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La sonda Juno fue lanzada para estudiar los vientos y el interior
de Júpiter, pero en la etapa final de su misión, desde julio de
2021 a septiembre de 2025, se está dedicando a estudiar tres de
los cuatro satélites galileanos y ya nos ha ofrecido bellas estampas
de Ganímedes, Europa e Ío. El pasado 30 de diciembre Juno realizó
su sobrevuelo más cercano a Ío, pasando a tan solo 1500 kilómetros
de la superficie. Es el sobrevuelo más cercano de esta luna desde
que la sonda Galileo pasó por esta luna en enero de 2002 a 102 kilómetros
(desgraciadamente, Galileo tenía limitada su capacidad de tomar
imágenes por el fallo de su antena principal). Las imágenes resultantes
son ciertamente espectaculares y, de entrada, se ha logrado captar
en el limbo la erupción del volcán Xihe, a 55º de latitud sur, que
ya pudo observar la sonda en anteriores sobrevuelos (y la New Horizons
cuando pasó por Júpiter camino de Plutón en 2007).
La sonda Juno estaba situada en una órbita elíptica de 53 días
de periodo —en realidad, la órbita final debía tener un periodo
de 14 días, pero no pudo alcanzarlo por un fallo en el motor principal—
y se completaron 34 de estas órbitas durante la misión primaria
entre agosto de 2016 y julio de 2021 para el estudio del interior
de Júpiter. Desde entonces, la sonda ha ido reduciendo su periodo
con encuentros con satélites galileanos y disminuyendo la altura
del periastro —perijovio en este caso—, además de desplazarlo a
las regiones septentrionales del planeta, lo que ha permitido estudiar
mejor el polo norte de Júpiter. Después del sobrevuelo de Ganímedes
durante el perijovio 34 (PJ34, junio de 2021), durante el cual se
obtuvieron imágenes con una resolución de 1 a 4 kilómetros por píxel,
el periodo de la órbita se redujo a 43,5 días y con el paso por
Europa durante el peijovio 45 (PJ45, en septiembre de 2022), se
ha reducido a 38 días.
Este reciente pasó por Ío, el PJ57, ha reducido todavía más el
periodo hasta los 35 días. Y queda pendiente el PJ58 el 3 de febrero
de este año, que también pasará a unos 1500 kilómetros de Ío, y
que acortará el periodo hasta los 33 días. En septiembre de 2025
la sonda se estrellará a propósito contra Júpiter para evitar una
colisión fortuita con Europa y evitar contaminarla con microorganismos
terrestres. Juno había sobrevolado previamente Ío a distancias de
entre 100 000 y 11000 kilómetros, pero esta es la primera vez que
pasa tan cerca. Aunque la sonda Galileo nos regaló imágenes en mayor
resolución, los sobrevuelos de Juno han permitido estudiar en detalle
por primera vez las regiones polares de esta luna. Para ello se
ha usado la cámara de «ciencia ciudana» JunoCam, así como con la
cámara del sensor estelar y con el instrumento JIRAM (Jovian Infrared
Auroral Mapper), que opera en el infrarrojo (3,5 y 4,8 micras) y,
por tanto, es esencial para descubrir los puntos calientes de los
volcanes de Ío.
Precisamente, gracias a los datos de JIRAM de los polos de Ío tomados
en los pasados sobrevuelos se ha podido determinar que actualmente
hay 266 volcanes activos. Recordemos que Ío es, en proporción, el
mundo más volcánicamente activo del Sistema Solar, cortesía del
calentamiento de marea que sufre con Júpiter y otros satélites galileanos.
Los volcanes polares de Ío parecen ser menos energéticos que los
situados en latitudes más bajas, pero son igual de frecuentes en
los polos que en el resto de la luna (un dato que indica que el
calentamiento de marea debe darse a profundidades mayores). Curiosamente,
el flujo de calor volcánico en el polo norte es mayor que en el
sur. Estos datos concuerdan con los modelos que predicen un océano
global de magma bajo la corteza de Ío, pero los resultados de este
último sobrevuelo y el próximo de febrero arrojarán más datos sobre
este misterio.
El volcán Prometeo activo visto en esta imagen del 15 de octubre
de 2023 durante el anterior sobrevuelo.
Viendo estas imágenes, no cabe duda de que Ío merece una misión
propia que lo estudie en profundidad, como IVO. Mención aparte para
la cámara JunoCam, diseñada para sobrevivir a los primeros ocho
sobrevuelos de Júpiter, que sigue funcionando a pesar de que los
niveles de radiación alrededor de esta luna son tan altos que los
defectos se acumulan. Esperemos que siga proporcionando imágenes
sorprendentes hasta el final de la misión.
La fotografía de Carme Molist de la sequía en Sau, que muestra
el meandro del Ter seco y una persona con un paraguas en un día
que apenas llovía, ha sido elegida como la Mejor Foto del Lector
de La Vanguardia de 2023.
En el transcurso de una edición especial de El Debate de los Lectores
de La Vanguardia, presentado por Carlota Garcia Lorenzo, el jurado
(formado por Xavier Cervera, redactor jefe de Fotografía y Documentación
de La Vanguardia y profesor asociado de la UAB; y Narcís Serrat,
representante de los lectores) ha elegido la imagen de Molist como
la más representativa a nivel fotográfico e informativo de 2023,
un año marcado por la persistente sequía.
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