--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Paula Bronstein es una fotoperiodista que ingresó a la profesión
en 1982 en Providence, Rhode Island. Actualmente vive en Bangkok,
donde trabaja para Getty Images. Bronstein fue nominado finalista
para el Premio Pulitzer 2011 de Breaking News. Su libro, Afganistán
entre la esperanza y el miedo, fue publicado por University of Texas
Press en 2016.
Bronstein se especializó en fotografía en la Universidad de Colorado
y en el Salzburg College de Austria antes de especializarse en fotoperiodismo
en el Instituto de Tecnología de Rochester, donde se graduó en bellas
artes. Se embarcó en su carrera en los Estados Unidos en el Providence
Journal Bulletin antes de pasar 12 años en New Haven Register y
Hartford Courant. En 1996, se convirtió en fotógrafa del Chicago
Tribune y luego trabajó para The Register-Guard en Oregon. Desde
1998, Bronstein tiene su sede en Bangkok. En junio de 2002, se incorporó
a Getty Images, donde ha cubierto conflictos e historias noticiosas
en toda la región asiática, como Cachemira, Afganistán, Indonesia
y Pakistán. La lente de la cámara de Bronstein se rompió y sufrió
pequeños hematomas cuando la policía de Nueva Gales del Sur la empujó
al suelo mientras fotografiaba a los manifestantes de las reuniones
de APEC Australia 2007.
Bronstein pidió una investigación sobre las acciones policiales.
Fue arrestada por la policía durante las protestas de Hong Kong
de 2014 bajo sospecha de daños criminales debido a que se subió
a un vehículo privado para tomar fotografías de los enfrentamientos
en Mong Kok en la noche del 17 de octubre. La policía declaró que
el conductor del automóvil, que estaba dentro, presentó una denuncia
en su contra y tomó medidas para sacarla cuando se negó a bajar.
Bronstein afirmó estar conmocionada por su arresto, y dijo que era
una práctica común que los reporteros gráficos se subieran a los
autos para evitar las multitudes en las zonas de guerra. Bronstein
fue puesta en libertad al día siguiente después de pagar una fianza
de 300 dólares de Hong Kong (38,70 dólares estadounidenses).
Bronstein (izquierda) en las protestas de Hong Kong de 2014.
En el otoño de 2001, la fotoperiodista estadounidense Paula Bronstein
viajó a Afganistán por primera vez. Entró en el país incrustada
entre las tropas de la llamada Operación Libertad Duradera, una
invasión bélica impulsada por George Bush como respuesta a los atentados
del 11-S en Nueva York y presentada al mundo por todos los países
implicados —entre ellos España— como el inicio de la guerra contra
el terror. La que ha terminado siendo una guerra cruenta y larga.
La página web Costs of War, mantenida por la Universidad de Brown,
detalla el coste económico y vital del horror.
La reportera, multipremiada y muy conocida por sus trabajos en
países de Asia —ahora está establecida en Bangkok—, llegó a Afganistán
en medio de la presurosa operación de castigo montada por EE UU
y sus aliados, que un mes después de los ataques contra las Torres
Gemelas ya habían comenzado la invasión. En principio tenía el encargo
de la agencia para la que suele trabajar, Getty Images, de cubrir
la operación militar, pero decidió bien pronto que el interés estaba
en el efecto devastador de la intervención sobre el pueblo afgano.
Cautivada por la "resistencia indomable y el fuerte espíritu" de
los nativos y por la belleza natural del paisaje duro y variado
del país, Bronstein ha dedicado 14 años a retratar a los afganos.
Ha regresado al país siempre que ha podido para documentar el devenir
cotidiano marcado por "una guerra brutal y prolongada". El resumen
de casi una década y media de fotografía sobre el terreno se reúne
en el libro Afghanistan: Between Hope and Fear (Afganistán, entre
la esperanza y el miedo), que publicaba la Editorial de la Universidad
de Texas.
La gran diferencia entre las fotografías de Bronstein y las muchas
que llegan del país es que el punto de vista. Mientras gran parte
de los reportajes documentales se centran en la guerra y sus efectos,
en los frecuentes atentados y en la muerte, la reportera desea "revelar
la gran complejidad de la vida diaria" en uno de los países del
mundo más cubiertos por las noticias "pero menos comprendidos",
dicen los editores. El resultado es "un retrato fotográfico íntimo"
del pueblo afgano desde 2001 hasta 2015.
Citado por los grupos de derechos humanos como uno de los peores
lugares para vivir para las mujeres, la reportera no elude la empatía
por las personas de su sexo en una nación sembrada por 2,5 millones
de viudas de guerra, muchas de las cuales carecen de medios para
vivir, mendigan angustiadas por las calles. Bronstein contrarresta
esta situación con imágenes positivas de mujeres afganas activistas
que participan mítines políticos y niñas que siguen defendiendo
el derecho, negado por la intransigencia de los talibanes extremistas,
a asistir a improvisadas clases de lectura.
En el libro también aparece el lado más sombrío de la realidad
afgana: aumento de las toxicomanías por la fácil de adquirir heroína,
los niños callejeros huérfanos a causa de la guerra, los heridos
atendidos en precarios hospitales, la normalidad de los mutilados
o abrasados por los bombardeos y la irrupción de imágenes chocantes
que parecen advertir que la normalidad es posible: un salón de belleza,
una boda... En el núcleo de la obra de Bronstein está, añaden desde
la editorial, la "compasión con que trata los temas" y su alta capacidad
de obtener acceso para "documentar la esperanza, la belleza" en
un escenario de especial dureza. Bronstein, añaden, "es implacable
en la búsqueda de historias que deben ser compartidas con el mundo
y vas tras ellas a veces con gran riesgo personal".
En el epílogo del libro, la reportera escribe: "He hecho algunas
de las fotografías más extraordinarias de mi carrera en Afganistán.
Ofrecen una mirada compleja que revela la tensión constante entre
el optimismo y la realidad (...) Regresaré, motivada e inspirada
por esas caras, luchando contra las dificultades, con la esperanza
de encontrar un menor número de tragedias y de puertas cerradas
y más gente con razones para sonreír".
Premios:
- Premio John Faber del Overseas Press Club.
- 2006: Primer premio, concurso internacional de fotografía de
prensa de China (CHIPP) para "Víctimas del terremoto en Cachemira".
- 2010: Finalista, Fotoperiodista del año (grandes mercados), Asociación
Nacional de Fotógrafos de Prensa, por su fotografía de adictos a
la heroína en Kabul.
- 2010: Fotógrafa del año 2010, Club de Corresponsales Extranjeros
de Tailandia, por su cobertura de la crisis política tailandesa.
- 2011: Premio Libro FotoEvidence por su trabajo sobre "Afganistán:
Entre la vida y la guerra".
- 2011: Finalista nominado junto con Daniel Berehulak al Premio
Pulitzer de Breaking News.
- 2017: Daily Life, primer premio individual, World Press Photo.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
|
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
|