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¿Nueva normalidad?
Sobre José Doroteo Arango Arámbula, más conocido como Pancho Villa,
se cuentan muchas historias. Algunas retratan al revolucionario
como a un verdadero héroe y otras aseguran que se trataba de un
bandolero y un mujeriego entregado a los excesos. Sin embargo, aquel
revolucionario, nacido el 5 de junio de 1878 (aunque algunos historiadores
afirman que podría haber sido en el mes de julio del mismo año),
fue al parecer un hombre abstemio que incluso condenaba a muerte
a todo aquel de sus seguidores que cayera bajo el influjo del alcohol
(se dice que llegó a destruir cientos de litros de bebidas alcohólicas).
En cuanto a su fama como mujeriego, a Pancho Villa se le atribuyeron
hasta 27 relaciones, pero fue la famosa vedette de la época, María
Conesa, conocida como la Gatita Blanca, la que fascinó absolutamente
al revolucionario, aunque no la pudo conquistar: "Mire general,
una pulga como yo, no duerme en su petate", le dijo la artista.
La imagen icónica de Pancho Villa lo muestra tocado siempre con
un gran sombrero, y es que el guerrillero se sentía incómodo con
la cabeza descubierta y nunca se lo quitaba en público.
Tal vez uno de los episodios de la Revolución mexicana protagonizado
por Pancho Villa que está más rodeado de mitos y leyendas fue su
invasión del pueblo fronterizo de Columbus, en Nuevo México.
Dos estampas de una misma persona.
A lo largo de 1915, la poderosa División del Norte, el ejército
liderado por Pancho Villa, fue arrollada en una serie de terribles
contiendas libradas contra el Ejército Constitucionalista mexicano
que comandaba el general Álvaro Obregón. Pero cuando la balanza
se inclinaba ya claramente en contra del ejército de Villa, los
Estados Unidos reconocieron al gobierno constitucionalista de Venustiano
Carranza, lo que convenció a Villa de que el propio Carranza había
firmado un pacto con el gobierno norteamericano y que México acabaría
convertido en un mero protectorado estadounidense. Decidido a impedir
semejante humillación, Villa se embarcó en una misión que le llevaría
a "invadir" los Estados Unidos.
La realidad fue que los Estados Unidos nunca pactaron nada con
el gobierno mexicano, pero ante los ojos de muchos compatriotas,
Pancho Villa se convirtió en el símbolo vengador de la injerencia
estadounidense (dejando casi en el olvido el hecho de que Villa
fue el instigador de una auténtica transformación social tras la
confiscación de los latifundios de Chihuahua el 12 de diciembre
de 1913). Pancho Villa, al mando de su poderoso ejército, se convirtió
en un referente en el imaginario colectivo del pueblo mexicano tras
la "invasión" de la ciudad fronteriza de Columbus. La "Expedición
Punitiva" llevada a cabo por los Estados Unidos en 1916 para repeler
el ataque de los revolucionarios e intentar capturar a Pancho Villa
fracasó tras once meses de infructuosa búsqueda de los estadounidenses,
que llegaron a penetrar 600 kilómetros en territorio mexicano. Y
tuvo una inesperada consecuencia: el aumento de los sentimientos
nacionalistas del pueblo mexicano y de su gobierno.
Una de las imágenes más icónicas de Pancho Villa
muestra al líder mejicano a caballo en Ojinaga, en enero de
1914.
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Al final, México salió fortalecido. Tal como escribió el autor
Friedrich Katz: "El gobierno mexicano, al que las grandes potencias
veían como un instrumento maleable para sus propias políticas, logró
invertir los papeles y explotar en su beneficio las rivalidades
de aquéllas. Ni los planes norteamericanos ni los británicos ni
los alemanes, dieron los frutos apetecidos. Carranza, sin embargo,
obtuvo el retiro de la expedición norteamericana, la abstención
de Alemania en cuanto a las actividades de sabotaje, y, por último,
la neutralidad de México".
A partir de entonces, Pancho Villa vivió apartado de la vida pública
junto a su familia en una hacienda de la localidad de Canutillo
perteneciente al estado de Durango, una propiedad que el Estado
mexicano le había donado como pago a los servicios prestado al país.
El 20 de julio de 1923, Villa partió hacia Hidalgo de Parral, ciudad
ubicada en el sur de Chihuahua, donde pretendía reunirse con algunos
de sus camaradas para partir posteriormente todos juntos hacia Río
Florido, donde debía asistir al bautizo del hijo de un amigo. Sus
premonitorias palabras antes de salir fueron: "Parral me gusta hasta
pa' morirme". Serían premonitorias. Villa era consciente de que
el a la sazón presidente de México, su antiguo enemigo Álvaro Obregón,
estaba decidido a asesinarlo. Aunque Villa confiaba en que esto
no sucediera, ya que en ocasiones anteriores él mismo se había encargado
de desbaratar algún complot encaminado a acabar con su vida. Para
dar a entender que venia sin ánimo de levantar disputas, rehusó
la escolta de 50 hombres que habitualmente iba con él para protegerlo
y marchó acompañado por cinco hombres, entre los que se incluían
el general Trillo y su asistente de confianza, Daniel Tamayo.
Conduciendo él mismo su Dodge Brothers, empezó a atravesar la ciudad
de Parral. Allí le esperaba un grupo armado que a punto estuvo de
asesinarle si no hubiera sido porque decenas de niños que salían
de un colegio se cruzaron con su comitiva en la carretera.
Pancho Villa y su mujer Luz Corral, poco antes de
su asesinato.
Pero cuando su automóvil cruzaba la calle Gabino Barrera,
en Parral, un hombre ataviado con un sombrero de palma llamado Juan
López, agitó la mano exclamando: "¡Viva Villa!". Aquel viejo grito
de guerra de la división encabezada por el líder revolucionario
cuando entraba en los pueblos se convertía ahora en el anuncio de
su muerte. Aquella exclamación fue la señal para que los asaltantes
supieran que el coche del antiguo revolucionario estaba llegando
al punto establecido para el atentado.
Tras girar por una calle, el vehículo quedó en un
punto ciego de la curva donde aguardaban los asaltantes para abrir
fuego. Al grito de "¡Viva México cabrones!", los asaltantes dispararon
una nube de proyectiles, se dice que unos 150, que destrozaron los
cristales del vehículo. Trece balas atravesaron el cuerpo del Centauro
del Norte causándole la muerte instantánea. La crónica del periódico
El siglo de Torreón del día siguiente informaba: "Tres hombres de
la escolta terminaron también muertos y dos heridos".
Los pistoleros encargados de matar a Pancho Villa
fueron Jesús Salas Barraza, un diputado local, su cómplice Melitón
Lozoya y el general Joaquín Amaro. La autoría intelectual se atribuye
al presidente Álvaro Obregón y a su sucesor, Plutarco Elías Calles,
que al parecer respondieron así a las demandas del Gobierno de los
Estados Unidos, cuyas condiciones para reconocer la legitimidad
del estado mexicano pasaban por el asesinato de Villa.
El cadáver de Pancho Villa no encontró reposo en el
cementerio de Parral. Su cadáver fue profanado y decapitado. Su
cabeza desapareció sin que a día de hoy haya sido encontrada. El
magnate norteamericano William Randolph Hearst también aportó su
grano de arena al contratar a un grupo de mercenarios para que encontraran
la calavera del revolucionario, algo que no llegó a conseguir. Una
leyenda cuenta que cada 20 de julio, aniversario de su muerte, el
fantasma de Pancho Villa reaparece por las calles de su país para
recordar su asesinato a traición.
La Historia nos dice que el inicio de la Revolución Mexicana
fue el 20 de noviembre de 1910, cuando Francisco I. Madero llamó
al pueblo a levantarse en armas para poner fin a los abusos
del presidente Porfirio Díaz, militar mexicano que ejerció el
cargo de presidente de México en siete ocasiones y que, en total,
ocupó la presidencia durante treinta años. Y aunque los historiadores
—después de un siglo— aún no se ponen de acuerdo con respecto
al fin de esta guerra, se dice que el fin tentativo de este
movimiento armado se dio en 1917 con la promulgación de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. |
En México creen saberlo todo sobre Francisco Villa, de nombre José
Doroteo Arango Arámbula y más conocido en España como Pancho Villa,
el pistolero mexicano que no tuvo empacho en ridiculizar al gobierno
de Estados Unidos cuando dirigió a su ejército —La División del
Norte— hasta Columbus, territorio gobernado por Woodrow Wilson,
o que Francisco I. Madero era gran fanático de Benito Juárez. Pero
la Revolución aún tiene muchas aristas que no son de conocimiento
popular.
Emiliano Zapata no era un cacique ni un caudillo, era un verdadero
líder al que los campesinos del sur y del centro del país seguían
convencidos de su poder político. Tanto que a pesar de que los campesinos
buscaban restablecer la siembra y el cultivo de milpa (calabaza,
maíz, frijol) sobre la caña (producto que fue traído por los colonizadores
de España), este tomó varios ingenios azucareros (antiguas haciendas
coloniales) y las utilizó para la producción y surtimiento de sus
tropas y familias con alcohol y azúcar. El sistema se conoció como
"la Comuna de Morelos", en referencia a la histórica forma de gobierno
de campesinos en el estado de Morelos que resultó ser equitativa
y funcional.
Una vez que el general Álvaro Obregón, militar y político que participó
en la Revolución, llegó a la presidencia de la República, Pancho
Villa pactó con él su retiro de la vida política a cambio de la
Hacienda de Canutillo, una escolta conformada por 50 hombres que
pertenecieron a los Dorados de la División del Norte y tierras para
que 800 de sus aliados pudieran labrar. Todo se le otorgó. No obstante,
Pancho Villa fue asesinado con nueve balazos el 20 de julio de 1923
en Parral, Chihuahua. Entre los sospechosos naturales de su asesinato,
además del Gobierno de Obregón, se encontraban los estadounidenses.
Pero lo realmente inquietante fue lo que sucedió con sus restos.
El cadáver de Villa fue exhumado y degollado, su cabeza desapareció
y aún se desconoce su paradero.
Una vez que explotó la Revolución Mexicana y con tres ejércitos
pisando el norte, centro y sur del país, Porfirio Díaz huyó desde
Veracruz a Francia el 31 de mayo de 1911. Su voluntad explícita
era que sus restos fueran trasladados a su natal Oaxaca, y así lo
intentó su familia en los años 20, 50, 60 y en el 2010 sin que se
haya cumplido el último deseo del general.
Una de las fotografías más famosas de Agustín Víctor Cassasola,
fotógrafo mexicano que inmortalizó la realidad de su país durante
la Revolución mexicana, sucedió el 6 de diciembre de 1914, día en
que la División del Norte y la División del Sur bajo las órdenes
de Pancho Villa y Emiliano Zapata, respectivamente, llegaron al
centro de Ciudad de México donde los esperaba Eulalio Gutiérrez,
presidente interino de México. Eufemio Zapata, hermano del "Atila
del sur", insistió a los generales que no permanecieran en el Palacio
Nacional y particularmente recomendó a Emiliano no sentarse en la
silla presidencial "por estar maldita". Se cree que por esa razón,
tras la insistencia de Zapata, Villa ocupa esa silla en la fotografía
que retrató la victoria de los rebeldes y su entrada en la capital.
Muchos mexicanos recuerdan a Gustavo A. Madero, pero
hay otro hermano de Francisco I. Madero llamado Raúl Madero que
fue parte del movimiento revolucionario. Raúl se movilizaba en el
norte y fue allí donde conoció a Pancho Villa. Con el tiempo se
sumó a la División del Norte y una vez que esta se fortaleció, Villa
lo nombró gobernador de Nuevo León; en los años posteriores también
fue gobernador de Coahuila.
Venustiano Carranza fue uno de los organizadores del
Congreso Constituyente en Querétaro donde nació la Constitución
de 1917. Gracias a esta y al respaldo del Partido Liberal Constitucionalista
se proclamó como el 42º presidente de México. Carranza gobernó desde
el 1 de mayo de 1917 hasta el 21 de mayo de 1920, año en el que
fue asesinado en Puebla. Pese a haber gobernado durante poco tiempo,
sentó las primeras bases del salario mínimo y bajo su administración
se legalizó el divorcio.
La revolución mexicana, que estalló en 1910, tuvo
su detonante en el descontento popular hacia la dictadura de Porfirio
Díaz. A partir de ahí se iniciaron una serie de violentos enfrentamientos
entre los partidarios de facciones con intereses muy distintos que
transformarían de manera radical las estructuras políticas y sociales
del país y acabarían convirtiendo a algunos de sus líderes, como
Emiliano Zapata y Pancho Villa, en auténticas leyendas.
Estas son las 5 playas de la operación ´Neptuno´: la maniobra naval
complementaria a la operación ´Overlord´.
El 6 de junio de 1944, más conocido como el Día D, durante el transcurso
de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas lanzaron la mayor
invasión anfibia y aerotransportada de la historia de la guerra
en la operación nombrada en clave como Overlord.
Los desembarcos aliados en las playas de Normandía marcaron el
comienzo de una larga y costosa campaña para liberar al noroeste
de Europa de la ocupación nazi. En la mañana del día D, tropas de
tierra desembarcaron en cinco playas de asalto: Utah, Omaha, Gold,
Juno y Sword en lo que fue la operación de carácter naval complementaria
desarrollada en el marco global de la operación Overlord, nombrada
en clave como operación Neptuno. Al final del día, los Aliados se
habían establecido en tierra y podían comenzar el avance hacia Francia.
Cada playa fue un desafío diferente. Fueron estas:
Más de 23.000 hombres de la 4ª división de infantería
de los Estados Unidos aterrizaron en la playa de Utah, la más occidental
de las playas del asalto. Las fuertes corrientes arrastraron la
primera oleada de tropas hacia un sector más levemente defendido,
a unos 1.800 metros al sur de su objetivo original. Las tropas aerotransportadas
habían aterrizado tras la playa de Utah en las primeras horas del
6 de junio. Tras algunos periodos de intensa lucha, los paracaidistas
finalmente aseguraron las calzadas a través de las tierras bajas
inundadas, proporcionando una ruta para que las tropas en la playa
se movieran hacia el interior. Al final del día, la 4ª división
de infantería había avanzado aproximadamente 6 kilómetros y medio.
El coste en bajas fue se tradujo en unos 200 soldados entre muertos,
heridos o desaparecidos.
Las tropas de las divisiones de infantería 1ª y 29ª
de los Estados Unidos aterrizaron en la playa de Omaha el 6 de junio
de 1944. Omaha fue la más defendida de las áreas de asalto y las
bajas, que ascendieron a cerca de 3000 en las filas de los aliados,
fueron más altas que en cualquier otra playa. Los bombardeos aéreos
y navales aliados preliminares no lograron eliminar los puntos fuertes
de defensa a lo largo de la costa y los estadounidenses tuvieron
dificultades para despejar los obstáculos de la playa. La experimentada
352ª división alemana de infantería participó en el entrenamiento
anti-invasión en la zona y pudo reforzar las unidades de defensa
costera. A pesar de estos desafíos, los estadounidenses pudieron
ganar un pequeño punto de apoyo en la playa al final del día. En
la cercana Pointe du Hoc, también los Rangers estadounidenses completaron
un costoso asalto a los emplazamientos de cañones alemanes en lo
alto del acantilado.
Cerca de 25.000 hombres de la 50ª división británica
aterrizaron en la playa Gold en el Día D. Sus objetivos eran capturar
la ciudad de Bayeux, la carretera de Caen-Bayeux, y juntarse con
los estadounidenses en Omaha. Los fuertes vientos causaron que la
marea subiera más rápido de lo esperado, ocultando los obstáculos
de la playa bajo el agua. Pero a diferencia de Omaha, el bombardeo
aéreo y naval había logrado suavizar las defensas costeras alemanas.
Al final del día, las tropas británicas habían avanzado unos 9 kilómetros
y medio hacia el interior y se habían reunido con las tropas de
la 3ª división canadiense, que habían aterrizado en la playa de
Juno, al este.
El objetivo de la 3ª división canadiense era asegurar
la playa de Juno y unirse con las fuerzas británicas en la playas
de gold hacia el oeste y Sword hacia el este. Los mares agitados
retrasaron el desembarco y la marea creciente redujo el ancho de
la playa, lo que produjo que mucho de los vehículos y el equipo
transportado quedara encallado en la arena. Juno estaba fuertemente
defendido y las bajas fueron acusadas, especialmente entre las tropas
de la primera oleada de infantería que trato de desembarcar. A la
medianoche, los canadienses aún no se habían unido con los británicos
en Sword, sin embargo habían despejado la playa, avanzado varios
kilómetros tierra adentro uniéndose a los británicos en Gold.
El mal tiempo y la fuerte resistencia alemana obstaculizaron
el asalto de la 3ª división británica sobre la playa de Sword, la
más oriental de las playas. Las crecientes mareas y la geografía
del área de asalto crearon un frente angosto, causando congestión
y demoras, y dificultando el desembarco del apoyo blindado necesario
para el avance hacia el interior. Aunque la 3º división repelió
con éxito un contraataque alemán, no logró tomar la ciudad de Caen,
de gran importancia estratégica y su objetivo clave para el Día
D. La captura de Caen se convirtió en un punto esencial de la estrategia
británica en las semanas posteriores al Día D y la ciudad no estuvo
completamente ocupada hasta mediados de julio.
El desembarco de Normandía en imágenes:
Robert Capa, imágenes del desembarco:
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La marca de agua indica el Imperial War Museum. El Museo Imperial
de la Guerra (en inglés, Imperial War Museum) es el museo militar
británico, establecido en 1917 durante la Primera Guerra Mundial,
inaugurado oficialmente el 9 de junio de 1920 por el rey Jorge V
en el Crystal Palace, en Sydenham Hill. En 1924 el museo fue trasladado
al Instituto Imperial en South Kensington y, finalmente, en 1936,
el museo adquirió un local permanente en donde antes se encontraba
el Hospital Real de Bethlem en Southwark. Durante 1970 el museo
comenzó a expandirse hacia otras sedes. Las colecciones del museo
incluyen archivos de documentos personales y oficiales, fotografías,
material cinematográfico, grabaciones de historia oral, una amplia
biblioteca, una colección de arte y vehículos y aviones militares.
Se encuentra distribuido en diversas instalaciones en Inglaterra,
tres de las cuales se encuentran en Londres: La Sede principal del
Imperial War Museum se encuentra situada en Londres y trata sobre
todo de la Primera Guerra Mundial y en menor medida de la Segunda
Guerra Mundial. El Museo Imperial de Guerra de Duxford, cerca de
Cambridge, es un importante museo aeronáutico con dos colecciones
distintas, una sobre los aviones estadounidenses y otra sobre los
aviones británicos. El edificio de Mánchester es conocido como del
norte (Imperial War Museum North) y está situado en Trafford, se
abrió el 5 de julio de 2002 en un edificio singular diseñado por
el arquitecto Daniel Libeskind.
El buque de guerra HMS Belfast se encuentra fondeado en el Támesis
delante de la Torre de Londres. Las Churchill War Rooms (literalmente,
habitaciones de guerra de Churchill) son un museo en Londres y una
de las cinco ramas del Museo Imperial de la Guerra. El Museo comprende
los Cabinet War Rooms, un complejo histórico subterráneo que albergó
un centro de mando del gobierno británico durante la Segunda Guerra
Mundial, y el Churchill Museum, un museo biográfico que explora
la vida del estadista británico Winston Churchill. Como rama de
un museo nacional, es financiado por el Departamento para la Cultura,
Medios y Deporte, por medio de los ingresos de admisión y la actividad
comercial del museo.
Pásate por fotografía >> autores >>
Robert Capa.
En La soledad del corredor de fondo, la novela y la película,
el protagonista, un chaval de un reformatorio, un fenómeno del
campo a través, se deja ganar en un cross por el representante
de un colegio pijo. Lo hace como gesto de rebeldía, de libertad,
para fastidiar a su carcelero-entrenador-profesor. Una acción
hermosa que, dicen los entendidos en atletismo, es puramente peliculera,
imposible en la vida real, añaden, pues un atleta, uno bueno,
nunca se dejaría ganar.
A finales de 2012 Iván Fernández Anaya, atleta vitoriano
de 24 años, se negó a ganar el cross de Burlada, en Navarra. “No
merecía ganarlo. Hice lo que tenía que hacer”, dice Fernández
Anaya, quien, cuando iba segundo, bastante distanciado del primero,
en la última recta de la carrera, observó cómo el seguro ganador,
el keniano Abel Mutai (un muy buen atleta: medallista de bronce
en los 3.000 metros obstáculos de los Juegos de Londres) se equivocaba
de línea de meta y se paraba una decena de metros antes de la
pancarta. Fernández Anaya le alcanzó con rapidez, pero en vez
de aprovechar la situación para acelerar y ganar, se quedó a su
espalda y con gestos y casi empujándole le llevó hasta la meta,
dejándole pasar por delante. “Él era el justo vencedor. Me sacaba
una distancia que ya no podía haber superado si no se equivoca.
Desde que vi que se paraba sabía que no iba a pasarle”.
Convencidos de que el cinematógrafo era un invento
sin futuro, los hermanos Lumière abandonaron pronto su ingenio
y se dedicaron a campos que consideraban más rentables. Así, en
1903 desarrollaron el proceso de fotografía en color, el Autocromo.
El 10 de junio de 1907 Auguste Lumière presenta en París la fotografía
en color, que hasta 1930 fue el principal modo de tomar imágenes
en color hasta el desarrollo de la película de color sustractivo
a mitad de los años 30.
En la placa de cristal autocromo se distribuyen
millones de granos de fécula de patata, en cada color de uno de
los tres colores: rojo, verde o azul, asociados en una superficie
sensible. Obtienen así muestras positivas transparentes dando
una imagen mucho más iluminada y natural con un soporte de papel
opaco. Al igual que con la pintura puntillista, es la totalidad
de la mirada la que forma el efecto del color y el encanto de
estas fotografías. La comercialización en 1907 pone a la fotografía
en color al acceso de todos y cobra fuerza en 1910. El autocromo
no tendrá ningún competidor real durante tres décadas hasta la
llegada de la película de color que sustituye la frágil lámina
de vidrio.
Están muy lejos de la prestación original de esas
placas de vidrio. Con el tiempo han perdido la frescura de sus
colores. De pequeño tamaño y debido al propósito de la exposición,
eran reproducidas sobre tres grandes paneles opacos en una superficie
de plástico y brillante. Finalmente, en condiciones de iluminación
difíciles, se “refotografiaba” a mano alzada en su formato integral
o solo en parte, a veces con los inevitables reflejos de las luces
de la calle.
Retratos de la familia y paisajes ...
En palabras de sus nietas ... "Nuestro abuelo
ha dicho a menudo que el proceso había sido para él la invención
de su vida: « Me llevó siete años de esfuerzo ininterrumpido.
No hice nada más durante ese periodo. Jamás perdí el valor ».
Disfruta de aquellas primeras imágenes en
la sección dedicada a la historia de la fotografía.
Durante la mañana del 11 de junio de 1963 un monje
budista protestó inmolándose hasta morir como rechazo a la opresión
que el gobierno de Ngo Dinh Diem ejercía sobre la religión budista
en aquel país.
EPNature es una asociación sin ánimo de lucro que
tiene como objetivo organizar eventos públicos en torno a la fotografía
y la promoción de la naturaleza y el medio ambiente.
Aunque su cumpleaños es el 21 de abril, Isabel II
siempre celebra el día de su nacimiento en junio, con el tradicional
Trooping the Colour. Tradicionalmente, Londres se viste de tiros
largos para acoger este desfile militar, que en el siglo XVIII
instauró el rey Jorge II y así posponer unos meses los festejos
de su aniversario –que era en diciembre– para gozar de un mejor
clima. Desde entonces, este acto reúne cada año a la familia real
británica al completo. Un guardia de honor se desmayó ante
la Reina Isabel II durante el desfile de 1970.
Una nube de humo oscurece el cielo. Ntsiki Makhubo
y su madre, que vuelven de pasar el día en Johannesburgo, bajan
del tren y se encuentran con un grupo de gente que está nerviosa.
La estación está llena de cristales rotos, que pisan mientras
reciben la noticia: "Tu hermano ha muerto –le dicen a Makhubo–.
Lo han asesinado." El 16 de junio de 1976, la policía abrió fuego
contra los estudiantes que se manifestaban en Soweto. Los vecinos
de Makhubo supusieron que su hermano mayor –Mbuyisa, de 18 años
de edad– estaba gravemente herido cuando lo vieron cojeando hacia
un ambulatorio con un niño en brazos. Pero no fue él quien perdió
la vida ese día, sino el chico de 12 años al que intentaba salvar:
Hector Pieterson.
Poco después, un periódico local publicó la fotografía
que les había sacado un periodista. La imagen llegó al mundo entero,
y tuvo un impacto tremendo. La gente estaba indignada con la brutalidad
de la policía sudafricana, y aquella foto se convirtió en un símbolo
de la lucha contra el sistema racista y en el detonante de una
nueva ola de protestas que, al final, pondría fin al apartheid.
Sudáfrica ha conmemorado estos días el 40 aniversario del alzamiento
de Soweto. Nadie sabe cuántas personas murieron. Se calcula que,
durante los meses posteriores, hubo entre 150 y 700 víctimas mortales.
Pero, al igual que la famosa fotografía, el aniversario provocará
reacciones que no siempre son fáciles de conciliar.
"El alzamiento significa cosas distintas para la
gente –dice Khwezi Gule, director del memorial y museo Hector
Pieterson, de Soweto–. Se mezclan distintas generaciones y grupos
sociológicos. Incluso los que estaban allí en 1976 tienen formas
diferentes de verlo, tanto si eran padres como si eran estudiantes,
líderes políticos o personas que, sencillamente, se vieron atrapadas
en el fuego cruzado". Gran parte de la atención se centró entonces
en Pieterson y en la niña que aparecía gritando en la fotografía,
su hermana pequeña Antoinette. Los dos eran alumnos de colegios
locales, y estaban protestando contra la introducción de la enseñanza
obligatoria en afrikáans, que los estudiantes consideraban una
humillación añadida a la ya problemática situación de unas escuelas
deliberadamente abarrotadas y prácticamente sin fondos que, en
lugar de ofrecer educación a la mayoría negra, se la negaban.
Además, había otros factores. Las generaciones jóvenes habían
perdido la confianza en sus líderes políticos, que estaban en
su mayoría en el exilio o la cárcel; y muchos de ellos amonestaban
a sus propios padres por considerar que habían asumido y aceptado
las humillantes restricciones del apartheid. Pieterson, que no
estaba particularmente comprometido en las luchas sociales, se
había sumado a sus compañeros de clase para marchar por las polvorientas
calles hasta un estadio de la zona. La policía les cortó el paso.
Las cosas se complicaron y empezaron a llover piedras y botes
lacrimógenos. Luego, empezó el tiroteo. "Todo era muy confuso.
Vi que algunos se intentaban esconder, y yo también me escondí.
Tenía miedo porque no sabía dónde estaba Hector... Después, avancé
un poco y vi el zapato de mi hermano", recuerda Antoinette 17
años más tarde. Fue entonces cuando Mbuyisa Mkhubo recogió al
chico y se lo llevó; pero fue inútil, porque murió antes de que
llegaran al centro médico más cercano. La familia de Pieterson
quedó destrozada aquel día, y la de Makhubo empezó a sufrir pronto
las consecuencias del impulsivo y solidario acto de Mbuyisa.
Los Makhubo ya habían pagado un precio elevado por
su compromiso en la lucha contra el apartheid. Eran amigos de
líderes del Congreso Nacional Africano (ANC, por su sigla en inglés)
como Nelson Mandela y Walter Sisulu, y las autoridades los conocían
perfectamente. De hecho, Mbuyisa solía ir en compañía de sus hermanos
y de su hermana Ntsiki a la casa de Mandela en Soweto, donde Winnie
–segunda esposa de Mandela– cocinaba a veces para ellos. "Incluso
me ayudó a matricularme en la universidad –dice Ntsiki–. Íbamos
y nos preparaba espinacas, pap [un puré de harina de maíz] y,
ocasionalmente, carne a la parrilla". El padre de Mbuyisa era
miembro de la organización Umkhonto we Sizwe (MK), que había protagonizado
una campaña de sabotaje y violencia a principios de la década
de 1960. Obligado a huir para evitar la prisión, vivió en campamentos
de la ANC situados en países vecinos hasta que falleció en Kenia
en 1973. Días después del alzamiento del 16 de junio, ya era evidente
que Mbuyisa seguiría los pasos de su padre y terminaría en el
exilio. "Yo quería mucho a mi hermano –dice Ntsiki–. Desde aquel
día, cuando intentó salvar la vida de aquel chico, parecía trastornado...
La policía y los periodistas le molestaban todo el tiempo. Al
final, dijo que se tenía que ir. Yo le preparé un pequeño macuto
y él se marchó hacia la frontera de Botswana. Me escribió durante
una temporada, pero sus cartas dejaron de llegar cinco años después.
No nos volvimos a ver." Hace poco, recibieron noticias según las
cuales Mbuyisa podía estar en Canadá; pero la noticia no se ha
confirmado, y Ntsiki se muestra escéptica. La familia sufrió aún
más durante los años siguientes, cuando el gobierno intensificó
sus brutales esfuerzos por mantener el apartheid a pesar de la
oposición generalizada, la crisis económica y la condena internacional.
En 1985, le llegó el turno a otro de los hermanos
de Ntsiki, quien también se unió al MK y se marchó de Sudáfrica
para entrenarse en tácticas de guerrilla. Permaneció en el exilio
hasta 1994, cuando el ANC llegó al poder y Nelson Mandela se convirtió
en presidente, pero murió de sida cinco años después de haber
vuelto a su tierra natal. Desde entonces, la suerte de los Makhubo
ha mejorado tanto como la suerte de la nación. Ntsiki sigue viviendo
en la destartalada casa de Litabe Street, de donde salió su hermano
hace 40 años para unirse a la manifestación, pero sus hijos han
crecido en un ambiente de calma relativa. Dos de ellos viven en
Cape Town; uno es estudiante universitario y el otro, gerente
de un supermercado. El tercero, Zongezile, es un elegante hombre
de 37 años que sigue viviendo en Soweto, donde dirige una empresa
de turismo.
En opinión de Zongezile, la conmemoración de los
sucesos de 1976 conlleva un mensaje importante. "El recuerdo de
Hector Pieterson y de mi tío es un símbolo de sacrificio y solidaridad,
pero también de cambio", afirma. Desde luego, no hay duda de que
Soweto ha cambiado. Hay concesionarios de coches, calles asfaltadas
y estaciones de autobuses, además de tiendas donde se venden las
principales marcas occidentales. El flujo de turistas, que quieren
ver el sitio donde mataron a Hector Pieterson -señalizado con
un cartel, provocó una pequeña explosión de tiendas de recuerdos
y restaurantes de "auténtica" cocina de Soweto. El museo Hector
Pieterson abrió sus puertas en el año 2002 y, en la actualidad,
recibe 90.000 visitas al año. Muchos de los visitantes son alumnos
de primaria y secundaria, que sonríen y posan delante de la fotografía
de Mbuyisa y el niño moribundo. Pero la mayoría no sabe gran cosa
del alzamiento ni se muestra particularmente interesada en él.
"De los 40 o 50 estudiantes que forman cada grupo, sólo hay tres
o cuatro que sepan algo o les importe", dice Liz Block, una profesora
que trabaja voluntariamente de guía. A Ntsiki le preocupa su falta
de interés, y tiene miedo de que vuelva la violencia. Se quedó
horrorizada cuando, en el año 2012, la policía mató a docenas
de mineros en huelga cerca de Johannesburgo, y reacciona con la
misma indignación ante los recientes y brutales desalojos de las
personas que viven en campamentos ilegales: "¿Mereció la pena
el sacrificio? Se han hecho muchas cosas buenas. Me siento orgullosa
de ser sudafricana. Pero sigo triste porque aún hay muchas cosas
que están mal. La policía sigue disparando a la gente que protesta
en los campamentos. No luchamos para eso."
Algunas zonas de Soweto siguen hundidas en la miseria.
Hay familias enteras que se apiñan en hostales que parecen salidos
de la época del apartheid, e inmigrantes del campo de países vecinos
que pagan más de 30 euros al mes por simples chozas de hojalata.
El contraste con las zonas turísticas de Orlando West, por no
hablar de los barrios ricos de Johannesburgo –que sólo están a
40 minutos en coche– es estremecedor. En Kliptown, situado al
Sudeste de la localidad, hay 45.000 personas que viven en calles
de arena, sin acceso a colegios ni a trabajo de ninguna clase.
El barrio sufre una verdadera epidemia de drogas y violencia,
y los líderes de la comunidad afirman que se sienten traicionados
por sus representantes electos. "Los políticos y los miembros
del Gobierno vendrán el día de la celebración, harán su campaña
y asistirán a los actos que hayan organizado, pero eso no tiene
nada que ver con nosotros", declara Bob Nameng, responsable de
un programa comunitario local. Sin embargo, Zongezile Makhubo
se muestra esperanzado a pesar de todos los problemas que siguen
teniendo Sudáfrica y Soweto 40 años después del alzamiento. "Hay
quien olvida lo que hemos conseguido durante los años de democracia,
y sólo se fija en lo malo. Pero hemos demostrado que nuestra nación
se une cuando tiene que afrontar un desafío. La gente se junta
y dice que hará lo posible por ayudar y que éste es el país que
aman."
Pásate por Ser humano >> Activistas
>> Sudáfrica.
Eugène Weidmann, la última persona ejecutada con
guillotina públicamente en Francia, la madrugada del 17 de junio
de 1939.
Tal fue el revuelo generado por los que acudieron
a la ejecución, que el presidente francés Albert Lebrun las prohibió
alegando que promovían los instintos más bajos de la naturaleza
humana.
"Cinco hombres, uno de los cuales afirma ser
un antiguo empleado de la CIA, fueron detenidos ayer sábado, a
las 2.30 horas de la madrugada cuando intentaban llevar a cabo
lo que las autoridades han descrito como un plan elaborado para
espiar las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata
en Washington". Esta breve noticia publicada sin más comentarios
el 18 de junio de 1972 en el diario The Washington Post, y en
la que pocos lectores repararon, cayó como una bomba a pocos metros
de la redacción: en el Despacho Oval, la oficina principal del
presidente de los Estados Unidos. Para Richard Nixon era el principio
del fin.
Los cinco detenidos no eran simples ladrones que
iban a robar. Eran agentes secretos al servicio del presidente
y tenían como misión colocar micrófonos e intervenir los teléfonos
de sus rivales demócratas para espiarlos. Fueron conocidos como
The plumbers, los fontaneros, porque una vez detenidos declararon:
"Si nos contrataron para evitar filtraciones, es que somos fontaneros",
es decir, agentes especiales encubiertos y contratados por Howard
Hunt y Gordon Liddy, dos hombres vinculados al Comité de Reeleccción
del Presidente, un equipo formado por militantes del Partido Republicano
creado por Richard Nixon y al que el presidente había encargado
su campaña de reelección en los comicios de noviembre de 1972.
De este modo, como si del guion de una película
de espías se tratase, arrancaba el Caso Watergate, un escándalo
que provocaría la primera y única dimisión del primer mandatario
de los Estados Unidos en la historia. En menos de cuatro meses,
y en un dramático crescendo a ritmo de exclusiva, dos periodistas
del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, fueron los
encargados de desenmascarar la trama que obligaría a salir por
la puerta de atrás al inquilino de la Casa Blanca. La investigación
empezó cuando el sábado 17 de junio de 1972, el joven Woodward
se acercó al juzgado para escuchar en directo la audiencia preliminar
de los presuntos cinco "rateros", varios de ellos de Miami, que
habían sido detenidos in fraganti en las oficinas del Partido
Demócrata, en el edificio Watergate de la capital federal.
Bob Woodward empezó a interesarse en el caso cuando
escuchó que uno de los detenidos era James W. McCord Jr., el consejero
de seguridad de la CIA. También le llamó la atención que otro
de los arrestados dijese que todos eran "anticomunistas" de profesión.
Aquella noticia se publicó al día siguiente, domingo, e iba firmada
por Woodward y su compañero Carl Bernstein, cuyos nombres sólo
aparecían al final de la misma. Pero cuando los periodistassupieron
que McCord era también el coordinador de seguridad del Comité
para la Reelección del Presidente en la campaña electoral, decidieron
tirar del hilo y descubrieron que existía una conexión entre el
detenido y gente muy próxima al presidente Nixon, encargada de
resolver algunos problemas incómodos. Eran sus "fontaneros" o,
como se les conocería más tarde, los "hombres del presidente"
(Todos los hombres del presidente sería el título del libro que
Woodward y Bernstein publicarían en 1974 sobre sus investigaciones
en este caso).
En una rueda de prensa celebrada el 22 de junio,
Richard Nixon empezó a eludir su responsabilidad en "ese particular
incidente" y, de espaldas a la opinión pública, se empezó a comprar
el silencio de los detenidos mediante el pago de grandes sumas
de dinero. El 1 de julio, el jefe de campaña de Nixon, John Mitchell,
presentó su dimisión "ante la insistencia de su esposa". Para
entonces, Carl Bernstein estaba investigando la "conexión Miami"
de los detenidos con parte del dinero incautado por la policía,
que procedía de donaciones privadas que servían para sufragar
los gastos de la reelección del presidente republicano, y cuyo
reparto había supervisado el dimitido Mitchell.
Cada día, tras el cierre del rotativo, Bernstein
y Woodward quedaban con algunos empleados del Comité para la Reelección
del Presidente para intentar sonsacarles información. Dos de ellos,
una contable y un responsable de control de finanzas, preocupados
por la dimensión que había adquirido el uso ilegal de fondos en
la campaña, les revelarían datos muy importantes. Pero la fuente
más decisiva de información fue la que durante más de 35 años
Bob Woodward mantuvo en el anonimato. Oculto bajo el seudónimo
de Garganta Profunda, se encontraba Mark Felt. Debido al cargo
que éste ocupaba dentro de la Administración (era director asociado
del FBI), la relación que mantenía con Woodward era lo más reservada
posible. Usaron diversos tipos de señales para reunirse, como
colocar una bandera roja en el balcón de la casa de Felt, y sus
encuentros se celebraban de madrugada en un parking de Washington.
Durante sus reuniones, Garganta Profunda no revelaba
ninguna información al periodista, pero sí corroboraba todos los
datos que requerían comprobación y, lo más importante, orientaba
a Woodward hacia donde debía encaminar sus pesquisas. En sus reuniones,
Garganta Profunda reveló la agresiva estrategia que estaba adoptando
la Casa Blanca para espiar a sus rivales políticos, periodistas
y a cualquiera que el Gobierno considerase desleal. Por fin, el
21 de septiembre saltaba la noticia: Bernstein y Woodward afirmaban
con rotundidad que John Mitchell había controlado un fondo secreto
para espiar a los demócratas.
John Mitchell, fotografiado por la prensa, a punto
de tomar parte como testimonio en el Comité judiciario del Senado
durante la investigación del caso Watergate.
El 10 de octubre de 1972, el Washington Post informó
de que la investigación policial había concluido que el asalto
a las oficinas del edificio Watergate formaba parte de un plan
de espionaje y sabotaje orquestado para favorecer la reelección
del presidente Nixon. A pesar del escándalo, Nixon consiguió ganar
de forma indiscutible las elecciones presidenciales del 7 de noviembre
de ese mismo año.
Pero eso no detuvo a los intrépidos Woodward y Bernstein,
y el Washington Post decidió seguir publicando informaciones y
mantenerse en la línea marcada. En enero de 1973, el juicio a
los asaltantes del Watergate se saldó con una amplia lista de
condenas, incluida la de James W. McCord. Este ex agente de la
CIA, convertido en jefe del espionaje republicano, volvió a ser
clave cuando envió una carta al juez afirmando que había cometido
perjurio, que los acusados habían recibido presiones para declararse
culpables, que había personalidades muy importantes implicadas
y que temía por su vida si revelaba todo lo que sabía sobre el
asunto. La carta daría un giro inesperado a la cobertura del caso
y, como diría Katharine Graham, directora del periódico: "Toda
la prensa apareció en masa, levantando literalmente las alfombras
en busca de pistas. El Post ya no estaba solo".
Ante todas estas informaciones, el Tribunal Supremo
de los Estados Unidos ordenó al presidente Nixon entregar las
cintas secretas obtenidas en las escuchas a sus rivales políticos
para utilizarlas en el juicio del caso Watergate contra sus hombres.
Los jueces resolvieron el debate en una histórica votación en
contra de los argumentos del presidente. A partir de ese momento,
Nixon perdió el apoyo de los propios miembros del Partido Republicano,
que estaban dispuestos a votar a favor de una solicitud del Congreso
de los Estados Unidos para iniciar un proceso de impeachment (destitución)
del presidente. El 8 de agosto, Richard Nixon anunciaba su dimisión,
aunque reconocía que dejar el despacho "es algo que aborrecen
todos los instintos de mi cuerpo. Sin embargo, como presidente,
debo anteponer los intereses de América".
Richard M. Nixon se despide desde los escalones
de su helicóptero cuando abandona la Casa Blanca luego de dimitir
como presidente.
El Tratado Antártico y otros acuerdos relacionados,
colectivamente denominados como Sistema del Tratado Antártico,
actualizan las relaciones internacionales con respecto a la Antártida.
Para los propósitos del Tratado Antártico, la Antártida es definida
como todas las tierras y barreras de hielo ubicadas al sur de
la latitud 60°S sin afectar derechos sobre el alta mar allí existente.
El tratado fue firmado en Washington D. C., Estados Unidos, el
1 de diciembre de 1959 y entró en vigor el 23 de junio de 1961
al depositarse el último de los instrumentos de ratificación de
los doce signatarios originales.
El gobierno federal de los Estados Unidos es el
depositario del tratado, mientras que la sede permanente de la
Secretaría del Tratado Antártico está situada en Buenos Aires,
Argentina, desde su creación en 2004.
Los firmantes originales fueron: Argentina, Australia,
Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega, Nueva
Zelanda, el Reino Unido, Sudáfrica y la Unión Soviética, pero
el tratado dejó la puerta abierta a cualquier miembro de la Organización
de las Naciones Unidas, u otro estado invitado por la totalidad
de los signatarios consultivos. Desde su firma el número de signatarios
creció hasta un total de cincuenta y cuatro en abril de 2019,
pero solo veintinueve de ellos poseen la categoría de «miembros
consultivos», que les otorga plenos derechos decisorios. Los restantes
veinticinco son considerados «miembros adherentes», por lo cual
no gozan del derecho a votar. El tratado tiene vigencia indefinida
y no ha sufrido enmiendas. Puede ser modificado por la unanimidad
de los miembros consultivos o —luego de los treinta años de vigencia—
por la mayoría de miembros presentes en una conferencia convocada
al efecto en la que pueden participar los miembros no consultivos.
El 24 de junio de 1859, Solferino, una pequeña población
del norte de Italia, en la región de Lombardia, se hizo famosa
por por ser la localidad donde tuvo lugar una sangrienta batalla.
Tras la masacre (se calcula que hubieron unos 40.000 muertos)
hubo alguien a que no quedó indiferente ante tal desgracia. Su
nombre era Henry Dunant. Dunant era un hombre de negocios que,
tras ayudar a coordinar la atención de los moribundos (la mayoría
de soldados moría en el mismo campo de batalla sin atención alguna),
observó las condiciones infrahumanas en las que eran atendidos
los heridos y decidió hacer algo al respecto: así nació la Cruz
Roja Internacional.
Las montañas de Flinders, en Australia, capturadas
en esta fotografía en falso color por la misión Copernicus Sentinel
de la ESA, son un ejemplo clásico de una cadena montañosa plegada
que se forma cuando chocan dos o más placas tectónicas, doblando
y empujando capas de tierra tornándolas en cadenas montañosas.
El área que se muestra aquí pertenece al Parque Nacional Vulkathunha-Gammon
Ranges. Las principales atracciones del accidentado parque incluyen
profundos desfiladeros, abismos y una impresionante naturaleza
salvaje. Numerosos arroyos aparecen como venas en toda la imagen,
mientras que las líneas rectas y blancas visibles en la parte
inferior derecha corresponden con caminos de tierra.
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