La UNESCO sigue sin considerar la tauromaquia
como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Bureau
del Comité Intergubernamental rechaza considerarla entre sus
expedientes en curso, por lo que no la ha incluido en su agenda.
El tema iba a ser debatido en septiembre pero dos días antes,
la Plataforma La Tortura No Es Cultura (LTNEC) y Animal Guardians
junto con la organización Gladiadores por la Paz y AACME lanzaron
una ofensiva con el apoyo de 985 organizaciones de todo el
mundo e importantes personalidades en contra de la candidatura.
La movilización fue tal que el Bureau decidió postergar el
debate hasta su reunión de octubre, donde finalmente el tema
taurino no ha sido incluido. Los sectores animalistas y ecologistas
no ocultan ahora su alegría.
El sector taurino, en cambio, lo recibe como
un revés más de este 2020, año en el que dicha actividad se
ha visto reducida en un 89% debido a la pandemia del coronavirus.
Prueba de ello es que desde el pasado mes de julio hasta la
finalización de la campaña este mes de noviembre únicamente
se han organizado en España 75 festejos taurinos mayores frente
a los 793 que tuvieron lugar en 2019. Una reducción de espectáculos
que se ha traducido en la pérdida de más de 15.000 contrataciones
directas, además de cientos de puestos de trabajo en otras
actividades indirectas aunque necesarias para su celebración.
La entrada de la tauromaquia en ese catálogo
de manifestaciones culturales protegidas era improbable, dado
que en 2014 el Comité de las Naciones Unidas de los Derechos
del Niño recomendó a los países miembros que revisasen si
sus legislaciones sobre tauromaquia cumplían con la Convención
de los Derechos del Niño. "Sería incomprensible que mientras
que un órgano de la ONU, el Comité de los Derechos del Niño,
insta a proteger a los más jóvenes de la violencia de la tauromaquia,
otro órgano de la ONU, en este caso la Unesco, lo incluyese
en la lista de patrimonio inmaterial de la humanidad para
ser transmitido a estos mismos niños y jóvenes y subvencionado
con dinero público", afirma en el comunicado Marta Esteban
Miñano, presidenta de la Plataforma La Tortura No Es Cultura.
A finales de Noviembre la Unesco recordó a través de su perfil
oficial de Twitter que ningún Estado miembro había presentado
una candidatura formal y que, por tanto, "no ha habido candidatura
alguna en estudio".

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Natural de Teruel, “donde la afición al toro se mama desde
chico”, Alberto García Buj fue recortador profesional antes
que un respetado empresario taurino que a sus 35 años gestiona
15 plazas de toros y la carrera de seis toreros. La pandemia
lo ha golpeado con fuerza. Este año solo ha organizado nueve
festejos de los 90 que tenía previstos entre populares y mayores.
La foto de la oficina de Tauroemoción, la empresa que dirige
desde 2009, es elocuente: está vacía, y sus nueve trabajadores,
en ERTE. Pero el empresario no pierde el ánimo. Acaba de volver
de Colombia, donde ha firmado la gestión de la plaza de Cali,
de primera categoría, porque dice estar convencido que la
temporada próxima será diferente. Mientras tanto, este joven
emprendedor analiza con desazón el presente de la tauromaquia,
y afirma tajante que el sector taurino se debate en una disyuntiva
capital: o se organiza o le quedará poca vida.
“La pandemia ha puesto de relieve la ausencia de estructura
de la tauromaquia actual”, afirma el empresario. “El sector
está dividido”, continúa, “y carece de una organización que
lo defienda y lo promocione. De ahí nace la necesidad de una
federación nacional con músculo económico, credibilidad y
autoridad que la represente ante las administraciones, la
publicite ante la sociedad, sea inflexible con los profesionales
en el cumplimiento de las normas y no dude en sancionar a
quien las incumpla”. Alberto García creó Tauroemoción con
24 años, dedicada especialmente a la celebración de festejos
populares, enraizados en su provincia; con 26 accedió a la
gestión de plaza de Teruel en compañía de los Hermanos Lozano,
“con quienes hice un master intensivo y aprendí a ser un empresario
honesto”.
Hoy, reconocido como savia nueva del taurinismo moderno,
la experiencia le ha mostrado su cara más ácida. “Ser empresario
taurino no es rentable”, confiesa. “Los costes son abismales
y mínimos los ingresos. Asumes muchos riesgos y son muy escasas
las opciones de beneficios. Esta situación obliga a los empresarios
a entrar en el campo del apoderamiento para adquirir fuerza
y obtener ingresos. Por ello, insisto en la urgencia de la
federación…” Alberto García considera trascendental este asunto
y toda la conversación gira en torno a él, convencido el taurino
de que es la única solución para la tauromaquia moderna.

Alberto García, en Las Ventas, en sus tiempos de recortador.
“Esa federación estaría por encima de la Fundación Toro de
Lidia, que debe seguir existiendo para defender la tauromaquia,
pero no entra en asuntos profesionales. La organización que
propugno debe ser profesional, mantenida con cuotas o porcentajes
de la venta de entradas, constituida por toreros, ganaderos
y empresarios, y dirigida por personas ajenas al sector. Una
federación al estilo de la del fútbol, que lidere, gestione,
negocie y represente a todo el sector”. No son muchos los
empresarios jóvenes que intentan hacer fortuna en el mundo
de los toros, y Alberto García lo tiene claro: “El empeño
para hacer rentable una empresa taurina es muy difícil”, afirma.
“El problema en las plazas grandes suele radicar en la competencia
desleal de nosotros mismos y en las condiciones leoninas de
los contratos de arrendamiento, y, en las pequeñas, los costes
elevados de los impuestos, la Seguridad Social (se pagan 9.000
euros por dos horas de espectáculo) y el convenio colectivo
de los toreros. No se puede cobrar lo que no se genera, situación
que conduce a la eliminación del espectáculo y a optar por
otros más competitivos”. García Buj entiende que no se debería
licitar cuando un concurso no se rija por normas lógicas,
y se deben eliminar los cánones de arrendamiento de las plazas
públicas “ya que el Estado no ayuda como a otras industrias
culturales, e invertir ese dinero en el propio sector”. “Por
otra parte, una corrida en una plaza de tercera no puede costar
75.000 euros, y una novillada, 45.000. Creo que el convenio
nacional taurino es una barbaridad, y hay que buscar fórmulas
para reducir costes”.
“Lo que es inadmisible”, insiste Alberto García, “es que
cada Comunidad Autónoma se rija por un reglamento taurino
diferente, que los toros dependan de quien gobierne -ahí está
el caso de Cataluña- y que estén sometidos a un férreo intervencionismo
por parte de las administraciones públicas. No es normal que
desde que llega el toro a la plaza todo dependa del equipo
presidencial, y ni el empresario ni el ganadero tengan nada
que decir. El espectáculo taurino debe estar regulado por
el propio sector, y no bajo la sospecha constante de que pretende
engañar al público”. Es crítico con ANOET, la patronal de
los grandes gestores taurinos, a la que alaba por su trabajo
y reprende por su oscurantismo informativo. “Ha pecado de
falta de unidad en el caso de José María Garzón, que actuó
como lo hubiera hecho yo, y falta comunicación, hasta el punto
de que no vende nada, y ahí radica una parte de la mala prensa
del sector empresarial”.

La polémica viene de lejos. Ya en 2013, El Partido
por los Animales holandés consiguió el apoyo
unánime del Parlamento, en el que contaban con dos escaños,
para pedir a la UE la retirada de ayudas públicas a
la tauromaquia.
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“Tengo muy claro que el futuro pasa por una nueva estructura
para toda la tauromaquia”, asegura. “Las circunstancias nos
obligan a reinventarnos; hace unos años no hacían falta nuevas
ideas, pero ahora sí; cada vez más acorralados, sin ingresos
por patrocinios y sin subvenciones, no es fácil encontrar
la sostenibilidad económica del espectáculo”. A su juicio,
esa ‘reinvención’ pasa hoy por combinar la labor de empresario
con la de apoderado. Alberto García dirige los destinos profesionales
de seis toreros: los matadores Emilio de Justo, El Cordobés,
Rubén Pinar y Joselito Adame; el rejoneador Leonardo, y el
novillero El Rafi. “Si yo no fuera apoderado no podría mantener
la estructura de mi empresa”, confiesa.
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“Esa actividad es el negocio más rentable del mundo del toro
porque no asumes riesgo económico y obtienes un beneficio.
Lo paso mal, claro que sí, porque veo lo duro que es ser torero
y alcanzar los objetivos. Hoy solo hay hueco para los superestrellas.
Disfruto más siendo empresario, aunque este año he padecido
angustia por no saber si el festejo se celebrará hasta última
hora, porque te están mirando con lupa, y porque sabes que
el más mínimo brote de la epidemia lo achacarán a los toros.
Ha habido noches que lo he pasado mal” . “Considero que el
empresario solo debe ser apoderado de sus abonados”, prosigue,
“pero no tengo más remedio que equilibrar los intereses de
mis clientes con los de mis representados; no por llevar a
un torero tengo obligación de anunciarlo en mis ferias. Ellos
están advertidos, y, hasta ahora no he tenido problemas con
ninguno de ellos”. “Necesitamos un sector taurino sostenible
y gestionado por gente seria”, termina Alberto García. “Todos
debemos ser generosos; de lo contrario, nos quedará poca vida…”
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La tauromaquia se define por la RAE como: «el arte de lidiar
toros», tanto a pie como a caballo, sus antecedentes se remontan
a la Edad de Bronce. La tauromaquia reúne el concepto y las
reglas que definen el arte de lidiar o toreo, un arte que
nació en España del que se tiene constancia en el siglo XI.
La forma más conocida de tauromaquia es la corrida de toros
cuya expresión más moderna surgió en el siglo XVIII. La Tauromaquia
es además el nombre que reciben las obras o libros que tratan
sobre la misma y en los que se desarrollan dichas reglas del
torero. La tauromaquia en sus diferentes modalidades está
presente en Europa, donde se celebran corridas de toros en
España, Portugal y en algunos departamentos del sur de Francia.
En Hispanoamérica se realizan corridas en México, Colombia,
Perú, Ecuador y Venezuela. En otros países como en China,
Filipinas y Estados Unidos también se han celebrado corridas
de toros pero en menor número. En otras partes del mundo hay
otros tipos de festejos taurinos como los toros a la Tica
o Fiestas de Zapote en Costa Rica, el Jallikattu también conocido
como Eruthazhuvuthal o Manju Virattu que se practica en Tamil
Nadu (India). La tauromaquia incluye además de todos aquellos
espectáculos relacionados o vinculados con el toro, el conjunto
de tradiciones, fiestas y festejos populares con el toro como
protagonista. Estas actividades abarcan desde la cría del
toro de lidia por parte de las ganaderías bravas, las técnicas
del toreo y aquellas actividades relacionadas directamente
con el mismo como la confección de los vestidos de torear
tanto de toreros como de banderilleros y picadores, muletas,
capotes de brega y guarnicionería. Engloba también el diseño
gráfico de los carteles taurinos y otras manifestaciones culturales
en torno al mundo del toro como la literatura, las artes plásticas
con sus variaciones según los lugares donde se producen y
que son parte de la cultura nacional.
En la edad de bronce, en donde solo la realeza era digna
de demostrar su valentía frente a un toro, al contrario de
lo que se cree, el rejoneo es la expresión más antigua, los
escritos datan del año de 1455 en España. Y esto no sería
posible sin el toro bravo. Estas historias se entrelazan de
tal manera en la que se cree que los primeros enfrentamientos
fueron con los uros animales de caza que a pesar de no ser
una raza endémica de España fue allí donde se encontró uno
de los mayores asentamientos.
Por miles de años los uros fueron los
mamíferos terrestres más grandes de Europa, hasta que
el auge de la civilización humana los diezmó y el último
murió en Polonia en 1627, uno de los primeros casos registrados
de extinción de un animal.
El ecologista Ronald Goderie lanzó su proyecto Tauros
en el 2008, dirigido a los ecosistemas más débiles.
Y el más poderoso herbívoro de la historia de Europa
parecía serle muy útil. “Pensamos que necesitábamos
un animal de pastoreo que fuera completamente autosuficiente
en el caso de los grandes depredadores y que pudiera
hacer el trabajo de pastar en grandes áreas salvajes”,
dice Goderie. “Nos dimos cuenta que ese animal tendría
que ser parecido al uro”. Y antes que tratar de conseguir
un tipo de gen con alta tecnología a partir de otras
especies ya extintas como el mamut o la paloma mensajera,
Goderie decidió usar el método del back-breeding (algo
así como reproducción asistida) para crear un bovino
sustituto que llamó Tauros. Los genes del uro siguen
presentes en varias razas de ganado alrededor del continente
y el equipo de expertos identificó descendientes en
España, Portugal, Italia y los Balcanes. Los genetistas
aconsejaron reproducir ciertas especies juntas para
conseguir una descendencia cerrada con las características
de un uro, y luego reproducir esa descendencia.

La vaca maronesa, descendiente cercana del uro.
“Pudimos ver desde la primera generación que además
del tamaño de sus cuernos, era lo suficientemente salvaje
en su reproducción para producir animales más parecidos
al uro de lo que esperábamos”, explica Goderie. El ecologista
predijo que se necesitarían siete generaciones para
obtener el resultado esperado, algo que podría lograrse
en el 2025. En este momento el programa está en la cuarta
generación y hay programas pilotos que están ofreciendo
estímulos para seguir haciéndolo en toda Europa.

‘Manolo Uno’, uno de los primeros animales
que salieron del cruce de genes del proyecto Tauros.
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En las culturas de la antigüedad el toro ha sido un símbolo
importante como elemento identificador de ritos y sacrificios
de animales cuyo fin era favorecer la fuerza de los guerreros
o la fertilidad del ganado; también fue frecuente su empleo
en las ofrendas, ceremonias funerarias o rituales de paso.
De estas antiguas tradiciones existen vestigios procedentes
de culturas como la indo-iraní, mesopotámica, egipcia y europea,
entre todas ellas las referentes a la península ibérica tienen
relevancia por su relación directa con las tradiciones taurinas
que desembocaron en la tauromaquia o toreo, tradiciones culturales
que fueron más tarde llevadas a otros países, como Portugal,
Francia, México, Perú, Colombia, Venezuela o Ecuador –donde
se mantienen tradiciones propias–. Los vestigios de Baleares
muestran hallazgos de tipo argárico y de la cultura talayótica
similares a los existentes en Creta en donde se dieron cultos
al toro. Del periodo de la Edad del Bronce son las cabezas
de toro encontradas en Costig (Palma de Mallorca).
El entorno o marco hace referencia a aquellos elementos y
factores sociales que hacen posible entender la tauromaquia,
así como aquellas actividades que hacen posible la compresión
de la misma. Dichos factores comprenden tanto los elementos
culturales y tradicionales, antropológicos, históricos y ecológicos
como aquellos que son propios de la actividad, como la crianza
y selección del toro bravo de lidia. La tauromaquia fue declarada
patrimonio cultural español el 12 de noviembre de 2013; es
una tradición cultural que tiene su arraigo en países de América
y Europa. En España tiene diferentes niveles de arraigo cultural
según el lugar, así pueden encontrarse comunidades donde no
se realizan actividades taurinas, como otras zonas en las
que las tradiciones taurinas son conocidas mundialmente como
es el caso de los Sanfermines.
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Inaugurada en 1929, la plaza de toros de Huesca no
camina hacia su centenario en el mejor estado de forma
posible. En pleno debate sobre su uso al margen del
taurino y el reciente aplazamiento de una clase práctica
de la escuela local, la pandemia ha reducido a cero
sus usos desde el mes de marzo. Dos corrientes, la de
su preservación y la de ideas alternativas, vigente
en el Ayuntamiento con un debate que hace suyo el grupo
municipal de Con Huesca Podemos Equo con la propuesta
de convertirla en un espacio de cultura y gastronomía.
Además, las ‘no fiestas’ de San Lorenzo el pasado mes
de agosto y la situación sanitaria llevan a repensar
el futuro de la tauromaquia en la capital oscense.
El nuevo pliego de condiciones para la hipotética feria
taurina de 2021 refleja un contrato de un año de duración
que podrá prorrogarse anualmente durante dos más. El
valor estimado del contrato supera los 3,5 millones
de euros y el tipo de licitación mínimo, mejorable al
alza, es de 6.000 euros más IVA, que se corresponderá
con el canon que el adjudicatario deberá pagar al Ayuntamiento
por cada año de vigencia del contrato. El equipo de
gobierno del PSOE encargó el pliego a la Oficina de
Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI)
de la Universidad de Zaragoza.

Ante el ejemplo generalizado de lo que
está ocurriendo en España en lo que se refiere a la
tauromaquia, no era complicado atisbar que Cantabria
también se pudiese sumar a la drástica reducción de
esta "fiesta popular" condenada por los sectores animalistas.
Y así está siedo, a la vista de las cifras oficiales
sobre su práctica en la comunidad autónoma. Según datos
del Ministerio de Cultura, las corridas de toros se
han reducido en la comunidad a casi a la mitad (un 44,4%)
en los últimos doce años. Esto supone que si en el año
2007 hubo nueve corridas de toros, en 2019 únicamente
hubo cinco. Lo mismo ha ocurrido con las novilladas
con picadores y el rejoneo con novillos, que también
han pasado a celebrar la mitad de sus citas habituales.
Si en el año 2007 se celebraron 3.651 festejos taurinos
en plaza, durante 2019 el número fue de 1.425, lo que
supone un 61% menos. El importante descenso que se ha
ido produciendo en este tipo de festejos, salvo alguna
excepción puntual (las novilladas), indica el escaso
interés de los jóvenes por la tauromaquia como futuro
profesional y la poca atracción para los aficionados
que tiene este tipo de espectáculos.

Rafael Celis, el último bombero torero.
Será el último de la dinastía Celis (con tres generaciones
dedicadas a este oficio) en enfundarse el traje y el
casco. Enterrará a un personaje querido, por lo que
siente una "profunda pena". El toreo bufo, que hace
años tenía bastante aceptación, está desapareciendo.
Las asociaciones de acondroplásicos cuestionan este
tipo de actividad entre los miembros de su colectivo.
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