus emisiones de gases
de efecto invernadero. El fallo deja factible la posibilidad
de que las emisiones sean compensadas con medidas que resten
CO2 de la atmósfera en la línea de neutralidad climática que
se ha extendido a la hora de computar esas emisiones: la idea
es que una plantación de árboles, por ejemplo, absorberá una
cantidad de gases determinada.
El periplo que ha desembocado en este fallo
en La Haya –donde la compañía tiene su cuartel general– arrancó
cuando la misma organización remitió una carta a Shell en
2018 en la que avanzaba que consideraba que la transnacional,
"con sus actividades y estrategia empresarial está quebrando
sus obligaciones legales al causar el cambio climático". En
su opinión, la petrolera debía "poner remedio a esta situación
ilegal y alinear sus acciones e inversiones con los objetivos
climáticos".
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Aunque la empresa contestó por escrito a Amigos
de la Tierra, el proceso no se detuvo y llegó a los tribunales.
En abril de 2019, Shell fue requerida por un tribunal de
La Haya en Holanda tras la demanda de la ONG y otros 17.000
co-demandantes que, en resumen, consideraban que el modelo
de negocio de esta corporación suponía "una seria amenaza
a los objetivos del Acuerdo de París contra el cambio climático".
Incluso llegaban a cuantificar que Shell "ha sido responsable
del 1,8% de todo el CO2 emitido por la humanidad a la atmósfera.
Actualmente sus actividades están detrás del 1% de las emisiones
globales. Hasta este 2021 estaba siendo un buen año para
la petrolera ya que, en el primer trimestre informó de un
beneficio superior al esperado de casi 3.000 millones de
euros, ocho veces más que en el cierre de 2020. Shell se
ha aprovechado, ha indicado, del repunte en la demanda de
combustibles fósiles –cuya utilización es la principal causa
de calentamiento global y, por tanto, de la alteración del
clima–. La compañía ha analizado que la subida en los precios
de los mercados de petróleo y gas ha estado detrás de este
repunte espectacular de sus resultados en los tres primeros
meses de este año. Justamente, la Organización Mundial de
la Energía pidió el pasado 18 de mayo que se abandonaran
las exploraciones de nuevos yacimientos de hidrocarburos
con objetivo de conseguir emisiones nulas de carbono para
2050.
El 1 de enero de 2020 entraba en vigor la nueva normativa
europea que limitaba las emisiones de dióxido de carbono
(CO2) de los vehículos ligeros y que obligaba a los
fabricantes a que la media de sus automóviles vendidos
en la región a partir de 2020 no generase más de 95
gramos de CO2 por kilómetro recorrido.

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La Royal Dutch Shell (en neerlandés: Koninklijke Nederlandse
Shell, Compañía Real Neerlandesa Shell) es una empresa de
hidrocarburos anglo-neerlandesa que tiene intereses en los
sectores petrolífero y del gas natural, así como del refinado
de gasolinas. Es una de las mayores multinacionales del mundo,
y una de las cuatro más grandes del sector petrolífero junto
con BP, ExxonMobil y Total. En 2009, la revista Fortune la
clasificó como la empresa con mayor caudal monetario del mundo.
Y en la edición del 2011, quedó en segundo lugar justo después
de Walmart. Una investigación de 2019 muestra que Royal Dutch
Shell, con emisiones de 31.95 mil millones de toneladas de
CO2 desde 1965, fue la séptima compañía con la emisión más
alta del mundo durante ese período.
El Grupo Royal Dutch Shell se creó en 1907 cuando la Real
Compañía Neerlandesa de Petróleos (nombre legal en neerlandés:
N.V. Koninklijke Nederlandse Petroleum Maatschappij) y la
Compañía Shell Transport and Trading Company Ltd fusionaron
sus operaciones para competir contra el entonces gigante estadounidense,
Standard Oil. Antes de la unificación, el grupo operó bajo
una serie de acuerdos operacionales y accionarios. La Royal
Dutch Petroleum Company era una compañía neerlandesa fundada
en 1890 por Jean Kessler, junto con Henri Deterding y Hugo
Loudon, cuando un chárter real fue concedido por la reina
neerlandesa Wilhelmina a una pequeña compañía de exploración
petrolífera conocida como "Royal Dutch". La Shell Transport
and Trading Company era una compañía británica fundada en
1897 por Marcus Samuel y su hermano Samuel Samuel. Desde 1912,
Shell inicia actividades exploratorias en Venezuela a través
de su subsidiaria la Caribbean Petroleum Company.

El 31 de julio de 1914 las investigaciones y trabajos de
campo culminaron con la perforación exitosa del pozo Zumaque
I, en Mene Grande, Estado Zulia, primer pozo petrolero comercial
de Venezuela. Cartel de Francis Bernard (1932) En 1919, Shell
tomó el control de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila
(Mexican Eagle Petroleum Company) y en 1921 formó Shell-Mex
Limited, la cual comerciaba productos bajo las marcas “Shell”
e “Eagle” en el Reino Unido. En 1931, parcialmente en respuesta
a las difíciles condiciones económicas de aquellos tiempos,
Shell-Mex fusionó sus operaciones de mercado en el Reino Unido
con las de la British Petroleum y creó la Shell-Mex and BP
Ltd., una compañía que funcionó hasta que las marcas se separaron
en 1975. En el período comprendido entre 1930 y 1933 el consorcio
Shell realizó grandes aportaciones económicas al Partido Nacionalsocialista
Obrero Alemán. En 1976, la concesión para operar en Venezuela
fue revocada y todos los activos que poseía la compañía en
ese país fueron nacionalizados y otorgados a la nueva compañía
estatal Maraven.
Dicha compañía filial de PDVSA mantendría no obstante un
convenio operativo durante 20 años con Royal Dutch Shell.
En noviembre de 2004, se anunció que el Grupo Shell se cambiaría
a una estructura de capital simple, creando una nueva compañía
que se llamaría Royal Dutch Shell Plc, con su principal inscripción
en la Bolsas de Comercio de Londres y Ámsterdam y su casa
central en La Haya, Países Bajos. La unificación se completó
el 20 de julio de 2005.
Las acciones fueron emitidas en una ventaja de 60/40 para
los accionistas de la Royal Dutch, Real Neerlandesa. En el
2005 fue catalogada por “Public Eye” a la peor empresa del
planeta a causa de los daños ambientales que ha ocasionado
en el río Níger. Otra vez en el 2013 ganó este “premio”, esta
vez por sus plataformas en la Antártida lo cual perjudicaría
el ambiente de este lugar, donde habitan varios animales en
vías de extinción y también contribuiría al cambio climático.
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El origen de la marca Shell está vinculada a los orígenes
de la Shell Transport and Trading Company. En 1833, el padre
del fundador, llamado también Marcus Samuel, fundó un importante
negocio para vender conchas marinas a coleccionistas de Londres.
Al recolectar especímenes de conchas marinas en la zona del
mar Caspio en 1892, el joven Samuel se dio cuenta de que había
potencial al exportar aceite para lámparas desde la región
y puso en servicio el primer barco construido para transportar
petróleo del mundo, el Murex, para entrar a este mercado.
Para 1907, la compañía tenía una flota de barcos petroleros.
El emblema de Shell es uno de los símbolos comerciales más
conocidos en el mundo. Conocido como el "pecten" por la concha
marina, el ostión gigante o Pecten maximus, en el cual se
basó, la actual versión del logotipo fue diseñada por Raymond
Loewy y presentada en 1971 tras sufrir varios cambios durante
el sigo XX. Los colores corporativos rojo y amarillo, guardan
relación con los colores de la bandera de España debido a
que las primeras estaciones de servicio de la compañía se
hallaban en el Estado de California que guarda fuertes lazos
históricos con España.

El 15 de enero de 1999, en Magdalena, Argentina, un barco
de Shell derramó petróleo en el Río de la Plata, el cual luego
impactó en la costa y contaminó las napas de agua dulce, la
flora y la fauna. Este derrame está considerado el mayor en
agua dulce en la historia mundial de derrames de petróleo.
Se derramaron más de 5 400 000 litros de petróleo en el agua
dulce del Río de la Plata. El 10 de marzo de 2005, Néstor
Kirchner llamó a boicotear a las empresas Shell y Esso, que
habían aumentado los precios de los combustibles un 3 %, y
fue inmediatamente apoyado por cientos de manifestantes que
ocuparon las estaciones de servicio. El 10 de diciembre de
2015 el presidente de la filial argentina de Shell, Juan José
Aranguren fue nombrado Ministro de Energía y Minería de la
Nación Argentina por el recién electo presidente Mauricio
Macri. Desde entonces determinó una serie de aumentos en el
precio de los combustibles, que flotan libremente de acuerdo
al precio internacional del barril de crudo, a diferencia
del anterior gobierno, que subsidiaba a este sector y regulaba
sus precios operativos. Por presión pública y con casi un
año en el cargo, Aranguren simuló desprenderse de parte de
sus acciones en la compañía, conservando solamente 16 millones
de dólares en éstas. El 24 de abril de 2018, Shell Argentina
anunció la venta de su negocio del Downstream a la compañía
brasileña Raízen. Esta operación incluyó la Refinería de Buenos
Aires, aproximadamente 665 estaciones de servicio, los negocios
de LPG, combustibles marítimos, combustibles de aviación,
asfaltos y lubricantes, así como las actividades de suministro
y distribución en el país. Mediante un acuerdo de licencia
de marca, Raízen seguirá usando la marca Shell. La venta no
incluyó los activos del Upstream (exploración y producción
de petróleo y gas no convencional) que la compañía tiene en
Vaca Muerta, en la provincia del Neuquén. Desde entonces,
Sean Rooney tomó el lugar de presidente de la filial argentina.
El 27 de diciembre del mismo año, Shell Argentina anunció
su decisión de pasar a fase de desarrollo en Sierras Blancas,
Cruz de Lorena y Coirón Amargo Sur Oeste (CASO) y en la formación
de No Convencionales en Neuquén, Vaca Muerta. Esta decisión
marca el inicio del desarrollo a gran escala de gas y petróleo
en las áreas, con un potencial de producir más de 70.000 barriles
diarios de petróleo equivalentes (bped) para mediados de la
próxima década.

Shell y la empresa brasileña de etanol Cosan se han unido
en otra compañía llamada Raizen, valorada en 12.000 millones
de dólares, para producir etanol y venderlo como biocombustible.
Cosan está comprando caña de azúcar cultivada en territorio
guaraní ocupado por un terrateniente que ha sido acusado de
amenazar de muerte a sus oponentes. Survival International
ha instado a Shell y a Cosan a que dejen de usar caña de azúcar
cultivada en territorio guaraní.
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En Costa Rica, la explosión de una gasolinera Shell en Escazú,
el 28 de octubre de 2006, costó la vida a dos niños de 5 y
13 años. El accidente se dio porque en ese momento un operario
cambiaba un filtro, falló aquel dispositivo de seguridad que
impide el paso de gasolina mientras se ejecuta la maniobra;
esto provocó una fuga de gasolina muy grande que, en contacto
con una chispa, llevó a una explosión. Los niños fallecidos
estaban a seis metros de la fuga, solos en el vehículo porque
su madre había ido a pagar la gasolina. Cuando se inició el
incendio la mujer intentó sacarlos por la ventana, ya que
el carro era de dos puertas. Los niños tenían el cinturón
de seguridad puesto, y fue entonces cuando se produjo la gran
explosión. La gasolinera había sido construida hacía cuarenta
y dos años. Hacía unos diez había sido adquirida por
la empresa Shell, que a su vez la dio en concesión a la empresa
comercializadora Ezer S.A. Actualmente la compañía tiene doce
empleados registrados. Los encargados de Shell en Costa Rica
evitaron referirse al incidente.
En Europa, también por aquellos años, la compañía planeó
hundir la plataforma de extracción Brent Spar en el mar del
Norte. Las organizaciones ecologistas hicieron una intensa
campaña de concienciación ciudadana, y el boicoteo pacífico
de la sociedad civil a los productos de Shell hicieron que
ésta rectificara su decisión. La plataforma fue finalmente
reciclada como nuevo muelle de la ciudad costera de Stavanger.

En la década de los años 1990, Shell se vio envuelta en escándalos
de resonancia internacional. El más grave fue el derivado
de sus actividades en Nigeria, país regido entonces por una
dictadura militar. La contaminación provocada por las petroleras
con la permisividad del gobierno llegó a tal extremo que arruinó
a la población del delta del Níger, tradicionalmente agrícola.
El escritor Ken Saro-Wiwa, de etnia ogoni, encabezó un movimiento
de protesta pacífica contra las petroleras, sobre todo Shell,
la de mayor presencia en la zona. Fue varias veces detenido,
condenado a muerte por unos crímenes de los que no era responsable
y ejecutado, despertando un clamor internacional de condena
contra Shell por su pasividad en los hechos y su colaboración
con el gobierno. Tras una larga batalla legal, en mayo de
2009 la compañía alcanzó un acuerdo económico para poner fin
a la reclamación de responsabilidades, por complicidad con
la dictadura militar nigeriana en la represión del pueblo
ogoni, aceptando satisfacer 15,5 millones de dólares, y evitando
de esta forma la celebración de un comprometedor juicio que
afectaría a su reputación internacional. Los deudos de Ken
Saro Wiwa, junto a organizaciones internacionales de derechos
humanos, acusan a Shell de haber sido cómplice en la ejecución,
de haber suministrado armas a los militares que perpetraron
crímenes sistemáticos contra la población. En enero de 2001
Shell admitió que efectivamente había entregado armas a la
policía local "para que protegiera sus instalaciones". En
2008 la empresa provocó un vertido de crudo en pleno delta
del Níger que afectó a unas 15.000 personas. Sólo tras 7 años
admitió su culpa y acordó una indemnización.
En los años 1980 Shell llevó a cabo exploraciones petrolíferas
en el sureste de Perú, una zona aislada de selva virgen donde
vivían pueblos indígenas. Shell hizo esta zona accesible y
en consecuencia los madereros invadieron la zona. El primer
contacto con los murunahua causó la muerte de más de la mitad
de este pueblo indígena a causa de neumonías y epidemias.
Shell era perfectamente consciente de que allí vivían pueblos
indígenas no contactados, pero aun así siguieron trabajando.

Los pueblos indígenas constituyen uno de los
grupos más vulnerables ante el contagio de coronavirus, debido
a que, constantemente, se ven afectados por otros padecimientos
como la anemia y la desnutrición, así como por la escasa presencia
estatal en las zonas en las que habitan. Nombres indígenas
como Etsa, Shumay o Willka están resurgiendo en Perú desde
el olvido, la marginación y la exclusión en la que han permanecido
por siglos sin ser reconocidos oficialmente por sonar "raros",
incomprensibles o tener una escritura desconocida.
Desde los últimos años, Shell impulsa una estrategia de comunicación
en redes sociales para dar a conocer su actividad en el mundo.
A través de una sección en su Página web corporativa, Shell
explica en que canales tiene presencia, destacando Twitter,
YouTube, Facebook. Desde estos canales, Shell no solo comenta
su actividad corporativa y operativa, sino que comparte las
oportunidades laborales, su perspectiva sobre el cambio climático
y las energías renovables, entre otros temas, que han brindado
resultados positivos en la comunicación de la compañía.
En Mayo de 2020 abordábamos en nuestros Destacados
el Dieselgate.
Volkswagen (VW), el mayor fabricante de automóviles
del mundo, resultó condenado por la Corte Suprema
de Justicia de Alemania a reembolsar en parte los gastos
de adquisición a un cliente propietario de un coche
diésel cuyo motor fue trucado. A finales de septiembre
de 2015, Volkswagen realizó una reserva de 6500 millones
de euros para hacer frente a los costes del escándalo.
Solamente en Estados Unidos, la multa por vehículo trucado
rondó los 33.000 euros.

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