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La fotografía llegó a Valencia, España, en 1840. La Real
Sociedad Económica de Amigos del País, organismo puntero en importar
los nuevos conocimientos, recibió unos daguerrotipos del dentista
Juan José Vilar, realizados durante una estancia en París. Algo
después, José Monserrat y José Gil, dos alumnos de la Facultad de
Químicas de la Universidad de Valencia, captaron unas vistas de
la ciudad, facturadas con los equipos técnicos de revelado de la
época. Cinco años más tarde, se abrió el primer estudio retratista
valenciano, a cargo de Pascual Pérez Rodríguez, sacerdote salesiano
y cofundador del periódico El Mercantil Valenciano. “El proceso
de profesionalización, a lo largo de la segunda mitad del siglo
XIX, fue constante y se asentó década tras década, pero la demanda
era escasa y su coste elevado, hasta que apareció la carta de visita
en 1864. Muchos pintores miniaturistas dejaron su empleo y se pasaron
a la fotografía”, cuenta José Aleixandre Porcar (Valencia, 1954),
fotoperiodista e historiador de la fotografía valenciana.
Los fotógrafos valencianos más relevantes durante las últimas décadas
del siglo XIX fueron Vidal, Valentín Pla, Hules Derrey y Antonio
García Peris: “Joaquín Sorolla entró a trabajar en el estudio de
Antonio García, situado en la Bajada de San Francisco, en Valencia,
coloreando fotografías. Esa técnica de iluminación fotográfica influyó
en su posterior modo de pintar”, apunta Porcar. Antonio Sanchis
(Valencia, 1944) es el nieto del fundador de la estirpe de fotógrafos
Sanchis. Su abuelo, Francisco Sanchis, comenzó a trabajar de aprendiz,
a los doce años, en el estudio de Antonio García, yerno del pintor
Joaquín Sorolla. Allí aprendió el oficio, hasta que al alcanzar
la mayoría de edad se independizó para crear su propio negocio.
Se empleó por pueblos como Algemesí o Xàtiva, hasta que, en 1901,
fundó su estudio en el número 19 de la calle Alboraia, que después
trasladó a un palacete anexo al Museo de Bellas Artes de Valencia.
En 1922 se estableció en pleno centro de la ciudad, en el 27 de
la calle Serranos.
Antonio Sanchis, tercera generación de una dinastía centenaria
de fotógrafos, dona a la Diputación de Valencia todo su legado particular:
125.000 fotografías que muestran la historia de la ciudad desde
1901 hasta la actualidad.
"Me he deshecho de todo y, tras 121 años, ya no existe el Estudio
Sanchis", explica el veterano retratista. "Mi hijo fue la cuarta
generación de fotógrafos de la familia pero, en noviembre de 2022,
falleció a los 48 años y yo me vi arrollado por el enorme archivo
del estudio", añade. "Decidí donarlo, y una parte fue al Museo de
Bellas Artes de Valencia, otra al Museo Benlliure, así como a la
Catedral de Valencia, al Museo Fallero y a la Casa Museo Concha
Piquer. El grueso de esta donación se la ofrecí a la Diputación
de Valencia, una institución con la que la familia Sanchis ha trabajado
desde siempre y que la actual presidencia de Toni Gaspar acogió
con gratitud”. Se trata de un legado de más de 125.000 instantáneas
que refleja la historia del siglo XX valenciano. Frente al objetivo
de esta saga familiar han desfilado desde Joaquín Sorolla o los
hermanos Mariano y José Benlliure, a Genaro Lahuerta y Sara Montiel.
Además de la familia real en tiempos de Alfonso XIII, destacando
los retratos de los infantes Jaime y Juan, y de la reina consorte
Victoria Eugenia de Battenberg. “En la década de los años 20, mi
abuelo se trasladó al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso,
en Segovia, para fotografiar a la familia real durante un verano.
Siempre destacó por sus retratos y por su fotografía de obras de
arte y arquitectura. De aquella experiencia, el periodista Rafael
Brines publicó, en 2001, el libro Un fotógrafo valenciano en la
corte del rey Alfonso”, incide el camarógrafo.
Última actuación de Concha Piquer en Valencia. (Estudio Sanchis).
En 1973, tras finalizar sus estudios en Bellas Artes, Antonio se
hizo con las riendas del estudio. “Mi abuelo me enseñó a tomar fotos
tal y como él aprendió”, recuerda Sanchis. Lo hacía siempre de manera
manual, principalmente retratos y a todo tipo de personajes: "Retraté
a la mítica Blanquita, moradora de las calles del barrio de El Carmen
con sus enaguas blancas, al último ermitaño valenciano, a todas
las falleras mayores desde finales de los años sesenta y a los grandes
artistas del momento”. La céntrica falla de la Plaza del Doctor
Collado nombró fallera mayor especial a Rocío Jurado, en 1982. El
presidente de la falla propuso al retratista fotografiarla y la
artista acudió al estudio para posar. “En algún retrato aparece
también su hija Rocío junto a ella. Era habitual que los artistas
visitaran al Estudio Sanchis”, rememora Antonio, “por aquí han pasado
Antonio Ferrandis, Sara Montiel, Carmen Sevilla, Maribel Verdú o
José Sacristán, entre muchos otros”.
Palacio de la Exposición, en 1909. (Estudio Sanchis).
Durante el mes de diciembre de 2022 el fotógrafo se desprendió
del estudio, del equipo y de todo el archivo acumulado a lo largo
de 120 años de historia: “Descansé. Lo único que conservo es la
última cámara que adquirió mi hijo". La conclusión del retratista
es clara: "Ya no me importa nada de lo material. Las valoraciones
económicas que, por ley, debía realizar a algunas instituciones
las saldé al precio de 1 euro”.
El denso humo de los incendios de Canadá, que actualmente
azotan su territorio, se puede observar desde el espacio, informó
la NASA. La agencia espacial de Estados Unidos compartió algunas
imágenes satelitales que revelan la intensidad del fuego. Esta última
foto fue tomada el 7 de junio por el satélite GOES-16, operado por
la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
Los vientos suelen mover el humo de los incendios
de Canadá hacia el este y hacia el mar, pero este junio una persistente
corriente baja costera lo desvió hacia Nueva York y Pensilvania.
Pero el humo ya era visible desde antes, el satélite Aqua de la
NASA capturó esta imagen el pasado 3 de junio
El humo de las llamas provocó advertencias sobre la
calidad del aire en Quebec y Ontario. Sin embargo, los incendios
también afectaron regiones como Nueva Escocia y obligaron a la evacuación
de miles de personas. El aire contaminado se originó a partir de
un aumento en la actividad de incendios forestales en Quebec a principios
de junio. Luego, un sistema meteorológico empujó el humo de esos
incendios hacia los estados del noreste y del Atlántico medio, trayendo
aire peligroso a las regiones densamente pobladas de Estados Unidos.
En Nueva York y buena parte del noreste de Estados
Unidos la visibilidad se redujo casi por completo. Además, el cielo
adquirió una coloración amarillenta, propia de las tormentas de
arena de otras latitudes.
Manhattan fue una de las zonas afectadas por el humo.
El Departamento de Medio Ambiente del Estado de Nueva
York emitió una alerta por mala calidad del aire, vigente hasta
la medianoche del miércoles.
La provincia canadiense de Quebec se ha convertido
en el punto crítico más reciente, con alrededor de 160 incendios
ardiendo el martes, la mayoría fuera de control. En la región de
Abitibi-Temiscamingue, la más afectada de la provincia, más de 650
kilómetros al norte de Montreal, los incendios que han perturbado
las explotaciones mineras y forestales son “preocupantes”, declaró
el primer ministro de Quebec, François Legault. “Estamos experimentando
una situación nunca antes vista en todo Quebec“, advirtió Francois
Bonnadel, ministro de Seguridad Pública de la provincia.
En los últimos años, Canadá se ha visto afectado repetidamente
por fenómenos meteorológicos extremos, cuya intensidad y frecuencia
han aumentado debido al calentamiento global. Tras los grandes incendios
registrados en mayo en el oeste del país, sobre todo en las provincias
de Alberta y Saskatchewan, la lucha se ha desplazado en las últimas
semanas a Nueva Escocia, en la costa Atlántica, y a Quebec. Decenas
de incendios siguen ardiendo en el oeste del país: 62 en Alberta,
76 en la Columbia Británica más occidental y 24 en Saskatchewan.
Por su parte, Quebec ha registrado 424 incendios forestales desde
el deshielo de primavera, más del doble de la media anual de la
última década.
Mi foto destapó un montaje de la CIA en Nicaragua
en los años 80 y desató un escándalo político en EE.UU.
El Álbum de Auschwitz es un registro fotográfico del
Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Este y las fotografías
del Sonderkommando son la única evidencia pictórica conocida del
proceso de exterminio dentro de Auschwitz II-Birkenau, el campo
de exterminio alemán en la Polonia ocupada. La identidad del fotógrafo
es incierta, pero puede haber sido Ernst Hoffmann o Bernhard Walter,
dos hombres de las SS responsables de tomar huellas digitales y
tomar una identificación con fotografía de los prisioneros que no
fueron seleccionados para el exterminio. El álbum tiene 56 páginas
y 193 fotografías. Originalmente, tenía más fotos, pero antes de
ser donadas a Yad Vashem, el museo del Holocausto en Israel, algunas
de ellas fueron entregadas a sobrevivientes que reconocieron a familiares
y amigos.
Judíos húngaros desembarcando del tren. Una de las
imágenes del álbum.
Las imágenes siguen el procesamiento de los judíos
húngaros recién llegados de Rutenia subcarpática a principios del
verano de 1944. Documentan el desembarco de los prisioneros judíos
de los vagones del tren, seguido del proceso de selección, realizado
por doctores de las SS y guardianes del campo, que separaba a los
que se consideraban aptos para el trabajo de los que iban a ser
enviados a las cámaras de gas. El fotógrafo siguió a grupos de los
seleccionados para el trabajo, y los seleccionados para la muerte
a un bosque de abedules a las afueras de los crematorios, donde
se les hizo esperar antes de ser asesinados. El fotógrafo también
documentó el funcionamiento de las instalaciones de almacenamiento
Canadá, donde las pertenencias saqueadas de los prisioneros eran
clasificadas antes del transporte a Alemania. La supervivencia del
álbum es notable, dados los arduos esfuerzos realizados por los
nazis para mantener la "Solución Final" en secreto. También es notable
la historia de su descubrimiento. Lili Jacob (más tarde Lili Jacob-Zelmanovic
Meier) fue seleccionada para trabajar en Auschwitz-Birkenau, mientras
que los otros miembros de su familia fueron enviados a las cámaras
de gas.
El preso polaco Wilhelm Brasse tomó decenas de miles
de imágenes de los presos, trabajando como fotógrafo para los alemanes
en Auschwitz.
El campo de Auschwitz fue evacuado por los nazis cuando
se acercó el ejército soviético. Jacob pasó por varios campos, llegando
finalmente al campo de concentración de Dora, donde finalmente fue
liberada. Al recuperarse de una enfermedad en un cuartel desocupado
de las SS, Jacob encontró el álbum en un armario al lado de su cama.
En el interior, encontró fotos de sí misma, sus familiares y otras
personas de su comunidad. La coincidencia fue asombrosa, dado que
el campamento Nordhausen-Dora estaba a más de 640 km, y que más
de 1,100,000 personas fueron asesinadas en Auschwitz. La existencia
del álbum se conocía públicamente al menos desde la década de 1960,
cuando se utilizó como prueba en los Juicios de Auschwitz en Fráncfort.
El cazador de nazis Serge Klarsfeld visitó a Lili en 1980 y la convenció
de que donara el álbum a Yad Vashem. El contenido del álbum se publicó
por primera vez ese año en el libro «The Auschwitz Album», editado
por Klarsfeld.
El Álbum de Höcker (o Álbum de Hoecker) es una colección
de fotografías que se cree que fueron recopiladas por Karl-Friedrich
Höcker, un oficial de las SS durante el régimen nazi en Alemania.
Contiene más de cien imágenes de las vidas y condiciones de vida
de los oficiales y administradores que administraron el complejo
de Auschwitz. El álbum es único y es un documento indispensable
sobre el Holocausto. Ahora está en los archivos del Museo Memorial
del Holocausto de los Estados Unidos en Washington D. C.
Según el museo, el álbum de fotos fue encontrado por
un oficial de contrainteligencia estadounidense no identificado
que fue alojado en Frankfurt después de la rendición de Alemania
en 1945. Este oficial descubrió el álbum de fotos en un apartamento
de allí, y cuando regresó a los Estados Unidos, trajo el álbum con
él. En enero de 2007, el oficial estadounidense donó el álbum al
Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos, con la solicitud
de que no se revelara su identidad. Los títulos de las fotografías
y las personas que aparecen en las imágenes confirmaron rápidamente
que representa la vida en los campos de Auschwitz y sus alrededores.
La primera fotografía es un doble retrato de Richard Baer, comandante
del campo de Auschwitz entre 1944 y 1945, y el ayudante de Baer,
Karl Höcker.
El álbum contiene 116 fotografías, todas en blanco
y negro, y casi todas muestran a oficiales alemanes. Se cree que
fue propiedad de Höcker porque aparece en muchas más imágenes que
cualquier otro individuo. Debajo de una página con Höcker y Richard
Baer, SS Sturmbannführer, está escrito "Con el comandante de las
SS Stubaf. Baer, Auschwitz 21.6.44", identificando a Höcker como
el propietario del álbum. También es la única persona en el álbum
que aparece sola en alguna de las imágenes. Algunas de las imágenes
representan eventos formales, como funerales militares y la dedicación
de un nuevo hospital. También incluyen imágenes de los oficiales
del campamento relajándose en un retiro para el personal conocido
como Solahütte, una cabaña rústica a solo 20 millas del complejo
de Auschwitz. Estas imágenes son consideradas como las más llamativas,
ya que muestran a los alegres oficiales del personal cantando, bebiendo
y comiendo mientras, en el campamento, se está produciendo un tremendo
sufrimiento. Varias de las fotografías muestran a agentes relajándose
en compañía de mujeres jóvenes: taquígrafos y mecanógrafos, formadas
en la escuela de las SS en Obernai, conocidas generalmente como
SS Helferinnen, la palabra alemana para "ayudantes" (mujeres).
Los dos comandantes más conocidos del campo, Richard
Baer y Rudolf Höss, son visibles en las fotografías. Pero posiblemente
la figura de Auschwitz más notoria que aparece en el álbum es el
Dr. Josef Mengele, conocido por los prisioneros de campo como el
"Ángel de la Muerte". Mengele, un médico experimentado, dirigió
los experimentos médicos en niños gemelos en el campamento. Participó
regularmente en la "selección" en la plataforma de llegada del tren,
juzgando qué prisioneros serían ejecutados inmediatamente y cuáles
podrían vivir y realizar trabajos en esclavitud. En total, el álbum
contiene ocho fotografías en las que aparece Mengele. Antes de la
donación del álbum al museo, no se sabía que existieran imágenes
que lo mostraran dentro del campamento.
Las fotografías del Álbum de Höcker se consideran
especialmente escalofriantes debido al tiempo durante el cual fueron
tomadas, entre junio y diciembre de 1944. Los archiveros e historiadores
han señalado que este período se superpone con el exterminio masivo
de cientos de miles de judíos húngaros en la primavera y el verano
de 1944-un evento conocido como el Transporte Húngaro. Estos judíos
fueron reunidos y enviados a Auschwitz después de la invasión de
marzo de 1944 por los nazis de Hungría. Tantos judíos húngaros fueron
asesinados en el complejo de Auschwitz durante ese período que los
crematorios fueron incapaces de consumir todos los cuerpos y se
excavaron pozos abiertos con este propósito. Según Rebecca Erbelding,
la archivista del museo que recibió el álbum de su donante y la
primera en reconocer su importancia, "El álbum nos recuerda que
los autores del Holocausto fueron seres humanos, hombres y mujeres
con familias, niños y mascotas, que celebraron días festivos y tomaron
vacaciones ... Estas personas eran seres humanos ... y estas fotografías
nos recuerdan que los seres humanos son capaces de sucumbir al antisemitismo,
el racismo y el odio".
En 1965 Höcker fue condenado a siete años de prisión
por su complicidad en la muerte de internos de Auschwitz. Fue puesto
en libertad en 1970. El 3 de mayo de 1989, un tribunal de distrito
de la ciudad alemana de Bielefeld condenó a Höcker a cuatro años
de prisión por su participación en la muerte por gaseamiento de
prisioneros, principalmente judíos polacos, en el campo de Majdanek
en Polonia. Los registros del campamento mostraron que entre mayo
de 1943 y mayo de 1944, Höcker había adquirido al menos 3610 kg
(kilogramos) del venenoso Zyklon B para su uso en Majdanek de la
firma de Tesch & Stabenow (Testa) en Hamburgo.
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